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La Nueva Ruta de la Seda y el resurgimiento geopolítico de China

Equipo: Daniel Diego Vázquez, Hellen Naomi Sotelo Gonzalez, Jesús Yair Ballona Sánchez

Introducción

Durante las últimas dos décadas, hemos notado el renacimiento del gran poderío chino; el
gran gigante asiático que por más de medio siglo se había sometido a las necesidades de
las grandes potencias hegemónicas de occidente. Hoy, China es dueña de su propio
destino; y con sus actuaciones se convierte en un gran actor dentro de la geopolítica
mundial y altera el status quo de ese mundo unipolar en el que la sociedad internacional se
ha adentrado en la última década. Las nuevas estrategias basadas en la consolidación de
proyectos monstruosos, como la Nueva Ruta de la Seda, han constituido el parte aguas
para la nueva orientación de influencia geopolítica.

Esta iniciativa, también representa un compromiso de China para expandir su influencia


económica, política y cultural a escala global. Al conectar los continentes a través de una
red de carreteras, ferrocarriles, puertos y proyectos de inversión, China busca establecer
nuevas rutas comerciales que no solo beneficiarán a la nación asiática, sino que también
darán forma a la estructura de poder global en las próximas décadas.

En este contexto, es importante examinar los elementos fundamentales de la Nueva Ruta


de la Seda y analizar cómo este proyecto ha dado el resurgimiento geopolítico de China.
Desde el concepto hasta su implementación, la iniciativa ha generado debates, desafíos y
oportunidades que impactan las relaciones internacionales y afectan a países de todo el
mundo. Este ensayo examina los aspectos económicos, geopolíticos y estratégicos de la
Nueva Ruta de la Seda para comprender mejor el papel central que desempeña en el
resurgimiento de China como un actor importante en el escenario mundial.

La búsqueda de la consolidación hegemónica.

Hace cuarenta años, China se abrió al mundo. La nueva visión política de Mao Tse Tung
puso en la mesa de discusión, que la problemática no venía del exterior sino del propio
atraso económico chino que cada vez los alejaba más de las potencias regionales y
mundiales. Para hacer frente a la problemática se dejaría de lado el principio maoista de “la
exportación de la revolución” y se abrazaría el nuevo lema de “paz y desarrollo”.

Con la adhesión de China al TNP en 1992, su incorporación a la Organización Mundial de


Comercio en 2001, mostrarían una China dispuesta a fortalecer su imagen exterior como
potencia responsable y comprometida con la cooperación internacional y el orden y la
seguridad mundiales, así mismo, se comienza a crear un entorno que le proveía
credibilidad, tomando un rol menos pasivo y mucho más activo con las relaciones de los
actores regionales más cercanos, manteniendo contacto y creando conexiones.

En 2013, China puso en marcha un proyecto muy ambicioso inspirado en las antiguas rutas
de la seda. Xi Jinping fue el actor principal del lanzamiento del proyecto y aunque la mayor
parte de los observadores se jactaban de que el proyecto no lograría ninguna atención por
parte del estado chino. China comenzó a desbordar grandes atenciones al proyecto, lanzó
una ofensiva diplomática e incentivó con grandes inversiones de capital a proyectos que le
darían cimiento al gran proyecto que se quería consolidar. A partir de estos
acontecimientos, grandes organismos transnacionales, gobiernos y empresas empezaron a
tomar en serio los anuncios y a tener interés de participación.

La iniciativa comprende una serie de corredores económicos, mediante la construcción y


ampliación de carreteras, vías férreas de alta velocidad, puertos, aeropuertos, plantas de
energía, redes eléctricas, redes de transmisión de datos y otras infraestructuras para el
aumento de la capacidad productiva de la industria de las regiones involucradas y todas las
zonas aledañas. Buscando de esta manera una mejor influencia sobre el Asia central,
oriental, y meridional, creando una región interconectada y resaltando y consolidando el
gran poderío chino.

A través de la creación de infraestructuras portuarias y aéreas, el establecimiento de bases


navales y la firma de acuerdos de inversión y cooperación económica, China trata de
garantizarse una presencia permanente a través de las líneas marítimas de comunicación
que unen al país con las regiones que le proporcionan recursos para un óptimo desarrollo.

La principal preocupación de la política exterior china, se ha centrado en la consolidación de


un vecindario no hostil que le propicie la seguridad de sus líneas de exportación e
importación, claves para la consecución de su crecimiento y su consolidación como
potencia regional. Desde el punto regional, se plantea la búsqueda de la influencia mundial,
dando ya indicios de la consolidación de este objetivo.

China se ha convertido en un punto de quiebre en la hegemonía norteamericana, destaca


no solo por su participación activa en la creación de una economía interconectada, sino
también en facilitar y ofrecer soluciones desde la perspectiva china. Debemos ser
conscientes de que los actores chinos ya habían propuesto la búsqueda de un orden más
racional y justo, rompiendo las bases del status quo y con la creación de estos proyectos,
podemos observar como el país se mantiene con la intención de jugar un rol protagónico,
proponiendo “soluciones chinas”. Tampoco debemos apresurarnos, diciendo que China
busca la creación de un nuevo orden mundial, derogando y desplazando a los actores
dominantes, pero sí observar el cómo la participación e influencia china se extiende cada
vez más a través de la participación activa en los organismos multinacionales.

Uno de los principales retos que plantea para las empresas occidentales, es la
determinación del gobierno chino de ser más globales, cabe resaltar qué sus dimensiones
globales son abrumadoras, con presencia en más de 70 países de Asia, Oriente Medio,
África y Europa, repercutiendo en más de dos tercios de la población mundial y en más del
51 % del PIB global.

De esta manera China puede posicionarse como líder en exportaciones, incluidas las
tecnologías y reducir su exceso de capacidad en industrias tradicionales, como el carbón y
el acero, diversificando su economía, permitiendo un crecimiento cualitativo más que
cuantitativo, para ello se tiene como prioridad dos estrategias; la primera, consiste en
acelerar la internacionalización de las empresas chinas, así como crear multinacionales y
cadenas de suministro de categoría mundial, suponiendo una ampliación de la política "Go
Global" del gobierno chino; la segunda prioridad consiste en la reestructuración industrial, a
medida que las empresas chinas aprenden a competir en la escena internacional, mediante
la adopción de mejores prácticas internacionales.

El segundo reto que plantea la Iniciativa Cinturón y Ruta (BRI) para las empresas
occidentales y las europeas en particular, es el empeño del gobierno chino de convertir a
Europa en un destino de primer orden para las inversiones chinas, si bien desde antes de
BRI, China ya buscaba invertir en activos estratégicos en el extranjero, particularmente en
las economías maduras de Europa, sin embargo en la última década con la puesta en
marcha de la BRI, las inversiones realizadas por empresas chinas en, sectores clave de
Europa han sido especialmente relevantes; han producido una serie de adquisiciones muy
destacadas, participaciones de la mayoría de los bancos del Reino Unido, en el mayor
fabricante de automóviles de Suecia, en el sector de la robótica de Alemania, en empresas
eléctricas de Portugal y en parques solares de Hungría.
Algunos países de Europa han intentado contrarrestar sus preocupaciones por las
ambiciones de China, apostando por los posibles beneficios de la BRI, por un lado varios
países se han adherido formalmente a la iniciativa y por otro lado, algunos países de
Europa occidental, ha firmado acuerdos provisionales para cooperar en proyectos de la BRI,
los dirigentes de estos países consideran qué la colaboración y el estímulo a la inversión
China es un medio para maximizar la calidad de las ofertas de construcción de las
empresas europeas y estadounidenses.

Se debe tener presente que las inversiones y adquisiciones de China en sectores clave, le
permiten expandir su influencia global en Europa, introduciendo sus políticas y valores,
también se debe tomar en cuenta que algunos de los países más pobres de la UE se
encuentra en una situación de dependencia, provocada por un desequilibrio comercial a
favor de China, y que la construcción de infraestructuras de nuevos centros de producción y
distribución de productos chinos en estos países, tiene implicaciones políticas y económicas
para estos y para la UE en general; con todas estas consideraciones es evidente que la UE
se inquiete por su relación comercial y de exportación con China y en general por las
ambiciones de Pekín en el continente y que los Estados miembros vigilen la posibilidad de
que las inversiones chinas sean el caballo de troya qué traslade las prácticas y estándares
de China al corazón de Europa.

El principal objetivo de la financiación de los megaproyectos chinos se cimienta en la


construcción de un futuro prominente y esperanzador, abriendo nuevas oportunidades de
crecimiento, logrando consolidar su seguridad y mantener control geopolítico sobre todas
las áreas absorbidas por los proyectos a través de la interdependencia económica.

Hay una lista enorme que anima a unirse a los megaproyectos chinos, pero también una
misma lista con las contradicciones, ponderaciones y sometimientos a las responsabilidades
por parte de china, debemos ser críticos al decir que para una buena consolidación del
proyecto, se tendrían que mitigar todos los conflictos regionales, estabilizar el crecimiento
de la industria constructiva china, fortalecer las economías de las provincias, para así
finalmente lograr una gran influencia dentro de Asia y hacia el exterior.

Las grandes iniciativas de proyectos también nos hacen cuestionarnos sobre cuáles son las
intenciones del gran gigante chino, las grandes influencias terrestres y marítimas que
tendría China tras la consolidación del proyecto, impactaría sobre 65 países en una región
que engloba el 55% del pib mundial y con más del 75% de las reservas energéticas, en
donde se consolidara una posición preponderante que ayudaría a constituir el gran núcleo
de poder para la consecución hegemónica. Todas las reservas que se encuentran en estas
áreas, presuponen un gran interés por parte de China para poder lograr un crecimiento
económico seguro y constante, además de que la no negativa por parte de los estados de la
región como Uzbekistán o Kazajistán se encuentra presente, debido a la necesidad de
romper la dependencia que existe con países como Rusia.

Por otra parte, la influencia marítima que lograría China, le daría capacidad de influir
económicamente en zonas como Europa, Oriente Medio, India y el Sudeste Asiático. Y la
influencia en Pakistán y Myanmar facilitan los intereses chinos y son una poderosa arma
para el imperio. Concluyendo de acuerdo con Mearsheimer- “la lucha por el poder se
identifica con la lucha por la supervivencia, y por eso, el mejoramiento de las posiciones
relativas de poder se convierte en designio primordial de la política interior y exterior de los
Estados”. La gran actuación de China por jugar esta carta tan importante deja un campo
abierto a un sinfín de beneficios, en donde la posibilidad de constituirlos no está alejada de
la realidad.

La consolidación de un proyecto como la Nueva Ruta de la Seda daría un gran impulso a


todas las acciones ya destacables del gran monstruo asiático que a su vez le proporcionará
una mejor posición estratégica dentro de los grandes océanos y se acercaría una
oportunidad más palpable de una hegemonía global.

-Conclusiones:

El nuevo mundo está cambiando, la globalización obliga a crear interconexiones entre


estados, creando interdependencia entre estos, además, el interés por derogar a las
potencias occidentales han creado nuevos actores con la capacidad y la voluntad de crear y
ofrecer nuevas soluciones a las problemáticas y de esta manera lograr consolidar sus
posición geopolítica y crearse una red de ayuda que les proporcione un gran poder. En este
sentido, el gran fenómeno chino ha cobrado gran interés y ha comenzado a ofrecer nuevas
salidas a las problemáticas actuales.

Con lo anterior, la Nueva Ruta de la Seda y el resurgimiento político de China representan


fenómenos que han transformado la dinámica mundial y marca una nueva fase en la historia
de las relaciones internacionales, a medida que esta iniciativa ha avanzado y evolucionado
su impacto seguirá evolucionando, dando forma a como el mundo aborda estos retos y las
oportunidades que surgen en este nuevo orden global.

China ha sido demasiado inteligente al desplegar una diplomacia especializada en la


cooperación económica y el soft power que le proporciona un gran cimiento para la
consolidación de su interés hegemónico, el gran proyecto de la nueva ruta de la seda
constituye y aporta a sus objetivos de política interior como exterior para consolidar su
poderío económico y la estabilidad de sus fronteras e influencias geopolíticas, con lo que
podemos afirmar que todas sus acciones no buscan el altruismo, ni mucho menos una
actuación de ayuda a sus vecinos.

El proyecto constituye el protagonismo de las declaraciones por la búsqueda de la influencia


geopolítica y la creación de dependencia económica hacia China, que determinarán el
poderío de la diplomacia en el futuro, China ha dado un paso al frente, pero la longitud de
esa influencia dependerá tanto de la propia voluntad de los dirigentes chinos como de su
capacidad para implementar exitosamente la joya de la corona de sus aspiraciones
geopolíticas.

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