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Equipo: Daniel Diego Vázquez, Hellen Naomi Sotelo Gonzalez, Jesús Yair Ballona Sánchez
Introducción
Durante las últimas dos décadas, hemos notado el renacimiento del gran poderío chino; el
gran gigante asiático que por más de medio siglo se había sometido a las necesidades de
las grandes potencias hegemónicas de occidente. Hoy, China es dueña de su propio
destino; y con sus actuaciones se convierte en un gran actor dentro de la geopolítica
mundial y altera el status quo de ese mundo unipolar en el que la sociedad internacional se
ha adentrado en la última década. Las nuevas estrategias basadas en la consolidación de
proyectos monstruosos, como la Nueva Ruta de la Seda, han constituido el parte aguas
para la nueva orientación de influencia geopolítica.
Hace cuarenta años, China se abrió al mundo. La nueva visión política de Mao Tse Tung
puso en la mesa de discusión, que la problemática no venía del exterior sino del propio
atraso económico chino que cada vez los alejaba más de las potencias regionales y
mundiales. Para hacer frente a la problemática se dejaría de lado el principio maoista de “la
exportación de la revolución” y se abrazaría el nuevo lema de “paz y desarrollo”.
En 2013, China puso en marcha un proyecto muy ambicioso inspirado en las antiguas rutas
de la seda. Xi Jinping fue el actor principal del lanzamiento del proyecto y aunque la mayor
parte de los observadores se jactaban de que el proyecto no lograría ninguna atención por
parte del estado chino. China comenzó a desbordar grandes atenciones al proyecto, lanzó
una ofensiva diplomática e incentivó con grandes inversiones de capital a proyectos que le
darían cimiento al gran proyecto que se quería consolidar. A partir de estos
acontecimientos, grandes organismos transnacionales, gobiernos y empresas empezaron a
tomar en serio los anuncios y a tener interés de participación.
Uno de los principales retos que plantea para las empresas occidentales, es la
determinación del gobierno chino de ser más globales, cabe resaltar qué sus dimensiones
globales son abrumadoras, con presencia en más de 70 países de Asia, Oriente Medio,
África y Europa, repercutiendo en más de dos tercios de la población mundial y en más del
51 % del PIB global.
De esta manera China puede posicionarse como líder en exportaciones, incluidas las
tecnologías y reducir su exceso de capacidad en industrias tradicionales, como el carbón y
el acero, diversificando su economía, permitiendo un crecimiento cualitativo más que
cuantitativo, para ello se tiene como prioridad dos estrategias; la primera, consiste en
acelerar la internacionalización de las empresas chinas, así como crear multinacionales y
cadenas de suministro de categoría mundial, suponiendo una ampliación de la política "Go
Global" del gobierno chino; la segunda prioridad consiste en la reestructuración industrial, a
medida que las empresas chinas aprenden a competir en la escena internacional, mediante
la adopción de mejores prácticas internacionales.
El segundo reto que plantea la Iniciativa Cinturón y Ruta (BRI) para las empresas
occidentales y las europeas en particular, es el empeño del gobierno chino de convertir a
Europa en un destino de primer orden para las inversiones chinas, si bien desde antes de
BRI, China ya buscaba invertir en activos estratégicos en el extranjero, particularmente en
las economías maduras de Europa, sin embargo en la última década con la puesta en
marcha de la BRI, las inversiones realizadas por empresas chinas en, sectores clave de
Europa han sido especialmente relevantes; han producido una serie de adquisiciones muy
destacadas, participaciones de la mayoría de los bancos del Reino Unido, en el mayor
fabricante de automóviles de Suecia, en el sector de la robótica de Alemania, en empresas
eléctricas de Portugal y en parques solares de Hungría.
Algunos países de Europa han intentado contrarrestar sus preocupaciones por las
ambiciones de China, apostando por los posibles beneficios de la BRI, por un lado varios
países se han adherido formalmente a la iniciativa y por otro lado, algunos países de
Europa occidental, ha firmado acuerdos provisionales para cooperar en proyectos de la BRI,
los dirigentes de estos países consideran qué la colaboración y el estímulo a la inversión
China es un medio para maximizar la calidad de las ofertas de construcción de las
empresas europeas y estadounidenses.
Se debe tener presente que las inversiones y adquisiciones de China en sectores clave, le
permiten expandir su influencia global en Europa, introduciendo sus políticas y valores,
también se debe tomar en cuenta que algunos de los países más pobres de la UE se
encuentra en una situación de dependencia, provocada por un desequilibrio comercial a
favor de China, y que la construcción de infraestructuras de nuevos centros de producción y
distribución de productos chinos en estos países, tiene implicaciones políticas y económicas
para estos y para la UE en general; con todas estas consideraciones es evidente que la UE
se inquiete por su relación comercial y de exportación con China y en general por las
ambiciones de Pekín en el continente y que los Estados miembros vigilen la posibilidad de
que las inversiones chinas sean el caballo de troya qué traslade las prácticas y estándares
de China al corazón de Europa.
Hay una lista enorme que anima a unirse a los megaproyectos chinos, pero también una
misma lista con las contradicciones, ponderaciones y sometimientos a las responsabilidades
por parte de china, debemos ser críticos al decir que para una buena consolidación del
proyecto, se tendrían que mitigar todos los conflictos regionales, estabilizar el crecimiento
de la industria constructiva china, fortalecer las economías de las provincias, para así
finalmente lograr una gran influencia dentro de Asia y hacia el exterior.
Las grandes iniciativas de proyectos también nos hacen cuestionarnos sobre cuáles son las
intenciones del gran gigante chino, las grandes influencias terrestres y marítimas que
tendría China tras la consolidación del proyecto, impactaría sobre 65 países en una región
que engloba el 55% del pib mundial y con más del 75% de las reservas energéticas, en
donde se consolidara una posición preponderante que ayudaría a constituir el gran núcleo
de poder para la consecución hegemónica. Todas las reservas que se encuentran en estas
áreas, presuponen un gran interés por parte de China para poder lograr un crecimiento
económico seguro y constante, además de que la no negativa por parte de los estados de la
región como Uzbekistán o Kazajistán se encuentra presente, debido a la necesidad de
romper la dependencia que existe con países como Rusia.
Por otra parte, la influencia marítima que lograría China, le daría capacidad de influir
económicamente en zonas como Europa, Oriente Medio, India y el Sudeste Asiático. Y la
influencia en Pakistán y Myanmar facilitan los intereses chinos y son una poderosa arma
para el imperio. Concluyendo de acuerdo con Mearsheimer- “la lucha por el poder se
identifica con la lucha por la supervivencia, y por eso, el mejoramiento de las posiciones
relativas de poder se convierte en designio primordial de la política interior y exterior de los
Estados”. La gran actuación de China por jugar esta carta tan importante deja un campo
abierto a un sinfín de beneficios, en donde la posibilidad de constituirlos no está alejada de
la realidad.
-Conclusiones: