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2. Canto y exposición:
Te necesito solo a ti, oh Dios mío, tan solo te deseo a ti. Quisiera
gozar de la gracia de alimentar mi alma de ti y gozar desde ahora de
tu santa presencia. Bendito seas, oh Dios mío, que en tu inefable
dulzura de amor te has transformado en este pan para darnos como el
más dulce manjar celestial. Bendito seas Jesús Eucaristías, que has
encerrado todos tus misterios en esta humilde forma de pan terrenal;
pero estás tú ahí con tu cuerpo y con tu sangre. Amén.
4. Canto
Letanías a Jesús Eucaristía: a Cada invocación a Jesús Eucaristía
respondemos: Quédate con nosotros, Señor.
5. Canto
6. Reflexión sobre Jesús Eucaristía:
Cristo vive para siempre y está realmente presente con toda su persona y
su vida, con todo su misterio y con todo su amor redentor, en el pan y en
el vino de la Eucaristía. No podemos ocultar ni silenciar al que es el
Hijo de Dios venido en carne, luz, camino, verdad, vida, reconciliación,
paz, salvación para todos, alivio y descanso para quien acude a
Él. Celebrar la presencia real del Cuerpo de Cristo en la Eucaristía,
adorar al Santísimo sacramento del Altar, en el que está real y
verdaderamente presente Cristo vivo, el Amor de los amores entregado
por nosotros, nos debe hacer testigos coherentes para mostrarlo también
en nuestra sociedad, en nuestras relaciones, criterios y trabajos.
“El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta
de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo
y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la
conciencia aislada” (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 2). Por lo tanto, la
humanidad tiene una gran necesidad de aprovechar la salvación que nos
ha traído Cristo y que lo contemplamos en la Santa Eucaristía a quien
estamos adorando.