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EL ALMA DE LA TOGA

ENSAYO ACADÉMICO
DR. RAÚL QUIRÓS CRUZ

Abstract:

The toga has been a distinctive garment since the ancient Rome, it originally was a
roughly semicircular cloth, between 12 and 20 feet in length, draped over the shoulders and
around the body. It was usually woven from white wool, and was worn over a tunic, which
represented distinction. In current times, the Toga or graduation gown still represents
prestige and distinction and is worn for graduation ceremonies.

The soul of the TOGA, a masterpiece written by Osorio Angel, more than a century
ago predicts what lawyer would live, suffer, and enjoy across time. It can be taken as an
accurate prediction, for it was written more than a century ago, but it still describes the law
professional challenges and general circumstances.

This short academic article will walk you around the different chapters of the book,
summarizing each of them and adding the author´s point of view after the citations that
acknowledge Osorio´s thoughts.
El alma de la Toga, una obra literaria de fácil lectura escrita por Angel

Ossorio, se ha convertido en una pieza de lectura moralmente obligatoria para los

aspirantes a la carrera de derecho. El libro, aunque fue escrito hace más de un siglo

por el escritor Español Ángel Ossorio y Gallardo, con más de 25 años de

experiencia en el ejercicio de su carrera, cuenta a través de su visión una realidad

que se mantiene con el tiempo. A través de sus capítulos, el autor inicio con la

descripción del abogado y orienta al lector hacia las generalidades, retos, beneficios

y particularidades de esta noble profesión.

Al inicio de su obra, Ossorio explica el significado del término abogado, y a

su mejor estilo, explica como ser abogado trasciende del hecho de recibir un título,

hace además referencia a la diferencia entre obtener una licenciatura y ser abogado.

Concretamente, se refiere el autor a la transición de lo abstracto de obtener un

certificado a poder ejercer y llevar a cabo las tareas que ser abogado requiere.

Efectivamente, según lo menciona Osorio, ejercer la profesión requiere una serie de

habilidades que solamente se obtienen mediante la práctica profesional.

En su referencia a término abogado, el autor afirma que es imposible

desligarse de la investidura de nuestra profesión, pues el abogado está

permanentemente dando consejos sobre cómo obtener la justicia que todos

merecemos, aun cuando en ocasiones se intente manchar nuestra dignidad como

abogados, la búsqueda perenne de la justicia debe ser una constante para quien se

llame abogado. Igual que un médico debe aspirar a la salud de las personas y un

maestro debe contribuir con la formación de los ciudadanos en todas sus acciones.
Apunta Ossorio textualmente:

“No es médico el que domina la fisiolofía, la patología, la terapéutica y

la investigación química y bacteriológica, sino el que, con esa cultura

como herramienta, aporta a la cabecera del enfermo caudales de

previsión, de experiencia, de cautela, de paciencia, de abnegación.

(página 4)

Lo cual hace referencia a lo mencionado anteriormente de la importancia de la

práctica sobre la teoría.

Mientras se continúa la lectura, el autos hace referencia a la fuerza interior

de cada uno de los abogados. Según su apreciación, es imposible encontrar en otro

lugar la motivación intrínseca, sino que existe dentro de cada uno de nosotros, la

cual debe aprovecharse para vencer la adversidad cuando intente apoderarse de

nosotros. Dicha fuerza interior nos brinda la fuerza de voluntad y la dignidad para

ejercer nuestra profesión de manera idónea y nos prepara para enfrentar los retos

cuando alguien intente aprovecharse o manchar nuestra dignidad.

El autor hace referencia a la vocación en cuanto asegura que en ocasiones

el abogado puede llegar a pensar que todo está perdido y sentir deseos de

renunciar, es aquí donde precisamente deben analizarse las razones para haber

escogido esta ocupación y encontrar la motivación para continuar, de no

encontrarla. Al respecto apunta: “El abogado tiene que comprobar a cada minuto

Si se encuentra asistido de aquella fuerza interior que ha de hacerle


Superior al medio ambiente; y en cuanto le asalten dudas” Página 10. En este punto

debe cambiar de oficioapunta Osorio, debemos renunciar y encontrar otra carrera

en la que nos sintamos a gusto.

Desde mi óptica personal, el autor acierta en su apreciación de encontrar

una ocupación diferente, puesto que, si un abogado ejerce únicamente por sus

deseos de hacer dinero, es probable que sus anhelos lo lleven a involucrarse en

actos no permitidos desde una visión ética. Afectando de esta manera la

reputación de los demás abogados que ejercen con la intención de contribuir a

potenciar la justicia y as buenas costumbres.

En derecho, los hechos abstractos abundan y priman sobre los concretos.

Así las cosas, en el capítulo tercero se ahonda en que la justicia es una sensación

o un sentimiento satisfactorio de haber hecho las cosas bien. Aquí precisamente

radica según Ossorio e ser abogado. Al respecto cita:

“Lo que al abogado importa no es saber el Derecho, sino

conocer la vida. El Derecho positivo esá en los libros. Se

buscan, se estudian y en paz. Pero lo que la vida reclama no

está escrito en ninguna parte. Quien tenga previsión, serenidad,

amplitud de miras y de sentimientos para advertirlo, será

abogado” (Página 12).

Puede observarse como el autor hace lena referencia al carácter abstracto de la

justicia, misma que debe constituir el eje primordial del ser abogado.

Desafortunadamente, en la actualidad, el sentido de la justicia de muchos

abogados se ha visto nublado, puesto que el capitalismo imperante en nuestra

sociedad hace que los abogados prefieran las remuneraciones económicas y no lo


que en realidad es justo, equitativo, bueno y prudente. Entonces, se tergiversan las

leyes para satisfacer las necesidades de sus clientes y por tanto, las suyas.

Igualmente, en su afán de conseguir dinero y fama, encuentran primordial ganar un

caso y no necesariamente hacer o conseguir justicia.

Respecto al capítulo que hace alusión a la moralidad del abogado, Ossorio

realiza una dura crítica al hacer alusión a la pérdida de la ética en nuestra profesión,

haciendo referencia a la costumbre de algunos abogados de aceptar casos aun

sabiendo que se peca de infame y se acepta defender culpables, olvidando el

juramento sagrado de perseguir la justicia. Inicia su capítulo diciendo:

“Alguien teme que existan profesiones caracterizadas

por una inmoralidad intrínseca e inevitable, y que, en tal

supuesto, la nuestra fuese la profesión tipo. Paréceme

més justo opinar, en contrario, que nuestro oficio es el de

más alambicado fundamento moral, si bien reconociendo

que ese concepto est. vulgarmente prostituido y que los

abogados mismos integran buena parte del vulgo

corruptor, por su conducta depravada o simplemente

descuidada” (página 19).

En la cita textual, Ossorio predijo hace un siglo lo que inevitablemente pasaría en la

actualidad, donde se pierde el norte de ser abogado y se convierte a la profesión en

un negocio rentable visto como una facilidad real de hacer dinero a costa de

acciones fraudulentas o denigrantes para la profesión.


De igual manera, Ossorio apunta a la duda de la moral, advierte que cuando

un abogado acepta un caso debe estudiarlo y analizarlo para proteger a su

defendido, sin cometer inhusticias o actos de inmoralidad, de manera que si su

defendido triunfa, esté triunfando la moralidad y la justicia.

Existe de igual manera el secreto profesional, lo cual limita al abogado a

guardar los secretos que sus cientes le confíen, potenciando evadir la justicia,

puesto que aun la confesión más atroz debe ser mantenida en secreto por el

abogado, de o contrario se convierte en delito. Así as cosas, los abogados sienten

un contraposición entre sus ideales de justicia y la obligación de mantener a salvo

los secretos que se le confían.

Así como se menciona anteriormente, existe una disyuntiva entre la

busqueda de la justidia y el juramento del secreto profesional. En un mundo

perfectoo, un abogado que se entera de la culpabilidad manifiesta de su

representado debedría renunciar al caso. Sin embargo, surge una duda. ¿Deberá

el abogado socializar su secreto una vez que renuncie a la defensa del imutado

culpable? De hacerlo, contribuiría a la implementaciñon de la justicia, pero rompería

su obligación de guardar el secreto. Al respecto, Osorio cita claramente:

El abogado debe guardar el secreto a todo trance, cueste

lo que cueste. Antiguos autores franceses lo relevaban

de la obligaciónante la amenaza del rey. Pero en buenas

normas profesionales,no es admisible quebrantar el

secreto ni ante la mayor amenaza ni ante el mayor

peligro. (página 28).


Un término pintoresco se presenta en el capítulo denominado la chicana se

presenta en el capítulo bajo su nombre,. Consistiendo de peripecias para lograr un

objetivo, la chicana puede presentarse de manera positiva o negativa, según la

interpretación u uso que la persona abogada le brinde. Con un enfoque positivo, si

el abogado está totalmente seguros que su cliente es inocente que las pruebas y

argumentos presentados son falsos y que la prueba primordial para ganar el caso

llegaría unos días después de la audiencia, queda totalmente a discreción del

abogado si hace una chicanearía por una buena causa o se rige por lo ya estipulado

por la ley, con posibilidades de perder el caso.

Por otra parte, puede suceder que un testigo clave para un juicio se encuentre

fuera del país y se requiera su presencia para asegurar un caso. En este momento

el abogado podría utilizar la chicana para retardar el proceso. Consistiendo

entonces de una maniobra legítima, el abogado debe apelar a su ética profesional

para decidir si recurre a una chicana o respeta el desenvolvimiento del proceso.

La profesión de abogado se describe en el libro como vinculante a nuestra

manera de pensar, lo cual significa que si un abogado ve su profesión únicamente

como un medio de traer el sustento a su hogar. Este estará condenado a sufrir en

la ejecución de su trabajo. Según lo compara el autor, sería igual que vivir con una

mujer a la cual no se ama, puesto que debe soportarse una convivencia forzosa que

no se disfruta. A su modo, el autor manifiesta:


El abogado lo es con apasionamiento lírico, o no

puede serlo, porque soportar de por vida una

profesión que no se estima es miserable

aherrojamiento, sólo comparable al de casarse

con una mujer a que no se ama; y quien lleva

clavadas tales espinas no tiene resistencia más

que para lo mecánico, para lo que puede lucirse

con el alma dormida o ausente. (Página 65).

Desde mi punto de vista, Ossorio desde hace un siglo tuvo claros los retos a

los que se enfrentaría un abogado en la actualidad, siendo el derecho una ciencia

interpretativa, el abogado debe vivir en una búsqueda constante de herramientas

para terminar sus procesos. Por tanto, cuando te conviertes en abogado, debes todo

el tiempo en tus acciones y pensamientos, de lo contrario solo serás un licenciado

en derecho.

Respecto a la palabra de los abogados, Ossorio dedica varias páginas para

hacer referencia a la importancia de ser un buen orador, parafraseando su libro, se

apunta que la palabra es un estado de conciencia, emotividad, reflexión, efusión,

impulso y freno, estímulo y sedante, decantación y sublimación, donde no llega la

palabra brota la violencia. O los hombres nos entendemos mediante aquella

privilegiada emanación sobre la Divinidad, o caeremos en servidumbre de burricie.

Lo cual claramente significa que nuestras palabras deben ser con nuestros actos.

Enfocado a los litigios, el abogado debe ser un buen lector, de manera que

se cuente con los argumentos orales espontáneos para fundamentar sus alegatos

en los procesos que guíe. Nuevamente puede hacerse referencia a la importancia


de contar con impostación de la voz y una buena oratoria. A medida que un abogado

interpreta, analiza y expone su argumentos fluidamente, sus posibilidades de ganar

sus casos aumenta, especialmente si su contraparte carece de verbo o no muestra

cortesía, educación instrucción cuando presenta sus argumentos en las audiencias

orales o en las revocatorias.

De la misma manera, en las audiencias orales el abogado debe ser ameno,

cortés y respetuoso, además de hablar con elocuencia y propiedad. Cuando esto

se realiza, el abogado proyecta mejor sus argumentos y esclarece sus puntos

fácilmente, obteniendo ventaja sobre su contra parte. A sabiendas que el derecho

es una ciencia interpretativa, los abogados además de interpretar deben presentar

sus conclusiones de manera fluida, proyectando seguridad y confianza de sus

expresiones.

La justicia reaparece en el capítulo denominado el estilo forense, el autor

hace hincapié en la búsqueda incansable de la justicia como prioridad para el

abogado. Al respecto cita textualmente:

“Se puede vivir sin belleza, sin riqueza y hasta sin salud.

Se vive mal, pero se vive. Mientras que sin justicia no se

puede vivir. Si no tenemos libertad para andar por la calle

o para guarecernos en nuestra casa, si no hay quien nos

proteja para exigir el cumplimiento de un contrato, si no

hallamos amparo para el buen orden de nuestra familia,

si nadie nos tutela en el uso de nuestra propiedad y en la

remuneraron de nuestro trabajo, ¿qué valdrá la vida?

(página 79)
De esta manera se introduce el capítulo y se invita a buscar todos los detalles

para encontrar las pruebas para buscar la anhelada justicia. Efectivamente, lo

apunta correctamente el autor, la justicia es primordial para la convivencia humana.

En una sociedad sana y justa, se aumenta la calidad de vida. Se puede vivir con

una enfermedad si se tiene el tratamiento correcto. Pero no existe antídoto para las

injusticias.

El estilo Forense incluye también observación de detalles para encontrar la verdad.

Sin embargo, sería redundante hacer referencia a la importancia de desestimar el

caso cuando descubrimos que al ganar un caso se está degradando el sentido de

justicia. Así las cosas, un ejemplo claro puede ser cuando se presenta un caso de

familia en el cual se disputa la custodia de los hijos. El abogado debe ir más allá del

testimonio que las partes le presentan y descubrir donde estará mejor el niño.

Quizá el capítulo más confuso del libro es el denominado Elogio de la

cordialidad, pero al comienzo habla de los abogados y los jueces. De cómo se tiene

ya la mala yerrónea idea de que el juez hace favoritismos y el abogado miente.

Según se expresa en el libro, en ocasiones se plantean estereotipos, donde el juez

piensa del abogado: "¿En qué proporción me estará engañando? y el abogado a su

vez, en su malicia y pensamientos infundados por la sociedad piensa del juez :

¿A qué influencia estará sometido para frustrarme la justicia?" Nos hallamos tan

habituados a pensar mal y a mal decir, que hemos dado por secas

las fuentes puras de los actos humanos. Gran torpeza es esta.

Las acciones todas y más especialmente las que implican un hábito y un

sistema, como las profesionales han de cimentarse en la fe, en la estimación de


nuestros semejantes, en la estimación de nuestros semejantes, en la ilusión de la

virtud, en los móviles levantados y generosos. Quien juzgue irremediablemente

perversos a los demás, ¿cómo ha de fiar en sí mismo, ni en su labor, ni en su éxito?

Hay que poner el corazón en todas las empresas de la vida. Así lo apunta Ossorio:

Abundan los defensores correctos, veraces, enamorados del

bien. Aunque se nos nieguen otras virtudes habrá que

reconocerse que, día por día, aumenta entre nosotros la de la

transigencia, que nos hace ser más patriarcas que

combatientes. (página 89)

Lo cual se convierte en una invitación a eliminar los estereotipos y pensar

que todos los jueves don desconfiados y que todos los jueces son deshonestos,

sino que entender que existen persona que realizan su trabajo con transparencia,

cortesía y honestidad.

El capítulo denominado conceptos arcaicos es una invitación a los jueces a

buscar la justicia y la verdad, aun cuando un concepto no esté escrito, debe

buscarse la manera de esclarecer o fundamentar una sentencia basándose en la

justicia. Si se busca únicamente lo que está escrito, los veredictos podrían ser

errados o inclinarse hacia una de las partes, perturbando la justicia y denigrando la

labor que realizan los juristas.

Como análisis personal, incluiré la frase “la justicia es ciega, pero ve en la

oscuridad”, haciendo clara referencia a la importancia de encontrar respuestas que

no están escritas. De esta manera se potencia y recalca la importancia de buscar


las fuentes correctas, de revisar las costumbres y de analizar los usos, de manera

que se pueda dictar una sentencia justa y proteger a las partes involucradas.

La abogacía es un arte, un artista famoso realiza obras maestras, de igual

manera, un buen abogado tiene una percepción artística, de lo contrario no es

abogado. Algunos tienen como elementos de expresión la aritmética, la química o

el dibujo lineal, nosotros usamos la palabra escrita y hablada, es decir, la más

noble, la más elevada y artística manifestación del pensamiento. No existe

antagonismo entre el Arte y la Abogacía. El abogado debe tener literatura nacional

e internacional, que le permitan conocer la realidad y la ley de otros países, pero

primordialmente, que le permitan ampliar su léxico, su vocabulario y sus intereses.

Los libros y las obras de arte deben ser un artículo de primera necesidad y

dedicar a su adquisición un porcentaje significativo, viéndolo como inversión a su

crecimiento profesional, aunque para ello sea preciso privarse de otras cosas. Y si

el abogado no puede alcanzar ni aún ese límite mínimo, que no ejerza. Cita Ossorio

que la abogacía debe ser profesión de señores y, a la manera que el derecho

de sufragio, debe estar vedada a los mendigos. No se eche esto a cuenta de un

orgullo mortificante, sino a la de una rudimentaria dignidad. Que diríamos de un

médico que no tiene estetoscopio para auscultar. Pues apliquemos la alusión al

abogado y tratémosle de igual manera.

Sin embargo, aplicado a la actualidad, en la actualidad existen medios

digitales, plataformas para inscripción, revistas de derecho, foros, simposios

virtuales etc. Por tanto, los abogados modernos, aunque aún deben tener una

biblioteca actualizada, deben igualmente inscribirse a medios digitales para ampliar


su horizonte de conocimiento. Mismo que guiará a mejorar lo previamente

mencionado en este ensayo, sobre la importancia de ser elocuente y cortés en

nuestra retórica oral, adquiridos luego de la lectura de la literatura apropiada para

potenciar el vocabulario.

Existen en los litigios siempre partes opuestas, quienes ganan y quienes son

vencidos. Es aquí donde se establecen las clases. En donde una, generalmente

desarrolla sentido de venganza o apelación contra la otra. Las clases son muy

marcadas en la sociedad. De igual manera entre los abogados debieran existir

clases, mismas que permitieran reconocer el nivel de compromiso, de ética y de

moral, que los dirijan a desenvolverse y diferenciarse de los colegas y les permita

gozar de estatus y reconocimiento e invite a sus colegas a actuar de manera tal que

se fortalezca la profesión.

Una vez que entendiste que la búsqueda de la justicia es implacable y

perenne cuando decides convertirte en abogado. Cuando ya entiendes quién es un

abogado y como se ve un buen abogado. Cuando ya saber los retos que enfrentarás

y primordialmente si estás convencido de ser abogado. Es necesario conocer cómo

se crea un despacho. De esta manera, en su libro, Ossorio menciona tres pasos

para establecer un despacho. Siendo en su orden la asociación, el anuncio y la

exhibición.

Respecto a la asociación, que consiste en que dos colegas se asocien para

poner un buffet. El autor se opone y critica esta práctica pues según el desvirtúa la

profesión y considera imposible que se comparta el mismo criterio entre dos


colegas, puede entonces inferirse que Ossorio hace referencia nuevamente a la

importancia de ser abogado para buscar justicia en lugar de intentar amasar

riquezas.

El anuncio se convierte en el segundo paso citado por el autor para montar

un despacho, sin embargo nuevamente lo enfoca desde un punto de vista negativo,

haciendo una analogía con un café, el cual puede anunciarse como bueno y barato,

con buen sabor y de buena calidad. Sin embargo, no debería anunciarse a una

persona, sería antiético decir que alguien es honrado, honesto y responsable. Esas

son características que deben demostrarse, no deben ser anunciadas porque restan

credibilidad.

En tercera instancia, se menciona la exhibición, la cual según el autor es la

única válida y consiste en exponerse a la sociedad con el trabajo que se realiza. La

exhibición se compone de actos realizados sin anunciaros, sino que sean percibidos

por la sociedad. Los opositores indican que la justicia se ve como un producto que

se vende. Sin embargo, a sabiendas de la necesidad de dar a cada uno lo que

merece como fin de la justicia, la exhibición de la calidad del abogado se convierte

en un medio idóneo para crecer.

Los especialistas en una rama del derecho son exhibidos como negativos

según el autor. Según Osorio, los médicos se especializan en una rama y tienen

renombre. Los abogados no deberían especializarse en una rama, que significaría

que no conocen de otra área. La abogacía no debe partirse, sino que debe

promoverse la investigación y la búsqueda de la verdad para promover la justicia.


Para Ossorio, en la abogacía, a especialización resulta absurda pues el derecho es

universal y se requieren conceptos básicos. Desde su punto de vista, la

especialización significa que el abogado no ha desarrollado plenamente su

capacidad.

Igualmente, la especialización limita el desempeño de a profesión. Por

ejemplo, si se está llevando un caso administrativo y existe ligamen a un tema civil,

se le imposibilitaría al abogado intervenir. Lo cual refuerza lo expuesto por el autor,

en cuanto a lo absurdo de las especializaciones. Refuerza además el autor que el

derecho debe verse al abogado en dos clases, uno en el que hay razón y uno en el

que no lo hay.

La hipérbole tiene su propio capítulo en el libro del alma de la Toga. Es sabido

por todos que la hipérbole consiste en una exageración, el autor lo enfoca haciendo

llamado a la prudencia, a limitarse a utilizar las palabras correctas y necesarias para

exponer un punto. No deben montarse shows en ninguna de las circunstancias. Así

las cosas, cuando se defiende a un cliente, basta con decir que el cliente se declara

inocente, antes de decir que se puede rifar la vida por defenderlo. Igualmente pasa

en los casos de familia en donde se presenta a la parte como víctima y se

personaliza la desgracia como un show teatral.

Respecto a la influencia de la política en la abogacía y viceversa. Ossorio apunta:


Pasa como aforismo que los abogados han acaparado y

acaparan una influencia nefasta sobre la política. A mi

entender, ocurre todo lo contrario: la abogacía no ha

trazado rumbo a la política; es la política la que marcó el

rumbo de la abogacía. Quisiera demostrar ambas cosas.

(página 131)

Lo cual lo enlaza haciendo referencia a figuras importantes que a través de

los años han compartido ambos campos, la política y la abogacía. Menciona en su

artículo la contribución d ellos abogados como asesores políticos.

Resulta sumamente interesante la razón planteada por el autor sobre la

limitación de la autodefensa. Menciona en su argumento que cuando una persona

intenta ejercer la autodefensa, podría caer en romanticismos y desviarse de la

realidad y la razón, aunque se menciona que una persona que ejerza autodefensa

no estaría perjudicando a nadie más que a si mismo. Apunta además a la

importancia de conocer los procesos para facilitar la labor de los jueces. Finalmente,

el autor reconoce el conocimiento de algunos especialistas en su campo, pero indica

que el concepto de asistencia en la defensa aún no estaba maduro en su tiempo, ni

lo está en la actualidad.

Los pasantes es mi capítulo favorito del libro. Se presenta aquí la suerte que

enfrentan los pasantes, los cuales inician su práctica de derecho. El autor hace una

comparación sobre dos posibles escenarios que podría enfrentar. En el primero se

le dice a la persona a quien defender y en la segunda se le presentan los

argumentos para que intente determinar quién tiene la razón. El autor compara al

abogado que dice a quién defender como un corruptor de menores, quien no respeta
la opinión de los mismos y les impone una tarea o un castigo. Desde mi punto de

vista, existen personas que marcan nuestra carrera y la manera en la que la

desempeñamos.

Existe también responsabilidad, ciertamente del pasante, mismo que debe

empoderarse desde sus inicios y definir el tipo de profesional que quiera ser. Al

observar al abogado mentor, el pasante debería ser capaz de discernir si las

acciones son éticas, si quiere seguir sus pasos y quiere marcar su propio rumbo.

Sin el afán de acusar o defender al pasante, la formación universitaria que ha

recibido será trascendental para la decisión que tome en cuanto a la clase de

profesional que desea ser.

Particularmente el autor dedica un capítulo, como era de esperarse a la descripción

de la toga y el significado de utilizarla, menciona tácitamente entre sus líneas:

La toga, pues, no es por sí sola ninguna calidad, y

cuando no hay calidades verdaderas debajo de ella, se

reduce a un disfraz irrisorio. Pero después de hecha esta

salvedad, en honor al concepto fundamental de las

cosas, conviene reconocer que la toga, como todos los

atributos profesionales, tiene, para el que la lleva, dos

significados: freno e ilusión; y para el que la contempla,

otros dos: diferenciación y respeto. (página 148)

Como se lee en la cita textual, la toga representa freno e ilusión donde el

freno representa la conciencia de la responsabilidad adquirida al graduarse y la

ilusión de hacer las cosas bien.


Entremezclando mi punto de vista y lo expresado por Ossorio, la Toga es

freno porque inhibe al licenciado de utilizar palabras groseras, de aceptar defensas

que no contribuyan al alcance de la justifica sobre cualquier interés, es freno porque

la ética del abogado lo cohíbe de realizar acciones denigrantes de la profesión,

porque impide que se prostituya la profesión y porque representa el universo de

compromisos y deberes de los abogados.

Por su parte, la toga es ilusión porque nos recuerda la responsabilidad de la

carrera en que nos graduamos, la esperanza de hacer valer los valores inculcados

para el ejercicio de nuestra profesión. La toga que cae sobre nuestros hombros debe

llenarnos de orgullo, debe guiarnos por senderos de ilusión y esperanza de luchar

por la justicia y encontrarla en el lugar que nos propongamos. Cuando nos vean con

la Toga, ese traje magnifico y floripondio, la gente ha de pensar que somos sabios.

La toga tiene presencia, la toga tiene significado, LA TOGA TIENE ALMA!!

Una vez realizada la lectura del libro de David Ossorio, queda en evidencia

la responsabilidad del abogado como constructor y propulsor de las nuevas

sociedades. Los abogados tienen el poder de cambiar el mundo y cada uno debe

escoger si quiere hacer un mundo mejor o un mundo peor. Cambiar el mundo es

posible, pero requiere beligerancia, compromiso, ética, pero primordialmente

requiere justicia.

La justicia que consiste en dar a cada uno lo que merece, no debe

confundirse con permitirle a cada uno lo que desea. En otras palabras, a medida

que se incursiona en la carrera de derecho, los estudiantes debemos visualizar el


mundo que queremos construir, la manera en que debemos actuar y como

queremos lograrlo. Otras carreras permiten ajustes en el camino, pero la abogacía

requiere convicción y vocación, no debe estudiarse derecho para tener medios

económicos, sino debe estudiarse derecho para permitir que los sistemas sociales

perduren en el tiempo y procuren la justicia social.

El alma de la Toga debe considerarse una obra maestra y debería existir un

curso en cada carrera que analice a profundidad los alcances de sus mensajes y

como se adaptan los nuevos conceptos sociales a los plasmados por el autor en su

libro hace una década. Gracias al profesor por tan acertada recomendación de

lectura y por la inmersión hacia esta maravillosa carrera y por implantar el deseo de

la investigación en la carrera, pero sobre todo por su deseo de que seamos

abogados y no simple licenciados en derecho.

Finalmente, entre las lecciones aprendidas en esta lectura pueden

mencionarse la importancia de tener el conocimiento, las recomendaciones de

como usar el conocimiento positivamente, lo preponderante de actuar éticamente,

el verdadero significado de la palabra vocación y lo peligroso de escoger una carrera

en la que no vamos a sentirnos cómodos. El alma de la Toga se convierte entonces

en una llamada de advertencia para decidir si estamos en la carrera correcta. De mi

parte, feliz de convertirme en abogado!!.

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