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SI ME QUIERES, QUIÉREME ENTERA

Si me quieres, quiéreme entra,


no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
y morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!

Si me quieres, no me recorts:
¡Quiéreme tda… O no me quieras!

Dulce María Loynaz


IN ILLO TEMPORE

Tus padres se habían ido a no sé dónde


y la casa quedó para nosotos,
lo mismo que el convent abandonado
del poema de Jaime Gil de Biedma.
Con la música a tpe, preparast
una mezcla explosiva en una jarra
mientas yo t quitaba, dulcement,
la ropa de cintura para arriba.
Llenast las dos copas hasta el borde.
Bebimos. Nos entó la risa tnta,
y se nos puso un brilo en la mirada
que subrayaba nuesta juventud,
y nos besamos como en las películas,
y nos quisimos como en las canciones.

Cuando la realidad era el deseo


y nuesto reino no era de est mundo.

Luis Albert de Cuenca


CASIDA DE LA MUJER TENDIDA

Vert desnuda es recordar la Tierra.


La Tierra lisa, limpia de cabalos.
La Tierra sin un junco, forma pura
cerrada al porvenir: confín de plata.

Vert desnuda es comprender el ansia


de la luvia que busca débil tale
o la febre del mar de inmenso rosto
sin encontar la luz de su mejila.

La sangre sonará por las alcobas


y vendrá con espada flgurant,
pero tú no sabrás dónde se ocultan
el corazón de sapo o la violeta.

Tu viente es una lucha de raíces,


tus labios son un alba sin contrno,
bajo las rosas tbias de la cama
los muerts gimen esperando turno.

Federico García Lorca


AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Cerrar podrá mis ojos la postera


Sombra que me levare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esota part en la ribera


Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi lama el agua fía,
Y perder el respet a ley severa.

Alma, a quien tdo un Dios prisión ha sido,


Venas, que humor a tant fego han dado,
Médulas, que han gloriosament ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;


Serán ceniza, mas tndrá sentdo;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

Francisco de Quevedo
LLAGAS DE AMOR

Esta luz, est fego que devora.


Est paisaje gris que me rodea.
Est dolor por una sola idea.
Esta angusta de cielo, mundo y hora.

Est lant de sangre que decora


lira sin pulso ya, lúbrica ta.
Est peso del mar que me golpea.
Est alacrán que por mi pecho mora.

Son guirnaldas de amor, cama de herido,


donde sin sueño, sueño tu presencia
ente las ruinas de mi pecho hundido.

Y aunque busco la cumbre de prudencia


me da tu corazón vale tndido
con cicuta y pasión de amarga ciencia.

Federico García Lorca. Sonets del amor oscuro.


TÚ ME MIRAS, AMOR, AL FIN ME MIRAS...

Tú me miras, amor, al fn me miras


de fent, tú me miras y t entegas
y de tus ojos líricos tasiegas
tu inocencia a los míos. No retras

tu onda y onda dulcísima, mentras


que yo soñaba y son verdad, no juegas.
Me miras ya sin ver, mirando a ciegas
tu propio amor que en mi mirar respiras.

No ves mis ojos, no mi amor de fent,


miras para no ver, miras cantando
cantas mirando, oh música del cielo.

Oh mi ciega del alma, incandescent,


mi melodía en que mi ser revelo.
Tú me miras, amor, me estás mirando.

Gerardo Diego
SONETO DE LA DULCE QUEJA

Tengo miedo a perder la maravila


de tus ojos de estatua y el acent
que de noche me pone en la mejila
la solitaria rosa de tu alient.

Tengo pena de ser en esta orila


tonco sin ramas; y lo que más sient
es no tner la for, pulpa o arcila,
para el gusano de mi sufimient.

Si tú eres el tsoro ocult mío,


si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado


y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otño enajenado.

Federico García Lorca


HERIDO DE AMOR

Amor, amor
que está herido.
Herido de amor huido ;
herido,
muert de amor.
Decid a tdos que ha sido
el ruiseñor.
Bisturí de cuato flos,
garganta rota y olvido.
Cógeme la mano, amor,
que vengo muy mal herido,
herido de amor huido,
¡herido !
¡muert de amor !

Federico García Lorca


SI MIS MANOS PUDIERAN DESHOJAR

Yo pronuncio tu nombre
En las noches oscuras
Cuando vienen los astos
A beber en la luna
Y duermen los ramajes
De las fondas ocultas.
Y yo me sient hueco
De pasión y de música.
Loco reloj que canta
Muertas horas antguas.

Yo pronuncio tu nombre,
En esta noche oscura,
Y tu nombre me suena
Más lejano que nunca.
Más lejano que tdas las estelas
Y más dolient que la mansa luvia.

¿Te querré como entnces


Alguna vez? ¿Qué culpa
Tiene mi corazón?
Si la niebla se esfma
¿Qué ota pasión me espera?
¿Será tanquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
Deshojar a la luna!!

Federico García Lorca


TE QUIERO

Te lo he dicho con el vient,


juguetando como un animalit en la arena
o iracundo como órgano tmpestuoso;

Te lo he dicho con el sol,


que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en tdas las cosas inocents;

t lo he dicho con las nubes,


fents melancólicas que sostenen el cielo,
tistzas fgitvas;

t lo he dicho con las plantas,


leves criaturas tansparents
que se cubren de rubor repentno;

t lo he dicho con el agua,


vida luminosa que vela un fondo de sombra;

t lo he dicho con el miedo,


t lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las trribles palabras.

Pero así no me basta:


más alá de la vida
quiero decírtlo con la muert;
más alá del amor
quiero decírtlo con el olvido.

Luis Cernuda
AYER TE BESÉ EN LOS LABIOS…

Ayer t besé en los labios.


Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan cort,
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más. El tempo
después de dártlo
no lo quise para nada ya,
para nada
lo había querido ants.
Se empezó, se acabó en él.

Hoy esty besando un beso;


esty solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no…
-¿Adónde se me ha escapado?-.
Los pongo
en el beso que t di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura est beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te esty besando más lejos.

Pedro Salinas
SE QUERÍAN

Se querían.
Sufían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partdos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

Se querían como las fores a las espinas hondas,


a esa amorosa gema del amarilo nuevo,
cuando los rostos giran melancólicament,
giralunas que brilan recibiendo aquel beso.

Se querían de noche, cuando los perros hondos


latn bajo la terra y los vales se estran
como lomos arcaicos que se sientn repasados:
caricia, seda, mano, luna que lega y tca.

Se querían de amor ente la madrugada,


ente las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de dient a dient solo.

Se querían de día, playa que va creciendo,


ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la terra y fotando...
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.

Mediodía perfect, se querían tan íntmos,


mar altísimo y joven, intmidad extnsa,
soledad de lo vivo, horizonts remots
ligados como cuerpos en soledad cantando.

Amando. Se querían como la luna lúcida,


como ese mar redondo que se aplica a ese rosto,
dulce eclipse de agua, mejila oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.

Día, noche, ponients, madrugadas, espacios,


ondas nuevas, antguas, fgitvas, perpetuas,
mar o terra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.

Vicent Aleixandre
La forma de querer tú
es dejarme que t quiera.
El sí con que t me rindes
es el silencio. Tus besos
son ofecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisist: jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
mapas, augurios, tléfonos;
tú, no.
Y esty abrazado a t
sin preguntart, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres.
Y esty abrazado a t
sin mirar y sin tcart.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de querert sólo yo.

Pedro Salinas: La voz a t debida


LIBRE TE QUIERO

Libre t quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.
Grande t quiero,
como mont preñado
de primavera.
Pero no mía.
Buena t quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Alta t quiero,
como chopo que en el cielo
se despereza.
Pero no mía.
Blanca t quiero,
como for de azahares
sobre la terra.
Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.

Agustín García Calvo


¡Ay qué tabajo me cuesta
querert como t quiero!

Por tu amor me duele el aire,


el corazón
y el sombrero.

¿Quién me compraría a mí
est cintlo que tngo
y esta tistza de hilo
blanco, para hacer pañuelos?

¡Ay qué tabajo me cuesta


querert como t quiero!

Federico García Lorca


YA VE S QUÉ TONTERÍA

Ya ves qué tntría,


me gusta escribir tu nombre,
lenar papeles con tu nombre,
lenar el aire con tu nombre;
decir a los niños tu nombre,
escribir a mi padre muert
y contarle que t lamas así.
Me creo que siempre que lo digo me oyes.
Me creo que da buena suert.
Voy por las cales tan contnta
y no levo encima más que tu nombre.

Gloria Fuerts
POEMA 12

Para mi corazón basta tu pecho,


para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca legará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en t la ilusión de cada día.


Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizont con tu ausencia.
Etrnament en fga como la ola.

He dicho que cantabas en el vient


como los pinos y como los mástles.
Como elos eres alta y taciturna.
Y entistces de pront, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.


Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma.

Pablo Neruda
YO TE ESTABA ESPERANDO

Más alá del invierno, en el cincuenta y ocho,


de la leta sin pulso y el verano
de mi primera carta,
por los pasilos lents y el examen,
a tavés de los libros, de las tardes de fútbol,
de la for que no quiso convertrse en almohada,
más alá del muchacho obligado a la luna,
por debajo de tdo lo que amé,
yo t estaba esperando.
Yo t esty esperando.
Por detás de las noches y las cales,
de las hojas pisadas
y de las obras públicas
y de los comentarios de la gent,
por encima de tdo lo que soy,
de algunos restaurants a los que ya no vamos,
con más prisa que el tempo que me huye,
más cerca de la luz y de la terra,
yo t esty esperando.
Y seguiré esperando.
Como los amarilos del otño,
tdavía palabra de amor ant el silencio,
cuando la piel se apague,
cuando el amor se abrace con la muert
y se pongan mas serias nuestas fotgrafías,
sobre el acantlado del recuerdo,
después que mi memoria se convierta en arena,
por detás de la últma mentra,
yo seguiré esperando.

Luis García Montro, Confesiones


Puedo escribir los versos más tists esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estelada,
y tritan, azules, los astos, a lo lejos.»
El vient de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tists esta noche.
Yo la quise, y a veces ela también me quiso.
En las noches como ésta la tuve ente mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infnit.
Ela me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fjos.
Puedo escribir los versos más tists esta noche.
Pensar que no la tngo. Sentr que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ela.
Y el verso cae al alma como al past el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estelada y ela no está conmigo.
Eso es tdo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contnta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ela no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotos, los de entnces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es ciert, pero cuánt la quise.
Mi voz buscaba el vient para tcar su oído.
De oto. Será de oto. Como ants de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infnits.
Ya no la quiero, es ciert, pero tal vez la quiero.
Es tan cort el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve ente mis brazos,
Mi alma no se contnta con haberla perdido.
Aunque ést sea el últmo dolor que ela me causa,
y ésts sean los últmos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda

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