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fin

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este eepftulo. TambiÑn Rabomo8 quo


padres que comprenden plenaments ln xiaten
dad de preparar & sus hijos para la
Tles inculcan
constantemento paternidad
buon08 prinoi
pios en este sentido; pOro no SOn muchos, y lo
doploranmos con toda tristeza.
Los jóvenes necesitan omprender
rrióndola» no preperan nada bueno ni para sf
mismo ni para su mujer ni para 8u8
hijos, y que de una zrza de espinas no futuro8
goldrá
munca una guirnalda do flores. Mientras el
mundo exista, el mal engendrará ol mal, y Osto
nadie puede impedirlo.
Pensandoen la paternidad, ol mejor de lom
jóvenes encontrará hartas cosa8 que reformar
en su vida; sepa que con buena voluntad y per
8everancia se pueden desarraigar muchas incli
naciones innatas y muchos defectos heredados.
El terrenG pobre bien abonado y cuidadosamen
te atendido, regado con el río e la divina gra
cia, puede dar maravillosas cosechas; mientras
que el mejor de los terrenos, si se descuida,
pesar de lo que generacioneg anteriores hayan
trabajado en él con excelente fruto, puede con
vertirse en un erial. Por consiguiente, aunque
debamos estar agradecidos á la buena herencia
que nos hayan dejado nuestros mayores, no de
bemos confiar absolutamente en ella yno ha
cer nada por nuestra parte. No digáis: «Nuestro
Talre es Abraham; porque en verdad 0s digo
que Di0S pueie sacar hijos de Abraham de las
uismas piedras».
Joven, ¿qué terreno preparns pura la genora
ción que te siga, cuando te permites, aunque sea

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