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Aunque debemos hacer esfuerzos fervientes por las masas que nos rodean, y

hacer avanzar la obra en los campos extranjeros, ningún caudal de trabajo en


este ramo puede sernos una disculpa por descuidar la educación de nuestros
niños y jóvenes. Se los ha de educar para que lleguen a ser obreros de Dios.
Tanto los padres como los maestros, por su precepto y ejemplo, han de
inculcar los principios de la verdad y honradez en la mente y el corazón de los
jóvenes, a fin de que lleguen a ser hombres y mujeres tan fieles a Dios y a su
causa como el acero. (CMPA, Sección V, La Grey - consulta)

Razonad primero con vuestros hijos, señaladles claramente sus faltas, e


impresionadlos con el hecho de que no sólo han pecado contra vosotros sino
contra Dios. Con vuestro corazón lleno de compasión y dolor por vuestros
hijos descarriados, orad con ellos antes de corregirlos. Entonces verán que no
los castigáis porque os molestan, o porque queréis desfogar vuestro mal genio
con ellos, sino por un sentimiento de deber, para su bien, y os amarán y
respetarán (Signs of the Times, 10-4-1884). (CN, secció X, Cap. 44)

Los padres necesitan tratar a sus hijos descarriados con la sabiduría de


Cristo. . . . Los no promisorios necesitan mayor paciencia y bondad, la más
tierna simpatía. Pero muchos padres revelan un espíritu frío y cruel, que
nunca inducirá a los descarriados al arrepentimiento. Sea suavizado el
corazón de los padres por la gracia de Cristo, y su amor llegará al corazón
(Manuscrito 221890). (CN, X cap. 45)

Recuerden el padre y la madre que ellos no son sino niños crecidos. Aunque
ha brillado sobre su senda una gran luz y han tenido una larga experiencia, sin
embargo, cuán fácilmente se dejan agitar por la envidia, los celos y las malas
conjeturas. Debido a sus propias faltas y errores, debieran aprender a tratar
suavemente con sus hijos descarriados (Manuscrito 53, sin fecha).
Quizá os sintáis molestos a veces porque vuestros hijos hacen lo contrario de
lo que les ordenáis. ¿Pero habéis pensando en las muchas veces que
desobedecéis lo que Dios os ha ordenado hacer? (Manuscrito 45, 1911)., (Id)

Sed lo que deseáis que sean vuestros hijos.


Sed lo que deseáis que sean vuestros hijos. Por precepto y ejemplo, los padres
han perpetuado su propio sello de carácter en su posteridad. Las palabras y
caracteres caprichosos, ásperos y descorteses se impresionan en los hijos, y en
los hijos de los hijos, y así testifican contra los padres los defectos de su
enseñanza, de generación en generación (Signs of the Times, 17-9-1894). CN
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La insubordinación con frecuencia comienza en el hogar.


Al permitir que sus hijos hagan lo que les plazca, quizá piensen los padres que
son muy cariñosos, pero están practicando el peor tipo de crueldad. Los niños
pueden razonar y su alma es dañada por una bondad irreflexiva, aunque a los
ojos de los padres les parezca que esa bondad es conveniente. A medida que
los niños crecen, su insubordinación crece también. Quizá traten de
corregirlos sus maestros, pero con demasiada frecuencia los padres se ponen
del lado de los hijos y el mal continúa creciendo, revestido, de ser posible, con
una cobertura de engaño todavía más oscura que antes. Otros niños son
descarriados por la conducta indebida de esos niños, y sin embargo los padres
no pueden ver el mal. Escuchan las palabras de sus hijos antes que las
palabras de los maestros que lamentan el mal (Review and Herald, 20-1-
1901).

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