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c
Las formas elemeníales
de la vida religiosa
ESTUDIO PRELIMINAR í R A M Ó N RAMOS
I
CAPÍTULO PRIMERO
25
Ya habíamos tratado de definir el fenómeno religioso en un trabajo que ha
publicado el Anné sociologique (t. III, p. 1 y sig.). La definición que de él
hemos dado entonces difiere, como se verá, de la que proponemos hoy. Ex-
plicamos, al fin de este capítulo (p. 25, n. 68) las razones que nos han de-
terminado a esas modificaciones que no implican, por otra parte, ningún
cambio esencial en la concepción de los hechos.
30
Introduction to the History of Religion, p. 15 y sig.
II
31
Jevons, p. 23.
32
Ver más adelante, lib. tercero, cap. II.
33
Prolégomènes à l’histoire des religions, p. 34.
34
La civilization primitive, I, p. 491.
35
Desde la primera edición del Golden Bough, I, pp. 30 32 (Edición en espa-
ñol: La rama dorada, F. C. E., México).
36
Sobre todo Spencer y Gillen y hasta Preuss que llama mágicas a todas las
fuerzas religiosas no individualizadas.
37
Burnouf, Introduction à l'histoire du bouddhisme indien, 2ª ed., p. 464. La
ultima palabra del texto significa que el budismo ni siquiera admite la exis-
tencia de una Naturaleza eterna.
38
Barth, The Religions of India, p. 110.
39
Oldenberg, Le Bouddha, p. 51 (trad. fr., París, F. Alcan, luego P. U. F.).
40
Oldenberg, ibíd., pp. 214, 313. Cf. Kern, Histoire du bouddhisme dans
l'Inde, I, p. 389 y sig.
41
Oldenberg, p. 258; Barth, p. 110.
42
Oldenberg, P 314.
43
Barth, p. 109. “Tengo la íntima convicción - dice igualmente Burnouf - de
que si Sâkya no hubiera encontrado a su alrededor un Panteón todo poblado
de los dioses cuyos nombres he dado, no hubiera tenido ninguna necesidad
de inventarlo” (Introduction à l'histoire du bouddhisme indien, p. 119).
44
Burnouf, Op. cit., p. 117.
45
Kern, op. cit., I, p. 239.
46
“La creencia universalmente admitida en la India de que una gran santidad
se acompaña necesariamente de facultades sobrenaturales, es el único apoyo
que él (Sâkya) debía encontrar en los espíritus” (Burnouf, p. 119).
47
Burnouf, p. 120.
48
Burnouf, p. 107.
49
Burnouf, p. 302.
50
Es lo que Kern explica en estos términos: “En cierto sentido, él es un hom-
bre; en cierto sentido, no es un hombre; en cierto sentido, no es ni uno ni el
otro” (op. cit., I, p. 290).
51
“La idea de que el jefe divino de la Comunidad no está ausente del medio
de lo suyos, sino que vive realmente entre ellos como su maestro y su rey,
de tal modo que el culto no es otra cosa que la expresión de la perpetuidad
de esta vida común, esta idea es totalmente extraña a los budistas. Su maes-
tro está en el Nirvana; sus fieles le gritarían y él no podría oírlos” (Olden-
berg, Le Bouddha, p. 368).
52
“La doctrina budista, en todos sus rasgos esenciales, podría existir, tal
como existe en realidad, y la noción de Buda serle totalmente extraña” (Ol-
denberg, p. 322). Y lo que se dice del Buda histórico se aplica igualmente a
todos los Budas mitológicos.
53
Ver en el mismo sentido Max Müller, Natural Religion, pp. 103 y sig. y
190.
54
Op. cit., p. 146.
55
Barth, en Encyclopèdie des sciences religieuses, VI, p. 548.
56
Le Bouddha, p. 51.
57
I, Sam., 21, 6.
58
Lev., XII.
59
Deuter., XXII, 10 y 11.
60
La religion védique, I, p. 122.
61
La religion védique, 133.
62
“Ningún texto - dice Bergaigne - testimonia mejor la conciencia de una
acción mágica del hombre sobre las aguas del cielo que el verso X, 32, 7,
donde esta creencia se expresa en términos generales, aplicables al hombre
actual, tanto como a sus antepasados reales o mitológicos: El ignorante ha
interrogado al sabio; instruido por el sabio, actúa y éste es el provecho de la
instrucción: él obtiene el derramamiento en seguida.” (p. 137).
63
Ibíd. p. 139).
III
64
Se encontrarán otros ejemplos en Hubert, art. “Magia” en Dictionnaire des
Antiquités, VI, p. 1509.
65
Sin hablar del sabio y del santo que practican estas verdades y que son
sagrados por esta razón.
66
Esto no equivale a decir que esas relaciones no puedan tomar un carácter
69
La concepción según la cual lo profano se opone a lo sagrado como lo
irracional a lo racional, lo inteligible a lo misterioso, no es más que una de
las formas bajo las cuales se expresa esta oposición. Una vez constituida la
ciencia, ha tomado un carácter profano, sobre todo respecto a las religiones
cristianas; ha parecido, en consecuencia, que no podía aplicarse a las cosas
sagradas.
70
Ver Frazer, “On some Ceremonies of the Central Australian Tribes”, en
Australasian Association for the Advancement of Science, 1901, p. 313 y
sig. La concepción es, por otra parte, de una extrema generalidad. En la In-
dia, la simple participación en el acto del sacrificio tiene los mismos efec-
tos; el sacrificante, por el solo hecho de que entra en el círculo de las cosas
sagradas, cambia de personalidad (ver Hubert y Mauss, “Essai sur le sacrifi-
ce”, en Année sociol., II, p. 101).
71
Ver lo que decimos de la iniciación, p. 43.
72
Nosotros mismos mostraremos más adelante cómo, por ejemplo, ciertas
especies de cosas sagradas entre las cuales hay incompatibilidad se exclu-
yen como lo sagrado excluye lo profano (lib. II, cap. I, § II).
73
Es el caso de ciertos ritos especiales o funerarios, por ejemplo.
IV
74
Ver Spencer y Gillen, Native Tribes of Central Australia, p. 534 y sig.;
Northern Tribes of Central Australia, p. 463; Howitt, Native Tribes of S. E.
Australia, pp. 359-361.
75
Ver Codrington, The Melanesians, cap. XII.
76
Ver Hubert, art. “Magia”, en Dictionnaire des Antiquités.
77
Por ejemplo, en Melanesia, el tindalo es un espíritu tanto religioso como
mágico (Codrington, pp. 125 y sig., 194 y sig.).
78
Ver Hubert y Mauss, “Théorie générale de la magie”, en Année sociologi-
que, t. VII, pp. 83-84.
79
Por ejemplo, se profana la hostia en la misa negra.
80
Se da la espalda al altar o se gira alrededor del altar comenzando por la
izquierda en lugar de comenzar por la derecha.
81
Loc. cit., p. 19.
Medioevo, los patronos de las cofradías son los santos del calendario.
84
Pues el nombre de Iglesia no se aplica de ordinario más que a un grupo
cuyas creencias comunes se vinculan a un círculo de cosas menos especia-
les.
85
Hubert y Mauss, loc. cit., p. 18
86
Robertson Smith había mostrado ya que la magia se opone a la religión
como lo individual a lo social ( The Religion of the Semitoes, 2ª ed., pp.
264-265). Por otra parte, distinguiendo de ese modo la magia de la religión,
nosotros no entendemos establecer entre ellas una solución de continuidad.
Las fronteras entre los dos dominios son a menudo indecisas.
87
Codrington, en Trans. a Proc. Roy. Soc. of Victoria, XVI, p. 136.
88
Negrioli, Dei Genii preso i Romani.
89
Es la conclusión a la que llega Spencer en sus Ecclesiastical Institutions
(capítulo XVI). Es también la de M. Sabatier, en su Esquisse d'une philoso-
phie de la religion d'apres la psychologie et l'histoire, y de toda la escuela a
la que pertenece.
90
Entre numerosos pueblos indios de América del Norte sobre todo.
91
Esta comprobación de hecho no resuelve, por otra parte, la cuestión de
saber si la religión exterior y pública no es más que el desarrollo de una re-
ligión interior y personal que sería el hecho primitivo, o bien si, al contrario,
la segunda no sería la prolongación de la primera en el interior de las con-
ciencias individua]es. El problema será abordado directamente más adelante
(lib. segundo, cap. V, § II. Cf. el mismo libro, cap. VI y VII, § I.). Por ahora
nos limitamos a observar que el culto individual se presenta al observador
como un elemento y una dependencia del culto colectivo.
92
Nuestra definición presente se une en esto a la que hemos propuesto antaño
en el Année sociologique. En este último trabajo, definíamos exclusivamen-
te las creencias religiosas por su carácter obligatorio; pero esta obligación
proviene evidentemente, y lo mostrábamos, del hecho de que esas creencias
son cosa de un grupo que las impone a sus miembros. Las dos definiciones
se superponen pues en parte. Si creímos un deber proponer una nueva, es
porque la primera era demasiado formal y descuidaba demasiado comple-
tamente el contenido de las representaciones religiosas. Se verá en las dis-
cusiones que seguirán, el interés que había allí en poner pronto en evidencia
lo que tiene de característico. Además, si ese carácter imperativo es un ras-
go bien distintivo de las creencias religiosas, comporta grados hasta el infi-
nito; en consecuencia, hay casos en que no es fácilmente perceptible. De
allí, las dificultades y molestias que se ahorran sustituyendo ese criterio por
el que empleamos arriba.