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Selección de Bromiley Geoffrey, Teología Bíblica. Diccionario Teológico (pp. 601-603).

Definir Teología Bíblica


405.L Introducción a la Teología, E-learning SETECA

Aunque la frase «teología bíblica» hoy se usa en un sentido más especializado,


también tiene otros significados más generales que merecen mencionarse. En
primer lugar, es obvio que ante todo señala a la verdadera teología del Antiguo y
Nuevo Testamentos en la forma de una exposición directa.
En un sentido más general, se podría decir que cualquier teología que saca sus
materiales de la Biblia y que trata de ser fiel a la norma bíblica es una teología
bíblica. Para ser un teólogo bíblico no es necesario que uno sea parte de algún
movimiento en particular que pudiera adoptar este título.
Al mismo tiempo, tenemos que reconocer que en la teología moderna existe un
movimiento distintivo que usualmente se describe a sí mismo como Teología
Bíblica. Este movimiento o tendencia no consiste exclusivamente en exposición,
ni tampoco tiene una constitución formal como una escuela, ni rechaza tampoco
a otras escuelas como si éstas no fuesen bíblicas. Es este movimiento el que
requiere una evaluación particular.
Su origen es diverso. Uno de los factores contribuyentes más importantes ha sido
una fuerte concentración en los estudios lexico-gráficos, la cual viene desde sus
comienzos experimentales al comienzo de este siglo hasta el diluvio de
investigación detallada que ha producido obras tan valiosas como el gran
Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament, editado por G. Kittel y G.
Friedrich. Esta es verdaderamente una forma de exégesis y exposición directa; y,
totalmente aparte de la interpretación, la luz positiva que ha sido arrojada sobre
muchas palabras y frases bíblicas importantes, es una ganancia grande y
permanente para cualquier forma de teología bíblica.
De la mano con esta paciente y positiva labor se da también una crítica y rechazo
a la manera errada en que el sector liberal entendía la Biblia, y especialmente el
NI, error que llegó a su máxima expresión en los escritos de Weiss y
especialmente Schweitzer. Nadie puede tomar en serio las sugerencias
extremistas de éste último, pero la forma tan alarmante en que él colocó su crítica
reveló lo absolutamente inútil que era pretender que el Jesús liberal fuera
realmente el Jesús histórico del NT. De esta manera, la exposición fue reorientada
hacia su verdadera labor, esto es, la de redescubrir, hasta donde fuese posible, lo
que Jesús y los apóstoles, por cierto, los escritores del AT también-- realmente
dijeron, más bien que lo que nosotros pensamos que dijeron o deberían haber
dicho. No obstante, para lograr este fin se ha visto que debemos interpretar las
detalladas afirmaciones y libros de la Biblia en términos de su propio trasfondo y
presuposiciones, más bien que en los que podamos sacar de otras fuentes.
Selección de Bromiley Geoffrey, Teología Bíblica. Diccionario Teológico (pp. 601-603).

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Éste es el punto enfatizado particularmente por Hoskyns y Daves en su fecundo
libro, The Riddle of the New Testament, lo que ha sido seguido por eruditos como
William Manson y Matthew Black en penetrantes estudios. Pero esto ha llevado a
un nuevo entendimiento de la interrelación que tienen los Testamentos y los libros
que están dentro de ellos, de tal forma que los estudios analíticos del siglo
pasado están dando lugar a un enfoque sintético mucho más rico como el
conseguido, por ejemplo, por A.M. Hunter.
El movimiento del estudio exegético y expositivo es una parte básica y esencial
de la nueva teología bíblica. Pero está acompañado por una reorientación
teológica ligada directamente en sus orígenes y desarrollo con la obra de Karl
Barth. Barth, por supuesto, hace un uso extensivo del estudio bíblico más directo,
pero lo hace como un teólogo dogmático. En lugar del liberalismo antiguo y
fundamentalmente equivocado, él trata de llevar a cabo una reconstrucción de la
teología en base a fundamentos genuinamente bíblicos, tanto en contenido como
en método. Y mientras los diferentes teólogos que se han entregado a seguir esta
nueva teología bíblica distan mucho de estar de acuerdo en sus conclusiones
generales o detalladas, sin embargo, bien puede decirse que todos comparten
con Barth este enfoque y propósito general.
Debemos dedicar algo de espacio para tratar el genuino beneficio que ha sido
otorgado a toda la labor bíblica y teológica a través de este movimiento general y
dentro de él. Ya nos hemos referido a la importancia del estudio lexicográfico, así
que no necesitamos elaborar este punto. Sin embargo, toda futura exposición y
teología deberá, con toda seguridad, tomar en cuenta el nuevo entendimiento que
nos ha llegado a través de toda esta detallada investiga-ción.
Nuevamente, es un beneficio evidente el haber desenmascarado todas las
suposiciones extrabíblicas que tanto condicionan nuestra lectura de la Biblia. Para
ser realmente bíblicos en nuestra teología, deberemos tomar la Biblia tal como
realmente es. Debemos aceptarla en sus propios términos. Debemos ver y
estudiar y establecer las cosas sobre su propia base y desde su propio punto de
vista. No debemos forzarla a entrar dentro de un esquema filosófico extraño a ella.
Debemos ser genuinamente históricos, adoptando su propio enfoque y
moldeando nuestra teología en conformidad con el patrón que ella impone.
Otro beneficio es el haber recapturado el sentido de unidad de la Biblia en medio
de toda la diversidad que claramente despliega. Este sentido se presenta en
forma más plena en algunos representantes de esta nueva corriente que en otros.
La búsqueda de una teología juanina o sinóptica como opuesta a la teología
paulina todavía tiene sus atractivos. Sin embargo, el impulso de la Biblia misma
está, sin ninguna duda, dirigido hacia la unidad, y los mejores exponentes de la
teología bíblica muestran muy pocos o ningún rastro de estar tratando con
tradiciones divergentes.
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Una última ganancia, ya que no podemos hablar de discernimientos individuales,
está en el redescubrimiento de la pertinencia y poder de los grandes teólogos
bíblicos del pasado, tales como los padres y los reformadores. Los estudios de
los padres y de los reformadores han contribuido al movimiento como un todo,
pero lo han podido hacer sólo porque ellos mismos han sido entendidos en una
manera que difícilmente hubiera sido posible en los siglos dieciocho y diecinueve.
En otras palabras, hemos entrado en una era de teología genuina, en la cual
puede darse una propia evaluación y uso de toda nuestra herencia teológica.
Debido a estos logros tan positivos, el movimiento de la teología bíblica debe ser
bien. venido. Con todo, existen ciertos rasgos menos satisfactorios en la corriente
moderna, los cuales nos llaman a tener precaución y a corregir lo malo, si es que
vamos a lograr el propósito que se busca. Enumeraremos brevemente los errores
más generales.
En primer lugar, puede cuestionarse si el movimiento realmente ha logrado
obtener un concepto genuinamente bíblico sobre la inspiración bíblica. Una cosa
es romper con las formulaciones tradicionales, o enfatizar aspectos que han sido
descuidados, pero muchas de las exposiciones indican claramente que hay una
actitud evasiva en cuanto al punto de lo que la Biblia reclama para sí misma.
Otra vez, existe confusión en cuanto a la confiabilidad histórica de la Biblia. Podría
concederse que la Biblia no afirma haber escrito una clase de historia como la
que escribieron historiadores del siglo diecinueve y que gran parte de su material
es poético, etc. Pero un número demasiado grande de escritores de esta nueva
corriente persiste en juzgar la Biblia con normas que no son bíblicas, y en grados
diferentes se puede notar que se pone en duda la historicidad de lo que la Biblia
claramente quiere que se tome como hechos reales.
Tercero, existe una notable vacilación para aceptar lo que es obviamente el punto
de vista bíblico en cuanto al asunto de los milagros. Los grados en que esta
actitud se manifiesta varía mucho, pero con frecuencia se levanta en alguna
forma. Este punto está obviamente ligado a los dos anteriores, en especial con el
último. No podemos tratar de obtener una teología bíblica genuina a menos que
aceptemos, p. ej., el punto de vista del NT sobre que Cristo nació de una virgen y
de que su tumba quedó vacía. No es bueno arreglar esferas de influencia entre un
mundo científico de hechos y un mundo teológico de la encarnación y la
resurrección. Si la Palabra se hizo carne, y si la resurrección significa la
resurrección del cuerpo, entonces la obra de Dios es una obra en la historia. Por
tanto, en este punto es que debemos escoger entre una comprensión materialista
o una bíblica. Uno de los rasgos que más desalientan a muchos que profesan
esta senda, es la renuencia que tienen para hacer esta elección, y aun cuando el
camelo es tragado, parece un inútil y constante esfuerzo por colar los mosquitos.
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La verdadera teología bíblica no puede ser ,una mera descripción. Tampoco
puede ir de la mano con un punto de vista tan diferente en cuanto a otras cosas.
Ella llama a todos los que van tras ella a que se entreguen incondicionalmente,
tanto a la exégesis objetiva de la Escritura en términos de sí misma como a una
prontitud para aceptar de todo corazón su enseñanza.
El no lograr un compromiso en uno o en ambos puntos es la razón de por qué
tanto de lo que ha sido llamado teología bíblica está bajo la continua amenaza de
convertirse en lo opuesto, tal como se ve en Bultmann y sus asociados y
discípulos.
¿Existirá algún camino hacia una teología bíblica genuina que pueda revitalizar
nuestro pensamiento y acciones? Parece que el camino está en esta dirección:
todos los teólogos debieran estar juntos en la intensificación y continuación de la
obra exegética. Todos deben unirse en la investigación y enseñanza de la Biblia
tal como estas cosas realmente aparecen frente a nosotros. Todos deben unirse
en estudios de teología histórica. Todos deben estar preparados para detectar y
corregir sus prejuicios en metodología, enfoque, puntos de vista, materia que se
trate y formulaciones, cambiándolo por lo que realmente se encuentra en las
Escrituras. Todos deben estar dispuestos a aceptar la enseñanza que se da tal
como realmente es dada, no importa cuán extraña y difícil pudiera parecer a
veces.
Hay mucho que aprender del movimiento moderno como una buena contribución
en esta esfera. Y el movimiento moderno mismo tiene mucho que aprender. Pero
no sería imposible que pudiéramos llegar a la verdadera meta, si lo hacemos con
una discusión e interacción paciente y humilde, ya que tenemos la Biblia como
blanco común y el deseo común de conseguir una teología genuinamente bíblica.

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