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NACIÓN Y CULTURA
NACIÓN Y CULTURA EN EL
BRASIL FINISECULAR
LA TROYA DE BARRO DE LA
REPÚBLICA: OS SERTÕES, DE
EUCLIDES DA CUNHA
E D I T O R I A L
C UA RTO P RO PI O
I.S.B.N.: 978-956-396-176-8
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Este libro 23
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1 Más de once mil fueron los militares movilizados para la campaña militar de
Canudos. De ellos, alrededor de cinco mil perdieron la vida.
2 La ciudadela de Canudos fue fundada en 1893 y se emplazó en medio del sertón
bahiano, que está ubicado en el estado de San Salvador de Bahia, hacia el este.
Como estado, Bahia limita a su vez al sur con el de Espiritu Santo. Canudos
se encontraba en la cuenca del río San Francisco, a los pies del río Vaza-Barris
(un río temporario, abastecido esporádicamente por las repentinas lluvias), en
la hacienda llamada Belo Monte. José Calasans explica que la aldea de Canudos
se encontraba en el cruce de cuatro caminos importantes: del Cambaio, de Ca-
lumbi o Rosario, de Massacará y de Jeremoabo, y la caracteriza como punto de
confluencia de comerciantes y viajeros, por lo cual no era tan aislada como la
imaginó Euclides. De hecho, constituía la segunda ciudad más grande de Bahía.
La pesquisa historiográfica no ha logrado precisar la cantidad de habitantes de
la ciudad; la cantidad de conselheiristas varía entre 10 mil y 35 mil. Monteiro.
“Canudos: guerras de memoria”. 84.
3 Así narra uno de los días del ataque final uno de los principales periódicos
de Rio de Janeiro: “Durante la noche, fueron lanzadas 90 bombas de dina-
mita, cuyo efecto fue espléndido, maravilloso, causando al enemigo enormes
pérdidas. Una de ellas cayó en un hospital de sangre, produciéndose violento
incendio […] De todos los puntos de la línea se oían los gritos desesperados y
las lamentaciones de los desgraciados envueltos en las llamaradas del incendio
[…] Mas esto era necesario, pues los jagunços son de una atrocidad feroz,
¡inaudita! […] los enemigos perdieron cerca de 300 combatientes y más de
500 mujeres y niños”. Y sobre los rendidos, que se entregaron a los militares,
la nota afirma: “Pero ¡qué horror! Esqueletos humanos, con las manos cerce-
nadas, heridas horribles y asquerosas, algunas podridas”. “Canudos”, Gazeta
de Notícias, 17 de octubre, 1897.
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Estela dos Santos (Trad.). Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1980. En los casos en
que consideramos que la traducción merece al lector el contraste con el origi-
nal de Euclides, referiremos además a la edición en portugués; y en aquellos,
puntuales, en que consideramos que la traducción citada nos merece dudas de
fidelidad al enunciado euclidiano, citaremos el original en portugués. Siempre
referiremos a la siguiente edición: Euclides da Cunha. Os sertões. Campanha de
Canudos. Walnice Nogueira Galvão (notas). São Paulo: Editora Ática, 2004.
7 Needell, 15. Para mayor precisión, entre 1868 y 1888. Cf., además Sérgio
Buarque de Holanda, quien ha desarrollado una visión crítica de las bases
de esta cultura, que también “enraiza” en el proceso previo, colonial y post-
colonial imperial. Buarque de Holanda, Raízes do Brasil (1936). Otro texto
relevante acerca de la cultura del Segundo Imperio es el de Oliveira Lima: D.
João VI no Brasil (1908).
8 Es necesario historizar la categoría, en la precisión de Monica Pimenta Velloso:
“Belle Époque es una categoría retrospectiva, que fue creada en vísperas de la
Primera Guerra Mundial como una reacción nostálgica del siglo XX”. “Sensibi-
lidades finisseculares: intelectuais e cultura boêmia”. 35.
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10 Usamos los términos propuestos por Nicolau Sevcenko, Literatura como mis-
são: tensões sociais e criação cultural na Primeira República (2003).
11 Os sertões obtuvo una recepción editorial inédita en la historia del Brasil:
las primeras ediciones, de 1902, 1903 y 1905 sumaron seis mil ejemplares
vendidos (Costa Lima, Terra ignota. A construção de Os sertões. 15). La obra
tuvo una recepción crítica también extraordinaria; casi toda la élite ilustrada
la alabó, insistiendo en su valía interdiscursiva, que lograba una combinación
magistral entre ciencia y arte, así como en la capacidad para mostrar un sujeto
inexistente en la narrativa de la nación, tal, el sertanejo.
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16 Como bien han apuntado Pinheiro et al., estos movimientos populares han
sido usualmente considerados por la historiografía como manifestaciones atá-
vicas que interrumpen un destino trazado, en el caso brasileño, la consolida-
ción de la República; y tratados como episodios anómalos protagonizados por
bandidos o fanáticos, desconociendo, con ello, entre otros, su vector autonó-
mico. “Um confronto entre Juazeiro, Canudos e Contestado”, História Geral
da Civilização Brasileira. Tomo III. O Brasil republicano. 95 y ss. Por otra parte,
como expondremos más adelante, no hay que desconsiderar los cambios que,
en las políticas de la tierra, se habían producido con la Constitución de 1891,
que fortaleció el poder de los coronéis en las localidades, produciendo nueva
presión sobre los campesinos con políticas de legalización del grilagem (de
los terrenos apropiados ilegalmente), así como expropiaciones violentas. Todo
ello, en desmedro de los pequeños propietarios y campesinos vinculados de
maneras informales al uso de la tierra. Prieto. “Coronelismo e campesinato na
formação territorial d’Os sertões”. 42 y ss.
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acopia además los rasgos que, en su visión, autorizarían a hablar del suyo
como un régimen si no liberal, al menos moderno: “Atacó la esclavitud ha-
ciendo votar la primera ley de prohibición del tráfico de negros. . . Reformó
la justicia, decretando un nuevo Código de Proceso Criminal, instituyendo
el júri. . . Dio, en fin, satisfacción razonable a las tendencias particularistas
por medio del Ato Adicional, que substituyó los consejos provinciales por las
asambleas legislativas locales, e inauguró la descentralización administrativa,
que debía tener por fin la Federación Republicana”. Oliveira Lima. Formação
histórica da nacionalidade brasileira. 201.
26 Los artículos de ambos se sucederán en O Globo, semanalmente, hasta el 21 de
noviembre de ese año de 1875.
27 Vieira Martins. “Nabuco e Alencar”. 17.
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28 En otra parte de este apartado expondremos las connotaciones que tiene sobre
las condiciones de la representación literaria, en las perspectivas disímiles que
ambos autores representan.
29 Nabuco. En Coutinho. A polêmica Alencar-Nabuco. 106. Ctd. en Vieira Mar-
tins. “Nabuco e Alencar”. 19.
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(49) (alude aquí al libro de Freyre O Mundo Que o Português Criou (1940).
Para Thomas Skildmore, asimismo, “el valor práctico de su análisis [de Freyre]
no se cifraba, con todo, en promover el igualitarismo racial, su análisis servía,
principalmente para reforzar el ideal del blanqueamiento”. Skildmore. Preto
no branco ctd. por Nascimento. 51-52).
44 Revisaremos las interpretaciones que nos parecen más adecuadas en el capí-
tulo siguiente. En el proceso general nos ceñiremos en ello a la visión crítica
elaborada por Viotti da Costa. Da monarquía à República: Momentos decisivos.
Sobre el proceso hacia la abolición, desde la perspectiva de sus protagonistas,
esclavos y señores, cf. Hebe Mattos. “Laços de família e direitos no final da
escravidão”.
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45 Schwarz. “Nacional por subtração”. 93. Las cursivas son del original.
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50 Hacia el último tercio del siglo, el racismo reaccionario de las élites francesas
tuvo en Joseph Arthur de Gobineau uno de sus más groseros exponentes.
Quien en 1854-55 había publicado su Ensayo sobre la desigualdad de las razas
humanas y había tratado a los africanos de primates, hizo lo mismo con los
brasileños en su viaje diplomático al Brasil (1869-1870), país del cual salió
asqueado de esa “multitud de monos”, como calificó a su población.
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La abolición de la esclavitud
Buena parte del andamiaje institucional político y cultural
del Imperio del Brasil se consolidó hacia el último cuarto del
siglo XIX, que vio a una sociedad “moderna” dividida socialmen-
te en dos grandes grupos: hacendados (generalmente ubicados
en las ciudades-puerto) y esclavos y plebeyos libres (trabajadores
de hacienda, peones, aparceros pobres, sirvientes, etc.) y, entre
ambos, una tímida fracción intermedia de profesionales libera-
les, pequeños comerciantes y empleados públicos, todo ello en
un orden tradicional “derivado de una sociedad latifundista que
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99 Las reformas, sobre todo se desarrollaron entre los años de 1851 y 1855 cuan-
do se crearon las Sociedades Anóninas, se funda el segundo Banco de Brasil;
se funda el Banco Rural e Hipotecario (1853); se expande el sistema de crédito
bancario; se inaugura la primera línea telegráfica en Río de Janeiro (1852); se
inaugura el trayecto de la primera línea ferroviaria del país (14,5 kilómetros
entre el puerto de Mauá y la estación de Fragoso; y en 1855 comienza la
construcción de la segunda línea de ferrocarril, que ligaría la Corte de Rio de
Janeiro con São Paulo. Buarque de Holanda. Raízes do Brasil. 74.
100 El agresivo intervencionismo inglés para la eliminación de la trata, que llegó
a interceptar navíos brasileños dentro de los puertos del Brasil, generó argu-
mentos a los resistentes al fin del tráfico. El mercado ilegal se desarrolló de tal
forma extensiva después de la aprobación de la ley, que se constató incluso un
crecimiento del tráfico interno de esclavos, sobre todo entre Rio de Janeiro y
São Paulo.
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104 El fin del tráfico transatlántico de esclavos tuvo lugar entre 1850-52. Needell.
Belle époque tropical. 27.
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105 La ley otorgó libertad a los hijos de esclavos nacidos a partir de la fecha de
promulgación (28 de septiembre de 1871), aunque aquellos continuaban bajo
la tutela de sus dueños hasta cumplir los 21 años de edad, lo que extendía en
los hechos su situación servil hasta al menos 1892 o más allá, estructurando
así las trayectorias vitales de toda esa generación de descendientes de africanos
en el Brasil.
106 Buarque de Holanda. Raízes do Brasil. 78.
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107 Sector que, con acceso a la élite económica agroexportadora, se posicionó rá-
pidamente al poder en el período republicano, siendo que el momento previo
estuvo dominado por los ideólogos, sobre todo cariocas. Needell. Belle époque
tropical. 30.
108 Se refiere literalmente a los licenciados de profesiones liberales, sobre todo en
áreas del Derecho.
109 Needell. Belle époque tropical. 32.
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El republicanismo
Por otra parte, la emergencia de centros urbanos ligados a
la expansión de la explotación cafetalera –São Paulo, el más rele-
vante– y la insatisfacción de sus élites por las recargas impositivas
y por la intromisión imperial en sus asuntos locales sin un reco-
nocimiento en el acceso a cargos públicos, así como la presión
de los bacharéis, nuevos sectores medios ilustrados a quienes la
lógica endogámica de reproducción del poder institucional di-
ficultaba el acceso a los ambicionados cargos de la burocracia
imperial, abrió el paso al republicanismo.
La crisis de la monarquía constitucional se desató a par-
tir de un incidente ligado a la guerra del Paraguay en el cual el
emperador privilegió el apoyo a la fracción conservadora (que
dominaba su Consejo de Estado) para el recambio de un cargo
ministerial sustentado a la fecha por un liberal progresista; la Cá-
mara se opuso a la decisión, ante lo cual el emperador decretó su
disolución, lo que fue leído por los liberales como un golpe de
Estado114 y a partir de ese momento no cejaron en la crítica a las
instituciones del régimen imperial. Por otra parte, el propio em-
perador había asumido una actitud cada vez más desentendida
respecto del reinado; quizás, convencido de la inevitable caída de
la monarquía (la muerte de sus hijos y la ausencia de un heredero
varón, sumada al deterioro creciente de su salud desde los años
ochenta, probablemente pesaron en un juicio así), prestaba más
atención a sus lecturas y viajes personales.
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120 La palabra encilhamento proporciona algunos indicios del modo en que perci-
bieron la época sus coetáneos: el término, tomado de la jerga de los hipódro-
mos, y que pasó casi de inmediato al uso corriente, designaba la ensilladura
del caballo antes del tiro de largada. Needell. Belle époque tropical. 41.
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131 Aristides Lobo. Carta al Diário Popular (18/11/89). Ctd. en Hahner. Relações
entre civis e militares (1889-1898). 49.
132 Asimismo, los sectores civiles que habían participado de la alianza republicana
y que intentaban dar un contenido popular a las ideas republicanas, como
Silva Jardim, Raul Pompéia o Lopes Trovão, fueron marginados del poder por
el nuevo régimen (Pompéia se suicidó en 1895).
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133 Süssekind refiere al ensayo de Julio Cortázar “del sentimiento de no estar del
todo”. En La vuelta al día en ochenta mundos.
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137 Poemas muy relevantes de Gonçalves Dias son “Os Timbiras”, “I-Juca Pira-
ma” y “Tabira”.
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143 Había sido diputado por el partido conservador y llegado a ser incluso mi-
nistro de Justicia del gabinete ultraconservador de Itaboraí. Vieira Martins.
“Nabuco e Alencar”. 16.
144 Cf. “Capítulo I. Nación, modernidad y cultura en el Brasil: Lecturas y para-
digmas de una nación en disputa”, en este volumen.
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181 Lo hizo en 1916, antes de que irrumpiera el que hoy conocemos como movi-
miento modernista brasileño.
182 Veríssimo. História da literatura brasileira. 336.
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186 Entre entre 1883 y 1886, Machado de Assis colaboró para la sección colectiva
“Balas de Estalo” del periódico carioca Gazeta de Notícias. En los 125 textos
que componen su colaboración se refiere a hechos de la semana con su parti-
cular estilo humorístico y satírico. Lo hizo bajo el seudónimo de Lélio.
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193 Sevcenko. Literatura como missão: tensões sociais e criação cultural na Primeira
República.
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197 Como bien apunta Henrique Estrada, en sus textos Monções (1945) y “Metais
e pedras preciosas” (1960), Buarque de Holanda desarrolla la misma preo-
cupación por las relaciones entre el tránsito brasileño a la modernidad y los
procesos de democratización de la sociedad. Estrada Rodrigues. “Os sertões
incultos e o ouro do pasado”. 66.
198 Buarque de Holanda. Monções. 39.
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199 Silva. “Academia versus Confeitaria: duas tendências literárias na Belle Épo-
que carioca”. 64.
200 Sevcenko. Literatura como missão: tensões sociais e criação cultural na Primeira
República. 52. Sobre la extensiva influencia europea en las élites culturales
de la época, apunta Maurício Silva: “Comenzando por la denominación que
puede ser dada al período (Belle Époque) hasta el fenómeno de autores que
utilizaban la lengua francesa como medio de expresión literaria (Alphonsus
de Guimaraens, Freitas Vale), pasando por la influencia ejercida en otras áreas
(arquitectura, artes plásticas, música), la cultura francesa tuvo una ascenden-
cia inimaginable en el medio artístico nacional. Mas no solo la francesa, con
la presencia soberana de Anatole France, sino también la inglesa (por medio
de la figura extravagante de Oscar Wilde), la italiana (a través de la literatura
célebre de D’Annunzio), la alemana (en relación con las teorías de Friedrich
Nietzsche) y la portuguesa (con las novelas irónicas e incisivas de Eça de Quei-
roz)”. Silva. “Academia versus Confeitaria: duas tendências literárias na Belle
Époque carioca”. 64.
201 Buarque de Holanda. Raízes do Brasil. 77.
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212 Desde 1907 K. Lixto y Raul Pederneiras, que ya habían trabajado jun-
tos en Mercurio en 1898, se reunirán en la dirección artísica de Fon Fon.
Velloso.“Sensibilidades finisseculares: intelectuais e cultura boêmia”. 39.
213 Sevcenko. Literatura como missão: tensões sociais e criação cultural na Primeira
República. 54.
214 Do Rio. Vida vertiginosa. Rio de Janeiro, París: H. Garnier, Livreiro Editor,
1911.
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217 La caatinga o catinga (voz que proviene del tupí: kaa: vegetación, y tínga: blan-
co: “bosque blanco”) corresponde a una forma de vegetación que caracteriza al
Brasil del nordeste, y que, define también una ecoregión que cubre alrededor
de un millón de kms. cuadrados, lo que corresponde a cerca del diez por cien-
to del territorio del Brasil. La Caatinga es una zona semiárida que posee una
flora de bosque espinoso, cactos, caduciflios y algunos pastos, así como flora
de cortesa gruesa.
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221 Pinheiro et al. História Geral da Civilização Brasileira. Tomo III. O Brasil repu-
blicano. 68.
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222 Pinheiro et al. História Geral da Civilização Brasileira. Tomo III. O Brasil repu-
blicano. 68.
223 Pinheiro et al. História Geral da Civilização Brasileira. Tomo III. O Brasil repu-
blicano. 69; Monteiro. “Canudos: guerras de memoria”.
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237 Es importante apuntar que el Brasil tenía antecedentes de haber realizado este
tipo de castigos ejemplarizantes, nada menos que en la persona de quien fuese
elevado, por la República, a la categoría de mártir precursor de la Independen-
cia, cual fue el tratamiento público que se le dio al cuerpo de Joaquim José da
Silva Xavier, Tiradentes (1746-1792), ejecutado en castigo por la Conspira-
ción Minera, en 1789. El cuerpo de Tirandentes fue descuartizado, el tronco
enterrado como indigente, la cabeza y los cuatro pedazos restantes fueron
salados para evitar la rápida pudrición y luego enterrados en Minas Geráis, en
el camino por donde se supone que el rebelde habría predicado sus ideas. Su
cabeza fue finalmente robada, desapareciendo hasta hoy.
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244 Existen varios textos del autor que pueden considerarse tales, en particular,
los artículos periodísticos de Euclides previos a la campaña, sus cuadernos
de campo y los artículos enviados ya como corresponsal periodístico desde el
sertón.
245 En particular el texto tuvo una reacción adversa de parte de los militares,
entre ellas, una renombrada fue la del oficial de ejército Moreira Gumarães y
del General Siqueira Meneses, ambos descontentos con lo que llamaron una
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Por otro lado, las propias armas inferiores que usan, en su mayo-
ría, constituyen un recurso extraordinario: no les falta nunca la
munición para las hondas groseras o para las rudas escopetas de
pedernal. La naturaleza que les levantó trincheras en el desplaza-
miento irregular del suelo –extraños baluartes para cuya expugna-
ción Vauban no trazó reglas– les ofrece además la carga para las
armas: las cavernas numerosas que se abren en las capas calcáreas
les dan el salitre para la composición de la pólvora y los lechos de
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La Caderneta de campo276
“Pura materia de carpintería”277, apuntes en estado bruto,
es lo que ofrece este cuadernillo escrito “no calor da hora” del
viaje de Euclides al sertón bahiano, y que resulta valorable en
varias dimensiones que conciernen a su experiencia. En pri-
mer lugar, la Caderneta representa un material invaluable para
acercarnos al proceso de construcción de una mirada que había
comenzado a expresar de manera todavía gruesa en sus artículos
de prensa sobre la campaña (sobre todo en “A Nossa Vendéia”),
y cuyos vectores aquilata aquí ya como un actor mismo del
teatro de operaciones militares. Siendo como era, por su rol de
comunicador, un actor que debía ubicarse relativamente dis-
tanciado de la pasión bélica, Euclides sabe que cuenta, sin em-
bargo, en esa misma calidad, con ciertos fueros que le prodiga
esa aura de distancia crítica del periodista. En segundo lugar, la
Caderneta de campo es valorable como testimonio de las impre-
siones iniciales que tiene este intelectual sobre la realidad del
sertón en su primera experiencia directa, y como expresión del
contraste entre esta experiencia y los presupuestos de lectura
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278 Euclides escribió otros dos cuadernillos de anotaciones: además de este, dedi-
cado exclusivamente a su experiencia en el Sertón y a Canudos, existen otros
dos: uno con anotaciones de lecturas sobre diversas regiones del Brasil, re-
cortes de periódicos, etc. Y otro con observaciones sobre el sertón bahiano
mezcladas con asuntos diversos, probablemente referidos a la revuelta de la
Escuadra, de 1893. Souza Andrade. “Um Caderno de Bolso de Euclides em
Canudos. Nascedouro de Os sertões”. 39.
279 Medeiros. “Tijolos para uma catedral”. 9.
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“Página Vazia”
Inmediatamente al retornar desde Canudos, y notoriamente
afectado por la experiencia de la guerra, Euclides escribe “Página
Vazia”, un poema fechado a fines de octubre de 1897. Allí se
nombra como
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311 Filiado así a la escuela romántica alemana de Jena, pero también a Vico, Fi-
chte, Humboldt y Goethe, que tienen su parte en un rasgo fundamental de
esta “geopoética”: la convergencia interdiscursiva entre poesía, filosofía y cien-
cia, en la idea de la fantasía filosófica del primero, la del poetizar pensante o
del pensar poético del último o la imaginación trascendental de Fichte y de
la ironía romántica de Schlegel. Melo e Souza. A Geopoética de Euclides da
Cunha. 7 y 12.
312 Varios investigadores han hecho la observación sobre la prevalencia en Eu-
clides de estas dos tradiciones. Particularmente Regina Abreu y Ronaldes de
Melo e Souza. Para este último, la opción geopoética de Euclides proviene de
esta tradición: “El narrador [de Os sertões] se apropia del principio de compo-
sición que preside la elaboración artística de las narrativas de viajes de Alexan-
der von Humboldt. . . la descripción científica se procesa en consonancia con
una teoría del arte que preconiza la estetización de la ciencia. . . El proyecto
estético de Humboldt trasciende la separación platónica de lo sensible y lo
inteligible y la oposición cartesiana de sujeto y objeto, refutando el divor-
cio entre hombre y naturaleza. . . En los cuadros de la naturaleza, el hom-
bre no se representa enclaustrado en el espacio monádico de la subjetividad.
Por el contrario, se presenta fuera de sí, arrebatado por el espectáculo de la
naturaleza, solidariamente reconciliado con las potencias de la naturaleza
telúrica”. Melo e Souza. A Geopoética de Euclides da Cunha. 28.
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313 Melo e Souza propone que para lograr expresar la diversidad de la “tierra igno-
ta” del sertón, Euclides habría desplegado una variedad de máscaras narrativas.
Seis, dice que son verificables en Os sertões: la del observador itinerante, la del
pintor de la naturaleza, la del director teatral, del investigador dialéctivo, del
dramático y del historiador irónico. Cada una de esas, las vive el narrador
representándose como otro yo, donde conviven el narrador y la persona o
máscara narrativa, especialmente a través de la alternancia de la tercera y la
primera persona gramatical: “después de la tierra. . . el actor más importante
es el propio escritor desdoblado en la autoconsciencia crítica del narrador y en
la experiencia pasional de esos reflejos que son las máscaras narrativas”. Melo
e Souza. A Geopoética de Euclides da Cunha. 11.
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314 Dice, en un texto temprano, Walnice Nogueira Galvão: “las antítesis buscan
efectos de resultado confuso. La fisura entre la ciencia exhibida y los terribles
hechos narrados impide una síntesis explicativa. La figura de la antítesis y del
oxímoron sólo exhiben la incapacidad de pensar la especificidad del fenóme-
no”. Nogueira Galvão. “Prólogo”. Los sertones. XXV.
315 Melo e Souza. A Geopoética de Euclides da Cunha.
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La tierra
La primera parte del libro, titulada “La tierra”, es una lar-
ga y bellísima exposición sobre el espacio natural del sertón, las
condiciones de su vegetación, el clima, el suelo, la geología, la
geografía, que permitirían comprender la multidimensión y pro-
fundidad de las dificultades que este espacio impone a la vida hu-
mana y a la organización social. Anuncia ya, por tanto, la tensión
dramática y trágica que condiciona, como un mal designio de la
naturaleza, la vida de aquellas comunidades.
Inserto, antes de comenzar el texto, se halla un mapa que ha
sido dibujado por Euclides a partir de la infomación recibida de
diversos autores338, referencia que para alguna crítica configura
una recepción deseada por el autor: la de los viajeros naturalistas
y científicos, que van a ser, en efecto, parte de sus interlocutores
a lo largo del libro339. Sin embargo, propongo aquí considerarla
una marca más de las diversas, contrastivas referencias del autor
en un discurso que, como lo ha advertido Leopoldo Bernucci,
337 “El prólogo dramático comienza con una excursión en el espacio y termina
con una incursión en el tiempo… interprenetración dinámica de la perspecti-
va espacial y temporal, que condiciona la visión del observador itinerante. Se
comprede, por tanto, el motivo por el cual el observador que bordea el planal-
to central siempre presenta a la forma topográfica dramáticamente movilizada
por la fuerza de la formación y de la transformación geológica”. Melo e Souza.
A Geopoética de Euclides da Cunha. 18.
338 Reconociéndoles explícitamente autoría: Th. Sampaio, Spix e Martius, Gard-
ner y una decena más; los tres útimos, viajantes naturalistas.
339 Barreto de Santana. “Geologia e metáforas geológicas em Os sertões”, párr. 14.
Lo mismo señala Ventura (1995, 610).
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...un río sin afluentes... sus pequeños tributarios... son más bien
canales de agotamiento, abiertos al azar por las aguas o corrientes
veloces que... están, y no es raro, en desarmonía con las disposi-
ciones orográficas generales. Son ríos que se exceden. De pronto
se llenan, se desbordan... y desaparecen, volviendo a su primitivo
aspecto de valles sinuosos y secos, llenos de piedras374.
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El hombre
Euclides ha señalado en su Introducción que existen tres ti-
pos de habitantes del interior brasileño: el jagunço, el tabaréu y el
caipira. El primero corresponde al hombre armado, los segundos,
a tipos pacíficos. En esta parte, su diálogo es principalmene con
la antropología biológica de la época, buena parte de ella, racia-
lista y racista. Cada uno de estos “tipos” de brasileños del interior
es evidente resultado del medio natural en que se ha desenvuelto
(para ejemplificar ello retorna pernamentemente a las condicio-
nes naturales que ha esbozado en la primera parte). Así, el ser-
tanejo es “perfecta traducción moral de los agentes físicos de su
398 Uriarte. The Desertmakers: Travel, War, and the State in Latin America.
399 Da Cunha. Los sertones. 39.
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407 El botanista Carlos Frederico Filipe de Martius: Como se Debe Escrever a Histó-
ria do Brasil (1843). Allí, de manera magistral, según Sílvio Romero, Martius
se refiere a los caracteres etnográficos del pueblo brasileño, y traza la tesis de
su triple fuente etnográfica: los salvajes americanos, los negros africanos y los
portugueses. “Queda solo que se diga cómo es que estos elementos actuaron
unos sobre otros y producirán el resultado presente”, apunta Sílvio Romero,
y es lo que pretenderá realizar Euclides en Os sertões. Romero. História da
Literatura Brasileira. 61.
408 Romero. História da Literatura Brasileira. 60.
409 Martius citado por Sílvio Romero. História da Literatura Brasileira. 7ª edición,
1980 [1888]. 62.
410 Romero. História da Literatura Brasileira. 62. Las cursivas son suyas.
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...el hombre del sertón parece copia de un modelo único, con las
mismas características físicas, la misma tez, apenas variando del
mameluco bronceado al cafuz oscuro; cabellos lacios y duros o le-
vemente ondulados. La misma envergadura atlética, y los mismos
rasgos morales que se traducen en las mismas supersticiones, los
mismos vicios y las mismas virtudes. / La uniformidad es impre-
sionante. El sertanejo del Norte es, indudablemente, el tipo de
una subcategoría étnica ya constituida433.
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440 Da Cunha. “15 de agosto”. Diario de una expedición. Edición digital. 13.
441 Da Cunha. “15 de agosto”. Diario de una expedición. Edición digital. 13.
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442 Da Cunha. “15 de agosto”. Diario de una expedición. Edición digital. 15.
443 Da Cunha. Los sertones. 74.
444 Da Cunha. Los sertones. 74.
445 Da Cunha. Los sertones. 74. Euclides señala aquí su displicencia con las teo-
rías craneométricas que pretendían extraer conclusiones sobre la personali-
dad y características intelectuales y psicológicas a través de la medición del
cráneo y que fueran muy populares en el siglo XIX. En L’Aryen et son rôle
social (Los arios y su papel social, 1899), el francés Georges Vacher de Lapouge
(1854–1936), a partir de la medición del cráneo clasificó a la especie humana
en “razas” jerarquizadas, desde la superior, la raza de cabeza larga y delgada
(dolicocéfala), raza aria, blanca, hasta la inferior, la de cabeza corta y ancha
(braquicéfala), mejor representada, afirmó, por los judíos; desde esa premisa
elaboró sus influyentes teorías eugenésicas y fue inspirador del antisemitismo
nazi. Recordemos que la cabeza del Conselheiro fue cortada y llevada para
análisis del Dr. Nina Rodrigues con el afán de extraer conclusiones sobre sus
caracteres, sobre la base de estas teorías.
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446 Da Cunha. Los sertones. 74. Como explica Walnice Nogueira (Los sertones,
nota 151), estas aseveraciones están basadas en el trabajo del Dr. Raimundo
Nina Rodrigues (1863-1906), quien fuera un influyente profesor de Medicina
Legal de la facultad de Medicina de Bahía, y que había escrito Antropologia
patológica: Os mestiços (1890), y A Loucura Epidémica de Canudos (1897), tra-
bajos que debieron influir de manera relevante en Euclides. Haciendo eco
de la ideología racista de la época, Rodrigues consideraba, por ejemplo, que
el africano estaba incapacitado para ser civilizado, por ello, el mestizaje re-
presentaba una degeneración. Sin embargo, las posteriores teorías brasileñas
del blanqueamiento, plantearon que el mestizaje era una forma también de
producir una población “más clara”, esa visión fue la que dominó entre la
élite brasileña, sobre todo entre 1889 y 1919. Belos Pereira. “Euclides e o
branqueamento”. 103-105.
447 Da Cunha. Los sertones. 75.
448 Da Cunha. Los sertones. 75.
449 Da Cunha. Los sertones. 76.
450 Da Cunha. Los sertones. 76.
451 Da Cunha. Los sertones. 76.
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452 La caracterización de los tipos el jagunço, el gaucho y los vaqueros, está in-
fluenciada por las visiones construidas especialmente en las novelas O Sertane-
jo (1875) y O Gaúcho (1870) de José de Alencar (1829-1877), y D. Guidinha
do Poço (1890-1891), de Manuel de Oliveira Paiva (1861-1892). Walnice
Nogueira. Los sertones. 396.
453 Da Cunha. Los sertones. 78.
454 Da Cunha. Los sertones. 79.
455 Da Cunha. Los sertones. 79.
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483 La imagen del monstruo es de Euclides, así lo presenta en el sumario del ca-
pítulo y luego, en este apartado. Da Cunha. Os sertões. 66 y 141-143. Da
Cunha. Los sertones. 106.
484 Da Cunha. Los sertones. 106.
485 Da Cunha. Los sertones. 110.
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La lucha
“La lucha”, el tercero y último gran apartado de Os ser-
tões510, narra la campaña militar de Canudos tal como la cono-
ciera de manera indirecta, primero, y la experimentara, luego,
Euclides da Cunha como corresponsal del periódico O Estado
de São Paulo. Es importante recordar que Euclides solo presen-
ció las últimas semanas de la campaña, por poco menos de un
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Sin embargo, rugió sobre ella ese día sin tocarla. Las balas pasaban
silbando sobre su techo, perdiéndose en las casuchas pegadas. Solo
una cayó sobre el atrio, las otras se perdieron. Esa mala estrella
del coloso derivó, principalmente, del apresuramiento con que lo
manejaban. Era una nerviosidad loca. La gran pieza –el mayor
cañón de fila– se había convertido en un monstruoso fetiche que
desafiaba el despertar de las viejas ilusiones. Jadeantes, ansiosos,
lo rodeaban, cada uno quería disparar con él, aunque fuese con
trayectorias desviadas514.
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“Es que aún no existe un Maudsley para las locuras y los crímenes
de las nacionalidades…”517.
516 El capítulo contiene siete subcapítulos que llevan los siguientes títulos des-
criptivos: I. O estrebuchar dos vencidos. Os prisioneiros. A degola; II. De-
poimento do autor. Um grito de protesto; III. Titãs contra moribundos.
Constringe-se o assédio. Cavando o próprio túmulo. Trincheira de cadáveres.
Em torno das cacimbas. Sobre os muradais da igreja nova; IV. Passeio dentro
de Canudos; V. O assalto. O canhoneio. Réplica dos jagunços. Baixas. Tupi
Caldas. A dinamite. Continua a réplica. Baixas. No hospital de sangue. Notas
de um Diário. Antônio, o Beatinho. Morte de Conselheiro. Prisioneiros; VI.
O fim. Canudos não se rendeu. O cadáver do Conselheiro; y VII. Duas linhas.
517 Cito en el idioma original y la traducción, para resguardar el tono de Euclides:
“É que ainda não existe um Maudsley para as locuras e os crimes das naciona-
lidades…”. Da Cunha. Os sertões. 499.
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543 Da Cunha. Los sertones. 383. El cráneo de Antônio Conselheiro estuvo expuesto
como una curiosidad en el laboratorio de medicina legal de la ciudad de Bahia,
hasta que se produjo el incendio de la Faculdad de Medicina, a comienzos del
siglo. Solo entonces y finalmente, como dice Ataliba Nogueira, “concluyó la
profanación de esa parte del cadáver de António Conselheiro” (33).
544 Da Cunha. Los sertones. 383.
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