Está en la página 1de 5

5.

El mundo en 2030: Panorama energético global


Por: Marie Vandendriessche

Veamos ahora otro gran cambio que se ha producido recientemente,


y que tendrá importantes consecuencias económicas y geopolíticas en los próximos años.

Retrocedamos un momento. En 2007,


Estados Unidos importaba casi dos tercios del
petróleo crudo y los productos petrolíferos que consumía.
A finales de 2017,
esa cifra había bajado a un cuarto.
Y, si en 2006 Estados Unidos casi no producía nada de gas de esquisto,
en 2016 ese tipo de gas representaba
el 60 por ciento de su producción total de gas natural.
¿Qué ha pasado en ese período?
La respuesta está en la
combinación de algunos factores geológicos y económicos muy favorables,
y una tecnología que no era nueva,
pero que se ha mejorado y ha empezado
a aplicar de forma masiva, la fracturación hidráulica, y su primo hermano, la perforación
horizontal.
Esas técnicas permiten extraer recursos que antes parecían inasequibles.

Es el caso del famoso gas de esquisto,


pero también de yacimientos de petróleo atrapados
en un tipo de roca de subsuelo que no permitía su extracción.
Aún así, quizás sabréis que hay una oposición importante a la técnica del "fracking",
especialmente por sus posibles efectos medioambientales,
que trataremos en la lectura complementaria.
En los últimos años se ha producido un "boom"
en la producción de petróleo y gas en Estados Unidos.
Naturalmente, esta abundancia energética ha supuesto beneficios importantes,
tanto a nivel económico como
a nivel geopolítico al reducir sustancialmente las importaciones del país,
sobre todo de gas.
De repente y después de muchos años,
Washington ya no depende tanto del petróleo y gas de países inestables de Oriente Medio.
Esto no significa el fin de su interés en la región,
pero sí supone un mayor grado de independencia.
Ahora sí, y como veréis más adelante con Javier Solana,
la zona es tan inestable que ningún actor internacional la puede ignorar.
Por otra parte, para aquellos países cuyas economías dependen,
en gran parte, de la exportación de petróleo o gas,
como son Rusia, Arabia Saudí,
Venezuela o Nigeria, la nueva producción
estadounidense ha supuesto un gran cambio de escenario.
En el año 2014, por ejemplo,
provocó una importante caída del precio del petróleo que les afectó.
Pero, ¿qué pasa con el resto del mundo?
¿Se podrían extraer cantidades considerables de gas
y petróleo no convencionales en otros países?
Según cálculos realizados en 2013,
se estima que las reservas de gas de esquisto son inmensas en muchos países del mundo.

Las mayores reservas se encuentran en China,


eso podría suponer una base importante para Beijing que,
con la mayor población del mundo y una economía en crecimiento,
necesita una gran cantidad de energía.
Sin embargo, existen dudas sobre su capacidad para extraerlo.
Muchos de los yacimientos se encuentran en zonas con escasez de agua,
un recurso esencial para la producción de este gas.
Los tres mayores productores de gas de esquisto en el mundo eran Estados Unidos,
Canadá y China, pero los últimos dos estaban
muy por detrás de Estados Unidos en cuanto a volúmenes producidos.
Podríamos profundizar mucho más en los hidrocarburos pero, ahora,
quisiera examinar otros recursos energéticos con una huella de carbono mucho menor.
Se trata de las energías renovables.
Y, ahora, quizás pensaréis en miles de paneles
solares o los molinos de viento en las colinas.
Pero, en realidad, las fuente de energía
renovable más utilizada en el mundo es la bioenergía,
incluida la biomasa tradicional, como la leña,
que todavía se usa para cocinar en muchos países en desarrollo.
Sin embargo, este uso de la biomasa es a menudo dañino para la salud,
sobre todo porque en muchos casos se quema dentro de las
casas con la combustión ineficiente y sin suficiente ventilación.
Se calcula que, anualmente,
más de 2 millones y medio de personas
mueren de forma prematura por la contaminación del aire dentro de los hogares.
Las demás fuentes de energía renovable se usan,
sobre todo, para generar electricidad.
En la generación eléctrica, otra vez,
os puede sorprender que la fuente renovable más importante a nivel mundial
no es la solar ni la eólica, sino la hidráulica.
Los estudiantes de Brasil lo sabrán bien,
más de la mitad de su generación eléctrica proviene de la energía hidráulica.
Pero esa fuente de energía,
a veces, también supone un riesgo.
Con la creciente frecuencia de sequías,
las presas se pueden empezar a quedar secas,
lo cual limita la producción de electricidad.
Y ahora sí, llegamos a la energía solar y la eólica.
Son dos fuentes de energía que están en pleno crecimiento.
Si la capacidad global de producción de electricidad
aumentó en un cuatro por ciento en 2016,
casi dos tercios de este crecimiento lo proporcionaron las energías renovables.
Ese crecimiento se explica por varios factores,
uno es la urgencia de frenar el cambio climático,
tema del que hablaremos en profundidad más adelante,
otro es la reducción importante en el precio de las tecnologías.
En Estados Unidos, por ejemplo,
se calcula que los costes de la energía eólica cayeron en dos tercios entre 2009 y 2016,
mientras que los de energía solar a escala de servicio
público disminuyeron en un 85 por ciento.
No obstante, la transición energética de un modelo basado, sobre todo,
en combustibles fósiles a un modelo con una cuota
creciente de renovables crea algunos retos,
la intermitencia es uno de ellos.
Los paneles solares, por ejemplo,
no producen electricidad durante la noche.
Para conseguir una transición energética completa,
hacen falta mecanismos y tecnologías para equilibrar el sistema eléctrico.
Una parte importante vendrá con el desarrollo
de mecanismos para el almacenamiento de la energía,
sea en baterías o en otros medios,
es algo de lo que oiréis hablar mucho en los próximos años.
Podríamos hablar durante horas de estos temas pero,
de momento, abandonamos la energía.
En el próximo video seguiremos con la tercera tendencia,
los cambios en el paradigma productivo y su impacto en el empleo.

También podría gustarte