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estuvieron al pie de la tumba cuando Él resucitó de los muertos (Mt.

28:5-7;
Mr. 16:4-7; Lc. 24:4-7), estuvieron en su ascensión a los cielos (Hch. 1:10-
11), y ahora le sirven al ministrar a todos los creyentes (3:22; He. 1:14). Dios
ha hecho que sus ángeles presencien lo que ocurre en el cuerpo de Cristo.
Ellos se regocijan y alaban a Dios siempre que salva a un pecador (Lc. 15:7,
10). Estaban observando al apóstol Pablo y a los demás apóstoles (1 Co. 4:9).
Dios sigue exhibiendo su gracia salvadora delante de los ángeles “para que la
multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la
iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales” (Ef. 3:10).
Aunque los ángeles nunca experimentarán la redención, el libro del
Apocalipsis contiene una fascinante descripción del interés que tienen en ella:
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el
trono. Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los
veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían
arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los
santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el
libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre
nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos
sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del
trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era
millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue
inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la
fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza (Ap. 5:7-12).
Los santos ángeles se unirán al cántico de redención aunque no hayan
experimentado la salvación. Han sido testigos de la grandeza de la salvación
de Dios, y anhelan mirar más profundamente en ella para poder alabarlo y
glorificarlo más.
Por difíciles que sean las pruebas de la vida, los cristianos pueden
enfrentarlas de manera triunfal debido a la grandeza de la gracia de Dios al
darles una salvación que los profetas estudiaron, el Espíritu Santo inspiró, los
apóstoles predicaron, y los ángeles siguen investigando.

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