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Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito

arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno


mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento
que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este
fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera,
heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día
la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno
cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que
sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él
sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por
fuego (cp. 9:25; 2 Co. 5:10; Col. 3:24; Stg. 1:12; 1 P. 5:4; 2 Jn. 8; Ap.
21:7; 22:12).
Este triple tributo (alabanza, gloria y honra) ocurre cuando sea
manifestado Jesucristo. Manifestado (apokalupsei) se refiere a la segunda
venida de Cristo y en particular se enfoca en la época en que regrese para
premiar a su pueblo redimido. Más adelante en este mismo capítulo Pedro
vuelve a dirigir a sus lectores hacia estas realidades: “Por tanto, ceñid los
lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la
gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado” (1:13; cp. 4:13;
Ro. 8:18; 1 Co. 1:7-8; 2 Ts. 1:5). En su parábola del siervo vigilante, Jesús
habló de la anhelante anticipación de la recompensa eterna:
Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y
vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor
regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en
seguida. Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor,
cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará
que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles (Lc. 12:35-37).
Sin embargo, ninguno de estos pasajes indica que los creyentes tendrán que
esperar hasta el regreso de Cristo antes de que Él encuentre genuina la fe de
ellos. La realidad de esa fe ya está validada al soportar con fidelidad las
tribulaciones y pruebas. Es una asombrosa verdad que cuando Jesús vuelva a
por los suyos no solo que ellos lo servirán gozosos, sino que también Él
gentilmente les servirá y los honrará.

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