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En las profundidades del antiguo templo de Karnak, donde los susurros del Nilo se mezclan
con los susurros de los antiguos dioses, reside la Sacerdotisa. Ella es la guardiana de los
secretos más profundos, la intérprete de los misterios del universo.
Al amanecer, cuando el cielo aún está teñido de azul, la Sacerdotisa se alza delante del
altar, su figura envuelta en el suave resplandor de la Luna. A su lado, una grulla blanca,
símbolo de lealtad y sabiduría, observa con ojos penetrantes.
Isis, la diosa lunar virgen, gobierna el plano mental, su velo de pureza ocultando los
secretos más antiguos del mundo. Con una mano sostiene el Ank, el símbolo del triunfo de
la vida sobre la muerte, mientras que en la otra sostiene un papiro que contiene la
sabiduría esotérica.
Las dos columnas que flanquean su trono representan la dualidad del universo: lo
consciente y lo inconsciente, lo positivo y lo negativo. Y en la base del templo, la Luna en
Cáncer derrama su luz plateada, infundiendo sensibilidad y emotividad a su ser.
Pero la Sacerdotisa no está sola en su reino de secretos y misterios. La letra hebrea Beit,
símbolo del hogar y la intimidad, y el número dos, representación de la unión y la
cooperación, la acompañan en su viaje.
Sin embargo, la Sacerdotisa sabe que en la oscuridad también reside la luz. A través de la
reflexión y la compasión, encuentra la verdad y la serenidad en medio de la tormenta. Y con
cada nuevo amanecer, renueva su compromiso de ser la guardiana de los secretos del
universo, guiando a aquellos que buscan la sabiduría en los rincones más profundos de sus
almas.