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Teatro tradicional:
Responde a los valores conservadores: Dios, Patria y Familia. También introduce una
ligera crítica social (hipocresía, egoísmo, etc.). Emplea una técnica tradicional que
implica una escenografía realista, una acción verosímil, una estructura tripartita y un
lenguaje elaborado. Los autores más representados son José María Pemán (La verdad),
Joaquín Calvo Sotelo (Una muchachita de Valladolid) y Juan Ignacio Luca de Tena
(Don José).
Teatro de humor:
El panorama teatral de posguerra muestra una clara tendencia al teatro del humor. Dos
son los representantes más destacados: Jardiel Poncela y Miguel Mihura.
Jardiel Poncela (Cuatro corazones con freno y marcha atrás y Eloísa está debajo del
almendro) busca el humor en el planteamiento de situaciones inverosímiles y absurdas.
La evolución literaria de Miguel Mihura está marcada por la imposibilidad de
representar Tres sombreros de copa. La obra, escrita en 1932, contiene tal poder crítico
que se impidió su representación hasta 1952. En esta obra Mihura contrapone, con una
feliz convivencia de lo poético y sentimental con lo humorístico y satírico, dos mundos:
el burgués hipócrita, rígido y limitado por una aparente y estricta moral, y otro,
despojado de la rutina y los convencionalismos del primero, libre y vital, pero
igualmente engañoso.
Teatro social:
Entre 1950 y 1965 surge y se desarrollada la llamada “generación realista”. Sus temas
son la realidad española del momento: denuncia de la injusticia y la desigualdad,
alienación de los seres humanos bajo el nuevo orden social y la angustia existencial. Las
técnicas empleadas son la trama lineal, escenografía realista, lenguaje sencillo, la
concentración espacial y temporal, empleo de elementos simbólicos para evitar la
censura y el uso de técnicas esperpénticas que deforman la realidad. Hubo varias
tendencias:
Teatro experimental: