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C. J.
MAHANEY
La V i d a
Cruzcéntrica
Lo PRINCIPAL de
mantener el
Evangelio
2
«Nosotros nunca vamos más aJJá deJ mensaje de Ja cruz, CJ. Mahaney aplica esta verdad en
una poderosa y atractiva manera. Este es un libro para coda cristiano y me complace
recomendarlo».
jerry bridges, autor de en Pos de la santidad
«Una y otra vez, por su vida y escritos, CJ. Mahaney me ha llamado a la posición central de la
cruz. Amo más a Cristo debido a su precioso ministerio».
john piper, autor de Los peligros del deleite
«Cada Timoteo necesita un Pablo. CJ. Mahaney es el mío... y este libro contiene su mensaje de
vida. Léalo y permita que Dios reajuste su vida».
joshua harris, pastor y autor de le dije adiós a las citas amorosas
«Mi amigo C J. Mahaney tiene una pasión por Jesús y su pueblo. Vive centrado en la cruz y está,
por lo tanto, calificado para hablar de esto. Permita que C J camine con usted a través del
poder transformador del evangelio. Estará renovado... y profundamente agradecido por la
gracia de Dios».
randy alcorn, autor de el principio del tesoro Y cartas secretas
«Este bíblico y práctico libro escrito por un sabio y piadoso hombre me ayudó a mí, así como
ayudará a otros, a triunfar sobre dañinos patrones de pensamiento acerca de nuestra vida
diaria como cristianos y a enfocarnos en la obra consumada de Cristo en la cruz».
wayne grudem, profesor investigador de biblia y teología, seminario phoenix, scottsdale, az
CONTENIDO
1. Repita lo obvio
La verdad más importante es la que olvidamos con más facilidad
1. ¿En qué está centrada su vida?
Por qué la cruz debe definir nuestra vida
3. Rompamos las reglas del legalismo
Cómo la cruz lo rescata de la trampa del desempeño
4. Descargue la condenación
Cómo la cruz elimina la culpa y la vergüenza
5. Lo que siente contra lo que es real
Base su fe en la obra consumada de Cristo en la cruz
6. El día centrado en la cruz.
Maneras prácticas para centrar cada día alrededor de la cruz
7. Nunca lo pase por alto
Ponga este libro en un estante, ¡pero no su mensaje!
Notas
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Si es cristiano, no necesita vivir en el mismo lugar toda su vida a fin de recordar quién fue una
vez. Y no le hace falta tener un antecedente en drogas, ni ninguna otra experiencia
extraordinaria de conversión, a fin de que la cruz le resulte amada.
Sin importar nuestro pasado, todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios
(Romanos 3:23). La vida de mi hijo de nueve años de edad, Chad, es muy distinta a la mía. Se
ha criado en un hogar cristiano. Se le ha enseñado la Palabra de Dios. Y a diferencia de su pa-
dre, está rodeado de personas en una iglesia local que respetan la piedad y la humildad, no la
mundanalidad y el orgullo.
No obstante, cuando Chad sea un joven adulto, la cosa mas importante que pueda
enseñarle es que, aun cuando se haya criado en una familia cristiana y se le haya guiado en
una vida moral, él es un pecador que necesita con desesperación la muerte sustituía de Cristo a
fin de que Dios lo perdone.
Y por eso le estoy enseñando el evangelio, día a día. Le digo que es pecador como su papá,
y que el pecado es un problema serio. Lo expreso en palabras que su joven mente sea capaz
de comprender, pero no paso por alto ni minimizo la seriedad del pecado. A través de sus
acciones y actitudes se ha rebelado contra su Hacedor. Y este gran Dios es perfectamente
santo y debe responder con feroz oposición al pecado. Debe castigarlo.
Algunos quizá se sorprendan de que le enseñe a un niño de nueve años de edad la ira de
Dios hacia el pecado. Sin embargo, lo que encuentro sorprendente es que alguna amorosa
persona le retenga esta verdad a otra persona que ama. Puesto que solo cuando
comprendemos la ira de Dios hacia el pecado es que nos damos cuenta de la necesidad de
ser salvos de esto. Solo cuando escuchamos las malísimas nuevas de que merecemos el juicio es
que logramos apreciar las buenísimas nuevas de que Dios nos provee salvación a través de su
Hijo.
Y esto es lo que le ofrezco a mi pequeño hijo como la esperanza de su vida: que Jesús, el
perfecto y justo Hijo de
Dios, murió en su lugar por sus pecados. Jesús se llevó todo el castigo; Jesús recibió toda la ira
cuando lo colgaron de la cruz, a fin de que personas como Chad y su pecador papi fueran
perdonados por completo.
EL ÚNICO MENSAJE ESENCIAL
Espero enseñarle a mi hijo muchas otras cosas también, pero el evangelio es la única cosa
esencial que debe saber.
«El evangelio», escribe Jerry Bridges, «no solo es el mensaje más importante en toda la historia;
es el único mensaje esencial de toda la historia. Sin embargo, dejamos que miles de cristianos
profesantes vivan toda su vida sin una clara comprensión de él y sin experimentar el gozo de
vivir por él» .
El autor John Stott está de acuerdo. «Por todas partes nosotros vemos a cristianos e iglesias
que se despreocupan de su comprensión del evangelio, andando a tientas, y en el peligro de
dejarlo caer de sus manos por completo»3.
A veces las más obvias verdades son las que necesitamos recordar más.
En cierta ocasión, George Orweil dijo que «a veces el primer deber de los hombres
inteligentes es la repetición de lo obvio» . Quizá el propósito de este libro sea repetir la obvia,
aunque a menudo olvidada, verdad del evangelio, que se le ha llevado ante usted en más de
una oportunidad.
Por otra parte, a lo mejor está pensando: «Ya conozco esta verdad, la he conocido por
años». Eso es bueno, pero déjeme preguntarle lo siguiente:
¿Está su vida centrada en la cruz?
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Los síntomas que surgen por no estar centrado en la cruz son fáciles de detectar. ¿Algunos
de estos lo describen a usted?
• A menudo le falta el gozo.
• No está creciendo de manera regular en la madurez espiritual.
• A su amor por Dios le falta pasión.
• Está siempre a la caza de una nueva técnica, alguna «nueva verdad» o nueva experiencia
que le permitirá reunir todas las piezas de su fe.
Si se puede relacionar con algunos de estos síntomas, le animo a que siga leyendo. Cuando
sepa vivir una vida centrada en la cruz, aprenderá a:
• Cómo liberarse de lo que le roba el gozo, del pensamiento y de la vida legalista.
• Cómo dejar atrás los paralizantes efectos de la culpa y la condenación
• Cómo dejar de basar su fe en sus emociones y circunstancias
• Cómo crecer en gratitud, gozo y santidad
Estas no son promesas exageradas de un autor que desea convencerlo para que lea su libro.
Estas son las promesas de Dios para todo el que responda a su maravilloso plan de salvación.
Muchísimos de nosotros hemos pasado por alto ese glorioso plan. En nuestros interminables
deseos de avanzar y estar seguros de que todo lo que hacemos, decimos y pensamos sea
pertinente para la vida moderna, muchísimos de nosotros hemos dejado de concentrarnos en
las maravillas del Jesús crucificado.
Muchísimos de nosotros manejamos con torpeza la verdad más importante de la Biblia y, por
lo tanto, sufrimos las consecuencias.
Aun así, no es demasiado tarde para cambiar. No es demasiado tarde para reiterar y
restablecer la verdad obvia como la verdad más importante en su vida.
El mensaje que Pablo le dio a Timoteo es el mismo mensaje de Dios para usted. Necesita
redescubrir la verdad que le salvó antes. La clave para el gozo, el crecimiento, la pasión no está
oculta de usted. Está delante de sus ojos.
Es el evangelio.
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Nuestra cultura está saturada por completo de anuncios. Cada día nos atacan suplicando
nuestra atención. Y cada llamado dice de alguna manera que se ofrece algo nuevo o superior.
O ambas cosas.
No hay nada malo con ser nuevo o superior. Nuestro problema es que llegamos a ver esos
dos adjetivos como sinónimos; como si alguna cosa nueva fuera siempre superior, o si algo
superior debe ser nuevo.
Es triste, pero una obsesión con lo nuevo y lo superior es común dentro y fuera de la iglesia. La
lista es interminable y siempre cambiante. La dieta y la salud. Sanidad y milagros. Dones del
Espíritu Santo. Matrimonio piadoso. Creacionismo. Música de adoración. Evangelización.
Misiones. El regreso del Señor. Una forma específica de liturgia.
Uno puede encontrar muchos cristianos sinceros y maduros que han edificado la vida
alrededor de estos asuntos. Algunos incluso los cambian cada pocos años, cuando algo nuevo
o (¡presumiblemente!) superior capta su atención.
Por favor, no me malinterprete. Hay un lugar importante para todas esas preocupaciones. No
se deben descuidar ni pasar por alto. Sin embargo, tampoco se debe permitir que cualquier
asunto, tema o causa desplace al evangelio de su legítimo lugar en el mismo centro de nuestra
vida.
La preocupación de D.A. Carson es también justificada cuando escribe: «Temo que la cruz,
sin que se repudie jamás, esté en constante peligro de que se desplace del lugar central que
debe disfrutar, por los conocimientos relativamente periféricos que adquieren con creces
muchísimo peso. Siempre que está el peligro de que la periferia desplace el centro, tiene
mucho que ver con la idolatría»5.
Las cosas nuevas siempre avanzarán. Algunas serán buenas; otras serán superiores. Sin
embargo, según Dios, solo una cosa siempre será la mejor.
El envió a su Hijo al mundo para vivir una vida perfecta e ir a la cruz a fin de cargar su ira por
los pecadores como usted y yo.
Esto es «lo principal», la misma esencia de la vida centrada en la cruz. Fue lo principal de
Pablo. Ninguna otra cosa, ni siquiera las cosas que son bíblicas y honorables, tienen igual o
mayor importancia.
NUESTRO RETO DIARIO
Y, sin embargo, cada día enfrentamos la tentación de apartarnos del evangelio. Ese es el
porqué este libro habla tanto acerca de lo que se debe hacer para mantener al evangelio en
el centro. Analizaremos tres tendencias principales que son capaces de alejar nuestros
corazones:
1. Legalismo: lo cual significa basar nuestra relación con Dios sobre nuestro rendimiento.
2. Condenación: lo cual significa estar más concentrado en nuestro pecado que en la
gracia de Dios.
3. Subjetivismo: lo cual significa basar nuestro concepto de Dios en nuestros cambios de
sentimientos y emociones.
En los tres capítulos siguientes examinaremos cada una de esas tendencias más en detalles y
descubriremos cómo podemos vencerlas. No obstante, como vimos en este capítulo, lo primero
y más importante que puede hacer, siempre, es asegurarse de que el evangelio esté en el
mismo centro de su vida.
¿Qué es lo de primera importancia para usted? Sea lo que sea, es probable que estuviera
pensando en esto mientras leía. Si es algo que no es el evangelio, ¿está dispuesto a arrepentirse
y a reordenar su vida?
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Cualquier cosa que sea lo más importante para usted quizá sea una cosa buena. Tal vez sea
una cosa perfectamente legítima y honorable. Y es probable que esté tan absorto en esto que
se imagina que su problema es de importancia secundaria.
Permítame instarle a que haga todo lo que sea necesario para hacer del evangelio su
pasión. Pídale a Dios que cambie su corazón de modo que, como Pablo dijo en Calatas 6:14,
pueda decir: «Jamás se me ocurra jactarme de otra cosa sino de la cruz de nuestro Señor
Jesucristo».
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Al final, había tantos encima del escenario que el desastre parecía inminente. Mientras todos
los platos se bamboleaban a lo loco a su alrededor, el girador fingía no notarlo, provocando
que miles de nosotros les gritáramos con desesperación a nuestros aparatos de televisión. (Al
menos, suponía que eran miles... Sin duda, ¡yo no era el único!).
Sin embargo, todas las veces, en el último posible segundo, se ponía en acción, yendo de un
lado hacia el otro en un ajetreo constante. De alguna manera siempre estaba allí a tiempo.
UN GIRADOR LLAMADO STUART
Aunque esto no involucra varillas y platos, la vida de un legalista puede llegar a ser tan
desesperada como el acto de un girador de platos.
Conozca a Stuart. Es un nuevo creyente que tiene muchísimo que aprender sobre la vida
cristiana, aunque tiene un genuino amor por Jesucristo. Un domingo por la mañana durante el
culto de la iglesia, su amigo Mike nota que Stuart tiene un pequeño problema en buscar el libro
de Romanos. Después de la reunión, le pregunta a Stuart si lee con regularidad su Biblia.
—¡Eh, claro! —replica Stuart—. Hay tanto allí, que solo busco en diferentes cosas.
Mike curvó sus cejas.
—¿Estás leyendo al azar? En verdad, esa no es la mejor manera. ¡Necesitas leer la Biblia con
seriedad! Escucha, tengo un plan que te dice cómo leer toda la Biblia en un año, un poco
cada día. Te haré una copia.
—¡Caramba! —responde Stuart—. ¿Dices que por este tiempo el año que viene habré leído
toda la Biblia? ¡Eso sería fantástico!
Entonces, solo unos días después, Stuart coloca una flexible varilla en el escenario de su vida
cristiana, levantando un plato llamado Lectura de la Biblia y lo hace girar con fuerza. ¡Y
permanecía en su lugar!
Ahora avancemos a unos seis meses. En este momento Stuart está muchísimo más ocupado
que nunca antes en su vida. Después que Mike le habló de la importancia de la lectura bíblica,
Jimmy lo animó a que meditara en las Escrituras. Unos días más tarde, Andrew ensalzó las glorias
de asistir a una reunión semanal de rendición de cuentas con hombres de la iglesia. En un
sermón, su pastor enfatizó la importancia de las reuniones de oración de la iglesia.
Luego Stuart asistió a una conferencia sobre evangelización. Necesitaba testificar cada día.
Más tarde escuchó un programa radial acerca del ayuno y en otro acerca de la santidad
personal.
Uno a uno, Stuart añadía cada vez más actividades espirituales a su vida. Todas eran
buenas. Algunas eran vitales. No obstante, sin darse cuenta, Stuart permitió que un peligroso
artificio ocupara su mente y corazón. Lo que Dios tenía la intención de que fuera un medio de
experimentar la gracia, Stuart lo cambió a un medio para ganarse la gracia. En lugar de ser una
expresión más de su confianza en la obra salvadora de Dios en su vida, sus actividades
espirituales se convirtieron en platos que giraban para mantenerse.
El cambio se ve sencillamente los domingos por la mañana. Un domingo, Stuart canta y
alaba a Dios con evidente sinceridad y celo. ¿Por qué? Porque en verdad tuvo una buena
semana. Ni un solo plato se bamboleó.
Sin embargo, otro domingo, después de una semana en la que se le cayeron varios platos,
Stuart duda acercarse a Dios. Le resulta difícil adorar de manera espontánea porque siente que
Dios lo desaprueba. Su confianza ya no está en el evangelio; está en su propio desempeño, el
cual no ha sido tan espectacular en los últimos tiempos.
¿Se identifica con el error de Stuart? ¿Ve señales de le-galismo en su propia vida? ¿Descubre
a menudo que es más consciente de su pecado que de lo que Jesús logró en la cruz? Cuando
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describe la actitud de Dios hacia usted, ¿piensa que Dios está decepcionado antes que
deleitado?
¿Le falta el gozo santo? ¿Mira a sus «platos que giran» a fin de tener la confianza (es más,
incluso lo bueno) para acercarse a Dios? Si su respuesta es sí a alguna de esas preguntas, es
probable que haya comenzado a vivir bajo las reglas del legalismo.
Aun así, no se desanime. Examinemos cómo una buena comprensión del evangelio nos
libera de las tristes restricciones del legalismo.
JUSTIFICADO: LA OBRA CONSUMADA
En caso de que lo pregunte, liberarse del legalismo no significa que deje de leer su Biblia, orar
o testificar del evangelio. Si usted y yo deseamos crecer en nuestra fe, necesitamos aprovechar
las buenas herramientas que Dios nos da en esas importantes búsquedas espirituales. El asunto
es nuestro motivo y nuestra comprensión de lo que significa ser salvos por gracia.
¿Recuerda lo que pasó el primer día en que se arrepintió de sus pecados y confió en
Jesucristo? Romanos 3:26 dice que, en ese momento, fue justificado, o declarado justo, delante
de Dios.
Esa palabra, justificado, es importante. Se refiere a su situación delante de Dios. Cuando
pone su fe en Jesús, Dios, el juez, impone el veredicto de que usted es justo. Le transfiere el
perfecto y sin pecados récord de Jesús.
Esta es la asombrosa gracia en lo más asombroso. En el primer momento en que cree, su
pecado pasado deja de existir. No ha hecho ninguna buena obra que pudiera de alguna
manera compensar su desobediencia.
Sin embargo. Dios le perdona de un modo completo y total. No solo limpió el récord de su
pecado, sino que le acreditó la justicia de su Hijo.
SANTIFICADO: LA OBRA CONSTANTE
A pesar de eso, el poder del evangelio no termina con la justificación. Cuando Dios declara
justo a un pecador, enseguida da comienzo al proceso de hacer que el pecador sea más
como su Hijo. A través de la obra del Espíritu Santo, a través del poder de su palabra y el
compañerismo con otros creyentes. Dios nos despoja de los deseos por el pecado, renueva
nuestra mente y cambia nuestra vida. Esta obra constante es lo que llamamos «santificación».
La santificación es un proceso: el proceso de llegar a ser más como Cristo, de crecer en
santidad. Este proceso comienza en el instante de su conversión y no terminará hasta que se
encuentre cara a cara con Jesús.
La santificación trata acerca de nuestras decisiones y comportamiento. Involucra trabajo.
Con el poder del Espíritu de Dios, nos esforzamos. Luchamos con el pecado. Estudiamos la
Escritura y oramos, aun cuando no creemos que nos guste. Huimos de la tentación. Conti-
nuamos; nos empeñamos en la búsqueda de la santidad. Y como llegamos a ser cada vez más
santos, el poder del evangelio nos conforma mucho más, con una mayor claridad, a la imagen
de Jesucristo.
NO CONFUNDA LAS DOS
¿Entiende con claridad qué son la justificación y la santificación?
Si no comprende la distinción entre las dos, será vulnerable al legalismo. Le animo a que
comprenda esos términos teológicos, no para impresionar a sus amigos, sino porque la
comprensión de las diferencias entre la justificación y la santificación es vital para derrotar al
legalismo.
Casi todo hombre y mujer con que me he encontrado y que ha luchado contra el legalismo
ha tenido una comprensión deficiente de cómo la justificación y la santificación se relacionan
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entre sí, y cómo reconocerlas. Debemos distinguir entre la gracia justificadora y la gracia
santificadora, pero nunca separarlas.
A riesgo de repetírmelo, permítame ordenarlas una al lado de la otra de modo que logre ver
con claridad las diferencias entre ambas:
• Justificación es ser declarados justos. Santificación es ser hechos justos, estar conformados
a la imagen de Cristo.
• Justificación es nuestra posición delante de Dios. Santificación es nuestra práctica. ¡Uno no
practica la justificación! Ocurre de una vez por todas, una vez que ocurre la conversión.
• La justificación es objetiva: la obra de Cristo por nosotros. La santificación es subjetiva: la
obra de Cristo dentro de nosotros.
• La justificación es inmediata y completa en la conversión. Nunca más será justificado de lo
que fue en el primer momento en que confió en la Persona de Cristo y en su obra consumada.
La santificación es un proceso. Será más santificado a medida que continúe en la obediencia
motivada por la gracia.
William Plumer lo resume bien cuando escribe: «La justificación es un hecho. No es una obra,
ni una serie de hechos. No es progresiva. El creyente débil y el santo fuerte son justificados por
igual. La justificación no admite grados. A los ojos de Dios, un hombre es o bien justificado por
completo o condenado por completo» .
enseñanzas y encontró en sus palabras la esperanza para el perdón y la limpieza que ninguna
otra persona deseaba concederle a ella.
Cuando la conocemos, ya creía en Jesús y había abandonado su antigua vida. Esta no es la
narración de su salvación; sino más bien, esta es una bella expresión de adoración cristiana
nacida de su amor, alabanza y agradecimiento hacia su Salvador. Reconoce su pecado e
indignidad, y llora con todo su ser.
Sin embargo, he aquí lo más importante que debemos ver. Sus lágrimas no son de
condenación. Llora porque desapareció su culpa. Ama mucho porque se le perdonó mucho.
Estas son lágrimas de gozo, gratitud y pródiga devoción.
PIERDA SU EQUIPAJE
El cristiano que desea disfrutar de una vida centrada en la cruz enfrentará con regularidad su
propia corrupción y la gravedad de su pecado personal, con sinceridad y sin temor. Esto es una
realidad. Aun así, la realidad de la muerte y la resurrección de Jesús por el perdón de pecado
es incluso mayor.
Esto no significa que en ocasiones no tengamos que luchar contra la condenación.
Cada día, el equipaje de condenación se mostrará en el umbral de nuestra puerta, solo
mendigando para cargar nuestras espaldas. En oposición a Dios, nuestra carne dirá que no es
posible que el sacrificio de Jesús baste para ganar el favor del Padre de manera total, sin
reservas y para siempre.
Quiero decir... ¡solo considere todo ese equipaje! El enemigo de nuestra alma con sus
mentiras siempre será raudo para susurrar acusaciones. Cuando vengan esos retos, no trate de
luchar contra la condenación mediante promesas de orar más, ni de ayunar más a menudo, ni
de memorizar más Escritura. Desde luego, la obediencia futura es importante. Aun así, es
imposible resolver los asuntos de ayer haciéndolos mejor mañana.
Nuestras promesas de obediencia futura, aunque sinceras, no resuelven la condenación por
el pecado pasado.
LA DERROTA DE LA CONDENACIÓN
He aquí cómo vencemos la condenación. Confiese su pecado a Dios. Luego crea en El.
Ejercite el don de la fe que Dios le ha dado para creer que Jesús murió por cada uno de los
muchos pecados que le trajeron condenación.
El castigo que El recibió fue por usted. Su resurrección es prueba de que Dios aceptó el
sacrificio de Jesús. El expió los pecados de su pasado y el pecado que acaba de cometer; ya
no necesita cargar su peso.
Usted no lo puede hacer. Es por eso que Jesús lo hizo por usted.
La libertad de la condenación no requiere que olvidemos ni neguemos la profundidad y la
corrupción de nuestros pecados, ya sea que los pecados se cometieran antes de nuestra
conversión o desde nuestra conversión. Es más, si deseamos conocer el gozo y la gratitud que
experimentó la mujer a los pies de Jesús, debemos comenzar a reconocer y a confesar nuestros
muchos pecados.
Pablo dijo que era «el peor de los pecadores» (1 Timoteo 1:16). No se paralizó por la
condenación. Exaltó la gracia de Dios al reconocer sus propias indignidades y pecados
mientras que se admiraba de la misericordia de Dios.
Cada uno de nosotros se puede poner con sinceridad el título de «peor de los pecadores».
No, esto no está reservado de manera especial para los Adolfo Hitler, los Timothy McVeigh y los
Osama bin Laden del mundo. William Law escribe: «Podemos condenarnos justamente como los
mayores pecadores que conocemos porque sabemos más de la locura de nuestro corazón por
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la cruz comienza con el pensamiento bíblico. ¿Está construyendo su vida en lo que siente o en
lo que es verdadero?
El teólogo escocés Sinclair Ferguson indicó: «La orientación evangélica es interna y subjetiva.
Somos mucho mejores mirando hacia dentro que mirando hacia fuera.
En su lugar, necesitamos gastar nuestras energías admirando, explorando, exponiendo y
ensalzando a Jesucristo»". Lo que quiere decir es que estemos enfocados en nosotros mismos y
en nuestros sentimientos.
Piense en esto. ¿Cuan a menudo en un día típico hace un inventario interno en un esfuerzo
por evaluar cómo le va? ¿Cuan a menudo examina una situación mediante el análisis de cómo
se siente con relación a esto? ¿Cuan a menudo hace una consulta mental de cómo se siente, a
diferencia de lo que sabe?
O, más importante aun, ¿qué enseña la Escritura? En otras palabras, ¿cuan a menudo «sigue
a su corazón»?
«Pensamos con nuestros sentimientos»12, dijo Fergu-son. Es cierto. Permitimos que nuestros
sentimientos guíen nuestro pensamiento, y no debe ser así. Las emociones son un don
maravilloso de Dios. Y nuestra relación con Dios debe ofrecer a nuestra vida unos fuertes afectos
piadosos. Sin embargo, no debemos investir a nuestras emociones con la final autoridad. Esto
solo se debe reservar para la Palabra de Dios.
EL PODER DE LA MIRADA EXTERNA
No hace mucho, en las etapas finales de preparar mi mensaje para la mañana siguiente,
volqué una taza de café caliente directamente en el teclado de mi computadora portátil. La
máquina chirrió lastimosamente y la pantalla se quedó en blanco.
En un instante de torpeza, destruí mi computadora, desaparecí mis notas del sermón y añadí
horas a mi tiempo de preparación. Pasmado y sin dar crédito a lo que pasaba, miré con fijeza a
la pantalla vacía. El teclado adquirió la forma de un pequeño pantano tropical, sus teclas
sobresalían en el humeante café como blancas almohadillas.
En ese momento habría deseado decir que confiaba en Dios. No. En su lugar dejé escapar
un airado y espeluznante «¡¡Nooooooo!!». Luego recogí mi silla a unos pocos centímetros del
piso y la puse en su lugar de un golpe.
Al instante me condené. Dios reveló un patrón de queja en mi corazón y pequé una vez más.
En lugar de confiar en Él, en lugar de reconocer que Él era el soberano y yo solo era su siervo,
grité un airado y desafiante «¡No!» al cielo y golpee mi silla.
Casi de inmediato, la voz de mis sentimientos comenzó a hablar.
¿Cómo Dios permitiría esto? ¿Por qué está pasando esto? Ah, fantástico, ¡ahora estás
pecando! ¿Tú eres pastor? ¿Vas a juzgar y a predicarles a otros después de ese lamentable des-
pliegue de ira? ¿Cómo le vas a pedir a Dios ahora que te ayude a prepararte? Esto huele mal.
¡Mira lo que has hecho!
Estoy agradecido de que Dios me ayudó a dejar de escuchar en ese momento. Sabía que
necesitaba hablarme. Y puesto que sabía que me hacía falta ayuda, subí al otro piso y le di
participación a mi esposa, Carolyn. Primero, ella me ayudó con amabilidad a ver el pecado
que causó mi estallido. Luego, juntos, repasamos el evangelio.
Más tarde, bajé y comencé el tedioso proceso de recomponer mi mensaje. Sin embargo,
ahora hablaba conmigo mismo. «Otro expió tu pecado de la ira. Jesús murió por ese pecado. A
Jesús, el único que superó cada prueba, lo tentaron en todas las maneras, pero nunca pecó.
Ocupó tu lugar y lo castigaron en tu lugar. Dios te perdonó y te va a ayudar a preparar y a
predicar este mensaje, no porque no tengas pecado, ¡sino debido a su misericordia!»
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Por la gracia de Dios fui capaz de apartarme de lo que sentía y vivir en el bien de lo que era
verdadero e inmutable: la gracia de Dios para mí a través de la cruz. Y, por fortuna, el sermón
salió bien.
Mi computadora no salió tan bien, ¡pero esa es otra historia!
ENSALZARA JESUCRISTO
Martín Lutero escribió: «[La justicia de Cristo] está por completo fuera y encima de nosotros» .
Es por eso que necesitamos dejar de mirar hacia dentro y hacerlo hacia fuera a la obra de
Cristo en nuestro comportamiento. Como declaró Sinclair Ferguson, debemos «gastar nuestras
energías admirando, explorando, exponiendo y ensalzando a Jesucristo».
Y podemos hacer esto sin importar cómo nos sintamos, pues el evangelio existe
independientemente de nosotros. El propósito del evangelio, como señaló Knox Chamblin, es
«proclamar los acontecimientos salvadores» , y estos no se afectan en lo absoluto por cualquier
cosa que perturbe nuestras emociones. El evangelio es objetivo.
Lo que es subjetivo cambia con regularidad, como la inestable arena. Sin embargo, lo que es
objetivo está construido sobre la sólida roca del evangelio. Cuando miramos hacia dentro,
vivimos por lo subjetivo, lo temporal, lo siempre cambiante, lo poco confiable, lo propenso a ser
falso. Cuando miramos hacia fuera, al evangelio, vivimos por lo objetivo, lo que nunca cambia,
lo que es perfectamente confiable y siempre y del todo verdadero.
Nuestra vida en Cristo está basada en la verdad objetiva y la suprema verdad entre las
innumerables y gloriosas verdades de la Escritura es que Jesús murió por nuestros pecados. Ese
es el corazón del evangelio.
Por lo tanto, el argumento de este capítulo es sencillo: No se escuche a usted; ¡háblese
usted! Comience su día, y en numerosos momentos a través de él, gaste sus energías
«admirando, explorando, exponiendo y ensalzando a Jesucristo».
De esto se trata la vida que está centrada en la cruz. Y hará mucho más llevadero el
encuentro diario con el reloj despertador.
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en Jesús.
Romanos 5:6-11
Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. Porque a duras
penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el
bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores. Cristo
murió por nosotros. Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por su sangre,
seremos salvos de la ira de Dios por medio de El. Porque si cuando éramos enemigos fuimos
reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados,
seremos salvos por su vida. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.
Romanos 8:32-39
El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos
concederá también con Él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el
que justifica. ¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que
resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién
nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o
desnudez, o peligro, o espada?
Tal como está escrito: Por causa tuya somos puestos a muerte todo el día; somos considera-
dos como ovejas para el matadero.
Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo
presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos
podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
2 Corintios 15:3-4
Porque yo os entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros
pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a
las Escritura.
2 Corintios 5:21
Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia
de Dios en Él.
Calatas 2:21
No hago nula la gracia de Dios, porque si la justicia viene por medio de la ley, entonces
Cristo murió en vano.
2. ORE EL EVANGELIO
El evangelio debe ser el centro de su vida de oración. El evangelio hace posible que nos
acerquemos a Dios. El evangelio nos da la confianza para orar con osadía: somos aceptados
en el amado Hijo de Dios.
No hay nada complicado en esto. Para orar el evangelio, simplemente comience a dar
gracias a Dios por la bendición de la vida eterna, comprada a través de la muerte de su Hijo.
Reconozca que la obra de Cristo en la cruz es lo que hace posible la oración.
Dé gracias a El porque, debido a que Jesús cargó la ira de Dios por el pecado, a usted
nunca lo separarán del amor de Dios. Dé gracias a Él porque, debido a la cruz, se reconcilia
con Dios y se le ha dado el Espíritu Santo a fin de que more en usted, lo guíe y le dé el poder de
modo que resista el pecado y sirva a Dios. Luego pídale que bondadosamente lo bendiga con
todo lo que necesita para obedecerlo y glorificarlo.
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Vamos de acuerdo con la cruz, nos mantenemos firmes por la cruz, tenemos el derecho de
pedir con audacia debido a la cruz. El evangelio debe estar entrelazado en todo el proceso de
nuestra alabanza, nuestra petición y nuestra intercesión.
3. CANTE EL EVANGELIO
No soy cantante (se lo pido a mis amigos), pero me encanta cantar acerca de la cruz. El
corazón de un cristiano debe rebosar cada día con la canción del Calvario. Esta es otra
oportunidad para ser estratégico. Existen a la disposición innumerables discos compactos, pero
es importante escoger los que centran nuestra atención en la asombrosa verdad de lo que Dios
hizo a nuestro favor. No todas las canciones de adoración son iguales. Hoy en día, muchas se
centran en el hombre, no en la cruz. Se enfocan más en lo que necesitamos, o en lo que
deseamos que haga Dios, que en lo que ya hiciera Jesús.
Tengo que admitir que echo a perder las magníficas canciones de adoración centradas en
la cruz. Algunos de mis amigos son dotados compositores que crean increíbles y
contemporáneas canciones de adoración que están llenas del evangelio. (Puede encontrar
más acerca de estas canciones y discos en www.sovereigngraceministries.org)
Siempre que la busque, por favor, haga de la adoración centrada en la cruz una parte
regular de su rutina diaria. Si es como yo que no puede tocar un instrumento, adore con música
grabada. No hay una mejor manera para comenzar el día que usando canciones e himnos que
hablen con claridad y poder acerca de la cruz.
Le daré algunas de mis favoritas. Por favor, no las salte ni se apure mientras lee. Vaya poco a
poco; léalas en voz alta. Primero, permita que la letra de este himno de Horatius Bonar haga
eco en su alma:
Yo vertí la sangre sagrada, Yo lo clavé en la cruz, Crucifiqué al Cristo de Dios;
Me uní a la burla malvada. Y de esa multitud vociferante Sentí que era parte de ella;
Y en ese estruendo de voces rudas Reconocí la mía propia. Alrededor de la cruz la multitud
yo vi Que se burlaba al gemido del Sufriente;
Aunque todavía mi voz parece estar, Como si yo me burlara solo'9.
¿Siente el efecto de esas floridas palabras en usted? He aquí otro clásico de John Newton:
En una cruz a Cristo vi Cuando El por mí sufrió;
Los ojos Él fijó en mí Cuando El allí murió. Y su mirada triste allí Jamás olvido yo;
Sentí que me acusaba a mí, Mas Él jamás me habló. Sus males luego mi alma vio, Pesares mil
sufrí;
Fue mi maldad que le causó
Morir allí por mí.
Y luego Cristo así me habló:
«Ya perdonado estás;
Mi corazón por ti sangró
Y en mí vivir podrás».
¡Oh cuánto amor el Salvador
Allí por mí mostró!
Amor sentí al ver que allí
Jesús por mi muño .
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Los himnos como este, y muchos coros contemporáneos también, si están centrados en la
cruz, pueden ayudarle a hacer del evangelio la banda sonora de su día.
4. REPASE CÓMO EL EVANGELIO LO HA CAMBIADO
Muchas personas hoy desean olvidar el pasado. Los errores en que incurrieron y los pecados
cometidos no son asuntos que les gustan volver a visitar. Sin embargo, para los cristianos, una de
las mejores maneras de acercarnos al resplandeciente fuego de la cruz es recordando el
pasado. Debe traernos a la memoria cuan maravillosa es en verdad la salvación de Dios.
El apóstol Pablo estaba comprometido a recordar lo que una vez fue debido a que ese
recuerdo magnificaba la gracia de Dios. «Anteriormente, yo era un blasfemo, un perseguidor y
un insolente; pero Dios tuvo misericordia de mí» (1 Timoteo 1:13). Aunque escrito unos treinta
años después de su conversión. Pablo recordaba de manera vivida y específica sus muchos
pecados antes de convertirse. Knox Chamblin escribe: «Vital para la eficiencia de Pablo como
apóstol fue que nunca olvidó su época de perseguidor [...] Una constante comprensión de la
gracia le recuerda a Pablo el espantoso pecado del que lo liberaron; una constante
comprensión del pecado lo mantenía dependiendo de la gracia».
Es vital para nosotros que nunca lo olvidemos tampoco. Necesitamos seguir el ejemplo de
Pablo. Todos podemos decir: «Una vez fui un ___________» y poner nuestra propia descripción del
estado pecaminoso. Y no necesitamos un extraordinario testimonio para hacerlo.
Aun si su historia no involucra drogas ni inmoralidad, todavía es un milagro de la gracia de
Dios. No lo escribió por usted mismo. Dios intervino. Dios cambió su corazón. Dios lo salvó.
Tome tiempo a fin de pensar en todo esto. Reflexione en esto cada día. También le animo a
que escriba su testimonio en una o dos páginas. Y no solo escriba: «Le pedí a Jesús que entrara
a mi corazón». Detalle en verdad el corazón del evangelio y cómo la sangre de Cristo, vertida
por los pecados del mundo, vino a tener validez en usted personalmente. Sea específico
acerca de que Dios es santo y usted era un objeto de su ira. Identifique el pecado en el que
estaba perdido. Explique cómo Dios lo salvó y cambió su vida para la gloria de El.
Esto lo edificará, lo animará y preparará a fin de hablarles a otros acerca de su testimonio
personal y la verdad del evangelio.
5. ESTUDIE EL EVANGELIO
Para crecer en su pasión por lo que hizo Jesús, incremente
su comprensión de lo que hizo El.
Nunca se contente con su actual conocimiento del evangelio. El evangelio es la verdad que
inunda la vida, transforma el mundo y cambia el universo. Tiene más facetas que ningún
diamante. El hombre nunca agotará su profundidad.
De modo que permítame hacerle unas recomendaciones prácticas a fin de que el
evangelio sea un estudio constante en la vida.
• Sitúese en las epístolas a los Romanos y Calatas. El escritor John Stott, entre otros, ha escrito
excelentes comentarios sobre estas cartas que le pueden ayudar en su estudio.
• No le tema a los términos teológicos. Dedique un tiempo con el objetivo de aprender el
significado de palabras tales como expiación, sustitución, propiciación, justificación, redención,
reconciliación y salvación. Si está en busca de una guía, The Atonement [La Expiación] de León
Morris' explica en detalles cada una de esas palabras. La comprensión de ellas le ayudará a
apreciar y a maravillarse mejor de lo que ha hecho Dios.
• He aquí una resolución de Ano Nuevo que en verdad vale la pena. Tenga como meta
anual leer al menos un libro nuevo sobre la cruz y lea de nuevo un segundo libro sobre este
tema. La lista que le brindo a continuación le servirá para un buen comienzo.
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La Cruz de Cristo de John Stott. Uno de mis favoritos. Stott dice del Salvador: «Por su muerte
era por lo que El más deseaba que lo recordaran»23. Este libro no permitirá que lo olvide. The
Discipline of Grace [La disciplina de la gracia] de Jerry Bridges". Otro de mis favoritos. Los tres
primeros capítulos en particular de este libro son valiosa lectura y debe releerlo por el resto de su
vida.
The Power ofthe Cross ofChrist [El poder de la cruz de Cristo] de Charles Spurgeon . Mi héroe
histórico nos exhorta a «cumplir firmes con la cruz y buscar el misterio de sus heridas» . No existe
una mejor guía humana para esta búsqueda santa. La Cruz y el Ministerio Cristiano de Donaid A.
Carson'. Lectura obligatoria para pastores. Estoy en deuda con el Dr. Carson por este libro.
Definió con eficacia el ministerio pastoral para mí y hará lo mismo por usted.
¿Tiene que viajar entre dos lugares todos los días o tiene algún otro tiempo regular en el que
puede escuchar un cásete? Dé cabida a las predicaciones centradas en la cruz que le pueden
beneficiar y visite www.sovereigngraceministries.org para una lista de los cáseles sobre la cruz.
Lea toda su Biblia con ojo avizor por el evangelio. Se ha notado que cada pasaje de la
Escritura, ya sea del Antiguo Testamento o el Nuevo, o bien predice, prepara, refleja o resulta de
la obra de Cristo. Cuando lea la Escritura en sus devocionales diarios, identifique a qué
categoría corresponde cada pasaje. El Antiguo Testamento en particular cobrará vida a
medida que lo vea señalando a la venida del Salvador.
NO PUEDE HACER ESTO POR SU PROPIA CUENTA
Espero que estas cinco recomendaciones prácticas le den un entendimiento más claro de lo
que significa hacer que cada día esté centrado en la cruz. Sin embargo, mientras pensamos en
todas estas actividades, es vital recordar que no podemos hacer esto por nuestra propia
cuenta. Necesitamos que el Espíritu de Dios ilumine las verdades de la cruz en nuestros
corazones. Esto es cierto en el momento de la regeneración de nuestro corazón y en cada día
de nuestra vida cristiana.
La genuina conversión requiere que Dios abra nuestros ojos espirituales a la verdad del
evangelio. De manera similar, cada vez que observe con un renovado asombro a la cruz de
Cristo, se está llevando a cabo otro milagro. Está recibiendo un don sobrenatural, el don de la
iluminación. Está viendo algo para lo cual hubiera estado completamente ciego si el Espíritu de
Dios no le concede en ese momento la vista espiritual. El Dr. Don Carson escribe:
No solo ha habido un objetivo y público acto de la propia revelación divina en la crucifixión
del Hijo de Dios, sino que debe haber una obra de Dios, por su Espíritu, en la mente y el corazón
del individuo. Si debemos expresar una incondicional gratitud a Dios por el don de su Hijo, no
debemos expresar menos gratitud por el don del Espíritu que nos capacita a aferramos al
evangelio de su Hijo [...] A menos que el Espíritu nos ilumine, los pensamientos de Dios seguirán
siendo profundamente extraños para nosotros.
Cada vez que memoricemos, oremos, cantemos, repasemos o estudiemos el evangelio,
debemos pedirle al Espíritu Santo que abra nuestros ojos y que el evangelio cobre de nuevo
vida para nosotros. Él está pronto para escuchar y fiel para contestar. Sin embargo, su ayuda se
debe buscar de manera activa.
Debido a la gracia del Espíritu de Dios que da poder, me he acercado a la llama de la cruz
día tras día desde ya hace muchos años. No me interprete mal. No lo he hecho a la perfección
y ha habido muchos días en los que mi corazón no tenía la debida pasión. No obstante, soy
sincero al decir que mi apreciación del evangelio y pasión por él ha ido creciendo sin cesar.
Las sugerencias que he hecho en este capítulo han sido valiosas para mí en este proceso de
crecimiento. A través de ellas las chispas del resplandeciente fuego de la cruz han caído en mí
muchísimas veces y mi propio celo ha ardido cada vez con más ardor.
Si Dios puede hacer esto en mi vida. Él puede hacer lo mismo en la suya. Acerque la llama
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cada día.
Construya una vida centrada en la cruz de día en día.
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Aquí estamos en el capítulo final de este pequeño libro. Una vez que haya terminado solo
unas pocas páginas más será suficiente y colocará este volumen en un estante de libros de su
propiedad. Quizá un día en el futuro lo sacará para repasar una cita u hojeará un capítulo o
dos. O a lo mejor nunca lo tocará de nuevo.
No se preocupe, no tendré inconveniente en si mi libro termina en un rincón olvidado de un
estante para libros, acumulando polvo. Aun así, espero que el mensaje de este libro sea uno
que nunca va a poner en un estante.
A lo mejor se olvida de este libro y su autor, pero nunca va a pasar poco apoco el mensaje
de la cruz a un segundo o tercer plano en su vida. Nunca lo dejará a un lado. Nunca lo pasará
por alto.
Puedo escucharlo preguntar: «¿Pero no necesito más que eso?». En un sentido la respuesta
es no. Ninguna otra cosa es de igual importancia. El mensaje de la cruz es la esperanza, la
confianza y la seguridad del cristiano. En el cielo se dedicará a maravillarse de la obra de Cristo,
el Dios Hombre que sufrió en el lugar de nosotros los pecadores.
Y, sin embargo, en otro sentido la respuesta es sí, necesita más. A usted lo salvaron para
crecer, para servir en una iglesia local, para hacer buenas obras y glorificar a Dios. Aun así, el
«más» que necesita como seguidor de Cristo no se encuentra separado de la cruz. El evangelio
no es una clase entre muchas a las que tiene que asistir durante su vida como cristiano, ¡el
evangelio es el edificio completo en el que se llevan a cabo todas las clases!
Debidamente abordados, todos los temas que estudiará y en los que se centrará como
creyente se le ofrecerán «dentro de las paredes» del glorioso evangelio.
«El Espíritu no lleva a sus alumnos más allá de la cruz», escribe}. Knox Chamblin, «sino cada vez
más profundo en ella» .
SÍ, PERO QUÉ ACERCA DE...
Nombre el campo de la vida cristiana sobre el que desea aprender o en el que desea
crecer. ¿El Antiguo Testamento? ¿Los últimos tiempos? ¿Desea crecer en santidad o en la
práctica de la oración? ¿Llegar a ser un mejor esposo, esposa o padre? Ninguna de estas cosas
se puede comprender como es debido si se aíslan de la gracia de Dios a través de la muerte de
Jesús. Ellas, y por cierto todos los temas, deben estudiarse a través de los lentes del evangelio.
Le daré unos pocos ejemplos específicos de lo que esto significa para el estudio de las
siguientes esferas a través de estos lentes.
1. El Antiguo Testamento
Algunas personas le temen al Antiguo Testamento. Lo encuentran confuso y difícil de
comprender. Otros están fascinados con él por razones equivocadas.
Solo la persona que comprende que la cruz es el centro de toda la historia humana es capaz
de entender el Antiguo Testamento. A través de los lentes del evangelio, la Biblia en verdad
llega a ser en un libro que narra una historia: la historia del hombre pecador, del Dios santo y su
plan de salvación a través de su propia sustitución por su pueblo.
Para ser un verdadero estudiante de los libros antiguos de la Escritura, no debemos pasar por
alto el evangelio. ¡Exactamente lo contrario! Todo en el Antiguo Testamento señala hacia
Jesucristo y enriquece nuestra comprensión de la cruz (véase Lucas 24:27).
El drama de la redención comienza en el huerto de Génesis 3 y continúa desarrollándose a
través del Antiguo Testamento hasta alcanzar su climax en la cruz. En todo el camino, el Autor
divino nos prepara para el Calvario: El simbolismo del sistema de sacrificios, el rigor de la ley, los
continuos fallos del hombre y la inquebrantable fidelidad de Dios; todo esto y más intensifica
nuestro asombro de la cruz.
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5. Relaciones
¿Qué decir de las cosas prácticas? Sin duda, es posible que venga el momento en que nos
desviemos solo un poco del evangelio, de modo que nos enfoquemos en los asuntos diarios de
nuestras relaciones con las demás personas.
Esto es tentador para creer, pero no es cierto. Independientemente de sus relaciones con los
demás, ya sea si es soltero o casado, esposo o esposa, padre, madre o abuelo, su fidelidad y
eficiencia en sus relaciones se asocian de manera directa a su comprensión de la cruz.
A causa del pecado, el conflicto relacional es inevitable. Pecará contra otros. Estos pecarán
contra usted. Necesitará perdonar.
Sus relaciones con los demás deben estar basadas en su relación con Dios a través de la
cruz. Efesios 4:32 declara: «Sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense
mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo».
Cuando me lleno de resentimiento hacia otros o soy implacable, doy por sentado que los
pecados de los demás son más serios que los míos contra Dios. La cruz transforma mi
perspectiva. A través de la cruz me doy cuenta que ningún pecado que se cometa contra mí
será jamás tan serio como los innumerables pecados que he cometido contra Dios. Cuando
comprendemos cuánto nos ha perdonado Dios, no es difícil perdonar a otros.
Dios ha sido paciente conmigo de modo que yo puedo ser paciente con otros. Dios me ha
perdonado, así que puedo perdonar a otros. La gracia de Dios me ha cambiado, por eso
puedo confiar en que Él también puede cambiar a otros.
Hay mucho más que se puede decir. Esto es solo una breve introducción del efecto
transformador de la cruz en cada una de nuestras relaciones. Sin embargo, la idea, aunque
sencilla, es poderosa.
Si es soltero, viva una vida centrada en la cruz. Si es casado, construya un matrimonio
centrado en la cruz. Si tiene hijos, practique la paternidad centrada en la cruz. El factor
«práctico» fluye del factor «central».
CUANDO SUFRE
En las cinco esferas anteriores, he presentado solo una pequeña muestra de cómo se ve la
vida a través de los lentes del evangelio. Tal estudio no puede ser exhaustivo, pero nos brinda un
ejemplo básico de cómo procesar y comprender cada objeto por medio de los lentes del
evangelio.
Lo que espero que vea es que la vida centrada en la cruz no es solo una opción entre
muchas que ofrece Dios. Es la vida a la que está llamado cada cristiano.
No obstante, hay un aspecto adicional de la vida que necesitamos examinar y ese es el
sufrimiento. Cuando Pablo se sentó a escribirle a Timoteo desde ese frío calabozo, habló de su
propio sufrimiento porque sabía que, de manera inevitable, Timoteo un día sufriría también.
Al igual que nosotros.
Es probable que usted esté enfrentando pruebas y sufrimientos en este momento. Si no es así,
es inevitable que a la larga los experimentará. En su excelente libro How Long, O Lord [Hasta
cuándo, oh Señor], en el que se examina el sufrimiento y el mal, D.A. Carson escribe: «La verdad
del asunto es que todo lo que tenemos que hacer es vivir lo suficiente y vamos a sufrir» .
A veces nuestro sufrimiento significará simplemente perseverar a través de una prolongada
temporada que no es de nuestro gusto. En otros tiempos, nuestro sufrimiento quizá sea agudo y
severo. En cada caso, el mensaje del evangelio nos brinda la suprema fuente de esperanza y
bienestar.
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