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Trabajó de manera incansable por la renovación de su diócesis, mostrándose cercano, visitó las 1,300

parroquias en visita pastoral cada tres años. “Su pasión por la Iglesia le llevó a prestar una gran atención al
tema de la reforma, pidiendo a los sacerdotes y a los fieles laicos una mayor coherencia y fidelidad al
Evangelio.

CONCILIO DE TRENTO
El Concilio de Trento fue un concilio convocado por el papa Pablo III para intentar resolver la crisis en
la que estaba sumida la Iglesia católica a partir de la Reforma protestante.
La tercera llevada adelante por Pío IV entre 1562 y 1563. Durante esta etapa se hizo evidente que la
separación de los territorios protestantes era inevitable y las discusiones se centraron en las reformas
a la Iglesia católica necesarias para reforzar su posición y mantener a sus fieles.

Solidario con los más débiles


“En el momento de la peste de 1570, se negó a obedecer al rey y al cardenal que le había ordenado
abandonar Braga. Prefirió poner su vida en peligro en lugar de abandonar a las víctimas de la plaga y
privar a los sanos que habían quedado aislados y sin ayuda a causa de la epidemia”.
Amor a la verdad
San Bartolomé nos muestra a todos lo importante que es tener una sana sensibilidad cultural, basada
en un auténtico amor a la verdad, que se traduce en un generoso compromiso de comunicarla a
nuestros hermanos y hermanas”.

“San Bartolomé hizo de su vida y de su ministerio una ofrenda incesante a los encargados de su
cuidado pastoral, no gobernando el rebaño desde lejos, sino saliendo al encuentro de los demás con
un inmenso celo apostólico. Así se ha convertido en una imagen de lo que el Santo Padre Francisco
ama llamar una Iglesia "saliente", siempre en camino, para compartir la existencia de las personas,
especialmente de las que están al margen de la sociedad, para encender luces y calentar corazones
que ayuden a las personas, para encontrar el sentido de la vida y de la historia”.

BEATO JUAN FERNÁNDEZ


Juan Santiago conservó íntegra su vocación franciscana a pesar de todo, convencido de que no es el
hábito el que hace al monje.

Juan Santiago junto con el cohermano Francisco Pinazzo, había buscado refugio en el campanario,
pero fueron descubiertos por los drusos, quienes subieron a la torre de las campanas. A las órdenes
de abandonar la fe y hacerse musulmanes, ellos respondieron: “Tenemos una sola alma y nunca la
perderemos negando nuestra fe. Somos cristianos y religiosos franciscanos y como tales queremos
vivir y morir!”. Así Juan Santiago Fernández, la última víctima, alcanzó en el cielo a sus hermanos que
ya gozaban de la gloria de Dios. Toda la Fraternidad de Damasco había sido inmolada por la fe y había
entrado al Paraíso. La Custodia franciscana de Tierra Santa escribía con caracteres de oro una nueva
página de sangre y de triunfos.

Beata María Clara del Niño Jesús


Fundadora de la Congregación de las Hermanas Franciscanas Hospitalarias de la Inmaculada
Concepción.
Dotó a toda Portugal de centros de asistencia y beneficencia. Fue una mujer entregada a los más
pobres y soportó con paciencia y heroicidad las calumnias. Su lema fue: “Hacer el bien allí donde
hubiera un bien por hacer”

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