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Porque clandestinar

Documento,
versión facsimilar
y transcripción
Porque clandestinar, Documento, versión
facsimilar y transcripción, Libertad bajo palabra,
México, 2023
60 págs.; 13.5 x 21 cm.

Libertad bajo palabra


libertadbajopalabra@riseup.net
http://www.libertadbajopalabra.mx/
Morelos-México

Fotografía de portada:
Baltazar Gómez Pérez

Digitalización y transcripción:
Baltazar Gómez Pérez

Diseño de tapa e interiores:


Chang-Cho

Licencia de producción de pares


Atribución-Compartir bajo la misma licencia-No capitalista
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1 PORQUE CLANDESTINAR

Cada vez que una huelga o un movimiento es reprimido y en


cada ocasión que cae algún revolucionario en las garras de
la policía, sentimos el peligro real que siempre, imprescindi-
blemente, está latente en todos los que andamos en la lucha
revolucionaria.
Es entonces cuando vemos con mayor claridad el sentido
verdadero de nuestras acciones. Es entonces cuando com-
prendemos la urgente necesidad de realizar un trabajo más
cuidadoso, más serio, menos liberal, menos balconeado.
El hecho mismo de dejar para la “hora cero”, para los
momentos difíciles, todo aquello que se refiere a la seguridad
de nuestro trabajo y de la Organización en su conjunto, es
índice de influencia burguesa o pequeñoburguesa en las pro-
pias filas.
Y en efecto, así suele ocurrir; solamente cuando aprehen-
den a algún camarada, cuando sabemos de alguna redada o de
alguna represión policiaca, es cuando nos metemos a “que-
mar papeles”, a “esconder” lo que compromete, a cambiar de
rumbos, etc. Podría pensarse que esto puede pasar en épocas
tranquilas y las repercusiones no serán catastróficas. Sin em-
bargo, el problema no debe quedar reducido a una alternativa
semejante. Una Organización revolucionaria de ninguna ma-
nera puede olvidar el problema fundamental de su existencia,
que es la organización de la toma del poder, lo cual indica que
ante todo lo que hoy se haga en favor de esa lucha, la burgue-
sía no se detendrá y tratara a toda costa de matar en germen
todo lo que constituya base real que permita efectivamente
tomar la fortaleza enemiga. Por esta razón, los capitalistas
harán todos los esfuerzos desde siempre – haya o no impor-
tantes conflictos sociales o “paz social” – para liquidar desde
sus raíces y definitivamente a esos organismos que pueden
desarrollarse y crecer. La burguesía quiere conocer todo lo
que tiene que ver con los agrupamientos revolucionarios,
sin importarle conflicto en el que andan o fuerza con la que
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cuentan. Todo lo archivan y a su debido tiempo lo sacaran


para liquidar a un militante o a una organización en su con-
junto.
La burguesía, pues, siempre anda a la caza de datos, de in-
formación, de militantes; ella trabaja día y noche; sus agentes
se mueven como hormigas con los ojos y los oídos bien abier-
tos. Esto es así tanto en plena guerra, como en la más apacible
de las situaciones.
Organización que seriamente quiera luchar por el poder
tiene que convertirse en coto cerrado para la policía, en forta-
leza inexpugnable, de la cual la burguesía no debe saber ni el
verdadero nombre ni nada que se refiera a la vida interna de
cada uno de sus miembros, como del organismo en su con-
junto. No es verdad que se pueda luchar seriamente por la
revolución, si la policía entra y sale de la organización que se
dice revolucionaria como si fueran las mismas oficinas de Go-
bernación. Por esta razón también decimos que organismos
como los de la izquierda tradicional…, no representan ni con
nada a la vanguardia de la revolución en México. Y también
por ello decimos que en México no existe esa vanguardia aún,
sino que está construyéndose, porque todos los grupos, orga-
nismos, ligas y corrientes que se regodean en su “revolucio-
narismo” no han podido ni podrán contener la entrada y la
penetración de la policía política. Ahí está la larga historia de
entregas, de caídas, de crímenes que la policía ha cometido a
diestra y siniestra gracias ante todo a la penetración policiaca.
Así cayeron asesinados Raúl Ramos y sus compañeros, Lucio
y su núcleo, José Luis y los verdaderos revolucionarios de su
organización. ¡Penetración policiaca, sobre todo! ¡Infiltración
de la policía política ante todo!
La verdadera lucha por la revolución no consiste sólo en
agitar y propagar, en accionar y en nuclear. Esto es fundamen-
tal, pero no lo es todo.
2 La verdadera lucha por la revolución es lucha conspirativa,
profundamente conspirativa, clandestina, secreta, comparti-
mentada, que otorgue a los instrumentos revolucionarios las
máximas garantías de seguridad, de triunfo, de existencia, de
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subsistencia, de desarrollo, de profundización y de acción en


todos los sentidos.
Ni nosotros, ni nadie tiene derecho a proclamarse vanguar-
dia, si no tiene asegurado en sus aspectos fundamentales la
cuestión de la clandestinidad y la conspiración. Nosotros no
tendremos derecho (como nadie la tiene) a reclutar a la gente,
ni menos a incitarla al combate si no le ofrecemos las mínimas
garantías de seguridad de su lucha, de su vida revolucionaria. Y
aquí, por cierto, no se trata de filantropía, de querer resguardar
la vida del militante simplemente porque somos muy “huma-
nos”. Lo hacemos por un humanitarismo, claro está, porque no
queremos segar vidas por gusto y porque no tenemos derecho a
llevar al matadero a nadie. Pero fundamentalmente lo hacemos
por necesidades revolucionarias, por la necesidad de construir
bases firmes y seguras que realmente permitan destruir al edifi-
cio capitalista, que no es juguete no “gorda para enchilar”.
Tampoco creemos en las improvisaciones, en que “la prác-
tica nos ha de enseñar”, y que “en el camino habremos de
construir lo necesario”. La práctica ya está dada históricamen-
te, y ella es precisamente la que nos señala que en materia
de lucha revolucionaria anticapitalista hay que clandestinarse
desde el mismo momento en que surge el primer destello de
idea sobre la organización de la lucha revolucionaria.
Aquí en México, sin embargo, todos los verdaderos revo-
lucionarios primero hablan, luego hablan y después vuelven a
hablar de sus intenciones revolucionarias y ya posteriormente
se dedican a clandestinar sus acciones. Por eso la mayoría de
los revolucionarios mexicanos que por su desarrollo se con-
vierten en dirigentes, ya son ampliamente conocidos por el
Estado Capitalista y hasta plenamente checados por la policía.
El proletariado demanda cosas serias, no escándalos, ni
jugarretas, no machismos, ni infantilismos. Y que lo sepan
bien quienes siguen jugando con la frase revolucionaria: ¡la
vanguardia revolucionaria no puede construirse con las filas
incrustadas de policía política!
Con la finalidad de generalizar nuestra clandestinización
y para detener de inmediato todo aquello que vaya en contra
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de esa necesaria clandestinización, presentamos estos apun-


tes iniciales sobre clandestinidad, seguridad del militante y
otros temas derivados. Cada militante deberá sistematizar sus
propias experiencias y hallar los principios fundamentales de
la clandestinidad, que permitan marchar con paso firme a la
construcción de la vanguardia política del proletariado y a la
organización efectiva, no declarativa, del asedio de la fortaleza
capitalista.
Sobre este tema habremos de insistir siempre, de aquí has-
ta mucho después de la toma del poder. Un descuido en este
asunto habrá de traernos amargura y tristeza; la vida personal
y organizacional nos puede costar.

¿QUE ES LA CLANDESTINIDAD?

1) La clandestinidad es a la línea lo que la forma es al conte-


nido, o sea, una fuente interna de la unidad, de la integridad,
del desarrollo y de la garantía de triunfo de un partido político
auténticamente revolucionario.
La línea política es el conjunto de elementos y procesos
que conforman la base del partido y condicionan y determi-
nan la existencia, el desarrollo y la sustitución o cambio de sus
formas (como la clandestinidad, entre otras). La clandestini-
dad es una forma del partido político; la línea política es su
contenido.
La clandestinidad expresa el nexo interno y el modo de
organización de interacción de los elementos y procesos del
partido tanto en su seno como ante las condiciones externas.
La clandestinidad es una forma de actuar, de existir del par-
tido; una forma de relación entre los militantes; una forma
de comportarse, de vivir (son cuatro renglones ilegibles) ante
3 las condiciones externas. La clandestinidad es una forma de
actuar, de existir del partido; una forma de relación entre los
militantes; una forma de comportarse, de vivir, de luchar, de
llevar a cabo los ingredientes indispensables para el procesa-
miento de la lucha. Es una forma de comportarse con y ante
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el enemigo, con y ante los aliados.


El desarrollo de la clandestinidad y de la línea política es el
desarrollo de dos aspectos del mismo fenómeno, es el desdo-
blamiento de lo uno en lo otro, desdoblamiento que da origen
a contradicciones y conflictos que llevan a limitar democracia,
elegibilidad, libertad, etc., o bien a desechar el clandestinaje a
un nivel y pasarlo a otro, o sustituirlo por el trabajo abierto,
por un lado, o a modificar la línea política, por el otro lado.
Es decir: a una línea política, corresponde el clandestinaje
como tal o en alguna de sus variantes; y a la inversa, al clandes-
tinaje corresponde una determinada línea política.
La unidad de línea política y clandestinidad es relativa,
transitoria y se altera a raíz de los cambios, de los conflictos
y de la lucha entre ambas. La línea de la lucha anticapitalista,
por ejemplo, puede en un momento histórico determinado
encontrarse ante un viraje histórico que implique abandonar
un poco ciertas variantes de clandestinidad y adoptar ciertas
formas de lucha abierta.
Las fuentes de las contradicciones entre línea política y
clandestinidad radican en la diferencia de sus funciones en el
desarrollo: la línea política es la base del desarrollo, mientras
que la clandestinidad es sólo un instrumento de esa base, un
modo de existencia del partido en momentos y circunstan-
cias dadas. La línea política posee movimiento propio, la clan-
destinidad depende de aquella; la línea política encierra en sí
posibilidades de desarrollo sin fin, la clandestinidad lo limita;
la línea política es el elemento rector del desarrollo; la clan-
destinidad posee una independencia relativa, puede facilitar u
obstaculizar el desarrollo.
2) La clandestinidad es apenas uno de los componentes
formales (de forma) del partido revolucionario del proletaria-
do mexicano. Pero es un componente esencial, cualitativo de
ese partido, es decir, una forma que posee en sí tal cantidad de
propiedades que es ya parcialmente contenido.
En México, hacer la revolución proletaria es una tarea de
revolucionarios profesionales marxistas leninistas y no de de-
mócratas ni de reformadores sociales. No es tarea de una sim-
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ple organización de obreros (la cual debe ser como lo señalara


Lenin, en primer lugar, sindical; en segundo lugar, lo más ex-
tensa posible; y, en tercer lugar, lo menos clandestina posible).
La tarea histórica de dirigir la revolución proletaria puede ser
realizada solamente por una organización de revolucionarios
que “debe englobar, ante todo y sobre todo, a personas cuya
profesión sea la actividad revolucionaria… Esta organización,
necesariamente, no debe ser muy extensa, y es preciso que sea
LO MAS CLANDESTINA POSIBLE” (Lenin).
Es la naturaleza del Estado mexicano, y particularmente de
su régimen político – no solo histórico, sino actual; y no sólo
coyuntural, sino orgánico, social, histórico -, la que impide la
formación y construcción del partido revolucionario a imagen
y semejanza del modelo franceses o italiano; por el contario,
esa naturaleza del Estado y todas las características de la lucha
de clases, empujan a todo movimiento revolucionario a una
vida secreta y conspirativa, elementos básicos de la clandes-
tinidad.
El partido revolucionario de los trabajadores mexicanos
debe ser altamente profesional (en el sentido teórico, técni-
co militar, direccional y de militancia); no muy grande (no en
el sentido de su influencia y de las masas que pueda y ten-
ga que mover; debe seleccionar cuidadosamente a sus mili-
tantes ubicados en las más amplias organizaciones), decimos
que no muy grande por su número de afiliados, pero que de
sus militantes un alto número deberá ser cuadro profesional;
finalmente, el Partido deberá ser lo MAS CLANDESTINO
4 POSIBLE.
Solamente las grandes batallas revolucionarias históricas
de las masas trabajadoras, llevaran a amplias masas a las filas
del Partido.
En México, los revolucionarios sueltos, los grupos revolu-
cionarios de estudiantes y hasta de obreros muy bien intencio-
nados y valientes, pero impreparados, desprofesionalizados,
son amateurs fáciles víctimas de la policía mexicana. Sus ac-
ciones hacen recordar a los que apuntara Lenin: “un combate
librado por grupos armados con garrotes contra un ejército
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moderno”.
Eso mismo ocurre con los grupos o revolucionarios aisla-
dos que NO SON CLANDESTINOS.
La clandestinidad, pues, es un componente fundamental
del verdadero partido revolucionario del proletariado mexica-
no, porque la línea por la revolución en México puede reali-
zarse y se realizara contra la represión y el asesinato burgués
constante.
A la línea de la revolución en México, corresponde la for-
ma organizativa de la clandestinidad. No hay partido revolu-
cionario sin clandestinidad.
LA CLANDESTINIDAD ES EL CONJUNTO DE ME-
TODOS Y RECURSOS ORGANIZATIVOS, POR ME-
DIO DE LOS CUALES LA ACTIVIDAD POLÍTICA, LA
ORGANIZACIÓN POLÍTICA Y EN GENERAL TODA
LA LUCHA POLÍTICA SE REALIZAN SIN QUE EL
ENEMIGO DESCUBRA LAS GENTES, LOS RECUR-
SOS, LOS PLANES PARTICULARES Y LOS PUNTOS
DE APOYO.
LA CLANDESTINIDAD ES EL SECRETO ANTE LA
POLICÍA, ANTE EL ENEMIGO.

DETERMINANTES DE LA CLANDESTINIDAD

La clandestinidad es uno de los componentes esenciales del


partido de la revolución en México por una serie de circuns-
tancias:
a) El régimen político mexicano; la burguesía mexicana
realiza su dominación de clase con corporativismo, fascismo,
autocratismo, unipartidismo; cada vez el ingrediente represi-
vo, asesino, torturador, son más fuertes en la dictadura bur-
guesa, sobre todo cuando se trata de organismos revoluciona-
rios del proletariado;
b) La experiencia de la lucha de clases en nuestro país: la
historia de la lucha de clases indica claramente que la burgue-
sía mexicana está dispuesta a todo con tal de acabar con los
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organismos revolucionarios; incrusta a como dé lugar a sus


agentes en las filas de los grupos o corrientes revoluciona-
rias, despliega toda su energía para conocer a fondo los planes
de esas organizaciones. La construcción de la vanguardia en
nuestro país ha sido una lucha constante contra la penetra-
ción de la policía política y todos los intentos en el sentido de
esa construcción han fracasado entre otras razones porque
la policía se encumbra hasta los puestos más elevados de las
direcciones de los agrupamientos revolucionarios. Los diri-
gentes más importantes que han forjado la lucha proletaria
han caído en manos de la burguesía por la acción directa de la
penetración del espionaje burgués. Organismos como el….,
están incrustados desde la base hasta la cumbre por espías del
Estado capitalista;
c) El nivel en que se encuentra en México la construcción
capital – trabajo: el desarrollo del capitalismo en México –
dentro del cuadro del capitalismo mundial – limita extraordi-
nariamente las posibilidades reformistas y concesionarias por
parte de la burguesía mexicana, e introduce más cada vez la
necesidad del asesinato, la represión selectiva, el aniquilamien-
to de los cuerpos direccionales y de los cuadros principales de
los gérmenes de vanguardia política del proletariado mexica-
no;
d) La cercanía del imperialismo yanqui, en las condiciones
políticas que se han generado bajo la experiencia de la revo-
5 lución Cubana: esto implica que todo el aparato del espionaje
mexicano estará respaldado con fuerza creciente por el apa-
rato gringo para impedir que se desarrollen los gérmenes de
vanguardia revolucionaria.
e) La burguesía nunca entrega pacíficamente el poder, de
tal manera que aplicara la violencia – en todas sus variantes –
contra los revolucionarios, tratando de destruirlos de raíz: en
el fondo, la verdadera lucha por la revolución en México es
una verdadera guerra de clases, en la que habrá que cuidar a la
organización como a la niña de los ojos, pues la burguesía des-
truirá con lo que pueda a lo que realmente socave su poder.
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LA EXPERIENCIA BOLCHEVIQUE ES CLARA

Los revolucionarios siempre han reconocido que ahí donde


existan condiciones de libertad y democracia burguesa auten-
ticas, ningún partido revolucionario, es decir, anticapitalista
global, puede emprender y realizar su trabajo de otra manera
que no sea con clandestinidad.
Pero el mismo carácter del sistema capitalista, indepen-
dientemente de las formas que adopte su Estado, obligan a los
revolucionarios anticapitalistas a clandestinar su organización
y sus actividades. De hecho, esta segunda cuestión resulta más
importante que la anterior (hacer depender a la clandestinidad
del carácter del régimen político), pues el que no se prepara
desde sus mismos orígenes, a la hora de las grandes decisiones
ya no puede transformar su estructura ni sus actividades.
Desde los primeros años de su actividad partidista, Lenin
señala lo anterior: “Mientras no tengamos libertad política –
dijo -, libraremos esta lucha en secreto, a escondidas de la
policía” (“A los pobres del campo”, 1903). “El mejoramiento
de la organización y de la disciplina revolucionaria, y el per-
feccionamiento de la técnica conspirativa son absolutamente
imprescindibles”, había dicho antes. (“El problema esencial
“, 1899).
Lenin señaló la necesidad de ser claros y no ambiguos en
este problema de vital importancia para la revolución. En
1903, polemizando con un representante del marxismo legal,
Lenin apuntó: “Con respecto a la táctica del nuevo partido
el señor Struve se muestra evasivo a más no poder. ¡Lástima!
Y aún lo es más que repita y subraye una y otra vez la nece-
sidad de una ‘táctica doble’, en el sentido de ‘compaginar de
un modo audaz, ágil e inseparable’ los procedimientos legales
e ilegales de actuación. En el mejor de los casos esto es una
manera de rehuir los verdaderos problemas en cuanto a los
métodos de acción clandestina. Y este problema es apremian-
te, ya que sólo una actuación clandestina sistemática define en
la realidad la fisonomía de un partido”.
La utilización de formas legales de lucha nunca fue negada
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por Lenin como algo fundamental, ni identificó a un partido


ilegal con uno clandestino, como no acepto que toda actividad
ilegal sea revolucionaria de por sí, como suelen hacerlo quienes
rinden culto a la ilegalidad, cayendo en un verdadero anarquis-
mo. “Todo partido que se halle fuera de la ley – escribió Lenin –
compagina los procedimientos clandestinos con los legales, en
el sentido de que se apoya en masas que no hacen directamente
‘vida lega’, apoya las protestas legales, utiliza las posibilidades
legales de la propaganda, de la organización, etc. (“El señor
Struve desenmascarado por su colaborador” 1903).

ELEMENTOS DEL TRABAJO CLANDESTINO

Son varias las propiedades cualitativas del trabajo clandesti-


no. Señalamos algunas de ellas. Cada militante deberá en sus
respectivos frentes de actividades inventar y localizar nuevas
propiedades.

La compartimentación

6 Para resguardar en secreto los componentes fundamentales


de la vanguardia es necesario que cada militante esté ubicado
lo mejor posible, tanto desde el punto de vista de sus capaci-
dades como de la misma estructura organizativa.
La compartimentación es la colocación de cada militante en
un compartimento del cual no debe salir caprichosamente (sino
por resolución de la Dirección); la entrada a este compartimen-
to tampoco es libre, sino contralado por la Dirección.
La compartimentación es la dedicación a las actividades
precisas que se ha encomendado al militante, sin que pue-
da dedicarse a otras actividades por libre y personal decisión,
sino de acuerdo con la Dirección. Es la dedicación exclusiva
a sus responsabilidades, sin que se pueda interferir en otras
responsabilidades, ni permitir que se interfiera en la propia
responsabilidad.
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Una especialización rigurosa

“La conspiración exige, antes que nada, de cada circulo, de


cada individuo, que se especialice en determinadas funciones
de trabajo y que se conceda al organismo central el papel de
coordinador hasta de los más pequeños grupos”.
La centralización en manos del núcleo central de dirección
es la especialización – junto con la dirección generalizada del
agrupamiento – de ese núcleo central, y marca la subordina-
ción de todo el trabajo a ese núcleo central.
La especialización es la otra cara de la formación integral
del militante y del agrupamiento revolucionario, e implica y se
desprende de la divisa que Lenin gustaba enarbolar: “¡Saber
todo de un poco y un poco de nada!”. La especialización es
sobre todo la avocación a una esfera de realidad y de acción del
agrupamiento revolucionario del cual se debe conocer todo,
dominar en todos sentidos. Esto permite la solución efectiva
de los problemas de la dirección y del trabajo revolucionario
en esta esfera; esto se hará en todas las esferas y en todas las
instancias organizativas.
La especialización es un resguardo ante la política porque
implica realizar las actividades con el máximo de conocimien-
tos y dominio sobre lo que se va a emprender. Pero es res-
guardo para que no penetre la policía porque al margen de
error en las actividades es fácilmente checable, lo cual permite
definir cuando se trata de un sabotaje a la actividad o cuan-
do la causa del fracaso o del tropiezo fue error o deficiencia
simplemente. En tercer lugar, la especialización es resguardo
ante el espionaje burgués porque no permite el conocimiento
de todo cuanto existe, se hace, cómo y por quiénes se hace,
sino que cada militante conoce sólo parte, de tal manera que
si un militante cayera en manos de la policía ésta nunca podrá
destruirla. La especialización, por otra parte, permite que el
militante ande más ligero, sin tanta información sobre su ca-
beza y sin tantas responsabilidades sobre sus espaldas.
Los NL y NCP (sic), deberán dedicar mucho de su tiempo
a la labor de la especialización, a encontrar para cada tarea al
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militante adecuado, y para cada militante la tarea y la responsa-


bilidad adecuada. La especialización determina en mucho las
instancias y gran parte de la estructura organizativa en general.
“Las funciones dentro de la actividad revolucionaria – con-
tinua, diciendo Lenin – son infinitamente diversas: se necesi-
tan agitadores profesionales que sepan presentarse y hablar
ante los obreros, de tal manera, que no sea posible llevarlos a
la cárcel; que sepan hablar con tanta habilidad que diciendo
solamente ‘A’ dejen a los demás que digan ‘B’ y ‘C’. Necesi-
tamos gente que difunda nuestra literatura y nuestros volan-
tes. Necesitamos organizadores de círculos y de grupos de
obreros. Necesitamos corresponsales en todas las fábricas y
talleres, que nos proporcionen información sobre todos los
acontecimientos. Necesitamos personas que vigilen a los pro-
7 vocadores y espías. Necesitamos gente que se encargue de
encontrar lugares adecuados para las reuniones clandestinas.
Necesitamos personas que se encarguen de entregar mensa-
jes y establecer enlaces de todo tipo. Necesitamos gente que
se ocupe de los recursos. Necesitamos militantes entre los
intelectuales y los funcionarios. Necesitamos contar con los
elementos necesarios para asegurar el depósito de nuestra lite-
ratura y otros materiales” (“A los obreros de Petersburgo y a
los socialistas de la ‘Unión de Lucha”. 1899).
Nótese la gran variedad de funciones que Lenin refiere
para la especialización. Esta riqueza de pensamiento leninis-
ta tiene enorme significación para la construcción de la van-
guardia en México y constituye un mentís para todos aquellos
que niegan la necesaria división del trabajo revolucionario y la
obligada especialización.
El señalamiento leninista golpea de frente a todos nuestros
ultraizquierdistas que interpretando equivocadamente la divi-
sa marxista de que “todo comunista considera (ilegible) sus
verdaderos objetivos” de hecho inducen a que cada militante
se identifique ante la policía por todo su lenguaje – hablado
y escrito -, por todo su comportamiento y por toda su vida
en general. Los izquierdistas obligan a sus militantes a decir-
lo “todo” en cada acción que toman la palabra. Como dijera
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Lenin, esos ultraizquierdistas dicen no solo “A”, sino “B” y


hasta “Z”.
Cuando Lenin refiere que debe haber gente que hable en
las asambleas y no sea posible llevarlo a la cárcel, naturalmen-
te que no se refiere a una confianza en la legalidad burguesa
en el sentido de que si no se pronuncian palabras “insultan-
tes” o “provocadoras” la policía no tendrá “argumentos” para
aprender al orador. No, nada de eso. Lenin quiere decir que el
agitador puede penetrar en el pensamiento y la conciencia de
las masas sin necesidad de informar públicamente (claro está
que ni privadamente) a la policía de todo ni de parte de sus
fines y sus planes.
Las palabras de Lenin, que él llevo a la práctica con ejem-
plar firmeza, son también un mentís para los “ultrarevolucio-
narios” que no reconocen ninguna otra actividad como re-
volucionaria, que no sea la implica desplante, bravatas y con
acción militar directa. Lenin invoca, y llama a una actividad
rica, múltiple, compleja y no empobrecida ni unilineal.
Así también, Lenin no desprecia al que por varias razones
no está apto para actividades “sorprendentes”, “extraordina-
rias”, “gruesas”. Para él es trabajo revolucionario el que pueda
realizar un expropiador de bancos como el que puede realizar
una simple información de lo que ocurre en la fábrica; siem-
pre y cuando, claro está todo esté debidamente eslabonado
en una misma dirección revolucionaria y bajo un solo mando
revolucionario.

Parcialización restringida y labor modesta individual

“Necesitamos colaboradores para todo tipo de actividades,


y cuanto más concreta sea la especialización de los revolu-
cionarios, cuanto más se dominen los métodos de trabajo
conspirativo y cuanto mejor se encubra su acción, cuanto
más abnegadamente se compenetren de la pequeña y mo-
desta labor individual tanto más segura será nuestra tarea y
más difícil será para los gendarmes y espías descubrir a los
revolucionarios” (Ibíd.)
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Más adelante, Lenin apunta algo que resulta fundamental


para los revolucionarios mexicanos, más presuntuosos que
modestos, más dados a aparecer, a mostrarse, a querer ser ge-
nerales sin haber pasado por soldados rasos:
“Sabemos que una especialización de tal naturaleza es una
labor muy difícil, porque requiere del hombre la mayor firme-
za y abnegación, requiere que consagre todos sus esfuerzos a
una tarea oscura, monótona y uniforme, le impide mantener
contacto con los camaradas, subordina la vida entera del revo-
lucionario a una rígida y severa disciplina. Pero únicamente en
tales condiciones pudieron los corifeos de la practica revolu-
cionaria en Rusia, llevar a cabo las más grandiosas empresas,
tardando años enteros en la preparación de todos los detalles
de la tarea”. Semejante especialización exige mucha firmeza,
una mayor capacidad de concentración para afrontar un tra-
bajo humilde, modesto, anónimo.
La clandestinidad es una labor colectiva, pero que pasa por
el esfuerzo de cada uno de los militantes; es una actividad
grandiosa, pero que se crisola en la humildad, en la sencillez
y en la modestia de quien emprende acciones históricas sin
aparecer ni hacer escándalos. Es una labor pública, la más pu-
blica de las labores puesto que atañe y ataca directamente al
Estado capitalista, pero que se realiza en el más privado de los
secretos.
La importancia de este principio del clandestinaje salta a la
vista cuando recordamos que los éxitos más importantes los
ha conseguido la policía política, precisamente de las infor-
maciones que los mismos militantes le proporcionan por sus
presunciones, gritos y algarabías; son los mismos militantes
los que informan dónde, cómo, cuándo, para qué y para quién
van a actuar.
Los desesperados, los “ansiosos”, los que “a nada le te-
men”, los presuntuosos, están tan capacitados para ser clan-
destinos, como los cojos para correr y los mudos para hablar;
dirán una y mil veces que son clandestinos; proclamaran a
los vientos su decisión de ser clandestinos, pero a la primera
oportunidad romperán con lo que aseguran ser.
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La parcialización restringida, la especialización rigurosa,


como los elementos que enumeramos a continuación, son los
antídotos a las deformaciones pequeño burguesas que entor-
pecen el clandestinaje.

PLANIFICACION Y DISCIPLINA

“Cuanto más parcializada y más restringida sea la tarea que


asuma cada persona o grupo, tanto mayores serán las posi-
bilidades de cumplir esa tarea hasta el fin y evitar su fraca-
so; DISCUTIENDO cada uno de sus detalles conspirativos,
aplicando TODOS LOS METODOS posibles para burlar la
vigilancia e inducirla a confusión, el éxito de nuestro objetivo
será más seguro”. El trabajo artesanal estorba la clandestini-
dad, lo mismo que el espontaneismo y el voluntarismo en la
acción. La clandestinidad reclama la previsión de los hechos y
la preparación de los planes para afrontarlos. Un solo hecho
puede mostrar cómo los bolcheviques trabajaban en ese sen-
tido. Por ejemplo, en 1900, Lenin escribió: “Dentro de seis
meses los obreros celebrarán el primero de mayo y ya es hora
de que nos preocupemos de que esta celebración se extienda
al mayor número de centros posibles, que resulte lo más im-
ponente posible”.
La clandestinidad no puede darse sin el conteo de todos
los pros y los contras de cada acción, y para ello es necesario
que el militante tenga un conocimiento exacto de la situación
política que se vive en el preciso momento de realizarse la
acción, el conocimiento preciso de la correlación de fuerzas,
porque una acción simple puede adquirir enormes propor-
ciones si se produce en el preciso instante en que se da algún
hecho que movilice a la represión burguesa.
La planificación debe hacerse siempre, independientemen-
te de que la acción sea pequeña o grande, legal o ilegal, armada
o no armada.
Ahora bien, de nada sirve planificar o decir que se planifi-
ca, si a la hora de los hechos cada quien hace lo que le viene
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en gana, o se cambia el plan conforme lo decide alguien en el


actuar mismo.
La disciplina es consiente siempre y se apoya en la juste-
za de la tarea, del planteamiento y de la línea en general. La
disciplina se consigue con el análisis multilateral y completo,
profundo y razonado de los componentes de una tarea o una
labor especifica; por esta razón, siempre una acción debe es-
tar antecedida de una discusión, de una investigación, de un
análisis; siempre hay que ver los pros y los contras, prevenir
las constantes y los imponderables (las casualidades o los acci-
dentes políticos no previstos e imposibles de preverse).
La disciplina debe ser pareja y obligada para todos por
9 igual; debe ser a fondo y sin medias tintas ni vacilaciones;
nunca debe contraponer a la iniciativa, porque siempre debe
residir en lo fundamental, en el resguardo de las cuestiones de
contenido, de fondo, de la lucha misma, en tanto que la inicia-
tiva se refiere ante todo a las cuestiones de forma.
De igual manera que nunca debe dejar de planificarse in-
dependientemente del monto de la acción, así también la dis-
ciplina es obligada en todo momento, en toda circunstancia y
ante cualquier acción.

CORRESPONDENCIA ENTRE LA TAREA Y LOS RE-


CURSOS EMPLEADOS

La clandestinidad es secreta, sobre todo. Por ello al empren-


derse una actividad se deben ponderar el tiempo y el espacio,
el momento y la explosividad y rasgos políticos del lugar don-
de se actúa.
Una acción mal llevada puede enseñar mucho a la policía,
puede mostrar mucho del interior de la organización revolu-
cionaria; puede provocar represiones extemporáneas, enfren-
tamientos desfavorables; puede desencadenar acciones inne-
cesarias.
La correspondencia entre los recursos empleados y las ca-
racterísticas de la tarea, es muy importante en la clandestini-
38

dad. Por ejemplo, usar armas de fuego siempre y en cualquier


acción permite que la policía ubique a la organización, a sus
trazos principales, a su estructura, a sus vías de construcción
y a sus finalidades. Lo contrario, es igualmente válido: ir con
las manos libres cuando se prevén asesinatos por parte de la
burguesía.
Ahora bien, lo fundamental en este caso es romper con la
cuantía de la tarea imponiendo recursos materiales propios
a acciones superiores. Es éste el punto débil de los doctrina-
rios de izquierda, quienes en todo momento y ante cualquier
acción imponen el uso de las armas como elemento político
fundamental.

CONSERVARSE EN LAS TAREAS GENERALES QUE


MARCA LA ETAPA

Las tareas de una organización revolucionaria, en general es-


tán enmarcadas en las líneas fundamentales de desarrollo de
la etapa en que se vive. Desbordar caprichosamente esos mar-
cos implica y significa romper con la clandestinidad. Esto es
así porque se introducen a la organización tareas que no está
en ningún sentido preparada para abordarlos, o sólo parcial y
unilateralmente lo está, lo cual permite o facilita la represión
o el aniquilamiento de la parte tomada impreparada y por sor-
presa.
A una etapa de acumulación de fuerzas de ninguna manera
puede corresponder el enfrentamiento directo con el Esta-
do, la realización de acciones públicas de fuerza, etc. A una
etapa determinada, como lo demuestra la organización de las
vanguardias que han triunfado (no las que han fracasado), co-
rresponden la propaganda y la agitación como recursos fun-
damentales; a otras etapas corresponde la acción de fuerza
directa, la acción armada, etc.
El desbordamiento de las tareas de la etapa ubica a la orga-
nización, la enfrenta impreparada, la coloca en desventaja. Por
eso los policías infiltrados en las agrupaciones revolucionarias
39

hacen mil y un esfuerzos para llegar de inmediato a las cosas


“gruesas” y sobre todo “a las armas”, colocando a este tipo
de acciones como una cuestión de honor para los revolucio-
narios. A sí se han abortado y se siguen abortando intentos
revolucionarios.

GUIARSE POR LAS LEYES DE LA REVOLUCION,


GUIARSE POR EL MARXISMO

Aunque este es el principio fundamental de la clandestinidad,


hemos creído conveniente dejarlo es este lugar por cuestiones
de claridad, para que nuestros militantes lo entiendan mejor
Las leyes de la revolución, que todo militante revolucionario
10 debe dominar - o de lo contrario será un redomado volunta-
rista – son precisas y estrictas. Cualquier violación a ellas es
fatal, como han tenido oportunidad de demostrarlo con lar-
gueza muchas organizaciones que en México han pretendido
y pretenden ser la vanguardia de la revolución.
La relación entre lo político y lo militar, el hombre y el
arma, el desarrollo local y el carácter político nacional de la
lucha; o la dialéctica entre lo legal y lo ilegal, el papel de las
masas en la historia, son apenas algunas cuestiones relativas a
aquellas leyes, que siempre y en cualquier circunstancia rom-
pen o resguardan la clandestinidad, permiten o impiden ser
clandestino.

CADA TAREA DEBE SER REALIZADA POR EL ME-


NOR NÚMERO POSIBLE DE PERSONAS.

Cada militante debe dominar esas leyes a la perfección y


mientras mayor dominio exista, habrá más y mejor clandesti-
nización. Pero ese conocimiento no basta para conservar en
secreto a la organización y al militante. A ese conocimiento
debe acompañársele con un sistema de medidas como las que
venimos apuntando.
40

El sistema del clandestinaje incluye también la necesidad


de restringir al máximo los peligros, los riesgos; restringir al
máximo la ampliación de las informaciones. Para ello, cada
tarea debe tender a realizarse por el mínimo necesario de per-
sonas, sin poner en riesgo a la acción por querer movilizar a
pocos militantes, claro está. Las tareas deben llevar siempre el
mínimo necesario e imprescindible, no más pero tampoco no
menos.
Esto permite una disminución de los que conocen el secre-
to de la acción, una disminución de los militantes que pueden
caer en manos de la policía, pues nunca hay que olvidar que
siempre se corre ese peligro, y la posibilidad de utilizar a otros
militantes en otras tareas al mismo tiempo.

SABER UTILIZAR A TODOS Y A TODO

“Todo el arte de la organización conspirativa – dice Lenin


– debe consistir en saber utilizar a todos y a todo, en dar tra-
bajo a todos y a cada uno, manteniendo al mismo tiempo la
dirección del movimiento todo y manteniéndolo, se entiende,
no por la fuerza del poder, sino por la fuerza de la autoridad,
por la fuerza de la energía, por la mayor experiencia, la mayor
amplitud de cultura y el mayor talento”.
El control sobre cada militante permite localizar a lo ajeno
a la organización, detectar a los incrustados con fines contra-
rrevolucionarios. Para ello. Cada acción debe ser debidamente
checada, controlada en cuanto a los participantes, sus resulta-
dos, sus consecuencias políticas generales y particulares, etc.
Ese control debe hacerse poniendo a todos a trabajar y
poniendo a funcionar a todo lo que implica posibilidades de
labor revolucionaria, sin cortapisas. Esto permite observar el
comportamiento de cada militante, sus reacciones, sus inclina-
ciones; permite que nadie esté ocioso. En este sentido, ningún
militante puede llevar vida doble, ni guardar secretos para la
organización; la proletarización es fundamental e implica en-
tre otros elementos la disciplina, la firmeza, la constancia, la
sencillez y lo que en este punto queremos señalar, implica el
41

“sinceramiento” con sus compañeros, sacar su vida interior y


hacerla acervo del colectivo.

REALIZAR PERMANENTEMENTE UNA VIGILAN-


CIA REVOLUCIONARIA.

Por vigilancia revolucionaria entendemos la vigilancia que al


interior de la organización cada militante debe llevar consigo
mismo y con sus camaradas. En cada acción (estudio, agita-
ción, propaganda, etc.) es necesario que cada militante vigile
el comportamiento de sus camaradas, se fije en sus reacciones,
en sus defectos, en sus aptitudes, y las señale y las critique con
toda oportunidad y sinceridad. En la acción nunca se debe
ir de frente, pues el enemigo puede estar incrustado en las
propias filas; y a este enemigo se le descubre en sus maneras
de actuar, en sus estilos de actuar, en sus reacciones y movi-
mientos. Claro está, en la acción también se descubre al líder,
de tal manera que no cabe andar solo a la caza de agentes,
sino también para descubrir al jefe de la lucha de la revolu-
ción, descubriendo en cada quien las mejores cualidades para
fomentarlas.
Para ello, después de cada acción, hay que hacer un recuen-
to total, practicando la crítica y la autocritica.

MAYOR TRABAJO PERSONAL.

La clandestinidad, como dijimos, reclama control riguroso so-


bre toda la organización y sobre cada militante, control que se
consigue con una dirección adecuada y con una intensidad del
trabajo personal de cada militante a todas las instancias.
Cada militante debe estar con una tarea concreta, clara,
bien definida, suya, especifica; ningún militante puede que-
darse suelto, sin una tarea concreta, definida y controlada. No
hacerlo así es dejar la puerta abierta para que en la organi-
zación entren los policías y supervivan los charlatanes. “El
mal consiste – apunto Lenin – en que, en una atmósfera de
descontento político casi general, en condiciones que exigen
42

un sigilo casi absoluto en el trabajo, en que la mayor parte de


la actividad tiene que concentrarse en círculos rigurosamente
secretos e incluso en entrevistas puramente personales, nos
resulta extraordinariamente difícil, por no decir que imposible
distinguir a los charlatanes de los que trabajan”.
El secreto, el sigilo, el círculo rigurosamente secreto, la
entrevista puramente personal, chocan directamente con los
charlatanes, gustosos de lanzar valentonadas al viento (a veces
no sólo valentonadas, sino hasta balazos, al viento) y de poco
trabajo y menos efectividad.
Darle a cada militante mucho trabajo, cargarlo de tareas
– dentro de sus posibilidades reales -, no es abusar de sus
fuerzas y sus intenciones; es ayudarle, es protegerlo, es pro-
porcionarle perspectivas de desarrollo revolucionario, es cu-
rarlo de charlatanismo y colocarlo en la única vía de titularse
de revolucionario y como dijera el Che, de hombre.

CUALIDADES ESPECIALES DEL MILITANTE.

En la actividad se va realizando la clandestinidad, se va tem-


plando el revolucionario, se van adquiriendo las cualidades
que requiere el militante para practicar la clandestinidad sin
grandes esfuerzos, sino, por el contrario, hacer de su vida nor-
mal, una conspiración bien clandestinada, una acción revolu-
cionaria en secreto, rigurosamente en secreto.
No hay un código de esas cualidades; todo depende de
muchas circunstancias. Pero una lista de esas cualidades nece-
sarias y posibles en el militante, es útil para cultivarlas a diario
y siempre.
a) Capacidad teórica;}
b) Ligazón íntima con el movimiento obrero;
c) Desprecio por la vida burguesa y pequeñoburguesa y un
profundo amor por la verdadera vida humana;
d) Cierto despego de las satisfacciones personales;
e) Capacidad para protegerse legalmente y aprender a pasar
desapercibido; no ser presuntuosos ni ostentosos;
f) Ser puntuales y correctos; vigilantes y disciplinados;
43

crear reflejos de conspiración y de vigilancia revolucionaria;


g) Ser laboriosos, esforzados, entregados a la actividad re-
volucionaria permanente;
h) Ser serenos, autocontrolados;
i) Siempre desconfiados del enemigo;
j) Evitar las tentaciones y las condiciones vida que dificul-
tan el resguardo del secreto revolucionario;
k) Superar el amiguismo;
l) No hacer cosas innecesarias; fuera de lo normal.
m) Mantener la casa, la vestimenta, el lenguaje y toda la
apariencia de manera normal, como lo común y corriente;
n) Ser críticos y autocríticos; capaces de reconocer las defi-
ciencias y esforzado y decidido para cambiar;
o) Tener la agilidad y la destreza técnicas que reclamen la
lucha y el combate.

SISTEMA DE RESGUARDO DEL MILITANTE

El dirigente que lanza a alguien a la acción sin el mínimo res-


guardo, definitivamente debe considerarse mal dirigente y
debe ser rechazado y condenado por los militantes; igual ocu-
rre y debe hacerse con la organización que manda al matadero
a su gente, no preocupándose por el mínimo resguardo.
Todas las cualidades de un revolucionario no serán capaces
de protegerlo y prevenir su liquidación, si su actuación no está
realizada dentro de un mínimo de resguardo; por el contrario,
es en el marco de un sistema de resguardo máximo donde las
mejores cualidades del militante se desarrollaran, a plenitud.
a) No cargarlo desproporcionadamente. Por el contrario, el
militante debe andar lo más ligero posible tanto de informa-
ción, como de recursos que puedan dificultarle su movilidad
y le puedan hacer sospechoso ante la policía. Por ejemplo: los
documentos no necesariamente deben estar cargados de epí-
tetos, de amenazas, de planteamientos técnico – militares, etc.;
no siempre es necesario que el militante ande armado, etc.
b) Dotar siempre a toda la organización de unas coartadas,
de una argumentación convincente, lógica, bien estructurada
44

que oculte la verdadera línea política y la estructura organiza-


ción, así como la militancia.
c) Dotar siempre a toda la organización, a cada militante y
a cada acción, del necesario y conveniente camuflaje.
d) Practicar en todo momento la compartimentación, de
tal manera que no se desubique ni se sobreinforme al mili-
tante.
e) No despreciar las acciones legales, sino utilizarlas al
máximo, sin rebajar la conciencia revolucionaria. Recordar
que el mejor clandestino es el mejor legal. Obligar y ayudar
a que el militante tenga todo en regla, y sea el ciudadano más
corriente y menos sospechoso posible. Es de recomendarse
que los militantes critiquen y combatan a todos aquellos que
no solo persisten en sus fachas sospechosas, sino que inclu-
so las fomentan. El punto débil de nuestra organización se
localizara, ahí donde haya mayor número de militantes que
violen las reglas de la clandestinidad. Nuestra organización
tiene todo el deber de desembarazarse de todo aquel que viole
las reglas de la clandestinidad, por más valiosas que sean sus
otras cualidades.
f) Educar permanentemente a cada militante en las reglas
de la clandestinidad. El ejemplo personal es, en este caso, algo
básico en la educación. Pero deben darse sesiones especiales
sobre tales reglas. No merece llamarse militante y menos diri-
gente de nuestra organización aquel que en los hechos eduque
en un sentido anticlandestino a nuestra militancia.

PARA LA SEGURIDAD DEL MILITANTE.

La permanente educación del militante en las reglas de la clan-


destinidad deberá correr a cargo de los NL y del NCP, lo mis-
mo que de todos los militantes más desarrollados.
Con tal motivo, es necesario recoger todas las experiencias,
sistematizarlas, escribirlas, y hacerlas llegar al NC para su uti-
lización correcta.
Al respecto, damos algunas guías generales que pueden
servir para la sistematización.
45

I.- LA PERSECUCION: cuando la policía identifica a un


revolucionario, lo persigue para liquidarlo o aprehenderlo. La
persecución se realiza con policía secreta o pública; a veces
con los dos tipos.
No siempre la persecución se corona con la aprehensión,
de acuerdo a los planes policiacos. En estos casos, la poli-
cía busca aterrorizar y atemorizar al militante. Para ello ubi-
ca guardias frente a los domicilios, en los lugares de trabajo;
llama por teléfono; detiene por minutos a familiares o a co-
nocidos. Desde el momento en que el militante se da cuenta
de que es perseguido, debe hacerlo saber a la Organización;
debe tratar de salir del cerco de la persecución; nunca confiar
en que “solo tratan de asustarme”; siempre debe conservar la
vida normal y hacer los preparativos de evasión, escondite o
estacionamiento táctico (permanecer en el lugar, por conve-
niencia general, aunque se sepa que la aprehensión es segu-
ra), comunicación y destrucción de “pruebas”, sin alterar las
circunstancias de una vida normal, común al medio donde
se vive. Siempre debe preparar su coartada, lo mismo su es-
tado de ánimo para cualquier eventualidad, como son golpes,
torturas, cárcel, etc. Debe preparar con seriedad y calma su
propia defensa.
En ocasiones, la policía sólo busca probar si el perseguido
mantiene alguna relación con hechos recientes o con organi-
zaciones y personas que se han visto involucradas en ciertas
actividades. Para ello no necesita aprehender al perseguido; le
basta con observar sus reacciones ante el acoso policiaco. Por
eso, el militante, dentro de lo posible, debe mantenerse impa-
sible, como si ignorara los hechos y las personas con las que
se le quiere ligar y como si tuviera la seguridad de “no deber
nada” por lo que nada teme.
II.- EL ATENTADO: Es este un recurso muy socorrido
por la policía mexicana, se realiza con policía secreta o abier-
ta, o con los dos tipos. Suele ser personal, secreto, abierto o
de masas. El atentado generalmente está precedido de alguna
actividad política de persuasión para aquel contra el cual se
atentara. El recurso más moderno de la policía mexicana hoy
46

en materia de atentado es el que se refiere a los “ajusticiamien-


tos” que supuestamente contra “demócratas y aperturos”
llevan a cabo organizaciones de ultraizquierda penetrados o
controlados por la CIA y por la policía militar contrainsur-
gente de México.
A un atentado, sea quien sea el que lo perpetre, nunca se
le debe responder con el silencio. Siempre se debe explicar a
la masa quien y para que realizo el atentado; siempre es con-
veniente hacer una denuncia pública en la prensa; realizar una
ofensiva política lo más profunda posible.
III.- LA APREHENSION: Las circunstancias en las que
se realiza, son fundamentales y es en base a ellas donde el mi-
litante puede localizar su primera guía de sus reacciones y su
comportamiento. Al ser aprehendido, el militante debe apro-
vechar cualquier mínima oportunidad para recapitular, pre-
parar sus reacciones y su defensa – coartada; nunca se debe
desgastar fuerzas, sino cuidarlas, como el Kung Fu al quedar
bajo tierra en una mina derrumbada; no hablar sino lo míni-
mo; aprovechar cualquier descuido para romper “papelitos”.
Siempre hay que tratar de grabarse los rostros y cualquier dato
de los aprehensores, ubicar a que policía pertenecen, la ruta
que se sigue, el lugar donde lo llevan. De acuerdo a como sea
la aprehensión podrá ser lo que viene. Aquí el militante deberá
poner en práctica sus conocimientos de autocontrol y hasta
de yoga, pero sobre todo su serenidad y tranquilidad.
Cada militante debe saber que desde el momento de ser
aprehendido, la Organización está poniendo en juego todos
sus recursos de movilización y de denuncia para detener en
lo posible la mano represiva. Y, en efecto, cada vez que un
militante cae, la Organización debe concentrar sus máximos
esfuerzos de movilización, denuncia y el mayor ruido posible.
Todos los problemas políticos y familiares que deja el apre-
hendido deberán de inmediato ser atendidos por la Organiza-
ción. La solidaridad, la fraternidad, se despliegan al máximo
en estos momentos.
IV.- EL INTERROGATORIO: también este suele ser di-
ferente, de acuerdo a las circunstancias. Uno es el que se reali-
47

za en medio de la tortura; otro, sin que se de esta; una tercera,


después de la tortura. Desde el punto de vista político, de los
peligros que se corren en el sentido de que el militante de da-
tos de la organización o sus camaradas, el interrogatorio pos-
terior a la tortura es el más dañino, porque toma al militante
debilitado físicamente y zarandeado y mellado sicológicamen-
te. La mejor garantía y base de pasar indemne el interrogato-
rio no es la fortaleza física, sino la solidez ideológica, la alta
conciencia, la proletarización militante. Un dominio completo
de la línea política, un conocimiento profundo de las carac-
terísticas principales de la lucha de clases en el momento de
ser aprehendido, un conocimiento exacto del Estado, de sus
tendencias, de la policía y del ejército, permiten al militante
captar rápidamente por dónde van los planes de los interroga-
dores y determinar su línea fundamental a seguir; en cambio
el militante no consolidado ideológicamente será presa fácil
del maniobrerío policiaco. El interrogatorio tiene siempre las
siguientes finalidades:
- Ubicar al preso
- Hacerle confesar hechos que la policía necesita.
- Conseguir que proporcione datos y referencias.
- Completar archivos, planes, rastreos, etc., que la policía
esta componiendo en su lucha antisubversiva.

LA UBICACIÓN DEL PRESO

La ubicación es triple: 1) la tendencia política; 2) la organi-


zación precisa; 3) la instancia que se ocupa. El interrogador
preparado políticamente incluye la ubicación del militante por
sus capacidades de desarrollo.
En la ubicación de la tendencia, la policía pretende que el
detenido reconozca que es guerrillero o no, para lo cual siem-
pre pregunta aparentando que lo hace sobre conocimiento de
causa. Por ejemplo: “¿dónde está el dinero?”, “¿dónde están
las armas?”.
Una vez que ha ubicado en general, pasa a tratar de ubicar
en concreto la organización a la que se pertenece; su experien-
48

cia le permite saber rápidamente si el interrogado es militaris-


ta o no; lo que no le permite determinar es la ubicación real
organizativa, cuando está frente a un político. Tratará, enton-
ces de hacer confesar que se pertenece a una organización de-
terminada. Después pasará a localizar la instancia donde está
ubicado el preso.

LA CONFESION DE HECHOS.

La policía tratara siempre de obtener éxitos completos, por lo


tanto, busca resolver casos que tiene pendientes con el prime-
ro que le cae en manos, o simplemente para justificar acciones
represivas hace que el preso se declare culpable de un suceso
determinado. Por ejemplo, algún robo, asalto, asesinato, etc.

LA PROPORCION DE DATOS.

Es este uno de los objetivos claves del interrogatorio. La con-


secución de datos coherentes o incoherentes, precisos o apro-
ximados, es de suma utilidad para la policía. Así que cualquier
palabra, cualquier frase del militante, será recogida, anotada y
grabada, y cada palabra les servirá dentro de un contexto de da-
tos que ya tienen de referencias que ya poseen o de suposicio-
nes que manejan. Por eso el militante nunca debe pensar que, si
dice cosas sueltas e inconexas, no está proporcionando datos,
pues lo cierto es que una sola palabra, un solo nombre puede
ser de suma utilidad para la orientación que la policía busca.

COMPLETAR FICHAS Y EXPEDIENTES.

La policía siempre está trabajando en fichas y expedientes y


cualquier dato que el caiga es bueno y lo sabe guardar para
completar su rompecabezas. En el interrogatorio siempre in-
cluyen la posibilidad de sacar algún provecho en este sentido.
49

MEDIOS DE LA POLICIA

El engaño
Los trucos
La tortura
La drogadicción

El engaño
La burguesía utiliza ganchos en el interrogatorio para que el
militante diga o reconozca algo que pueda servir, en última
instancia, como hilo conductor que llevará a la policía a lo que
busca. Por ejemplo, le dirá que “ya lo saben todo”, que “tal o
cual militante ya cayo y cantó todo”; que tal o cual dirigente
“es policía” y les ha pasado “todos los datos”. En este caso la
policía busca que al militante se le suba lo solidario a la cabeza
y declare que “él conoce bien a tal compañero y sabe que ‘no
es policía’, o que tal militante ‘nunca cantaría’”. Al decir esto,
el militante le estará pasando a la policía un dato formidable:
¡que conoce y trata políticamente con dicho militante o diri-
gente!
En otros casos la policía hasta enseñará declaraciones fir-
madas por algún camarada, en donde se hacen varias denun-
cias: Esta declaración será fabricada por la policía falsificando
la letra de aquel de quien se dice pertenece.

Los trucos
Por ejemplo, pueden tratar de inspirar confianza en el preso,
apareciendo como “diferentes a los demás” policías, como
“más compresivos”. Si el prisionero es obrero, ellos dirán que
son de familia obrera; si saben que el militante cayó por defen-
der alguna causa popular, ellos dirán que “están de acuerdo”,
que “les parece justo”; otros dirán que tienen un hermano
estudiando o un hijo “que es igualito a ti”.
Después de una “amable conversación, le deslizarán por el
oído: ‘¡mira, si hablas tantito, te dejaran salir pronto!’, o que él
te ayudará a que salgas pronto pero que tú ‘¡debes decirle a él
si realmente andas con tal o cual organización’”.
50

La drogadicción.
Por lo que se sabe, solo el gobierno de Echeverría ha llegado
a utilizar la droga en los interrogatorios. La droga más común
es el pentotal o suero de la verdad. Esta droga suele utilizarse
cuando la policía está obligada a descubrir de inmediato datos
para la lucha estratégica contra tal o cual organización.

¿Qué hacer ante el engaño, los trucos y la drogadicción en


el interrogatorio?
I) Estar dispuesto a todo antes que vender a un compañero
o traicionar a tu organización, es decir, tener la decisión y la
voluntad de no decir nada. Esto es lo primero; lo demás, si se
cuenta con esta decisión, será fácil. El que va al interrogatorio
convencido de que dirá algo, tiene un 90% de derrota en su
haber.
2) Estar armado de la profunda convicción de que ante
todo lo burgués debe haber la más plena y completa DES-
CONFIANZA.
Quien cree que puede haber algún policía o funcionario
“menos malo que otro”, está perdido. La desconfianza ante
todo lo burgués, ante todo lo policiaco, es una base determi-
nante para pasar un interrogatorio.
3) Tener CONFIANZA en la propia organización, en los
propios militantes; saber que es falso todo cuanto la policía
diga que sabe de la organización…….
…que es falso todo lo que la policía afirma en el sentido
de que tal o cual camarada es “policía” o “ya canto”. Nunca
dudar de la firmeza y la seguridad y la esencia revolucionaria
de la propia organización. La policía siempre miente. ¡Nues-
tra organización nunca falla ni traiciona! ¡Nuestros militantes
nunca se rajan, ni traicionan, ni cantan!
4) Tener, dentro del nerviosismo propio a la situación de
interrogado, una mínima tranquilidad. Cada militante debe sa-
ber que él puede adquirir esa TRANQUILIDAD necesaria,
aunque sea en una mínima parte. Cada militante, desde ya,
debe tener CONFIANZA EN SI MISMO en el sentido de
51

que él no cantara, que él sabrá pasar esa prueba de fuego. Y lo


cierto es que cualquier militante (joven o viejo; débil o fuerte;
mujer u hombre) puede pasar un interrogatorio en las condi-
ciones que sean, siempre y cuando logre la mínima tranquili-
dad necesaria y la profunda confianza en sí mismo.
5) Esta tranquilidad y esta confianza en sí mismo, son base
de cuestiones fundamentales en el comportamiento del in-
terrogatorio: a) Para recordar siempre los datos despistantes
que él ha dicho; para no olvidarlos y no contraponerse a sí
mismo ni echarse de cabeza; b) Para determinar con frialdad
cuando debe hablar, cuando debe callar; cuando debe negar,
cuando debe aceptar algo. La técnica del contrainterrogatorio
consiste en “no negarlo todo; para negar lo fundamental”;
“no callar en todo, para callar en lo fundamental”. Y lo fun-
damental deberá ser determinado por los NL y el NCP; pero
hay que saber que los nombres, las direcciones, los materiales,
las pretensiones reales, los planes nunca deben salir. En gene-
ral, el militante interrogado nunca debe empezar él la conver-
sación con la policía; ¡que los policías hablen! Tampoco hay
que apresurarse a dar la respuesta; ¡que sean ellos los que lo
apresuren a uno!
Cuando el militante es muy nervioso y no puede guardar la
calma, es preferible encerrarse en un mutismo absoluto. En-
tonces vendrán los golpes y el dolor suplantara al nerviosis-
mo. Por medio de los golpes la policía acaba por templar al
nervioso, que así del mutismo podrá pasar a los gritos, casi a
la histeria que, al fin, implicara desahogo.
La tranquilidad sirve para conservar la coartada, para nun-
ca perderla. Cuando la mente se le enturbie al militante por-
que algo dicho o hecho por la policía lo ha calado, hay que
callar del todo.
Siempre recordar que mientras más se hable hay más peli-
gro de ‘regarla’, de deslizar algo que sea ‘comprometedor’. Por
eso mejor hablar lo menos posible.
Aunque sea para salvarte, o para completar la coartada, que
ya la policía está creyendo, nunca se debe decir algún nombre
de algún compañero, sea o no de la propia organización. Al
52

hacerlo, le estas ayudando a la policía (lo quieras o no) que


así obtendrá un ‘norte’; le estarás causando un gran daño a
ese compañero que estará desprevenido; te estarás tejiendo
tú mismo problemas para el futuro, porque cuando la policía
quiera algún dato sobre ese compañero, te mandara llamar a
ti precisamente porque la policía ya sabe que tú conoces algo.
Nunca pienses que te salvaras con decir algo. En cuanto
digas algo vendrá más duro la golpiza porque la policía se dará
cuenta que: 1) tienes más datos guardados; 2) verá que eres
factible de aflojar.
Si te enseñan documentos con tu letra, ¡niégalo!, pues na-
die podrá forzarte a que si te hacen una prueba no puedas
usar letra distinta. Si te enseñan fotografías comprometedo-
ras, ¡niega que eres tú, di que esa persona se parece a ti, pero
que tú no eres el de la foto!
En caso de que los compañeros con los que caíste, se rin-
den y cantan, tú sigue firme, negando las cosas que debes ne-
gar, sosteniendo la coartada y en la misma línea del contrain-
terrogatorio.
Cuando te van a aplicar la droga, mentalmente comienza
a repetir: “Yo no sé nada”, “Yo no sé nada”. Y no dejes de
estarlo repitiendo.

V.- LA TORTURA

Al militante no le conviene pensar mucho en la tortura; ya que


tendrá oportunidad de conocerla con sumo detalle. Mientras
más piensa en ella, más miedo puede entrarle. Por eso no es
muy conveniente que el militante conozca los tipos de tortu-
ras que existen, cómo se aplican y que taras dejan.
Nunca hay que olvidar que la finalidad principal de la per-
secución, la aprehensión, el interrogatorio, la tortura, el cargo
y la cárcel es, además de extraer información, el aterrorizar al
militante para que se retire, se ablande, se aperturice, se haga
reformista o renegado. Muchos de los actuales aperturos, an-
tes de ser aprehendidos y encarcelados, eran “gruesos”. La
cárcel y los golpes los ablandaron. Y, claro, esto ocurrió por
53

su misma base ideológica, pero el aterrorizamiento hizo otro


tanto.
La tortura es la violencia sistemática y planificadamente
utilizada contra las personas, afectando órganos específicos
del cuerpo y de la mente humana. Tortura física.- Son los gol-
pes, la asfixia, etc., al cuerpo.
Tortura síquica o sicológica.- Se trata de tener al detenido
en constante tensión y excitación, afectando con hechos, pala-
bras, escenas, etc., el sistema nervioso del militante.
Tortura moral.- Denigrar, humillar, rebajar la condición
humana al mínimo.
No se crea que el mejor antídoto ante la tortura es la fuer-
za física. Los más fuertes suelen doblegarse más fácilmente
que los débiles físicamente, cuando algo predomina en éstos
últimos: CONSOLIDACION IDEOLÓGICA, CLARIDAD
POLÍTICA, EXPERIENCIA Y FOGUEO EN LA LU-
CHA, TEMPLE EN EL RIGOR Y LOS SUFRIMIENTOS
DE LA ACCION REVOLUCIONARIA.
Por eso mismo, el militante nunca debe temer a la tortura
porque se sabe enfermizo, o débil físicamente.

- Ante la tortura, el militante nunca debe confiar en que


hablando se salvará de ella. A todos, hablen o no hablen,
les tocara tortura. Así que ¡para qué hablar, si de todas
maneras será torturado! Esta certeza es fundamental en
la preparación del militante.
- Ante la tortura, el militante debe saber que la policía lo
necesita vivo para que “cante”, de tal manera que no lo
dejara morirse, lo sacara del pocito antes que el militan-
te se ahogue; le dejara de aplicar la corriente eléctrica
antes que se asfixie. Y esto es así porque la policía nece-
sita hacer su pregunta.
- Ante la tortura, el militante debe saber que el golpe no
es eterno, la duración bajo el agua tampoco, etc. Para
hacer la pregunta, la policía necesita darle la posibili-
dad al torturado de responder, tiempo para tomar aire y
poder hablar, pues, aunque se quiera bajo el agua nadie
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habla. Este tiempo, en realidad, es tiempo de recupera-


ción de la misma línea de comportamiento, en el cual se
debe y se puede seguir poniendo en juego la coartada.
- Nunca aparecer valiente: los chilenos dicen, ¡si podes
cagarte, cagate!
- Nunca aparecer rebelde, aparenta que la policía te tiene
en sus manos y que lo que dices es la verdad.
- Nunca aparentes ser profesional.
- Nunca olvides que si sueltas algo, más golpes vendrán.
- Nunca olvides que “todo viene y se va”, y que ¡ya ha-
brán de pasar esas noches duras!
- Ten la confianza en tu causa.

VI.- EL CARGO

Las acusaciones formales (legales) o reales (políticas) cons-


tituyen el cargo que se le hace al acusado. Para un militante
nunca debe ser indiferente el cargo, pues una vez que han
pasado aprehensión, interrogatorio y tortura, vendrá la cár-
cel o la libertad. Para facilitar todas las tramitaciones, gestio-
nes y, sobre todo, el despliegue de las reivindicaciones por
la libertad que se llevan a cabo en las movilizaciones por
arrancarlo de las manos de la policía, resulta muy impor-
tante que el militante haya tenido buen cuidado al formular
todas y cada una de sus declaraciones. Al militante le darán
a firmar su declaración, pues esta será válida legalmente sólo
cuando lleve su firma. Antes de firmar, el militante debe leer
con detalle y cuidado el documento que va a firmar y ne-
garse a hacerlo si nota algo que puede ir en su contra y que
realmente él dijo o no hizo tal y como está estipulado en
la declaración que le dan para firmar. Las precisiones, las
variantes, los giros gramaticales en cada frase del documen-
to que contiene el cargo, son de suma importancia para la
defensa ulterior del militante. Nunca se debe despreciar esta
necesidad, aunque de ello, claro está, nunca dependerá en el
fondo la salida en libertad del militante. Pero será una base
importante de apoyo.
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Cuando el militante dijo algo que luego resulta en su con-


tra, él puede y debe negar que lo dijo así precisamente, o adu-
cir que lo dijo bajo la presión de la tortura o de los golpes.
Niega que dijiste eso, que no tenías conciencia de lo que de-
cías. Y que, si lo ponen, no firmaras.
Ya fuera de la tortura, cuando te han pasado a las jefaturas,
puedes considerar que “el peligro más grueso ha pasado”; tra-
ta de volver a la tranquilidad y mesura de siempre.
Te llamarán a una mesa a declarar. En este caso sé parco en
palabras; no califiques tú mismo tus acciones. Por ejemplo, si
te atraparon con arma de fuego en tu casa o en un carro, no
declares que “portabas” arma de fuego, pues el portar implica
un sentido político y legal en tu contra. En cambio, puedes
decir: “donde te aprehendieron había un arma” y que sean
ellos los que pregunten si la portabas o la poseías, pues es muy
diferente la “portación” que la “posesión”.
En general, ante esa mesa de declaraciones, sé lo más breve
y conciso posible. Si puedes sólo di cuándo y por quienes fuis-
te aprehendido. Declara que fuiste detenido con lujo de fuerza
y que todo lo que hayas dicho antes, en todo el trayecto de tu
detención, ha sido bajo los efectos del miedo, de las amenazas,
de los golpes etc.

VII.- LA CARCEL

Después de esto viene la cárcel, de la que no se salvara el mi-


litante aprehendido, aunque sea por un rato, o por unos años.

Al caer en la cárcel nunca hay que hacer cálculos de cuándo


de cuando abras de salir. ¡Preocúpate lo menos de eso! Aun-
que nunca debes de dejar de lado tú defensa.
Mejor prepárate a estar por largo tiempo.
Tampoco te desesperes ni te aceleres en luego querer “po-
litizar” a los otros presos. ¡Todo velo con calma! ¡Observa
mucho primero! Se respetuoso, tanto con los presos comunes
o políticos, como con los celadores. Gradualmente comienza
a organizar tu vida y a planificar tus actividades que debes
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realizar. Nunca olvides el ejercicio físico; trata de dedicarte o


incorporarte a alguna actividad de las que están establecidas y
estipuladas en la cárcel. Nunca andes solo de un lugar a otro.
Nunca olvides la clandestinidad.
A medida que pasa el tiempo, si el preso no ha cuidado su
salud física y mental, podrá venir el “carcelazo” que es una
depresión nerviosa fuerte. ¡Recapitula! ¡Reacciona! ¡No te car-
gues de tareas, pero dedícate de nuevo a algo que tú conside-
res útil!
Nuestra organización nunca dejara a sus presos abando-
nados a su suerte y nunca dejara de estar luchando por su
libertad, haciendo uso de los recursos que sean necesarios, sin
despreciar ninguno. La ayuda material, política, moral, ideoló-
gica, etc., siempre estará presente. El preso debe estar seguro
de esto, aunque nunca debe olvidar que hay dificultades para
hacer llegar esa ayuda integra y puntualmente.
Pero nuestros presos seguirán siendo militantes, revolucio-
narios seguros de que la causa por la cual luchan y por la que
han caído en prisión, es una causa justa que triunfara.
El prisionero debe aprovechar la prisión para sistematizar
todas sus experiencias, para completar su formación ideológi-
ca, para profundizar en el estudio de la realidad nacional.
Antes de hacer público un juicio político, el prisionero
debe consultar con la organización, con sus camaradas, con
sus dirigentes. Pero nunca debe de abstenerse de emitir esos
juicios, que son su razón de ser.

GUÍA DE MEDIDAS DE SEGURIDAD OBLIGATORIAS

1) Los militantes que han quedado fuera de la zona específica


de cateos, detenciones y vigilancia, no deberán entrar a ella
más que cuando sea extraordinariamente necesario para la or-
ganización.
2) Cuando el militante entre por necesidad a la zona de
cateos, detenciones y vigilancia, deberá darlo a conocer a su
Basé o a algún otro militante y deberá, de alguna manera, re-
portarse en cuanto haya salido de dicha zona.
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3) Cuando el militante entre a la zona, deberá hacerlo lim-


pio de documentos o de otro tipo de objetos que lo señale
como político, que se preste a alguna sospecha por parte de
la policía.
4) En consecuencia, deberán suspenderse las reuniones en
dicha zona, a menos que sea sumamente necesario hacerlas
dentro de ellas. Cuando así sea, la reunión deberá tener lugar
en el sitio que según criterio de los militantes es el menos
sospechoso posible y donde menos ha habido vigilancia; los
militantes deberán hablar en voz muy baja, no llevar anota-
ciones (o las mínimas necesarias y escritas en clave o que apa-
rezca como apuntes de clase) y establecer la coartada desde el
principio de la reunión. En dicha reunión, deberá construirse
un ambiente de despiste (fiesta) y deberá establecerse una vi-
gilancia mínima.
5) El militante que ha quedado dentro de la zona, deberá
quedarse en ella, llevando su vida política y familiar cotidia-
na. La lucha no se suspende con la represión, sino todo lo
contrario. Pero el militante que está dentro de la zona, cuyo
peligro de detención crece inmensamente, deberá determinar
– conforme a lo que observe en su derredor – si continúa
asistiendo a su casa o se cambia temporal o definitivamente.
Los militantes de dentro de la zona deberán ser extremada-
mente vigilantes, no traer consigo documentos ni nada que
los delate; en caso de ser interrogado o quedar dentro de los
rastrilleos de colonia o de camión; el militante debe ser sereno
y recordar y aplicar las estipulaciones contenidas en nuestro
documento sobre clandestinidad.
6) Si algún militante es detenido, interrogado y hasta tortu-
rado en los cateos, deberá guiarse por las reglas de clandesti-
nidad y por lo siguiente:
a) NO MORIR POR SU BOCA. Esto quiere decir que él
no debe creer que le están preguntando por su organización
o por su labor específica y por lo tanto no debe referir nada
que tenga que ver con su verdadera militancia. De hecho, la
policía detiene en estos momentos para descubrir a la organi-
zación guerrillera, no para descubrir directamente a una orga-
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nización política, como la nuestra. Sus preguntas, pues, y toda


su conducción del interrogatorio estarán determinados por
ese objetivo. Al no encontrar nada que directa o indirectamen-
te tenga que ver con tal problema, liberara al detenido. Pero
la burguesía de pasada quiere localizar otras cuestiones, otras
organizaciones, otros militantes que le representen peligro, de
tal manera que no le caerá mal conocer y aprehender a otro
tipo de militante. Más la policía haría esto si el interrogado da
tela para cortar, da pistas de algo que ella no buscaba ni espe-
raba en concreto. Por esto decimos que el militante no debe
morir por su propia boca: debe estar seguro que la policía no
le ha preguntado nada que tenga que ver con su verdadera
militancia y, por lo tanto, no deberá tener preocupación de
que ya saben algo.
Un ejemplo: La policía puede preguntar “¡Donde tienen
los mimeógrafos!”. En este caso, el militante no debe suponer
que le preguntan por NUESTROS mimeógrafos y, por lo tan-
to, no debe contestar algo por este temor: “¡Yo no soy de la
comisión de prensa!”, o “¡Yo soy nuevo en la organización, no
sé nada de eso!”. Simplemente deberá negar que sabe o tiene
algo que ver con la Liga.
b) Cuando la tortura apriete, el militante deberá tener
una respuesta que no lo presente desubicado políticamen-
te, sobre todo cuando la detención se produjo en condicio-
nes desventajosas (con papeles, en reunión, en acción, etc.).
Deberá mostrarse entonces como integrante de alguna de
las corrientes o agrupaciones de la izquierda tradicional que
existen en México. Por ejemplo, deberá mostrarse y acep-
tar que es trotskista, o maoísta, o del PCM, o del PMT, en
fin, no desubicado. Esto permite satisfacer la necesidad que
tiene el interrogador de “descubrir” algo, lo cual hace que
éste baje la presión en la tortura o hasta libere si siente que
bajo su tortura o interrogatorio nadie se le resiste, sino que
todos (troskos, maos, pescados, etc.) cantan y le descubren
su filiación. Por otra parte, esto permite que el interrogador
sepa que, de todos modos, al aprehendido que tiene en sus
manos, no lo puede tratar impunemente pues hay una orga-
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nización que, de una u otra manera, protestará o sacará su


cara por el torturado.;
c) Al mostrar que se flaquea, al dar a entender que el tor-
turador “ha triunfado” y que el militante descubre su “verda-
dera” filiación (que repetimos, deberá ser siempre dentro de
la izquierda tradicional), el militante deberá mostrarse como
“estudiantilista”, o como luchador por la democracia sindical
o como simple “luchador por la defensa de los derechos de
los colonos”. Esto hará que se aleje más la presión contra el
militante por descubrir su verdadera línea política.
d) Todo esto no debe hacerse de golpe, sino que aparezca
como resultado de que el militante ya no soporta más.
7) Para orientarse en los peligros concretos que se ciernen
sobre él y sobre la organización, el militante debe estar entera-
do de las noticias del día, estar pendiente de lo que transmiten
los periódicos, el radio, la TV y todos los medios de informa-
ción. Oír lo que la gente comenta y observar los cambios de
la calle.
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