Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Antorcha.
Tres meses después de un primer ataque, los jesuitas del MAI volvieron a la carga con
sus ataques contra nuestro Partido. Nadie interesado por la teología debería dejar de leer
sus hipócritas letanías y sus sermones.
Precisamente cuando los Estados fascistas español y francés nos ilegalizan, nos torturan,
nos encarcelan, nos asesinan... algunos autodenominados comunistas (UCE, La Forja,
El Militante) colaboran con ellos. Cada vez que sufrimos un nuevo golpe represivo estos
grupillos unen sus críticas a los fascistas.
Pues nada chicos, a seguir ganando puntos en el Ministerio de Interior, a ver si así os
pasa como al PCE(m-l) y os saca propaganda en vuestra revista hiperrevolucionaria.
Entre estas gentes tan sabias, tenemos a nuestros amigos del llamado Movimiento
Antiimperialista, los cuales, recientemente, han dedicado a nuestro Partido una
declaración política monográfica, con la que pretenden poner un poco de orden en
nuestras confusas y ofuscadas cabezas y llevarnos por el buen camino revolucionario;
somos unos zotes y requerimos de su guía y consejo. ¿Qué sería del movimiento
comunista en España y en el mundo si no estuvieran los del MAI velando celosamente
por los principios del marxismo-leninismo, de los que, como es sabido, son los sumos
guardianes?
Estas pomposas declaraciones políticas no podemos tomárnoslas sino con humor. Nos
las tomaríamos de otra manera si quien nos las dirigiera fuera una organización seria,
consecuente, con una trayectoria, que tuviera una auténtica práctica revolucionaria. Pero
éste no es el caso del MAI. Esta organización no deja de ser un grupito de amiguetes
que de vez en cuando se juntan para jugar a la revolución, para teorizar sobre lo que
nunca van a llevar a la práctica, para pasar el rato, en definitiva, sin complicarse mucho
la vida. Y que no nos vengan con cuentos en su declaración política con eso de que los
militantes del MAI han sufrido la represión del Estado por difundir consignas entre las
que figuraba la exigencia de libertad para los presos políticos. No sabemos a qué
represión se refieren. Quizá se refieran a alguna multa de tráfico. Desde luego, en las
cárceles españolas uno puede encontrarse con militantes de la izquierda abertzale, del
PCE(r), de los GRAPO, del Socorro Rojo Internacional, anarquistas, pero con un
militante del MAI es bastante complicado.
Esta frase de que los militantes del MAI han sufrido la represión del Estado, además de
mover a la risa, pone de manifiesto la frivolidad, la superficialidad y el infantilismo de
esta organización. Cuando decimos que están jugando a la revolución, no lo hacemos
porque sí, no recurrimos al ataque fácil; es que esta gente no hace otra cosa que jugar,
divertirse.
Pero para que queden las cosas claras: nuestro Partido lleva en la pelea más de 30 años
(casi 40 si contamos el período de la OMLE). En este tiempo, hemos visto aparecer y
desaparecer organizaciones como el MAI u otras vanguardias proletarias por decenas.
Nosotros, más fuertes o más débiles, en medio de la más salvaje represión y el
terrorismo de Estado, que nos ha causado decenas de muertos y cientos de torturados y
encarcelados, hemos permanecido. Hemos acumulado un bagaje ideológico, político,
organizativo y experiencial que está a años luz del que puedan tener esas supuestas
organizaciones comunistas a las que tanto les gusta criticarnos (incluido ese fantasmal
PCR, otra vanguardia proletaria que, diez años después de su nacimiento, ya empieza a
agonizar, devorado por sus disensiones internas). Esto no nos lleva a no admitir ninguna
crítica. En absoluto nos consideramos infalibles. Hemos cometido muchísimos errores,
siendo los primeros en criticárnoslos. Pero que cuatro diletantes, que se han leído un par
de libros sin asimilarlos, nos vengan a dar lecciones, no lo admitimos de ninguna
manera.
Ya al principio de su declaración política, los del MAI sacan a colación el manido tema
de la infiltración policial. Lo hacen, evidentemente, para enmierdar, para hacerse eco de
toda la propaganda fascista que se ha vertido sobre nosotros desde nuestro mismo
nacimiento con el fin de sembrar la duda y la desconfianza. De este modo, pretenden
deslegitimarnos, coger ventaja en el debate. Dejan clara cuál es su catadura moral.
Los del MAI dicen que somos algo más que sospechosos de infiltración policial. No
tenemos a este respecto ningún problema en reconocer que hemos sido infiltrados por la
policía; y no en una, sino en varias ocasiones a lo largo de nuestra historia. Pero es que
somos una organización revolucionaria, nos enfrentamos al Estado, no hemos
escatimado ningún sacrificio en ese enfrentamiento, y el Estado, como no podía ser de
otro modo, ha hecho todo lo posible y lo imposible por acabar con nosotros. Ha
utilizado la tortura, la cárcel, el asesinato y, sí, también la infiltración policial. Y lo
mismo que nos ha sucedido a nosotros les ha sucedido a todas las organizaciones
revolucionarias del mundo. O, aquí, en España, la misma ETA ha sido infiltrada en
varias ocasiones.
Aunque, de todos modos, nuestro Partido ha sido infiltrado en pocas ocasiones, teniendo
en cuenta los años que llevamos en la brecha. En lo que se refiere a vigilancia
revolucionaria, se puede decir que no lo hemos hecho mal del todo. Otra cosa es que,
cuando el Estado ha tenido éxito en la infiltración, haya inflado el perro al máximo con
el fin de rentabilizarlo, en lo que, por cierto, ha encontrado la colaboración de
organizaciones como el MAI y otros supuestos revolucionarios, que no han dudado en
convertirse en apéndices y correas de transmisión de la propaganda y la guerra
psicológica fascistas.
Y para enfocar el asunto desde un punto de vista histórico: el Partido Bolchevique fue
infiltrado en muchas ocasiones. En 1905, el comité de San Petersburgo (el más
importante de sus comités en el interior de Rusia) estaba conformado por 5 personas y 3
de ellos eran agentes de la policía zarista. Pero, pese a todo, el Partido Bolchevique hizo
la revolución.
No nos avergonzamos por haber sido infiltrados por la policía. De hecho, en cierta
manera, el que el Estado se haya esforzado tanto en acabar con nosotros, supone un
reconocimiento. Realmente les hacemos daño. Ya lo decía Mao: si el enemigo nos
ataca es que lo estamos haciendo bien.
Más adelante, nuestros lumbreras del MAI, dicen cosas como éstas: El PCE(r) ha
terminado asumiendo y compartiendo la carga moral del concepto burgués de
terrorismo. Su obsesión por desmarcarse del epíteto de terroristas ya de por sí pone en
evidencia los límites de los presupuestos ideológicos y del alcance político de la
propaganda y del programa de este partido. El PCE(r) ha rehuido su responsabilidad
de explicar a las masas el concepto proletario, científico y sin tapujos moralizantes, de
terror rojo como contrapartida al terror blanco del Estado capitalista [...] El
terrorismo es una táctica militar que se corresponde con objetivos políticos de clase
específicos. La línea militar del proletariado es la Guerra Popular Prolongada que,
puesta en práctica en su primera fase de defensiva estratégica, sus acciones de
guerrilla bien pueden parecer –y sin duda así las calificará la burguesía– actos de
terrorismo. Y lo serán desde el punto de vista del enemigo, pues se trata de terror
contra su clase. Pero éste no es el debate y caer en él constituye un error. Lo
importante es que esas acciones cumplan con dos presupuestos básicos fundamentales:
que se correspondan con un determinado grado alcanzado por la lucha de las masas,
grado que supere el simple plano de la resistencia (entonces, las masas comprenderán
por sí mismas el sentido de esas acciones y se demostrará cuán espurio resulta todo
debate sobre si somos o no somos terroristas); y que se trate de acciones de las masas
armadas, planeadas y dirigidas por la vanguardia, pero protagonizadas por las masas.
El PCE(r) ha errado en ambos requisitos. En primer lugar, porque considera la
resistencia como plataforma suficiente para la lucha armada. En segundo lugar,
porque este partido es un ejemplo de actividad armada de la vanguardia aislada de las
masas. Y, en este punto, el MAI considera correcta y pertinente la apreciación de Lenin
que califica como crimen contra el proletariado lanzar a la vanguardia sola al asalto
de las posiciones de la burguesía.
Sobre esta parrafada, de lo más doctrinaria y abstracta, con la que estos arrojados y
valientes comunistas creen haber iluminado al mundo entero, decir, en primer lugar, que
el PCE(r) ni asume ni comparte la carga moral de ningún concepto burgués. Tampoco
está obsesionado por desmarcarse de ningún epíteto. De nosotros, por parte de la prensa
burguesa, se ha dicho y se dice de todo. Nos han llamado terroristas, cacos, delincuentes
comunes, elementos manipulados por la extrema derecha... Nada de esto nos ha quitado
el sueño. Por encima de lo que puedan vilipendiarnos, está el ejemplo de lucha que
hemos dado siempre y que nadie nos puede negar. Así que no sabemos de dónde se han
sacado estos cantamañanas que estamos obsesionados con desmarcarnos del epíteto de
terroristas. ¿De qué documentos o artículos han sacado esta conclusión? Andamos
demasiado ocupados como para preocuparnos de gilipolleces. Otros, en cambio, al
parecer, tienen demasiado tiempo libre y no saben qué hacer con él, lo que les lleva a
decir muchas tonterías.
Antes de criticar hay que informarse. En caso contrario, es mejor callarse la boca. A
esto se le llama honestidad y rigor intelectual, algo de lo que, por lo que vemos, andan
escasos nuestros antiimperialistas.
A este respecto, tenemos que decir que el PCE(r) no tiene ni ha tenido nunca ningún
tipo de actividad armada. Es un partido político y, consecuentemente, su exclusivo
ámbito de actuación es el político. Los del MAI, en su afirmación, coinciden con la
guardia civil y los jueces de la Audiencia Nacional en eso de implicarnos en actividades
armadas. Ésta es otra característica del MAI, que no es sino consecuencia de su
infantilismo y su superficialidad: son unos irresponsables políticos. Hacen afirmaciones
sin ser conscientes de las implicaciones de las mismas.
El papel que el PCE(r) desempeña, en relación con la lucha armada y las organizaciones
que, como los GRAPO, la practican, es de carácter puramente político y no operativo;
sus lazos con los GRAPO son de carácter político pero no orgánico. El PCE(r) teoriza,
aconseja, por decirlo así, sobre la lucha armada; defiende la legitimidad de este método
de lucha; apoya, política y moralmente, a las organizaciones armadas antifascistas. Pero
se limita única y exclusivamente a esto. Y siempre ha cuidado de que estén claras las
líneas de demarcación entre lo que es una organización política y una organización
armada y cuál es el terreno en el que cada una de ellas debe moverse. De hecho, en el
plano internacional, han sido numerosos los debates que hemos tenido con
organizaciones como las Brigadas Rojas y demás defensores de los Partidos-guerrilla.
Para nosotros, el Partido Comunista debe tener siempre –salvo en el momento de la
insurrección, en que todo el movimiento revolucionario ha de militarizarse
necesariamente- un carácter político y evitar caer en aventurerismos y vías militaristas.
Únicamente así podrá ejercer de manera efectiva la dirección del movimiento
revolucionario en su conjunto y actuar como auténtica vanguardia.
Éstos son conceptos que siempre hemos defendido a capa y espada, por lo que esa otra
afirmación que hace el MAI de que la experiencia del PCE(r) es análoga a la de las
Brigadas Rojas es una absoluta falsedad y no se sostiene por ningún lado si se analiza
con un mínimo de profundidad nuestra trayectoria y las posiciones que hemos
mantenido y mantenemos. En el plano político, ideológico y organizativo, nuestros
planteamientos y los de las Brigadas Rojas no sólo son diferentes, sino que en muchos
aspectos son completamente opuestos, lo que, por otro lado, no nos impide reconocer el
ejemplo de lucha y resistencia que han dado los brigadistas. Pero, claro, pedirles
profundidad en el análisis a los del MAI es como lo de pedirle peras al olmo: un
imposible. Y es que, más allá de su verborrea, estos personajes demuestran una pereza
mental, una necedad y una falta de sustancia difícilmente superables.
Por otra parte, ¿quién ha dicho que una organización revolucionaria no puede negociar
con un Estado? La lucha revolucionaria, al contrario de lo que piensan los del MAI, no
es un esquema ni una línea recta; en su desarrollo, se presentan todo tipo de situaciones
y la organización revolucionaria debe saber desenvolverse en todas ellas. Una
negociación es una de esas situaciones. Una organización revolucionaria, si existe la
posibilidad, por pequeña que sea, de conseguir algunas reivindicaciones, algunos
avances, no debe ni puede dar la espalda a esa posibilidad. Mientras se tengan claros los
objetivos estratégicos, mientras se sea fiel a los principios, cabe una flexibilidad en la
táctica. De hecho, para un Partido Comunista es obligatoria esa flexibilidad táctica, pues
es la que le permite abordar la enorme complejidad del proceso revolucionario.
Esto, evidentemente, es muy difícil hacérselo entender a unos esquemáticos como lo son
los del MAI, para los que hacer la revolución es como jugar al Estratego. Pero esto
forma parte del abecé del marxismo-leninismo, es algo que tiene claro cualquiera que
haya leído con un poco de atención a Marx, a Engels, a Lenin o a Mao.
Además, el hecho de que el Estado haya intentado llegar a acuerdos con nosotros
demuestra que la línea de resistencia aplicada por el PCE(r) es correcta, que la actividad
de nuestro movimiento le ha supuesto un desgaste, que, aunque débil en términos
cuantitativos, constituimos una fuerza política.
Pero, para que no haya lugar a equívocos: nuestro Partido no hace de la negociación un
objetivo estratégico, y ni siquiera táctico (como insinúa el MAI). El objetivo estratégico
del PCE(r) es el socialismo y la dictadura del proletariado. La negociación es algo que
se presenta en el desarrollo del proceso revolucionario. Y, si en ese desarrollo, en algún
momento, existen posibilidades de que nuestro movimiento y nuestro Partido, mediante
una negociación con el Estado, puedan realizar su labor política de manera abierta y
pacífica, durante un determinado período, sin tener que renunciar a nuestros principios y
a nuestro programa, estamos en la obligación de intentar esa vía. Ésta es una posición
perfectamente comunista y revolucionaria.
Muchas más cosas tendríamos que rebatir de la declaración política del MAI. Pero
haríamos este artículo demasiado extenso. Y, sinceramente, tenemos tareas más
importantes de las que ocuparnos. Demasiado tiempo les hemos dedicado ya a estos
revolucionarios de cartón piedra a los que les sobra presunción, jactancia e infantilismo,
y les falta trayectoria, sustancia política y seriedad.
CARTA ABIERTA A KIMETZ
Y AL RESTO DE LA VANGUARDIA REVOLUCIONARIA
DEL ESTADO ESPAÑOL
El debate cautivo
DECLARACIÓN POLÍTICA
El PCE(r) vive cada vez más de mostrar las cicatrices del pecho para, a
continuación, abotonarse la guerrera y ponerse una medalla. El MAI siente un
profundo respeto por aquellas cicatrices, pero ninguno por las medallas. Los
militantes del MAI han sufrido la represión del Estado por difundir consignas
entre las que figuraba la exigencia de libertad para los presos políticos. Lo
señalamos sólo para demostrar que, en cualquier caso e independientemente
de las diferencias políticas, el MAI siempre se ha sentido solidario con
quienes se consideran enemigos del Estado y luchan contra él; aunque esto no
excluye que nuestra organización dirija contra ellos, igualmente, la más
intransigente lucha ideológica desde las posiciones del comunismo
revolucionario.
El MAI no ha sufrido “tres escisiones”, sino una sola: la del grupo derechista
que ahora practica una variedad de desviación sindicalista y que se ha dado en
llamar Unión Proletaria. Por otra parte, ¿qué tiene de reprochable que una
organización de vanguardia experimente escisiones? Como Engels,
consideramos que el partido se desarrolla depurándose y que las crisis
organizativas siempre pueden ser positivas, como lo ha sido, en efecto, la
nuestra. Por lo demás, insinuar reprobación hacia una organización por sus
escisiones sería igual de fatuo que reprocharle al PCE(r) las majaderías de un
Pío Moa o porque ondee la bandera y suene el himno “fascistas” en las
paralimpiadas.
Naturalmente, desde el punto de vista del MAI, el origen de los errores del
PCE(r) se encuentra en sus mismas bases de reconstitución y en su visión de
los requisitos para la reconstitución del Partido Comunista. Para expresarlo de
manera sintética, el PCE(r) nunca resolvió los problemas que rodean al
Partido como fusión de la vanguardia con las masas. El PCE(r) se creó como
vanguardia aislada en un contexto histórico de efervescencia del movimiento
de masas, creyendo que era suficiente con erigirse en representante de ese
movimiento desde la teoría de vanguardia. Este partido nunca creó ni intentó
crear un movimiento revolucionario independiente a partir de ese movimiento
ascensional de resistencia de las masas, porque partía del supuesto ideológico
falso de que las masas pasan espontáneamente de la resistencia a la revolución
si existe un catalizador para ese proceso (las acciones armadas de la
vanguardia). Por consiguiente, el origen de los errores del PCE(r) es de
naturaleza ideológica, y tiene que ver con una concepción economicista-
espontaneísta del proceso social y del desarrollo político del proletariado, un
origen que denota una insuficiente asimilación del marxismo.
Diciembre de 2006
La publicación, en diciembre del pasado año, de la Declaración Política del
MAI titulada El PCE(r)… ¡erre que erre!perseguía, en primer lugar, clarificar
algunos extremos relacionados con la última etapa de la trayectoria de nuestra
organización y reclamar un poquito de respeto a aquéllos que manifiestan sus
discrepancias políticas con insultos y prepotencia chulesca, y, en segundo
lugar y a tenor de todo esto, proponer un debate al conjunto de la vanguardia
sobre elementos fundamentales de la línea general de la política
revolucionaria del proletariado (en concreto, la cuestión de la lucha armada),
encaminándolo, según era nuestra intención, por los derroteros de la
racionalidad y el espíritu crítico y constructivo, único modo de que pueda
servir de provecho a la causa del comunismo.
El aspecto concreto de este asunto que más merece ser destacado es la presión
que los del PCE(r) y acólitos han ejercido sobre el órgano del Partido
Comunista Revolucionario de Euskal Herria (EhAKI), Kimetz , para que
retirase del foro de su página web nuestro documento. Cual vulgares censores,
insistentemente se les sugirió a estos camaradas que eliminasen el texto,
denostándoles amenazadoramente mientras no lo hicieron, hasta que,
finalmente, Kimetz cedió a los dictados gansteriles del kapo del movimiento
comunista. Otros, por su parte, ya habían consumado la censura por cuenta
propia y sin necesidad de sugerencias, Rash Madrid, cuyo talante
anarquizante le imposibilita, ya de principio, para contribuir en algo en un
debate serio entre comunistas. Por el contrario, otros que han recogido en sus
foros nuestro documento, como el PCOE, no han sido importunados, toda vez
que el espacio político que ocupa esta última formación parece alejado, por lo
que se ve, de la zona de influencia natural del PCE(r), independientemente de
la semejanza de sus líneas políticas (que las hay, más incluso que
con Kimetz ). Pero culturas políticas y estilo de trabajo separan al PCE(r) del
PCOE, al mismo tiempo que los vínculos comunes con el nacionalismo
radical vasco le acercan a Kimetz . Por el contrario, al mismo tiempo,
elementos fundamentales de la línea política que defienden estos camaradas
son esencialmente correctos, a la vez que sustancialmente contradictorios y
alejados de la del PCE(r). En esta situación, tan ambigua como compleja, la
polémica abierta por el MAI y el ambiente generado por la actitud del PCE(r)
ofrecían a Kimetz una oportunidad magnífica para esclarecer su situación en
el seno del movimiento de vanguardia, para definir más y mejor su relación
con otros destacamentos del mismo y para profundizar en los elementos
correctos de su línea a la vez que deslindar campos con la influencia
pequeñoburguesa a que le someten algunos amigos y la presión del entorno
nacionalista en que se mueve. Por todas estas razones, la decisión que
adoptase Kimetz en esta polémica era crucial, porque reflejaría el espíritu que
actualmente domina a los comunistas revolucionarios, su nivel de conciencia
de la situación actual de la lucha de clases proletaria, su capacidad para pulsar
los momentos políticos, para demostrar la asunción de su compromiso
revolucionario, etc., su grado de madurez en relación con su cometido de
ejercer el papel de vanguardia, en definitiva. En segundo lugar, esa decisión
era crucial porque ella determinaría directamente y de manera práctica el
futuro inmediato del proceso de construcción del movimiento comunista, en el
sentido de que delimitaría el campo, más amplio o más estrecho, del
comunismo revolucionario como base y punto de partida del proceso de
reconstitución ideológica y política del comunismo. Por no hablar, en tercer
lugar, de la propia coherencia interna de estos camaradas, pues una decisión
correcta expresaría su verdadera voluntad de contribuir, como buenos
maoístas, al desarrollo de nuestro movimiento desde el único método posible,
el debate, la lucha de dos líneas, en suma. Así pues, se puede comprender que
el MAI estuviese muy pendiente de la actitud final de los camaradas
de Kimetz , y no debe extrañar la decepción experimentada ante tantas
expectativas defraudadas. A pesar de ello, desde aquí queremos trasladar
nuestras esperanzas en una rectificación de estos camaradas en el futuro.
Creemos en su honestidad y en que comprenden que el primer mandato de
esta virtud es aplicársela a uno mismo. Kimetz habla de “unidad y
lucha” como principal instrumento de desarrollo de la vanguardia; sin
embargo, ha cedido ante quienes sólo aceptan la unidad si es en su torno, y
ante quienes han demostrado no estar dispuestos al debate, a la lucha
ideológica y política. Los camaradas de Kimetz deberían reflexionar más
sobre esto.
¿Hace falta más para demostrar que todo lo que proviene de estos señores es
pura farsa? Se desgañitan insultando y amenazando, acusando a diestro y
siniestro de señalarles con el dedo ante la policía, de que deseamos que todo el
peso de la represión caiga sobre ellos, de que nos gustaría verles entre rejas de
por vida y no se sabe cuántas sandeces más… ¡y resulta que ellos mismos
estampan el famoso guión garzoniano ! ¿Hay algo más patético que
ser chivato de sí mismo? Al MAI no le extraña, ya que es costumbre, pues le
consta que estos señores, cuando pueden, publican datos sobre las
organizaciones que les critican y que han manifestado disconformidad con su
línea política. También es posible que elhombre de hierro resulte ser el Azef
del PCE(r); pero, entonces, este partido debería limpiar primero su propio
establo antes de intentar emponzoñar a los demás. En cualquier caso, se debe
reconocer que esta forma de actuar no está exenta de cierta lógica: como el
PCE(r) no puede ofrecer nada, pues carece de masas, de política
revolucionaria y su ideología pequeñoburguesa se funda en el revisionismo, es
natural que haya convertido las viejas batallas en su único patrimonio político,
al que recurren sus prosélitos haciendo alarde de esa especie de mística de ex
combatientes en que ha convertido este partido su retórica, a sabiendas de que
el auditorio –dado el bajísimo nivel teórico en que se haya nuestro
movimiento– se quedará atónito y experimentará espontáneamente cierta
empatía (veta para poder explotar después una malentendida solidaridad) por
el sacrificio de estos comunistas . De esta lógica simple y macabra vive desde
hace tiempo el PCE(r), y es la que empuja a sus miembros a delatarse a sí
mismos. Por la boca muere el pez, señor Ferro .
De todo lo expuesto se desprende que, en realidad, esos motivos sobre las
consecuencias de la crítica a la línea del PCE(r) son una cortina de humo para
esconder el fondo del problema (una línea errónea) y rechazar el debate que
permita esclarecer los elementos para una verdadera política proletaria. El
comunismo revolucionario lleva más de 30 años hipotecado por la apuesta que
estos señores decidieron hacer un día, y los réditos de ese crédito se pagan
todavía hoy con el precio de mantener cautivo el debate en el seno de la
vanguardia acerca de las tareas que hoy necesita la reconstitución del
comunismo (tareas ineludibles, también, como efecto del fracaso de aquella
apuesta). En estos 30 años han acontecido cosas importantes con
consecuencias muy serias para la lucha de clases proletaria a todos los niveles.
Todo un ciclo histórico se ha cerrado y hora es ya de que el PCE(r) rinda
cuentas ante la clase a la que dice servir. El MAI forma parte de ese sector de
la vanguardia que piensa que el proletariado ha pagado sobradamente la
hipoteca y que pugna por desembarazarse de viejas tutelas para iniciar la
búsqueda del camino que permita al movimiento comunista salir de la crisis
en la que se halla inmerso, y de la que el PCE(r) es uno de sus exponentes
genuinos.
Sin embargo, todavía la primera parte del texto se corresponde con esa
dialéctica de baja estofa a que nos tienen acostumbrados. Comienzan tratando
al MAI con displicencia, casi con desidia, reprochando a “los del MAI” por
inmodestos y por creerse “los portadores de la verdad universal” y “los sumos
guardianes” del marxismo-leninismo, etc., etc. Algo que ya viene siendo
habitual entre quienes nos censuran y, por lo demás, aburrido. Parece ser el
premio con que el sector pacato de nuestro movimiento paga la independencia
ideológica y la expresión firme, con convicción y lo mejor fundamentada que
se puede, de lo que se piensa. Seguidamente, se burlan de la represión sufrida
por algunos miembros del MAI a la que aludíamos en la Declaración Política.
Dicen jactanciosamente que será “alguna multa de tráfico” y nos acusan de
“jugar a la revolución”. Desde luego, nosotros no
hemos expropiado ni ejecutado a nadie, así que no fue como para ir a
acompañarles al talego ; fue, precisamente, por pedir la libertad de su gente.
El PCE(r) es quien habla de Estado fascista y de represión fascista, de modo
que apliquen su propio criterio imaginándose cómo respondería ese Estado
ante tales consignas y obtendrán una medida de la represión sufrida, desde
luego más cercana a la realidad que la caricatura insolente con que la
presentan. A continuación, y a propósito del tema de la infiltración policial
que se había situado en la Declaración, se introduce, sin venir a cuento, todo
un pasaje de exaltación épica en el que se reitera por enésima vez el tostón de
lo veteranos, valientes, sacrificados y listos que han sido siempre y son los del
PCE(r), y vuelta a poner encima de la mesa a los muertos y torturados. Es su
argumento estrella, y es el que utilizan siempre para deslegitimar al contrario
y “coger ventaja en el debate”, para, desde ella, expulsar por su negra boca lo
más aberrante que se les ocurra. Por ejemplo, que “los del MAI” se han
convertido “en apéndices y correas de transmisión de la propaganda y la
guerra psicológica fascistas”. Por este tipo de referencias crispantes comenzó
este asunto entre el PCE(r) y el MAI, y precisamente éste aludió al tema de la
infiltración para hacer comprender a estos señores que ese tipo de argumentos
no sirven para hablar de política, que ir acusando a todo el mundo de ser
fascista o de pertenecer a la Guardia Civil no es una buena costumbre, y que
puestos a contar provocadores, dónde mejor que en sus filas… ¡por razones
obvias!, añadíamos. Y esta obviedad es la que han vuelto a explotar en este
último documento para mayor autocomplacencia. Antorcha acusa al MAI de
“frivolidad”, pero ¿hay mayor frivolidad que, por ejemplo, meter
a Kimetz entre los “cómplices” del fascismo porque no eliminaban la
Declaración del MAI de su foro, para luego sacarlos, una vez que estos
camaradas cedieron a su presión? ¿Es esto serio? No sabemos si son hábiles
en el arte de combatir las infiltraciones; ellos dicen que sí, pero estando gran
parte de su organización en la cárcel induce a la duda; de lo que no cabe duda
es de que sí son diestros en el arte de manipular las cosas a su antojo.
La cuestión del terrorismo sigue siendo especialmente sensible para los del
PCE(r). Aunque niegue que les obsesiona, Antorcha insiste en desmarcarse
del “epíteto de terroristas”, que, según ella, sólo busca “vilipendiarlos”. Esta
insistencia denota claramente que estos señores siguen aceptando y
compartiendo el contenido que la burguesía da a ese concepto –con su carga
moral negativa incluida– y que, en consecuencia, no están dispuestos a
aplicarlo a ninguna de las actividades que, aunque no realicen por sí mismos,
sí apoyan “política y moralmente”. El MAI insiste en que ésta es una actitud
revisionista en lo teórico. En la tradición de nuestro movimiento, siempre se
han definido las acciones armadas individuales como terrorismo, y su juicio
siempre se ha limitado a su oportunidad política en relación con el momento
en que se producen o a su idoneidad general como forma de la línea militar
del proletariado. A este plano de interpretación se ha limitado y sigue
limitándose el MAI. Pretender otra intención es tergiversación pura o
reconocer implícitamente que se ha abandonado el marxismo en este tema y se
prefiere desviar el debate del terreno científico hacia el terreno burgués de las
connotaciones éticas y emocionales del término, connotaciones impuestas por
el enemigo y que se acepta introducir en el debate con tal de no hacer frente a
la crítica que consiste en que se debe admitir que la actividad armada
individual, esporádica aunque continuada, pero no planificada ni dirigida por
el Partido Comunista, es terrorismo, una táctica militar que no se corresponde
con la línea militar proletaria. El PCE(r) prefiere un debate con las reglas de
juego de la burguesía antes que profundizar en el contenido político y de clase
de una actividad armada que dice “apoyar”. En esto consiste el revisionismo
teórico de este partido en el tema del terrorismo.
La línea militar
“(…) podemos decir que, en nuestra opinión, nuestra revolución pasará por
dos fases: la defensiva estratégica del desarrollo de la Guerra Popular
Prolongada y la fase de la insurrección.” ( Textos para el debate en el
movimiento revolucionario europeo , 1987, p. 38).