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FUNCIONES DE LA CRIMINOLOGÍA
Es necesario plantearse para qué pueden y deben utilizarse los conocimientos propios que
ofrece la ciencia criminológica. Lo que no deja de ser un problema de total actualidad. Y,
aún más, en un momento en que -en España- la evolución del reconocimiento oficial de la
Criminología está en pleno desarrollo.
Ya hace unos años, KAISER destacaba las posibilidades de la Criminología de actuar como
una "central de informaciones" (central-clearing), lo cual –según él- significa un lugar de
recogida de informaciones criminológicas relevantes para el legislador, la práctica
jurídicopenal y la Ciencia.
Ahora, las posibilidades de la informática moderna pueden potenciar de manera
extraordinaria esta función tradicional, porque permite ofrecer información más extensa,
además de completa y en tiempo real. Sin embargo, la Criminología no puede convertirse en
una gigantesca base de datos, porque la obtención y tratamiento de ellos no son un fin en sí
mismo, sino un medio. No basta con su consecución, introducción y mantenimiento, sino
que –como antes ya se ha indicado- deben ser interpretados con arreglo a una teoría.
Y puede originarse, por añadidura, otro problema: el que esa colección de datos pueda
ofrecer una información sesgada, parcial, empobrecida –e incluso puede que tendenciosa-
de la realidad criminal. Y es que si se conciben y organizan teorías sólo sobre la base de los
datos registrados, ello puede llevar a que éstas sólo respondan a lo que se llama la
delincuencia convencional.
Y, en sentido contrario, que la focalización sólo en la delincuencia "oficial" conlleve el
registrar sólo determinado tipo de información que puede ser considerada, erróneamente,
relevante desde el punto de vista criminológico.
se puedan crear sobre él. Y, además, responder –con análisis científicos- a los fines de
instancias como la Policía, el sistema penal o penitenciario, o la legislación.
El que la Criminología tenga como función lograr el control del delito, e incluso –en una
formulación más agresiva- la lucha contra él, ha sido bastante discutido por las propias
corrientes criminológicas de opinión.
Quienes se muestran contrarios a ello afirman que las estrategias político-criminales que
deben conducir a lograrlo son un problema político que deben solucionar los poderes
públicos. Por el contrario, los que están a favor de que la asuma aseguran que la evidente
conexión e interdependencia entre las formas reales de comisión de actos delictivos y la
forma –también real- de lucha contra él, impide que puedan separase teórica y
forzadamente una de otra.
En la actualidad, aunque siguen existiendo corrientes que no siguen exactamente una
doctrina unitaria, sí que encuentra una mayor acogida la idea de que no es posible analizar
el crimen desde una óptica totalizadora e integradora sin analizar también los elementos y
procesos de reacción social que intervienen en él.
bondad suprema del orden social y del efecto bienhechor de la pena, por lo que se tiende a
respaldar empíricamente la respuesta represiva. La segunda, como instancia crítica, porque
se cuestiona el orden social, se muestra una simpatía incondicional con las minorías y se
discute el fundamento moral del castigo.
Ninguno de los dos extremos convence. La Criminología no debe convertirse en una especie
de coartada científica para legitimar un determinado orden social o un instrumento para
conservarlo, ni –tampoco- un agente de subversión y crítica social per se. El criminólogo
debe buscar la verdad científica, reservándose –en su caso- la posibilidad de criticar las
bases del sistema legal o el orden social, y todo ello sin desvirtuar el propio contenido de la
Criminología como ciencia.