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Es curioso creer que mientras más pasen los años, más fáciles se volverán las cosas, o que la gente

que llega a tu vida de manera inmediata va a poder reemplazar a la de tu pasado, pero entre más,
gente conoces, más posible es que añores lo que dejaste atrás.

Hace solo un par de semanas, paso lo que menos me esperaría, me llamo Theo, llevo más de 10
años viviendo en Puebla capital, mas especifico por la zona de Sanctorum, es curioso que en todo
este tiempo de idas y venidas en bares de ambiente, baños de vapor y el WhatsApp Amarillo, no
haya encontrado más que personas con las que el rato era lo que era y adiós.

No me mal entiendan han pasado muchos que valen la pena, pero siempre buscas a tu primer
amor, el mío se llama “Roberto”, un hombre maduro de barba y bigote, con panza chelera pero los
brazos anchos de ejercicio y duros como una roca, bello en todo el cuerpo, manos rasposas y los
brazos requemados hasta la línea de la playera, justo como la mayoría de la gente de mi pueblo, él
y yo compartíamos tantas cosas, pero la más importante era la sangre.

Roberto, era mi tío, uno de los 4 hermanos de mi mama, el segundo hijo de mis abuelos y mi
mama la tercera en nacer, mientras yo tenía 15 años él tenía 40, la diferencia de años era abismal,
pero como a muchos en el pueblo las circunstancias lo hicieron madurar más pronto y dedicarse a
la vida laboral, cuando tenía 18 años, después de obtener su credencial, se fue de mojado para el
otro lado, y por mucho tiempo mando dinero y se hizo de sus terrenos y casa y un pequeño local
donde pusieron una carnicería mis tíos y abuelos, después de todo es el negocio familiar.

Toda mi niñez me aprendí la vida entera del tío Roberto, aquel que desde pequeño mataba toros
para la carnicería y podía destazar a la res de inmediato con los cortes que más solicitaban en la
carnicería, regreso del otro lado a los 39 Justo para mi fiesta de cumpleaños, 14 años fue cuando
lo vi por primera vez, pese a la nula comunicación que tenía con él, sentí de inmediato un cariño
enorme hacia él, que ni siquiera con mi padrastro llegue a tener, recuerdo ese día como el inicio
de mi vida por muy estúpido que parezca, recuerdo que entro y me cargo en sus brazos, como si
nada, me abrazo y lleno de besos por mi cumpleaños y yo sentí… no sé qué sentí, pero tal vez
ahora a mis 28 años, puedo decir que fue amor de hijo a padre.

No es tan necesario enfocarse en la fiesta, lo que si es que como acababa de llegar no tenía donde
quedarse, así que se quedaba en el sillón de la casa, en la sala, pero ese día, se quedó en mi cama,
ese día… después de dos semanas de estar todos los días jugando y riendo, mis papas tuvieron que
salir por unos temas de mi padrastro, y mi tío se quedó a cuidarme, vimos películas, comimos
chetos y e quede dormido a su lado y me llevo a la cama, justo cuando la sentí, abrí los ojos y de
inmediato, le dije.

— Tío, quédate conmigo por favor.

La verdad es que sabía lo que decía, y no dudo en aceptar, se acostó conmigo, son de esas noches
de Junio, que por las noches hace un calor infernal, y me quite mi playera y mi pantalón para
quedar en mi pequeño short sin calzones abajo, y mi tío de por sí, solo estaba en short, en el
transcurso de la noche no dormí mucho, solo estaba pensando en abrazarlo y tocarlo, lo acaricie
varias ocasiones, en una de ellas, que tenía ganas de ir al baño, pase sobre de él, sentándome en
su entrepierna a propósito, mi tío, despertó, y solo me pregunto a donde iba, le dije que al baño, y
al regresar del baño me monte de nuevo en su bulto. Creo que esa fue la señal perfecta y exacta
de que es lo que yo quería.
La noche fue normal, lo realmente interesante inicio a la siguiente mañana, recuerdo que mi tío se
metió al baño para darse un rega, justo como él le decía, y así como vi que se metió a bañar espere
unos momentos, me desnude y entre de una sola al baño diciéndole.

— Me puedo bañar contigo.

A lo que mi tío no se negó, nos bañamos de manera normal, y en los pequeños inter, le hacia la
plática hasta que me dijo.

— Que no te sabes lavar la verga.

A lo que yo solo alce los hombros en negación.

— No tío, Carlos nunca me enseño (Carlos era mi Padrastro), me puedes enseñar.

Me mantuve con la cara tranquila mientras ponía mí mirada directo en su entrepierna. Y mi tío,
inicio, tomo jabón con su mano y lo empezó a tallar por sus huevos y su verga, llenando de
espuma todo, con ese jugueteo poco a poco se le empezó a parar, y ya que estaba casi erecta,
descubrió la cabeza y se lavó con jabón, yo por mi parte no quitaba la mirada de ahí miraba con
atención mientras intentaba hacer lo mismo. Después de eso me metí al chorro de la regadera
para enjuagarme mientras él se acercó, despacio detrás de mí y me rodeo con los brazos para
agarrármela y enjuagármela, pero al mismo tiempo jugándola, yo no pude evitar que se me parara

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