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Pauta 1A

Desarrollo acuícola del camarón y su medio ambiente: gente,


manglares y pesqueras en el golfo de fonseca*

BILLIER R. DEWALT
Universidad de Pittsburgh, Pittsburgh, Pennsylvania, Estados Unidos
PHILLIPPE VERGNE
Pine Valley, California, Estados Unidos y
MARK HARDIN**
Ingeniería y Ciencias Aplicadas, Gainesville, Florida, Estados Unidos

RESUMEN

A comienzos de 1980, el Golfo de Fonseca, al sur de Honduras experimentó un auge


acuícola y se transformó en el segundo mayor productor de camarones de cultivo en el
hemisferio occidental. Sin embargo, el desarrollo de la acuicultura ha provocado las
siguientes preocupaciones: (a) destrucción de la vegetación de bosques de mangle, (b)
agotamiento de cantidad natural de peces, (c) desaparición de lagunas estacionarias, y
(d) deterioro de la calidad del agua. Demostramos que el deterioro del medio ambiente
fue resultado de múltiples causas, las cuales incluyen la acuicultura, el creciente número
de pescadores, practicas de agrícolas nocivas y políticas y reglamentación deficientes por
parte del gobierno. Sugerimos que se deben tomar medidas a la brevedad para proteger
el medio ambiente natural y crear una acuicultura sostenible. Derechos de Autor, 1996
Elsevier Science Ltd.

1. Introducción

Con el creciente reconocimiento del grado de disminución de las pesqueras a nivel


mundial (Partif, 1995; Population Action International, 1995), es evidente que la
acuicultura tendrá que expandirse si la creciente demanda por peces y mariscos se llega a
concretar (National Research Council, 1992). La crianza de peces con aletas ha crecido
mucho más rápido que la pesca y otros tipos de crianzas de ganado (Bardach, 1998, pág.
8). En 1998, la acuicultura ya abarcaba un 19% de los 75 millones de toneladas métricas
de pescado comestible suministrados por las pesqueras comerciales (National Research
Council, 1992, pág. 21). Camarones, choros y ostras de cultivo están reemplazando en
gran proporción a los productos provenientes de medios marinos naturales. Como ha
sucedido con otros tipos de desarrollo, el auge de la acuicultura ha sido acompañado de
preguntas relacionadas con los factores sociales y ecológicos de este proceso (ej.,Bailey,
1988; Bailey and Jentoft, 1990).

(*)
En este documento no se han incluido los mapas y la bibliografía del texto original.
(**)
Este reporte está parcialmente basado en investigaciones hechas para Tropical Research and
Development, Inc. en Gainesville, Florida. Las opiniones expresadas en este reporte pertenecen al autor
del mismo y no representan necesariamente el punto de vista de Tropical Research and Development.
Se preparó una versión de este reporte para el seminario especial. “Crecimiento de la Población y el
Ambiente en América Latina” en el 48 Congreso Internacional de Americanistas. Estocolmo. Suecia en
Julio 1994. Agradecemos la asistencia de Grey Smith, quien preparó el mapa. Revisión final aceptada: 2
de Enero, 1996
Este informe se centra en el estado de desarrollo de la acuicultura y el medio ambiente en
el Golfo de Fonseca al sur de Honduras. El estudio nos permitió complementar
investigaciones anteriores desarrolladas en zonas de altura de Honduras (ver Dewalt,
1983; 1985; Stonich,1993; Stonich and Dewalt, 1989) con un estudio de los procesos
que afectan a la gente, recursos naturales del Golfo y su entorno. El Golfo del Fonseca,
que limita con El Salvador, Nicaragua y Honduras, es un área rica en biodiversidad, en
donde es posible encontrar recursos marinos, extensas áreas de bosques de mangle,
lagunas, estuario, marismas y enclaves de selvas tropicales secas.

Desde principios 1980, ha habido un gran auge de cultivo de camarones en el Golfo de


Fonseca. El mayor aumento de cultivos de camarones se ha desarrollado en el sur de
Honduras, lugar que se ha transformado en el segundo mayor productor de camarones de
cultivo del hemisferio occidental. El auge de la acuicultura ahora se está extendiendo a
Nicaragua, que está buscando inversores para desarrollar fincas de cultivo a lo largo de
los estuarios que se conectan con el Golfo de Fonseca. Sin embargo, el desarrollo de la
acuicultura ha causado una creciente preocupación por la degradación del golfo y sus
alrededores (SECPLAN/DESFIL, 1989; UICN, 1992). La discusión se centra en cuatro
temas: (a) destrucción del bosque de mangle, (b) agotamiento de las zonas pesca en el
Golfo, (c) desaparición de lagunas estacionarias, y (d) deterioro de la calidad del agua.
Adicionalmente, la región se ha transformado en una zona en la cual los propietarios y
administradores de fincas de camarones se han visto envueltos en numerosos conflictos
con agricultores y pescadores locales (Wille, 1993). Problemas similares se han producido
en otras partes del mundo (Bailey, 1988; DeWalt and Toledo, 1994; Weber, 1994, pág.
23).

A comienzos de 1993, iniciamos un estudio medioambiental y socioeconómico para


averiguar los principales efectos del aumento de la acuicultura de camarones en el sur de
Honduras con el propósito de determinar las políticas de intervención apropiadas para
conservar los recursos del Golfo y también solucionar algunos de los conflictos sociales de
la zona. Los objetivos de este informe son investigar la existencia de evidencia acerca de
la magnitud del deterioro medioambiental y el conflicto social, especialmente con
respecto a su relación con el desarrollo específico de la economía de la región.
Concluimos con una discusión de las políticas de intervención que creemos que permitirá
el desarrollo continuo de los cultivos de camarones en el Golfo de Fonseca, protegiendo al
mismo tiempo los recursos medioambientales de la región.

2. Uso y explotación de recursos naturales en el sur de honduras

El sur de Honduras ha experimentado una expansión considerable de la agricultura


comercial, después de la Segunda Guerra Mundial. En parte, esto se debió a que se
pudieron controlar los mosquitos y la malaria usando DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano) y
quinina. Además, el gobierno de Honduras se transformó en un agente activo de
desarrollo, creando una variedad de instituciones y agencias estatales para expandir los
servicios gubernamentales, modernizar los servicios financieros del país y emprender
proyectos de infraestructura.

Este período de fuertes inversiones en el sector público condujo un auge de la actividad


agrícola especialmente la producción de algodón (ver Stares, 1972, pág. 35; White,
1977; Durham, 1979, pág. 119). A comienzos de los años 50, la producción comercial
involucró considerablemente la mecanización de tareas, como la preparación de suelo,
siembra, cultivo y control aéreo de plagas utilizando productos químicos (especialmente
insecticidas y fertilizantes). El uso indiscriminado de pesticidas en las regiones de cultivo
de algodón, todavía es uno de los más grandes casos de contaminación medioambiental y
salud humana que ha afectado a América Central. El agua de las zonas de cultivo de
algodón muestra un alto grado de contaminación con DDT, Dieldrina, Toxafina y Parathion
(USAID,1982). Un estudio de 1981, realizado para determinar los niveles de
envenenamiento con pesticidas en los alrededores de la ciudad de Choluteca, Honduras,
reveló que aproximadamente 10% de los habitantes tenía niveles de pesticida lo
suficientemente altos para ser considerados como casos de intoxicación (Leonard,
1987:149). La contaminación de aguas y tierras por pesticidas, como también los altos
niveles de pesticida residual en la comida, había tenido importantes efectos en la salud
humana (Williams, 1986; Leonard, 1987).

El mayor efecto social del auge del algodón fue el aumento de la desigualdad para
acceder a terrenos. Los grandes terratenientes suprimieron la ocupación de tierras por
parte de los trabajadores, los derechos de cultivos compartidos, elevaron
exorbitantemente los tasas de arriendo de terrenos y despojaron a la fuerza a los
trabajadores de tierras estatales o de tierras de posesión indeterminada (Durham, 1979;
Boyer, 1983, pág. 94). De esta manera, el aumento de las plantaciones de algodón
desplazó a muchos pequeños agricultores de los terrenos más apropiados para la
agricultura hacia el sur, forzándolos a cultivar en escarpados falderos montañosos (ver
DeWalt, 1985). No obstante, el algodón proporcionaba un importante número de fuentes
de trabajo temporales durante la temporada de cosecha. Hasta principios de 1990,
cuando los disparatados costos de inversión y el daño medioambiental pusieron fin a la
producción de algodón en la región, la fibra de algodón de la zona era cosechada a mano.

La expansión de la industria ganadera también provocó extensos y devastadores


impactos medioambientales (DeWalt, 1983; 1985). En medio de la disminución de los
precios de los productos commodity en la década de los 60, el aumento de los costos de
producción, la incertidumbre de las lluvias y el apoyo nacional e internacional a la
expansión de la actividad ganadera, muchos terratenientes reasignaron sus terrenos de
cultivos de algodón y/o cereales a cultivo de forraje para ganado. El ganado sedujo a
muchos terratenientes en Honduras, debido a que con sólo dos o tres trabajadores y
extensas llanuras de forraje, era posible administrar una rebaño de cientos de cabezas de
ganado (DeWalt and DeWalt, 1982, pág. 69). Así, muchas de las tierras de mejor calidad
del país fueron destinadas a praderas forrajeras. El Banco Central, estimó en agosto de
1988 que 48% de las tierras de los valles de Honduras – cubriendo 31 valles principales –
estaban destinadas a forrajes. De éstas, 22% están localizadas en la parte sur del país
(U.S. AID Honduras, 1990, pág. 10). La expansión de los terrenos destinados a forraje no
sólo se ubicaba en tierras bajas y pies de las laderas en donde los grandes terratenientes
aumentaron sus inversiones en la actividad ganadera, sino que también en los terrenos
de altura en donde muchos pequeños agricultores aumentaron su producción ganadera
(Durham, 1979; Boyer,1983; DeWalt, 1983; Stonich, 1986). Los agricultores de mayores
recursos a menudo arrendaban tierras cercanas a las laderas de bosques secundarios a
agricultores de menores recursos. El contrato de arriendo establecía que, después de
arduos procesos de limpieza de terrenos para producir maíz o dos tipos de grano de
subsistencia, los arrendatarios plantarían forraje para el terrateniente (DeWalt, 1985).
Los agricultores de escasos recursos encontraban disponibles tierras de mayor demanda.
Los resultados fueron que aquella tierra que no se utilizó por 15–20 años ahora era
cultivada cada año (DeWalt, Stonich y Hamilton, 1993, pág.118). Los efectos ecológicos
de la expansión de praderas involucran una deforestación masiva y erosión del suelo
(DeWalt, Stonich y Hamilton, 1993).
La concentración de suelo agrícola de calidad en manos de grandes terratenientes, la
conversión de bosques y suelo agrícola a praderas y la falta de alternativas económicas,
llevaron a muchas familias de escasos recursos a buscar oportunidades en otros lugares.
Muchas familias pobres optaron por una migración cíclica o permanente hacia las
ciudades o bien se hicieron dependientes de los miembros de la familia (Stonich, 1993).
Entre 1974 y fines de 1980, la migración del sur de Hondura promedió 1.3% por año.
Aproximadamente la mitad de la gente que dejaba la región cada año era agregada a la
población, ya sea por una tasa de nacimiento o inmigración (Stonich, 1993)(1).

Otra estrategia para la gente de escasos recursos fue reubicarse en la escasamente


poblada región costera de bosques de mangle, zonas pantanosas, estuarios y lagunas
estacionales alrededor del Golfo de Fonseca. Esta zona, no apta para cultivo a gran escala
de maíz, forrajes u otro uso comercial, se pobló rápidamente de inmigrantes de otras
municipalidades del sur. Se formaron algunas comunidades como resultado de un
modesto programa de reforma agraria decretado en Honduras a finales de 1960 y
principios de 1970. Los sindicatos de obreros organizaron grupos de personas,
principalmente de las comunidades de las áreas urbanas para tomar posesión de tierras
administradas por grandes terratenientes. Como resultado, se fundaron más de 300
comunidades, muchas de las cuales están localizadas en o cerca de estuarios y tierras
húmedas de la región. Comunidades como El Tulito, Los Prados y La Cuchilla se
establecieron y crecieron rápidamente en ese tiempo; la gente que pertenecía a estas
cooperativas limpió la montaña para cultivar maíz. También se fundaron las comunidades
pesqueras como La Isla de Mango, Cedeño, Pueblo Nuevo, San José de las Conchas y
Guapiñol, entre otras, las cuales aumentaron su población rápidamente durante 1960,
1970 y 1980.

Todas las comunidades agrícolas y pesqueras pasaron a depender de la captura de peces,


mariscos, animales y recolección de maderas de las lagunas, bosques de mangle,
estuarios cercanos y del Golfo de Fonseca. Un punto importante que se debe destacar es
que hasta principios de 1980, estas actividades económicas ocurrían en grandes áreas
que no estaban sujetas a la propiedad privada. La mayor explotación de los recursos
costeros provenía solamente de las operaciones de producción de sal.

3. Crecimiento de las fincas camaroneras

A mediados de 1980, en Honduras los inversionistas capitalistas del sur comenzaron a


invertir en nuevas exportaciones de maíz y camarones. Parte del desarrollo de estas
exportaciones no tradicionales fueron estimuladas por préstamos y apoyo técnico
proporcionado por el proyecto U.S. AID Exportación, desarrollo y Servicios (EDS) (522–
0207). Los préstamos se canalizaron a través de la Federación de Productores y
Exportadores Agrícolas y Agroindustrial (FEPROEXAAH). El cultivo de camarones en el sur
de Honduras se realiza en estanques, cuya superficie varía entre 5 a 20 hectáreas,
construido en los bordes de los estuarios. Estos estanques son llenados ya sea con
postlarvas de camarones capturados en ambiente natural (aproximadamente 60% a
principios de 1993) o con postlarvas cultivadas en criaderos. Aproximadamente entre 5 a
10% del agua de los estanques se cambia diariamente usando bombas ubicadas en los
estuarios, además de una serie de canales de abastecimiento y drenaje. Los camarones
son alimentados con comida procesada y son recolectados después de seis meses de
crecimiento cuando los estanques son vaciados. A comienzos de 1993, en el sur de
Honduras la superficie ocupada con estanques de fincas camaroneras semiintensivas es
aproximadamente 11.500 hectáreas. La mayoría de ellas estaba en manos de 25 grandes
productores. A pesar del desarrollo, los estudios hechos a mediados de 1980 destacan la
importancia de la incorporación de familias de escasos recursos al proceso del desarrollo
del camarón, principalmente a través de la formación y apoyo a las cooperativas
(Dickinson et al., 1985). Estudios más recientes concluyeron que sólo las operaciones a
gran escala e intensivas son rentables (USAID/Honduras,1989) (2).

En un período de tiempo muy corto, estas fincas dejaron la exportación de camarón en la


tercera posición en términos de exportaciones hondureñas (detrás de las bananas y el
café). El Banco Central de Honduras reportó en 1992, que las fincas camaroneras en el
sur vendieron más de cuatro millones de kilos de camarones por un precio de US$ 40.2
millones. Aproximadamente 11.900 personas estaban directamente contratadas por las
fincas camaroneras, seis plantas de empaques y seis fábricas de hielo (3). A pesar de que
la mayoría de los trabajos eran temporales y mal pagados (4), mucha gente ha dicho que
los trabajos creados por la actividad del camarón han revitalizado el sur del país y han
hecho que los inmigrantes regresen a la región. Sin embargo, no toda la situación es
positiva, la expansión de las fincas camaroneras ha tomado lugar en zonas de terrenos
pantanosos, playas, bosques de mangle que alguna vez fueron terrenos públicos, usada
por la población pobre del campo para cazar, pescar y recolectar mariscos y leña. Las
concesiones gubernamentales a las fincas camaroneras han transformado esos recursos
de propiedad pública en propiedad privada. Hasta 1993, las concesiones gubernamentales
eran concedidas por el Instituto de Turismo de Honduras porque esta agencia tenía
jurisdicción sobre los recursos costeros del país (5).

Las concesiones de 20 años fueron licitadas a compañías o individuos por cuatro Lempiras
(menos de US$ 1) por hectárea por año (6). Las personas de escasos recursos y
comunidades locales se han quejado del proceso mediante el cual han sido otorgadas las
concesiones, a pesar del bajo costo adquisición. Los recursos económicos y políticos que
han influido en el proceso de concesión han ido más allá del propósito de las
cooperativas, comunidades agrícolas o individuos relativamente pobres. El otro problema
con las concesiones, es el límite de las propiedades, los cuales son bastante imprecisos,
no tienen títulos de propiedad y nunca han sido medidas, derivando en duros conflictos
entre individuos y compañías que creen que poseen concesiones de tierras en común, y
porque los cultivos de camarones se están expandiendo ilegalmente hacia las áreas de
reservas o que están invadiendo tierras comunitarias. Una vez que se otorgan las
concesiones, los productores de camarones cavan pozos en los cuales se depositan
postlarvas, que son alimentadas hasta que alcanzan un tamaño apropiado para su
comercialización. Debido, en gran parte, a que los valiosos camarones son fácilmente
robados desde los pozos abiertos, las compañías han instalado rejas, guardias armados,
restringiendo el tránsito por vías y/o áreas de acceso que alguna vez habían sido
utilizadas libremente.

4. Camarones y el conflicto intenso

El sur de Honduras se ha transformado en un semillero de disputas y confrontaciones


(Wille,1993). Por un lado, hay pescadores y otras personas de comunidades costeras que
formaron el Comité para la Defensa y Desarrollo de la Flora y Fauna del Golfo de Fonseca
– CODDEFFAGOLF. Las principales disputas de este grupo son con las fincas camaroneras.
El Comité cree que las fincas están destruyendo el Golfo de Fonseca, dentro de los cargos
específicos que le imputan se encuentran los siguientes:
ƒ Los cultivos de camarones privan ilegalmente a los pescadores, granjeros y otros del
acceso a estuarios, lagunas y otras áreas en los cuales esas personas tienen derechos.

ƒ En el proceso de construcción, las fincas camaroneras arrasan con grandes cantidades


de bosque de mangle, parte vital del ecosistema del Golfo.

ƒ Las fincas camaroneras han tomado control de lagunas estacionales, ya sea a través
de la construcción de diques o caminos que han alterado su hidrología.

ƒ Los cultivos de camarones causaron la disminución de las pesqueras del Golfo, a través
de las actividades de recolección de larvas de camarones. Cuando recolectan las larvas
de camarones, también atrapan a pequeños peces que luego son botados en la playa.

Por otro lado, también están los productores de camarones. La Asociación Nacional de
Acuicultores de Honduras (ANDAH) representa alrededor del 25% de los grandes
productores. ANDAH y los administradores de cultivos de camarones reportaron:

ƒ Los problemas ecológicos en el Golfo de Fonseca son debidos principalmente a la grave


erosión del suelo, producto de la agricultura insostenible en las montañas.

ƒ El aumento de sedimento está llenando los estuarios, lo que afecta la calidad del agua
y causa la destrucción de los bosques de mangle.

ƒ La gente de escasos recursos alrededor del Golfo es la principal responsable de la


destrucción de los bosques de mangle, porque los cortan para utilizarlos como
combustible.

ƒ La gente de comunidades locales espera simplemente que las compañías de


camarones les proporcionen recursos. Los ladrones de camarones son comunes y, por
ello, las compañías han tenido que instalar rejas y contratar guardias armados.

ƒ Ecoterroristas están operando en la zona. Son personas agresivas que tienen


resentimientos en contra de las compañías de camarones simplemente para tratar de
obtener algún beneficio económico.

Los conflictos en la región se han vuelto cada vez más violentos. Los caminos hacia las
fincas camaroneras han sido bloqueados, se han quemado edificios de algunas compañías
y durante una manifestación fue bloqueado un puente importante de la Carretera
Panamericana; también algunos importantes miembros y líderes de la CODDEFFAGOLF
han sido amenazados. Pescadores han informado de un creciente hostigamiento por parte
de los guardias de las fincas camaroneras, incluso cuando usan estuarios públicos, tres
pescadores han sido asesinados y, al menos en un caso, guardias de una de las más
grandes fincas camaroneras han sido responsables (CODDEFFAGOLF, 1993, pág. 13:2).

Métodos

Uno de los grandes problemas son los conflictos de las regiones del sur, por la poca
información confiable que existe para verificar o contradecir los reclamos y para dar
respuesta a las reclamaciones por parte de los involucrados. Nuestro objetivo fue
desarrollar, reunir y analizar información con respecto a la situación medioambiental y de
los conflictos en el Golfo de Fonseca. El objetivo era establecer una pauta preliminar y
hacer recomendaciones útiles para los planes del manejo de recursos sostenibles que se
desarrollan en el área. Se desarrolló un estudio medioambiental y socioeconómico usando
los siguientes métodos.

Para determinar los cambios en el uso de la tierra y vegetación, se obtuvieron fotos


aéreas del Instituto Nacional Geográfico de los años 1973 y 1982 y una nueva serie del
año 1992. Las fotografías de 1973 se usaron como línea de base, debido a que en ese
tiempo las fincas camaroneras no existían, la información de 1982, representó un período
en el cual las fincas camaroneras estaban en etapa de desarrollo temprana y la
información de 1992 representa la situación actual y un punto aceptable y decisivo para
el uso y administración racional de los recursos del Golfo.

Durante tres años, las fotos aéreas (escala 1:20.000) se interpretaron usando un
geoscopio y verificando a través de catastro en terreno. En ese entonces, las fotos
interpretadas se usaban para producir mapas que indicaban el uso de la tierra en la
región. Una vez que se diseñaron los mapas y se revisó el terreno, el cálculo del área por
tipo de uso se realizó utilizando un planímetro electrónico. Se efectúo un sobrevuelo a
baja altura para verificar la interpretación de la fotografía aérea, además de obtener el
beneficio de contar con impresiones cualitativas a gran escala del estado de los bosques
de mangle, la extensión de cultivos de camarones y cualquier otro indicador de cambio
ambiental. Se elaboró un resumen del uso del terreno por categoría y año para las tres
series de datos. Los cambios en el uso del terreno se calcularon superponiendo la
información actual (por ejemplo, el área ocupada por los cultivos de camarones) con las
áreas correspondientes a años anteriores.

Además del análisis de los patrones de uso del terreno, se realizaron evaluaciones
cualitativas de los procesos y consecuencias ecológicas en el área del Golfo de Fonseca
durante enero y febrero de 1993. Estas valoraciones cualitativas se efectuaron por medio
de la revisión de informes anteriores y publicaciones relacionadas, reuniones formales con
individuos y grupos de interés en el área de Tegucigalpa y del Golfo de Fonseca y visitas a
terreno a los sectores de cultivos de camarones, bosques de mangle y otras áreas. Las
visitas a terreno se realizaron en áreas seleccionadas sobre la base de un impacto
ambiental y social esperado. Se utilizaron procedimientos evaluativos rápidos que
incluyeron entrevistas a individuos elegidos con el propósito de representar las opiniones
de la gente interesada y de las organizaciones del sur. Estas entrevistas incluyeron a
empleados de ambos sexos de las fincas camaroneras y plantas de empaque,
administradores de fincas camaroneras, granjeros, pescadores, autoridades comunales,
instituciones de beneficencia, organizaciones ecológicas, la Cámara de Comercio,
autoridades de gobierno y administradores de agroindustrias. Se entrevistó a personas de
10 villas que se extendían desde la frontera con Nicaragua hasta la frontera con El
Salvador. Las entrevistas se enfocaban en los efectos del cultivo de camarón y otras
áreas de desarrollo económico de la región, como las actitudes y opiniones de los
entrevistados relacionadas con estos avances.

Con el objeto de obtener información básica sobre los posibles efectos del uso de
pesticidas agrícolas en las cuencas que desembocan en el Golfo de Fonseca, se
recolectaron muestras de agua, suelo y tejidos de almejas en todo el Golfo y se enviaron
a la Fundación Hondureña de Investigación Agrícola para ser analizados. Además se
llevaron muestras de agua al Laboratorio Bacteriológico del Gobierno para un análisis
total de coliformes y coliformes fecales.
5. Resultados

(a) Destrucción de los bosques de mangle

Los bosques de mangle constituyen la base del sistema de estuario tropical, protegen a
las orillas evitando la erosión costera, sirven como terreno para la reproducción, crianza y
como fuente de alimento para muchas especies de peces, animales y moluscos, también
proporciona un hábitat a numerosas especies migratorias y endémicas (Balley, 1988). Se
estima que cerca de la mitad de los bosques de mangle ya han sido destruidos (Weber,
1994, pág. 23).

El estado y extensión de las zonas de bosques de mangle en el área del Golfo de Fonseca
es una muestra directa de toda la condición del ecosistema y su productividad. La tabla 1
muestra los cambios de los patrones del uso del terreno desde 1973, calculado con las
tres series de datos de los mapas diseñados a partir de las fotografías aéreas. Como se
indica allí, la cantidad de terreno agrícola ha variado muy poco desde 1973. Los salares y
los bosques de mangle, las áreas en las cuales se han desarrollado los cultivos de
camarones han disminuido en su extensión. La pérdida total de las plantaciones de
mangle adulto se estima en 6.760 hectáreas o 22% del mangle denso (30.697 hectáreas)
en 1973.

Los cultivos de camarones pueden afectar al mangle de dos maneras: por la construcción
de estanques, edificios y otras instalaciones que desplazan directamente al mangle, y
también indirectamente, como consecuencia de las alteraciones en la hidrología, que
puede ocasionar la construcción de un camino que modifique la mezcla de agua dulce y
de agua salada. Los primeros efectos son más fáciles de determinar que los últimos. Con
el objeto de cuantificar qué cantidad de la disminución del manglar se debe a la
construcción de fincas camaroneras, se compararon las 1993, existían 11.515 hectáreas
destinadas al cultivo de camarones de las cuales el 37,4% (4.307 hectáreas) se
desarrollaron en terrenos que alguna vez estuvieron cubiertos por pequeños bosques de
mangle, abultados o adultos. Las pérdidas, según tipo de mangle, atribuibles
directamente a la construcción de fincas camaroneras, se muestran en la Tabla 1. Las
pérdidas se manifiestan como se indica a continuación.

ƒ 2.132,5 hectáreas. (18,5%) de Avicennia Rhizophora densa y cierta cantidad de


Laguncularia de las plantaciones forestales que rodean salares (playones) y estuarios.

ƒ 2.174,5 hectáreas. (18,9%) de bosques de mangle pequeños, abultados o adultos,


asociados con salares (playones).

Las 2.132,5 hectáreas de plantaciones densas se perdieron como resultado de la


ocupación directa de fincas camaroneras, un poco menos de un 7% de la superficie del
mangle denso conocido en 1973 y es casi un tercio del total de la pérdida de mangle
denso en la región (ver Tabla 2). Por lo tanto, una parte sustancial de la pérdida del
mangle denso de la región (66%) se puede atribuir a factores anexos a la ocupación de
las fincas camaroneras (por ejemplo, el corte de bosques de mangle para leña). Una
cantidad de la pérdida del mangle se debe a cambios en la hidrología (naturales y
causados por el hombre) y la construcción de caminos. En parte, estas pérdidas pueden
ser resultado de las construcciones del cultivos de camarones, pero no hay manera de
calcular el grado de daño que ocasionan estos factores indirectos.
Tabla 1. Pérdida debida a la construcción de fincas camaroneras, según tipo de mangle

Tipo de mangle Hectáreas

Avicennia adulta/mediana 153,9


Avicennia densa/joven 372,4
Avicennia pequeña/densa 1282,5
Avicennia abultada/densa 1323,9
Avicennia dispersa/regeneración 66,7
Regeneración de Rhizophora 277,4
Rhizophora densa/joven 136,5
Regeneración de Avicennia y Rhizophora 395,7
Laguncularia dispersa/abultada 71,3
Otros 226,7
Pérdida total de mangle 4307,0

* Estos datos se deducen de la comparación de las áreas de mangle que aparecen en


fotografías aéreas de 1973 con las de 1992. Las comparaciones se hicieron para 62
áreas que rodean las fincas camaroneras actuales.

Tabla 2. Superficie de mangle denso en 1973 y su utilización en 1972 (porcentajes)

Total de hectáreas 30,697


Mangles 78%
Fincas camaroneras 7%
Otros usos 15%

La construcción de salares artificiales, árboles usados para leña y materiales de


construcción y la recolección de corteza de mangle rojo para la industria del cuero son
otras actividades que han ocasionado la pérdida del mangle adulto en la región. Por
ejemplo, aunque está prohibido por ley, la tala de mangle para leña se ha calculado en
46.300 m3 por año. Basándose en este cálculo, la cantidad de mangle anual usada para
leña fluctúa entre 250 y 350 hectáreas (Flores & Reiche,1990). La tala de mangle para
comercializar en las grandes comunidades de la región suministra a los pescadores
artesanales y agricultores una importante fuente suplementaria de ingresos, pero
contribuye sustancialmente a la degradación del ecosistema. Desgraciadamente, no se
han realizado estudios meticulosos referentes a la relación entre la cosecha de mangle
para madera de construcción y su tasa de regeneración natural.

Las fincas camaroneras son el factor que ha afectado mayormente al mangle pequeño y
abultado. Los efectos ambientales que puede ocasionar la extracción de grandes
extensiones de mangle pequeño y abultado del ecosistema se desconocen hasta el
momento. A pesar de que estas áreas no son tan productivas como los sistemas
productivos con una vegetación más densa, es altamente probable que su destrucción en
grandes cantidades afectará adversamente toda la productividad y evapotranspiración, la
acumulación de sedimentos. Tal destrucción también podría afectar negativamente la
supervivencia de los bosques de mangle más sanos con los que colindan.
El Gobierno de Honduras ya ha concedido aproximadamente 31.000 hectáreas para un
posible desarrollo de cultivos de camarones, de las cuales se han ocupado 11.515
hectáreas. Una parte importante de la concesión restante está ubicada en áreas con
mayor vegetación. Esto significa que la cantidad de mangle que podría ser destruido por
construcciones, si el terreno entregado en concesión restante se utiliza, sería
significativamente superior a la cantidad que ha sido destruida hasta ahora. Es
importante observar que los suelos en que están los bosques de mangle en estado
natural tienen, comúnmente, un alto contenido orgánico y baja concentración de oxígeno,
lo que genera un medio ácido. La construcción de estanques en estas áreas secas ha
provocado una oxidación de los suelos, de tal manera que las capas de suelo superior
contienen una acidez considerable, luego que se llenan los nuevos estanques. Los
camarones están naturalmente adaptados a las condiciones relativamente alcalinas de las
aguas oceánicas y no crecen en las condiciones ácidas en que se encuentran los
estanques ubicados sobre el suelo de los bosques de mangle. Los cultivos de camarones
que se han construido aventuradamente sobre plantaciones de mangle casi siempre fallan
inevitablemente. Por este motivo los lugares predilectos para el cultivo de camarones son
los suelos fangosos estériles que están sobre la altura del borde del terreno en que se
ubican los bosques de mangle (Vergne, Hardin & DeWalt, 1993, pág. 20–21). Las
enormes ganancias relacionadas con la acuicultura de camarones en áreas como el sur de
Honduras, a menudo tientan a inversionistas pequeños o inexpertos a expandirse a áreas
de mangle. Desafortunadamente, muchos de los terrenos entregados en concesión, que
no se han utilizado, son áreas no aptas. Así, aunque la extracción de unas 2.174
hectáreas de bosques de mangle de baja densidad y abultado podrían no tener un
impacto demasiado serio en la ecología del área. La extracción de otras 10.000 a 20.000
hectáreas más de plantaciones de mangle abultado y pequeño adicional es significativo y
debe ser prohibido.

Se concluye que las fincas camaroneras y otros procesos comparten la responsabilidad de


la destrucción del mangle alrededor del Golfo de Fonseca. A partir de los datos
recolectados, se puede decir que los cultivos de camarones han sido responsables de la
destrucción directa de cerca de 1/3 del mangle denso, debido a la construcción de sus
estanques. Es también probable que la industria haya contribuido a una parte de la
destrucción indirecta del mangle por la construcción de caminos y otras formas en las
cuales se ha alterado la hidrología de la región. Al mismo tiempo, una población en
aumento, en especial en las ciudades, ha provocado una creciente demanda de leña. Los
pescadores y granjeros de escasos recursos satisfacen esta demanda cortando mangle
ilegalmente. Además, la industria del cuero, que utiliza la corteza del mangle en sus
procedimientos, y la industria de la sal, que ha utilizado el mangle en hornos para
evaporar el agua de mar, también han contribuido a la destrucción del mangle. Como
hemos comprobado, estos factores son la razón de casi dos tercios de la destrucción del
mangle denso.

(b) Deterioro de la pesca

Autoridades de gobierno y la gente relacionada con la pesca han ido tomando cada vez
más conciencia sobre la reducción en la población de peces y camarones en el Golfo de
Fonseca. Aunque no hay estadísticas confiables disponibles. La pesca comunitaria ha
disminuido sustancialmente, los pescadores que alguna vez fueron capaces de tener una
vida respetable, ahora dan cuenta de que deben dedicarse a cortar mangle para leña u
otras actividades económicas para sobrevivir.
CODDEFFAGOLF afirma que la industria de acuicultura ha sido directamente responsable
de la disminución de la pesca, por la recolección de postlarvas de camarón salvaje
(principalmente Penaeus vannamei, aunque el Panaeus stylirostis también se usa) para
alcanzar los volúmenes requeridos para la comercialización. El cultivo se realiza
usualmente en estuarios por gente del lugar, que utiliza equipos de mallas de pesca que
van desde redes manuales de arrastre hasta redes tipo jábega (de 30 metros o más).
Esta recolección de postlarvas se paga sobre la base del número capturado. Hemos
estimados que aproximadamente 3.3 billones de postlarvas de camarones se utilizan para
llenar los estanques en Honduras (Vergne, Hardin & DeWalt, 1993, pág. 51). Después del
proceso de recolección de postlarvas, los peces recién desovados de muchas especies
también son capturados. Aunque no hay disponibles estudios acabados que documenten
la extensión de esta pesca, en Honduras se ha estimado, al azar, un radio de 1:5 en
captura secundaria (Foer, 1992). Es así como se ha estimado que existen quizás entre 12
y 15 millones de peces recién desovados de otras especies capturadas y generalmente
tiradas en la playa. El impacto de esta presión en el abastecimiento de la cantidad de
camarones y otros organismos acuáticos es difícil de evaluar. La población ecológica
sugiere que el camarón penacido y muchas especies de peces de zonas tropicales bajas
no podrían soportar la presión de la pesca en su ciclo primario de vida como lo hacen con
los cambios ambientales críticos. Estas son poblaciones seleccionadas que canalizan la
mayoría de sus energías en producir un número abrumador de descendencia y su
estrategia evolutiva se basa en una alta mortalidad en las primeras etapas de vida.
Aunque deberían haber protestas contra la destrucción licenciosa de peces recién
desovados, todavía es un asunto de conjetura en cuanto a la pérdida de billones de
individuos juveniles, pudiendo afectar a la población adulta.

Los cultivadores de camarones informan que un factor mucho más significativo en la baja
de la población de peces es el creciente número de pescadores. El número de pescadores
de tiempo completo y media jornada en el Golfo de Fonseca es conocido, pero está
aumentando rápidamente. Según informes, en 1985 habían 1.500; en 1990, 2.875
(Sirila, 1991, pág. 13), pero informes de los diarios citaban frecuentemente a 6.000
pescadores artesanales (por ejemplo, Tiempo, 21 de enero, 1993, pág. 11). Aunque se
desconocen los números absolutos, la creciente presión sobre los recursos del terreno y
pesqueros se está volviendo cada vez más grave. Con respecto a lo anterior, en Cedeño,
una comunidad en una pintoresca playa, la escasez de terrenos para la construcción de
casas se ha vuelto tan grave que la gobernación del pueblo promovió y apoyó a las
personas que invadieron territorios cercanos a tierras agrícolas. Esas tierras están
actualmente ocupadas por una gran cantidad de colonos ilegales. Las respuestas de los
pescadores con respecto a la disminución de la producción, predeciblemente ha guiado a
cambios tecnológicos para aumentar la producción a corto plazo. Mientras que el nylon
con anzuelos y redes arrojadizas fueron alguna vez los únicos métodos usados, desde
mediados de los 80 se volvió común el uso de redes de captura finas. Las redes de
captura finas (dos pulgadas o menos) son muy poco selectivas, debido a que atrapan
peces jóvenes y especimenes no deseados, amenazando de esta manera la sobrevivencia
a largo plazo de la población de peces en el Golfo. Los pescadores también han expresado
sus deseos de utilizar motores más poderosos para adentrarse más al interior del Golfo.
Los últimos avances en el uso de tecnología, pescadores de Cedeño en 1992, compraron
cuatro botes de fibra de vidrio.
Este escenario se puede ver como “una tragedia de situaciones comunes”. El rápido
crecimiento de la población causa una expansión hacia áreas ecológicamente ricas pero
frágiles. Los recursos no están sujetos a derechos de propiedad privado, sino que son
recursos de propiedad pública. La nueva población que ocupa este campo común carece
de instituciones sociales o culturales que los ayuden a manejar esas tierras para el
beneficio de todos. El resultado es que la población en crecimiento podría explotar los
recursos en demasía, lo que conlleva a una destrucción potencial de la existencia de
peces y mariscos. Todavía no está claro cuán grande será el efecto que tendrá en los
recursos del Golfo de Fonseca por la recolección de postlarvas de camarones salvajes y
las intensas presiones en la pesca. Las fluctuaciones a largo y corto plazo de la población
de peces afectada por la corriente de El Niño u otros factores climatológicos no pueden
ser excluidas como agentes perjudiciales para las pesqueras. Desafortunadamente, no se
han reunidos datos confiables para documentar la extensión de la disminución de la
pesca. También es posible que otros factores medioambientales estén afectando las zonas
de alimentación de esta población. Ahora nos referiremos a ese tipo de posibles
circunstancias.

(c) Deterioro de la calidad del agua

La calidad del agua es de vital importancia para los recolectores y pescadores de recursos
naturales del Golfo de Fonseca, como también para las fincas camaroneras, las cuales
para sus operaciones dependen de este parámetro. Como ha sucedido con otros factores
considerados aquí, hay escasas fuentes de información acerca de cómo ha variado en el
tiempo la calidad del agua. La amenaza potencial más grande para el Golfo de Fonseca,
las camaroneras y pesqueras es la contaminación del área por el mal uso o uso
indiscriminado de pesticidas. El ecosistema de los estuarios y el Golfo en virtud de su
poca profundidad y baja nivel de intercambio son muy propensos a la contaminación. Se
reportaron altas tasas de mortalidad de peces de consumo en la década de los 70, las
cuales fueron relacionadas al uso de pesticidas en el cultivo de algodón (Dickinson et al.,
1986).

Un estudio independiente realizado por una finca camaronera en el estuario El Purgatorio,


encontró niveles de Lindano de 23 ppt (partes por trillón) y de Aldrina de 45.8 ppt.
También se recogieron pequeñas muestras de agua, tierra y tejido de almejas para su
muestreo. Las muestras indicaron lo siguiente:

ƒ Las diez muestras de agua registraron niveles detectables de Heptaclor, Aldrina,


Lindano, Endosulfan o Malathion. Esto indica el uso indiscriminado de tales productos y
es una causa de preocupación, ya que los niveles alcanzaron concentraciones letales
para el ambiente acuático.

ƒ Dos de las cinco muestras de tejido (almejas) habían acumulado niveles detectables de
Endosulfan y Aldrina (0.002 ppm).

ƒ Dos de las cuatro muestras de tierra tomadas de una zona de estuarios de los ríos
Choluteca y Negro, han presentado niveles detectables de Mevinfosfato, un pesticida
usado para controlar plagas, vegetaciones y cultivos frutales (para mayor detalle de
las áreas en que se tomaron las muestras ver Vergne, Hardin and DeWalt, 1993, pág.
97).
Las alteraciones causadas por la actividad agrícola en las regiones vecinas son de una
gran importancia para los manglares, porque estos árboles tienen una gran habilidad para
acumular complejas moléculas químicas (Walsh, 1973). Los compuestos derivados de
pesticidas agrícolas pueden persistir en aguas de lluvia, debido a la capacidad de
biodegradación relativamente débil de los terrenos de la vegetación de manglares, los
cuales son pobres en oxígeno (Pannier, 1979).

Debido al aumento del precio de los pesticidas, el algodón ya no es un producto


económicamente viable en el sur de Honduras y su producción ha cesado. Por otro lado,
se proyecta un aumento de la producción de productos de exportación agrícolas de
calidad, tales como melones y sandías, con lo que el uso de pesticidas en la región
aumentará, siendo una amenaza para la vida salvaje y los recursos acuícolas del Golfo.

La eutroficación local de agua debido a las aguas residuales de las piscinas de camarones
también es materia de preocupación. Varios administradores de fincas camaroneras,
particularmente en el área de San Bernardo, indicaron que la degradación de la calidad
del agua era una seria preocupación para una administración efectiva de sus operaciones
de producción. Las aguas residuales de las piscinas de cultivo tienen un alto grado de
permanencia en las entradas del mar, que son pobremente bañadas por aguas del mar y
que frecuentemente se devuelven por las tomas de agua de las fincas. En una finca, los
desechos orgánicos del drenaje de una piscina camaronera y la demanda de oxígeno
bioquímico eran tan elevadas que el nivel de oxígeno disuelto en el agua de las entradas
que suministraban agua era frecuentemente de menos de 0.5 ppm (Jack Crocket,
comunicación personal). Por medio de referencias, la solubilidad del oxígeno en aguas –
una función física de temperaturas y salinidad– de una supuesta calidad encontradas en
las extensiones superiores del mar fueron de entre 6.0 ppm y 8.0 ppm o 90% mayor de
las que se registran actualmente. La mayoría de los macroorganismos acuáticos de aguas
tibias no son afectados si los niveles de disolución de oxígeno alcanzan periódicamente
5.0 ppm (Wheaton 1977), pero niveles menores dan como resultado un creciente estrés a
los animales, siendo el umbral de rango de entre 1.0 y 3.0 ppm, dependiendo del tipo de
animal. El tema final de calidad de agua está relacionado con la creciente cantidad de
sedimento que es transportado por el escurrimiento de agua dulce desde las aguas
provenientes de las montañas. La deforestación e intensas prácticas agrícolas en las
laderas, combinadas con la intensidad de los chubascos en los períodos de lluvia han
producido una erosión extremadamente alta en el suelo (DeWalt, Stonich y Hamilton,
1993) como también el arrastre de sedimento hacia las zonas de estuarios.

Estimaciones indican que la erosión es aproximadamente 13 toneladas por hectárea por


año en las zonas altas de la división de aguas del Río Choluteca y que 168 metros cúbicos
de tierra por segundo son transportados a través del río hasta el puente que está situado
justo en las afueras de la ciudad de Choluteca (Vega, 1989). Cargas de sedimento en
suspensión de este tipo son particularmente una preocupación para las fincas
camaroneras, debido a que los sedimentos rápidamente pierden suspensión en las aguas,
a medida que la velocidad del caudal desciende cuando entra a los canales y estanques
de las fincas camaroneras. A pesar de usar limpiadores unas 16 horas al día, las fincas
camaroneras tienen muchos problemas para mantener limpios los canales de
abastecimiento. El sedimento que no es controlado también conlleva a costosos y
frecuentes vaciamientos de los estanques. La creciente carga de sedimentos también
puede afectar muchos otros procesos del ecosistema. La gran turbiedad del agua, debido
a sólidos y coloides, reduce la penetración de la luz solar en las columnas de agua de
mar, afectando la productividad y, como consecuencia, la estructura trófica del
ecosistema de los estuarios. La población de numerosas especies de invertebrados y
peces que se basan en la deposición de huevos durante el desove puede que sean
afectados debido a que los sustratos y huevos se descomponen en capas de sedimento
durante los períodos más altos de circulación de aguas. Finalmente, como resultado de la
acelerada deposición en zonas pantanosas, la propia morfología de los estuarios puede
que sea alterada en un rango más allá de la capacidad de adaptación de tales procesos
naturales como el establecimiento de los bosques de mangle.

Así, como sucede con otros efectos medioambientales, hemos considerado que los
procesos y causas de los problemas son muy complejos. La población en expansión y la
creciente intensidad de la agricultura en la región, especialmente en las comunidades de
los faldeos de las colinas, han contribuido a la erosión y sedimentación del suelo. La
agricultura comercial reviste peligros debido a la contaminación con pesticidas, mientras
la expansión de la acuicultura está ligada a la eutroficación de las aguas.

(d) Desaparición de las lagunas estacionales

Uno de los principales debates de los efectos medio ambientales con respecto a las fincas
camaroneras en Honduras es la gran importancia de las lagunas estacionales y los
procesos ecológicos locales y los bosques. Alimentados por aguas de lluvias, estas
piscinas temporales se desarrollan anualmente en las partes áridas y zonas parcialmente
cubiertas por vegetación, tras los bordes de la vegetación de manglares. Las altas mareas
de la temporada –resultado de los altos niveles de escurrimiento de agua en los ríos y
riveras– crean condiciones salinas en las piscinas y, lo que es más importante, introducen
larvas y postlarvas de camarones en peces y crustáceos. Al final de la temporada de
lluvias, la mayoría de las lagunas se aíslan del contacto de aguas abiertas y se comienzan
a secar. A partir de ese punto, la reducción y desaparición final de las lagunas, el
aumento de la salinidad y temperatura, la disminución de la capacidad de arrastre de las
piscinas residuales y el aumento de la cantidad de biomasa conllevan hacia los límites
finales de cada sitio. Este proceso es altamente aprovechado por aves migratorias y
especialmente por la población humana de la región, de los cuales se deriva la utilidad
ecológica de las lagunas.

Los pescadores artesanales se trasladan hacia las lagunas a medida que los peces y
camarones se juntan en las piscinas de agua finales. A pesar de que la producción por
unidad/área es baja, considerando los tamaños originales de las lagunas, la concentración
final de la cosecha resulta relativamente alta si se compara la producción con unidades de
esfuerzo. La producción total es a menudo calculada entre décimos de miles de libras, de
los cuales la mayoría son camarones de alto precio. A pesar de su carácter esporádico,
estos beneficios han representado tradicionalmente una gran importancia a las opciones
marginales disponibles que tienen los pescadores para ganarse la vida.

Las aves acuáticas, raptoras y zancudas que migran hacia la zona también traen grandes
beneficios a la productividad de las lagunas. En octubre de 1985, período de gran
abundancia de aves migratorias y residentes de invierno, se observaron 71 especies
asociadas a las lagunas en un período de 12 días (Varela, Cerrato y Milla 1985). La
perturbación o eliminación de estas piscinas estacionales afectaría tanto a la población de
aves residentes como a la migratoria y, posteriormente, a la fauna de aves de Estados
Unidos y Canadá.

La identificación y clasificación de muchas de estas lagunas como “reservas de pesca


artesanal” fue recomendada al principio por Varela, Cerrato y Milla (1985). Las
denominaciones subsecuentes de las áreas adicionales como reservas de pesca o
“reservas de vida salvaje” han continuado bajo el auspicio de COHDEFOR a través del
Acuerdo Ejecutivo Número 1118–92, el cual declaró la protección de las áreas de
Guapinol, Montecristo, El Quebrachal, Guameru, Teonastal, El Jicarito y La Alemania.
Desafortunadamente, los límites para el grado de utilización y, lo que es más importante,
la sobreposición de terrenos con las concesiones de fincas camaroneras nunca ha sido
establecida por el gobierno.

Un considerable número de fincas han sido construidas sobre o a la orilla de lo que solían
ser lagunas de invierno o estacionarias. De las fotos aéreas de 1982, se estimó que cerca
de 632 hectáreas de lagunas estacionarias estaban disponibles para los pescadores
artesanales. La revisión de áreas ahora ocupadas por fincas camaroneras o de los mapas
de territorios concesionados indican que alrededor de un tercio de las áreas ha sido o será
físicamente perdida. Adicionalmente, el acceso a las áreas mencionadas podría ser
restringido debido a las rejas y control de acceso hacia las fincas camaroneras. Los
cambios hidrológicos del área, debido al desarrollo actual y futuro de fincas camaroneras
y actividad agrícola (praderas), impedirían el flujo de agua hacia las lagunas invernales
reduciendo así su productividad.

Algunas de las más serias confrontaciones han ocurrido entre las fincas camaroneras y las
comunidades cuyos miembros se sienten con derecho de explotar los estuarios y las
lagunas temporales (invernales). Los conflictos sobre el uso de esas lagunas provienen de
su alta conveniencia para convertirlas en fincas camaroneras. Secas la mayor parte del
año (las lagunas están escasamente pobladas por vegetación o totalmente estériles),
están cercanas a fuentes de agua del mar y generalmente poseen otras características
favorables para la construcción de fincas camaroneras. Algunas comunidades han
instalado rejas y cercas para prevenir el ingreso desautorizado a las lagunas invernales
por parte de recolectores de postlarva de camarón, granjeros y otras personas miembros
de la comunidad. Guardias armados de dos comunidades de reformación agrícola estaban
acampando en Laguna Alemania a comienzos de 1993, para tratar de impedir que
terratenientes extendieran sus pastizales al interior de sus predios. Personas de estas
comunidades reportaron que fueron amenazados por aquel terrateniente y su poderoso
hermano político. Entonces, las mayores amenazas a estas importantes lagunas
ecológicas invernales provienen del desarrollo agrícola y acuícola en la región. Este es
sólo un aspecto de los más serios problemas sociales en el sur de Honduras, que se
relaciona con la percepción de la gente de que la riqueza ha sido dada con la ayuda del
Estado y que se han apropiado de recursos de propiedad pública para beneficio de sector
privado.

6. Conclusiones

Después de varios años de una aparente explotación no restringida, los recursos


renovables y la productividad del Recurso de Fonseca se están acercando rápidamente al
punto de degradación medioambiental seria. La destrucción de los bosques de mangle, el
desarrollo de recursos agrícolas y acuícolas no tradicionales, la expansión e intensificación
de la agricultura en las laderas y la consiguiente deforestación de las colinas del Golfo, la
sobreexplotación de los recursos agrícolas y marinos han contribuido a la degradación y
declinación en la productividad natural para la zona. Nuestro análisis muestra que la
degradación medioambiental en el Golfo de Fonseca es el resultado de un gran número de
causas. Algunas de las exigencias de ANDAH, los representantes de los exportadores de
camarones y de CODDEFFAGOLF, la organización gubernamental sin fines de lucro, son
más importantes, mientras que otras son más complejas que como las presenta el grupo.
El crecimiento y la población de escasos recursos se pueden derivar en al menos tres
aspectos de los problemas medioambientales en el sur; Primero, los granjeros de las
zonas en altura están cultivando sus terrenos más intensamente. Así, son parcialmente
responsables por la creciente erosión del suelo y el aumento de la sedimentación de los
estuarios del Golfo; Segundo, el creciente número de pescadores, también con el
aumento de la efectividad del equipo de pesca que usan, conllevaría a una disminución de
la población de peces, camarones y mariscos en el Golfo de Fonseca y sus estuarios;
Tercero, la creciente demanda de combustible vegetal en las ciudades es responsable de
la destrucción de manglares en la región.

La expansión de la industria del camarón, que ha traído beneficios económicos, también


ha traído costos medioambientales. Como hemos mostrado, de las plausibles causas de la
disminución de los bosques de mangle de alta calidad, cerca de un tercio de las hectáreas
perdidas desde 1973 son directamente atribuibles a la ocupación de antiguas áreas de
manglares por fincas camaroneras. 2.174 hectáreas adicionales de áreas de manglares
enanos o abultados fueron destruidas por fincas camaroneras. Lo que quizás es más
preocupante es que algunas de las mejores áreas, es decir, aquellas con importante
vegetación de manglares, ya han sido ocupadas por las fincas camaroneras. ¿Deberían
ser construidas las otras 20.000 hectáreas concesionadas para la construcción de fincas
camaroneras?, el impacto sobre manglares enanos, abultados y maduros será mucho más
drástico que en las áreas que ya se han construido fincas.

Los efectos de la industria del camarón en la pesca del Golfo de Fonseca son aun menos
claros. A pesar de que la recolección de postlarvas de camarones ha conllevado a la
destrucción de peces pequeños y otros organismo marinos, aún se desconoce el efecto de
esto sobre la cantidad natural de peces, camarones y mariscos. Las fincas camaroneras
han comenzado a utilizar embriones importados desde criaderos como suplemento de las
postlarvas salvajes. Esto puede reducir la cantidad recolectada de postlarvas naturales,
pero también hay un factor potencial de introducción de organismos infecciosos (ver
Vergne, Hardin y DeWalt, 1993, pág. 59), por lo que este procedimiento debería ser
supervisado cuidadosamente.

La disminución de la calidad del agua en las zonas de fincas camaroneras es una seria
preocupación. Las fincas para su supervivencia dependen del acceso a aguas limpias
pero, especialmente en áreas donde cohabitan estrechamente con varias fincas, la carga
de desechos orgánicos se está volviendo un problema.

Puede que esto limite la expansión de las fincas camaroneras, afectando las zonas de
alimentación de peces y mariscos. Hay otros problemas de calidad de agua originados por
contaminación de la agricultura. Las 10 muestras de agua analizadas durante este estudio
contenían niveles detectables de pesticidas, algunos de los cuales se registran como
concentraciones que se aproximan a dosis letales para los organismos de pruebas de
seleccionados.

Finalmente, las fincas camaroneras provocan la disminución del acceso comunitario a


algunas lagunas de invierno (estacionales). A pesar de que estas son teóricamente áreas
de reserva designadas por el gobierno, no se han establecido límites ni control sobre
ellas. Dado que la alteración a gran escala de la hidrología local debido a la construcción
de las fincas camaroneras no fue evidente, se observaron muestras específicas que
fueron de especial interés, debido a la proximidad de las áreas protegidas. La población
humana, aves y vida silvestre fueron afectadas por la disminución del área ocupada por
las lagunas.
Continuando con la tendencia establecida con el auge de la ganadería y el algodón
(Durham, 1979; DeWalt, 1985), la situación actual de las fincas camaroneras se puede
apreciar como otro ejemplo en que el Estado permite y ayuda a la conversión de recursos
de propiedad comunitaria en recursos de propiedad privada. Además de las lagunas
estacionarias, los territorios nacionales a lo largo de las playas, las zonas pantanosas y
los estuarios han sido recursos comunitarios; áreas para pesca, caza, recolección de
mariscos y madera y una variedad de usos. Debido a las concesiones otorgadas por el
gobierno, estas tierras están ahora bajo el control de corporaciones y se usan para bien
privado. Un pequeño número de pescadores y granjeros de la región resumieron su
situación de la siguiente manera: “Primero, fuimos desterrados de nuestra tierra... ahora,
nos están quitando el mar. ¿Para donde vamos?” (Stonich, 1993).

El desarrollo de la acuicultura es a menudo justificado aludiendo al aumento del


suministro de alimento para la población en crecimiento. Sin embargo, se debe reconocer
que los productos de acuicultura son bastante caros y es muy probable que sean
consumidos principalmente por las clases media y alta en países desarrollados. Incluso es
muy probable que gentes de escasos recursos, que producen camarones, los vendan y
usen el dinero para adquirir comida de más bajo costo (DeWalt y Toledo 1994). Nuestro
punto de vista es que la acuicultura en lugares como el sur de Honduras puede ser un
medio rentable y sostenible de medios económicos para el desarrollo, si se realiza y
regula de manera apropiada.

Los procedimientos más eficaces para lograr un desarrollo sostenido son aquellos
generados a partir de medio ambientes particulares a través de: (a) políticas apropiadas
de iniciativas y sanciones a nivel nacional y regional; (b) diálogos y compromisos
efectivos por parte de propietarios en conflicto, y (c) asistencia técnica y financiera
especializada de agencias de desarrollo bilaterales y multilaterales. Estas soluciones
deben estar basadas en un entendimiento de las complejas causas de los problemas
medioambientales en los sistemas locales. A menudo, como hemos mostrado aquí, estas
causas incluyen una distribución y acceso desigual a recursos naturales, indiferencia y/o
poca capacidad del gobierno para aplicar políticas sociales y medioambientales, y
patrones de desarrollo basados en el uso de recursos no sostenibles.

7. Recomendaciones

De este manera, con respecto al Golfo de Fonseca, ofrecemos las siguientes


recomendaciones que creemos que tendrán los impactos más efectivos para revertir la
degradación. Es importante reconocer que las fuerzas físicas, medioambientales y
biológicas que definen el ecosistema del Golfo de Fonseca no reconocen los límites
geográficos que han sido impuestos. Se debe realizar una administración efectiva por
parte de los tres países limítrofes del Golfo de Fonseca dentro de un marco de mutualidad
acordada, en base a un plan de administración de uso sostenido múltiple. La elaboración
del plan debe tomar en cuenta las necesidades de desarrollo de cada país dentro de un
concepto máximo de producción sostenible. Se deben delinear y negociar una
degradación aceptable del sistema, la mitigación de medidas que se ejecutarán y
restricciones obligatorias.

Con respecto al plan de administración para Honduras, la necesidades y soluciones de


administración son mucho más fáciles que identificar. Nuestras principales
recomendaciones son:
(i) Se debe llevar a cabo una revisión del proceso de concesiones de las fincas
camaroneras. Basados en información actual, el desarrollo de todas las hectáreas
bajo concesión a la fecha podría dar como resultado un gran daño medioambiental
para el Golfo de Fonseca, con impactos inmediatos respecto con la calidad del agua
y ganancias en las fincas camaroneras que existen actualmente. Además, está claro
que sólo personas y compañías con recursos han sido capaces de tener acceso a las
concesiones de territorios costeros, privando así a las personas de escasos recursos
de acceder a recursos de propiedad comunitaria que algunas explotaron.
Finalmente, deben ser temas prioritarios los límites de las concesiones actuales, la
resolución de concesiones en sobreposición con otros terrenos y la delineación de
reservas y otras áreas protegidas.

(ii) Se debe requerir una investigación de evaluación de impacto ambiental para futuras
ampliaciones o construcción de fincas camaroneras. Se deben regular los permisos
de desarrollo en un contexto de plan regional aprobado. Los permisos de
ampliación, rentas de concesiones y medidas apropiadas de solución se deben usar
para adquirir salidas al mar, establecer plantaciones de manglares y desarrollar
reservas. Se deben conceder incentivos a manera de facilidades de pagos de
impuestos para aquellas operaciones de acuicultura que desarrollen áreas de
reservas dentro del contexto de sus planes de administración.

(iii) Se debe requerir una evaluación social para todas las futuras adiciones o nuevas
construcciones de fincas camaroneras. La evaluación social debe incluir una
determinación de cómo el desarrollo afectaría las partes involucradas de la región
(por ejemplo, comunidades, pescadores, granjeros, etc.) y recomendar medidas de
solución para disminuir el impacto negativo y fomentar los potenciales efectos
positivos.

(iv) Se debe disminuir la pérdida de bosque de mangle (actual o cubierta vegetacional).


Se debe llevar a cabo una investigación y promoción de plantación de especies
nativas y/o especies de árboles foráneos en zonas de bosque para suplir las
necesidades combustible y construcción para reducir la presión sobre los manglares,
como también para crear oportunidades de ingresos para los granjeros de escasos
recursos. La incorporación de tecnología solar en la producción de sal y el uso de
casca en la industria de los bronceadores ya han reducido el consumo de
manglares.

(v) Las áreas protegidas deben ser delineadas y se necesita desarrollar un programa de
administración para cada área. La delineación de zonas de vida silvestre, manejo de
diversas especies y unidades de conservación del hábitat (para la biodiversidad)
deben ser parte integral de la delineación de las áreas protegidas.

(vi) Deben delinearse las áreas de administración múltiple. Estas deberían incluir zonas
de pesca artesanal, zonas de captura de postlarvas y áreas de recolección
sostenibles.

(vii) Se debe desarrollar un plan de administración de pesca para el Golfo. En la ausencia


de información estadística precisa se debe seguir una actitud proteccionista y
desarrollar un riguroso sistema de recolección de datos; se debe desarrollar un
concepto delimitado de administración y también aplicar recomendaciones para el
tamaño de peces y redes usadas. Basados en recomendaciones de especialistas en
industrias pesqueras, se deben establecer cierres de zonas y delimitación de
temporadas de pesca para especies de peces, camarones, postlarvas de camarones,
bivalvos y moluscos.

(viii) Se deberían evaluar y probar en terreno planes suplementarios de generación de


ingresos para pescadores artesanales. Estos planes podrían incluir acuicultura de
moluscos y bivalvos de baja tecnología, métodos de captura, distribución y
comercialización de peces no tradicionales.

(ix) Para proteger el medio ambiente, todos los pesticidas, herbicidas y químicos
similares se deben aplicar de manera totalmente consistente con el uso para el cual
fueron elaborados. Se debe eliminar el uso de pesticidas no reconocidos y fomentar
el uso apropiado de químicos aprobados.

Cuando este reporte sea enviado a imprimir, se le agregarán noticias acerca de la


acuicultura y el medio ambiente en el sur de Honduras. A pesar de nuestro descargo de
acusaciones a muchos grupos de la zona, nuestro reporte original (Vergne, Hardin y
DeWalt, 1993) ha sido presentado por algunas fuentes como una crítica general de la
industria camaronera (Luxner, 1993). Una nota positiva, el gobierno ha creado el
Ministerio del Medio Ambiente, el cual pide evaluaciones medioambientales antes de
cualquier expansión de las fincas camaroneras. Como resultado de nuestro estudio, el
gobierno de Honduras ha informado de la prohibición de permisos para nuevas fincas
camaroneras hasta que se pueda realizar un estudio y análisis de la situación.

Desgraciadamente, la retórica y conflictos entre los dos principales grupos involucrados


en el sur de Honduras no dan signos de disminución. El director técnico de ANDAH ha sido
mencionado diciendo que nuestro trabajo se basó en entrevistas con “pseudo medio
ambientalistas” y no en una investigación científica. El director de CODDEFFAGOLF ha
amenazado con iniciar un boicot internacional contra el camarón hondureño (Luxner,
1995, pág. 32) como manera de presionar la industria para detener lo que
CODDEFFAGOLF ve como un desenfrenado abuso de los recursos naturales. Finalmente,
la industria de camarones de Honduras ahora enfrenta un problema potencial de
enfermedad. El síndrome “X”, que en Ecuador lo llaman el Virus Síndrome Taura (TSV),
ha reducido la producción de las piscinas entre un cuarto y un tercio de su producción
normal (CEDOH, 1995, páginas 6–7). Esta enfermedad viral mata a los camarones
cuando son pequeños y puede reducir la producción hasta en 80%. La epidemiología del
TSV todavía es indeterminada, a pesar de que se especula que podría estar ligado o
incrementado por la presión medioambiental sobre el camarón. A pesar de la
enfermedad, la ANDAH ha estimado que la producción de camarones de Hondura en 1995
sería de alrededor de 11 millones de kilogramos con un valor aproximado de $ 80
millones de dólares (CEDOH, 1995, pág. 7), más del doble de la producción de 1992.

La acuicultura en el golfo de Fonseca puede ser un factor positivo para el desarrollo


sostenible que puede generar un importante número de trabajos y divisa extranjera, y
que puede fomentar un medio ambiente equilibrado. Sin embargo, para la sobrevivencia
de este medio ambiente sano se depende de un sistema eco–lógico que proporcione agua
limpia y con oxígeno y un continuo suministro natural de postlarvas de camarón. Esto
requiere prácticas agrícolas sostenibles y seguras, una fuerte vegetación de manglares y
un robusto sistema de estuarios; todos son factores que dependen de la cooperación de
todas las personas involucradas de la región. Desgraciadamente, el presente estado de
conflicto en la región hace difícil tal cooperación. El gobierno de Honduras necesita seguir
tomando acciones diseñadas para balancear los beneficios y los costos para los variados
grupos de personas involucradas en la región. En casos como Honduras, la disminución o
detención del deterioro del medio ambiente sólo se puede lograr a través de políticas que
requieren cambios en el comportamiento de cada grupo, incluyendo a los granjeros de
escasos recursos, personas dedicadas al comercio agrícola y la acuicultura, pescadores y
los gobiernos locales, regionales y nacional.

Notas

1. Durante los años 1980 y 1990, la industria del azúcar y algodón estaban en un período de
decadencia. Hacia el año 1993, los agricultores han dejado de plantar algodón, debido a los
altos precios de los pesticidas. La disminución de estas plantaciones dejó como resultado una
importante pérdida de trabajos, e incluso más presiones en la gente para emigrar.

2. El trabajo con recursos escasos o ingresos medios provoca uso intensivo de estanques de
producción de camarones en la estación de lluvias y parte de la producción de sal se realiza en
la época de calor. La producción de sal involucra la transferencia de agua de mar a una serie
de estanques cada vez más pequeños, donde la evaporación incrementa la concentración de
sal. El paso final es poner el agua en estanques de poca profundidad, forrados con un plástico
negro. En períodos cortos, el agua se evapora y se recoge la sal en las bolsas. Esta tecnología
a probado ser efectiva y ahora está siendo usada por la mayoría de los productores de sal. Tan
sólo unos pocos pequeños productores de sal siguen usando estanques para la producción de
camarones y sal. No está claro si, al aumentar la escala de producción de camarones y sal, las
cooperativas obtienen beneficios económicos. La U.S. AID ha concluido que tan sólo grandes
empresas obtienen ganancias, y los créditos y asistencia técnica para pequeños productores ha
terminado.

3. Existe una gran discrepancia con relación al empleo. Los ejecutivos de ANDAH (Asociación
Nacional de Acuicultores de Honduras) indican que la actividad reporta 25.000 trabajos
directos, los artículos periodísticos normalmente mencionan 16.000 puestos de trabajo, y la
Cámara de Comercio de Choluteca y Valle indican que son 11.900. Otros estudios indican que
las fincas camaroneras emplean a 1 persona por hectárea (SECPLAN/DESFIL, 1989, p179).
Nosotros optamos por usar los datos entregados por la Cámara de Comercio, que al parecer
utilizaría estimaciones más realistas.

4. Las fincas camaroneras y salas de packing de Honduras, para adelantarse a lo que consideran
leyes laborales restrictivas, emplean a contratistas quienes contratan a los trabajadores. El
contratista usa contratos de corto plazo con sus trabajadores, de modo de evitar el pago de
beneficios como el seguro social, bonos y una serie de pagos. El salario mensual promedio es
entre $ 90 – 100. Los trabajadores intentan formar agrupaciones que defiendan sus derechos y
los representen frente a los productores de camarones y dueños de packing (National Public
Radio, 1992; Vergne, Hardin and DeWalt, 1993. Pag. 70–72).

5. La responsabilidad de las concesiones a recaído en DIGEPESCA (Dirección General de Pesca).


En un principio también estuvo involucrado el Instituto Nacional de Reforma Agraria,
produciendo en algunos casos serios problemas, debido a que un mismo terreno era otorgado
en concesión por distintas agencias gubernamentales.

6. Quienes obtuvieron terreno por medio de las concesiones, tienen 2 años de gracia, a partir del
tercero y hasta el quinto año, la tasa de cuatro Lempiras se hacía efectiva. Después de eso, los
pagos se realizan en base a las ganancias; la tasa promedio de pago llega a ser 20 Lempiras
por hectárea.

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