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Personajes.

Gabriel Martelo.

Alba Martelo.

Evaristo Martelo.

Hilario.

Candelaria.

Ernesto.

Señora Sara.

Mujer.

Negro.

Lázaro.

Ester.

Ulular: Sonido producido por una lechuza.

Ñequero: Aquella persona que toma ñeque(bebida embriagante fabricada de forma artesanal).

En un pequeño pueblo que solo tiene dos calles que forman la figura de una cruz llamado
Las piedras, hay un velorio en la casa de la familia Martelo, que hace tres días han
sufrido la muerte del viejo Tulio Martelo, dicho velorio congrega una gran cantidad de
personas, se podría decir que la mitad del pueblo está en la casa del difunto. En la
ceremonia fúnebre se conforman pequeños grupos que hablan de sucesos que pasan en
la vereda y sus alrededores, en alguno de esos grupos se encuentran los hijos del viejo
Tulio. Alba Martelo y Evaristo Martelo quienes se mantienen impaciencientes en un solo
lugar y se mueven de un lado a otro, entre habitantes del pueblo que están en él velorio;
Gabriel Martelo nieto del difunto también se mueve de un grupo a otro con mucha
inquietud. Una lechuza sobrevuela el sitio ululando con mucha frecuencia. Luego de tanto
caminar, Alba Martelo se queda quieta con un café en la mano frente a Candelaria.

Alba Martelo: ¿Es verdad que en la tienda está borracho ese Hilario?
Candelaria: ¡Sí!, dicen que está ahí esperando al negro.

Alba Martelo: Y por qué estará seguro de que es el negro.

Candelaria: (Toma un vaso de café de una mujer que pasa repartiéndolos) ¡Mija! Uno
no va a matar a una persona porque sí, me imagino que investigó.

Alba Martelo: Umm, a veces lo entiendo; imagínate muchacha, que le maten a


uno el papá en la cara; eso no se olvida.

Candelaria: Claro; pero imagínate que el negro aparezca ahora, agarrémonos


porque se forma la grande aquí.

(Sobrevuela la lechuza ululando)

Alba Martelo: (Se le cae el café que tenía en la mano) ¡Ay mujer! ese maldito animal
ya me tiene nerviosa, no hace más que pasar y llamar la muerte. Me asusta
demasiado que algo vaya a pasar, y nosotros aquí en este velorio, hace tres días
que enterramos al viejo. El pueblo todavía está en silencio.

Gabriel Martelo: ¿Qué fue lo que paso tía? Porque nombran tanto a Hilario en
todas partes.

Alba Martelo: Muchachito inquieto, no preguntes tanto, esas son cosas de


adultos, quédate aquí callado.

Gabriel Martelo: Me imagino que mató a alguno, como si eso fuera algo raro en
este pueblo, mejor voy a buscar a mi tío Evaristo para que mande a comprar el
café, que se está acabando.

Alba Martelo: Muchachito deja de estar hablando cosas que no son. Y dime, tú
como sabes que se está acabando el café, quien te ha mandado a revisar eso.

Gabriel Martelo: No tía lo que pasa es que repartiéndole café a toda esta gente,
me imagino que eso se tiene que acabar muy rápido, no va a alcanzar para otro
velorio.

Alba Martelo: ¡Muchacho!

Candelaria: Niño no llames la mala hora, no oyes que por ahí anda una lechuza y
los gallos nada que cantan, ve y toca madera.

(Gabriel se dirige hasta otro grupo de personas donde se encuentra Evaristo, ahí se
comenta algo que llama la atención de Gabriel y se sienta de inmediato a escuchar)

Ernesto: Dime Evaristo y que es lo que pasa con ese Hilario que tanto nombran.
Evaristo Martelo: ¿cómo así que tú no sabes?

Ernesto: No, tú sabes que apenas tengo un mes de haber venido de nuevo al
pueblo.

(Se acerca la mujer con los vasos de café. Evaristo y Ernesto toma cada quien un vaso.)

Evaristo Martelo: Te acuerdas de cuando mataron al viejo Hilario frente al hijo.


Hilario el hermano de Ester la que vive aquí a dos casas nada más.

Ernesto: Si claro eso fue demasiado para ese muchacho, tuvo que haber sido
traumático.

Evaristo Martelo: Bueno, ese muchacho es el que está ahora en la tienda


borracho, dicen que ya sabe quién fue el que mato al papá, que a pesar de que la
gente fue con el rostro cubierto con el tiempo supo la identidad del asesino y es él
quien dice que fue ese tal negro, un muchacho del otro pueblo que tiene una novia
acá y por ese motivo se la pasa aquí en Las piedras. Hay que tener cuidado
porque cuando yo estuve en la ciudad escuche comentarios de que Hilario andaba
en cosas raras, como en grupos armados o algo así.

Gabriel Martelo: ¿Tío y eso hace cuánto pasó?

Evaristo Martelo: ¡Vean a este muchachito!, todo lo quiere saber; eso fue hace
mucho tiempo, váyase para donde su tía.

Gabriel Martelo: No tío, yo venía a decirte que me dieras para ir a comprar más
café, que se está acabando. Y además para donde mi tía no voy, ella anda toda
asustada porque por ahí pasa cada rato la lechuza.

Evaristo Martelo: ¡Unmm! ese animal nos va a traer es la muerte otra vez será,
Anda toma seis mil, ve y mira para cuanto alcanza.

Gabriel Martelo: Bueno enseguida voy.

(Evaristo sale en busca de su hermano para controlar un poco sus nervios, mientras
Gabriel sale caminando.)

Evaristo Martelo: ¿Alba que te pasa?

Alba Martelo: Mira lo nerviosa que estoy que no dejo de temblar, desde que esa
lechuza por ahí dando vueltas y los gallos nada que cantan para que se valla la
mala hora.

Candelaria: Mira Evaristo y yo siempre le escuche a los viejos que entre las cinco
de la tarde y las ocho de la noche estaba la hora más mala.
Evaristo Martelo: Bueno, a los viejos hay que hacerles caso.

Alba Martelo: Evaristo cuando veas a Gabriel regáñalo, ese niño no hace nada
más que andar por ahí con su inquietud y preguntando y diciendo de todo.

Candelaria: (tomando de la mano a Evaristo). Vamos a buscarlo yo lo vi que salió


para allá. (Señalando a donde se fue Gabriel.)

Evaristo Martelo: Espera Candelaria, deja que llegue el niño que el salió para la
tienda. (Se suelta de Candelaria)

Candelaria: Bueno esperemos, pero no me puedes estar evitando todo el día; yo


sé que tu papá murió pero tú y yo no podemos quedar así.

Evaristo Martelo: (Sale con Candelaria hasta un costado de la casa). Candelaria no


podemos seguir con esto, tu sabes que hasta que no se acabe el velorio no me
puedo ocupar de más nada.

Candelaria: Bueno Evaristo yo te espero, pero tú a mí no me engañas que yo sé


que con tu viejo bien no te la llevabas, así que poco te dolió su muerte; ojala lo del
velorio no sea un pretexto para no hablar con migo.

Evaristo Martelo: Tranquila que contigo voy a hablar después. (Se va hasta donde
esta Ernesto)

Ernesto: Evaristo que te pasa con esa mujer.

Evaristo Martelo: Nada mi amigo, que quiere hablar con migo solo porque un día
no sé qué me pasó y estuve con ella.

Ernesto: ¿Cómo así, y no te sientes como enamorado de ella?

Evaristo Martelo: ¡Que ni lo permita Dios!

Ernesto: Cuidado con esa mujer y la mamá, por ahí dicen que les gusta la
brujería, cuando menos creas andas por ahí detrás de ella votando la baba.

II

(Gabriel llega hasta la tienda que está ubicada a media cuadra de donde está el velorio.
Llega al lugar, todo está en silencio. Se encuentra una mujer atendiendo y un hombre con
apariencia de ebrio sentado a un costado.)
Gabriel Martelo: Buenas tardes señora Sara.

Señora Sara: (un poco asustada) Buenas, buenas tardes niño, que necesitas.

Gabriel Martelo: Necesito cuatro bolsas de café grande por favor.

Señora Sara: Si claro son seis mil.

Gabriel Martelo: Tome, muchas gracias. (Susurrando) ¿Ese es Hilario?

Señora Sara: Con mucho gusto. (Susurrando con nervios en su voz) sí.

Gabriel Martelo: Hasta luego.

Señora Sara: Hasta luego.

Hilario: Hasta luego, dile a toda esa gente que cuidado con el plomo, a este
pueblo nunca se le va a quitar este olor a muerto y este ambiente de velorio. Deja
de estar preguntando nada y vaya a llevar ese café y sí, yo soy Hilario (Le enseña
un arma al niño).

Gabriel Martelo: (Se asusta, da un paso atrás y queda inmóvil) Cuidado.

Hilario: (Entre risas) Cuidado, no te creo que nunca has visto una pistola, viviendo
en este pueblo.

Señora Sara: (Nerviosa) Como le haces eso al niño.

Hilario: ¿Eso qué?, cuando yo estaba niño aquí en este pueblo me tocó ver
pistolas, me tocó ver violencia y todo el mundo aquí sabe que me tocó verle la
cara a la muerte. Si el niño no ha visto una pistola le estoy haciendo un favor, que
se acostumbre a esto desde ya, porque si sigue viviendo aquí muy pronto le tocara
tomar una, porque eso es lo que enseña este pueblo de muertos; o míreme a mí
por un muerto me fui y por uno o más muertos vengo.

(Gabriel se va muy asustado mirando hacia tras, se dirige hasta la casa llega y con
muchos nervios entra y deja el café en la cocina sin comentar nada, sale de nuevo se
sienta muy cerca de la entrada pegado a la cerca; desde ahí observa todo lo que pasa en
los grupos que están formados. En se momento se escucha el rosario que se reza dentro
de la casa. El sol está a punto de desaparecer, mientras pasa por frente del velorio Lázaro
el ñequero del pueblo, se persigna frente a todos.)
Lázaro: (Mira hacia el funeral) ¡se van a acabar los Martelo!

Ernesto: (se levanta de la silla y va hasta donde esta Lázaro) Lázaro por favor
respeta, sigue tu camino.

Lázaro: (Se va cantando una canción en un ritmo de paseo vallenato).

Con mi nota triste vengo a decirle a tu alma

Lo que está sintiendo mi sincero corazón

No tengo paciencia ya no tengo calma

Mi vida esta triste y solo por tu amor.

Sin ti no puedo estar mi corazón se desespera no lo dejes sufrir mas

Porque le duele y se queja

Y toda la culpa la tienes tú

Si lo dejas que se muera.

Señora Sara: ¡Ay dios mío! Ahí viene este borracho otra vez. Que no trae nada
más que mala suerte.

Lázaro: (mirando a la señora) ¡Ey! Dame un cigarrillo y rápido que este pueblo
huele a pino.

Hilario: Hoy es mi día. (Se levanta de la silla).

Lázaro: (corre un poco y mientras se aleja sigue cantando la misma canción)

Con mi nota triste vengo a decirle a tu alma

Lo que está sintiendo mi sincero corazón

No tengo paciencia ya no tengo calma

Mi vida esta triste y solo por tu amor.

Sin ti no puedo estar mi corazón se desespera no lo dejes sufrir mas

Porque le duele y se queja


Y toda la culpa la tienes tú

Si lo dejas que se muera.

Señora Sara: (Asustada). Que vas a hacer muchacho.

Hilario: Todavía nada pero justicia por mis manos es lo que necesito y me largo.

(Vuela muy cerca una lechuza y se escucha ulular, la señora baja la persiana de la tienda
con mucha rapidez. Mientras Hilario divisa a una pareja que se acerca sin sospechar
nada. Hilario toma posición en mitad de la calle y saca su arma, un revolver calibre 38 con
un tambor de ocho cartuchos. La pareja se percata y trata de salir corriendo.)

Negro: ¡Marica! Me van a matar.

Mujer: ¡Corre! Negro.

Hilario: Nadie se me va a robar la gloria. (-Dispara- Cae la mujer con un disparo en la


pierna –Dispara- de nuevo, Cae el hombre y se acerca hasta ellos).

Al escucharse los disparos muchas de las personas del pueblo salen a la calle a ver qué
sucede, incluyendo a muchos de los que se encuentran en el velorio

Mujer: No nos mates por favor.

Negro: (con sus últimas fuerzas). Dime que se siente matar por venganza, yo solo
sé lo que se siente matar por plata; como lo hicimos con tu papá

Hilario: Ay mujer el problema no era contigo, pero este es el destino. ¡Negro


mírame a los ojos con lo poco de vida que te queda!, por venganza para mí se
siente bien, venganza era la única palabra que escribía todas las noches
esperando este día; hasta aquí llegaste marica, y por fin tengo mi venganza en
este puto pueblo; te creíste muy varón al matar a mi viejo y quedarte por aquí;
pendejo no sabes con quien te metiste, te mato a ti y mato a toda tu familia.
(Dispara de nuevo contra el hombre en cuatro ocasiones, mientras la mujer se ahoga en
su llanto, luego Hilario patea múltiples veces el cadáver del hombre y se va).

Mujer: (En medio del llanto) ¡mátame a mí también, grandísima porquería!

Hilario: (Se devuelve, le apunta con el revolver y le dispara en la otra pierna). Para que
me gasto las balas en ti; sabes que, mejor quédate con vida, así sentirás algo
parecido a lo que yo padecí por años; odio y mucho más odio, hasta que quieras
tomar venganza y te apropies tanto de esa palabra y tengas que hacerla realidad
para aliviar ese dolor. (Se va).
III

(Mientras Hilario camina toda la gente del pueblo se esconde, las personas corren como
el ganado alborotado y a través de las ventanas lo ven pasar, lleva el arma en su mano,
en ningún momento mira a los lados, se dirige hasta donde su tía quien vive dos casas
después de donde se auspicia el velorio, en donde también todos han corrido hasta el
interior de la casa para esconderse, solo Gabriel ha quedado afuera, su camisa se ha
quedado enganchada en el alambre de púas que hace las veces de cercado, nadie en
ese lugar se percata de que el niño no entró).

Hilario: (pasa por frente del velorio sin percatarse de nada, llega hasta casa de su tía y
grita desde afuera). ¡Tía ya lo maté, te dije que ese marica me la tenía que pagar!

(Se ve una mujer bastante mayor que se asoma en una ventana)

Ester: ¡Ay mijo! Vete, va a venir la policía y te va a llevar.

Hilario: ¡Policía! No llegaron cuando mataron al viejo, la policía solo aparece


cuando le pasa algo a alguien con plata, pero lo que se acaba de morir es un perro
y al parecer eso también era mi viejo, En este pueblo la ley soy yo. (Se va)

(Al pasar de nuevo por el velorio Hilario ve a Gabriel atrapado en la cerca, lo mira con una
sonrisa que causa miedo, mientras le apunta con el 38)

Gabriel Martelo: (Con lágrimas en sus ojos, mira Hilario). No cantó el gallo, todavía
es la hora mala.

Hilario: Es el final.

(Hilario dispara y al mismo tiempo cantan todos los gallos del pueblo, Gabriel cae porque
el disparo rompe su camisa que estaba enganchada en el alambre de púas e Hilario se va
y se disuelve con la puesta del sol).

Alba Martelo: ¡Nooo! (Abre la puerta y llorando cae al lado del cuerpo de Gabriel).

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