Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La investidura del nuevo presidente se dio en la madrugada de este lunes 15 de enero de 2024
El nuevo presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, se dirige a los asistentes tras recibir la
banda presidencial en su ceremonia de juramento en Ciudad de Guatemala, en los primeros
minutos del lunes 15 de enero de 2024.(Moises Castillo / ASSOCIATED PRESS)
Ciudad de Guatemala — Bernardo Arévalo juró en los primeros minutos del lunes como presidente
de Guatemala, en una jornada marcada por protestas ciudadanas ante el retraso del cambio de
mando y que pone fin a varios meses de tensiones y acciones de la Fiscalía para retirarle la
inmunidad en lo que muchos vieron un intento de evitar que asumiera el poder.
“En este día trascendental, avanzamos por el camino que muchos hemos labrado con el esfuerzo”,
arrancó su primer discurso como presidente. El cambio de mando, defendió Arévalo, evidencia
que la democracia de Guatemala “tiene la fortaleza suficiente para resistir” y que se puede
“transformar el panorama político” del país.
Arévalo, de 65 años, doctor en Sociología y con carrera diplomática, es hijo del expresidente Juan
José Arévalo. Mencionó en sus primeras palabras tras la investidura que “este honor es el fruto de
la confianza esperanzada que los guatemaltecos han depositado en nuestro proyecto” y “un
compromiso que asumimos con humildad y determinación, conscientes de la responsabilidad”.
Al grito de “sí se pudo” del público, Arévalo —que ganó las elecciones en agosto pasado con un
respaldo popular de más del 60%— tomó posesión del cargo tras un significativo retraso por la
dilación del Congreso saliente con las nuevas autoridades, como nunca había ocurrido hasta ahora
en el país.
Dijo que es gracias “a los jóvenes de Guatemala que no perdieron la esperanza que hoy puedo
hablarle desde este podio” y gracias “a las familias que confiaron” y “al liderazgo ancestral”,
subrayando que es “consciente de las deudas históricas que debemos resolver” ante los pueblos
indígenas.
En su primera acción, el presidente Arévalo visitó el plantón de protesta que durante más de tres
meses autoridades y pueblos indígenas realizaron frente a la fiscalía pidiendo la renuncia de la
fiscal general.
Uno a uno, los líderes activistas explicaron las condiciones de pobreza y exclusión en que viven y
exigieron mejoras en sus comunidades.
Arévalo ha dicho que pedir la renuncia de Consuelo Porras, la fiscal general, será una de sus
prioridades. Porras, sancionada por Estados Unidos por socavar la democracia en el país
centroamericano, lideraba una arremetida a la elección de Arévalo.
La sesión solemne, en la que también asumió la vicepresidenta Karin Herrera, debía celebrarse “a
más tardar a las 16.00″ del 14 de enero, según la Constitución guatemalteca, pero cuatro horas
después los nuevos diputados apenas juraban su cargo.
Arévalo finalmente llegó al teatro donde se realizó la investidura a las 20.00 y asumió el cargo de
presidente pasada la medianoche, ya siendo 15 de enero, acompañado de varios jefes de Estado y
de gobierno como Gustavo Petro de Colombia, Xiomara Castro de Honduras o Josep Borrell, Alto
Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores.
En un mensaje en X, antes Twitter, adjuntó el documento con su firma y dirigido a los diputados
del Congreso.
El Congreso alargó durante horas el proceso, dada la confrontación entre la Cámara saliente y los
nuevos diputados por la designación de una mayoría de oficialistas y de aliados para conformar la
comisión que debía revisar las credenciales de los nuevos.
Román Castellanos, diputado del Movimiento Semilla reelecto, dijo a The Associated Press que “la
comisión se ha tardado demasiado para calificar las credenciales, además están pidiendo
requisitos no establecidos en la ley para tomar posesión”. La sesión quedó suspendida por horas.
“Lo que se percibe es que quieran retardar o intentar no darle posesión al nuevo presidente”,
reprochó Castellanos durante el día.
Todo ese retraso enardeció las protestas en los exteriores del Congreso, a donde se habían
trasladado grupos de campesinos que fueron a la capital para acompañar la toma de posesión de
Arévalo y defender la democracia, decían.
“Si no lo juramentan ellos (el Congreso), nosotros como pueblo lo juramentamos”, advirtió Dina
Juc, alcaldesa de la alcaldía indígena de Utatlán Sololá que asistió a la movilización.
José Galeano, que venía de una aldea sur del país, reclamó en medio del bullicio a sus espaldas,
que había acudido a la capital y se estaba movilizando por “los derechos de Guatemala, porque
hay mucha corrupción”. Y denunció que “el pueblo está saqueado y Guatemala está en la extrema
pobreza”.
La tensión se mantuvo incluso en los momentos previos a la jura de Arévalo cuando algunos
diputados salientes abandonaban el Congreso y fueron recibidos por los ciudadanos arrojándoles
objetos.
Un día antes de la investidura, Arévalo dijo que se sentía “entusiasmado porque estamos llegando
al final de este proceso largo y tortuoso” y que “la sociedad guatemalteca ha desarrollado esa
determinación para decirle ‘no’ a esas élites político-criminales”.
Su camino, desde que era un candidato al que las encuestas le daban pocas posibilidades hasta
hacerse con el poder, ha estado marcado por un atropellado avance en medio de investigaciones
judiciales, órdenes de aprehensión, pedidos para que pierda su inmunidad y hasta la intención
manifiesta de la fiscalía de anular las elecciones.
La población indígena ha sido clave para que Arévalo pueda llegar a la investidura. Fueron ellos los
que que se organizaron, manifestaron y bloquearon carreteras en demanda de que la fiscalía
detuviera su arremetida y respetara el voto que le dio la presidencia. Pero también han criticado
que el nuevo presidente no haya incluido en su gabinete a más indígenas, que representan la
mayoría de la población del país.
El pleno del Congreso saliente, integrado en su mayoría por oficialistas y aliados, aprobó meses
atrás un presupuesto que no solo restó asignaciones a carteras como Salud y Educación, sino que
incrementó los recursos para la fiscalía y el organismo judicial con el fin de fortalecerlos, las dos
entidades que encabezan la arremetida contra la llegada de Arévalo.
Una de las primeras tareas que Arévalo dice que hará al ser investido es pedir la renuncia de la
fiscal general, Consuelo Porras, quien ha encabezado la arremetida judicial en su contra y tiene un
mandato de cuatro años que llega hasta el 2026. La titular de la fiscalía solicitó tres veces que se le
retire la inmunidad al nuevo presidente.
Por Redacción
Tras seis meses de una intensa espera, el día ha llegado para que Bernardo Arévalo de León, quien
fuera candidato presidenciable por el Partido Semilla durante las últimas elecciones, sea
reconocido oficialmente este 14 de enero como el nuevo jefe de Estado de Guatemala.
Será en el marco de la Sesión Solemne, convocada por el Poder Legislativo junto a otras
dependencias estatales, que Arévalo de León alcanzará el triunfo democrático esperado por
el 58% de las personas que votaron por él en 2023.
Al ser reconocido como nuevo presidente del país, el político se distinguirá durante la Sesión
Solemne con tres elementos particulares que todo nuevo jefe de Estado guatemalteco recibe
durante el protocolo público.