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¿Cómo surge nuestro Sistema de Autoridades?

A finales del siglo XIX, aconteció el proceso mal llamado “de Independencia”, que
significó únicamente el ya no pago de tributos de los Criollos a España, pero sí
continuó y se agravó el pago de tributos e impuestos de los guatemaltecos a los
Criollos que tomaron el Estado de Guatemala y se convirtieron en los gobernantes
de nuestro país. Como resultado de esa toma del poder, en nuestros pueblos ellos
establecieron las municipalidades, que fueron dirigidas por un alcalde con su
corporación municipal. Esta autoridad establecida desde el estado criollo, en
Totonicapán, remplazó a las autoridades k’iche’s, que habían surgido
legítimamente en el territorio, en el transcurso de cientos de años. Así entonces,
las autoridades y la denominada municipalidad indígena, quedó relegada a una
segunda instancia, y bajo las directrices de un regidor nombrado por la
Municipalidad.

Sin embargo, aunque las municipalidades surgieron del ordenamiento jurídico del
Estado criollo, el pueblo k’iche’ de Totonicapán, guiado por las enseñanzas y
consignas de las abuelas y abuelos, fue generando, desarrollando y fortaleciendo
su sistema de autoridades comunales, y se fue rescatando y consolidando una
forma de organización que es propia del pueblo k’iche’ de Totonicapán. Los que
antes fueron denominados como “alcaldes auxiliares”, que solo cumplían las
órdenes, hacían los mandados y eran un enlace entre la Municipalidad con las
comunidades, se fueron legitimando con el tiempo como las Autoridades
Comunales, cuya función, mandatos y consignas fueron delegados en forma
autónoma por cada comunidad; todo esto ejerciendo los derechos colectivos de
los pueblos indígenas, universalmente reconocidos y establecidos actualmente en
la legislación nacional e internacional.

Hoy, como resultado de la resistencia y la lucha de nuestros próceres y mártires,


48 Cantones cuenta con un Sistema de Justicia propio, cuyas normas, autoridades
y procesos son dispuestos y establecidos por las Asambleas Comunales, en las
cuales descansa el poder y la administración del servicio, para el bienestar y la
paz. Nuestro Sistema de Justicia no riñe con las leyes y las instituciones estatales,
por el contrario, en un marco de respeto mutuo por nuestra cultura, nuestras
normas y nuestras autoridades, coordinamos y complementamos nuestras
acciones con las autoridades y las instituciones del Estado, por el beneficio del
municipio de Totonicapán.

El presidente saliente de Guatemala, Alejandro Giammattei, cumplió su


advertencia de usar la fuerza pública para despejar los bloqueos que se
multiplican en varias rutas del país desde hace diez días para exigir la renuncia de
la fiscal general, Consuelo Porras, a la que los manifestantes acusan de intentar
impedir el acceso al cargo de Bernardo Arévalo, ganador de las elecciones. Los
grupos antidisturbios se encontraron el martes con la resistencia de miles de
ciudadanos que no cejan en su demanda y exigen respeto al resultado de las
urnas. La jornada también transcurrió con cruces de señalamientos entre
Giammattei y el presidente electo ―que habla de un intento de “golpe de
Estado” contra él, sobre quién es el responsable de poner fin a la crisis. Al final de
la noche, Giammattei divulgó un mensaje en el que invita a Arévalo a proponer
“una tregua”, a llamar a los manifestantes para que desocupen las carreteras
porque “la gente se está muriendo” ante el desabastecimiento en los hospitales o
por obstáculos para el paso de ambulancias. Los medios de comunicación, sin
embargo, han documentado que en varios bloqueos se permite el paso de
médicos, alimentos y otros productos prioritarios.

En su mensaje, Giammattei criticó la supuesta indisposición de Arévalo a


participar de un diálogo con la mediación de la Organización de Estados
Americanos (OEA) para buscar soluciones a la crisis política que vive el país y lo
señaló por evadir “su responsabilidad en los bloqueos”. En su intervención ante el
Consejo Permanente de la OEA, el ganador de las pasadas elecciones (la
segunda vuelta se celebró en agosto) expresó que las autoridades de los pueblos
indígenas, que iniciaron las protestas, son los interlocutores legítimos en cualquier
diálogo. Estas aceptaron la responsabilidad de participar en las discusiones, pero
advirtieron de que temen ser criminalizados por “defender la democracia”, dijo el
presidente de los 48 cantones indígenas de Totonicapán, Luis Pacheco.

Desde el 10 de octubre, Giammattei responsabiliza a Arévalo de convocar a


las manifestaciones, y este martes, en una carta pública, lo cuestiona por “alentar”
las movilizaciones “que no son pacíficas” sobre la base de “falsas e inexistentes
teorías de supuestos golpes de Estado”. A inicios de septiembre, el presidente
electo denunció el avance de un golpe de Estado para impedir que el binomio
presidencial y los diputados electos por su partido, el Movimiento Semilla, tomen
posesión del cargo el 14 de enero próximo. Arévalo señaló a Porras como la
principal ejecutora del plan golpista.

El presidente electo considera que el fin del conflicto está en manos de


Giammattei, si pide la renuncia a la funcionaria que designó como fiscal general.
En varias entrevistas con la prensa, Arévalo señaló al presidente Giammattei
como el principal responsable de la crisis política que se vive en Guatemala. “Él
está haciendo un intento muy claro de evadir la responsabilidad que le
corresponde en esta situación, producto del asalto de una institución del Estado, el
Ministerio Público, contra el Tribunal Electoral”, dijo el mandatario electo al medio
radial ConCriterio. Si está en contra de los bloqueos, “puede pedir la renuncia de
la persona que él nombró para ese cargo, que es Consuelo Porras”, remató.

El paro y los bloqueos comenzaron el 2 de octubre por iniciativa de las autoridades


indígenas con la toma de varias carreteras y una protesta permanente frente a la
sede del ministerio público después de que este se incautara de las actas con los
resultados de las votaciones, pese a la oposición de los magistrados electorales,
que denunciaron la pérdida de la custodia del voto ciudadano. La crisis escaló
cuando la ciudadanía advirtió “la intención de trastocar la voluntad del soberano”,
opina el politólogo y experto en diálogo, Miguel Ángel Balcárcel. “La población se
hartó de sus circunstancias de vida y dijo: ‘¡ya no más!, ¿cómo hacemos para que
nos escuchen?”, expone, y recuerda que antes de los bloqueos las autoridades
indígenas plantearon sus demandas en el Congreso, ante la Fiscalía y el
presidente.

Durante sus arengas, las autoridades indígenas han señalado que los bloqueos
son el único recurso para que se tomen en serio sus peticiones, porque suponen
una presión económica. Además, la gente que participa en el bloqueo “arriesga su
bienestar y su economía, lo hacen para tratar de recuperar el acceso pleno a
derechos a la salud, la educación”, dijo el alcalde indígena David Saloj.

“Nuestra sociedad, a lo largo de su desarrollo, pero particularmente como producto


del enfrentamiento armado interno, ha tenido la cultura de resolver los problemas y
diferencias por la vía de la confrontación, que muchas veces alcanza el plano de la
violencia”, explica Balcárcel. “Nos enfrentamos a un fenómeno de resistencia,
expresada en la manifestación pacífica, que se cruza definitivamente con el otro
derecho, el de la libre circulación”.

El intento por desalojar las vías comenzó la tarde del martes. Un contingente
antidisturbios se encontró con centenares de vecinos del barrio La Bethania (en
Ciudad de Guatemala), una gran mayoría motociclistas, decididos a defender su
voto, su derecho a manifestar y firmes en su petición para que renuncie Consuelo
Porras. “¡Fuera, fuera!”, gritaban los manifestantes y tras el diálogo se negaron a
abrir el paso en una de las rutas principales de la capital. “Si ella [Porras] dice que
renuncia, en diez minutos liberamos el paso”, dijo un manifestante entrevistado por
el medio Quorum en una de las rutas principales de la ciudad.

Una multitud de vecinos, avasallados por motociclistas que hacían rugir los
motores, rodeó a los antidisturbios y los hizo retroceder. Finalmente, llegaron a un
acuerdo de liberar el paso en intervalos de 30 minutos.

La operación estatal ocurrió un día después de los esfuerzos por “instalar una
narrativa para deslegitimar la protesta, minimizar las expresiones ciudadanas y
minimizar los hechos que motivan el descontento ciudadano”, analiza el politólogo
Renzo Rosal. Basa su planteamiento en la “serie de mensajes bastante
articulados” que difundieron la fiscal general y el presidente Giammattei el 9 de
octubre.

La mañana del lunes, Porras difundió un mensaje a la población en el que expresó


su “desacuerdo y desagrado” por los bloqueos de carreteras y señaló una serie de
hechos que no habían sido reportados, como “saqueos y cierres obligatorios con
amenazas a los comerciantes”. Horas después, en las redes sociales circularon
videos de supuestas presiones para cerrar supermercados y que denunciaban el
desabastecimiento de productos de consumo básico.

El presidente también advirtió de que tienen “evidencias que comprueban que


fondos provenientes del extranjero han sido trasladados a organizaciones
nacionales para pagar la alimentación, sanitarios portátiles y la logística de los
bloqueos” y anunció capturas de personas extranjeras que “asesoran” las
movilizaciones ciudadanas.

De lo que no habló Giammattei fue de la solicitud generalizada de renuncia de la


fiscal general que convoca a las multitudes y motiva los bloqueos, dice Rosal.
Giammattei no respondió si atenderá al memorial de las autoridades indígenas en
el que piden la destitución de la responsable del ministerio público, agrega Rosal.
La lectura del politólogo es que Giammattei “pretende trasladar un mensaje de
protección, de que sigue respaldando a Porras”.

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