Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
A finales del siglo XIX, aconteció el proceso mal llamado “de Independencia”, que
significó únicamente el ya no pago de tributos de los Criollos a España, pero sí
continuó y se agravó el pago de tributos e impuestos de los guatemaltecos a los
Criollos que tomaron el Estado de Guatemala y se convirtieron en los gobernantes
de nuestro país. Como resultado de esa toma del poder, en nuestros pueblos ellos
establecieron las municipalidades, que fueron dirigidas por un alcalde con su
corporación municipal. Esta autoridad establecida desde el estado criollo, en
Totonicapán, remplazó a las autoridades k’iche’s, que habían surgido
legítimamente en el territorio, en el transcurso de cientos de años. Así entonces,
las autoridades y la denominada municipalidad indígena, quedó relegada a una
segunda instancia, y bajo las directrices de un regidor nombrado por la
Municipalidad.
Sin embargo, aunque las municipalidades surgieron del ordenamiento jurídico del
Estado criollo, el pueblo k’iche’ de Totonicapán, guiado por las enseñanzas y
consignas de las abuelas y abuelos, fue generando, desarrollando y fortaleciendo
su sistema de autoridades comunales, y se fue rescatando y consolidando una
forma de organización que es propia del pueblo k’iche’ de Totonicapán. Los que
antes fueron denominados como “alcaldes auxiliares”, que solo cumplían las
órdenes, hacían los mandados y eran un enlace entre la Municipalidad con las
comunidades, se fueron legitimando con el tiempo como las Autoridades
Comunales, cuya función, mandatos y consignas fueron delegados en forma
autónoma por cada comunidad; todo esto ejerciendo los derechos colectivos de
los pueblos indígenas, universalmente reconocidos y establecidos actualmente en
la legislación nacional e internacional.
Durante sus arengas, las autoridades indígenas han señalado que los bloqueos
son el único recurso para que se tomen en serio sus peticiones, porque suponen
una presión económica. Además, la gente que participa en el bloqueo “arriesga su
bienestar y su economía, lo hacen para tratar de recuperar el acceso pleno a
derechos a la salud, la educación”, dijo el alcalde indígena David Saloj.
El intento por desalojar las vías comenzó la tarde del martes. Un contingente
antidisturbios se encontró con centenares de vecinos del barrio La Bethania (en
Ciudad de Guatemala), una gran mayoría motociclistas, decididos a defender su
voto, su derecho a manifestar y firmes en su petición para que renuncie Consuelo
Porras. “¡Fuera, fuera!”, gritaban los manifestantes y tras el diálogo se negaron a
abrir el paso en una de las rutas principales de la capital. “Si ella [Porras] dice que
renuncia, en diez minutos liberamos el paso”, dijo un manifestante entrevistado por
el medio Quorum en una de las rutas principales de la ciudad.
Una multitud de vecinos, avasallados por motociclistas que hacían rugir los
motores, rodeó a los antidisturbios y los hizo retroceder. Finalmente, llegaron a un
acuerdo de liberar el paso en intervalos de 30 minutos.
La operación estatal ocurrió un día después de los esfuerzos por “instalar una
narrativa para deslegitimar la protesta, minimizar las expresiones ciudadanas y
minimizar los hechos que motivan el descontento ciudadano”, analiza el politólogo
Renzo Rosal. Basa su planteamiento en la “serie de mensajes bastante
articulados” que difundieron la fiscal general y el presidente Giammattei el 9 de
octubre.