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Danza libre

Choliba

12A2, categoría B
abril de 2023
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La última vez que miraste al cielo ¿escuchaste las estrellas? Ellas bailaban en perfecta sincronía.
Retozaban siguiendo el mismo ritmo. La banda estaba tocando atrás.

Él también las escuchó. Pero a diferencia tuya, no se aguantó las ganas de bailar y cantar con
ellas.

Ritmo mortal: salió un explorador. Él venía de aquí y allá. Silbaba esa melodía que compuso
contigo. Pudo ser rojo o verde el camino. Él no lo siguió. Fue culpa de Saturno o de Urano, tal
vez; quizá solo fue el viento. Él se perdió.

No le deseaste buena suerte antes de irse. No te preocupes, yo tampoco, nadie lo hizo.

Los truenos le dieron la bienvenida. Lo recibieron como el más noble de todos los invitados en su
hogar; una fiesta. Pero partió sin despedirse. Pues su destino era viajar.

Quizá entiendas por qué. Quizá no había razón. Donde nadie lo esperaba, y solo el viento le
hablaba, al igual que tú, miró al cielo, allí ya no habitaban las estrellas y en la luna ya no había
consuelo.

Rumbo sin rumbo en los confines del comienzo, buscando el fin; se derrumbó. En el destino del
sinsentido su reflejo encontró. Intrigado, quizá ya conociendo la respuesta, quizá conociendo el
por qué; le preguntó si estaba perdido. Y éste respondió:

“Camino sin camino, y me pierdo en el rumbo aun así nunca conozca la dirección; pues nunca he
tenido ningún fin, y siempre que camino, mi paso encuentro.”

El aventurero, con su último aliento, abrazó su reflejo y partió para nunca regresar.

Ahora está contigo, quizá; o con alguien, tal vez; pero nunca, ya sea por buena o mala suerte, se
topó con su destino.

¿Escuchas las estrellas? Sincronizadas juegan. Hacen una fiesta eterna ya que rumbo alguno
llevan. Nos invitan a ti y a mí.

Nos vemos en la luna. Yo te esperaré en Neptuno. Bienhallado sea quien ningún rumbo lleva.

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