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Evolución histórica
El fraile, médico y cirujano del siglo XIII, Teodorico de Lucca, empleaba esponjas
empapadas en una mezcla de opio, beleño, jugo de mora verde, jugo de hojas de
mandrágora, etc. (esponja quirúrgica, bola o manzana somnífera) aplicadas a la nariz
del paciente para dormirlo antes de iniciar el procedimiento quirúrgico. Todos estos
métodos comenzaron a caer en desuso a partir del siglo XV, debido a la influencia
religiosa de la Inquisición. Se hizo una persecución de todas las personas que
ejercieran la brujería, la magia negra o rindieran culto al diablo.
Otros métodos, menos elegantes, deben también ser mencionados acá, ya que el
hombre en medio de la desesperación por combatir el dolor los usó en más de una
ocasión. Uno era apretarle el cuello al paciente hasta que éste perdiera el sentido,
produciendo anestesia por hipoxia cerebral; método muy usado en Italia hasta el
siglo XVII. También se recurrió a la concusión cerebral, golpeando al paciente en la
cabeza con un trozo de madera. Por último, se menciona la compresión o sección de
raíces nerviosas, muy utilizada para amputaciones, método usado por un cirujano
inglés (John Hunter) en el siglo XVIII. Igualmente se ensayó la aplicación del frío
como medio de conseguir anestesia. Realmente la historia de la anestesia como
verdadera ciencia en el sentido estricto de la palabra, se inició con los adelantos de
la química, especialmente con el descubrimiento de algunos gases en estado puro.
Por fin aparecen los nombres de dos grandes hombres que introdujeron un cambio
en el rumbo de la historia de la anestesiología. Son ellos los doctores Horace Wells y
William Morton. Horace Wells nació en Windsor, Connecticut, e inició sus estudios de
odontología en 1834, abriendo dos años más tarde su consultorio en Hartford. Por
esta época conoció a su colega el doctor Morton, quien vivía y trabajaba en
Farmington. Se trasladaron a Boston para trabajar conjuntamente, impulsados por la
idea de buscar la manera más eficiente de eliminar el dolor a sus pacientes.
Infortunadamente no se entendieron y debieron separarse.
Por esos mismos días y atraído por la idea de Colton, Wells, bajo el efecto delóxido
nitroso, se hace extraer una pieza dentaria de su colega el doctor Riggs. Wells
continuó experimentando con el óxido nitroso en sus pacientes, hasta que es invitado
por un cirujano, el profesor Warren, para realizar una demostración en el Hospital
General de Massachusetts en Boston. El 15 de enero de 1845 y ante un nutrido
público, Horace Wells se dispone a hacer inhalar óxido nitroso a su paciente. Cuando
se preparaba para empezar a extraer una muela al paciente, éste comienza a dar
gritos desesperados. Horace Wells ha fracasado y es considerado un farsante y
mentiroso.
Sin embargo, la reina Victoria aceptó el uso del cloroformo de Simpson en abril 7 de
1853 durante el nacimiento de su 8o. hijo, el príncipe Leopoldo. Fue atendida por
James Clark y fue su anestesista John Snow (1813-1857). A este último también se
le atribuye el haber descrito los signos clínicos de la profundidad anestésica, datos
que plasmó en su monografía “ On the inhalation of the vapour of Ether”, publicada
en 1847. A consecuencia de la alta morbimortalidad observada luego de la
administración del cloroformo, se instaló una comisión en 1.864 con el fin de
investigar los efectos producidos por el cloroformo. Esto conllevó a que los médicos
se inclinaran nuevamente por el éter, olvidando el cloroformo.
No satisfechos con los anestésicos hasta ese momento disponibles, muchos
investigadores se dieron a la tarea de encontrar nuevos agentes. Fue así como se
introdujo el cloruro de etilo, primero en la práctica odontológica y luego en los
hospitales. Otro gas que se utilizó por poco tiempo fue el acetileno, sustancia
propuesta para su utilización en medicina por los médicos alemanes Kronig y Gauss.
Sin embargo, ninguno de estos gases pudo superar las ventajas del óxido nitroso del
éter.
Fue el doctor Arnoluckhardt de Chicago quien, al enterarse del efecto del etileno
sobre los claveles, se interesó en estudiar este gas en animales y más adelante en
humanos con la ayuda de su alumno J. B. Carter. Ya para 1922 habían logrado
emplearlo con éxito en más de 106 casos de cirugía en el “ Presbiterian Hospital”. El
éxito obtenido con el etileno y tal vez movidos por un sentimiento de rivalidad motivó
a los doctores Henderson, Lucas y Brown para encontrar un anestésico superior al
etileno; de esta forma aparece un gas que ya era conocido por los químicos desde el
año 1882 y es el ciclopropano. Transcurrieron muchos años hasta que en 1.930 se
reconoció su eficacia y seguridad en seres humanos. El descubrimiento del éter
divinílico estuvo a cargo del doctor Chncey D. Leake, profesor de farmacología en la
Universidad de California; fue empleado en la práctica de la anestesiología
aproximadamente en el año de 1931.
Ocho años más pasaron hasta el descubrimiento de un nuevo éter, esta vez fue el
propiletileno en 1939 por los doctores Krantz, Drake, Carr y Forman de la
Universidad de Maryland. En 1940 se utilizó en 25 pacientes con buenos resultados.
A pesar de los nuevos hallazgos, no fue posible destronar al éter y al óxido nitroso
del sitio que ya con justa razón se habían merecido.
Anestesia intravenosa
Intubación endotraqueal
La máquina de anestesia