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Proposición: Porque Cristo nos ha hecho la luz del mundo nosotros debemos brillar.
V. 14 “Vosotros sois la luz del mundo. Literalmente del griego: “vosotros mismos
sois”. Es enfático. Eso es lo que tú eres. No mires a nadie. No mires para el lado. No
esperes por alguien más. Eres tú y solo tú la luz del mundo. Solo los creyentes en Cristo son
la luz del mundo. Si no eres creyente, si Cristo no es tu Rey y Señor del todo de tu vida no
eres luz ni hay luz en ti.
Pero si eres un hijo de Dios El te ha hecho luz. No lo eres por ti mismo. Tú eres
como la Luna que no brilla con luz propia sino la que recibe del sol. Eres luz porque Cristo
Jesús, quien es la Luz del mundo ha brillado en tu corazón y vida. Es El quien te ha hecho
la luz del mundo porque solo Él es la luz. Desde el AT Dios ha revelado que el Mesías
sería luz de salvación. En Isaías 42:6 “Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré
por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones,”. Y Jesús
dijo de sí mismo en Juan 8:12 “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo;
el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” Porque Jesús es
la luz del mundo, el que le sigue, le ama, le adora, lo recibe como Señor y Salvador no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. De sí mismo dijo en Juan 9:5 “Entre
tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.”
Y tú creyente como eres de Cristo Él te ha hecho luz. Claro está, no eres luz por ti
mismo. La luz que brillas no es tu luz sino la luz del evangelio enseñado por ti y modelado
por ti. No son tus virtudes sino las gracias del Espíritu lo que es la luz. No son tus ideas por
más buenas que sean, sino la verdad de Dios revelada en su Palabra: sea gracia o sea ley.
Ahora bien hermanos. La luz y el mundo son dos cosas distintas. Al decir que
somos la luz del mundo lo que implica es que el mundo, el cosmos mismo, está en tinieblas.
¿Entiendes eso? El mundo sin Cristo es un mundo a obscuras
Como eres luz, no puedes sino brillar. Jesús prueba y argumenta su punto dándonos
dos ilustraciones.
La primera. Nos dice Jesús: Una ciudad asentada sobre un monte no se puede
esconder. Tú no puedes esconder lo que es visible. Si una ciudad está sita sobre un monte,
inevitablemente todo el mundo la verá. No se puede ocultar. Es imposible que seas una luz
que no alumbre. Si eres luz no puedes sino alumbrar. Es inevitable. Esto es un argumento
lógico de Jesús. El argumento se cae de la mata. No se puede ocultar lo que es visible.
El segundo argumento de Jesús es otro argumento lógico y de sentido común. En
otras palabras, Dios no nos hizo luz para que nos escondamos o ocultemos lo que somos y
ocultemos la luz. No. ¿Para qué encendemos una lámpara? Para que dé luz a todos los que
están en la casa. Como Dios nos ha hecho luz, nosotros debemos alumbrar en todo lugar, a
todos los que nos ven, los que están cerca de nosotros. El propósito de encender una
lámpara es la de que alumbre. Así Dios te ha hecho. Eres luz. Esa es tu identidad en Cristo
Jesús. Y El te dice sé lo que eres. Vive como cristiano porque eres cristiano. Como Cristo
te ha hecho luz es tu deber brillar. Y te pregunto ¿estás brillando? Es tu deber brillar.
V. 16, de la misma manera. Outos. Como eso es así: brilla. O la luz de vosotros o
vuestra luz brille, “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres” enfrente de o en la
presencia de o delante de, los hombres, o los seres humanos, todas las demás personas, con
el propósito de que vean las buenas obras. Vivan del tan manera, vivan según las
bienaventuranzas, para que los demás vean vuestras buenas obras.
Yo entiendo que hay una distinción aquí. Una es las buenas obras. Y otra, la luz que
permite que se vean las buenas obras. ¿Por qué? Porque muchos, incluso no creyentes,
hacen cosas nobles (útiles) para los demás. El impacto no solo es que vean las buenas obras
sino que haya una luz que permita que vean las buenas obras. En otras palabras, se dice por
ahí que un acto habla más que mil palabras. Pero aquí debe haber un acto respaldado por
una vida que vive las bienaventuranzas. Es decir, solo cuando nuestras buenas obras son
respaldadas por una vida: humilde, sensible al pecado de uno y del mundo, una vida mansa,
pacífica, pura, con hambre y sed de justicia, es que el mundo verá nuestras buenas obras y
serán llevados a preguntarse, de ¿dónde tiene éste estas palabras? Y dirán: esa es la vida
que yo deseo tener, esa es la felicidad que yo deseo, ese es el Dios que es verdadero.
Porque al ver eso reconocerán que no lo somos por nosotros mismos, sino por la gracia de
Dios en nosotros. Ellos son tan pecadores como nosotros. No es por ellos sino porque
Cristo los hizo luz. Porque Cristo nos sacó de las tinieblas. Porque Cristo puso orden a
nuestras vidas. Porque Cristo llenó nuestro ser. Porque Cristo mora en nosotros por su
Espíritu.