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ANEP / CFE / Lingüística II / Especialidad Idioma Español / Porfa.

Yamila Montenegro

EXAMEN

1. ¿En qué consiste el denominado «problema de Platón»? Desarrolle su respuesta.


2. Realice el esquema arbóreo, de acuerdo con la teoría X’, de Un grupo de chicas jugaba al elástico en el medio de la
calle.
3. En los fragmentos encerrados entre corchetes, coloque las categorías vacías que corresponda. Justifique la
presencia de cada una.

Estudiantes reglamentados: además, realizar UNO de los siguientes ejercicios.


Estudiantes libres: además, realizar DOS de los siguientes ejercicios.

4. Explique la generalización contenida en la teoría de la X’.


5. Delimite los sintagmas nucleados por las palabras destacadas con negrita y subrayado. Indique a qué categoría
pertenecen. Aporte al menos una prueba formal que verifique la segmentación propuesta.
6. ¿A qué se denomina «problema de Descartes»? Desarrolle su respuesta.
7. Distinga selección-c y selección-s. Ilustre los conceptos presentados con ejemplos del texto.
8. Presente la estructura-p y la estructura-s de «Ella parecía entender mejor». Explique las diferencias.

Adela y Pablo no hablaban de otra cosa. Todo era la —No escucha la voz de la casa.
casa. Preguntaban por el barrio sobre la casa. Preguntaban —No importa —dijo Adela.
al quiosquero y en el club; a don Justo, que esperaba el —Nosotros te contamos.
atardecer sentado en una silla sobre la vereda, a los gallegos Y me contaban.
del bazar y a la verdulera. Nadie les decía nada de Sobre la viejita, que tenía ojos sin pupilas pero no estaba
importancia. Pero varios coincidieron en que la rareza de las ciega.
ventanas tapiadas y ese jardín reseco les daba escalofríos, Sobre el viejito, que quemaba libros de medicina junto al
tristeza, a veces miedo, sobre todo de noche. Muchos se gallinero vacío, en el patio de atrás.
acordaban de los viejitos: eran rusos o lituanos, muy Sobre el patio de atrás, igual de seco y muerto que el
amables, muy callados. ¿Y los hijos? Algunos decían que jardín, lleno de pequeños agujeros como madrigueras de
peleaban por la herencia. Otros que nunca visitaban a sus ratas.
padres, ni siquiera cuando se enfermaron. Nadie los conocía. Sobre una canilla que no dejaba de gotear porque lo que
Los hijos, si existían, eran un misterio. vivía en la casa necesitaba agua.
—Alguien tuvo que tapiar las ventanas —le dijo mi A Pablo le costó un poco convencer a Adela de entrar.
hermano a don Justo. Fue extraño. Ella parecía tener miedo. Ella parecía entender
—Vos sabés que sí, ahora que decís. Pero lo hicieron mejor. Mi hermano le insistía. Le agarraba del único brazo y
unos albañiles, no lo hicieron los hijos. hasta la sacudía. Decidieron entrar a la casa el último día del
—A lo mejor los albañiles eran los hijos. verano. Fueron las exactas palabras de Adela, una tarde de
—Seguro que no. Eran bien morochos los albañiles y los discusión en el living de su casa.
viejitos eran rubios, transparentes. Como vos, Adelita, como —El último día del verano, Pablo —dijo.
tu mamá. Polacos debían ser. —Dentro de una semana.
[[ La idea de entrar a la casa fue de mi hermano. Estaba Quisieron que yo los acompañara y acepté porque no
fanatizado. Tenía que saber qué había pasado en esa casa, quería dejarlos. Yo tenía nueve años. Era más chica que
qué había adentro.]] Lo deseaba con un fervor muy extraño ellos pero sentía que debía cuidarlos. Que no podían entrar
para un chico de once años. No entiendo, nunca pude solos a la oscuridad.
entender qué le hizo la casa, cómo lo atrajo así. Porque lo Decidimos entrar de noche, después de cenar. Teníamos
atrajo a él, primero. Y él contagió a Adela. que escaparnos pero salir de casa de noche, en verano, no
Se sentaban en el caminito de baldosas amarillas y rosas era tan difícil. Los chicos jugaban en la calle hasta tarde en el
que partía el jardín reseco. El portón de hierro oxidado barrio. Ahora ya no es así. Ahora es un barrio pobre y
estaba siempre abierto, les daba la bienvenida. Yo los peligroso, los vecinos no salen, tienen miedo de que los
acompañaba, pero me quedaba afuera, en la vereda. Ellos roben, tienen miedo de los adolescentes que toman vino en
miraban la puerta, como si creyeran que podían abrirla con la las esquinas. El chalet de Adela se vendió y fue dividido en
mente. Pasaban horas ahí sentados, en silencio. departamentos. En el parque se construyó un galpón. Es
La gente que pasaba por la vereda no les prestaba mejor, creo. El galpón oculta las sombras.
atención. No les parecía raro o quizá no los veían. Yo no me Un grupo de chicas jugaba al elástico en el medio de la
atrevía a contarle nada a mi madre. O, a lo mejor, la casa no calle; cuando pasaba un auto paraban para dejarlo pasar.
me dejaba hablar. La casa no quería que los salvara. Más lejos, otros pateaban una pelota y donde el asfalto era
Seguíamos reuniéndonos en el living de la casa de Adela, más nuevo, más liso, algunas adolescentes patinaban.
pero ya no se hablaba de películas. Ahora Pablo y Adela — Caminamos entre ellas, desapercibidos. Adela esperaba en
pero sobre todo Adela— contaban historias de la casa. De el jardín muerto. Estaba muy tranquila. Conectada, pienso
dónde las sacan, les pregunté una tarde. Parecieron ahora.
sorprendidos, se miraron.
—La casa nos cuenta las historias. ¿Vos no la escuchás? Mariana Enríquez, La casa de Adela (fragmento)
—Pobre —dijo Pablo.

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