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Federico González
LA RUEDA
UNA IMAGEN SIMBOLICA DEL COSMOS
Federico González
EDICIONES
– Edit. Symbolos, Barcelona 1986. 262 págs. 8 diagrs.
– Buró Difusor ed. México 1987.
– Edit. Kier, Buenos Aires 2006. 222 págs. 50 ilust. ISBN 950-17-0961-2.
Esta edición del libro puede consultarse también en Google Books.
ISBN: 950-17-0961-2.
– Edit. Libros del Innombrable, Zaragoza 2016. 212 págs. 50 ilust.
ISBN 978-84-92759-81-1.
INDICE DE LA OBRA
(hacer clic en los títulos)
Nota
La Tabla de Esmeralda - Máxima de Basilio Valentín -
Himno a las Musas
PRIMERA PARTE
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29/12/22, 20:54 La Rueda - El Simbolismo de la Rueda. indice de la obra. Federico González
SEGUNDA PARTE
TERCERA PARTE
*
* *
NOTA
*
* *
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29/12/22, 20:54 La Rueda - El Simbolismo de la Rueda. indice de la obra. Federico González
1. "Es verdad, sin mentira, cierto y lo más verdadero: Lo que está abajo es
como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo, para
que se obren los milagros de una sola cosa."
2. "Así como todas las cosas proceden del Uno, por la contemplación del
Uno, así todas las cosas resultan de esta cosa única por adaptación."
8. "Esta es el poder de todo poder, pues vence todo lo que es sutil y penetra
todo lo que es sólido."
9. "De esta manera fue creado el mundo, el mundo pequeño a semejanza del
grande."
11. "Por eso soy llamado Hermes Trismegisto, pues poseo las tres partes de
la Filosofía del mundo entero."
12. "Terminado y completo está lo que he dicho con respecto a la obra del
Sol."
Tabla de Esmeralda,
atribuida a Hermes Trismegisto.
Indice
Reseñas
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29/12/22, 20:55 Federico González. I. De los Símbolos y la Simbólica.
CAPITULO I
DE LOS SIMBOLOS Y LA SIMBOLICA
Federico González
Todos los seres y las cosas expresan una realidad oculta en ellos
mismos, la cual pertenece a un orden superior, al que manifiestan, y son
el símbolo de un mundo más amplio, más realmente universal, que
cualquier enfoque particular o literal, por más rico que éste fuese. En
verdad la vida entera no es sino la manifestación de un gesto, la
solidificación de una Palabra, que contemporáneamente ha cristalizado
un código simbólico. Ese es el libro de la vida y del universo, en el que
está escrito nuestro nombre y el de todos los seres y las cosas, y los
distintos planos en que conviven y se expresan, comunicándose
perpetuamente, interrelacionándose entre sí a través de gestos y
símbolos. La trama entera del cosmos es en verdad un símbolo que cada
una de sus partes expresa a su manera.
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29/12/22, 20:55 Federico González. I. De los Símbolos y la Simbólica.
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29/12/22, 20:55 Federico González. I. De los Símbolos y la Simbólica.
Nos toca ahora ver las relaciones entre símbolo, mito y rito, y debemos
entonces afirmar que esos vocablos designan de distinta manera a una
misma cosa en tres formas operativas. Nos dice Mircea Eliade que: "El
mito es la explicación y la justificación de la irrealidad de la existencia".
El constituye un eje fijo que articula lo que constantemente deviene, lo
perecedero, lo ilusorio. Es una verdad tangible, un "modelo ejemplar",
periódicamente encarnado por la comunidad, o algunos de sus miembros,
y posibilita la regeneración colectiva estabilizando el orden necesario para
el desarrollo. El expresa los orígenes y la renovación de la vida,
armonizando y asegurando la continuidad de los pueblos. Los mitos de la
creación del universo y los trabajos de los héroes son el testimonio
revelado de una posibilidad diferente, de la realidad del más allá, al nivel
de la comprensión del hombre. Son ellos los que, al transmitir este
conocimiento, otorgan a la vida un sentido coherente y la enriquecen con
la opción salvadora de la realización espiritual. El mito es necesario. Es
un motor vivo y constante en la vida de las sociedades. El nuclea las
tradiciones orales y consagra los valores de lo colectivo y lo individual.
Promueve las acciones y educa a los hombres al enseñarles lo que no
podrían saber si no fuera por su intermedio. Los mitos son para esos
hombres toda la realidad y la verdad, y la dura existencia cotidiana ocupa
frente a ellos un lugar secundario o derivado, como las sombras con
respecto a la luz.
Debemos dejar bien establecido que cuando nos referimos aquí a las
ceremonias religiosas, lo hacemos en el sentido más amplio del término.
Por un lado, estas ceremonias jamás han sido "religiosas" en el sentido
que se atribuye hoy en día al término, y tampoco "ceremonias", como las
que vulgarmente conocemos. Los ritos de fecundación, de regeneración
y de iniciación, no tienen nada que ver con lo devoto-ortodoxo, piadoso-
sentimental, moral-justo, o con la solemnidad engolada, características
que son propias de la sociedad contemporánea y que constituyen un
derivado deforme de las virtudes de lo sagrado, lo heroico y lo
metafísico. Por otra parte insistimos en que la comprensión moderna de
lo que es una ceremonia, se halla vinculada a ideas asépticas relativas al
laicismo, la conmemoración, o la pompa exterior, cuando no son
actividades presuntamente mágico-fenoménicas, que no exceden el nivel
literal. Se toma la forma ceremonial como un fin en sí misma, o como
una comedia anticuada, o un hecho mecánico-institucional de corte
digno.
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29/12/22, 20:55 Federico González. I. De los Símbolos y la Simbólica.
NOTAS
1 Debe haber por lo tanto un parentesco, una relación mutua entre estas dos cosas
para que una pueda simbolizar a la otra. Sobre todo cuando se tiene en cuenta que la
de orden menor debe su forma a la de orden secreto, a la que expresa.
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10 Para dar sólo un ejemplo de los indefinidos posibles, diremos que el rito de la
danza –en el que las coreografías cosmogónicas circulares son unánimes– asegura un
medio de transformación y transfiguración espiritual, para aquél que ha comprendido su
significado y su naturaleza, en relación con el conocimiento de sí mismo y del universo.
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29/12/22, 20:55 Federico González. II. Algunos aspectos del Simbolismo de la Rueda
CAPITULO II
EL SIMBOLISMO DE LA RUEDA
Federico González
1
ALGUNOS ASPECTOS DEL SIMBOLISMO DE LA
RUEDA
De los numerosos símbolos que aparecen en una u otra tradición o
civilización, alejadas en el espacio (geográfico) o en el tiempo (histórico)
y que son idénticos, merece especial atención el símbolo de la rueda. No
sólo porque éste se da en todas las culturas de las que tenemos noticia,
sino también por las innumerables posibilidades que brinda, la diversidad
de campos que abarca, y la acción concentradora que ejerce en el
estudio y el ordenamiento indispensable en cualquier investigación seria.
Por otra parte, las relaciones de todo tipo a que se presta este símbolo
parecen indefinidas, así como sus conexiones con otros pantáculos
igualmente tradicionales.1 En efecto, siendo el símbolo de la rueda la
expresión del movimiento y la multiplicidad, también lo es de la
inmovilidad original y de la síntesis. Es, asimismo, la expresión simbólica
de la expansión y la concentración. De la energía centrífuga, que parte
del centro a la periferia, y de la energía centrípeta, que retorna a su
centro, eje o fuente. Para volver a extenderse una vez más, siguiendo
una ley universal a la que obedecen las mareas de los mares (flujo y
reflujo) y la tierra (condensación, dilatación). Así como la diástole y la
sístole, la aspiración y la expiración del hombre o del universo, es decir,
tanto de lo microcósmico como de lo macrocósmico.
Asimismo, debe recalcarse que todas las tradiciones han atribuido a sus
símbolos y códigos simbólicos el carácter de revelados, o de origen
suprahumano; a lo que se debe agregar la coincidencia de que los
símbolos fundamentales están presentes en todas las tradiciones de
manera manifiestamente idéntica, aun en sus aplicaciones secundarias, o
en sus formas derivadas y folklóricas. Y así estos dos simples hechos: a)
la observación de la identidad asombrosa entre las simbólicas de todas las
tradiciones (vivas o muertas); y b) el que todas ellas les asignaran a esas
simbólicas un carácter no humano y revelado, debe ser para nosotros
tanto un tema de meditación, como un incentivo para el estudio y la
comprensión de estas simbologías y tradiciones. A las que podremos
acceder gracias al vehículo simbólico, tomado como la estructura de una
idea. Desde esta perspectiva, habría que visualizar al símbolo como un
gesto por el cual se expresa una idea-fuerza: o sea, el arquetipo en
acción. De "el fuego" a los fuegos", de lo sintético a lo múltiple.
Asimismo, inversamente cambiando el punto de vista, de lo múltiple a lo
sintético. De los innumerables fuegos, al fuego arquetípico.
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29/12/22, 20:55 Federico González. II. Algunos aspectos del Simbolismo de la Rueda
tal o cual período, o las dos de manera conjunta.8 Las tradiciones del
extremo Oriente simbolizan estos dos aspectos 9 con el Yin y el Yang,
que actúan como fuerzas permanentes y equilibradoras de todo ciclo o
proceso cualquiera. En el caso del ciclo del hombre, habría también una
energía ascendente relacionada con la niñez y la juventud, y otra
descendente equiparada con la madurez y la vejez. En rigor, esta división
binaria del ciclo es importantísima y parte en dos nuestro modelo de la
rueda. Si fuese la porción oriental la ascendente, y la occidental la
descendente, correspondería, desde este punto de vista, la primera al
símbolo del círculo (energía centrífuga), y la segunda al del cuadrado
(energía centrípeta).
Sin embargo –y según la feliz frase de Paul Eluard, "hay otros mundos,
pero están en éste"– se nos ofrece a través del modelo tradicional, la
posibilidad de escapar del movimiento reiterativo, siempre constante, de
la "rueda cósmica" o "rueda de las encarnaciones". Pues la solución, o
salvación, está presente en forma inmanente, en esa misma rueda, de
manera oculta, como se encuentra en la semilla toda la potencialidad del
nuevo árbol, y en el huevo el origen del ser".11 Por lo tanto, el
ordenamiento cultural, todas las estructuras de una civilización, no son
sino el reflejo de. un centro invisible, que se manifiesta, o revela, a través
de las mismas. Pues ellas no son sino soportes, o símbolos, de una
realidad mucho más vasta, no sujeta al cambio. Y todo esto que se acaba
de decir, referido a la cultura y a sus estructuras, podría ser aplicado a
cualquier orden. A tal o cual organismo vivo. Pues así como cualquier
objeto visible tiene una estructura interna fundamental, gracias a la cual
éste se hace reconocible como tal, también los símbolos, por los que se
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29/12/22, 20:55 Federico González. II. Algunos aspectos del Simbolismo de la Rueda
NOTAS
1 La esfera es en la tridimensionalidad lo que el círculo es en el plano. Sabido es que
el símbolo de la rueda se representa gráficamente como un punto y la circunferencia a
que da lugar por la irradiación de sus posibilidades. Mientras el punto central (o eje de
la rueda) permanece fijo e inmutable, la periferia se mueve y gira alrededor de él.
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29/12/22, 20:55 Federico González. II. Algunos aspectos del Simbolismo de la Rueda
2 Es curioso observar que el punto central y la circunferencia, "que juntos conforman
la figura del círculo", constituyen el emblema astrológico del sol, que es el padre de la
vida, la que produce por irradiación de su energía hasta sus propios límites.
5 Cuando se habla aquí de símbolos léase también mitos y ritos, leyendas y textos
sagrados.
8 Se puede hacer notar que el círculo tiene 360º y que la suma de los 4 ángulos
rectos del cuadrángulo (90 x 4 = 360) es la misma. Además, 360 = 3 + 6 + 0 = 9. El 9
(número cuyos múltiplos siempre se reducen a él mismo), es el número del ciclo.
También lo es de la circunferencia, que sumada a la unidad central (9 + 1 = 10), nos da
la totalidad de las posibilidades del ciclo numérico y de la tetraktys pitagórica.
También, la del retorno al origen (10 = 1 + 0 = l).
9 El movimiento centrífugo o el que va del centro a la periferia, tiene que ver, como
se ha dicho, con la expansión. Este movimiento debe transponerse en el plano circular
del ciclo, situándolo al norte, originando la circunferencia y correspondiendo esta
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29/12/22, 20:55 Federico González. II. Algunos aspectos del Simbolismo de la Rueda
energía a la mitad ascendente de la rueda del día, es decir a la que partiendo del norte,
identificada con las cero horas, llega hasta el sur o mediodía. La porción descendente
del ciclo (que va de sur a norte, es decir, que retorna a su punto original) está entonces
relacionada con la contracción o concentración centrípeta o atardecer y noche. Algunas
culturas, en distintos lugares y épocas, han dividido al ciclo de forma aparentemente
diferente, lo que está en relación directa con la razón de ser de esas civilizaciones. Así,
no se ubica el norte siempre arriba ni el sur obligatoriamente abajo. Tampoco el
movimiento es visto, necesariamente, de izquierda a derecha –es decir, en el sentido de
las agujas del reloj–, sino que se lo considera en forma retrógrada. Estos dos ejemplos
pueden encontrarse en las culturas precolombinas y extremo orientales.
12 Tal vez fuese oportuno establecer aquí, una diferencia entre significado y signo. El
significado es la esencia o idea universal que el signo plasma (o encarna), que viene a
ser como la forma o el ropaje del significado, adecuado a la relatividad espacio-
temporal. El significado de un signo es lo que éste significa no su rol significante. Lo
simbolizado es lo que el símbolo expresa verdaderamente, su razón de ser, no su
capacidad transmisora. El mito es realmente la idea expresada en y por el personaje
mítico, no las andanzas y aventuras computables de los héroes y los dioses. El rito no es
sólo una ceremonia conmemorativa de sentido social, sino la correspondencia de
energías entre un plano de realidad –o de conciencia– y otro desconocido. Al
otorgárseles a estos términos una lectura lineal, se los degrada haciéndolos
incomprensibles. Las acepciones dadas a las palabras y a las cosas en ciertos lugares o
durante determinadas épocas, no sólo nos ilustran sobre la mentalidad de esas
sociedades, sino que muchas veces constituyen ejemplos evidentes de inversión.
Desgraciadamente en la actualidad se toma el significado del símbolo como si este
significado fuese su función significante. El significado de los antiguos signa (o milagros)
era el de la revelación sobrenatural; jamás el efecto que esos signa producían en la
población. Por otra parte, habría una distinción entre símbolos naturales y símbolos
tradicionales (iniciáticos) precisos, diseñados especialmente para producir una
comunicación directa con el principio. Estos últimos tendrían una función "didáctica",
obviamente relacionada con la enseñanza y el conocimiento.
representar una obra ilusoria, con papeles y roles. Especialmente el teatro de títeres. Y
también el cinematógrafo, que mediante una inversión de la visión óptica, proyecta en la
pantalla o plano, indefinidas imágenes, anécdotas o "historias".
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29/12/22, 20:55 Federico González. El Símbolo. III. Perspectivas desde el Arte. I.
CAPITULO III
PERSPECTIVAS DESDE EL ARTE
Federico González
1
Generalmente al hablar de arte hoy en día, nos referimos vagamente a la
historia del mismo, o imprecisamente a un hecho cultural de cierto
"status" intelectual y socioeconómico, que la pintura (la más injustamente
afortunada de las artesanías) ejemplifica. También solemos referirnos a
él como a un inventario musicológico de obras acabadas y fechadas en
tal o cual tiempo y localizadas en este o aquel sitio. Desde el punto de
vista en que nos situamos no nos interesan tanto estas perspectivas, que
por cierto no negamos, sino que preferimos ver al arte como una actitud
específicamente humana, no ubicada en ningún esquema clasificatorio o
histórico-geográfico, sino perfectamente viva, actualizada por el hombre
de todos los tiempos y reflejada en sus símbolos culturales y sagrados,
que si bien reconocen un origen preexistente, son la materia a partir de la
cual se produce la re-generación cíclica de las civilizaciones, del mismo
modo que en el firmamento la actividad solar recrea permanentemente
las diversas condiciones o formas de vida de su sistema. En ese sentido
siempre nos ha interesado el arte como forma de conocimiento, o mejor,
la actitud del artista como una manera de adentrarse en determinadas
dimensiones del mundo lineal de su entorno –aunque él mismo sea poco
consciente de ello–, mediante una concentración de sus posibilidades, ya
fuese a través de un trabajo ordenado y paciente o de la síntesis catártica
totalizadora. O de ambas, puesto que por cierto la una no tiene por qué
excluir a la otra, sino que más bien se complementan allí donde el
hallazgo o contemplación de la belleza produce una especie de emoción
relacionada con un sentimiento de plenitud, ausencia o vacío, donde
todos los seres y las cosas no son sino ellos mismos, en su pura realidad
despojada, lo que equivale a vivenciar la idea arquetípica de armonía,
aun en la desarmonía, y de equilibrio y justicia, aun en los conceptos que
dialécticamente se les oponen.
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29/12/22, 20:55 Federico González. El Símbolo. III. Perspectivas desde el Arte. I.
Así pues, nos referimos al arte como una "poética" comprometida con el
conocer del hombre, al que consideramos parte imprescindible de este
proceso perenne de interrelación y expresión, donde la inteligencia
universal que él mismo refleja, manifestándose como un arte de
indefinidas posibilidades, le brinda la opción de ser todo lo que él conoce.
Esta "poética" incluye a todas las artes: 1 arquitectura y construcción,
artesanías, técnicas y ciencias, oficios (cerámica, vidrio, jardinería,
herrería, ropa y calzado, joyería, carpintería, etc.), las artes llamadas
marciales y la danza, escultura, música, teatro y poesía, geometría,
gramática, alquimia, etc., es decir a las artes liberales y al hombre
integral.
2
Es obvio afirmar que sin hombre no hay arte, aunque no está de más
efectuar esta aclaración en una sociedad que por una especie de manía
empírica, separa a las cosas de su contexto, y les otorga una categoría
diferente, como si tuvieran vida o realidad por sí mismas, clasificándolas
en el casillero imaginario correspondiente, en este caso bajo el nombre de
"arte", otorgándole una serie de características perfectamente arbitrarias o
ilusorias, tendientes a hacernos creer –de manera casi publicitaria–, que
aquello es una verdad objetiva, para colmo casi científica, siempre algo
concreto, tangible, dispuesto a ser analizado y catalogado. El hombre es
el sujeto-objeto del verdadero arte, y a través de él se materializa la
posibilidad de la obra creativa, reflejo de una obra más vasta, en la que el
hombre está incluido. El mago –que saca cosas de la sustancia informe, y
al realizarlas actualiza las posibilidades que ésta tiene en sí, al igual que
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29/12/22, 20:55 Federico González. El Símbolo. III. Perspectivas desde el Arte. I.
https://www.simbolismoyalquimia.com/simbolica/perspectivas-arte.htm 3/5
29/12/22, 20:55 Federico González. El Símbolo. III. Perspectivas desde el Arte. I.
NOTAS
https://www.simbolismoyalquimia.com/simbolica/perspectivas-arte.htm 4/5
29/12/22, 20:55 Federico González. El Símbolo. III. Perspectivas desde el Arte. I.
1 Una poética no es sólo una metafórica ni una confusa ensoñación o un vago
"sentimiento cósmico" –como el símbolo no es sólo alegoría–, sino más bien una forma
de ser, una manera de vivir, siempre relacionada con la búsqueda de la verdad –y en
este sentido es heroica–, la sed de conocimiento y por lo tanto la reintegración al sí
mismo.
6 En el sentido en que Platón, en el Timeo, dice que "el tiempo es una imagen móvil
de la eternidad; imita la eternidad".
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29/12/22, 20:55 la rueda capitulo IV
La Tradición Hermética
Federico González
(Capítulo IV de La Rueda, Una Imagen Simbólica del Cosmos, de Federico González. Ed.
Symbolos, Barcelona, 1986)
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órdenes y lugares, cada vez más progresiva y veloz, y que ha hecho a la verdad
tanto más misteriosa y secreta, como si se hubiera retirado realmente al interior
de sí misma y hubiese que buscarla, o sacarnos los velos psicológicos que nos la
ocultan de nosotros mismos. Sin embargo, la Masonería sigue otorgando la
iniciación en sus logias y ésta es perfectamente válida, dado que se trata de la
transmisión regular de una influencia espiritual. Son muchas las logias que en
Europa y América están trabajando muy seriamente y son bastantes los adeptos
que revitalizan los valores originarios.
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Se trata pues de una senda mágica, donde los mismos vehículos son reveladores
(15). Y cuando nos referimos al término magia, va de suyo que no estamos
hablando de ninguna cosa de tono menor, donde los siempre mezquinos intereses
personales están en juego y la mera individualización fenoménica es valorizada
de acuerdo a patrones modernos y materializados. Nos referimos a algo
muchísimo más sutil y poderoso: la auténtica estructura invisible del espacio y el
tiempo, intuida directamente, que no es ya algo exterior o ajeno a uno mismo y al
todo. Entre otras razones, se dice que el pensamiento analógico es mágico,
porque las asociaciones y correspondencias que él provoca nos enseñan a pensar,
nos hacen saber de qué se trata el oscuro recuerdo del conocimiento. Y nos
transforma en verdaderos seres inteligentes, al hacernos partícipes de la
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Asimismo, hay otra especie que puede encontrarse a lo largo del proceso y que,
junto con la anterior, constituye un bloque muy marcado, que tiene de común
con ella el fingimiento, aunque el aprendiz ha de saber que innumerables peligros
le aguardan en forma de muchos personajes, que no son sino la proyección
externa y social de sus egos internos. Se trata, en este caso, de aquellos que
entienden que dominar las pasiones es ocultarlas (19). Además, siempre con
segunda intención, íntimamente asociada con el poder. Y no se permiten la
menor demostración de sus emociones, procediendo con la "habilidad" de los
jugadores de poker, de gentes con "agallas", que actúan con "sangre fría. (20)
Con muchos conceptos acontece lo mismo que con estos personajes, o egos, y
son auténticos riesgos. Sin ir más lejos, con toda la terminología actualmente en
uso, que corresponde a una lectura literal y materializada de las palabras y los
términos, con respecto al sentido con que fueron concebidos. Esta confusión,
este impedimento, no es un hecho aislado, sino que, por el contrario, constituye
una muestra de la degradación cultural general de la sociedad moderna, cuyo
jefe, es necesario nombrarlo, es el príncipe de este mundo, que, como tan bien
se ha dicho, no sólo es un monstruo del mal y la falsedad, sino que, por sobre
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Por lo tanto, nada tiene de irregular un proceso iniciático que se realiza por
medio de las enseñanzas, instructores y maestros de la tradición hermética -como
tampoco otro que se efectúe por la judía, cristiana, o islámica- y que se
desenvuelve en forma normal, pese a las dificultades, sinsabores y paradojas de
todo tipo, propias de esta vía mágico-teúrgica -en la que se trabaja casi siempre
en forma solitaria-, aunque su realización se produzca en un medio tan irregular
como el mundo moderno. Y es necesario advertir, a las personas a quienes
comienzan a sucederles ciertos hechos referidos a la apertura de su conciencia y
les nace compartirlos, que deben tener cuidado, porque estas cosas son
peligrosas. Pero, también pudieran sentirse lo suficientemente seguras como para
vivirlos con otros, u otro, entre los cuales se encontrará el Espíritu, según se dice
en los evangelios. Igualmente, se afirma que: "buscad y encontraréis", y,
asimismo, un adagio hermético asegura que: "cuando el discípulo está, aparece el
maestro". Este último, si la actitud es adecuada, surgirá de todas maneras. Es
conveniente aclarar, por un lado, que nadie puede agregar un sólo codo a su
estatura, motivo por el cual ha de llegar hasta donde puede y debe, en el
recorrido de la vida y el conocimiento. Por otro, que al aspirante, a pesar de sus
múltiples méritos, todo le ha sido o le será enseñado. Que ningún hombre puede
ni podrá conocer estos secretos, ni descubrirlos por sí mismo, si no es por
revelación y por su participación en una cadena iniciática, con la que se enlaza.
La vía que aquí se propone es la simbólica de la tradición hermética y su relación
con la simbólica y la mitología universal. Donde un símbolo o mito no resulta
claro, en tal o cual contexto, se busca la analogía correspondiente en esta o
aquella tradición. Las transposiciones y relaciones que se efectúan con los
símbolos constituyen gran parte del trabajo hermético. Un símbolo chino, o
precolombino, puede iluminar inmediatamente un símbolo europeo y de esta
manera constituirse en parte integrante de un juego de relaciones, de ideas, que si
no fuese por su participación, no pudieran efectuarse. Debe recordarse, una vez
más, la energía-fuerza atribuida a los símbolos en general y a los de la tradición
hermética -en este caso particular- y a su irradiación mágico-teúrgica. También
debe prestarse atención completa a los textos de los sabios, hierofantes y magos,
que actúan de una manera especial, entre quienes son capaces de recibirlos, y los
conducen al jardín del paraíso, o estado adámico, restituyéndolos al andrógino
original. En todo caso, debemos señalar, para finalizar, que seguramente es muy
beneficioso el transitar específicamente una tradición religiosa determinada, y
practicar el rito exotérico correspondiente. Pero de ninguna manera es
imprescindible, pues los misterios de la tradición hermética -que no es religiosa- y
la iniciación en los mismos, no sólo constituyen el patrimonio vivo de Occidente,
sino también, acaso, su razón de ser, como un gesto, o un color, en el espectro
de la historia humana.
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NOTAS
5. Infer-nus. (R)
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15. Recordar los numerosos caballos mágicos, o que hablan, de las distintas
tradiciones y folklores. (R)
16. En la tradición hermética suelen tomarse a veces como diez a estos grados,
siendo los siete primeros los de construcción del ser o templo interno, el octavo
de pasaje, el noveno de conclusión de la Obra, y el décimo, el de coronación de
la misma o virtual salida del cosmos o de la perspectiva espacio-temporal
simplemente humana, que se ha ido modificando poco a poco a lo largo del
proceso. (R)
17. Los puros, los no compuestos ni dobles. Los valientes y generosos aspirantes
al conocimiento. Nada que ver con las piadosas "hijas de María". (R)
18. Como los que desean ser ascéticos o estoicos, por la ascética y el estoicismo
como fines, y no como simples vehículos o medios, que aparecen en el camino.
Una vez más se hace de un relativo un absoluto. (R)
19. En lugar de utilizar ese fuego y domesticarlo, de tal suerte que facilite la
transmutación. (R)
20. Son los chicos malos del paseo, o aquellos que ya "lo saben" o que
confunden su megalomanía con la verdad. Su deporte es la constante
manipulación. (R)
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29/12/22, 20:55 la rueda capitulo IV
https://cesbarcelona.com/textotrimestre/laruedacapiv.html 13/13
29/12/22, 20:56 Federico González. Dos Modelos Simbólicos Herméticos. I. El Tarot.
CAPITULO V
DOS MODELOS SIMBOLICOS HERMETICOS:
El Tarot y El Arbol de la Vida Sefirótico
Federico González
1
EL TAROT
La relación del simbolismo de la rueda con el Tarot resulta obvia.
Efectivamente; la palabra "taro" está invertida silábicamente, y este
nombre criptogramático no quiere decir sino rota, es decir, rueda.1 Como
se sabe, el código simbólico del Tarot tiene orígenes medioevales
(alquímicos, numerológicos, cabalísticos, astrológicos), aunque no es
sino la forma actualizada –en su espacio y en su tiempo– que toma la
tradición primordial para expresarse; como es también el caso de la
cábala histórica, que nace en España en el siglo XIII con la aparición de
las escuelas que dan nacimiento al Zohar, el libro fundamental en el
trabajo cabalístico.2 El Tarot es también un libro que en lugar de tener
páginas impresas con palabras, se expresa a través de símbolos
estampados en una serie de planchas o cartulinas. En él se ordena una
cosmología completa, y constituye un modelo del universo, análogo al
mismo, construido con su misma estructura, de donde el poder mágico e
iniciático que se les atribuye tradicionalmente. De todas formas, se trata
de un lenguaje relacionado con el conocimiento, que se manifiesta a
distinto nivel y de diversas maneras. El Tarot es ese lenguaje al
manifestarlo y por lo tanto el vehículo que expresa una sabiduría que él
mismo lleva implícita. Es un compendio de ciencia actuante, al ser el
mensajero de una energía que le da su razón de ser, y que por cierto lo
trasciende. Esto, sin tomar en cuenta su acción como promotor de
imágenes y fecundador de visiones.
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29/12/22, 20:56 Federico González. Dos Modelos Simbólicos Herméticos. I. El Tarot.
Cada cosa tiene nueve reflejos de sí, dice la tradición cabalística, y esos
reflejos o aspectos de la unidad original, sumados a ella misma (1 + 9 =
10), conforman un todo, o un ciclo completo, que es tanto el del
universo entero como el ciclo particularizado de cada una de sus partes.
El código simbólico de la aritmética de Pitágoras no dice otra cosa, y
llama a este ciclo de los nueve primeros números, el de los números
naturales, al cual pueden reducirse todos los números posibles. Este
código básico numérico es fundamental, pues sintetiza todas las
posibilidades de la serie y crea un sistema con el que es posible numerar
todas las cosas. Numerar todas las cosas es darles vida, es nombrarlas. Y
va de suyo que la aritmética a la que nos referimos dista mucho de su
aplicación exclusivamente cuantitativa, que es casi la única que
conocemos los nacidos en la sociedad moderna. Bien por el contrario, el
código numérico expresa principios o ideas universales, que cada dígito
manifiesta a su manera; y la misma diferencia que existe entre ellos (vgr.
la unidad con respecto al binario, el binario referido a la tríada) no está
sino señalando esta variedad conceptual, o las distintas modalidades de
una misma energía, que es precisamente la descrita en la serie numérica.
https://www.simbolismoyalquimia.com/simbolica/modelo-tarot.htm 3/8
29/12/22, 20:56 Federico González. Dos Modelos Simbólicos Herméticos. I. El Tarot.
Esta realidad por cierto que nos toca, pues siendo todo aprendido, y
además siendo nosotros lo que sabemos, los modelos culturales en los
que nos hemos educado –y que han pasado a ser nuestra personalidad
por identificación con los mismos– son un límite y un condicionamiento,
por un lado, y una salida por otro, pues constituyeron originalmente una
escala para trascender el espacio profano y arribar al conocimiento de
otro espacio distinto. Tan diferente de él como lo que está "más acá" con
referencia a lo que está "más allá". De allí también que se haya afirmado
siempre y unánimemente que los orígenes culturales, es decir, la
civilización de los pueblos (incluidos usos y costumbres, artes plásticas,
danza y arquitectura, artesanía, poesía, agricultura, ritos, vestimenta,
morales, normas de comportamiento, tabúes, etc.) reconoce filiación
directa con el "más allá", con lo no humano, con los misteriosos dioses
que pueblan y recrean el universo, como si fueran una tropa divina.
https://www.simbolismoyalquimia.com/simbolica/modelo-tarot.htm 6/8
29/12/22, 20:56 Federico González. Dos Modelos Simbólicos Herméticos. I. El Tarot.
NOTAS
1 El agregado de una T final viene a sumarse a este nombre, para afirmar la idea de
circularidad y retorno al principio.
2 Es muy importante señalar, que si bien la cábala es la expresión esotérica del
judaísmo y en este sentido nada tiene que ver con la tradición hermética, el
hermetismo, por el contrario, "utiliza", si así pudiera decirse, numerosos elementos
cabalísticos, lo que ha dado lugar a la denominada cábala cristiana. Por otra
parte, se encuentran antecedentes sobre la cábala desde el siglo III y asimismo, se
piensa que el Zohar comenzó a redactarse en aquella época. Los pitagóricos y
otras escuelas griegas realizaban con su lengua transposiciones de letras y cálculos
numéricos, y se los ha considerado como antecesores de los cabalistas. Este
modo de trabajo ha pasado desde la antigüedad hasta hoy y es efectuado por
distintos grupos gnósticos. Debe decirse también que la "iniciación hermética"
corresponde a los misterios menores, etapa donde es verdaderamente necesaria
la idea de una instrucción u orden, y que ha de completarse con el coronamiento
de los misterios mayores, coincidentes con la aparición efectiva del maestro
interno, y el regreso al estado primordial, equivalente al "paraíso terrestre" o sea,
al retorno al centro y la efectivización de las posibilidades que encierra el estado
humano.
3 La que según Platón, en el Cratilo, "no es un trabajo ligero".
4 El cosmos y la manifestación entera constituyen un lenguaje, y por lo tanto una
poética. También un código a ser descifrado, lo que equivale a decir: una
aventura. Un gesto en el que todo está incluido. La danza que Shiva baila
perennemente.
5 Que nada tienen que ver con la clasificación racional filosófica, la que por su
mismo origen y estructura es antimetafísica.
6 No hay nada más cierto que la sentencia que dice: "uno es lo que conoce".
7 La traducción de sefirah, de la que sefiroth es plural, es la de número o
determinación; la de ofan es rueda, como arquetipo de los mundos. Hay que
recordar que esta última es también la designación del ángel Metatrón, como
mediador universal y mensajero de la plenitud de Dios o de las energías divinas,
símbolo asimismo del alma universal.
8 Se dice también que cada una de ellas corresponde a un siglo de nuestra era
9 El Sepher Yetsirah (Libro de las Formaciones), que junto con el Zohar (Libro
del Esplendor) constituye el libro sagrado fundamental de la cábala, dice
expresamente al respecto: "No son once, son diez, no son nueve, son diez".
https://www.simbolismoyalquimia.com/simbolica/modelo-tarot.htm 7/8
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29/12/22, 20:56 Federico González. VI. La Rueda y sus Relaciones con otros Símbolos Tradicionales.
CAPITULO VI
LA RUEDA Y SUS RELACIONES CON OTROS
SIMBOLOS TRADICIONALES
Federico González
La mayor parte de los autodenominados "astrólogos" de hoy día ignoran
todo lo referido a la ciencia a la que pretenden dedicarse y entre otras
cosas, parece que no saben que la palabra "zodíaco" significa "rueda de
la vida". Estos astrólogos de consumo, con una formación intelectual
que, en el mejor de los casos, araña la media de una sociedad
cientificista-positivista, pretenden sobresalir de la mediocridad del grupo
al que pertenecen, mediante la posesión de ciertos conocimientos
adquiridos a costa de penosos esfuerzos, en tristes academias o en
sospechosas organizaciones ambiguamente humanitarias.
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29/12/22, 20:56 Federico González. VI. La Rueda y sus Relaciones con otros Símbolos Tradicionales.
La figura del círculo es más perfecta que la del cuadrado, pues en esta
última no todos los puntos de los lados son igualmente equidistantes del
centro. Esta "primacía" del círculo sobre el cuadrado, es la misma que
existe entre el cielo y la tierra, el punto y la circunferencia, el hilo y la
trama, pues sin aquél ésta no sería. La complementariedad de estas dos
figuraciones, su valorización y su utilización conjunta en numerosas
asociaciones, es una de las claves del lenguaje simbólico. Ya que se
necesitan juegos de símbolos, conjuntos, para que el símbolo adquiera su
propia significación. Unos nos llevan a otros, y éstos a unos terceros y es
en estas mutuas relaciones, y en las posibilidades a que dan lugar, donde
se comprende la naturaleza de la simbólica y la función mediadora del
símbolo. Pues a pesar de que el conocimiento posibilitado por su medio,
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29/12/22, 20:56 Federico González. VI. La Rueda y sus Relaciones con otros Símbolos Tradicionales.
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29/12/22, 20:56 Federico González. VI. La Rueda y sus Relaciones con otros Símbolos Tradicionales.
Pero nada de esto podría ser percibido, si no fuera por ese cubo interior,
que todo hombre tiene dentro de sí, su espacio propio, que le permite
orientarse en el plano y le indica qué es adelante y qué atrás, qué la
derecha y qué la izquierda y, sobre todo, lo que le dice qué es lo alto y
qué lo bajo, gracias a lo cual disfruta de su verticalidad y su equilibrio, ya
que sin ello nada tendría sentido. Esa estructura invisible está
íntimamente relacionada con el medio del hombre, puesto que también
es la estructura del cosmos, al que el hombre pertenece. Y constituye el
lenguaje que le permite la comunicación entre él y el mundo. Pues
participando ambos de un mismo modelo, se hace posible la cohesión del
sistema, la coherencia del discurso en las seis direcciones del espacio, a
saber, en todas las posibilidades de lo creado. Espacio compuesto por
coordenadas y tensiones, que abarcan todos los rumbos del compás, en
el centro del cual hay un punto de reposo y descanso –el "ojo" del
huracán– que es igualmente en otras transposiciones analíticas el fin y el
principio de la semana en el tiempo: el sabath; siendo las seis restantes
los días de la creación, o de la manifestación, o construcción sefirótica
del mundo; y también las caras de un cubo.
que la astrología es nada menos que la ciencia del cielo, y que ésta,
juntamente con la alquimia –ciencia de la tierra–, constituyen el
conocimiento de una cosmogonía, y configuran la ciencia de los ritmos y
los ciclos.
NOTAS
1 Es además, como todo "astrólogo" y "ocultista" sabe, el que corresponde al sol y al
oro filosofal.
3
Quiere destacarse especialmente la importancia capital que toma esta concepción –
y su relación con el número cinco– en las tradiciones precolombinas, como igualmente
en las extremo orientales.
4
En la serie numeral, si se hace a un lado la unidad y se suman por tríadas los demás
números sucesivos, estos suman siempre nueve; ejemplo: (2 + 3 + 4 = 9), (5 + 6 + 7 =
18 = 1 + 8 = 9). Esto es también válido en el orden de las decenas, las centenas y los
miles, en forma indefinida, o sea en los múltiplos de nueve, que al reducirse vuelven
indefectiblemente al nueve, pues están repitiendo la misma operación en otro orden.
Vgr.: si tomamos la tríada sucesiva de (35 + 36 + 37 = 108 = 1 + 0 + 8 = 9)
obtenemos el mismo resultado que si sumáramos (35 = 3 + 5 = 8) más (36 = 3 + 6 =
9) más (37 = 3 + 7 = 10 = 1 + 0 = l); a saber: (8 + 9 + 1 = 18 = 1 + 8 = 9), es decir
que la serie se repite demostrando que es un ciclo indefinido, que se produce "fuera" de
la unidad, que ha sido sin embargo su origen, y en la que radica todo su sentido
aritmético.
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29/12/22, 20:56 Federico González. VI. La Rueda y sus Relaciones con otros Símbolos Tradicionales.
5
En la India, al dios Shiva se lo suele representar bailando dentro de una rueda de
fuego.
6 Las citas son de E. Wind: Los Misterios Paganos del Renacimiento. Barral
Editores. Barcelona 1972.
7
La palabra símbolo es de raíz griega, y significa el reconocimiento de dos personas
o sujetos mediante una marca o signo.
8
Geométricamente hablando, una hélice es una curva de longitud indefinida que da
vueltas en la superficie de un cilindro, formando ángulos iguales con todas las
generatrices.
10
Se podrían extender indefinidamente estas asociaciones de la rueda con otros
símbolos tradicionales. Sólo se ha querido dar una muestra de la posibilidad del trabajo
simbólico, que es un juego prácticamente inagotable. Y no por ello menos preciso,
riguroso, exacto y verdadero. Siempre referido a un centro y a un orden, que nada
tienen de arbitrarios, aunque hay que advertir que los frutos de este trabajo no son la
obtención de la lógica de las relaciones en sí mismas, o su grado de probabilidad, sino
el estado de conciencia que éstas actualizan en nosotros.
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29/12/22, 20:56 Federico González. VII. Ciclos y Ritmos.
CAPITULO VII
CICLOS Y RITMOS
Federico González
En un capítulo anterior veíamos a la historia como un código de señales
significativas, como una simbólica del alma de los hombres –análoga al
alma del mundo–, que bajo distintas formas se va manifestando en la
vida de los pueblos. Y si bien esa historia no se repite exactamente –ni
jamás podría hacerlo, pues es imposible para el ser manifestarse dos o
más veces en el mismo estado de existencia, por las mismas leyes del
espacio, el tiempo, y el movimiento, que los números y las figuras
geométricas simbolizan– es evidente que ella abunda en reiteraciones y
analogías. Ello se debe, sin duda, a la circularidad del tiempo y a la teoría
de los ciclos –inscriptos los unos dentro de los otros–, así se trate de los
más pequeños, como los del día o el año, o los mayores, aquéllos del
manvántara y del kalpa, que se refieren respectivamente al ciclo de
nacimiento-desarrollo-fin de una humanidad, en correspondencia con el
cielo y la tierra de ese período, y de un mundo, y su condición temporal.
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29/12/22, 20:56 Federico González. VII. Ciclos y Ritmos.
las tradiciones como sitio de contacto con otras realidades que están más
allá del cosmos. No abundaremos dando numerosos ejemplos ilustrativos
de tradiciones y civilizaciones en donde la correspondencia y la
complementariedad entre los símbolos de tiempo y espacio resultan
obviamente significativas, pues no conviene a la naturaleza de este
estudio, que en cierto sentido pretende ser una síntesis, y no una
demostración. Sólo diremos que a un tiempo mítico corresponde un
espacio diferenciado, propio, y que determinados espacios (como el
paraíso terrenal y la Jerusalén celeste), se relacionan con tiempos
distintos. El alma humana entra al mundo por una puerta y sale por otra,
y en el ínterin –signado por el espacio y el tiempo– tiene la oportunidad
de reconocerse y escapar de esa condición por la identificación con otros
estados del ser universal, que puede vivenciar por medio de la conciencia
individual –semejante a la conciencia universal– y que constituyen la
posibilidad de la regeneración particular –y también de la universal–,
siempre, claro está, tomando como soporte a la generación y la creación
en el espacio y el tiempo. Lo que nos indica que la vida del hombre –y
del mundo– no sólo constituye una gran oportunidad para la integración
con el ser universal y sus numerosos estados, absolutamente
desconocidos para el grueso de la población, sino que nos señala
igualmente que ese ser universal se manifiesta, o existe, gracias a estas
coordenadas espacio-temporales, que vienen a ser como su corpus
sensible –los "sentidos" del mundo, análogos a los sentidos de los
hombres–, en los que tanto él como nosotros nos reflejamos, tomando
conciencia así de la unidad original; o dicho de otro modo: que el espíritu
se reconoce a sí mismo por sí mismo. Por otra parte, toda la historia y la
geografía sagradas no son sino la ejemplificación de estas mutuas
correspondencias entre espacio y tiempo y, como acabamos de ver, la
manera en que el ser universal se expresa o manifiesta, reflejándose en
estas cualidades sensibles, en este código simbólico. O en otros términos:
que el cosmos y sus coordenadas constitutivas vienen a ser la
manifestación sensible del ser u hombre universal.
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29/12/22, 20:56 Federico González. VII. Ciclos y Ritmos.
presente kalpa, por decir algo. Esto, sin duda, es una manera de
expresarse, pues las magnitudes espaciales a que nos referimos, medidas
en tiempo cronológico, no son verdaderamente mensurables, y no
guardan la debida proporción, que quizás deba buscarse sólo en la escala
del sol y su sistema, teniendo en cuenta que la antigüedad y la tradición
hacen unánimemente referencia a esta "medida".
Si una célula sanguínea, cuyo ciclo dura dieciocho segundos con relación
a su centro, el corazón, pretendiera ubicarse a sí misma respecto al gran
ciclo o "día" solar, que es el período de precesión de los equinoccios
(veinticinco mil novecientos veinte años), o sin ir tan lejos, con el año
solar de trescientos sesenta y cinco días, o aún mejor, con un simple día
de veinticuatro horas, observaría que este último tiempo cronológico, en
el que cabe la vida de cuatro mil ochocientas generaciones de su especie
(lo que equivaldría en el plano humano a un espacio de ciento veinte mil
años, considerando la duración actual de una generación en veinticinco
años), no sólo no le sirve para sus cálculos, sino que además ella se
encuentra condicionada intrínsecamente por los acontecimientos propios
de su medio, en este caso el organismo humano y su centro, el corazón,
que en veinticuatro horas vive toda suerte de traslados y cambios
espacio-temporales. El tiempo, con el que se mide el espacio, no es en
ningún modo uniforme. Está vivo ahora, como una cualidad sensible del
cosmos; y su computación cronológica, con la que solemos, dimensionar
el espacio, es uno sólo de sus aspectos o cualidades. El tiempo es una
categoría del alma, que nace del interior del corazón y que
constantemente se regenera a sí misma4. Por otra parte, el espacio
geométrico es uniforme, el físico no lo es. Se puede hablar de un espacio
cuantitativo o mensurable, que se supone homogéneo, pero el espacio no
es sólo la cantidad, sino también la cualidad de los elementos que lo
componen.5
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29/12/22, 20:56 Federico González. VII. Ciclos y Ritmos.
generaciones, que son las que constituyen "su mundo" –aunque él mismo
suponga lo contrario–, que no se remonta a más de un siglo,
permaneciendo todo lo demás en un estado de difusa confusión, tal cual
si hubiese perdido la memoria y tuviera que referirse a circunstancias
externas contingentes –"histórico-científicas"–, a las que tiene que
otorgar una categoría real, objetiva, verdadera; pues al identificarse con
ellas, adquiere inmediatamente la seguridad de la posesión de un
hipotético "yo", que pasa a ser nada menos que su identidad, su presunto
ser en el mundo y la razón de su existencia. Esta módica perspectiva,
jamas confesada interiormente por temor a la desintegración, hace sin
embargo a los contemporáneos sentirse partícipes de la historia mundial,
como si esta fuera una institución oficial y universalmente objetiva para
todos los pueblos y seres, algo sustancial y garantizado que avanza hacia
el progreso y que dicta una ley inmutable y científica, de la que ellos son
los depositarlos y árbitros. No nos atrevemos a calificar estas actitudes,
de las que algunos se carcajean sin disimulo, y que otros enjuician con,
una seriedad que no admite descargos. En cuanto a la idea humorística
de la posesión individualizada de la personalidad "a ultranza" –que nos
hace sentirnos únicos y exclusivos en el mundo–, ella constituye una
paradoja en la comprobación estadística, ya que en poco mas o menos
cuatro siglos se han tenido más de un millón de antepasados (cuatro
abuelos, ocho bisabuelos, dieciséis tatarabuelos, etc.), lo que equivale por
ejemplo a decir, que en el siglo XV –fecha del descubrimiento y
comienzo de la conquista de América–, es casi seguro que han existido
aquí y allí más de un millón de nuestros antecesores directos, tan
propietarios de su ego como nosotros mismos.13 Lo cual nos conduce
nuevamente al tema de la proporción y la medida, o sea el de la
ubicación, íntimamente vinculado al equilibrio y la armonía de los ritmos
y los ciclos y la necesidad de un encuadre y una orientación.
NOTAS
1
Las civilizaciones son ciclos que tienen principio, desarrollo y fin; que poseen vida,
como los hombres y los continentes geográficos. Se generan al igual que los organismos
vivos y corren su misma suerte.
2
Es interesante destacar como curiosidad que el hombre apoya sólo las plantas de
los pies, u otra pequeña superficie de su cuerpo, sobre la tierra. La mayor parte de su
volumen vive y transita en el espacio a esa enorme velocidad y es aéreo. Sin duda, los
habitantes modernos de las grandes ciudades no nos enteramos de este hecho –como
casi de ningún otro–, pues fijamos nuestros propios límites al identificarnos con nuestras
concepciones, y nos sentimos bien anclados en una hipotética tierra material,
absolutamente sólida, cuando en verdad es una superficie porosa en la que el aire
circula libremente, penetrándola y conformándola, como es además notorio en el
cuerpo humano. Por otro lado, la parte que no es aérea es líquida, como lo atestiguan
claramente también el propio conjunto de fluidos del cuerpo y la constitución geográfica
y sustancial de la tierra. Tomando además debida cuenta de que estos elementos tan
inestables están constantemente en movimiento, e interactúan entre sí.
3 Estos cálculos aquí citados se consignan sólo a título de ejemplo ilustrativo y sin
pretensiones cientificistas.
4
Es obvio que las épocas cronológicas de igual duración no responden
necesariamente a tiempos equivalentes. El tiempo no transcurre uniformemente.
5
Para Alan Watts: "El espacio y mi conocimiento del Universo son lo mismo".
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29/12/22, 20:56 Federico González. VII. Ciclos y Ritmos.
6
La simbólica y la geometría son vehículos, enseñanzas didácticas para comprender
el cosmos, pero no el cosmos en sí.
8
Lo mismo sucede con el número diez mil en la tradición china, con el cuatrocientos
en las mesoamericanas, y también con el milenio, u otros símbolos-magnitud, en
diferentes civilizaciones.
9
Si se lleva un poco más lejos este ejemplo, pudiera decirse que cada vez que
encendemos un fósforo se produce un mundo, un sistema completo; o que cada vez que
parpadeamos asistimos inconscientemente a la creación de un campo, que tendrá
dentro de sí la posibilidad de generar otro, y así en una serie ilimitada. Por otro lado, un
milenio no es ni la fracción de un segundo en la vida de un dios.
11
Como lo sería el referirnos a nuestro propio ciclo existencial humano tomado
como independiente del resto. O sea, considerarlo como un circuito cerrado y
autónomo, uniforme y autosuficiente, cuando bien por el contrario la realidad nos indica
la interdependencia, que es posible gracias a lo que todo ciclo tiene de individual,
aunque esta individualidad adquiera su sentido en la vida del conjunto, como está
claramente ejemplificado en el caso del ciclo de una célula sanguínea.
14
Aunque este hecho no justifica las responsabilidades individuales. Ha sido el
hombre, en facultad de su libre albedrío, el que ha llevado al mundo a la situación en
que se encuentra. El ser humano es tanto el mediador de la construcción como el de la
destrucción.
15
En virtud de su aceleración, el tiempo se contrae en el espacio y acorta las
distancias de tal suerte, que en verdad se contrae en sí mismo. Hasta que ese exceso de
velocidad en que reitera sus ciclos, lo lleva al grado de devorarse y ser absorbido por la
simultaneidad del espacio. Ese sería el fin de los tiempos, el retorno al origen, en el cual
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29/12/22, 20:56 Federico González. VII. Ciclos y Ritmos.
16
"Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y
vuestro Padre celestial las alimenta". (Mateo VI, 26).
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29/12/22, 20:56 Federico González. VIII. Las Dos Mitades del Modelo Cósmico.
CAPITULO VIII
LAS DOS MITADES DEL MODELO COSMICO
Federico González
Tal vez la energía de la gravedad y sus leyes no son sólo principios
aplicables a la "materia", sino algo más universal, arquetípico, vinculado
con cualquier forma de la atracción en diferentes niveles expresivos. Esto
si es que contamos con la similitud de dos entes que se atraen al
complementarse, los que deben oponerse siempre para que esta
conjunción se realice. El rito y la magia conocen este principio que
constituye su razón misma de existir como tales.1 Las leyes de la
analogía suponen diversos planos, donde las transposiciones puedan
efectuarse e incluyen la atracción y el rechazo, el reconocimiento de lo
que verdaderamente significa lo mutuo, dando por sentado que esta
similitud entre plano y plano –que coexisten simultáneamente– es una
condición previa a todo rito o analogía. Por otra parte, este tipo de
energía se encuentra explícita en la tradición hindú, cuando ésta se
refiere a los tres gunas: sattwa, rajas y tamas. En efecto, si sattwa se
vincula a una energía vertical ascendente, tamas se encuentra en el
extremo opuesto de esa verticalidad y manifiesta a la energía
descendente. Va de suyo que entre ambas hay una complementación, ya
que no podrían ser la una sin la otra y que ellas coexisten simbolizando la
evolución y la involución y generando a una tercera, llamada rajas, que
permite la expansión y el desarrollo del plano horizontal y sucesivo. Por
lógica, en cada una de estas "fuerzas" han de estar presentes las otras
dos, como parte constitutiva de las mismas. Por lo que conforman un
conjunto interdependiente, donde una sola y misma energía, al
desdoblarse, se polariza, constituyendo un eje vertical por el que
ascienden y descienden fuerzas, equilibrándose en un punto medio o
centro, que genera un plano horizontal de desplazamiento de esa energía
hasta sus propios límites, es decir, directamente proporcional al juego de
sattwa y tamas, al de la evolución y la involución de un ser cualquiera,
así fuese un hombre, una civilización o un mundo. Si graficamos esto en
el plano, obtenemos un eje vertical y otro horizontal –en donde la
energía de sattwa y de tamas se reflejan–, que lo cruza en su centro,
conformando la figura de la cruz, universalmente tradicional. Esta
representación que en muchas ocasiones aparece circunscrita por una
circunferencia que la complementa y aclara,2 no es sino la simbolización
del cuaternario y el ciclo –con todo lo que ello involucra, como hemos
visto a lo largo de estos textos– y conforma una síntesis perfecta de
pensamiento,3 donde la idea de totalidad y simultaneidad en el espacio,
en el tiempo, y con respecto a los "elementos" constitutivos de la
creación, se manifiesta de una sola vez y se percibe con un sólo golpe de
vista, gracias al equilibrio del juego armónico de tensiones involucradas
en ella –y asimismo en todas las cosas–; lo que equivale a decir: a la
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29/12/22, 20:56 Federico González. VIII. Las Dos Mitades del Modelo Cósmico.
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29/12/22, 20:56 Federico González. VIII. Las Dos Mitades del Modelo Cósmico.
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29/12/22, 20:56 Federico González. VIII. Las Dos Mitades del Modelo Cósmico.
Ahora bien, si se nos pregunta si hay alguna diferencia entre esas dos
porciones en que el círculo o la esfera se dividen –o el movimiento
ascendente de ida (norte-sur, medianoche-mediodía), o descendente o de
retorno (sur-norte, mediodía-medianoche), de la rueda cósmica–,
contestaremos de igual modo afirmativo, recordando que de la
polarización, o del binario, es que nace toda diferencia, que se sintetiza
en la primera distinción; la que hace a las cosas activas o pasivas tomar
el nombre de cielo o tierra. Esta dualidad, que se expresa a través de las
energías llamadas sattwa y tamas, las que simultáneamente generan a
rajas a perpetuidad, conforman una triunidad de principios
(homologables a ciclo, tierra, hombre), que al manifestarse en el plano
horizontal o creacional, conforman y limitan el cosmos, es decir, todas
las cosas. El cuaternario, simbolizado por la cruz, nos dice que la misma
oposición entre la energía ascendente-descendente, se ha transferido al
plano de conjunción, horizontal o creacional, donde también se oponen
análogamente –pues han pasado a ser componentes del mismo– en esta
figura que simboliza la totalidad de lo creado o limitado, donde ahora se
enfrentan dos a dos, generando y equilibrando la manifestación entera,
que queda marcada con su sello, reproduciéndolo indefinidamente. Si a
la representación plana la llevamos a lo espacial, el cuaternario,
simbolizado por una cruz, se convertirá en una cruz volumétrica. Y el
simbolizado por un cuadrado se transformará en un cubo. En ambos
casos no hemos hecho sino añadir una dimensión al modelo que
simboliza el cosmos, completándolo y dando lugar a las indefinidas
variables que pueden constituirlo, las que siempre se refieren a una
triunidad de principios –en este caso espaciales: largo, ancho y
profundidad– que conforman el universo entero, al manifestarse.7 Lo que
nos interesa de momento, es señalar que una vez creado y definido de
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subdividir en lo que está por encima de las aguas o por debajo de ellas,
las aguas superiores y las inferiores,11 la psique superior y la inferior. Y
estos grados o mundos son visualizados como jerarquizados o colocados
sucesivamente a lo largo de un camino.12 Se trata, como tantas veces se
ha explicado, de distintos estados de la conciencia, puesto que cada
símbolo produce siempre una impresión psicológica que hace válidas, o
mejor, obligatorias, las transposiciones a ese plano. Estados vinculados
con la transformación del pensamiento, y aun de las percepciones, que se
van efectuando en este camino o recorrido, lo que lógicamente ha de
alterar nuestro esquema de vida. Se debe advertir que esta jerarquización
sucesiva es fundamentalmente una didáctica, pues en la vida misma se
expresa de manera simultánea, como un todo orgánico, al igual que en el
hombre o en el huevo gigantesco que produce el universo. Esta división
jerárquica es tan válida como aquella otra del cuaternario, que limita al
espacio, al tiempo y al reciclaje de los estados de la materia, y acaba por
definir al cosmos como algo claro y coherente entre sus partes. La idea
de planos o de lecturas de la realidad no es arbitraria, sino que
corresponde efectivamente a la naturaleza de las cosas que se pretende
simbolizar y transcribir, según las enseñanzas recibidas y experimentadas
por todos aquéllos que han identificado su ser con su conocimiento.
Hay todavía que poner en claro que sería un vano error suponer con
orgullo mental omnipotente que la lectura de otras realidades –y la
consiguiente adaptación a las mismas– suprimiría de una vez, y para
siempre, planos o estados de conciencia inferiores, siendo que éstos
también son parte constitutiva del cosmos, y sería imposible
abandonarlos definitivamente mientras no se abandone, a su vez, a éste.
La iniciación en los misterios cosmogónicos, es decir, el morir y renacer
a otros planos de la realidad mediante la regeneración psíquica, no es aún
la salida verdadera del cosmos, sino que se trata de un aprendizaje
imprescindible sobre su constitución, sobre el "espíritu" de las cosas y su
aprehensión. Un andamiaje que nos permite concebir la posibilidad de lo
supracósmico, del no ser y de la no dualidad, realidades que exceden la
mera individualidad que signa nuestras experiencias sensoriales o
mentales, en tanto que las particulariza. Aunque es útil señalar que –
lógicamente– cuando se empieza apenas a atisbar la posibilidad de lo
supraindividual, todo lo referido a lo personal cae tan estruendosamente
como una torre que es destruida por un rayo, dejando así de ser la
protagonista del paisaje.
con respecto al cielo, es decir, que otorga la forma a los efluvios divinos,
lo que equivale a equipararla a la gran generadora, o diosa madre –y
asimismo a todas las vírgenes–, colegiremos que para todo nacimiento –
de cualquier tipo que éste sea– es imprescindible la presencia pasiva,
formativa y generativa de la tierra, o sea, de la energía gravitacional
ubicada espacialmente en el Sur, es decir, en el sitio más bajo y denso,
en oposición a lo alto y sutil.15 En términos del budismo mahayana: sin el
samsara es imposible el nirvana, vale decir, que el conocimiento real del
samsara es lo que nos lleva al conocimiento verdadero del nirvana, que
al ser obtenido –y sólo en ese momento–, nos dice que samsara y
nirvana eran y son una sola cosa, que la diferenciación es únicamente
una forma de decir, una simple manera fenoménica de la mente,
emparentada con la ilusión y la ignorancia. Por otra parte, creemos que
bajo esa misma luz deben leerse las palabras evangélicas: "Si al deciros
cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del
cielo?",16 ya que en ellas puede verse que toda enseñanza comienza
siendo un aprendizaje sobre lo cosmogónico, que permitirá el posterior
pasaje a lo metafísico. Así lo es, al menos, para esta época del ciclo, en
donde Occidente tiene precisamente una fuerza gravitacional tan
importante y de la cual Cristo es el avatar. Aunque se debe llamar
particularmente la atención sobre el posible equívoco de interpretación
literal, en donde un trabajo de realización interna debería comenzar por
el "cuerpo" (dietas alimenticias, sexuales, ejercicios corporales,
respiratorios, etc.) o por logros profanos, personales (estima, auto-
respeto, éxitos profesionales, ascenso en la escala cultural y social,
superación y dominio del carácter, poder sobre los otros, etc.), de
autosuficiencia o pretendido valor; error que se comete pensando, tal
vez, en que ha de irse de lo particular a lo universal, cuando en verdad
las ciencias tradicionales nos dicen lo contrario: que de los principios se
deducen todas las posibilidades.
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sonoras (de sonido relicto, el que es igual y continuo en todo el universo)18. Queremos
transcribir textualmente el final del artículo:
Anexo: Queremos hacer notar la analogía entre el sonido relicto, que se propaga
uniformemente en el universo, y la forma en que la luz –tradicionalmente otra forma del
sonido– lo hace, de acuerdo a la más moderna ciencia. Efectivamente, desde la teoría
de la relatividad de la actual física-matemática, el papel del observador es decisivo.
Pues la teoría de la relatividad, se construyó a partir de un único axioma, que establece
que, para cualquier observador, la velocidad de la luz de cualquier origen, que se
mueva o no, con respecto al observador, es siempre la misma. Siendo esto así, el
propio observador, recibiendo en cualquier punto o dirección del espacio, una emisión
cuantitativa de luz idéntica –la cual no es alterada por ninguna circunstancia–, es la
"causa" de la velocidad de la luz que recibe. Y ya sabemos que lo que es válido para el
microcosmos, asimismo ha de ser válido para el macrocosmos, salvando, otra vez, los
problemas necesarios a cualquier transposición. Lo que sí resulta claro es que en un
universo dividido –en este caso entre el emisor y el receptor–, pero único en su esencia,
algo de lo que se recibe estará implícito en lo que se emite y lo mismo a la inversa. Y
esta correspondencia y analogía es la que determina incluso la estructura y la forma de
lo creado, a saber, de la manifestación y los símbolos en que ésta se expresa. De igual
modo, es interesante destacar que, en estos ejemplos que estamos tratando, relativos al
sonido y a la luz, el "centro", de donde se expande la energía, no puede ser localizado
en ningún lugar específico, lo que equivale a decir que no tiene "realidad" espacial. Ya
que siendo el espacio homogéneo –o un "caldo de cultivo" que permite las condiciones
heterogéneas de la manifestación–, cualquier punto del mismo bien pudiera ser el
centro.
IX. Conclusión
NOTAS
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1 ¿No será esta energía expresión, a su nivel, de lo que los griegos entendían por el
pneuma?
3 En el sentido que le damos a este término, y que siempre tuvo, conocido con el
nombre de nous en la filosofía griega, totalmente ajeno a la conjeturación racionalista, y
por el contrario, utilizado aquí como sinónimo de intuición directa, en la que tanto se
conjugan la inteligencia, hoy llamada creadora, como la experiencia y la emoción.
6 Haciendo notar, por otra parte, que las grandes religiones ofrecen no sólo la
transmisión espiritual necesaria, sino también la norma, y el rito exotérico, como
vehículos de la realización.
11 En este caso, el nivel más bajo correspondería a las aguas "abismales» o caos.
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13 Resulta muy difícil, desde nuestras concepciones actuales, entender la parusía, o
segundo advenimiento, presente en forma universal en la casi totalidad de las
tradiciones. Esta idea es perfectamente clara y luminosa desde la concepción íntima, o
vivencia, de un tiempo rotativo, cíclico, circular.
15 Resulta natural que el símbolo alquímico del elemento tierra sea un triángulo con el
vértice hacia abajo. Asimismo es lógico que su opuesto sea el de un triángulo con su
vértice hacia arriba.
19 Lo cual no deja de guardar relación con aquello de que los extremos se tocan (lo
que es obvio cuando se acaba un recorrido circular). O dicho de otra manera, que el
punto más alto de la circunferencia, y el más bajo, se hallan sobre el mismo eje.
20 Este es igualmente el caso el poeta Edgar Allan Poe, que en su fascinante libro
"Eureka", su testamento intelectual, que escribiera poco antes de morir, nos plantea toda
una cosmogonía muy próxima a las concepciones tradicionales, que siempre han sido
consideradas como reveladas.
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LA RUEDA
Una Imagen Simbólica del Cosmos
CAPITULO IX
CONCLUSION
Federico González
Llegamos al final de estos textos, que se han ido entretejiendo a si
mismos en una especie de cadencia circular, dada por la propia
naturaleza del tema que hemos pretendido describir. De más está decir
que hemos realizado este trabajo sin intentar agotar un modelo simbólico,
que, como el cosmos, es inagotable. Nos hubiera gustado tratar en
extensión ciertos temas –siempre vinculados con el símbolo de la rueda–
que aquí apenas se sugieren. Así, hubiéramos querido referirnos a la
rueda en relación a la música y la danza de los pueblos y destacar en
primer lugar la idea de ritmo que implícitamente estas artes acarrean. Del
mismo modo, subrayar la circularidad de las estructuras musicales, del
canto y del recitado, como igualmente las coreografías de rondas y
reiteraciones, presentes en la totalidad de las tradiciones. Esto puede
verse claramente, aún hoy en día, en el folklore universal, en la danza y
el canto de los "primitivos" y los niños, cuya base rítmica y circular
puede verificarse fácilmente. Si aceptamos que nuestra cultura aún
recuerda ciertos fragmentos de su pasado tradicional –que constituyen su
propia textura inconsciente–, podemos comprender estas manifestaciones
unánimes. Ya hemos señalado los orígenes sagrados y míticos de todo
arte o creación.
Es como si cada gesto tuviera su réplica opuesta, que formara parte del
todo. Y todo origen-desarrollo y fin, volviese sobre sí mismo –como bien
lo demuestra el ciclo de la vida humana: generación-duración-entrega (o
retorno)– y este apagarse y prenderse, nacer y morir, de los ciclos,
constituye la armonía universal; pues aquel rotar conforma un conjunto
visible e invisible de causas y efectos que garantiza la coherencia y
solidaridad del mismo y que "en sí" es su propia explicación o conforma
su dialéctica. Todo esto en forma simultánea, por mediación de una serie
de planos horizontales, que al llegar a su límite, término o muerte,
desencadenan la creación de otros nuevos, que han de correr igual suerte
que sus predecesores, como asimismo la de sus sucesores. De tal modo,
este conjunto carece de principio y de fin en el tiempo y no puede ni
podría tenerlo. La ley causa-efecto funciona hasta cierto nivel, humano o
cósmico. Más allá están –valga la paradoja– las posibilidades supra-
humanas del hombre y las supra-cósmicas del cosmos, lo que equivale a
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En la sociedad moderna, las ruedas y los engranajes juegan tal papel, que
bien podría decirse que estas sociedades en realidad no existirían si no
fuese por tales artefactos. Y pudiera seguirse en esa misma línea
afirmando que la rueda es la entraña de las naciones contemporáneas.
Así lo es, en efecto, y aquí podemos ver nítidamente otra muestra de la
ambivalencia del símbolo; ya que lo que significa la perfección celeste
puede también significar la esclavitud infernal, según sea el contenido
que le atribuyamos o asignemos, el cual está en proporción directa con la
comprensión y el respeto que tengamos por el símbolo en general. Lo
cierto es que en la sociedad mecánica y técnica en que vivimos, las
mismas máquinas y sus funciones son simbólicas y hablan a todos
aquéllos que están dispuestos a escucharlas, a pensar en ellas, pues bien
pueden constituir soportes para la meditación y la reflexión, como todas
las cosas. En primer lugar, ellas están basadas en la dualidad macho-
hembra; y en segundo, se articulan de acuerdo a las leyes de la simetría,
que son otras formas de lo anterior. Se suele pensar que estas
características –y otras– que poseen las máquinas, están inspiradas en el
cuerpo humano, al que copian y al que acabarán finalmente por
reemplazar. La verdad es que tanto la máquina como el cuerpo humano
no pueden evadirse de las estructuras y leyes cósmicas y su modelo
inmutable, en los que están comprendidos. Sin embargo, nos es bastante
difícil entender estas sencilleces, porque es tan grande el
condicionamiento que las máquinas nos han producido en pocos siglos
que han terminado por dominarnos, ya que no podemos salir de los
esquemas mentales que su uso nos ha impuesto. Pues actuando
directamente sobre nuestra psique, han modificado no sólo nuestros
hábitos, costumbres y conductas, sino que han determinado nuestras
emociones y gustos y, lo que es aún peor, han mecanizado nuestra
inteligencia rebajándola sólo a niveles cuantitativos de producción y
eficacia, que pretenderían excluir a todos los otros. Nuestras
concepciones mentales están signadas por el medio en que vivimos y en
éste domina lo mecánico y técnico. Tal vez no nos damos cuenta de este
hecho porque soñamos que somos artistas o filósofos, o muy originales,
pero nuestra imagen íntima del cosmos es más parecida a un ingenio
mecánico, a una fábrica –o a un hormiguero–, que a cualquier otra cosa.
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Sin embargo muchísimos de los inventos del mundo moderno son casi
modelos herméticos a escala. Tal es el caso del cinematógrafo: en un
plano cuadrangular –equivalente al espacio cúbico de la sala de
proyección– irrumpe un rayo de luz en la oscuridad y se suceden
entonces acciones de posibilidades y duración indefinidas, pero siempre
limitadas. Todo sucede allí. Esa película es la totalidad de sí misma.
Como ella pueden haber millones, pero siempre el hecho es el mismo.
Por otra parte, la imagen que vemos es proyectada por un aparato
movido por una rueda que nos va presentando sucesivamente las
secuencias. Pero para que esto sea posible, es necesario que otra rueda
rebobine la cinta, pues la imagen de la proyección está invertida con
respecto a la imagen de la filmación. Lo curioso es que cuando se hace la
"toma", sucede lo mismo con respecto a lo que se filma y la máquina
debe invertir ópticamente la imagen, tal cual, por otra parte, lo hace el
ojo humano. Se podría extender mucho este interesante tema pero no es
el caso de hacerlo en este lugar. Otro invento evidente es el del
fonógrafo. Gira en un plato un disco –esta vez la rueda produce sonido–
y todo lo que es ese disco, su ciclo de duración completo, su espacio
musical, está allí presente. Su desarrollo va desde su principio a su fin.
Hay muchísimos discos y cada uno de nosotros somos artistas que
grabamos nuestro propio disco. Jamás nadie podrá contar todos esos
discos –o mundos– y aunque pudiese, no le valdría absolutamente para
nada. Eso nos lleva a la idea de un disco que contuviera todos los discos.
El universo en que vivimos bien pudiera ser ese disco, cassette o rollo de
pianola tridimensional y "quíntuple-sensorio". Pero entonces, sería lícito
preguntarse: ¿cuándo empezó y cuándo acaba?, y además ¿quién lo
puso? Creemos haber dado algunas ideas al respecto. Podríamos
responder que del organismo vivo del cosmos los hombres derivan todas
las mecánicas, y que no de nuestras concepciones mecánicas, derivan el
cosmos y el hombre. Podríamos también decir que esas concepciones, a
su vez, son secuelas de ideas filosóficas erróneas, que han dado lugar
precisamente a la sociedad industrial, caracterizada por el racionalismo,
el materialismo y lo cuantitativo. La cual nos lleva a formular las
susodichas preguntas equivocadamente y a concebir al hombre, la
naturaleza y el cosmos, como máquinas; en este caso máquinas de
responder. Y podríamos además dar un montón de explicaciones y tal
vez escribir una vez más este libro. A veces no conviene dar demasiadas
explicaciones, y otras no hay nada más que explicar. Hemos visto al
cosmos como una vibración que se propaga en todas direcciones
alrededor de sí misma, por ondas concéntricas, en forma isótropa, como
un vortex espiral o una helicoide indefinida o una esfera que no se cierra
jamás. Este fenómeno no tiene ni principio ni fin, se regenera ad
infinitum, y sólo es la proyección, la huella o manifestación, de un
misterio invisible e inaudible que se encuentra oculto en sí mismo. Pero
esto es sólo una forma de decírnoslo, de comprenderlo. En realidad todo
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con la luz, sale vencedora, porque a la luz sucede la noche, pero contra
la Sabiduría no prevalece la maldad" (Sabiduría VII, 22-30).
Continuando: "Se despliega vigorosamente de un confín a otro del
mundo y gobierna de excelente manera el universo. Yo la amé y la
pretendí desde mi juventud; me esforcé por hacerla esposa mía y llegué
a ser un apasionado de su belleza. Realza su nobleza por su convivencia
con Dios, pues el Señor de todas las cosas la amó. Pues está iniciada en
la ciencia de Dios y es la que elige sus obras. Si en la vida la riqueza es
una posesión deseable, ¿qué cosa más rica que la Sabiduría que todo lo
hace? Si la inteligencia es creadora, ¿quién si no la Sabiduría es el artífice
de cuanto existe? (Sabiduría VIII, 1-6).
Se ve claramente aquí que esta hembra es una deidad: una diosa. Y para
ser exactos: la Diosa, que va cambiando sus nombres y quitando sus
ropajes antes de entregarse definitivamente. Ella es madre y esposa,
hermana y novia, hija y concubina, su sexualidad se expande en forma
esférica en todas direcciones. La promesa que exhala su fragancia es la
misma que nuestra necesidad de copular místicamente con ella. Nos
llama con el fuego de su ardiente amor, amor divino, y se nos revela
virgen y vacía, oscura, sutil y misteriosa, perfectamente invisible, pero
también pura, limpia y clara como el esplendor desnudo de la idea. La
tierra, la naturaleza y la vida han heredado estos atributos que reflejan
generosamente y nos los ofrecen como medios de realización. Por el
amor a la vida y a las criaturas –amor que de ninguna manera es "ideal"–
y a través de ellas, y conjuntamente con ellas, se reitera el rito cósmico
permanente. Las asociaciónes de la mujer con el amor, la generación y la
vida son conocidas por todo el mundo (Afrodita nace de una concha,
símbolo de la concepción, Deméter preside las bodas, Hera dirige la vida
de los héroes). Ella simboliza la recepción, en cuanto es la contraparte
femenina del cielo, y genera el dulce y delicioso vino de la vida, la
comunión en la sangre del cosmos, en los efluvios secretos y nutritivos
de la savia de la tierra, y nos transmite el vértigo y el éxtasis de la
belleza.
Llegamos ya al final de estos textos, que tal vez hayan dejado traslucir la
posibilidad de una vía simbólica como forma y método de acceder al
conocimiento. En verdad, la simbólica es una ciencia de estructuras, una
ciencia arquetípica, una ciencia de ciencias.10 Existe desde siempre, y
todos los pueblos y dioses se han expresado a través de ella. Asimismo
puede plantearse –y de hecho actualmente así se la plantea– como una
ciencia nueva: la simbología11 que cumplirá sus funciones y propósitos en
cuanto restituya al símbolo su sentido original y haga de esta manera que
las energías potenciales que yacen en él, resuciten, vivificando a su vez
todo su entorno.
NOTAS
1
El viaje iniciático se equipara al recorrido del alma post-mortem.
3
Esto se debe a dos energías que coexisten simultáneamente en él y que se figuran
con el símbolo de la doble espiral. No es el momento de hablar de este tema, puesto
que ya se ha hecho en otras partes de este trabajo.
5 Rig-Veda, 1,155,6.
7
Es muy interesante pensar que estamos signados por nuestro futuro y adoptar
frecuentemente ese punto de vista: reconocer que esa persona que hoy vemos por
primera vez y que nos resulta tan familiar, ya la conocemos de nuestro futuro. Si nos
fijamos bien, es probable que a casi toda la gente uno la haya conocido del futuro.
8 Al final de La Divina Comedia, Dante nos dice que el amor es el que hace girar
armónicamente la rueda que mueve el sol y a las demás estrellas.
9
Ubicado ahora espacialmente en el corazón como reflejo de lo suprahumano y
supra-cósmico.
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10
Que no está sujeta a la sistematización, ni a la manía clasificatoria de la
epistemología.
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