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SISTEMAS EXCRETORES: URINARIO Y RESPIRATORIO

Los sistemas excretores (Fig. 1) mantienen la homeostasis al ajustar de manera selectiva


las concentraciones de sales y otras sustancias en la sangre y demás líquidos corporales.
La excreción es el proceso de eliminar del cuerpo desechos metabólicos, incluyendo el
exceso de agua. Los principales productos de desecho del metabolismo de los animales
son agua, dióxido de carbono y desechos nitrogenados, incluyendo amoniaco, urea y
ácido úrico.

Sistema Urinario
La orina es una solución acuosa de desechos metabólicos y otras sustancias orgánicas e
inorgánicas. El filtrado ajustado, que recibe el nombre de orina, está formado por
alrededor de 96% de agua, 2.5% de desechos nitrogenados (principalmente urea), 1.5%
de sales y vestigios de otras sustancias, como pigmentos biliares. La orina de las personas
sanas es estéril, sin embargo, cuando es expuesta a la acción bacteriana se descompone
con rapidez, formando amoniaco y otros productos. Es el amoniaco el que produce el
exantema por pañal en lactantes. La composición de la orina ofrece muchos indicios
acerca del funcionamiento del organismo. El análisis de orina es una herramienta
diagnóstica muy importante y se emplea para vigilar muchos trastornos y también se
utiliza para la detección de fármacos en el organismo, porque los productos de la
degradación de algunas sustancias pueden identificarse en la orina durante varias
semanas.
El aparato urinario es el principal aparato excretor del ser humano (Fig. 2) y otros
vertebrados. El riñón (Fig. 3) es el órgano clave del aparato urinario.
Cada riñón está formado por más de un millón de unidades funcionales llamadas nefronas
(Fig. 4). Cada una consta de una cápsula de Bouman con forma de copa, conectada a un
largo túbulo renal, parcialmente arrollado. Dentro de la cápsula de Bouman hay un ovillo
de capilares llamado glomérulo. Tres regiones principales del túbulo renal son el Túbulo
contorneado proximal, que conduce el filtrado desde la cápsula de Bowman; el asa de
Henle, un segmento alargado con forma de horquilla para el cabello; y el túbulo
contorneado distal, que lleva el filtrado hacia un conducto colector. De este modo el
filtrado recorre las siguientes estructuras: cápsula de Bouman→ Túbulo contorneado
proximal→ asa de Henle→ túbulo contorneado distal→ conducto colector.

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El asa de Henle se especializa en producir una alta concentración de cloruro de sodio en
la médula. Las paredes de la porción descendente del asa de Henle son relativamente
permeables al agua, pero relativamente impermeable al sodio y a la urea. En la curva del
asa de Henle, las paredes se hacen más permeables a la sal y menos al agua.
El riñón humano tiene dos tipos de nefronas: las nefronas corticales y las yuxtamedulares,
estas últimas contribuyen a la capacidad de los riñones de los mamíferos de concentrar la
orina. La orina se produce por una combinación de tres procesos: filtración, reabsorción
y secreción tubular. La filtración es no selectiva respecto a iones y moléculas pequeñas
mientras que la reabsorción es altamente selectiva. La amenaza para la homeostasis
representada por la gran cantidad de líquido que filtran los riñones es evitada por la
reabsorción. Alrededor de 99% del filtrado se reabsorbe hacia la sangre a través de los
túbulos renales, y queda apenas 1.5 litros para su excreción como orina en un periodo de
24 horas. La reabsorción permite una regulación precisa de la química sanguínea por los
riñones. Cada día los túbulos reabsorben más de 178 litros de agua, 1200 gramos de sal y
unos 250 gramos de glucosa. Las células epiteliales simples que revisten el túbulo renal
están bien adaptadas para reabsorber sustancias. Tienen abundantes microvellosidades,
que incrementan el área superficial para la reabsorción. La secreción tubular es el paso de
sustancias a través del epitelio tubular en un sentido opuesto al de la reabsorción. La
secreción ocurre principalmente en la zona del túbulo contorneado distal. Los iones
potasio, hidrógeno y amonio son secretados hacia el filtrado. Determinados fármacos,
como la penicilina, son extraídos de la sangre por secreción. La secreción de iones de
hidrógeno, un importante mecanismo homeostático para regular el pH sanguíneo se
realiza a través de la formación de ácido carbónico.
El funcionamiento renal es regulado por hormonas: varias hormonas interactúan para
regular el volumen y la concentración urinarios, y los investigadores consideran que aún
quedan por identificar otras más que ayudan a mantener la homeostasis hídrica (Cuadro
1). La Cantidad de orina producida depende de la necesidad del organismo de retener o
eliminar agua.
El funcionamiento renal puede deteriorarse por infecciones, tumores, formación de
cálculos renales, choque, trastornos circulatorios o exposición a sustancias como
mercurio, plomo o tetracloruro de carbono. La insuficiencia renal crónica se trata por
diálisis o trasplante renales. En la diálisis se intercambian solutos mediante difusión a
través de una membrana semipermeable entre soluciones de diferentes composiciones.

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Puede emplearse un aparato de diálisis renal para restablecer el equilibrio apropiado de
solutos sanguíneos en un paciente cuyos riñones no son funcionales.

SISTEMA RESPIRATORIO
La mayor parte de las células animales requieren un suministro continuo de oxígeno para
la respiración celular; algunas como las encefálicas de los mamíferos, pueden dañarse de
manera irreversible si ese suministro se interrumpe por sólo unos cuantos minutos. Las
células animales deben, además, deshacerse del dióxido de carbono. El intercambio de
gases entre el organismo y su ambiente se conoce como respiración.
Cuatro tipos principales de estructuras respiratorias utilizadas por los animales son:
• Superficie corporal: este intercambio gaseoso se da en moluscos nudibranquios,
anélidos, y unos cuantos vertebrados
• tubos traqueales: en insectos, milpiés, algunos ácaros y algunas arañas
• branquias: algunos anfibios, peces.
• pulmones: vertebrados terrestres.

Sistema Respiratorio humano: consta de una serie de tubos por donde el aire realiza su
recorrido desde las narinas hasta los alveolos pulmonares y de regreso (Fig.5). El aire
inspirado ingresa en el cuerpo por las narinas y fluye por las cavidades nasales. Al pasar
por la nariz, es filtrado, humedecido y calentado a la temperatura corporal. Las cavidades
nasales están recubiertas de un epitelio ciliado húmedo rico en vasos sanguíneos.
Suciedad, bacterias y otras partículas extrañas que se inhalaron quedan atrapadas en el
flujo de moco producido por células del epitelio, que es impulsado hacia la garganta por
los cilios. De este modo, las partículas extrañas son llevadas al aparato digestivo, que
puede eliminarlas de manera más eficaz que los delicados pulmones. Una persona
normalmente ingiere alrededor de medio litro de moco nasal al día, y más durante una
infección o reacción alérgica.
La parte posterior de la cavidad nasal es continua con la región de la garganta, o faringe.
El aire llega a la faringe ya sea que la persona respire por la nariz o por la boca. Una
abertura en el piso de la faringe desemboca en la laringe, algunas veces llamada
“manzana de Adán”. Puesto que la laringe contiene las cuerdas vocales, también se le
conoce como cavidad vocal. De la laringe el aire pasa a la tráquea, que es sostenida por
anillos de cartílago en forma de C que le impiden colapsarse. La tráquea se divide en dos
bronquios, que se dirigen uno a cada pulmón. Tráquea y bronquios están revertidos por

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una membrana mucosa que contiene células ciliadas. Muchas partículas de tamaño
intermedio que han escapado al mecanismo limpiador de nariz y laringe son atrapadas
aquí. El moco que contiene estas partículas es empujado constantemente hacia arriba por
los cilios hasta la faringe, donde cada tiempo es deglutido. Esto ayuda a mantener los
pulmones libres de materias extrañas.
Los pulmones son grandes órganos esponjosos pares que ocupan la cavidad torácica. El
pulmón derecho se divide en tres lóbulos; el izquierdo, en dos. Cada pulmón está cubierto
por una membrana pleural, que forma un saco continuo que encierra al pulmón y se
prolonga como el revestimiento de la cavidad torácica. La cavidad pleural es el espacio
entre las membranas pleurales que cubren los pulmones y la membrana pleural que reviste
la cavidad torácica. Una película de líquido en esta cavidad proporciona lubricación entre
los pulmones y la pared torácica.
El pulmón es un órgano elástico esponjoso con superficie interna muy grande para el
intercambio gaseoso. Dentro de los pulmones los bronquios se ramifican en vías
respiratorias cada vez más pequeñas y numerosas, que dan origen a más de un millón de
diminutos bronquiolos en cada pulmón. Cada bronquiolo desemboca en un racimo de
diminutos sacos aéreos, los alveolos (Fig. 6). El pulmón humano adulto normal contiene
más de 300 millones de alveolos. Los gases se difunden libremente a través de la pared
de cada alveolo y hacia los capilares circundantes. Sólo dos delgadas capas celulares
separan de la sangre el aire contenido en el alveolo.
La respiración es el proceso mecánico de llevar aire desde el ambiente hacia los pulmones
y de expelerlo desde éstos hacia el ambiente. La inhalación de aire se denomina
inspiración; su exhalación es la espiración. Un adulto en reposo respira unas 14 veces
por minuto y utiliza alrededor de 250 ml de oxígeno.
La hemoglobina tiene la notable propiedad de formar un enlace químico con el oxígeno.
Un átomo de oxígeno puede unirse al átomo de hierro en cada hem. En el pulmón, el
oxígeno se difunde dentro del eritrocito (=globulos rojos) y se combina con la
hemoglobina para formar oxihemoglobina.
El dióxido de carbono que se forma en el tejido en respiración reacciona con agua en el
plasma para formar ácido carbónico. De este modo, un incremento de la concentración de
dióxido de carbono aumenta la acidez de la sangre. La oxihemoglobina libera su oxígeno
con más facilidad en un ambiente más ácido que en uno con pH normal.
El dióxido de carbono es trasportado en la sangre de 3 maneras: 7-10% esta disuelto en
el plasma. Otro 20% entra en los glóbulos rojos y se combina con hemoglobina para

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formar carbaminohemoglobina. La mayor parte del dióxido de carbono (un 70%) se
trasporta en plasma como iones bicarbonato.
La respiración es un proceso rítmico involuntario regulado por los centros respiratorios
del tallo encefálico. El ciclo de actividad e inactividad se repite, de modo que respiramos
12 a 14 veces por minuto. Un grupo de neuronas en la porción ventral del bulbo raquídeo
se activan sólo cuando necesitamos respirar profundamente. La sobredosis de barbitúricos
deprime los centros respiratorios y puede causar insuficiencia respiratoria. El vuelo a
grandes altitudes o el buceo profundo pueden perturbar la homeostasis.
REFERENCIA
Solomon, E. P., Berg, L. R., Martin, D. W. 2001. Biología. (5ta. edición). McGraw-Hill
Interamericana. 1237 págs.

Fig. 1. Órganos excretores de los vertebrados terrestres: manera en que el ser humano y
otros mamíferos terrestres se deshacen de los desechos metabólicos. (Solomon et al.,
2001).

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Fig.2. Aparato urinario humano: la orina se produce en los riñones, y luego es llevada
por los uréteres a la vejiga urinaria para su almacenamiento temporal. La uretra conduce
la orina de la vejiga al exterior del cuerpo. (Solomon et al., 2001).

Fig. 3. Estructura del riñón: El riñón está cubierto por una cápsula fibrosa. La región
externa es la corteza; la región interna es la médula. Cuando se produce la orina, ésta
fluye a la pelvicilla renal y sale del riñón por el uréter. La arteria renal lleva sangre al
riñón; la vena renal drena sangre desde él. (Solomon et al., 2001).

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Fig. 4. Estructura de la nefrona. (Solomon et al., 2001).

Fig. 5. Sistema respiratorio humano: el diafragma muscular forma el piso de la cavidad


torácica. La vista interna de uno de los pulmones ilustra su extenso sistema de vías
respiratorias. Los centros respiratorios del encéfalo regulan la frecuencia respiratoria.
(Solomon et al., 2001).

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Fig. 6. Estructura de los alveolos: el intercambio gaseoso se realiza a través de la
delgada pared del alveolo. (Solomon et al., 2001).

Cuadro. 1. Control hormonal del funcionamiento renal. (Solomon et al., 2001).

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SISTEMA NERVIOSO
La unidad funcional del sistema nervioso es la neurona, una célula especializada en
recibir y enviar información. La neurona actúa produciendo y transmitiendo señales
eléctricas llamadas impulsos nerviosos o potenciales de acción, y sintetizando y
liberando neurotransmisores.
Una neurona típica (Fig. 1) consta de un cuerpo celular, dendritas y un axón. La
porción más grande de la neurona, el cuerpo polar contiene el grueso del citoplasma, el
núcleo y la mayor parte de los demás organelos. Las dendritas se especializan en recibir
impulsos nerviosos y enviarlos al cuerpo celular, el cual integra las señales que llegan. El
axón conduce impulsos nerviosos desde el cuerpo celular hacia otra neurona o hacia un
músculo o una glándula. El axón se ramifica en su extremo, formando muchas ramas
terminales que rematan en terminales sinápticas. Estas liberan neurotransmisores,
agentes químicos que transmiten señales de una neurona a otra o de neurona a efector.
La unión entre una terminal sináptica y otra neurona (o un efector) se denomina sinapsis.
Suele existir un pequeño espacio entre las membranas de estas dos células.
En los vertebrados, los axones de muchas neuronas fuera del sistema nervioso central
están rodeados de células de Schwan que forman una cubierta aislante llamada la vaina
de mielina.
Un nervio consiste en miles de axones empacados en tejido conectivo. En el sistema
nervioso central los haces axónicos reciben el nombre de tractos o vías. Fuera del sistema
nervioso central los cuerpos celulares suelen agruparse en masas llamadas ganglios.
El principal neurotransmisor de las uniones neuromusculares es la Acetilcolina, aunque
existen más de 40 sustancias distintas que funcionan como neurotransmisores. Los
neurotransmisores se unen a receptores en las células postsinápticas enviando señales
excitatorias o inhibitorias.
El sistema nervioso de los vertebrados tiene dos divisiones principales: el sistema
nervioso central (SNC) y el sistema nervioso periférico (SNP) (cuadro 1). El SNC
consiste en un encéfalo complejo (Figs. 2-3) que se continúa con la médula espinal tubular
dorsal. Es su función de control central, estos órganos integran la información que reciben
y determinan repuestas apropiadas. El cuadro 2 presenta las estructuras, descripción y
funciones del encéfalo.
El SNP está constituido por los receptores sensoriales (por ej., de tacto, auditivos y
visuales) y los nervios, que constituyen las líneas de comunicación con el SNC.

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El encéfalo y la médula espinal del ser humano, blandos y frágiles, están bien protegidos
por hueso y por tres capas de tejido conectivo llamadas en conjunto meninges (piamadre,
duramadre, aracnoides) (Fig. 4). La meningitis es una enfermedad que consiste en la
infección e inflamación de estas cubiertas.
La médula espinal, tubular, transmite impulsos hacia y desde el encéfalo; además
controla muchas actividades reflejas en la que no hay necesidad de pensar en ella de
manera consciente (p. ej. la respiración, quemaduras). La médula espinal se extiende
desde la base del encéfalo hasta el nivel de la segunda vértebra lumbar. Un corte
transversal de la médula espinal revela un pequeño conducto central rodeado por una
zona de materia gris con forma lejanamente parecida a una letra H. (Fig. 5). La materia
gris consiste en grandes masas de cuerpos celulares, dendritas y axones desmielinizados
y se subdivide en secciones llamadas astas. La materia blanca, situada fuera de la gris,
consta de axones mielinizados que reciben el nombre de vías, haces o fascículos.
La corteza cerebral es una fina capa de neuronas que cubre la superficie de todas las
circunvoluciones del cerebro; esta capa solo tiene un grosor de 2 a 5 mm y se divide en
tres zonas de acuerdo con sus funciones:
1. Las zonas sensoriales, que reciben las señales desde los órganos sensoriales
2. Las zonas motoras, que controlan el movimiento voluntario
3. Las zonas de asociación, que comunican las zonas sensoriales y motoras y se
encargan del pensamiento, aprendizaje, lenguaje, memoria, juicio y personalidad.
El SNP incluye las subdivisiones somática y autónoma:
El sistema nervioso somático ayuda al organismo a ajustarse al ambiente externo. En los
mamíferos 12 pares de nervios craneales (cuadro 3) emergen del encéfalo; transmiten
información acerca de los sentidos de olfato, vista, oído y gusto.
El sistema nervioso autónomo ayuda a mantener la homeostasis en el ambiente interno.
Por ejemplo, regula la frecuencia de los latidos cardiacos y mantiene la temperatura
corporal constante; funciona de manera automática y sin intervención de la voluntad. El
sistema autónomo se subdivide en los sistemas simpático y parasimpático. En general,
los nervios simpáticos estimulan órganos y movilizan energía, sobre todo en repuesta al
estrés, mientras que los órganos parasimpáticos influyen en los órganos para conservar y
reponer energía, en particular cuando el individuo realiza actividades tranquilas. El
cuadro 4 presenta algunas de las funciones o acciones de ambos sistemas.

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Muchos fármacos modifican el estado de ánimo al incrementar o reducir las
concentraciones de neurotransmisores específicos dentro del encéfalo. El uso habitual que
modifica el estado de ánimo puede propiciar dependencia psicológica o adicción.
El uso de “crack” provoca una breve e intensa “elevación”; fisiológicamente estimula
una liberación masiva de noradrenalina y dopamina en el encéfalo. Es excitado el sistema
nervioso simpático, y los usuarios informan que experimentan sensaciones de confianza
en sí mismos, poder y euforia. Cuando los neurotransmisores se agotan la “elevación” es
seguida por un “desplome”, un periodo de profunda depresión. El adicto experimenta un
intenso deseo de otro “toque” de “crack” para obtener más estimulación. Los adictos al
crack o la cocaína informan problemas de memoria, fatiga, depresión, insomnio,
paranoia, pérdida del impulso sexual, comportamiento violento e intentos de suicidio. El
crack causa problemas respiratorios, convulsiones cerebrales, paro cardiaco y aumento
de la presión arterial.
Los pacientes con enfermedad de Parkinson tienen sólo alrededor de 50% de la cantidad
normal de dopamina en los ganglios basales. Los intentos de aliviar a estos pacientes con
la administración de dopamina fueron fallidos porque dicha sustancia no penetra la
barrera hematoencefálica. Sin embargo, la L-dopa, una sustancia a partir de la cual se
sintetiza la dopamina en el organismo sí penetra la barrera hematoencefálica. Su empleo
ha aliviado de manera impresionante los síntomas de la enfermedad de Parkison en
muchos pacientes. Se piensa que la dopamina restablece el equilibrio entre neuronas de
inhibición y de excitación que participan en el funcionamiento motor. El agotamiento de
la dopamina puede ocurrir con la edad. Como resultado, incluso personas sanas
experimentan cambios en las capacidades motoras a medida que envejecen los
movimientos corporales y aun los reflejos se hacen más lentos y difíciles.

REFERENCIA
Solomon, E. P., Berg, L. R., Martin, D. W. 2001. Biología. (5ta. edición). McGraw-Hill
Interamericana. 1237 págs.

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Figura 1. Estructura de una neurona multipolar (Solomon et al. 2001).

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Fig. 2. El Encéfalo humano, vista lateral, donde se ilustran los lóbulos del cerebro.
(Solomon et al. 2001).

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Fig. 3. Corte mesosagital del encéfalo humano. Se ha retirado la mitad del encéfalo, de
modo que quedan expuestas las estructuras normalmente cubiertas por el cerebro.
(Solomon et al. 2001).

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Fig. 4. Protección del encéfalo y la médula. El sistema nervioso central (SNC) está bien
protegido por el cráneo, la meninges y el líquido cefalorraquídeo. (Solomon et al. 2001).

Figura 5. Estructura de la médula espinal

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Cuadro 1. Diferenciación de las estructuras del SNC. (Solomon et al. 2001).

Cuadro 2. Encéfalo: Estructuras, descripción y funciones. (Solomon et al. 2001).

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Cuadro 3. Nervios craneales de los mamíferos. (Solomon et al. 2001).

Cuadro 4. Comparación de algunas acciones simpáticas y parasimpáticas sobre


efectores seleccionados. (Solomon et al. 2001)

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