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Me inclino a creer que la ironía de Juan Ruiz ha sido muy dejada de lado como faz
esencial del Libro de buen amor. Nadie ha pensado, por ejemplo, en relacionarla
con un primer relampaguear del espíritu burgués en la Castilla del trescientos. Y
sin embargo me parece seguro que Juan Ruiz inició ese cambio en la sensibilidad
literaria castellana y creo que la consideración de su obra a la luz de ese
relámpago ayudará a comprenderla.
Juan Ruiz iluminó con su sonrisa nada sañuda la gran comedia humana de su
época y se burló de la vida religiosa, de la vida caballeresca, de las prácticas
piadosas, de los ejércitos y batallas, de la justicia, de la clerecía, de los teoréticos
rigores morales y hasta del mismo buen amor. Con el Buen amor sopla en Castilla
por primera vez el espíritu burgués en lo que tenía de ruptura crítica frente a las
ideas, las instituciones, las normas, los valores, las fórmulas consagradas por la
tradición; en lo que tenía de cómica captación de la inicial caducidad de muchos
aspectos de la vida medieval. Se me antoja ver en el juego poético del Arcipreste
un no sé si consciente -no han solido serlo los inaugurales cambios de rumbo-
pero sin duda novedoso alumbrar de rutas en Castilla, hacia la formación de una
conciencia burguesa todavía en nebulosa. Al suscitar la risa del pueblo en torno a
las ideas, los valores, las instituciones ... caballerescas y eclesiásticas, las ponía en
tela de juicio, las desprestigiaba a los ojos de las masas, les hacía perder su secular
crédito comunal y lanzaba en las mentes y en los corazones de los habitantes de
los burgos, con las semillas de su desdén hacia la contextura tradicional de vida,
un impulso hacia la búsqueda y estimación de nuevos caminos, de nuevas
vigencias; es decir, alumbraba en ellos una conciencia nueva.
La modernidad de la ironía de Juan Ruiz estriba precisamente en su bufo
enfrentamiento con una sociedad en trance inicial de crisis [ ... ] cuando el
humorismo contemporáneo se enfrentó con ella. Bajo el reinado de Alfonso XI (†
1350) se inició el giro decisivo hacia una sociedad nueva. Empezaron a caducar
muchas ideas y muchos valores antes inconmovibles y al parecer eternos. Apenas
lo sospechaban los contemporáneos. El Arcipreste con sus parodias puso el dedo
en la llaga. De ahí su éxito entre el pueblo. Entre el pueblo menos rudo y bárbaro
y sañudo que antaño; pero más seguro del tambalearse de la torre clerical y
caballeresca -hasta allí muy firme- ante los golpes de ariete de la monarquía.
Obsérvese que la realeza, contra la que se habían alzado los cantares de gesta,
escapa casi excepcionalmente a la befa general del Arcipreste contra todo y
contra todos y hasta es invocada por él como instancia suprema de apelación.
[ ... ] Juan Ruiz, por cuya pluma reían y se burlaban la masas burguesas -
burguesas en el sentido de habitantes en los burgos-, adivinaba que la institución
real estaba empujando la crisis de lo caballeresco y clerical hacia su desenlace.
Fuente:
http://www.vallenajerilla.com/berceo/sanchezalbornoz/literaturaysociedadencas
tillamedieval.htm