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INFORMACIONALES
INTELIGENCIA ESTATAL
Y LA POLÍTICA
Referencias bibliográficas
Referencias bibliográficas
RED DE ACTORES
Referencias bibliográficas
LA CONTRAINTELIGENCIA
12.2. El contraespionaje
Referencias bibliográficas
LA INTELIGENCIA COMPETITIVA
Referencias bibliográficas
HISTORIA DE LA INTELIGENCIA
Referencias bibliográficas
ESTADO DE DERECHO
17.4. Controles
FUNDAMENTALES
DERECHO ESPAÑOL
19.8. Controles
Referencias bibliográficas
EN INTELIGENCIA
20.1. Introducción
20.8. Conclusión
Referencias bibliográficas
22.1. Introducción
22.10. Conclusiones
Referencias bibliográficas
INTELIGENCIA
Coordinador:
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ CUSSAC
Autores:
MIGUEL A. ESTEBAN NAVARRO
ANDRÉA V. CARVALHO
DIEGO NAVARRO BONILLA
JOSÉ L. GONZÁLEZ CUSSAC
BEATRIZ LARRIBA HINOJAR
ANTONIO FERNÁNDEZ HERNÁNDEZ
JOAN ANTÓN MELLÓN
E. MIRATVILLAS
JORDI SERRA DEL PINO
RUBÉN ARCOS MARTÍN
FERNANDO VELASCO FERNÁNDEZ
Valencia, 2012
Copyright ® 2012
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grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de
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JOSÉ LUIS GONZÁLEZ CUSSAC
Universidad de Valencia
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I.S.B.N.: 978-84-9004-563-6
MAQUETA: PMc Media
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PRESENTACIÓN
Los autores de este libro nos propusimos en su día ofrecer a quienes se
inician en el estudio de la inteligencia, una exposición concisa, sencilla,
comprensible y solvente a la par; una exposición que cumpla dos objetivos:
que pueda ser seguida sin excesiva dificultad casi por cualquier persona con
una mínima formación en alguna de las diversas áreas que integran esta
materia, de una parte; y que proporcione un nivel de conocimiento de la
disciplina elemental, pero riguroso, de otra. Se ha elaborado, pues, con la
pretensión de que sirva como punto de partida y complemento del
aprendizaje. Está pensado, por tanto, especialmente para estudiantes de muy
diversos ámbitos del conocimiento: Documentación y archivos, Historia,
Ciencias Políticas, Sociología, Psicología, Periodismo, Ética y Filosofía,
Economía, Derecho, Criminología y Ciencias de la Seguridad. Pero también
con la pretensión de ser útil para profesionales, tanto del ámbito público
como del privado, de las referidas ramas.
Fue Sherman Kent quien sentó mediante la publicación del libro Strategic
Intelligence for American World Policy en 1949 las bases, tanto del concepto
actual de inteligencia asociado al conocimiento para la toma de decisiones
por el Gobierno, como de la disciplina Estudios de Inteligencia, al plantear la
posibilidad de acometer estudio científico de la práctica de la inteligencia y
de sus fundamentos teóricos. De acuerdo con Kent (1949), inteligencia es el
conocimiento en el que los decisores civiles y militares deben basar sus
decisiones con el fin de salvaguardar los intereses internacionales y el
bienestar de la nación, suministrado por unos organismos que recogen y
analizan información denominados servicios de inteligencia. De esta
definición se pueden extraer cuatro elementos constitutivos de la noción de
inteligencia: el conocimiento como su base, los gobernantes como sus
beneficiarios, la seguridad de la nación como su fin y las agencias
gubernamentales como sus productores.
CAPÍTULO 1
LA INTELIGENCIA Y LOS ACTIVOS
INFORMACIONALES
Todas las organizaciones públicas o privadas poseen, además de bienes
materiales, recursos financieros y recursos humanos, una serie de activos
denominados intangibles. Los activos intangibles son bienes que no tienen
una existencia física pero que son reconocidos como tales en algún sistema
de valores: por ejemplo, la marca, la reputación, la política de calidad, la
estructura orgánica y funcional, los comportamientos de sus miembros, la
cartera de clientes, la red de colaboradores, los activos informacionales… La
inteligencia forma parte de los activos intangibles de una organización junto
con los datos, la información y el conocimiento.
Todo esto permite afirmar que la inteligencia elaborada por los servicios de
inteligencia gubernamentales se debe situar, como indica Treverton (2001),
ante todo dentro del ámbito de la información; al igual que sucede con los
sistemas de inteligencia competitiva, los gabinetes de análisis y prospectiva,
las consultoras en gestión del conocimiento… Por ello, como apunta Navarro
(2009), para comprender plenamente la naturaleza intelectual y científica del
proceso de producción de inteligencia es adecuado que los Estudios sobre
Inteligencia recurran a la Ciencia de la Información y la Documentación, ya
que el concepto de necesidad de información y la orientación de las acciones
para la satisfacción de esa necesidad son nucleares para ambas disciplinas.
CAPÍTULO 2
LAS DIMENSIONES DE LA INTELIGENCIA
En el ámbito concreto de la elaboración de inteligencia para la toma de
decisiones vinculadas con la seguridad del Estado, el término inteligencia es
polifacético. Además de hacer referencia al producto que resulta de la
realización de un proceso de transformación de información y de
conocimiento que ocurre en el ámbito de un sistema con rasgos propios y
específicos, alude también a un determinado tipo de organización y a las
actividades que ésta desarrolla. La palabra inteligencia en el área de la
seguridad nacional se ha empleado, desde la obra de Sherman Kent (1949)
hasta nuestros días (Lowenthal, 2006: 9), para denominar por igual a un
determinado tipo de producto, a la organización que lo produce y al proceso
mediante el que se realiza.
Todo esto permite concluir que las tres facetas del concepto inteligencia
(producto, organización y proceso) son totalmente interdependientes, de tal
modo que para comprender y caracterizar correctamente un aspecto es
necesario tener también en perspectiva a los otros dos. Porque la misión
encomendada a un servicio de inteligencia dentro de un Estado, la estructura
de la que se dota, las normas que regulan su actividad y la relación que
mantiene dentro de la comunidad de inteligencia con otras agencias
determinan las actividades que puede realizar durante el procedimiento de
creación de inteligencia y el carácter de los productos que acierta a elaborar.
Y, al mismo tiempo, las experiencias acumuladas por una organización de
inteligencia durante sus procesos y los resultados que logra influyen en cómo
el servicio se organiza, dirige y controla y lleva a cabo nuevos procesos de
inteligencia. En definitiva, la consideración de la inteligencia como un
producto de carácter informacional y la visión de las organizaciones que la
producen como sistemas de gestión de la información y del conocimiento se
encuentran estrechamente vinculadas con la naturaleza también
informacional del proceso de inteligencia, hasta el punto de que se puede
afirmar que proceden de esta.
Pero de estas diferencias no se debe deducir que el proceso seguido por los
servicios de inteligencia recurre a misteriosos procedimientos, arcanas
fórmulas magistrales o técnicas ignotas para desvelar lo secreto, para
anticipar el comportamiento de los seres humanos o de organizaciones
complejas y para aportar certidumbre sobre el futuro, siempre incierto, con el
fin último de propiciar la defensa y seguridad del Estado y de la sociedad.
Todo lo contrario. La naturaleza del proceso, el carácter de su método y la
descripción de sus técnicas son bien conocidos, están ampliamente
referenciados en la literatura especializada y se encuentran sometidos a la
discusión científica por parte de expertos pertenecientes o no a los servicios
de inteligencia. Hasta el punto de que el modo de producir inteligencia no es
patrimonio del personal vinculado a un servicio de inteligencia; sino que
puede ser llevado a cabo, y de hecho lo es, por especialistas no encuadrados
en estos servicios, por compañías privadas de inteligencia y por unidades de
inteligencia y prospectiva pertenecientes a empresas u organizaciones
políticas y sociales. Fuera de los servicios de inteligencia es incluso factible
disponer por poco precio de tecnologías antaño reservadas a un restringido
número de usuarios debido a su alto coste, que hoy es posible adquirir
legalmente por un bajo precio, como herramientas informáticas avanzadas
para la búsqueda, cruce y análisis de datos, dispositivos de grabación de
imágenes o sonido, aparatos para la interceptación de comunicaciones… El
uso de algunas de estas tecnologías puede vulnerar los derechos
fundamentales de terceros, pero la prohibición de su uso inapropiado y el
riesgo de una sanción penal no siempre son límites suficientes. Y esto a pesar
de que la ética del profesional de inteligencia público o privado no permite
elaborar un informe sobre la base del uso de herramientas legales en su
compra pero ilegales en su utilización, fuera del marco permitido por la ley y
reservado en los Estados de derecho exclusivamente a la parte de la
Administración Pública vinculada con la defensa y la seguridad y bajo un
estricto control judicial.
todo aquello que se mantiene oculto, vedado e inaccesible al público por unos
pocos.
El secreto afecta a las tres dimensiones del concepto de inteligencia: la inteligencia como producto es secreta, su proceso de
creación está protegido por el secreto y la estructura, los recursos y las actividades de los servicios de inteligencia son también
Shulsky y Schmitt (1991) es el
secretos. El secreto es tan importante que para algunos autores como
elemento constitutivo de la inteligencia, por lo que la denominan “guerra
silenciosa”. Troy (1991) ha definido la inteligencia como conocimiento del
enemigo presidido por el secreto. En general, impera la convicción de que el
secreto es un elemento indisociable de la naturaleza de la inteligencia, tan
esencial como la transformación de la información en conocimiento útil y
aplicado o la investigación de las amenazas. Como indica Herman (2001: 5)
el secreto es el sello de la inteligencia: la base de su relación con el gobierno
y la sociedad y de su propia autoimagen. De ahí que el término inteligencia
secreta sea redundante, ya que el adjetivo se encuentra implícito en el
sustantivo (Taplin, 1989).
actuar al
El hecho de que la inteligencia pertenezca a lo secreto no significa que un servicio de inteligencia pueda
margen de la ley y que no esté obligado a someter su actuación a una serie de
controles políticos y jurídicos. Todo lo contrario en el caso de los sistemas
democráticos, donde son principios básicos la obligación de todas las
instituciones de sujetar su actuación al imperio de la ley, el control por los
ciudadanos de los actos de los gobernantes y la necesaria transparencia y
publicidad, para permitir ese control de la actividad de las administraciones
públicas. Pero como el ejercicio de los derechos y las libertades por los
ciudadanos también exige seguridad, el reto es lograr la conciliación entre
esos principios y el secreto que demanda mantener la seguridad sobre algunos
asuntos. Se trata de alcanzar un equilibrio entre el necesario carácter
reservado y oculto del trabajo de inteligencia y la consideración de la
democracia como un libre espacio público de comunicación basado en el
derecho a la información. La meta es conseguir un punto de encuentro entre
el derecho a conocer de los ciudadanos, el derecho y el deber social de saber
e informar de los medios de comunicación social y la necesidad de reserva
que se deriva de las especiales responsabilidades y misiones de los servicios
de inteligencia.
CAPÍTULO 3
LOS ÁMBITOS DE PRÁCTICA DE LA
INTELIGENCIA ESTATAL
Las múltiples dimensiones del concepto de inteligencia expuestas en el
capítulo anterior se basan en la experiencia de la práctica de la inteligencia en
el ámbito estatal y, más en concreto, en los servicios de inteligencia
gubernamentales para la seguridad. Pero desde el nacimiento de la
inteligencia como un auxilio y un instrumento del poder del Estado, su
ámbito se ha diversificado y ampliado. En la actualidad, la inteligencia no es
un monopolio del Gobierno y ni siquiera del Estado, sino que sus productos,
sus prácticas y el modo en que se organiza se han adaptado a las
especificidades y las necesidades de otras instituciones públicas como las
Fuerzas Armadas, los cuerpos de seguridad y los ministerios vinculados con
la economía, e incluso de las empresas privadas.
extranjeros porque comprenden sus intereses como los intereses del propio
Estado.
competitividad, la protección y
El fin último de las actividades de inteligencia económica es fomentar la
la ampliación de la influencia del país y de las empresas nacionales en el
terreno económico internacional de modo sostenible mediante la orientación
de sus decisiones y el apoyo de sus acciones. Los actores de la inteligencia
económica son, por tanto, las empresas y los servicios de inteligencia, como
órganos del Estado, cuyas acciones en este ámbito deberán realizar de modo
compartido, o al menos en colaboración, para lograr la mayor eficacia y
eficiencia. La participación de las empresas se realiza mediante acciones de
inteligencia competitiva, mientras los servicios de inteligencia llevan a cabo
la inteligencia económica propiamente dicha. En la realización de su labor,
los servicios de inteligencia tienen la competencia de sensibilizar a las
empresas sobre riesgos y amenazas e informar sobre medidas de prevención;
realizar análisis de tipo macro sobre la economía y las empresas de países de
interés; proteger los intereses económicos en el mercado interno y
promocionarlos en el exterior; y crear y desarrollar una comunidad y una
cultura de inteligencia económica dirigida a involucrar a las empresas en esta
actividad y estimularlas a practicar de modo sistemático la inteligencia
competitiva. De este modo, la suma de las acciones y la coordinación de
esfuerzos del Estado y de las empresas en el campo de la inteligencia
económica favorecen la seguridad económica de un país.
Por eso, es muy necesario que los Estados creen y desarrollen estrategias
coordinadas de influencia y de contrainfluencia para impulsar y proteger las
actividades estratégicas nacionales. Las acciones de influencia en el ámbito
de la inteligencia económica consisten tanto en generar creencias, prácticas y
comportamientos favorables como en explotar los que ya existen para fines
comerciales. Y las acciones de contrainfluencia incluyen actividades de
prevención y detección de maniobras de fomento de creencias, prácticas y
comportamientos desfavorables a los intereses propios, así como actividades
destinadas a contrarrestar tales influencias. En este sentido, es muy
importante atender a los canales informales de comunicación entre el público,
en especial las redes sociales en Internet, ya que permiten realizar estrategias
de influencia y de contrainfluencia, descubrir y vigilar el entorno
competitivo, conocer características demográficas y socioculturales de
determinados grupos de clientes, beneficiarse de fugas de información de
competidores, detectar signos débiles de tendencias y amenazas del mercado
y obtener información sobre socios y proveedores difícil de conseguir
mediante otros medios (Carvalho: 2007).
CAPÍTULO 4
LA RELACIÓN ENTRE LA INTELIGENCIA
Y LA POLÍTICA
La plena comprensión de la función de los servicios de inteligencia y de la
razón y del significado de la naturaleza secreta y aplicada de la inteligencia
exige atender a la íntima y singular relación que existe entre el conocimiento
y el poder. Foucault (1969) ha reflexionado sobre el significado filosófico de
una vieja evidencia atestiguada por numerosos hechos históricos y recogida
por diversos autores desde la Antigüedad: que no es posible ejercer poder sin
conocimiento, para constatar también el corolario de que es imposible que el
conocimiento no genere poder. La inteligencia por ser fuente de
conocimiento sobre el ámbito en el que opera el poder y el entorno que lo
rodea es por igual origen, soporte y arma del poder en mayúsculas y de los
poderes concretos: tradicionalmente del poder político y del militar y,
progresivamente, con la ampliación de la noción de seguridad y del campo de
acción del Estado, del poder económico, del cultural y, en definitiva, del
social. Esta constatación convierte a la inteligencia en un tipo de
conocimiento altamente demandado por el gobernante, pero también
determina sus rasgos y la relación que mantienen entre sí los servicios de
inteligencia y los gobiernos.
En tercer lugar, las agendas de los políticos están presididas por el medio y
el corto plazo, sobre todo en las democracias, y la rápida obtención de
resultados. Pero buena parte del trabajo de inteligencia se piensa y planifica
en plazos mayores, tanto por el carácter genérico de su objetivo de advertir
sobre riesgos y amenazas para la seguridad, como por la dificultad para
montar y desarrollar muchas de las operaciones, sobre todo las de obtención
de información. Esto tiene incluso una consecuencia en el tipo de inteligencia
demandada: el político prefiere generalmente la inteligencia actual, en
detrimento de la inteligencia estratégica y prospectiva a más largo plazo.
El cuarto factor es la demanda por el gobernante de certezas más que de
posibilidades, para poder tomar con más facilidad y seguridad sus decisiones.
Esto colisiona con las dificultades que el servicio tiene para despejar la
incertidumbre en áreas presididas por el secreto, la necesidad de priorizar el
uso de los recursos para atender a unos objetivos más que a otros, la
imposibilidad de adivinar la evolución de los acontecimientos y la
consiguiente obligación de realizar informes que insisten más en las
posibilidades y en el modo subjuntivo que en las afirmaciones rotundas y el
mdo indicativo. Los analistas pueden explicar una tendencia o comprender un
motivo, pero no pueden conocer cualquier cosa. Incluso en la mejor de las
circunstancias, un analista bien entrenado no puede leer al completo la mente
del adversario. Los analistas hacen estimaciones, no predicciones. En
definitiva, los decisores políticos deben aceptar las limitaciones de los
esfuerzos de la inteligencia (Johnson y Wirtz, 2004: 38). Los momentos de
crisis son especialmente delicados, ya que el responsable político puede estar
dominado por una gran ansiedad debido a los daños que se han producido o
puedan producir, la necesidad de acertar en la decisión, la obligación de
decidir en un breve plazo de tiempo y la valoración del coste político que
puede tener un error. En este sentido, también hay que tomar en
consideración la personalidad, la experiencia y los prejuicios de los
gobernantes, ya que unos elementos actúan más que otros en el rechazo de las
estimaciones de inteligencia que no coinciden con sus juicios previos o sus
programas.
Las disputas entre los partidarios de las dos anteriores tendencias sobre la
relación entre los analistas y los políticos pueden y han llegado a ser en
algunos servicios de inteligencia, como la CIA, muy agudas; especialmente,
cuando los objetivos políticos o de inteligencia no se cumplen, se producen
cambios importantes en el sistema político o se inicia un proceso de
transición a un nuevo régimen político. Para comprender por qué las
polémicas pueden tener un elevado tono e incluso acritud y enconamiento no
se deben tomar sólo en consideración los argumentos y las convicciones de
sus defensores, pues no se trata de un debate que se produce exclusivamente
en el terreno de las ideas. Se deben atender también a los rasgos
socioprofesionales de los contendientes, a la personalidad de los directivos, a
los enfrentamientos que se suelen producir entre los órganos y los individuos
que componen una institución por la atribución y la defensa de competencias
burocráticas y, en definitiva, a la lucha por el poder interno; así como a las
interferencias que se producen desde el exterior y el tipo de expectativas que
los grupos políticos depositan en el servicio de inteligencia. Estos dos últimos
elementos tienen una gran importancia porque la disputa por el poder
burocrático dentro de un servicio de inteligencia y la aspiración por conseguir
influir en él e imponer una u otra línea de acción no dejan de ser una
manifestación más de la lucha por el poder político dentro de un Estado,
teniendo en cuenta las materias de las que se ocupa la inteligencia y la
cercanía del servicio al centro de toma de decisiones políticas al más alto
nivel.
Pero también existe la convicción de que todo esto no garantiza sin más la
objetividad, que está vinculada, principalmente, con otros dos viejos temas de
debate en la inteligencia. Un asunto es común a todo el conocimiento social:
cómo lograr objetividad mediante un proceso protagonizado por sujetos, con
su personalidad, su peculiar visión del mundo, sus experiencias y sus
intereses y sin la posibilidad de poder reproducir los hechos en un
laboratorio. Y el otro tema es particular del análisis de inteligencia: los
problemas y las dificultades inherentes para generar conocimiento exacto y
útil capaz de despejar la incertidumbre que rodea la naturaleza de los hechos.
Y, además, se debe tener en cuenta que la inteligencia se produce en ámbitos
presididos por el secreto y con numerosas lagunas de información, pero
donde existe una gran necesidad de realizar estimaciones certeras sobre el
comportamiento futuro de los agentes y los fenómenos analizados.
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PARTE SEGUNDA
LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA:
ENTORNO Y TENDENCIAS
ANDRÉA V. CARVALHO Y MIGUEL A. ESTEBAN NAVARRO
En definitiva, tanto por una cuestión de principios como por una cuestión
pragmática, el respeto a los derechos humanos y las libertades debe ser
colocado en el centro de las actividades de inteligencia. No se debe permitir o
caer en la tentación del uso de las agencias de inteligencia para realizar
actividades o llevar a cabo sus acciones de un modo tal que puedan
representar una amenaza para la seguridad individual y colectiva,
interrumpiendo en nombre de la seguridad nacional el despliegue
normalizado de los derechos. Los servicios de inteligencia en el actual
entorno de seguridad deben mantener neutralidad política, actuar de acuerdo
con una legislación específica respetuosa con los principios del ordenamiento
constitucional de un Estado de Derecho y rendir cuentas de su actuación
(Gill, 2003). En este sentido, las normas legales y códigos éticos contribuyen
a la efectividad de la seguridad, del mismo modo que la violación de los
derechos puede provocar la inseguridad y la violencia (Gill y Phythian, 2006:
155-156).
CAPÍTULO 6
ADAPTACIÓN Y CAMBIOS ORGANIZACIONALES EN
LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA
En el capítulo anterior se ha constatado la existencia de unas
transformaciones profundas y constantes en el entorno en el que operan los
servicios de inteligencia, que han obligado a la adaptación de algunos de sus
objetivos y de sus modos de actuación. Por consiguiente, los servicios de
inteligencia, para poder seguir realizando sus competencias con eficacia en
este nuevo entorno, están llevando a cabo una serie de cambios
organizacionales, entre los que destacan, según Carvalho (2010), la adopción
de un concepto holístico de inteligencia, el desarrollo de prácticas de
cooperación, coordinación y colaboración en inteligencia, la promoción de
una cultura de inteligencia y la introducción de innovaciones en la gestión de
la información y del conocimiento. Todos estos fenómenos tienen en común
su amplia repercusión en las prácticas informacionales de los servicios de
inteligencia; lo cual es de gran importancia, ya que todas las competencias de
los servicios de inteligencia tienen en su centro, o al menos como punto de
partida, procesos de gestión de información y del conocimiento.
CAPÍTULO 7
RED DE ACTORES
La red de actores es el principal elemento de un sistema de inteligencia
organizacional. Señalar que los actores del sistema de inteligencia están
organizados en red significa poner de manifiesto que sus elementos
interactúan y que comparten una determinada cultura y unos particulares
conocimientos y experiencias, lo que estimula el aprendizaje individual y
colectivo. Esta red está formada en el caso de los servicios de inteligencia por
dos grupos que mantienen una fuerte interdependencia entre sí: los
proveedores y los usuarios de inteligencia.
También son cada vez más necesarios oficiales que posean competencias
relacionadas con las tecnologías de la información y de las comunicaciones.
Los servicios de inteligencia precisan profesionales con conocimiento para
administrar, usar y proteger la infraestructura técnica necesaria para apoyar la
gestión y el intercambio de información entre los diferentes miembros de la
red de inteligencia.
Los clientes internos son los analistas y los directivos del servicio de
inteligencia, que demandan informaciones para realizar sus actividades en el
proceso de producción de inteligencia: de análisis los primeros; y de
dirección, planificación y comunicación los segundos. Se trata de un tipo de
usuario intermediario que para efectuar su labor transforma las necesidades
de inteligencia de los usuarios finales en necesidades de información que
hace suyas. Porque aunque busquen, procesen y analicen información de
modo delegado, los productores de inteligencia también tienen sus propias
necesidades de información.
CAPÍTULO 8
RECURSOS DE INFORMACIÓN
Los servicios de inteligencia no tienen un modo único de obtener
información ni rechazan una información por su procedencia. Los múltiples
medios y recursos mediante los que adquieren y se proveen de información se
clasifican tradicionalmente en tres tipos: de procedencia humana, de origen
técnico con sus diversas subespecies y de carácter abierto o documental.
Los recursos de información técnicos tienen unas cualidades que los hacen
muy preciados: la precisión de la información obtenida, la cobertura de áreas
muy extensas, la rapidez en el acceso a la información, el no hacer necesario
penetrar en los territorios observados, la posibilidad de obtener información
sin previo aviso y la capacidad de actualizar periódicamente dicha
información. Esas características convierten a las fuentes de carácter técnico
en muy relevantes para la prevención y la gestión de crisis, además de para
otras aplicaciones. Sin embargo, su elevado coste condiciona que únicamente
algunos países y organizaciones puedan disponer de sus prestaciones.
Además, estas fuentes presentan algunos inconvenientes como la falta de
acceso a determinadas informaciones por limitaciones técnicas en los
sensores, la limitada precisión en algunos casos y el menor rendimiento, en
general, cuando las condiciones atmosféricas no son favorables o cuando el
adversario utiliza inhibidores o realiza ejercicios de decepción y engaño.
Asimismo, su uso tiene mejores resultados cuando se utilizan de modo
sinérgico, ya que cada tecnología es adecuada para un tipo de objetivo o para
obtener información sólo sobre unos aspectos determinados del blanco a
identificar y vigilar.
Al igual que ocurre con las fuentes de información humana, la mayoría de
las fuentes de información técnicas utilizadas por los servicios de inteligencia
tiene un carácter clasificado. A este ámbito pertenecen la interceptación de
comunicaciones y otras acciones que los servicios de inteligencia llevan a
cabo en determinadas situaciones para seguir algunos objetivos de
inteligencia como, por ejemplo, los grupos terroristas y los grupos del crimen
organizado. Lo fundamental en estos casos es que todas estas acciones sean
convenientemente reguladas por la ley, de modo que se eviten abusos y que si
éstos ocurren los responsables puedan ser sancionados. Sin embargo, hay
casos donde, con la justificación de garantizar la seguridad colectiva, se ha
incurrido en abusos y en la reducción del derecho a la privacidad mediante
legislaciones poco respetuosas con las libertades individuales, a la vez que
poco efectivas. Un ejemplo de esto fue la promulgación de la Patriot Act en
Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, que
contemplaba incluso la investigación de los registros de uso y préstamos de
documentos en las bibliotecas del país.
CAPÍTULO 9
TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN
Y DE LAS COMUNICACIONES
Johnson y Wirtz (2004: 92-95) han clasificado las dificultades para realizar
un análisis adecuado en tres grupos: los idiosincráticos al análisis de
inteligencia, los relacionados con los límites de la cognición humana y los
derivados de patologías organizacionales. Entre los errores derivados de la
especificidad del análisis de inteligencia destacan el síndrome de que viene el
lobo, es decir, la reiteración de avisos de amenazas que no se materializan y
que hacen desconfiar a los decisores; el síndrome de dependencia de una
buena fuente, que puede dar sensación de seguridad cuando deja de enviar
alertas y que aparta del empleo recurrente de otras fuentes alternativas; la
realización de inteligencia histórica, es decir compendiar e interpretar los
acontecimientos pasados más recientes con base en las evidencias obtenidas,
más que intentar efectuar estimaciones hacia el futuro a partir de éstas; y la
predicción de acontecimientos a medio plazo por rutina o por no contar con
suficientes evidencias, que permite al analista defender que ya había
advertido de un hecho cuando éste ocurre, pero que no forzaba al decisor a
tomar decisiones para su prevención por no advertir cuando es inminente.
Lowenthal (2006: 119) apunta también el riesgo de que los analistas pierdan
con el tiempo la capacidad de ver con suficiente espíritu crítico los asuntos
sobre los que son expertos, por llevar tanto tiempo trabajando y estar tan
inmersos en ellos; así como que recurran al empleo de juicios realizados en
un análisis como base para enjuiciar de nuevo el mismo asunto en otro
momento distinto. En un completo estudio Heuer (1999) ha identificado,
clasificado, descrito y explicado con minuciosidad los numerosos tipos de
errores cometidos por los analistas durante sus procesos mentales en cuatro
grupos: los motivados por la presencia de sesgos en la evaluación de
evidencias, los generados por la dificultad para percibir y establecer
adecuadamente las causas y los efectos, los que proceden de la estimación
incorrecta de probabilidades y los derivados de la deficiente evaluación
retrospectiva de los análisis de inteligencia realizados.
Por último, hay que tener en cuenta que los errores de inteligencia se
producen en un contexto mayor: el de la seguridad. Y los fallos de seguridad
nunca obedecen a un único factor, sino que su origen suele tener múltiples
causas. Si la única causa fuera el error de quien adquiere o de quien analiza la
información, la solución podría ser muy sencilla: su sustitución. Asimismo,
tampoco hay que olvidar que las decisiones en el ámbito de la seguridad y la
defensa nacional son competencia y responsabilidad del sector político, no de
los empleados públicos que trabajan en los organismos de la Administración
del Estado, como un servicio de inteligencia. Pero esto, al mismo tiempo que
reduce el grado de responsabilidad de los servicios de inteligencia tanto en
los fallos como en los aciertos, genera riesgos y dificultades para su trabajo.
El hecho de que los servicios de inteligencia actúen dentro de un sistema de
poder con sus particulares intereses y además con una cercanía muy próxima
al centro de ese poder, teje una tupida red de interferencias y crea una serie de
expectativas en el Gobierno y en la sociedad sobre lo que se espera de los
servicios y del contenido de sus productos que condicionan profundamente el
análisis, como se ha analizado con exhaustividad en el capítulo dedicado a la
relación entre política e inteligencia.
Los cauces formales se basan en la escritura: por ejemplo, los informes, las
alertas o las estimaciones anuales en el mundo de la inteligencia. Sus
principales ventajas son su disponibilidad para un público amplio, la mayor
seguridad en el almacenamiento, la mayor facilidad de recuperación, la previa
evaluación y la uniformidad en la diseminación de la información. Por otra
parte, sus desventajas son la rápida obsolescencia de la información y la
ínfima incidencia de interacción entre proveedores y usuarios de información.
En cada servicio el informe escrito se suele sujetar a una estructura diplomática predeterminada. Las características deseables en
un informe, además de las generales al proceso de comunicación ya indicadas, son la expresión del objetivo del que se ocupa, la
precisión en la respuesta a la demanda, la objetividad en la presentación de los hechos, la valoración de la certidumbre de lo
escrito, el sometimiento a una estructura textal constante, la correcta argumentación sin saltos lógicos, el estilo objetivo e
impersonal, la concisión en el relato, el destaque de la estimación y la calificación del grado de protección (confidencial,
La suma de todos estos rasgos facilita la
reservado, secreto…) que se le debe aplicar.
aceptación y la rápida absorción por el usuario con un mínimo de esfuerzo.
Para que la comunicación de la información sea eficiente los canales
formales se deben complementar con los informales (Meadows, 1974),
principalmente contactos interpersonales como reuniones, conversaciones,
correspondencias, llamadas telefónicas… Por eso, la comunicación de inteligencia también se
efectúa en numerosas ocasiones, de acuerdo con las circunstancias, mediante una transmisión oral a la persona u órgano que lo
La ventaja más importante de los cauces informales
requiere y que tiene derecho de acceso.
es que proporcionan el contacto directo entre proveedor y usuario de
información. Esto ofrece al usuario la posibilidad de preguntar, de aclarar
dudas y de ampliar la información recibida. Y para el proveedor ofrece la
ventaja de tener una retroalimentación mucho más significativa que por otros
medios. Esto permite adaptar la información al receptor, transmitir
conocimiento práctico junto con conocimiento conceptual, disponer de mayor
flexibilidad en la comunicación de la información, ofrecer contenidos
añadidos por la comunicación no verbal y establecer y fortalecer relaciones
sociales. Los canales informales son muy valorados en los procesos de
transferencia de información. En cuanto a las desventajas de la comunicación
informal se encuentran la dificultad de recuperar y almacenar la información
comunicada oralmente, la restricción de la audiencia y la inexistencia de
evaluación previa del contenido.
Por último, indicar que cuando la comunicación es efectiva puede dar lugar
por sí misma al inicio de un nuevo proceso de producción de inteligencia,
destinado a resolver nuevas necesidades generadas a partir de los resultados
logrados y la asimilación de la inteligencia transferida y a fin de puntualizar
aspectos de la misma o ampliar, con base en el conocimiento ya elaborado,
los que aparecen como más relevantes para la toma de decisiones.
Para ello, la Dirección de un servicio debería procurar convencer a los usuarios de la necesidad de evaluar la utilidad y la
aplicabilidad de la inteligencia producida y establecer los procedimientos y recursos para su realización periódica, con
vistas a identificar fallos, percibir posibilidades de mejora y ordenar cambios a los
un juicio
responsables de las operaciones de obtención de información y de análisis. El fin de la evaluación es emitir
Por último, se debe advertir que con independencia del origen, el fin y el
carácter de las propuestas de mejora, se ha de ser consciente de que en
general cuanto más importantes sean las modificaciones y adaptaciones de
los procedimientos de creación de inteligencia, mayores cambios exigen en la
cultura organizacional de los servicios de inteligencia para dar fruto.
CAPÍTULO 11
LA SUPERACIÓN DEL MODELO DE CICLO DE
INTELIGENCIA
CAPÍTULO 12
LA CONTRAINTELIGENCIA
La contrainteligencia es un cometido de los servicios de inteligencia
complementario y de apoyo a la misión fundamental de recolección y análisis
de información para la producción de inteligencia. El fin de la
contrainteligencia consiste en proteger y preservar la seguridad, la fortaleza
política, militar, científica y económica y los secretos de la nación mediante
la identificación y la desactivación de operaciones de inteligencia encubiertas
(espionaje, sabotaje, subversión…) llevadas a cabo por poderes exteriores
hostiles e incluso a veces amigos. La contrainteligencia también se ocupa de
proteger las operaciones de inteligencia del propio servicio de inteligencia de
la penetración y la interrupción por elementos ajenos, principalmente otros
servicios de inteligencia. La contrainteligencia es, a la vez, una actividad de
análisis de información sobre sus objetos de atención y una actividad
operacional con tres dimensiones: una, la obtención de información sobre las
operaciones en curso del adversario para su posterior análisis; y,
posteriormente como resultado de ese análisis, la planificación y ejecución de
acciones defensivas, es decir, de protección contra el adversario y de
anulación de sus operaciones, o de acciones ofensivas, como intentar
manipular los ataques convirtiendo a los agentes enemigos en agentes dobles
o alimentándolos con información falsa. Un tipo especial de
contrainteligencia es el contraterrorismo cuando su objetivo es la prevención
contra la acción de organizaciones terroristas o la organización de actividades
encubiertas que tienen a estos grupos como objetivos. Por su importancia y
relevancia, es frecuente que los servicios dispongan de un órgano dentro de
su estructura dedicado exclusivamente a contrainteligencia. Pero la
contrainteligencia no se debe entender por ello como algo separado del
proceso de elaboración de inteligencia, sino que impregna y está presente en
todo ese proceso (Lowenthal, 2006: 145).
12.2. El contraespionaje
El contraespionaje consiste en identificar adversarios concretos y
específicos y producir conocimiento detallado acerca de las operaciones que
están planificando o desarrollando para impedir y desactivar su ejecución. Su
objetivo es comprender la estructura organizativa del adversario, su personal
clave, sus métodos de reclutamiento y entrenamiento, sus instalaciones, sus
medios y los detalles de operaciones específicas, sobre todo las de espionaje.
En el lenguaje común se tiende a simplificar la totalidad de las actividades de
los servicios de inteligencia con el espionaje y, por tanto, considerar espías a
todos los miembros de estos servicios. Esto es un error porque la práctica del
espionaje es sólo uno de los medios empleados en la fase de obtención de
información por medios humanos. En una situación ideal el personal de
contrainteligencia debe intentar bloquear las operaciones infiltrándose en el
adversario, en una acción conocida como penetración, o manipulándolas para
que la actividad se vuelva en contra suya.
Un tercer método, con capacidad para obtener resultados casi tan buenos
como tener un agente en plaza y sin tantas dificultades como mantener un
doble agente, es lograr la defección de un adversario con conocimiento
importante sobre su organización. Los retos en este caso son, cuanto menos,
cuatro: identificar y captar al posible desertor; lograr hacer efectiva la
deserción; acertar a fijar la verdadera identidad e intenciones del desertor y
confirmar su buena fe, es decir que no se trata de un agente que el adversario
introduce en otro servicio bajo la apariencia de desertor con información falsa
para hacerle creer que es cierta; y, por último, saber interrogar
adecuadamente al desertor para lograr información útil. En ocasiones la
discusión sobre la naturaleza real de un desertor puede durar años, como
sucedió en el caso de Yuri Nosenko, que desertó de la Unión Soviética en
1963, y a quien el FBI consideraba un desertor real y el jefe de
contrainteligencia de la CIA un agente del KGB enviado para desinformar.
CAPÍTULO 13
LAS OPERACIONES ENCUBIERTAS
Todos los servicios de inteligencia han realizado y realizan operaciones
encubiertas; aunque por sistema lo nieguen, ya que esta negación forma parte
de las reglas del juego. Su organización y ejecución es tan consustancial a su
naturaleza como la producción de inteligencia y la contrainteligencia. Si un
servicio de inteligencia se dedicara únicamente a la creación de conocimiento
sobre el entorno de seguridad de un Estado sería una unidad de análisis
similar a la que puede tener una institución, una empresa o una entidad
financiera para comprender y monitorizar su entorno. Y un organismo que no
produjera inteligencia estratégica y táctica, y que se centrara casi
exclusivamente en la organización de actividades clandestinas y la
elaboración de inteligencia operacional de soporte, sería otra cosa: un grupo
de comandos de operaciones especiales del ejército, un cuerpo de policía
política, una compañía militar privada, una asociación de mercenarios, etc.;
pero nunca podría ser considerado un servicio de inteligencia, y no sólo por
carecer de un reconocimiento jurídico como tal por el Estado.
Esto no significa que las actividades encubiertas tengan que ser por
naturaleza ilegales, que deban ser contrarias al Estado de derecho, que deban
traspasar unos determinados límites éticos o que no hayan de estar sometidas
a controles como el resto de las acciones de un servicio de inteligencia. En
inteligencia nada es bueno o malo a priori, plausible o condenable per se.
Para juzgar un hecho de inteligencia hay que tener en cuenta, entre otros
elementos, sus motivaciones, su contexto, el modo en el que se ha llevado a
cabo, sus fundamentos jurídicos y legales, sus implicaciones éticas y morales
y sus consecuencias. Y esto es tan aplicable a las operaciones encubiertas
como a la realización de estimaciones y a las actividades de
contrainteligencia. En este sentido, es erróneo equiparar operación encubierta
con acción ilegal. De hecho, cualquier acto de un servicio de inteligencia que
se realiza en contra de lo dispuesto por la normativa que regula su
funcionamiento puede ser ilegal.
Por último, entre las acciones encubiertas de tipo político pero de índole
bien distinta, y de amplia práctica en la actualidad, se puede situar el
establecimiento por mandato del Gobierno de contactos y conversaciones con
adversarios, como movimientos políticos disidentes, terroristas, delincuentes,
piratas…
CAPÍTULO 15
LAS EMPRESAS DE SERVICIOS INTEGRADOS DE
INTELIGENCIA, SEGURIDAD Y LOGÍSTICA
CAPÍTULO 16
HISTORIA DE LA INTELIGENCIA
Por otra parte, ¿qué lugar ocupan entonces los espías, los agentes de
información, los rastreadores del secreto de enemigos, adversarios o rivales
en el esquema del combate? Según la tratadística clásica, el espía en el campo
de batalla correspondía a un determinado tipo de “no combatiente”, junto con
otros “auxiliares” como artesanos, mercaderes, cirujanos, cocineros, etc. Los
esquemas y propuestas aportadas por ilustres tratadistas militares durante la
época dorada de la Revolución Militar de los siglos XVI y XVII no
abandonaron el papel o capacidades ofrecidas por la observación, el secreto
y, naturalmente, el concurso de los espías en el transcurso de la contienda.
Montecucoli en sus célebres Memorias (1770) ofreció un interesante
diagrama de los diferentes tipos de hombres que no combatían pero
contribuían, según sus capacidades, a la buena marcha del ejército en el que
se integraban.
El lugar de los espías en la guerra: Las acciones principales de un ejército y modos de
obtener información sobre el terreno. Esquema propuesto por Mario Savorgnano en su, Arte
Militare terrestre e maritima secondo la ragione e´l´uso de piu valorosi capitani antichi e
moderni, Venecia, Francesco de Franceschi, 1599, p. 41.
En suma, los diferentes epígrafes que componen este capítulo indicen en
una cuestión atemporal como fue la utilidad, necesidad y empleo de la
información por parte de los órganos de poder en toda época y coordenada
geográfica para argumentar cualquier decisión en el ámbito económico,
militar, geográfico, social, etc. Los contenidos nos conducen directamente a
la concepción de los servicios de información e inteligencia como una
constante histórica, atemporal cuya formación y empleo ha corrido de forma
paralela a la propia evolución de la civilización hasta nuestros días.
16.2. Tiempos y espacios
Una historia de la inteligencia debe trazar un recorrido que abarque no sólo
la cronología del empleo de redes de información sino también las formas de
actuación, las estructuras institucionales y el marco normativo así como los
recursos, los mecanismos de comunicación, coordinación, protección y
captación; la tecnología disponible en cada momento y la consideración dada
al espía y al analista de inteligencia. De igual modo, se revisarán los
diferentes tipos de conocimiento que dieron lugar a las clases de inteligencia
a lo largo de la historia. El valor de la mirada histórica en torno a la actividad
de inteligencia también permite extraer una serie de enseñanzas, basadas en la
consideración que los historiógrafos de la Antigüedad dieron a la Historia
(Magistra Vitae), dando origen al clásico lugar común de la “experientia
docet”. No obstante, a pesar de que las enseñanzas de la Historia nos pueden
(y a menudo lo hacen) orientar acerca de las mejores y peores prácticas en
inteligencia a lo largo de los siglos, conviene no caer en el riesgo de la
analogía histórica mal entendida o mal interpretada (Herman, 2003), (Scott,
Hughes, 2006). Es relevante en este punto subrayar los resultados alcanzados
desde los CALL (Center for Army Lessons Learned) donde se procede a una
acumulación sistemática de ejemplos históricos hasta formar un corpus
representativo que, como en el caso del ha dado origen a una institución
centrada en la extracción de enseñanzas para el futuro a partir del pasado
(Chua y Lam, 2006):
El juego de las analogías históricas es siempre un espacio reservado para la erudición
brillante, para el ingenio acostumbrado a relacionar acontecimientos, fechas y situaciones
concurrentes. La capacidad de asociar hechos pretéritos y extraer enseñanzas para el presente
(e incluso para el futuro gracias a las habilidades prospectivas) podría definir en parte el
objetivo del volumen colectivo que aquí se presenta. Aprender de los éxitos y de los errores
gracias a la acumulación de ejemplos y situaciones similares en el tiempo puede ayudar al
establecimiento de pautas, patrones y tendencias comunes a lo largo de los siglos (Navarro
Bonilla, 2009b).
Dos mil años después de las mencionadas campañas del ejército romano,
en plena eclosión de la íntima (y trascendental) vinculación entre inteligencia
secreta y Estado Moderno, tal vez fueran dos representaciones visuales de lo
que en la época se concebía bajo el término “espía” las mejores pruebas de
hasta qué punto este asunto constituía una realidad propia de su tiempo.
Sin embargo, no podemos olvidar las aportaciones hechas por uno de los
principales especialistas del siglo XX en los estudios sobre Inteligencia, el
norteamericano Sherman Kent. En su obra clásica Strategic Intelligence for
American World Policy (1966 con traducción al español en 1986) se
planteaban algunas cuestiones que aunque superadas en gran medida por
estudios posteriores, siguen ofreciendo un interés evidente para el estudioso
de la evolución histórica de los servicios y el trabajo de inteligencia. De
hecho, es necesario desde el punto de vista metodológico entender la
inteligencia en su triple perspectiva: a juicio de Sherman Kent, la inteligencia
puede abordarse desde tres posiciones: como proceso, como organización y
como producto o resultado. Como proceso, el ciclo de inteligencia basado en
la identificación de necesidades de información, la obtención, análisis y
distribución de conocimiento especializado define los pasos necesarios para
alcanzar un resultado final: un producto de inteligencia necesario para la
toma de decisiones. Como producto, la inteligencia adquiere formas
concretas en torno a tipologías documentales específicas tales como informes
y documentos procedentes del trabajo de los analistas de inteligencia.
Al mismo tiempo que en toda época y lugar se activaron las medidas para
neutralizar el espionaje (contraespionaje) y el engaño, fue imprescindible
implantar medios dirigidos a proteger la información más sensible. Ocultar
los datos e imposibilitar que otros accediesen a ellos se sitúa también en la
base de cualquier período histórico. Todas las fuentes de información, bien
fuesen documentos sobre personas, materiales, conocimiento tácito o
explícito, investigaciones, capacidades ofensivas y defensivas, instalaciones,
etc., fueron objeto de políticas de protección y preservación. El concurso de
la criptografía y la esteganografía se considera indisolublemente asociada a la
propia historia de la inteligencia. El trasiego diario de toda la producción
escrita propia de un modelo burocrático de estado se intentaba asegurar por
medios cada vez más elaborados. Cartas, despachos, instrucciones, informes
y avisos fueron protegidos desde antiguo configurando las bases de la historia
de la criptología (criptografía + criptoanálisis). La interrelación entre
inteligencia, diplomacia y secreto de Estado ocupa un lugar específico en la
configuración del Estado Moderno. Como ha señalado David Kahn (1996,
pp. 106-124), «The growth of cryptology resulted directly from the flowering
of modern diplomacy […] By the end of the century, cryptology had become
important enough for most states to keep full-time cipher secretaries occupied
in making up new keys, enciphering and deciphering messages, and solving
intercepted dispatches». Tratados, técnicas y nuevos sistemas, junto a la
experiencia criptográfica cotidiana desarrollada en secretarías y embajadas
constituían el marco teórico y práctico en el que se verificaron los logros y
fracasos de la criptografía en la Europa Moderna (Leary, 1996), (Galende,
2000). El desarrollo de la teoría diplomática y militar de los Estados durante
la Edad Moderna se apoyó en la publicación de un importante número de
obras que trataban de regular el buen hacer y la práctica adecuada del
representante regio en una corte extranjera. Con respecto a éstos, convertidos
en guías y espejos para “perfectos diplomáticos”, los principales tratados de
diplomacia impresos en España ofrecieron el marco teórico general con el
cual desarrollar la carrera diplomática dentro de la Monarquía Hispánica. Los
capítulos dedicados a la gestión y protección de la cifra ofrecen un
perfeccionamiento continuo de la práctica criptográfica desarrollada en el
seno de las embajadas y nos aportan un punto de arranque inicial,
constituyendo ésta una evolución de las prácticas criptográficas medievales
extendidas por las cortes europeas, especialmente la veneciana.
El consejero de la familia Sforza, Cicco Simoneta escribió el que es
considerado el primer tratado de criptografía, llegado hasta nuestros días bajo
el título Liber Zifrorum. A partir del siglo XV, los nombres de Trithemius,
Leon Battista Alberti y, especialmente, el napolitano Giovanni Battista Della
Porta (1535-1615) marcaron un punto de inflexión en la teoría de la
protección y cifrado de textos. Las necesidades impuestas por las rivalidades
entre estados y la guerra casi perpetua obligaron a redoblar los esfuerzos en
materia criptográfica. El Traicté des chiffres de 1586 de Blas de Vigenère
(1523-1596), constituye otro de los hitos de aquella época, considerada como
irrepetible dentro de la historia de la inteligencia en general y de la
criptología en particular, hasta llegar a la aparición de la máquina alemana
Enigma en los años 20 (Soler y López-Brea, 2010)y el diseño de los primeros
super ordenadores (Colossus) desde Bletchley Park, sede de los servicios de
contraespionaje y criptografía del Reino Unido durante la Segunda Guerra
Mundial.
CAPÍTULO 17
SERVICIOS DE INTELIGENCIA Y
ESTADO DE DERECHO
Desde luego, resulta una obviedad comenzar diciendo que existe una clara
influencia externa entre la forma de Estado y los servicios de inteligencia.
Esta vinculación ha quedado patente en la evolución de las organizaciones
políticas, desde la más primaria hasta la más avanzada como es el Estado,
pasando por sus diversas modalidades, como pueden ser el Estado totalitario,
el autoritario o el Estado de Derecho, social y democrático.
Por todo ello, “policía política” tiene como misión suprema garantizar la
estabilidad del régimen político, de modo que buscará información para
reprimir cualquier atisbo de disidencia. Y esta misión la desempeñará sin
límite jurídico formal alguno: búsquedas indiscriminadas de información,
detenciones masivas, desapariciones, confiscaciones, procedimientos
excepcionales, secretos y sumarios, intimidación y hasta la eliminación física.
Se caracterizarán además por una obediencia directa a la élite gubernamental
que custodia la pureza ideológica, y aunque se enmarquen dentro de la
estructura orgánica del aparato estatal, de facto actúan como una instancia
formal y materialmente incontrolada, en constante persecución de
incrementar su poder opaco.
Así, por ejemplo, la inteligencia militar está orientada hacia las amenazas
exteriores, lo que determina su actividad y finalidad: conocer el potencial del
enemigo y su eventual aplicación en combate. De modo que, al actuar
preferentemente fuera de sus fronteras, en su funcionamiento ordinario no
precisan solicitar autorización judicial para obtener información. Además, en
caso de entrar en combate, los integrantes de las fuerzas armadas están
sometidos a una normativa jurídica específica: los convenios internacionales
reguladores de las acciones de guerra.
17.3.2. Estructura
En cuanto a su estructura, varía notablemente de unos países a otros, en
función de la misma forma de configuración del Estado (por ejemplo en el
sistema federal alemán). Sin embargo es posible fijar algunos elementos
comunes de análisis. Como ya se ha dicho, dependen orgánica y
funcionalmente del gobierno, aunque variando su adscripción: así mientras en
unos casos dependen directamente de la presidencia del Estado o del
presidente del gobierno, en otros están adscritos a diferentes ministerios,
siendo los más habituales los de Defensa, Interior, Exteriores y Economía.
Esta adscripción trae causa tanto en razones históricas como en diferencias en
cuanto a la materia atribuida, que tradicionalmente responden a la separación
entre inteligencia exterior, inteligencia interior e inteligencia militar.
17.4. Controles
17.4.1. Los controles a los servicios de inteligencia como expresión
de su sometimiento al Derecho
La cuestión acerca de los controles de los servicios de inteligencia ha de
ubicarse en el seno del principio general y básico de sometimiento de todos
los poderes e individuos a la Constitución y al resto del ordenamiento
jurídico. Sentado lo anterior, la pregunta por los controles reabre de nuevo y
conecta directamente con el tema anteriormente tratado del “secreto de
Estado”. Dicho esto, controlar es comprobar, verificar, inspeccionar, esto es,
ejercer una función fiscalizadora de una actividad pública excepcional,
necesaria y legítima.
Antes de proseguir debemos diferenciar el qué queremos controlar; los
objetivos del ejercicio de estos controles; y por último, y consecuentemente
con lo anterior, quién o quiénes deben ejercer los citados controles según las
diferentes finalidades y funciones atribuidas a cada poder estatal.
Muy resumidamente la respuesta al qué debemos controlar, recae en las
actividades desarrolladas, en el mismo conocimiento adquirido (inteligencia)
y en la organización, estructura y presupuestos del servicio.
En cuanto a los objetivos del control hay que distinguir el “control de
legalidad” (sujeción a Derecho) y el “control de eficacia y eficiencia” (grado
de cumplimiento respecto a los intereses públicos y de la optimización de
recursos).
Y finalmente ha de estipularse quién debe ejercer este control y cuál es la
finalidad perseguida en cada caso. Por regla general se distinguen tres tipos
de controles de los servicios de inteligencia: control gubernamental, control
parlamentario y control judicial.
CAPÍTULO 18
SEGURIDAD NACIONAL Y DERECHOS
FUNDAMENTALES
No basta, por tanto, con que los servicios de inteligencia sean creados y
regulados por ley, sino que es necesario que las actividades de inteligencia se
adecuen también a las normas constitucionales, legales y reglamentarias,
vigentes en el país donde se llevan a cabo dichas actividades. En esta línea,
cuando las actividades de los servicios de inteligencia se lleven a cabo fuera
del territorio del Estado nacional, aquellas deben respetar estrictamente lo
dispuesto en los instrumentos normativos y en los documentos rectores de la
política de seguridad del país correspondiente, absteniéndose, en todo caso,
de actuar autónomamente.
Recuérdese el caso de la detención en Estados Unidos, a primeros de julio de 2010, de diez
informantes que trabajaban para el gobierno de Rusia. La FISA (Foreign Intelligence
Surveillance Act de 1978, modificada por la USA PATRIOT Act de 2001, la Protect America
Act de 2007 y la FISA Amendments Act de 2008) es la ley norteamericana de vigilancia de
inteligencia extranjera. Esta ley, prohíbe que un agente al servicio de un gobierno extranjero
lleve a cabo su actividad, en territorio norteamericano, sin autorización previa del fiscal
general. Precisamente, a estos diez informantes se les acusó de blanqueo de capitales y de
conspiración para actuar como agentes de un gobierno extranjero sin informar al Departamento
de Justicia, aunque no se formularon contra ellos cargos ni por espionaje, ni tampoco por haber
obtenido material clasificado de Estados Unidos. La declaración de culpabilidad de los diez
acusados ante un Tribunal de Nueva York, aceptando su deportación a Rusia, permitió que este
caso se cerrase el 9 de julio de este mismo año, en el aeropuerto de Viena, con el mayor canje de
agentes secretos entre ambos países, 14 en total, llevado a cabo desde la guerra fría. Período en
el que los Estados Unidos iniciaron lo que sería una práctica habitual en esos años, liberando en
1962 al coronel del KGB, la policía política de la antigua Unión Soviética, Rudolf Abel, a
cambio de Gary Powers, piloto de un avión-espía U-2 abatido por los rusos en 1960.
Así pues, en el apartado segundo del artículo 8 del Convenio Europeo para
la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales,
se recogen excepciones a este derecho individual, consideradas necesarias
para el mantenimiento del sistema democrático, sometiendo la injerencia en
la vida privada o familiar a dos condiciones: que esté previsto por ley y que
sea necesario, entre otras, para la seguridad nacional.
Art. 8. 2 Convenio Europeo de Derechos Humanos: “No podrá haber injerencia de la
autoridad pública en el ejercicio de este derecho sino en tanto en cuanto esta injerencia esté
prevista por la ley y constituya una medida que, en una sociedad democrática sea necesaria
para la seguridad nacional, la seguridad pública, el bienestar económico del país, la defensa del
orden y la prevención de las infracciones penales, la protección de la salud o de la moral, o la
protección de los derechos o las libertades de los demás”. En relación a la interpretación de este
artículo realizada por el TEDH, y por lo que aquí interesa, pueden consultarse las siguientes
sentencias del citado tribunal: STEDH 18 junio 1971, caso DeWilde Ooms y Versyp; STEDH 24
abril 1990, caso Huvig; STEDH 6 septiembre de 1978, caso Klass.
En este terreno, UGARTE señala que la necesidad que tienen los organismos
de inteligencia de asegurarse que sus funcionarios no serán citados a prestar
declaración ante un tribunal y que no deberán explicar en juicio los métodos
mediante los cuales obtuvieron determinadas pruebas, les convierte en un
medio inadecuado para la actividad policial, en la cual, en principio, todo
tiene que poder ser verificable por la defensa. A diferencia de las actividades
de inteligencia, en la investigación de un caso policial lo que se procura es
esclarecer el hecho, obtener pruebas, descubrir y detener a los culpables,
sometiéndolos a la acción de la justicia.
c) En cuanto al carácter secreto de la misión de los servicios de
inteligencia, ha de observarse aquí que el secreto es inherente tanto a la
propia concepción de la inteligencia, como a un amplio número de misiones,
fuentes, materias, identidades o decisiones de estos servicios. Así pues, como
ya se ha dicho en la lección anterior, el secreto, además de otorgar protección
a la misión que estos servicios llevan a cabo, contribuye, de manera esencial,
a proteger la seguridad nacional frente a los que pudieran emplear una
información en contra de los intereses del Estado.
Ciertamente, la clasificación como secreto de ciertos documentos
constituye, en sí misma, una excepción al derecho ordinario, y las materias
clasificadas pueden limitar algunos derechos e intereses legítimos. Se limita
en concreto, el principio de publicidad. Y así, se restringe el derecho de
acceso de los ciudadanos a los expedientes administrativos que contienen
información sobre la defensa nacional o la seguridad del Estado. Esto es, su
conocimiento y acceso está facultado por la ley de cada Estado.
Como ejemplo de la problemática apuntada, puede citarse el recientemente dado a conocer
Anteproyecto de Ley español de Transparencia y Acceso de los Ciudadanos a la Información
Pública. Esta norma, en trámite y pendiente aún de aprobación, es la primera que regula en
España, con carácter general, el derecho de los ciudadanos a acceder a la información pública.
Ello no obstante, limita este derecho de acceso cuando, “pudiera resultar un perjuicio para la
seguridad nacional y la defensa”. También establece otras excepciones al principio de acceso
universal a cuanta información elaboren y posean los poderes públicos. Es el caso, por ejemplo,
de las relaciones exteriores, la seguridad pública, o la prevención, investigación y sanción de las
infracciones penales.
a) Detenciones y arrestos
Como se ha explicado, los servicios de inteligencia de la mayoría de los
países no tienen poderes de policía en sentido estricto, esto es, poderes que
implican el uso de la fuerza y la posibilidad de efectuar detenciones, con la
excepción significativa del FBI norteamericano, dependiente del
Departamento de Justicia, que reúne simultáneamente competencias
policiales y competencias de inteligencia. El FBI comparte labores de
contrainteligencia y seguridad nacional con la CIA, que es, como su nombre
indica, la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos. Esta
Agencia se erige en la cabeza de la comunidad de inteligencia norteamericana
y es la única que opera como un organismo independiente, el resto de
agencias y organismos, como se ha dicho, se encuentran adscritos a algún
departamento estatal.
En este ámbito, uno de los asuntos que ha representado más tensión para
las sociedades democráticas tras los ataques terroristas del 11S, 11M y 7J, ha
sido la política de detención preventiva y la práctica de interrogatorios a
sospechosos de terrorismo bajo custodia para la obtención de inteligencia,
llevada a cabo en Irak y Afganistán. Los numerosos abusos producidos en
Abu Ghraib, Guantanamo Bay, Bagram y otros lugares de Irak y Afganistán,
dados a conocer recientemente tras la desclasificación por parte de la
administración Obama, en abril de 2009, de memorandos conocidos como los
“memorandos de la tortura”, y fechados entre 2002 y 2005, han hecho
tambalear los cimientos mismos del Estado de derecho.
El Office Legal Council, del Departamento de Justicia norteamericano, entregó estos
memorandos a la CIA (Central Intelligence Agency), para guiarla en su programa de
detenciones e interrogatorios, finalizado el pasado mes de enero de 2010, y en los que se
autorizaba a los agentes a emplear un amplio número de brutales técnicas de interrogación
minuciosamente detalladas, incluidas la asfixia simulada, (waterboarding) y la falta de sueño
forzada (forced sleeplessness). Repárese en que, mientras estuvieron en vigor esas medidas, la
CIA demandó y recibió por escrito, en numerosas ocasiones, garantías del Ministerio de Justicia
sobre la adecuación de las prácticas descritas en los memorandos a las leyes de los Estados
Unidos. Lo que esto significa es, que el gobierno norteamericano, encabezado por el presidente
y por los principales miembros del Consejo Nacional de Seguridad, aprobó y autorizó
expresamente la actuación de la CIA en las detenciones e interrogatorios a sospechosos de
terrorismo. Argumento este que ha sido esgrimido, reiteradamente, tanto por el director de la
CIA, Leon Panetta, como por el ex director del servicio nacional de espionaje, Denis Blair, para
oponerse a la investigación y, en su caso, el castigo de los agentes de la CIA que actuaron
siguiendo las directrices del Departamento de Justicia y actuaron, por tanto, en el marco del
sistema legal. En sentido parecido se manifestó, el 21 de abril de 2009, el presidente Obama, en
un discurso a los agentes de la CIA pronunciado con motivo de su primera visita oficial al
cuartel general del centro. También se ha publicado, en agosto de 2009, un informe interno del
Departamento de Justicia en el que se describe la crónica de los abusos cometidos dentro de las
prisiones que tiene la CIA fuera de territorio norteamericano. Un último hecho de interés, a citar
aquí, es la emisión de un informe difundido por la Comisión de Derechos Humanos Conjunta del
Parlamento británico, el 4 de agosto de 2009, pidiendo una investigación independiente ante las
acusaciones vertidas contra los servicios secretos británicos (MI6), por complicidad con las
torturas cometidas por la CIA contra sospechosos de terrorismo en el extranjero (por ejemplo,
en el caso de Binyam Mohamed, un etíope residente en el Reino Unido, que acusa a los servicios
secretos británicos de complicidad con las torturas que sufrió, a manos de la CIA, tras su
detención en Marruecos, al haber aportado información sobre él y sugerido preguntas), así
como, por los servicios secretos paquistaníes (ISI). A mediados de julio de 2010, el gobierno
británico ha designado al magistrado Peter Gibson para dirigir la investigación, que enjuiciará
la posible implicación de agentes británicos en casos de tortura a presuntos terroristas en
terceros países y cuyas conclusiones se presentarán a finales de este mismo año. Este
nombramiento ha originado numerosas críticas, pues su cargo como Comisario de los Servicios
de Inteligencia (desde el año 2006 es el encargado de supervisar la actividad de los servicios
secretos) ha hecho que se cuestione su imparcialidad a la hora de llevar a cabo su trabajo.
La investigación que se realice, en el futuro, sobre las supuestos arrestos y
detenciones ilegales practicados en la denominada·guerra contra el terror —
terminología abandonada expresamente por la actual administración
norteamericana— parece que está, desde un principio, abocada al fracaso. Y
ello, no sólo por la posibilidad de que los daños colaterales que puedan
provocarse a raíz de la misma, y los problemas políticos que planteen al
gobierno norteamericano actual, hagan que la investigación se dilate en el
tiempo, sino también porque este asunto carece de precedentes legales y la
obtención de pruebas contundentes se antoja, cuanto menos, difícil.
En este mismo sentido apunta la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos de 18 de
mayo de 2009 de rechazar, por cinco votos a cuatro, una demanda de un antiguo detenido por
los atentados del 11S contra el ex director del FBI Robert Mueller y el ex fiscal general John
Ashcroft. En concreto, Javaid Iqbal, musulmán de origen paquistaní, pasó casi seis meses en
una prisión de alta seguridad en Nueva York, tras ser detenido poco después de los ataques
contra las Torres Gemelas y el Pentágono por infringir las leyes de inmigración, aunque
finalmente fue extraditado a su país de origen sin que se presentaran cargos contra él. Este
argumentaba, en su demanda, que aunque los dos altos cargos de la administración Bush no
ordenaron expresamente que fuera maltratado en la cárcel, sí eran responsables de diseñar una
estrategia para confinar a los detenidos en condiciones muy restrictivas por sus creencias
religiosas.
Por último, resulta de interés aquí, apuntar la revisión que se está iniciando,
en 2010, de las políticas de detención preventiva practicadas en los últimos
años en materia de prevención del terrorismo. Así, en Estados Unidos, en el
mes de enero se han dado los primeros pasos para acabar con el sistema de
comisiones militares, abogando por la implantación o bien del procedimiento
actual del sistema federal de justicia penal para estos supuestos, o bien por el
diseño de una especie de National Security Court excepcional. Del mismo
modo, el Reino Unido ha anunciado, a mediados de julio, la revisión de la
legislación antiterrorista en materia de órdenes de control y arresto de
sospechosos, deportaciones, relaciones con las organizaciones que
promuevan cualquier forma de odio y violencia y el control de los teléfonos e
Internet.
Por otro lado, a nadie escapa que los sistemas de seguimiento y vigilancia
actuales de los servicios de inteligencia ofrecen una casuística de lo más
variada. Y van desde el seguimiento o vigilancia de vehículos o
embarcaciones, mediante la instalación en los mismos de aparatos de control
remoto, hasta la vigilancia externa de almacenes o grandes superficies
mediante su grabación en videocámaras, pasando por el seguimiento y
vigilancia de encuentros o reuniones mantenidas por personas en lugares
abiertos al público.
CAPÍTULO 19
LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA EN EL
DERECHO ESPAÑOL
a) CESID
El Centro Nacional de Inteligencia, creado mediante la Ley 11/2002, de 6
de mayo, reguladora del Centro Nacional de Inteligencia (en adelante Ley
11/2002), sustituye al Centro Superior de Información de la Defensa
(CESID). Servicio de inteligencia cuya creación en 1977, fue resultado de la
refundición del Servicio Central de Documentación (SECED) y la división de
inteligencia del Alto Estado Mayor (RUIZ MIGUEL, 2002: 179). Así, su
creación se llevó a cabo a través del Decreto 1558/1977, de 4 de junio, que lo
adscribió orgánica y funcionalmente al recién creado Ministerio de Defensa,
cartera en la que se refundieron los anteriores Ministerios de Ejército, Marina
y Aire (artículo 1), como una más de las medidas llevadas a cabo para operar
la reestructuración de la Administración Central del Estado.
El artículo 5 de dicho Decreto señalaba expresamente: “Bajo la dependencia directa del
titular del Departamento se crea el Centro Superior de Información de la Defensa, al que se
incorporarán las funciones y Organismos de la Administración que se determinen”.
b) Inteligencia militar
El Real Decreto Ley 11/1977, de 8 de febrero, institucionalizó la Junta de
Jefes de Estado Mayor como el órgano superior de mando militar conjunto
bajo el mando de su Majestad el Rey. Con posterioridad, el Real Decreto
1125/1980, de 13 de junio, creó en desarrollo del anteriormente citado, el
Cuartel General de la Junta de Jefes de Estado Mayor (artículo 1),
estableciendo en su articulo 5 la organización del Estado Mayor Conjunto
(órgano auxiliar de Mando integrado en el Cuartel General), cuya División
Segunda era la de Inteligencia. El Real Decreto 2723/1977, de 2 de
noviembre, al fijar las competencias del CESID excluyó de las mismas “las
actividades informativas especificas que corresponde a la Junta de Jefes de
Estado Mayor y Estados Mayores de los tres Ejércitos”, lo que pone de
manifiesto la existencia de servicios de información de estos últimos.
Servicios de información cuya coordinación se encuentra atribuida al Jefe de Estado Mayor
de la Defensa; en el artículo 3.1 del Real Decreto 125/1984, de 25 de enero, así como en el
artículo 6.7 del Real Decreto 1/1987, de 1 de enero, por el que se determina la estructura básica
del Ministerio de Defensa y, el artículo 7.6.h) del Real Decreto 1883/1996, de 2 de agosto, de
estructura orgánica del Ministerio de Defensa.
d) Guardia Civil
Por lo que a este organismo respecta, aunque el mismo ha desarrollado
labores de información desde su misma creación, no fue sino hasta la Circular
de 24 de febrero y la Orden Reservada de 1 de abril, ambas de 1941, cuando
aparecieron las primeras instrucciones del Servicio de Información de dicho
Cuerpo. Tras varios cambios de denominación y reestructuraciones, la Orden
General num. 4, de 7 de febrero de 1996, sobre Reorganización del Servicio
de Información de la Guardia Civil (SIGC) define al mismo como “el órgano
especializado en obtener y analizar la información de interés cualificado para
el cumplimiento de la misión institucional y una vez elaborada, ponerla a
disposición de los mandos y unidades para el desarrollo de sus funciones”,
organismo encargado de obtener información y elaborar inteligencia (MUÑOZ
GIL, 2004: 203). En la actualidad cuenta con una Jefatura de Información.
Sin embargo, como puede verse, esta Ley limita su contenido al CNI, sin
hacer alusión alguna al resto de servicios que se consideran integrantes de la
Comunidad de Inteligencia a la que en la misma se alude. A este respecto,
sigue sin establecerse un régimen jurídico unitario de tales servicios, de
forma que lo que la Ley 11/2002 ha hecho es unificar y adaptar la diversa
normativa que regulaba el CESID para llevar a cabo la creación del CNI, pero
no ha llegado a establecer las bases jurídicas para poder considerar creada la
referida Comunidad de Inteligencia.
Dicho sometimiento del personal del CNI a un mismo y único Estatuto del
personal que será aprobado por el Gobierno, viene establecido también en el
artículo 8.1 de la Ley 11/2002. Así, la transformación del CESID en el actual
CNI, la promulgación del Real Decreto 436/2002, de 10 de mayo, por el que
se establecía la estructura orgánica del mismo, así como la necesidad de
poner remedio a las deficiencias que el Real Decreto 1324/1995 presentaba,
llevó a la promulgación del Real Decreto 327/2004, de 27 de febrero, que
modificó aquel.
El artículo 4 establece, como señala MORET MILLÁS (2005: 276 a 278), que
la forma de provisión de los puestos de trabajo del CNI es la libre
designación en razón a la apreciación de su idoneidad, capacitación, grupo de
clasificación y demás requisitos exigidos para su desempeño.
Consecuentemente, y como pone de manifiesto el referido autor, ello supone
la posibilidad de establecer la libre remoción en cualquier momento sin tener
que motivar el cese (tal y como establece el artículo 4.3).
b) Cese: Las causas que pueden motivar el mismo se encuentran contenidas
en el artículo 16, y como señala RUÍZ MIGUEL (2005: 132), pueden clasificarse
en causas de carácter político, de tipo profesional, y de tipo discrecional (la
contenida en el artículo 4.3).
En el primer grupo se encuentran: la perdida de nacionalidad española (a) y; acceder a la
condición de diputado o senador de las Cortes Generales, miembro de las asambleas legislativas
de las comunidades autónomas, ser nombrado miembro del Gobierno o de los órganos de
gobierno de las comunidades autónomas y corporaciones locales, o ser elegido para formar
parte de los órganos constitucionales (f).
Las profesionales consisten en: la no superación del periodo de valoración de idoneidad,
excepto en los casos de personal permanente para puestos adscritos a grupo de clasificación
superior (b); no desear integrarse con carácter permanente (c); no ser considerado idóneo (d);
no superar las pruebas establecidas (e); por petición propia tras haber superado los plazos
mínimos de compromiso temporal o permanente (g); imposición de pena de inhabilitación
absoluta o especial para cargos públicos (h); separación del servicio y suspensión de funciones
por un periodo superior a un año (i); no solicitar el reingreso al servicio activo, en el plazo
máximo de un mes desde el cese en la situación de suspenso de funciones antes de la finalización
del plazo de máxima permanencia en la situación de excedencia (j); jubilación forzosa al
cumplir la edad establecida para la jubilación del personal funcionario al servicio de la
Administración del Estado (k); jubilación por incapacidad permanente (l) y; jubilación
voluntaria en las mismas condiciones que las establecidas para el personal funcionario al
servicio de la Administración del Estado.
La discrecional consiste en la facultad de cesar libremente en el desempeño del puesto en el
Centro al personal designado para ocuparlo que el Real Decreto 436/2002 atribuye al
Secretario de Estado Director del Centro Nacional de Inteligencia (artículo 2.1.a), y al
Secretario General (artículo 3.e).
d.2) El deber de abstención (artículo 40), que supone que el personal que
ya no preste servicios en el Centro no podrá desarrollar actividades
relacionadas con asuntos en los que hubiera intervenido o tuviera
conocimiento por su pertenencia al mismo.
Hay otra cuestión que por su relevancia debe ser resaltada en esta sede: la
obligación del personal del CNI (o de cualquier otro servicio de información)
de declarar en sede judicial sobre materias clasificadas de las que haya tenido
conocimiento en el ejercicio de sus funciones. En estos casos, dichos
miembros no estarán obligados a declarar, sin incurrir por ello en
responsabilidad criminal en atención al artículo 460 del Código Penal, por
cuanto tal conducta puede encontrarse amparada en una causa de
justificación, como por ejemplo, el estado de necesidad, o el cumplimiento de
un deber o ejercicio legitimo de un derecho, oficio o cargo. Ello por no aludir
al hecho de que desvelar tales informaciones puede ser constitutivo de un
delito de revelación de secretos cometido por funcionario público, tipificado
en el artículo 598 y siguientes del Código Penal (pues no puede olvidarse que
a efectos penales, la consideración del personal del CNI y de los demás
servicios de información, es la de funcionario del artículo 24 Código Penal
pues, aunque el CNI no sea una de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado, sí es un organismo público).
Para finalizar, queda otra cuestión por tratar, siquiera sea someramente: el
tratamiento jurídico que merecen los miembros de los servicios extranjeros en
España. Al respecto cabe realizar una diferenciación: cuando tales miembros
se encuentran en nuestro país desarrollando labores de inteligencia propias
del Servicio de inteligencia al que pertenecen y para favorecer los intereses
de su país, y aquellos supuestos en los que se encuentran cumpliendo
funciones de colaboración y cooperación con los servicios de inteligencia
españoles.
A tal fin, los agentes de tales servicios podrán adoptar identidades falsas
para infiltrarse en busca de información, pudiendo para ello incluso, habida
cuenta la especial naturaleza del CNI como organismo publico especial, con
posibilidad de sometimiento al Derecho Privado, crear sociedades
mercantiles si ello resulta necesario a los fines perseguidos. Solución que
viene también respaldada por el artículo 5 del Real Decreto 593/2002, de 28
de junio, a tenor del cual el CNI “podrá adquirir a titulo oneroso o gratuito,
poseer, arrendar y enajenar, bienes y derechos de cualquier clase, tanto en
territorio nacional como en el extranjero con el único requisito de la previa
declaración de necesidad de su Secretario de Estado Director”.
Los supuestos en que durante el desarrollo de tales actuaciones se lleven a
cabo conductas delictivas por parte de los agentes del CNI, a la hora de
delimitar la responsabilidad penal derivada de las mismas, habrá que
atenderse (como no puede ser de otro modo), a la posible concurrencia de
causas de justificación o de inexigibilidad.
19.8. Controles
En la presente obra ya se ha dicho en reiteradas ocasiones que los servicios
de inteligencia constituyen un elemento esencial en lo que a la seguridad y
defensa del Estado se refiere. Servicios de inteligencia que por las especiales
características de la función que realizan requieren de un tratamiento jurídico
específico consistente principalmente, en la reserva que acompaña a todo lo
relacionado con los mismos. Reserva que no significa, sin embargo, ausencia
de control. Pues, como cualquier otro organismo público al servicio de los
ciudadanos, sus actividades deben someterse a una oportuna fiscalización.
Porque, aún cuando es cierto que no hay derechos fundamentales ni
libertades públicas absolutas, pudiendo los mismos ceder ante los intereses
generales que puedan ser considerados superiores en determinados supuestos,
no lo es menos que la legitimidad de estos servicios se evapora cuando, en
aras de aquello que se está protegiendo, esto es, el sistema democrático y
todo lo que representa, se exceden los límites de lo constitucionalmente
admitido, incurriéndose en conductas ilícitas. Como señala el Tribunal
Supremo en el fundamento jurídico primero de su Sentencia núm. 921/2006,
de 26 de septiembre, “tal situación de impunidad supondría en realidad la
negación de todo aquello que justifica en un Estado democrático la existencia
y actividad de esos servicios esenciales”. Lo cual no es óbice para que esos
concretos controles a los que deba someterse la actuación de estos servicios
se ajusten a sus notas definitorias, compaginando con ello la no producción
de excesos con la continuidad en el desempeño de sus funciones.
Pues bien, el CNI se encuentra sometido a controles que son ejercidos por
los concretos órganos en que se personalizan los tres poderes del Estado, esto
es, el Gobierno, el Parlamento y los Juzgados y Tribunales, a pesar de que la
Ley 11/2002, en su Capítulo III, intitulado “Del control”, haga referencia
únicamente al control parlamentario y al control judicial previo (artículos 11
y 12).
CAPÍTULO 20
EN BUSCA DE UN NUEVO PARADIGMA
EN INTELIGENCIA
20.1. Introducción
Los objetivos del presente capítulo son, en primer lugar, reflexionar sobre
las carencias de lo que ha venido en llamarse “Viejo paradigma” (aunque
sigue siendo el vigente) en materia de inteligencia estratégica y, a
continuación, plantear las características genéricas de un nuevo enfoque
proactivo en construcción. Un nuevo paradigma que sea capaz de dar una
respuesta teórica y práctica adecuada a las amenazas a la libertad, seguridad o
bienestar de los ciudadanos de las complejas sociedades del siglo XXI.
Esta última reflexión nos lleva a otro factor decisivo en el tema que nos
ocupa: de la misma forma que la guerra es un factor demasiado importante
como para dejarlo exclusivamente en las manos de los militares o la sanidad
en manos de los agentes sanitarios o la educación en manos de los
educadores, la inteligencia también es demasiado relevante como para dejarlo
al cargo único de burocracias especializadas. Desde la perspectiva del viejo
paradigma los servicios de inteligencia tienen el monopolio de la elaboración
de inteligencia y lo desarrollan, como ya se ha expuesto, desde unos
parámetros unidimensionales de seguridad (con un claro sesgo militar). Una
primera crítica es obvia y alude a la necesidad de acceder al conocimiento
externo, por ejemplo: ¿las unidades de Inteligencia Económica de algunas
empresas privadas no pueden aportar nueva y mayor capacidad de análisis?
(Esteban, 2009). O también ¿algunas líneas de investigación universitaria no
pueden ser útiles a nivel teórico y empírico? Esto no debe interpretarse como
un mero ataque a la consustancial reserva de la inteligencia. Evidentemente,
existirá información restringida que sí debe ser monopolio de los servicios de
inteligencia pero incluso en estos casos se debe encontrar la manera de
oxigenar estas informaciones con otras aportaciones, por ejemplo, abriendo
algunas fases del ciclo de inteligencia a la acción de actores externos.
Máxime si tenemos en cuenta la creciente y decisiva importancia de las
fuentes abiertas; y, también, y como se ha puesto de relieve, porque la
complejidad de los riesgos y amenazas existentes no puede ser abarcada
desde un enfoque sólo basado en factores de seguridad; y debe abarcar,
además, componentes sociológicos, educacionales, sanitarios, políticos,
culturales, etc. (MCDOWELL, 1998).
Cabe decir que si bien esta es una propuesta legítima y bien estructurada,
plantea un modelo que quizás sea operativo para el caso americano pero que
plantea dudas en otros supuestos. Por ejemplo, la proliferación de niveles
administrativos, de distinto rango, así como la de redes o reservas de
inteligencia supone un reto de gestión en si misma pero, además, implica el
establecimiento de una consignación presupuestaria suficiente para que
realmente esta propuesta sea operativa. Es decir, quizás sea un gasto asumible
por la administración americana pero puede no serlo para otros países.
Con todo, y regresando una vez más al símil médico, sería un tanto
ingenuo pensar que una vida sana puede eliminar totalmente la
necesidad de disponer de antibióticos o de tener que recurrir a la
cirugía; no, lo que la Inteligencia proactiva sostiene es que la
inteligencia debe centrarse en la prevención y en la investigación de
formas de vida saludables (seguras), mientras que la lucha contra los
síntomas debería ser competencia de los cuerpos de seguridad. Dicho de
otro modo, la policía es la que debe tener un enfoque reactivo y
preventivo, pero la inteligencia no puede caer en la trampa de
diagnosticar porque, más tarde o más temprano, le aboca al quirófano.
La inteligencia tiene que poder situarse un grado por encima de los
síntomas, para poder detectar las verdaderas causas y, si es necesario,
indicar al cirujano donde debe operar.
Antes de llegar a eso conviene hacer una digresión previa. Todo el discurso
que sustenta este capítulo responde a un planteamiento kuhniano de ciencia
normal. Sin embargo, cada vez más la ciencia se queda corta ante los retos de
las sociedades contemporáneas, son situaciones en las que los “datos son
inciertos, los valores en disputa, los riesgos altos y las decisiones urgentes”
(Funtowicz y Ravetz, 1993: 744)
Estas circunstancias, en la que la ciencia normal no ofrece soluciones
completamente satisfactorias, requieren lo que Funtowicz y Ravetz han
denominado ciencia posnormal. Tradicionalmente, la ciencia normal se ha
focalizado en el análisis de la calidad de los resultados obtenidos, pero lo que
estas situaciones citadas plantean es la necesidad de examinar no sólo
resultados sino como se han obtenido, por quién y para qué fin, es lo que
Funtowicz y Ravetz han denominado como pasar de una a cuatro “p”, de sólo
productos a productos, procesos, personas y propósitos.
20.8. Conclusión
El paradigma vigente de inteligencia clásica se ha quedado obsoleto, no
responde a los requerimientos de riesgos y amenazas actuales y, además,
presenta graves deficiencias para anticipar adecuadamente los riesgos futuros.
CAPÍTULO 21
COMUNICACIÓN, CULTURA Y RESERVAS DE
INTELIGENCIA
Contexto
(referencial)
Contacto
(fática)
Código
(metalingüística)
Fig. 3. Factores constitutivos de la comunicación verbal y sus funciones de acuerdo con
Jakobson.
Igualmente es obligado traer aquí la denominada fórmula de Lasswell
publicada en 1948, el mismo año de la aparición del artículo de Shannon,
donde describe el acto de comunicación como respuesta a las siguientes
preguntas a las cuales correspondería un subcampo de investigación
específico: quién (análisis de control) dice qué (análisis de contenido) en qué
canal (análisis de medios) a quién (análisis de la audiencia), con qué efecto
(análisis de los efectos) (Laswell, 1972: 84-99; véase para la traducción en
español: Laswell, 1985: 50-68). Significativamente en el mismo lugar, éste
afirmará que en el contexto de enfrentamiento ideológico en el que apareciera
su artículo, una de las funciones de la comunicación consistía en
proporcionar inteligencia sobre lo que realizaba cada élite dirigente y su
poder, y que, en tanto que existía el temor a que los canales de comunicación
estuvieran siendo controlados con el objetivo de producir distorsiones, se
promovía una tendencia hacia la intensificación del espionaje más allá de los
niveles normales, así como hacia el incremento de los esfuerzos en hacerse
opacos al escrutinio del otro, empleándose además la comunicación para
alcanzar audiencias situadas en el seno de las fronteras de la otra potencia
(todo ello tendría su expresión en el empleo de agentes de inteligencia, en las
actividades de contrainteligencia, en la censura y restricciones en los viajes o
en la radiodifusión y otras actividades informativas transfronterizas).
Título
Síntesis
Explicación
Argumentación basada en hechos que apoyan la Síntesis.
Cuestión 1.
Evidencia 1.1
Evidencia 1.1
Cuestión 2.
Evidencia 2.1
Profundización
Análisis en profundidad y mayor detalle
Estimación a futuro
Desarrollo con mayor detalle de lo incluido en la síntesis
Implicaciones
Desarrollo con mayor detalle de lo incluido en la síntesis
La CIA también cuenta con una Office of Public Affairs compuesta por
tres divisiones: comunicación interna, relaciones con los medios, y public
communications. Además de la correspondiente Oficina responsable de las
relaciones con el Congreso al igual que el FBI. Siguiendo la política
inaugurada por éste también cuenta con órgano responsable de las relaciones
con la industria del entretenimiento, el Entertainment Industry Liaison, cuyo
objetivo es lograr una representación adecuada de la organización y de sus
profesionales en producciones cinematográficas y otros productos (Arcos,
2007: 351). Es importante tomar en consideración que, una vez asumida la
necesidad de mayor apertura por parte de los servicios de inteligencia al
finalizar la guerra fría, ésta política de apertura exige adoptar una estrategia
global de comunicación o relaciones públicas integrada por acciones o
técnicas de comunicación que consideren a los públicos en su especificidad,
utilizando los canales más adecuados en cada caso para la transmisión de
mensajes y significados, posibilitando un mejor conocimiento sobre la misión
y naturaleza de la actividad que desarrollan estas organizaciones y la
comprensión de sus públicos. Tomando en consideración la influencia
cultural que tienen los productos de la industria del entretenimiento y su
alcance (Véase: Arcos, 2010), adquiere pleno sentido una política de apertura
que comunique la misión de estas organizaciones de una manera accesible
para los públicos no especializados y por los canales de comunicación donde
puede llegarles el mensaje.
Fig. 11. Fotograma de la película G-Men (1935).
Fig. 12. Fotogramas correspondientes al film The House on 92nd Street (1945).
En el apartado de relaciones con los medios de comunicación, entendiendo
las mismas como las relaciones con prensa escrita y audiovisual, y parte
fundamental de las oficinas o departamentos responsables de la comunicación
de los servicios de inteligencia, es preciso señalar el caso del Reino Unido,
por su especial particularidad. Aunque no se trata de un dispositivo jurídico
formal con fuerza de ley, el denominado DA-Notice System funciona de
facto como si así lo fuera proporcionando asesoramiento a los responsables
de los medios en el Reino Unido sobre la publicación o difusión de
información en cuestiones relativas a la seguridad nacional (Wilkinson, 2009:
133; Ruiz Miguel, 2002: 53) pero que pueden ser desestimado por éstos. El
Defence, Press and Broadcasting Advisory Committee responsable de las
DA-Notices integra a órganos del gobierno y responsables de los medios de
comunicación contando con un Secretario del Comité como miembro a
tiempo completo. Las cuestiones objeto de este Comité caen en las siguientes
cinco categorías: (1) Operaciones militares, planes y capacidades; (2)
Armamento y equipamiento nuclear y no-nuclear; (3) Códigos, cifras y
seguridad de las comunicaciones; (4) Instalaciones de naturaleza sensible y
domicilios; y (5) Servicios de Inteligencia y Seguridad y servicios especiales
del Reino Unido. Más específicamente, la línea marcada por el Comité en
relación a esta última categoría, consiste en no publicar ninguna información
relativa a operaciones, fuentes, métodos o procedimientos de los servicios de
inteligencia y seguridad (SIS, MI5, GCHQ) y otros servicios especiales,
identidades o información de carácter personal de miembros activos o no de
estos servicios, o cualquier otra información de contacto que no hubiese sido
hecha pública, sin asesoramiento previo. La lógica subyacente es evidente: la
información publicada puede ser utilizada por objetivos de operaciones en
curso, la publicidad anular la operatividad de procedimientos y capacidades
empleadas, o evitar la posibilidad de explotación de las fuentes (Véase:
DPBAC).
Primera línea de
defensa. Proteger y defender los Dar ventaja al Reino
Conseguir y llegar a Estados Unidos frente Unido actuando de forma
dónde otros no pueden a las amenazas secreta en el exterior para
Adquisición de procedentes de hacerlo más próspero y
información que revele terroristas y de seguro.
planes, intenciones y servicios de Adquirir inteligencia
capacidad de inteligencia, mantener secreta sobre cuestiones
Protección
adversarios, y hacer cumplir las críticas de seguridad y
de los intereses de
Misión proporcionando la base leyes penales en los económicas para una
seguridad nacional y
para las decisiones y la Estados Unidos, y mejor toma de decisiones
de los ciudadanos
acción proporcionar a Operar en el exterior para
Producción de análisis agencias y socios contrarrestar y prevenir
en tiempo que federales, estatales, amenazas
proporcionen municipales e Determinar progresos y
comprensión, alerta y internacionales un explotar oportunidades
oportunidad servicio de dirección y en interés del Reino
Conducción de de justicia penal. Unido
operaciones encubiertas
Integridad
Excelencia
Valores Servicio Fidelidad Marcar la diferencia Integridad
Integridad Valor (añadir valor) Respeto a los
Excelencia Integridad Trabajo en equipo derechos de todos
Innovación
Fig. 13. Filosofía de las organizaciones de inteligencia expresada en sus webs.
El modelo metodológico de gestión de la identidad corporativa propuesto
por Capriotti consiste en un proceso de (1) análisis del perfil de identidad
corporativa, compuesto a su vez por un análisis interno que permitirá
establecer la filosofía de la organización y de un análisis externo referido a la
imagen que los públicos tienen de ésta en un contexto más amplio y en
relación con otras organizaciones; (2) definición del perfil de identidad,
consistente en adaptar la filosofía corporativa señalando los rasgos
identitarios que se quieren proyectar a los públicos; y (3) la comunicación de
ese perfil a los mismos a través de la comunicación simbólica (lo que la
organización dice que hace) y la comunicación conductual (lo que ésta hace)
expresada mediante la acción. Los elementos que componen la filosofía de la
organización son misión (qué es y qué hace la organización), visión (la
imagen que configura sobre sí misma en perspectiva de futuro y sirve para
orientar su acción) y valores (que guían la actividad de la organización). La
figura 13 recoge la filosofía corporativa expresada por cuatro de las
organizaciones más importantes que desarrollan actividades de inteligencia
en un canal de relaciones con los públicos como son sus respectivos sitios-
web, siendo la CIA y el Canadian Security Intelligence Service (CSIS) los
únicos que explicitan el elemento visión.
CAPÍTULO 22
DEMOCRACIA Y SERVICIOS DE INTELIGENCIA: ÉTICA
PARA QUÉ
22.1. Introducción
La ignorancia y la incultura en lo que respecta a los temas de seguridad —
y ya no digamos en relación a los Servicios de Inteligencia— es muy
preocupante. El gran déficit de conocimiento sobre los Servicios de
Inteligencia pone de manifiesto la facilidad con que se puede deformar la
realidad y los hechos o dejar que se deformen. El mundo de la Inteligencia y
de los servicios es uno de esos campos de ignorancia. Es sorprendente lo que
no sabemos y más sorprendente aun lo que creemos que sabemos (ese exceso
de tópicos). De ahí la urgente necesidad de una “Cultura de Inteligencia”.
Además, creo que no hay vida más activa y más práctica que la del
pensamiento. Por eso, claridad de ideas, análisis correctos y oportunos son
siempre anticipo de solución de problemas.
– La complejidad y la incertidumbre.
– Fundamentalismo político.
Uno de los motivos por los que surgen los fundamentalismos es porque hay
miedo a la complejidad y a la incertidumbre de las sociedades pluralistas. Los
fundamentalismos y las dictaduras proporcionan respuestas simples a
problemas complejos.
– Pobreza global.
– El cambio climático.
– La vulnerabilidad socioeconómica.
Lo que nadie pone en duda es que existe una relación concreta entre el
despotismo y la crueldad como existe entre la libertad y el respeto a la
persona humana. En las dictaduras se prohíbe la libertad y se hace al
ciudadano dependiente del miedo y sus servicios de inteligencia contribuyen
al mantenimiento de ese sistema. En cambio, en una democracia los derechos
y libertades de los ciudadanos forman parte de los componentes constitutivos
de la seguridad y por tanto, de sus servicios de inteligencia.
Para tener otro tipo distinto de seguridad hay que incluir en este concepto
más de lo que en él se encuentra. Hoy estamos en disposición de servirnos de
motivaciones más nobles y más dignas que las hasta ahora apuntadas. Lo que
hoy supone el concepto de “seguridad humana” o mejor “seguridad común”
es que otro proyecto de seguridad es posible desde otra concepción del
hombre y de sus relaciones con los otros, tanto próximos como extranjeros.
Al referirnos al concepto de seguridad común lo hacemos desde una visión
filosófico-antropológica.
Diagnosticar la situación actual; elegir una situación futura que hay que
alcanzar y definir como se pasa de la situación actual a la situación futura son
tareas de la inteligencia.
Sabiendo además, como Casandra, que su trabajo no podrá evitar todas las
catástrofes de la historia ni creer que todo es posible; pero al mismo tiempo,
descubriendo que su tarea no era, sin embargo, inútil.
Esta imparcialidad está en el origen de nuestra historia con Homero que fue
el primero en ser capaz de mirar con los mismos ojos a amigos y enemigos, a
la victoria y a la derrota, al de nuestro partido y al de la oposición. Por eso
quien por vocación o por talante es profesional de inteligencia tiene que
preservar su libertad de pensamiento y de acto en cualquier circunstancia ya
que sin libertad la verdad es imposible.
Tener mentalidad institucional tiene que ver con un modo de vivir que está
comprometido con los fines que justifican la existencia de la institución. Es
más que respetar las reglas, y adquirir un corpus teórico o un conjunto de
técnicas. Supone una forma de estar en el mundo basada en unos principios.
Algunos de esos principios los hemos apuntado aquí.
Tener mentalidad institucional nos ayuda a saber que las personas que nos
fallan institucionalmente no están cometiendo simples errores de cálculo a la
hora de hacer algo. Fallan a la hora de ser quienes se supone que han de ser.
La frase que recibe a todos aquellos que acceden a las oficinas de la CIA es
“cualquier servicio finalizado en pro del bien público se vuelve honorable al
considerarse necesario”.
Mucho antes para Sun Tzu “quien no sea sagaz y prudente, humano y justo
no podrá utilizar agentes secretos”. Mientras Homero consideraba que “es
odioso el que dice una cosa y siente otra”; para Esquilo “Dios no se opone al
engaño en pro de una causa justa”. A la hora de escoger entre su madurez y la
justicia, A. Camus, no dudaba en escoger a su madre aunque sabía que la
justicia es universal e importantísima. De igual forma E. M. Foster confronta
perfectamente la razón de Estado con el acto de máxima libertad que es
escoger a los amigos: “Si yo tengo que escoger entre traicionar a mi país y
traicionar a mi amigo, yo espero que tendré las agallas para traicionar a mi
país”. Así mismo, están quienes sacrifican al ciudadano correspondiente por
su país. Estas actitudes y otras muchas más, dan cuenta de los interrogantes
que se nos plantean desde el mundo de la ética y la importancia que tiene la
ética para los Servicios de Inteligencia y el profesional de inteligencia.
La ética implica no sólo saber lo que está bien sino también elegirlo. La
ética implica el respeto a la verdad y ésta supone la lectura correcta de la
realidad. La libertad es la capacidad de elegir y la responsabilidad es la
aptitud para dar cuenta de esas elecciones. Las leyes siendo imprescindibles
no pueden regular todas las relaciones humanas. Por tanto, es indispensable la
ética. Es cierto que el éxito depende de la tecnología, del análisis de las
personas, de la legislación pero también de la ética. De una ética que también
garantiza el cumplimiento de lo que exige un Estado de Derecho.
Lo que plantea el director del MI6 de cómo confiar en que el trabajo con
secretos que realizan los Servicios de Inteligencia en secreto es legal, es ético
y en defensa de sus intereses nos recuerda a Giges ese pastor del que nos
habla Platón en La República y que encuentra una sortija. Un anillo
milagroso que, cuando el quiere lo vuelve invisible. Giges posee el
instrumento para que no podamos ver lo que va a hacer. Nadie le observa
salvo el mismo. Llegados a este momento surge la pregunta: ¿Qué haría?
¿Qué no haría? ¿Por qué respetar una ley que se puede violar sin riesgo
alguno? ¿Por qué decir la verdad cuando se puede mentir? ¿Es posible
encontrar vías acorde a los Derechos Humanos para conseguir lo que los
Servicios de Inteligencia tienen y deben hacer? ¿El simple hecho de que algo
se pueda hacer significa que se deba hacer?
Aquí subyacen unas relaciones que no siempre resultan fáciles entre ética y
Servicios de Inteligencia. Dicha relación oscila entre la actitud del “alma
bella y pulcra” que preserva la limpieza de sus manos a costa de escapar y de
estar fuera de la realidad; o por otro lado, la actitud de quien se convierte en
sumamente eficaz, pero sin escrúpulos y es capaz de sacrificar principios y
personas. Esto nos lleva a lo que se conoce como ética de la convicción y a la
ética de la responsabilidad.
Por otro lado, los fines no pueden justificar los medios. Es más, no sólo los
fines sino también los medios debe de ser los correctos. No se pueden
conseguir unos fines y valores democráticos sin unos medios que se
correspondan con un sólido principio democrático y de veracidad. No se
deben inmolar los Derechos Humanos en el altar de “la eficacia” y “el éxito”.
La tan socorrida lógica del “mal menor” suele llevar al conformismo.
22.10. Conclusiones
– Ni antes ni ahora, ante el actual escenario, los estados democráticos
pueden permitirse el lujo, por seguridad democrática, de ignorar lo que ocurre
dentro de su país y qué pasa fuera de sus fronteras. En esta tarea juegan un
papel determinante los servicios de inteligencia. Los servicios de inteligencia
son organizaciones legales dentro de un estado democrático. Organizaciones
“especiales” con secretos pero no secretas, ni atípicas y mucho menos ajenas
a la sociedad a la que sirven, ni al margen de las leyes del país en que
trabajan.
– Por lo que hace al Estado, en tanto que éste regula toda la administración,
estableciendo normas etc., también ejerce esa misión con los Servicios de
Inteligencia. Es decir, estas organizaciones se encuentran reguladas como
parte de la administración que son, y deben establecerse las máximas
garantías de eficacia y de respeto a los derechos individuales de los
ciudadanos. De igual forma, es responsabilidad en las democracias
parlamentarias por parte de los políticos y de los partidos, preservar a los
servicios de inteligencia de intereses partidistas y dar continuidad a su labor.
Los servicios de inteligencia y su trabajo no pueden estar sometidos a los
tiempos marcados por los periodos electorales.
– En cuanto a la dirección de los servicios, sus responsables deben
garantizar que se respeten las leyes y que se trabaje por los objetivos que le
han sido asignados. Algo que por obvio no deja de ser importante. No puede
dirigir un servicio de inteligencia o tener “poder” o “mando” cualquiera,
entendiendo por esta condición, personas equilibradas y con sentido (de lo)
común. Trabajar en un servicio de inteligencia es ante todo una tarea, no una
cruzada.