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MAESTROS QUE ESCRIBEN

Diana Suárez Canul


Maestra en la Escuela Primaria Amado Nervo
Mérida ,Yucatán

Avecilla
" A veces pienso que la soñé demasiado, la soñé tanto que la hice..."
Jaime Sabines.

Desperté en la mañana por un ruido que En eso, un telar opaco nubló mi vista, abrí y
venía a lo lejos, llegaba a mí como una ola cerré los ojos para lograr claridad, sacudí la
inquieta. En un principio pensé que eran los cabeza, pero luego solo sentí caer, caer y caer
chirridos del tráfico, pero mientras me hasta que mi cuerpo reaccionó con fuerza y
acercaba al origen comencé a escuchar un pude abrir los ojos. Me encontraba en la
silbido dulce y fuerte. Mis ojos somnolientos cama de mi habitación, a pocos minutos de
vislumbraron tras los cristales de la ventana que el despertador sonara; miré mi hombro
una mancha roja que se movía. Aquello, era por inercia, busqué a mi alrededor, caminé
una avecilla que revoloteaba. Abrí la ventana hacia la ventana, traté de escuchar algún
despacio, sin titubear. El ave entró a la casa silbido; nada, solo estaba yo y el ruido del
con gran velocidad y paseó por la habitación tráfico de la avenida que indicaba que ya
como para reconocer el espacio; dio varias eran más de las seis de la mañana.
vueltas y después se posó en mi hombro
izquierdo, ahí se quedó quieto, cantando de a Ese día tuve la imagen de mi avecilla
poquitos cerca de mi oído como un susurro. comprimiendo mis sentidos, extrañando con
el alma mientras mis ojos recibían las últimas
No era más grande que el puño de mi gotas para desbordarse. Ante cualquier
mano, sus alas eras rojas como las cáscaras de silbido parecido al de mi ave me distraía de la
las cerezas y en el centro de su pecho se realidad, y la inquietud profunda de que algo
dibujaba un manchón naranja amarillo como me faltaba había robado hasta mi sombra.
un sol de verano. Me tenía anonadada la Pasaron un par de meses, comencé a
sensación de que nos conocíamos. Sus ojos aceptar la idea de que aquel visitante fue un
oscuros seguían el iris de mis pupilas, los sueño. Sin embargo, en una consulta urgente
latidos de su ser se impregnaban en mis con mi doctor, cuando aquel subió el
mejillas como un beso tibio y mi cuerpo se volumen de su máquina; lo escuché, lo
sincronizaba con el ritmo de su corazón, como reconocí, un segundo corazón latía desde mi
quien acompaña una melodía con la voz vientre como un canto dulce y fuerte. Ahí
correcta, en el tiempo correcto. Nos estaba mi ave, mi avecilla que nunca se fue;
encapsulamos en el diálogo de mi silencio y entonces sonreí y agradecí.
sus silbidos y ahí permanecimos seguros.

MAYO 2022
CANEK 9

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