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Manejo de Crisis de Angustia

Dado que el mecanismo mediador de la angustia es la estimulación del sistema simpático, evidente
en la taquicardia y la disnea tan característicos del síntoma, es lógico pensar que la estimulación
del sistema parasimpático podría contrarrestar ese efecto. Esto se logra efectivamente con un
ejercicio de respiración, pero no con el ejercicio de esas breves y entrecortadas respiraciones tan
empleadas, sino con otro que es realmente eficaz y que consiste en lo siguiente:

1. Se le indica al paciente que se siente cómodamente en una silla y que sin cruzar las piernas,
apoye las manos sobre los brazos del asiento, si los tiene, o sobre los muslos.

2. En seguida y con los ojos cerrados, que haga una profunda inspiración por las narices. Esta
debe ser hecha lentamente y alzando los hombros para ampliar al máximo la capacidad torácica.

3. Debe aguantar el aire desde el momento que llegue al máximo durante un minuto, que puede
contar mentalmente o hasta el tiempo que pueda, cuando sienta que le palpitan las sienes y los
oídos. La mayoría, salvo los que tienen entrenamiento deportivo, sólo logran llegar al principio a
unos 20-30 segundos, pero con la práctica llegan al minuto.

4. A continuación deben expirar el aire lentamente por la boca, dejando caer los brazos a los lados
y soltando todo del cuerpo.

5. Después de un breve descanso y una vez que han recuperado el ritmo respiratorio normal,
pueden repetir el ejercicio.

Este ejercicio se puede hacer 2-3 veces y se puede hacer también acostado. De no tener esa
posibilidad también se puede hacer de pie, aunque así es algo menos eficaz. Con este simple
ejercicio se controlan rápida y completamente los síntomas simpáticos de la angustia. Esta
estimulación vagal es en todo similar a la maniobra de Valsalva que recomiendan los cardiólogos
para frenar la llamada taquicardia paroxística y que, probablemente, no era otra cosa que una
crisis de angustia, hoy llamada ataque de pánico.

Rev. chil. neuro-psiquiatr. v.40 n.3 Santiago jul. 2002

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