Está en la página 1de 1

Declarar y creer no es lo mismo

Y sin fe es imposible agradar a Dios. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea
que El existe, y que recompensa a los que Lo buscan. Hebreos 11:6

Dios los ayudó contra ellos, y los Agarenos y todos los que estaban con ellos fueron
entregados en sus manos; porque clamaron a Dios en la batalla, y Dios fue propicio a ellos porque
confiaron en El. 1 Crónicas 5:20

Una inmensa multitud estaba contemplando al famoso equilibrista Blondín cruzar las cataratas del
Niágara un día en 1860. Cruzó numerosas veces—una travesía de mil pies, a 160 pies de altura
sobre las aguas tormentosas. Y no sólo cruzó; lo hizo empujando una carretilla. Un niño miraba la
proeza con evidente asombro. En uno de esos cruces, Blondín miró al niño y le preguntó: “¿Tú
crees que yo podría cruzar a una persona dentro de la carretilla sin caerme”? “Sí, señor”,
respondió el niño. “Estoy seguro que sí”. A lo cual Blondín contestó: “¡Pues súbete, hijo”!

Una cosa es declarar con la boca que creemos. Otra cosa es creer lo sufuciente como para actuar
conforme a la confesión que hemos hecho. Muchas veces, nuestras declaraciones piadosas
carecen de la profundidad y definición necesarias para calificar como fe. Cuando los discípulos le
pidieron a Jesús que les aumentara la fe, el Señor les respondió, "Si tuvierais fe como un grano de
mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería"
(Lucas 17:5). En otras palabras, para Jesús, ¡los discípulos no tenían ni siquiera la poca fe que ellos
pensaban que tenían!

Tenemos que pedirle al Señor que lleve nuestra creencia mental y genérica al estado de profunda
convicción y madurez espiritual que le permita calificar como verdadera fe. Nuestras débiles
afirmaciones de fe tienen que llegar a ese estado del cual habla el escritor de Hebreos: "Es pues la
fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11:1).

La verdadera postura de fe es la matriz dentro de la cual se pueden gestar los milagros del Señor.
Tiene que haber una matriz abierta y expectante para que la vida de Dios pueda engendrarse en
nuestro ser. Es importante que si nos acercamos a Dios, creamos que El es fiel, y que El
recompensa y galardona a los que le buscan.

También podría gustarte