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Descubren que algunas de las piedras de

Stonehenge podrían haber sido


transportadas desde un monumento
similar más antiguo situado en Gales

Stonehenge, completado hace unos 4.600 años, podría haberse construido en parte con
elementos de monumentos megalíticos más antiguos erigidos a cientos de kilómetros.
Foto Kenneth Geiger.

No es difícil ver por qué Stonehenge es uno de los sitios arqueológicos más icónicos
del mundo. El círculo de piedra de 4.600 años, ubicado en Salisbury Plain, Inglaterra,
fue construido por personas que no dejaron pistas claras sobre su propósito ni pruebas
de su identidad. Estos misterios han fascinado durante años a arqueólogos, druidas
modernos, escritores de ciencia ficción y turistas.

Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Antiquity ofrece otro giro argumental
en la saga de Stonehenge: este lugar, Patrimonio de la Humanidad, podría no ser
una creación original. Un equipo de investigadores ha descubierto un posible
precursor de Stonehenge en los restos de un monumento más antiguo ubicado en
Gales.

El círculo megalítico del yacimiento galés de Waun Mawn tiene dimensiones


comparables a las de Stonehenge, también está alineado con el sol y parece estar
compuesto de algunos de los mismos materiales de construcción. Pero a diferencia de
Stonehenge, pocas piedras han sobrevivido hasta la actualidad. El equipo de
investigación especula que los constructores de Waun Mawn lo desmantelaron
hace cinco milenios y transportaron algunas de sus piedras de arenisca de tres
toneladas 280 kilómetros al este, hasta Salisbury Plain, una tarea extremadamente
ardua (y, a nivel práctico, innecesaria). Entonces ¿por qué lo hicieron?

«Los antiguos britanos debieron de haber considerado


las rocas de arenisca no solo algo valioso, sino la esencia misma de quiénes eran»,
afirma Michael Parker Pearson (izquierda), experto en prehistoria británica en el
University College London y autor principal del estudio. Pearson le dijo a The
Guardian: "He estado investigando Stonehenge durante 20 años y esto es realmente
lo más emocionante que hemos encontrado".

Pearson, cuyo trabajo ha sido apoyado en parte por la National Geographic Society,
sospecha que el descubrimiento en Waun Mawn podría reforzar una hipótesis
especialmente evocadora: las «piedras azules» de Stonehenge (que se llaman así por
su color) eran las representaciones físicas de los antepasados de los migrantes o de
sus recuerdos ancestrales. Los britanos neolíticos estaban literalmente
transportando el peso de sus ancestros a lo largo del mundo.

Sin embargo, en esta fase de la investigación es


imposible llegar a conclusiones firmes, algo que reconocen tanto los autores del estudio
como los expertos externos. «Una de las cosas que siempre me han gustado sobre
Stonehenge es que hay muchas preguntas que probablemente nunca podrán
responderse», afirma Kate Fielden (derecha), vicepresidenta de Rescue—The British
Archaeological Trust, que no participó en la investigación. «Me gusta la idea de que
haya un misterio».

Pistas en las leyendas antiguas

Los avances revolucionarios en la ciencia arqueológica en las últimas décadas han


reducido poco a poco las posibles historias sobre el origen de Stonehenge. Su
alineación con los solsticios de verano e invierno entraña una conexión
astronómica y la multitud de restos humanos incinerados en el lugar sugiere un
vínculo con los difuntos o con la veneración de los ancestros.

Stonehenge no se erigió de la noche a la mañana. La construcción comenzó hace 5000


años y el monumento adoptó varias formas con el paso de los siglos. Finalmente, constó
de dos tipos de piedra: sarsen —unos bloques de arenisca de 20 toneladas que
componen le herradura central y el círculo de menhires exterior— y el arco interno de
piedras azules de tres toneladas. El análisis geoquímico indica que las piedras sarsen
de arenisca se extrajeron en West Woods, a un tiro de piedra de Stonehenge.
En cambio, se cree que las piedras azules se arrastraron por tierra a lo largo de
más de 300 kilómetros desde las colinas de Preseli, en el oeste de Gales.
Recientemente, Parker Pearson y otros investigadores descubrieron coincidencias
perfectas para las piedras azules de Stonehenge en dos canteras galesas.

Stonehenge está compuesto de piedras sarsen de arenisca alrededor de un anillo


exterior y una herradura interior, con piedras azules más pequeñas procedentes de
Gales dentro del círculo. FOTOGRAFÍA DE BRUCE DALE, NAT GEO IMAGE
COLLECTION.

Los arqueólogos señalan que el viaje de dichas piedras azules se refleja en una antigua
leyenda. En el tomo del siglo XII de la Historia de los reyes de Bretaña, Godofredo de
Monmouth narra la historia de cómo el mago Merlín destrozó la Danza de los
Gigantes, un antiguo círculo de piedra en Irlanda, y utilizó a 15.000 hombres para
reconstruirlo en Salisbury Plain. "Mi palabra, es tentador creerlo ... Es posible que
acabemos de encontrar lo que Geoffrey llamó la Danza de los Gigantes", dice
Pearson. El descubrimiento será explorado en un documental en BBC Two y será
presentado por la profesora Alice Roberts.

Aunque este curioso cuento sobre los caprichos de un hechicero tiene poco que ver con
la realidad, el hecho de que las piedras azules de Stonehenge procedieran de Gales, justo
al otro lado del mar desde Irlanda, ha hecho que algunos se pregunten si el mito podría
contener algo de verdad. ¿Existió el precursor de Stonehenge en un lugar al oeste del
monumento? Tentado por este reto, el equipo de Pearson —un grupo que incluía a
arqueólogos, geólogos, expertos en fotogrametría aérea y especialistas en datación por
carbono radioactivo y cristales— ha pasado gran parte de la última década intentando
hallar la respuesta.

Alice Roberts con Mike Parker Pearson en una de las piedras restantes de Waun
Mawn. Fotografía: Barney Rowe / BBC / PA.

La búsqueda de precursores

Waun Mawn, identificado como lugar de interés por su relación con Stonehenge en el
2010, no es gran cosa en la actualidad: solo consta de cuatro piedras azules
dispuestas en un posible arco. En el 2011, los arqueólogos emplearon tecnología de
teledetección para echar un vistazo bajo la superficie del yacimiento, pero no
encontraron nada de interés.

Debido a una corazonada, el equipo regresó a Waun Mawn en el 2017 y excavó


pequeñas trincheras a cada extremo del arco y descubrieron dos fosas donde en el
pasado hubo dos menhires. «Aquel fue un momento en el que pensamos que quizá
íbamos por el buen camino», cuenta Parker Pearson.
Imagen de Waun Mawn desde el norte durante una excavación del 2018. El círculo de
piedra se encuentra en la ladera de una colina conocida como «Hillock of the Deer»,
con vistas distantes de Irlanda al oeste. FOTOGRAFÍA DE A. STANFORD.

Sin embargo, una vez más, los reconocimientos geofísicos no revelaron más fosas
donde habría habido menhires. Las técnicas de teledetección han sido fundamentales
para ver bajo la superficie en Stonehenge. Que esos métodos fracasaran en Waun
Mawn, incluso después de hallar evidencias tan prometedoras en las trincheras
excavadas, resultó irónico y frustrante.

«No hay nada más difícil que intentar encontrar un círculo de piedra que ya no está
ahí», explica Parker Pearson.

Finalmente, el equipo de investigación se percató de que ese tramo de tierra galesa


carecía de los minerales magnéticos, o de cualquier tipo de roca conductora de
electricidad, necesarios para que el equipo de teledetección funcionara de forma
correcta. «La alta tecnología moderna no estaba funcionando», afirma Parker Pearson.
«Íbamos a tener que hacerlo a la antigua, todo a mano».

El arco de antiguos menhires de Waun Mawn, en Gales, durante las excavaciones de


prueba del 2017. El perfil de un zócalo de piedra descubierto en el lugar coincide con
el de una roca de arenisca hallada en Stonehenge, lo que sugiere que fue transportada
deliberadamente al lugar Patrimonio de la Humanidad de Inglaterra desde una
distancia de 280 kilómetros. FOTOGRAFÍA DE A. STANFORD

Las piezas perfectas del puzle

Tras meses de excavación y exámenes del suelo en busca del más mínimo cambio
de textura, color y topografía, los arqueólogos descubrieron más fosas. Estos
«zócalos de piedra» componían un segmento que originalmente era un círculo de
110 metros de diámetro, el mismo que el de la zanja de Stonehenge. Si todas las
piedras de Waun Mawn todavía estuvieran sobre sus zócalos, el monumento se
alinearía con el amanecer del solsticio de verano, como Stonehenge.
A continuación, el equipo de investigación recurrió a la datación por carbono radiactivo
del carbón vegetal del yacimiento, así como a la luminiesciencia ópticamente
estimulada, que revela la última vez que los sedimentos abundantes en cuarzo de los
zócalos de piedra se habían expuesto a la luz solar. En conjunto, sugerían que Waun
Mawn se había construido hace 5.000 a 5.600 años, anterior a la construcción de
Stonehenge.

Un zócalo de piedra excavado en Waun Mawn. Los arqueólogos buscaron diferencias


mínimas en el color, la textura y la topografía del suelo para identificar agujeros donde
en el pasado se situaron los menhires del antiguo monumento. FOTOGRAFÍA DE M.
PARKER PEARSON.

Pero ¿a dónde fueron las piedras de Waun Mawn? Una de las piedras azules de
Stonehenge proporcionó una pista: una sección transversal muy específica que
encaja en uno de los zócalos de piedra de Waun Mawn. Asimismo, las astillas de
roca en el fondo de uno de los zócalos de Waun Mawn coincidían geológicamente
con el tipo específico de piedras azules de Stonehenge, una roca que se denomina
dolerita manchada.

Los análisis anteriores de los restos óseos humanos de Stonehenge revelaron


evidencias químicas de que algunos de los difuntos procedían del oeste de Gales. En
conjunto, los datos contaban una historia espectacular e inesperada: el círculo de
piedra de Waun Mawn fue desmantelado por sus creadores y trasladado a
Salisbury Plain, donde los constructores imitaron su diseño y emplearon algunas
de sus piedras azules para erigir Stonehenge.

Los autores del estudio creen que esta es una teoría sólida, pero
provisional, y algunos expertos independientes están de acuerdo. Richard Madgwick
(izquierda), arqueólogo de la Universidad de Cardiff en Gales, dice que «la idea de que
Stonehenge tenga al menos un precursor galés es muy convincente».

Sin embargo, otros expertos no creen que haya pruebas suficientes.

«Buscar pruebas para respaldar las tradiciones orales del relato


de Godofredo de Monmouth es un enfoque interesante, pero por ahora los restos
hallados en Waun Mawn no se ajustan a lo que cabría esperar de un círculo de
piedra de este periodo», afirma Timothy Darvill (derecha), arqueólogo de la
Universidad de Bournemouth. «Claramente, es necesario investigar más para
sustanciar las alegaciones».

¿Cuál es el significado de Stonehenge?

Como solo una de las 44 piedras azules supervivientes de Stonehenge encaja (por ahora)
con certeza en Waun Mawn, el equipo de investigación sugiere que podrían haberse
obtenido en varios lugares de la región. De ser así, eso sugiere que Stonehenge era de
especial importancia para sus constructores migratorios, pero ¿por qué?
El círculo de Gales tiene un diámetro de 110 metros, el mismo que la zanja que rodea
Stonehenge. Ambos están alineados en el amanecer del solsticio de verano.

Varios estudios de ADN antiguo revelan que las personas enterradas en Salisbury Plain
hace 5.000 años tenían orígenes ancestrales diferentes. Algunos procedían del oeste de
Gales e Irlanda, donde se construían tumbas de piedra, mientras que otros llegaron del
este de Inglaterra, donde las tumbas se creaban en forma de túmulos alargados. «Estas
también eran zonas que tradicionalmente tenían estilos de vida y, por así decirlo,
estilos de muerte diferentes», afirma Paker Pearson.

Stonehenge se encuentra justo entre estas zonas y Pearson cree que el monumento
podría haber sido una especie de «terreno neutral» unificador donde diferentes
grupos neolíticos podían reconciliar sus diferencias culturales.

Una reciente investigación dirigida por Madgwick respalda esta idea. Su equipo
descubrió una gran cantidad de huesos de cerdo en Durrington Walls, un yacimiento
neolítico cerca de Stonehenge. Los análisis químicos de los restos porcinos revelaron
que procedían de toda Bretaña y que se consumieron en grandes festines. El yacimiento
podría haber sido el «Festival de Glastombury de la época», dice Madgwick, donde
personas de las islas británicas se congregaban para compartir sus identidades y
experiencias.
Este nuevo estudio respalda la idea de que aquellos que
participaron en Stonehenge no eran estáticos ni aislacionistas, señala Vincent Gaffney
(izquierda), arqueólogo de la Universidad de Bradford, en Inglaterra, que no participó
en la investigación. «Estos antiguos britanos, vivían en una sociedad que no era
monolítica, que no era estática, sino flexible, interactiva. Había movimiento de bienes
y parece que había movimiento de partes considerables de la cultura material»,
afirma.

Recuerdos grabados en piedra

No está tan claro, pues, por qué esas piedras azules específicas fueron transportadas
desde Gales hasta Salisbury Plain. Pero los monolitos de otro lugar del mundo podrían
revelar la respuesta.

En los años noventa, Parker Pearson estaba trabajando con un arqueólogo malgache que
estudiaba las obras megalíticas de Madagascar, que todavía se construyen en la
actualidad. Su colega le explicó que las piedras eran para los ancestros. La madera se
pudre, pero la piedra dura para siempre. Los megalitos representaban a los
difuntos y básicamente mantienen viva su memoria eternamente.
Se sugiere que las piedras azules podrían haber sido movidas cuando los antiguos
habitantes de la región de Preseli migraron, incluso llevándose sus piedras
monumentales con ellos, como un signo de su identidad ancestral, a Stonehenge, a unos
280 kilómetros de distancia.

Lo mismo se aplica a esas piedras azules migratorias de Gales. Las colocaron en


Stonehenge y, como muchas «tumbas de corredor» construidas durante esa época, se
dispusieron de forma que se alinearan con los movimientos del sol, otra entidad eterna.
Entonces, Stonehenge podría no haber sido solo un punto de reunión multicultural,
sino también un monumento conmemorativo.

Puede que cinco milenios nos separen de estas personas, pero es fácil empatizar con su
deseo de inmortalizar a sus predecesores. Estas piedras azules eran versiones de tres
toneladas de los pequeños recuerdos —fotografías, cartas, baratijas— que nos han
dejado nuestros seres queridos.

Y al igual que aquellos britanos, cuando nos mudamos nos llevamos esos símbolos tan
queridos.

«Te llevas aquello que representa quién eres, debido a quiénes son tus ancestros»,
afirma Parker Pearson.

Fuentes: nationalgeographic. es | theguardian.com | dailymail.co.uk | 11 de febrero de


2021

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