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XII P,,fa,;•

Podrfa ayudar a alguno de mi$ lectores diciéndole, lrtcluso en estt" punto, de qué modo cst-a h.ip6· Introducción
tCSi$ difie re de h teoría de la Gcnalc desarrollada en Alemania en las primer.u d~d~ de este siglo,
y sostenida hoy persuaslvamentc en los escritos de Rudolf Arnhclm. &ra teoría subraya l.l tendencia
de la pcrccpci6n h-:i.cia fa forma simple, micmras que mi imcrpre:ación de los hc-ehos (influida por la Orden y propósito en la naturaleza
filosofía de Karl Popper y las técnicas de la (eorfa de la info rmación) me ha conducido a un én&sis
radicalnlcntc dikrcmc. Croo yo que en la lucha por la cxistcnc:ia los organismos dcsarroll.an un sen• fue pñmcto <n animales y niños, pc,o mis w de también en aduh-OS, donde obsen~
lldo del orden L'IO porque su emorno sea en gcncr.1J ordenado. sino mis bien debido a que la pcrccp• 12 inmensamente poderosa n~cesidad d~ rrgulnn'dnd. la necesidad que Id 1111.1:C'\·e a bus-
ción exige un entramado comra d cual c:rasl.adar las desviacion<s de la rcguJa.ridad. Anticipando el car ,cgubridadcs.
exa.i:ncn de esta rdación. es la ruprnra del orden lo que origina la atención_., resultando en las ciernen• K R. Popper, Obje<riw Kn11wkdge
mies inflexiones visuales o audi,i~ que con frecuencia son lo qut cuent3 en bien de las formas <leco•
r:nivas y music:a!es. I Orden y o,ien1ati6n
Aun cuando procuro explicar la r« urrcnda a algunos rasgos gtneralcs en la manipulación artística
de estructuras gtQmétrica.s o rítmicas, el agitado esmklo de la vida qut anima a tantos estilos orna• Mi creencia e.n un «sentido del o.n:lcn)t procede de l;i misma teorfa de la percepción a la qut: recurrí
memale$ me sugiere asimismo una disposición p31alda propia, la que exploraría nuestro cntotno para crt el an4füis de la repre.sentac::ión. En resumen, esta teoría rcchna el ooncepto de la. percepción como
encontrar signifi:ados biológicamente relevantes, lo que se manifi-e.s~ t.n el prtdominio de ojos, maxi- proceso pasivo, la teorfa que Karl Popper ha apodado «la ccoría ci.ngiJ6n de la memeii, una concep•
1.arcs o garras en1rc los motivos decoralivos de muchas tradiciones. ción que des~c.a l:t. COllS(Wte activid:1.d dd org.rnismo al busca, y explorar és1e d entorno. Los térmi•
No atb<: dud ,. de (lU C. l;a di$uncia <tnm: ta1c..,: r<:or-ía., gcncrnlu r la r i,;.i v.uicdad d <: ci-ca<:icm<:$ i.ndi· nos bajo los cuales 2c2ho de formuhr est:1 teoría deberían indicar al lector que escl bas2d2 en un~
viduales debe prrSCntar cic.rta dificultad para el lector, tamo como me la presentó a mi durante la redac- visión evolutiva de la mente. Yo creo, con Popptr, que tal visión se ha convertido en insoslayable des·
ción del libro. Ko pude yo dcmoscr.u- los trabajos de las tendencia$ psicológicas universales sin ale~ de los tiempos de Oarwin. Aun así, yan parte de la psicología de lfüro de lCxto todavfa lb·a los vcs1i•
(ierco número de ejemplos murnamente independient'CS en much:as panes del globo. Par.i seguir la gjos de w 1a concepción que, en últin,o término, se remonta a ca.si doscientos años ai1tC'$ de Daswin,
argument:1ci6n, el lector debe en consecuencia most.rarse dispucno a dcspl:l.Ul1e de las teorías abstrac- hana hu crorfas empíñcas de John Lxke. Fue Lockc quieo Wttó la •teotfa del cangilón• con su pos•
t2iS a las instanci:i$ concretas ► y comemplarlas, a su vez, como caso; de prueba para las hip6t~is en d.is-
rulado de que la mente del recién nacido debía $tr considerada como u.02 rabufll ma, un~ pitarra
GtJsión. No hay :icsgo de cirf:ularidad aquí, ya que d campo penna.n«.c ampU:uneme abieno para la vacía, y que n.ada podJa entrar en C!:l mente como no fuese a mwés de los órganos de los sentidos.
producción de nuevos ejemplos que pueden SCl"\•ir par.a fC>Uene.r o refutar mi enfoque general. Sólo cuando esw •impresiones scn$,c,riales» se asoci:lban a fa memc, podíamos crearnos un cu:a.d co del
Quiti no siempre hice suficientemente explícito para el lc<:tor:,-> incluso para rn.f mismo, este movi- mundo exterior. No !l;'I)' ~ideas innaus11; d hombre no tiene mis maestro que la ocpcri~nci:a.
rnienco dual. Asl tomo no tengo mucho que lamcnt;1r -hasu a.hora- acerca del capícuJo v.Hacia un Ka.nt abrió la primera brecha en ene edificio teórico cuando preguntó cómo podía la mente ordc•
Anili$is de Efec1os1o, en d que presento la. clave del tema psicológico, as{ tarnbién he ~omprendido, nar ralcs impresiones en espacio y tiempo si cJ tsp.ac:io y c1 tjempo habían de ser aprendidos primero a
desde entonces, que lu: perdido u.na oporrunidad en d capítulo o,Oiseños corno Signos1t. Puse aquí tra\·és de la experiencia. Sin una csrru.ctur.t prcc.xisremc:. o 11Sistc:ma archivadono, no podríamos C'Xpcri•
suma :u ención c:a la «rúbrica" como un depicnto puramerue formal que ra.rameme implica un signi• mentar el mundo, y menos sobrevi\•ir <:n él. Pero por imporu.tucs que fuesen b.s objt(.ionc:s de Kant
ficado carncterfs1ic:o, pero no advertí que rambifo ofre<:c una espléndida ptucb.l de :tqudla ce-ndencia para los filósofos, estaba ran preocupado por fa •razón pur.tlt que jatnás se preguntó O>mo se las arre•
h.iu·i::i b r.nn1 i n 11 d:i.d subn.y:td:l e n el ~ p ítu1o itlmNii:U:lm.('1\tt' ~teo.rior. Dci¡pués d e codo. b, rúbrica glab.m los dem.ts Ol'j:tanismos t -n cstt muodo. ésros eran concebidos, sobre todo, como mccani$mos
surge de la tendencia a seguir un movimiento continuo, dej:1.ndo que se agote gradualincme a sí mismo accionados por oi.insti1uos.. , J>CCO cualquiera q~1e fuese el significado de C$te vago tlrmino, deberfa
en cambios de dirección. haber qucd:ido en claro desde un principio que un :animal debe buscar su meta de forma tan compleja
Sin cinbargo, podrfa complicar el texto con \ma extensión díspcndiosa $¡ incorpora.se: unos s<:gun~ como ílex.ible, evitando peligro$, buscando alimemos, guarida y pareja. Gracias a las inva1igacionc.,;
dos argumentos il rexro del libro. Si alg\lna va se hace prcsenrc cHe caso. cspt-rO qu<: la$ nom biblfo- de los etólogos duran{c las última$ d~cadas, se sabe acerca de las reacciones innatas para las cuales los
gráfie2s sobre la teoría del ornamento y sobre la historia de los eHilos decorativos con.side(';ldos ai$la- animales t'Scin indudablemente •programados. más de lo que el propio D:uwin hubiera poJjdo supo-
damente puedi.n ser puestas al día, Con rodo, me gustaría mcnca:>nir aquí y .lhor.t dos de C$1':a$ con- ner. Hablando de manera csquemátim, con d prop,6si10 de sobrevivir un orgailismo ha de estar «¡ui•
tribuciones, puet.sus autores-, que trabajan en el Dcpartain-emo de Anrig0edadcs Orienta.les dd Muse.o pado para resolver dos problemas bá$ioos. Debe poder contesr.u a las preguntas «(qu(?,. y «(dónde?•.
Briclnico, me h:i.n dicho que este libro había jugado su parte al encaminar su interés hacia un más
:amplio estudio $lbrc la decoracióo, y que les había llev.tdo a dcdfr-a'r exposiciones especiales a diferen• .. En otras palabras, debe a,•eriguar qué es lo que los objetos en su e11corno sig.nifica1) pm 6rc, si algu-
nos de ellos han de ser clas·ificados GOmo fuen res po(cncialcs de nu{rición o de peligro. y en cualquier
ta aspectos de este tema.: /1/ami<" Art & De:sig11, 1500~1700, de J. M. Rogm, Londres, 1983, scguido caso debe adoptar la acción apropiada de ubicación, bllsqueda o huida. E.seas acciones presuponen lo
muy pronto pór Chi>me Ornamml, The ÚJtuJ and rlu D-rag~n, dcjessica Rawson, Londrd, 1984. No que en los ani1nales superiortS y en el hombre ha lkg.i.do a ser conocido como ..m::i.pt cognoscitivo•.
C$ de<:ir, un sistema de ooordcnadas en d que c.1be siu.Jar objecos de1erminados.
puedo imaginar una respuesta rnál halagüeña.
Es innc«sario pl'CCisar que c.n los estadios más bajos de l:a evoloción ~r:as c.apacidadcs no pueden
E.H. G. depender de esa emidad elusiva a h que llamamos conciencia. Ni siquiera en el hombre están asf
Londres, junio de 1984 cmp2rc-jadas. Una de las manifestacicncs mis elementales de nucsu o se.mido del orden es nuesCM sen•
cido dd equilibrio, que nos dice lo que está de pie y lo que está atbeza abajo con re.spo:to a la gravita•
ción1 y, pot tamo, respecto a nuesuo entorno percibido. Sin embargo, sólo somos cor.scitmcs de este
logro cuando no marcha como es debido, y el órgano de este sentido, ubicado e.n el oído interno,
cuvo que esperar que lo$ cientfficos fo de$Ulbrieran y aislaran. Tampoco nuestra respuesta al significa-
2 lnrrod11cci.dll Orde11 y propósito L-n '4 natura/a.a 3

do V3 acompañ:ad:\ siempre: por la plena ooncicncin. Un ejemplo que hc oomencado en otros lubo-arc:s es milado por J:a. psioologta y la filosotl:t de l:t pcrccpci6n. Es f.iciJ ilustrar esta asimem'a por medio del
nuestra respuesra a los ojos. Somos muy sensibles a cualquier configuración que pueda ser imerpreCl.• ejemplo en cuestión. Hemos visto que d simple org.¡,ntSmo dcscrico por Lorenz ap,ende a trav~ de
da cOn\O Oj6.!;, p~ro $C r«Juicrc una bv.cn11 doúr. Je- obt-ervaeión con:;cicncc y de Qd.ie-ttr.unienro para rnli('in nl'S,, :i tm.vh de choq~,e~: pndtmru: inrrrr,rr~rln.'4'. ~m" r,:-Íl,~r.ionrs de l:,. h ip,6~$Í$ según la C\I~
aclvtrtjr la forma cxact:i de los ojos y su posición en las órbitas. L. cosa es percibida, pero no fa fortua, puede seguir su camino. Exagerand'> el caso para mayor claridad, yo idemificarfa la hip6tt:Sis est2blc•
que di6tre según la locafü,3ci6n de los ojos. Estarnos bie11 equipados para nor.u en qué dirección mira cida con d senrido del orden ► y el choque con la percepción. Espero, sin embargo, que el lector no
algoieo y no tenemos dificuh;id en mirar a los ojos de: fas dcmi! personas. Nucstr.t oñemac.ión espa• cierre el libro al chocar con esta formu lación, pues SC!ri considerablemente modi6cacb..
da!, que rige: nuestro movimiento, es igualmente instimiva, pe10 distinta, Debe implicar la 1)4!('((:.P• Sin embargo. si quisiéramos sima.lar las acciones y reaccionef de nuestro organisJ:10 primirivo por
ción de rcl:u.;.iorA.'$ ordenadas rn.les como mis ce~ y más lejos, mis airo y más bajo, conóguo y sepa- medio Je un robot automitico, nc a.be duda de que setía provt<:hoso ptogr:unar a éste para unos
rado, no menos que las de las categorías témpora.le$ de antes- y después, Sin quérér otorg:n demasiado movimkntos ordenados, li.aciéndole ,wan7,ar normalmente en lí1\ea r«ca, y que sólo <.1mbiasc: de
peso a los térmrtos elegidos, yo propondría por tamo una disrinción entre fa ~.rccpción dd significa- djrc«i.6n, ya. fuese temporal o permanemcmcnre, al cqpar con otro objem. t..1. t."lrea se hace más com•
do y la percepción dd orden, Parece ser que estas auegorías hási;as dm.tnpéñan su papel en la gama plicada, pero, como sabcmot, no es in1¡olublc si d robot ha de ser programado parn o:ra func-..ión org.i•
de las artes viswlcs. Es ifühil aí1adir que la. percepción dd significado nunca puede ser dejada de lado, nica. es decir, para una pers<:cución o una fuga, y:a que en C$Ce ci.so el supuesto ~abl~ ido dc:bccl
mas para la (:()mprcnsión d<: la decoración tenemos que preocu{X'rnos inicialmente por la percepción comprender r:unbién ta hipótesis más provecltosa acerca del objetivo móvil. De nuevo consra,.unos
del orden, Es aquí, de nuevo, donde el moderno pensamiento cv::,lucionista ha modificado y enrique- que t"Ste objerivo .se consigue. mejo: a través <le un supuesto de simple continuidad; sj la prcs.1. o d
cido el sistema .ibstracto en el que K3.nt había formulado el probk:ma del espacio y del ricmpo. objetivo sigue moviéndose en línea recta, puede: ser interceptado en un punto calculable del espacio.
Para citar a Konrad Lorcni., el padre de la et0logfa, en lo tocante n este punto: •Incluso la manera Por csra misma raz.6nt el burlar la Fersecuci6n se 001\Sigue mejor con dcS\fiacionéS al azar a panfr del
primiriv:a en qu!! ~1 p11mtmll'("1'm» (u,,o Ar ln.<. i,,fou,n".a) em¡)~ o,ft un:r :rrri6n St.1tsb y:m1t" t:11:: rn.-it'I t:h~ CU.l'$0 pronosticable. La criatura a la que se da caza iigz.aguea y retro«de para librarse dd pe,seguidor,

con un obscl.cldo, primero retrocediendo y después Jl:adando hacia adelante en otra dir«dón detcr• y oon ello su tra)'ecto resulta me.nos pronosticable.
minada por accidente, sugiere que ..sabe" algo acerca del mundo txcerno que puede ser descrito, lite• Se recordara que \'v'illiain Hog.a nh trató de explicar nuestra supucs~ predilección por su •líne.a de
ralmente, como un hecho ..objcti,·o". Obic~ signifiC3 lanul'$C (:(:ntra algo, y d "'objeto,. es a.lgq que es bellew. la Unea sinuosa, con rcspecro a la conducta animal: • Esta afici6n a la pc™=c•ción, merameo•
lanzado conrra nucsrro avanct, el algo impcnetrnble con d que chocamos. Todo lo que d parama~ te como t.tl, está implantadi en nuestras narnralC'l.aS, y ar.i destinada, sin duda. a unas fin:\lídades
cium ..sabe" ace.ca del "'objeto,. es que ~te impide la continuac.i6n de so movimjemo en una dirección nccesañas y údlcs.• Bien pudo habtr esr.ado en lo cierto, aunque yo e.reo que estropeó la cues1.ión aJ
particul:n, y este "conocimiento" equivale a la critica que nosotros _podemos ejercer desde el punto de pasar con dem3$iada ~pide1. de la biología a la escética. Oc codos modos, en dl3 fas.e no me preocupa
visra de nuestta visión, mucho mú rica y detallada, del mundo. Cie.rco que podríamos aconsejar a la la eucstión dd placer, -sino el instinto «implantado en nuesLraS naturale-at$, y..• de$tÍnado ... a unas
criatu(3 el movcrs,e en direcciones más favorables que las que elb tomó al azar, pero lo que ella ··sabe,. ftnaJjdades ncccsari\\S y úcilcs". Esce ordcmado marco de referencia, que por sf solo fOSibilir.1: al orga•
es, pese a todo, bastante ex.1.cto: "el camino en lín,ea recta está cerrado'".• nismo el bu.sear y evitar objetos, es lógicainence anterior a los es-tímulos lndividua.l<-S ante los cuales
He citado C$lC texto tan vívido no sólo por su tnfasit en la. n:cesidad de una orientación en Clt.J.1· reacciona.
quier fase de b vida org~nica. sino t3Jl'lbito como ejemplo de la necesidad de drcun5J>OCC.ión en csu.s Es aqul donde la metáfora del «1eflcc1or• cobr.1 toda su milidad, ya que nos rccc;micnda fa activi..
cuestiones. E.micumcntt hablando, como Popper nos recordarú y Lorem sa.be, las reacciones de la dad que es inseparable del modelo más primitivo de l.a perccpci6n. El organismo debe sonde2.r el
criatura no sc Lo.san en conocimiento, sfoo en hipótesis; de.K:ms.m en el supuesto implícito de que d entorno y, como si djjtramos. debe comparar el mensaje recibido con esa dc.menral esperan'ta de
obje<o contra el que chocó ha de continuar fi jo en tl mismo punro. pues de lo contrario un cambio regularidad suby.i;ceme en lo que yo denomino el se.mido del orden. Los métodos que surgieron e,n la
de rumbo podría hacer que el anima.l copase con el mismo obstáculo. Es innecesario aúadir que ,el tir• cvolucj6n cons1iruyen legión, pero todos cUos tienen en común d hecho de que atnpl.ían la facultad
mino •hipótesis- es utilizado aquí c:.n un sentido me.nos especialiudo que en la invcstigacióo científi• de anricipación de la criamr.1. El organismo primitivo de Lorenz ha de C'Spttar hasia. chocar con Jas
ca. Su u.so ha. sido ampliado porque algunos estudiosos de la percepción han encontrado ut1a estreeha cosas. El semido cspeci.altzado da la debida ad\·ertcncia pan esquivar o perseguir. Los murciflagos
scmejan1.:i i!:Olrc el progreso del conocimiemo en la c.:iencia y la adquisición de información a lo largo encuentran su camino en la oscuridad, soslayando los obs!J.eulos y buscando los ins:ctos que les sir..
de la escala de la evolución. «Pensamos en 1~ J>Crcepci6n --escribe Richard Gregory en E¡t and ven de presa, por medio di! una esi:ecie de dispositivo de sonar. Emiten chillidos· dirigidos uhrasóni•
Bmin- como proceso aCti\'Ode utilización de la i.nformación p3ta sugerir y someceJ a pn.ieba hipóte- cosque, al r<:botar en la materia sólida, señalan al animal la. ubicación y movimienro de lat C0$3$ que
sis.• Este es el enfoque que eJ lector f!ncom:ra.rá .1 mavés: de cs1e ljbro, aunque mjt ideas de juvcnmd se interponen en su c-ami11.o. «Los murciélagos de herradurn -leemos- chillan a través de la nariz.
han sido fertiliu d.as también por ocras escuelas de psicología. en especial la de J. J. Cibson, quien ha in.~ producir un hat estrecho en una frecuencia cons1.1nrc, que puede ser proyectado hacia adelante y
repudiado esta terminologia, al menos en lo referente a los pro:aos normales de pcrccpc,ión visual. atrás como un reOect0r ... Al mism<• tiempo mueve sus orejas hacia atrás y adc.lance, tlremarivameme,
Por suerte, puedo remitir ahora al lector :il libro reciente de J lric Ncj$$Cr, C.ognition and keality sesenta veces por segundo, oomo buscadoras de dirección.• Toclnía más impresionanre es d dcscubri•
(1976), que se basa e.o la co1wicc.ión de que «tanto J. J. Gib.sou como los 1eóricos c.ntregados a probar miento de méuxlos pa.lpadores uiili1~1dos por cienos peces eléctricos mediame un dispositivo seme-
las h.ipóu:sis cstin en lo cieno en lo que se refiere a la percepción,. jante al r.ada.r: el O,mnarclms niloricus •·emplea su campo eléctrico como mecanismo de una sensibili•
Sin embargc, al bu.sc.1.r la a.n:tlogfa emre (:()rtocimiemo biolOgico y la lógica dd dw:ubdmiento dad incre.iblemenre fina para Ubicar obstáculos en su camino (.• .] o para. e.noomrar su orienración en
cicmí6co, me apoyo más cxplíciramcme en la met0dologfa de Popper que cualquiera de los autores grietas, tanto dcu:is como del.anee. Utilizando el mismo equipo puede localizar rambién sus presas,
citado$. Por consiguieme, d lector obsc:rvar6. que lnsino menos e11 la vc.rificaci6n de una hjpótcsi.s que detectar a sus enemigos e incluso re-conocer a ouos miembros de la espe.cie, por e1emplo, á u11.a pareja
en su «fuJsiftcación-. o refutación. Popper me ha convencido de que una ti!:óría jam.is puede ser C$.ta~ potcnciaJ .....
blecida con ccnC?,;1; por ejemplos confirmativos, cualquiera que S<'a su númcxo, y que, en c.1.mbio, pue- Sin embargo, d c.jc.mplo de esta criacura asombrosa no se limita a <luplic;ir lo que ya sabemos acer-
de ser derribafil por una sola observación qtte l:.a des:ipruebc. Me avcmuro a pensar que lo que cabria ca. del 1nurclélago, sino que nos pe:mite profundi1,."'IJ' en pos de la comprensión de ese vínculo entre:
denomin.ar asÍJ»errla popprrinna cut.re con6rmación y refutación toda.vía no ha sido plena.menre asi• pcrcepció1l y orden que yo tanto desco ilus(rar. <1Aunque es usu;;t.l comcnrar que el GymnarrÍJttS cmpJea
4 /nmxlurcidrr
un r.idar, este uso de un campo décuico poco tiene en oomú1l co1i él ( ... ] el campo elécuico fucifüa
información mo:liamc la dlstOl'$ÍÓO de sus lineas,,. Por excepcionil que sea este curioso dispositivo, a
mf me part'OC que ofrece una ilustrllción pcrÍN.-'t;); de ki :a,i.mctría popperi;1.n3, <ti \ISO al que nueuro i;cn.
tido del orden debe atender en el aspecto de la supervivencia, y.a que permjce al orgrmismo dC$Ctlbrir
desviaciones respecto al orden, distanciamientos de ;i.quella norm~ que de alg,in modo está codificada
en el sistema nervioso. Sólo ahof':l estamos empci:mdo a comprender hast.-i qué punto nuestra orienta~
ción en d espacio depende l2mbién de tal norm:i. úbría denomina.ria nonna de los aspectos cam~
bianccs. Fue J. J.Gi~n quien, por encima de todo, llamó la ater.c.ión sobre el orden oculto implícito
en las uansformadon(.'$ que cxperimeruamos al movemos por el cnrorno. Tanto sj estoy st11t.:t.do ante
mi mesa como si doy vudta a un libro oon mi mano, ti flujo de infonnaci6n visual que recibo b.:i.nar.i
para hacerme percibir la forma •invariable» de la mesa. o del Libro a t.rav6: de las melodías del a.mbio.
S61o si esta traruform3.ci6n leg.íti1ni dejara de ocurrir, si la mesa se moviera por sí misma o el libro se
cncogic.ra e.n nurstr:a mano, r«.ibi.r(a.mos una sacudida. El signiJicado que est.11 txtcnsión de nuesrro
sentido dd orde.1 puede ccner en la tcorÍ:I del di.scfto dcoor.-tivo S<t.i «."(>mentado eo cl lug.ir oportuno.
Aquí me servirf3 de ayuda, ante todo, definir mi pOSfOr-2. respecto a la teoría de fa Gcsralt de la visi6n,
a la que debemos tan importantes profundli.1.cioocs en la ¡>er<epc::ión de patrones y a la que, sin
emh::ireo. se le :urihuye t'n grnr~I 1~ ru•·l'Hithd de una rcvisi6n.

2 la troría d~ {a Gmalr

la teoría de la Gesmlc füe la primera de la percepción que se opuso sistemáticamente .:i la ,ctcorfa
dd cubo~con S• registro pasivo de estímulos. Negó la posibilidad de u.11 •ojo inoc-cme- que yo com•
batí con tamo etfuerLO en Arte e ifr4sió11. No pode.rnoo: Yer ne(.'\mcmc ninguna configuración. por as(
decirlo, porque i:a tabla en la que los sentidos escriben sus mensajes ciene dert'2S propiedades inhercn~
tes. Li:jos de dejar intactos los csdmulos que Ucgan a ella, los coloca en UO.l$ ranuras predrtc:rminadas.
Hay una tendencia obsen<able <'n nuestra perccpci6n respcC"tO a las CQn6gurac:ioncs simples, las líneas
recrns, los drc:ubs y c,cros órdenes simples, y tenderemos a ver ralc.s regularidades mis que fas formas
.al azar en nuestro encuentro ron d caótico mundo exterior. Tal c:>mo las limaduras de hierro esparci•
das en un campo m3gné1ko se ordemt.n .siguiendo un patrón, loo impulsos ne.r.-iosos que Ucgan a 1.-t
conaa v¡sual escl.n sometidos a ÍUerul$ de arracción y repulsión.
La hipótesis 1hcrnativa que propuse en Arrt e ib,silm convergió, oomo dije, oon una explicación
propues{a por J1tlian Hochbcrg. Es una apelación -:i_l uso que podemos hacer del c,rdcn para el descu•
brlm.iento de de.•wiacioncs. Imaginemos un hombre que, a oscuras, tr;i.ro de com.eb'Uir infonnaci6n
acere.a de un emorno que no ve. No ta.nre:mi ni se moverá al :12lr, sino que urili1.ará cada <lescubri•
miento para fom1Mse una hipótesis acerca del significado de sm hallazgos, hipótesis que los ca.intos
subsiguientes ll)ud:i.rán a. oonfinnar o refot.:ir. F.I primer supuesto, ca.si automático, e.1\ el que proba•
ble.mente actuará es e.l de aquella hipótesis de una relativa. estabilidad de objems que debe gufar cam•
bién los movimiemos dc.1 organismo inferior (o del robol más inferior) antes descrito. En una sicua·
ción de pesadilJa, en l:a que cada c:'U'3Ctc.rfsrica del entorno cambiase. silenciosa e imprcvi..siblememc.,
<le forma y lug..r entre sos c.·tmeos. $C vería obligado 3 darse pcr vencido. Pero si e1 entorno rcvd:l
alguna regularichd que descubrir, su única estraregia sería fa de poncrfa a prueba mediante órdenes de
su propia crcaci6n, modifie1.ndo sus intentos en un;i. progresión de configuraciones dC$dc las sencillas
hasta. las m.ás complejas.
Adoptando una nueva orie:ntaci6n a partlr de la me,odología de Popper c:n la in,.,cstigación ciendfi•
ca., yo argumcnlé lo siguiente: 1oSin ningún sistema inicial, sin un primer supuesto al que aferramos a
menos que se:i desaprobado, bien podríamos despojar de codo "sentido" los millares de t-sc:Cmulos
ambiguos que r:os llegan desde nuestro mcdfo ambiente. Con el fin de aprcnde:r debemos oometer
errores, y el cnor m:ís fructuoso que la naturaleza hubiera podid:, implanra.r en nosot.ros scr{a 1:a pre-
sunción de una. simplicidades codavfa mayores que las que prc:bablememe hemos de encontrar en 1. Do! gorros dd atuendo popular eslo\·ac::o. siglo XIX. Oxford, ooleccjón particular. Vbse pá~ VII, 73, 159.
111. ºlC:jido de con.e-a de Tongatabu, iilu de fa Anüstad. De Owen
Jones, The GrnmmarofOr,u:mt:m, 1856. Vétsc pág. 51.

íl. El nido del pijaro de glorieta. Vmc p~. 6.

IV. Tejid o pcrua.110, siglos VI.XI. Museo Británi:o, Londres. V~asc págs. 72, 82, 292, 301.
I

V. Detalle de alfombra pe"" S= Ushak. h. 1600. Mweo Mruopolitano de Ane, Nueva York, Vta.se pigs. 73, 78, 190, 292. VI. Mirador de Lind."aja, Alhambra de Granad., siglo XIV. Vtase pág,. 95, 157, 164.
IX. De M. E. Chev:cuJ, Tht lAws if C,,nmm if
C.wur, edición inglesa, 1861. Vtasc pág. 142.
VIL La cruz de l:<wonb (ligcnunemc ampliada),
anglosajo1la, h. 600. Museo As:imole.a.n, Oxford.
Véase pág. 196.

VIII. Pnmrn.,c;;tlcidoscópicos. 1/fasc póg. 151. X. Det.,llc ~e la n\nic, del Drngón lmpcnaL Oúna, finalcs del ;igio XVlII o inicios dd XIX. Viaoria and Albcn M-=, Londres.
V<'ase p.1g. 241.
Orden y propósito m ia ,u1trm1/n,a 5
uombroso mundo nocstro. ClUlquief'3 que pueda $Cr el sino de la C$éuda de ..1 Gescalt en el 1
e:Sle
campo de la ncurologfa, todavía purde mostrark 16gicamcnte con:·ecta al insinir en que la hipól·e.si.s
d,. l:i .~implieid-:id nn p,.,,.J,. ~,.r :iprt'utli,b. F.t. d e((lr lurgn, b 1'mie:i rondición b,jo 1, cu:al p<>d1,1n1ot
aprender algo.•
En Aru t il1'si6n me ocup~ priücipalme,nc de dos aspotlos de es1e proce.~o de aprc:.ndiiajc. Tene•
.nos tendencia a sondear tanto d mundo rttl como sus rcprescnradonts con una hipOtcsis de regula•
ridad qt1e no es abandonada a oo ser que sea refuc.¡da,. Nucsua in.aocra de \'er el cido ► :1 vacío infinito
sobre nucscras cabc-m, corno sí fuesen un;t Cl~pula o una bó,..eda aplanadas es 01\ ejemplo de taJ hipó~
resis irrefutada. Damos por supuc::sto que en él la$ c;scrella.s se encuemran en un plano tn ángulo rece.o
con nuc.'itra lín~ de visión y oo hay nada que saque de su error a O\lelirJ'O ojo. E.srabkcc1n0$ rambién
d mismo supuesto para un delo reprcsenaido en un cu2dro, y de hecho pa.ra c.oalq11ier figura cuya
silueta S(' recorte en d horizonic, pero por importantes que .sc.10 estos sinrom:lS de la.s aclividadcs rcla•
c-ionadas con la percepción, el tema de Arte e ilusidn exigía mayor fofasi.s en d orro ekcto dd princi•
pio de la simplicidad: su papel en la reprcscmac:ión. Es sabido que la \'ariedad del rr.undo vi.tibie se
reduce en los esquemas que suelen $C.r dd'O'itos como •imágenes conceptuales•. Yo inrerprcté esrn.s
t. imágenes oomo modelos mínimos de los objetos que pretenden reprC$:Cntar y dtst3t'jué en uxlo el
libro que t.llacer viene antes que comparara. es decir, el esquenta mínimo ts constru.ido antes de ser
modificado. o corrq;ido antes de c::01':'l.parí.rsclo con fa fffiida.d. Si se me pidiera que rtunicst la teoría
$Ubyaceme en este libro CJl ulla fórmula similar, seria la de que el ta.meo vienc .linte$ q~c Ja ca.praci6n,
o la blt.squeda ames que la visión. En contraste con cualquier teorfa dcJ cstimulo-res:,uestJ., desearía
señalar la neccsid;id de comcmplar <l organismo como un agente acrivo que hlL«:a dentorno. no a
ÓCb'3S ni al a1~1r, sino guiado J)Qr su iuhercntescmido dd orden.

3 Los pa1ro11n de la natura/a.a

En el estudio de la representación, fa tendencia a construfr fonnas simples sólo rt:¡uiert atención


como fondo de su inodificaci6n suh$iguiemc. Us formas y pauones d«or-.uivos q ue conStÍtu)'en el
tema de em: libro :uesriguan el placer que siente el hombre al cjcrcicar el senrido del oKleo h.1ciendo y
comempl:mdo simple$ configur-;iciones prescindie.ndo de su referencfa con et mundo mrural. El mun•
do que d hombre ha hecho para sí es, en general, un mundo de simples fo rmas geom~uicas, desde el
libro que mi lector tiene en sus manos hasta casi todas las características de nuesuo cmorno artificial.
No rodas escu caracrerisñcas fuero n creadas en aras de la belleza, pe.ro codas ellas destacan ante 13 pla•
cem<:ra macolanu de nuestro entórnO natur.al.
Tan profundamente arraigada está nuestra tendencia a oontCl'Uplar ti orden como marca de una
mcme ordenante. que reaccionarnos instintivamente con :idmiración ~da vci qtie percibimos regula•
ridad en el mundo natural. A \"ects, ;al pasea.r por un bosque, nuesuos ojos se siem:n atraJdos por
unas: $Cl3S dispuMas en drculos perfecto$ (ilus(raci6n l). El fo lkfore los denomina corros de had:,.s o
de brujas, porque pare<:e imposible que semejante rcgula.ridad se haya producido por casLm.l.idad. Y,
efccriV.lmenre, no ha sido así, -1.onque la explie1c:ión de t2I fenómeno diste de ser sencilla. Pero, ¿qu6
es lo q ue nos sorprende en realidad? ¿Acaso d mundo namral no exhibe numetosos ejemplos de regu-
laridad y simplicidad, desde las estrellas en sus trayectos hasta !:as olas del mar, la maravilla de los cri_s..
tales y, más arriba c:::n la escala de 1-a crc.1ci6n, hasta los ricos órdenes de las Rores. las conchas y el plu•
maje?
La breve respuesta a este problema complejo e5 que en la naturaleza surge el orden Clui,ndo las leyes
de la física pueden aauar en sistemas aislados y sin mutuos estorbos. No nos sorprende \'er 13S ood:u
circulares que se forman en un cstan~ue después de arrojar en él una pied.r--1. Sabemos que d :agua es
uniforme y que d impulso se despl~ uniíormememe en todas direcciones a no se: que haya obs•
t:kulos u ocru influencias, por ejemplo, una COrTience o fa bñs:.t, que compliquen progresivamente el
XI. Detalle dr un e2pi1. Mi/Je.,fku"hecho para Felipe el Bueno, duque de Borgoña, en 1466. Hi.norisches Mus<um, Berna. Humacíón l, orden h.uta que éste Uegue a cludi.r oo sólo fa percepción, sino incluso la c:ompmacióo. Lo q ue llama
Vw,. ~ . 159, 232.
6 /mrodu«i6n Ordm J propdsito en !a 1utr11m/aa 7
nucsm acenóón en d circulo mágico de las setas es. precisamente. la pre.senda inesperada de orden en pcogreso.s. Evidcntcmence, la cultur.1 puede ob(ener VélH'ajas análogas a parcir de fa crt.tci6n de órde~
lo que par«c ser un entorno de il'1oontablc.s fuerL.aS que se lníluyen enue sí, d baturriJlo al a:uu de l:i nes qoc: surj.an por .s( mismos en eJ proceso de la evolución. En <:ualquier lugar, la misma itnprob.lbili•
1ierru. numrnl con $\J.$ lüli.lloo de a.g.u.a entre t".I muggo. ~U.$ r.:'lk,r.t rc,t<:m:id;U: y $1.1.$; hoju: cJcla¡:. Sólo un ,btf <1-t- b r~'l.lh.rid:i.d Sl•rgld.- por ~.-.-idt•nrt• pnrdr srrvir como pwHO de p~nid11 p:u'2 l:t ""Mi.z;,,ci6n.
agente mágico -y ést-a. es nuescr.l conclusión- podría imponer orden t1'1 una confusión r.m dispar. Vamos a ,om:ar una de las aplicxioncs más cxtcn.sas dd patrón, y posiblémeme una de las mis
Dicho con otras pafabr.u, es cl conmme entre desorden y :,rden lo que alt:tci m1esrrn pc.rc<:pci6n. antiguas, el mm.aje, o incisión de. cicatrices ornamenmlC'S. F.stá claro desde un principio que e.seos cor-
Hay an1plias pruebas de qtie este principio fe aplica en todi fa naturaleza viviente. puesto que los res ordenados difieren de las heridas rtcibidas c-.n combate. E.se.as líltimas pueden ser lucidas rambién
diseños dist.intlvos exhibidos por In flora y la fauna dc.l mundQ .$ugi1;;,ren que debe haber cierra vemaja con orgullo, como lo eran, o tal vez todavía lo .son, por los estudiantes dudisw de. h.s univcrsidadC$
llu.smci6n 2.
para ti organismo en la .ipa,rici6n de ciertos parrones visibles. l:.st0$ deben de haber surgido de presio• :llcmanas, que las ostentaban conl.O inafC3s de su estatus. Sin embargo, ni siquiera d más ritualisra
1\tS C\·olutivas: que fuvorcc:ieron a los portadores de cfonos ripcs de distintivos. Es bien sabido que hay
dos tendenchs opuestas, y ambas .son importantes en nuestro contexto. Hay el patrón del camu.Aaje,
1 duelo :a sable da como resultado unas cica1rices regulares......L:t ~egulari<lad c-.s un signo de intei,ción, d
hecho de que ha>• repetidas muesrr3S que $0n rcpcribles y que pertt-1\e<:e.n .i la cuhura mis que a la
destinado a h:.accr que la criatura sc-.a i.nvisible pua sus prcJa¿OrC$ (ilusrración 2), y hay las marcas o n-:mir:tle1.2. Las dcatric.es de esta índ-0le pueden convcrcirsc e.n lU) .siscc1na oomplejo dt marais criba.les
distintivos que la hacen conspicua (ilu.scr.1;ción 3). y llignos sociales que indiquen rango o cacegorfa de ona manera ambigua (ilustraei.Sn 4). l'a.mbi~n
El patrón dd camuflaje i,nita uüa distribución al azar de elementos como los que se dan c:oo frecuen ~ '~ - pueden líer urili?..adas ~Y.l.ta dccoraci6n sin ningún motivo ulterior, para exhibir d e.u.dado y Ja a,en•
cia en d hábit':tt de la especie. Tiene el a.sp««> de una djstribución corriente, al azar. de picd.ras. arena o
ramiw, .si.n ringuna l(nea o pet61 que delate al animal coando é.$l'e se inmovilrt.á anee d fon.do apropi.1do.
...
llunnc:ión 3.
ción dcdic.1dos al cuerpo ;isi marcado. Son formaciones que repiten y est.1bifü.an la xdvidad de una
me-me eonstruCliv:a.
El artista dch:amuílajc im.ici este procedimiento cuando reúne :os r.ugos caracterfstioos de un entorno y Los anteriores csmdiollos dc.l orm.mento y de los comien1.os del anc se preguntaban a veces cómo
IM nl t.'l.t:l:. en b.t mi.tm;¡s d~is El h im ,I~ e<te rruc:o C'.n l:a 11:amr:tle,~1 )' b euerr.a ~ue:ic-tc que, al rcgistr:tr el podía llegar d hombre a conseguir d erado dt abslracción que dios SUJ>Onían inherrme en la cons•
mUJldo en b~sca. de novedades, pronto aprendemos a :aplicar u11;1 ley similar de promedios. Miencra.s la trucción de una línea r«ta. Incluso aqud g.t.tn i1lvc-.stig.ador dd arte tribal que fue Franz Bo:.lS, tan
fi-ecutnci:.t y b. distribución rdarivas de las caractcrfnicas no cambien, no rcgistra,mos novedad. bocn conocedor de la .satisfacción dd hombre al 0011.seguir la maestría, toclav(a se prq:unrab:a por ~é
Esra observación se extiende mis allá del dispos-itivo de camuflaje de cu:alquier clase de di.scño que los elcmcnu>S geométrioos .se dab:)J) con ra.n(.l; Frecuencia en el orden del bombrc, pue.sco que, como él
h:aga uso de demcmos al azar. ya fe r~te de una superfide moteada. de puntos oolorcados o dt un decía: "Son de tan rara existencia en la namrnleia, tan raros de hecho, que a.penas ticr1e1) la oportuni•
,ejido de meJ.clilla. B grado dcJ azar puede ser comrolado ho) mediante ordenadores, y ocperimemos dad de imprimlrse en la meme.io
realiu.dos 0011 estos p:moncs al aiar ha.n con.firmado lá sensibilidad de la mente rcsp«.to a los prome- Li conclusión :a la que se nos lleva sugiere que, prccis:amente porque CSt:1$ fonn:is son tan raras en la
dios. En esteaspcc:to, incluso el desorden es experimentado como un orden. naturaleza, la menre humana ha elegido aqueUas manif('Sracioncs de regularidad que son, idcntifica.l>le.-
El principio de las n,;uca.s: conspicuas pJantc:.1 una tcmitic:t diferente. En muchas situaciones, la -méJHC. producto de un:a memc controladora y así destacan en la casual mc-u:olanza de h natur.i.lcu.
supe.rvivenc:U. de la especie dependerá, evídentcmem~ de que sus miembros se rcconouan entre sí No puede haber duda de- que ad es. ¿No C-xpcrimentamos cada vez más d contraste corre li
pan alimeowse, acoplarse y formar grupo.s. Por ranro. d di.!Cño del>(: destacar clara y visiblemente, moderna vivieJ1<la humana. con su pa:rilla de calles y sus edificios como cajas de cerillas, r la campiña que
comra d fondo. Sería totalmente improbable haber llegado a (J por c:uualidad. Los colores luminosos la circ:unda? Sin embargo. ¿tiene este contraste algo que vt:r con el tema. de este libro, que es el de la
y las pautalí ccgulares de las flores que deben .señalar su prcsenci-a a los insectos polin.izadores, el rioo deoor.i.dón? ¿No ts la preferencia p<1r las línc:as rect:.lS y las formas ttgularts una. o.1esri6n de convc 4

plumaje urili1.:ado por las aves e1l exhibiciones tales como la de la cola dd pavo real, J:as formas dis· nicncia mis que de creatividad? Sin dud:a lo cs. pero también creo que el contraste emtt r.tcionalidad
tinrjvas de les picos idenúficables por las :ave-s jóvenes. ha sido todo dJo descrito como configuracio• )' creatividad es en eJ fondo fu.lso. Veremos que fue Ruskin quien nos legó esta oposición entre 1a
nes de alta improbabilidad, es de<:.ir, de aho Válor lnform:.1óvo. indómir:a exuberancia de l:a \•ida y la mucna perfección de la ingenierfa. Sin dud3, su honilidad con•
Visto baj-0 esta luz, es tal ve¡ un poco tnC1lOS sorprendenn: que cierta clase de real confección de rnt. la máquina le alertó acc,01 de un problema vi(al que ningún csrndioso de la om:1memación puede
patrones pu~a ser ob$erv:tda ,ambién en d mundo animaJ. F..I diminuto pija.ro de glorieta prepara un omhir, pero creo que también le ccgO rC$pecto a la relación entre los órdenes racional y orgánico. Una
cscenttio pm su cortejo nupcial (lámina color 11). Despejad mi.smo qlUtando hojas mu1;;rcas y otros vci que comprendamos qué: ventajas obtiene el hombre racional de la aplicación dd principio d;i;
despojos, y h adorna cada día con hojas tiernas de árboles sdccc.ionados, que corta con un pico qut .simplicidad, de .su preferencia por las líneas rccw )' las formas geométricas cstandari.za:fas. tal \'CZ estc-
tiene forma de sierra par.a realizar esta funci6n. Esw hojas son dispuestas con la cara rn2s dan :a l:a 'mos en mejores condiciones para. estudiar la aparición de una conducta anáfoga a lo largo de toda la
visra, y si se i1wicrrcn, vue.lve a colocarlas debidamente. Con Er-ecu<:ncia, agrega frag1nentos de conch:a CSQla evolutiV3. Ya no nos asusta utGz.ar tn estas cuestion<:s aitumentos tcleológicos nj p1egumar por
de caracol. Oc este modo,·el lugat <lesr:aca en el mundo a1 31.lr del hábitat usua1 del ave, como señal 'qué nuestra constitución mental &v,>rcce fa simplicidad. ta.lllo e,, la percepción com.o en la'dabor.t·
para atraer a la hembra, Crea uo islote de orden que oonesponde. en c.l reino visual, a la llamada ciOn. Si estas ,endendas no tuviesen \1.11 fuene valor de supervi-..-encia, no b.abrfan IJegado a form;ar
ca.racteristicacon l.a que el pájaro 3compaña esra exhibición. ~ne de nuema herencia otginica.
Utifüo a propósiro l::.1 comparación porque los biólogos han $ubrayado hace tiempo que la rcgula.ri<:bd 11Wtraci6n 4.
de los grims de l0$ anim2les no sólo cumple la ñmción obvia dt Wl2S señale:$ espedficas de identifictción
pata cada especie, s:ino que :.tdcin:is sirve para disipar los ruidos osuales que puedan infecrnr el aire. 5 La geome1ria á,I montaje

lntuitivamenrc) C$fÍ da.ro que hay tipos de simplicidad que se unen con facilidad <le montaje. l:.s(e
4 Órdrnes ;imJti-tos ptincipio no qucd,. menos demostrado en la pared corriente de ladriUos- que en d cri.sral resulrnmc de
la a.pifiada rcunjón de moléculas idénticas. En el mundo orgánico CJ\COntramos esto• constiru)'emes
Siempre hay algún peligro en el CSlablecimicmo de analogía.,; cmre namraJc-1.a y culrura, pero erco e.sra.ndarizados en la formación cdulu, o en las unidades de mayor ca.ma.ño que conniruyen un c.rir.o
que en este aspecto, como en cualquier otro, l'ales peligros deben ser afromados si se quiere conseguir de mar (ilusu2cl6n ;), una gninada o una. mazorca de maíz. Muc.hos de c.~tos montajd:, además, tam•
8 l11trod11uió,, Ordrn y prop6slr() en la ,m,"ralatt 9
miento causado por ena monoconfo. Cu:indo ocurre lo que cr;i de esperar en nuesuo c:-ampo visual,
dejamos de prcst:ir atención y la. disposici6n se hunde por debajo del wubral de nucsui conciencia.
A este 1C4pc,.lv, la uucv;t JiK ipliu.t i,nd«tu.il Je la 1cu1ia Je l;t in fo rm:;I<;ión parece contener mayo•
rts: prorncs.u pani la psicología que los primeros informes de la C$<:uela de la Gesra.lt, Y3 qu(', en esta
técnica de los ingenie-ros <le la oomunicaci61l, la i11forinad6n es medida por su grado de imprevisibili•
dad, en ca.neo que lo esperado se convierte en su ttrminologfa en lo «redundante». Es mucho lo que
podemos n.1_,render de « te enfoque. pero es mejor que dejemos la di,scusión de sus d:ficulrades r&ni-
cas para un c.1phulo posterior. &semi. con decir aquí que debemos estar aJ tanto de b identificación
de lo sencillo con lo probable y re\iundanrc. Veremos que el pavimenro enlosado no es ni inis ni
rnenos probable, en cualquier sent:ido mensurable, que d pavi.memo irregular; sólo es consrru.ido con
ina.yor fuó lidad y por tanto es recordado.
Pero <:ualquiera que sc.1 d an:ifüi, de la diferencia entre lo regular y lo irrcgub:r, finalmrme dclx~
llusttadón S. E.ti;::o de m:u. mos poder junificar d hecho más básico de la experienci:a estética, el hecho de que el ddei,c se
encue11wi. en alglín lugar entre d ahnimicnto y la confusión. Si hl monoroní:.t dificulta fa atención,
bi~n demue9un la.s ventajas del principio jer:irqui<:o: unicbdC$ :igrupad:.t5 para formar unidades un cmp.:i<:ho de novedad sobrecargad. d sistema y hará que abandonemos; no nos sc.n~imos inclinados
mayores que, a su vez, pueden encajar f,kilmence en un todo~ mayor t.:imaiío. a anafrt,a,r el pavimento irreguJar. & <lifere1He lo que ocurre con jerarquías que podtmos dominar y
Tn,ch.c: t".c:r::.. Vt'n~j::..t inherentes :11 l:11 esr:tncl:iri7:ieilin t".C:r&n :i tlic:pnsiól.m rf,,.I hnmhr~ ~rw-,,:i.c: h rt" icr r«Qn~rruir (limina 3). En ettaf ditj>(>.$icioo« podie1't10!l <lar lo s u bordinado como lcídn n1icn1rq,s nO$
muestra dispuesto a pl:i.nifica.r sus acrividadcs por tcapas: primero fub ricando ladrillos, dtspués oor~s- concemnmos en las formas más grandes. La mis1na facilidad de reconstrucción n<M permite conti•
uuy(ndo la ¡>a.red, y, finalmente. poniendo un 1cjado a la casa. Esta secuencia planificada exige una nuar y disfrutar de esa unid.:id en 1.1 complejid2d que .siempre ha atraído a los pavimenrisras y orros
cierta organh.:ación. Lo que los griegos de.nominaban «muros ciclópeos.. eran construido.s con bloques creadores de patrones.
irregulares, oda uno de los cuales había de ser colocado en ut1 siúo en el que llena.se un hueco (ilus- Hay muchas formas rel,ati\<:t.mente simples que pueden ser reunidas o jumadas de dife,rcmes mane-
tración 6). )' lo que llámamos o:pa\ imenro irregular» está compuesto de 1()$3.$ irtegular<:'S que han de
1
ras., oon d resuh-:ido de con6guracioncs novedosas: un ejemplo trivial al respecto($' el ;uelo de parquet
ser sdeccionacl3S a medida que adela.nc.1 el trabajo (ilustración 7). Pt1cde halx.r mayor encanto en csro cr1 el que los listones rccra11gularcs !e en$3mblan formando lú1e.'I.S en i igi3g (ilust:racón 9). Tambii n
que en las Jo,as regulares oornpradas en un comerc:io de matuiales: pan fa consrrucci6n (ilustración aqul la naturaleza demuestra la varK:dad y, de hecho, la infinidad de configuracio ntS resulta.llt(S de
8), pero vale ...a pena considerar las vent.ij::LS técnicas de e.ste último método. esta reunión de clemenros, con los crista1d de nieve como la más variada y asombrosa, a.unque su
Nuestras l,)Sa.S prefubricadas y es(.1ndari.zadas son intercambiables. Podemos tomar cualquiera de la be.lb.a no fue dcscubicm1. haS'la que fue posible estud.iarlos bajo una lupa (láminas 23 y 24). Veremos
pila y tambi,fo podemos con~r y ve:r cu.ántas necesitacemos para cubrir un í r<."3 <let'enni1t.ada. fü1 cam• muc.hos ejemplos de cst:as e.uructu.f"'«S jerárquicas disct'\adas por d hombre y que ilustran el principio
bio, hacer un J>avimento irrq;ul:ar puede stt m4s diverddo; sc..cccionar la pieu apropL1d,;i. y con.sm1ir de •unidad en la diversidad• que: siempre ha sido relacionado con las configuraciones enfocas.
una red de junturas de aspecro agradable tendrli más enc.¡mo que el émpacrilfado regular de las losas. De.be haber, pues, un vínculo enrre focilidad de conslruccióu y facilidad de ptrcepción, un vínculo
¿Por qué d campeón de la irregularidad oondena :i e.$te lÍllimo por triste y monórono? ¿No $Cr.l que justifique a la vci el tedio de los patrones monótonos y el placer que podemos obc:ener a partir de
porque puedt ser capeado con lanta facilidad que deja a nuesrro prOOC$0 ¡xrccptivo sin suficiente C'OJtS(ruCciones más intrincadas. de configuraciones que no ron onnsídc:rad:t.~ come :ihurritf:iimemt-
tarea que rca.iu r, en tanto que el pavimenro irregular prcsema tanta variedad que nunca podríamos obvias pero qu<:' todavfa podemos comprender como l.a apliadón de leyes sobyaccnces. Pero ¿por qué
aprehenderlo dd iodo, y meJlOS conservarlo e.n Ja memoria? debería damos esto placer? ¿Qué teoría de la pe.rccpci6n sería necesaria para lograr que C$la cortda•
llusuociones 6. 7 y 8. ción entre ootistrucción y percepción fue.se inteligible?
Siguiendo las líneas de pcnSamicnto de esta lntroducci6n, es cvidenre que las palibra.c; de Hamlet
-«es primordial estar prtvcnido.-- deben .ser lema vital. Ninguna sacudida debe cogemos despreve-
nidos. El organismo ha sido <:ompando :a menudo con un <l.isposiüvo homoostático que pugna por d
-· equilibrio con el cntotno. Este equi!ibdo siempre exige acci611. Debe haber un «meca11ismo de real.i•
mentación" (como un te,rmostato) qt1e rcgi.sne y concnurtstc cualquier dwiación cupecto .- este
equilibrio. En orra.s palabras, incluso en esrado de descanso no es posible permitir que el org.:i.11ismo se
manteng-a pasivo. Debe recurrir éste 3 su sentido del orden para Ut\'<'.r a cabo los ;1j\l.$tCS requeridos,
como tenemos que hacer c.u;ndo rraramos de mantenemos quietos, de pie, y dcsplaz.v impercepriblc•
merue 11uesto peso a un fado o al orro. Pero estos movimien{os correctivos se han heGho autonútic:os
Uusti:aeión 9. y no exigen arcnción. lo que llega a nuestra conciencia sólo son alteraciones que afcc1a11 a todo él sis--
tema, aunque no ncccs:ariamcnte por largo tiempo, ya que si la alteración se repite a incervalos regu,-
6 Monotonía)' vnri<d11d lares, el homeostaco es ajustado para aceptada como parte de su nuevo entorno. Al afiad.ir el pode::,: de
la ,uuicipación a nuestro modelo primitivo, podemos rcprcsc-nramos al organismo preparándose pa.ra
Es-ta cs Ja p,crcepcióo que los antiguos resumían en d proveihio variati() dtlr<lat, la variedad deleita. las posibles .sacudidas, dispuC"Sto a atajarlas, a <eder 'O, simplemente, a cobrar nuevos ánimos. El chi~
C'..ontemplamos la reja y la captamos de lln vistazo apenas hcmo.c; :aprehendido l:a norma subyacente <le quillo en el colurnpio o, mejor todavfa, el jinete que apr<:11de a amoldarse a las ritmicas sacudidas dd
que todas las losa~ son idénrkas. Pero la misma facilidad de la percepción justifica tambifo el :aburri- c.1ballo al paso. al uotc o al gaJo~~ dd>e oonstruir una estruetura ~,amida e in1crna de ioervaciones
l O lntroducci$n Ortkn y prop6silo m k natura/na ll

que se ajusce a. fas regulañdades del movimiemo ex remo. Voy a describir t$te ajuste como «igunb1ción rinnos orgánicos, desde el latido del corazón y la rt.splración hasta las complejas acci1>néS de locomo-
previa ... Cabe objeu.r que el ufrmino 11planificación previa•, del que he deriv.ldo esr:,, acuñación, es de ción al nadar, reptár, volar o correr, pero .s-ólo lílrima.mente han cmpe-1,ado los ciemífio» a desc.ifrar lo$
por ,i in:,,propi,l do puC.$tO que tvda planilicaci6n debe ,cr prc,·i.-, pcN> que ,.¡¡;,.a.,l.,c.ión pn;vi:,,.. <-;, pe<>r• c.fü1po,itÍVQS- dtl slia•m:'l nervi<>so que permiten !l un ~ c-oordin~r S:uS ale,M m.ovibJct; \\ walq_uicr
puesto que no nos es pc)$ible igu:tlar lo que todavía no exjstc. Es esu par:adoj:1., sin embargo, lo que ha velocidad por medio de impulsos pr.>cedcntes de la médula espinal. Han dcmo.strado que hay impli•
incitado mi d<cción dcl férrnjno, puesto que subraya la naturaleza hipotética de la rtacción, Si la cado en ello algo más que un simplr mecanismo rdlcjo. Un organismo puede $Ct in{('rprctado romo
jug.'lda. da resultado, la nigualadón previa.• se hace automática y pcncrr.a más allá del umbral oooscicn• u.n equjpo complejo, una estructura _ieclrqu.ic:a de fucttas que actúan enrre sí, y csra imecacción nuno
te, peto cua11do fuJ la, la o:desavenenci.l,i aportad. las.acudida qucdcspiena, como oGurre cuando llega• puede- quedar asegurada sin un djspositivo básico de: si1\Gronizaci6n, un sentido dd orden. Lo que dis-
mos a una plataforma ames de lo espcrndo cuando bajamos ur,ai escaleras. tingue los ritmos orgánicos de la sincroniución med1tica. de la máquina es su mayar flexibilidad y
Vale fa JX'''ª seguir este .simple ejemplo por lo que nos cue11r;. acerca de los vínculos encre los órde• adapfabilidad, Las jerarquías est:i.i, aj.istadas <le mi modo que la interacción puede pr,c.,ccdcr ;i diferen•
nes espacial y 1:mporal. Si los escalones no hubier;'ln sido todos de igual ahu.ra, no habria.mos adopt.t· (es velocidades sin alterar d rtsu..lt.-ido deseado. A n\1escro alrededor, Ja naturaleia late con u nos ritmos
do l:1: rutina de la. igualación previa, sino que nos habríamos acc-stumbrado a ffiudi-a.r el terreno ames complejos, y es1os ricmos sirven pa.r:a el p rop6siro de l;1 vida.
de cada nuevo escalón. Si dc.spu6s de experimcn1a.r un dc.sa.gradablt sobrt."Salto nos cnconnamos en lnc.lu.so en el hombre, las ~cx;ioncs corpor.l1cs más primkiv.as es{án a.copL1.das con tslOS rilmos. 0
terreno llano, djsponern<>S de inmediato d e otra rutina, la de <::a:ni1lar, que vuelve a ser casi amom:hi- llamo del bcb~ y fa risa. del adnho son rúmicos. B:tjo la tcn.sión de las emocione$., los rilmo.s más sim~
c:a. L-t transición oon respecto a nuestro anterior ejemplo de las losis rtgulares. es f.kil. t..stas son pcr- ples, más parecidos a rc.Ocjos, fácilmrnte se imponen. como ocurre cuando d chiquillo .salea de alegria
t ibidas sin esfueno como un simple orden al que apenas tenem~ que prestar a.tenci6n. o el aduJco enojado ,amborilea con los dedos sobre la mesa en signo de irriraci6n. Esos estados menta•
Por tamo. la fuci lidad de pcrctpción debe ser acoplada con la f..tcilidad de la construcción¡ la pro- les que d psicoa.nálisis dC$Cribc como • regresivos• par<.ttn fuvoreccr los riunos simplCSt y la exposición
d.ucei6,, de rnoddos int•J'nOS: tCSt1b nuc¡mt expt:ct:.d6n. TornémQ, .:u3lquicr cuerp<> tegub.r, un tim. a tales ritmos simples parece fuvorwr. a su vn. la rtgresión. Mecemos al bebé para qLe se duem1a. en
ple <::ubo o mu. esfera; 2.1 a.mintr a su alrededor o, rner;'lmenu, darle vuelta en nuc-St.t.!IS mai,os, no tanto que én Otros conrexros d rft.mic:o tie.mpo de fa banda de música puede producir una especie de
tenemos dlficulcad en anticipar 10$ ;ispectos que se ofrec:erin a nucsm vista. No ocunitá lo mismo frenes( regresivo.
con una forma fonu ita, como la de un pt:<.fa.zo de carbón. Aqu~ nuestra cxpectat.iva nunca puede ser Ll:i.mamos "Primitivos. a e.seos ritmos porque resuha f.icil captar Ja repetición reg1.1lar d e unidades
más q ue aproximada. f.l objeto decorado, un edificio o una c:ija. se encuentra en a.lg1.,n lug:.&r <:nttt en el riempo. Sabemos cui1ldo csper.i,r el próximo golpe o pornio, y nos cabe seguir su cadencia sin
estos dos extremos. Nuestra cxpcctatiw surgirá e.n lo que se refiere a la forma geflernl, J>C(O qoeda csfuerr.o. V:iríc1ue los dememos y s1.1bdivi.siones y se neccsfoui mayor atención pa.n .seguir el paso;
agradablrmeme aherada dentro de ma esuuaur.-i princ:ipal por !as variedades de diseño. ciertas secuencias c::omplej3.S, ta.lc.s ce<mo las de los rngas indios, apenas rcsult:in acce~ibles para oídos
occidentales porque $C nc«sira un adicstr.amicmo para conservar en l.a mente r:an wriadas relaciones.
Al igual que en lo,s parrones vi:iuaJcs, por tanto, tenemos la misma gama en ritmos temporales desde
7 Orden J mevimiemo lo ntonótono hasta lo variado, cada LnO con sus propios efectos y correlaciones psicológicos.
E.sen la adquisición y la evoluci6a de la f.tculrad motora donde mejor podemos esrudiar la transi•
Todo sc:fiala, p ues, hacia el hecho de que los órdenes lCmFo ral y espacial convtrgen en nuestra ción desde unos ritmos autOmá.tioos prünitlvos hasta las estructuras jet.irquic.as más C(lmplejas, ya que
cxperienóa. No C$ exuaño que el lenguaje bable de pauw en el tiempo y de ritmos en el espacio. lo que es v.ilido para la perc:epci6n <le patrones visuales lo es también para su producción. Lo monó--
Mucho de lo que se ha dicho ~cerca de los aspectos racional y estético de los órdenes g«>métricos se tono puede dejar de registrarse. c:n tamo que lo imrincado puede oonfund.ir. E.I esperado tictac del
aplica también a los acontecimientos temporalC$. K. 6Uchcr. cl autor del siglo XlX que escribió un reloj dcsapa.recc de nuestra conciencia, en tanto qoe cualquier cambio en el ñnno, o iflduso c.l cese
libro ,jrnlado Work and RhJthm, en el que hace deri\'ar la música de b. necesidid de los trabajador(:"$ del ruido, pueden alertarnos. De m:inera similar, los simples rirmos de nUC$1D rC$pir:.ción o de m.tcs-
que tiran de sus c:.ugas o reman al unísono, cxager6 indud:iblrmence al respecto. pero atuvo en lo uo camin:ar permiten a los movimientos hacer.se auromáricos hasta que s61o son detecrnd:i.s las a.Itera-
cieno en su imistencia én cuánto a la necesidad de un movimiento sincroojzado en la ejecución d e ciones. La finalid ad d e todo aprc.ncfü..aje de espccia.lidade.,; cnriba en hacer que los movimiemos cons•
tarta.S co,~juntas. Y L1.mpoco aquí es únicamemc el movimiento simuháneo lo que resulta :i.scgurado tilutivos sean igualmente automá.icos. Tanto si empicamos una máquina de c-.crib ir como si
por una sii,cro:1ii.ación rígida; tod.avfa más imporrantc es la posibilidad inhercme en todo orden res- momamos en biciclet:i o t<>Clmos d ?iano. aprendemos primero a •domi11arw los moviiniemos básicos
pecto a construir una jerarquia de movimiemos o rull1ias para asegurar la ejecucióo d e tareas mis sio prestarles conrinuameme atención, de l'u odo qut nucs.tra mcnre quede libre para plane.ir y dirigir
compkj.'1$. Tanto si se rrara de a.rgar ladrillos en carr<;;tillas qui'! son empujadas una vci llenas, o de las cs1ru.ctu.ras superiores. Pensamos en la frue que esrainos 01tcanografi:a11do, guiamos la biciclc:r2
movimiento$ más complejos rcafü..1dos rn mt t<:rreno de il\sttucci6n miliuar. C$ evidente la necesidad para sot1ear un obstáculo o a1endcm:,s a un riuno complejo e1\ la mano derecha, en u.moque l;1 con•
de unas jer.i.rquías bien ensambladas. E.I piñón o la ruoda demada han facilitado la aplk;1ción d e t"Sta 6gur.1.dón regular dd acompafiamiemo imcrprerado por la otra 1nano permile que pueda. proceder
interacción $in;rónica a las operaciones mecáni~s, y toda máquioa, desde d reloj d e ~">éndulo has~ por s.í núsma.
un autom6vil, facilita ejemplos de este principio bisico. En la miquina, el orden b.i.sico C$t.i e.nr.i.i·1~do No hay oficio que no exija esta d,\•isión de la habilidad en clcrnentos dirigidos po: el movimiento
en la ley namnl. El pfoduJo,, como sabernos, seguiría balancd'.ldose de no cxinir fa inierfcrc.nd:i. de más :amplio; el domi1lÍO del trcniado (lámina 4}. del tejido, del pe.spume o de la talla exige esta
una fricción, d:bido a la rclaci6n entre las- fucnas de :n:r.1.cción y las de inercia. H-a.y mud, as regulari• cstrucrnr;i de nainas colecdva.me1\fe guiadas por una mente consciente. No parece rtbuS<:ado el pcn•
dades en la narumle1..a. que se basan en es1a simple interacción. El gdfo seguir.i goteando rcgulanncme sar que ~r2 maestría es con$CS,uid.'I. gracias, prccisamenrc, a la annoni1.:1ción dd movimiento con. esa
micmra.s uo hilillo consnzHC de agua dé como resultado una g<na cohesiva que debe caer cuando sea central energética. que dirige nucsrro$ rirmos orgánicos. L1. labor del maestro artesa.no p.rocede con un
dtmasiado pesada p:ua seguir adherida al gr ifo. Puede haber regularidades similares de saruraci6n y ñuno constarne a.1 movel'$C sus manos aJ unísono con su r~piraci6n y tal va. con los latidos de su
descarga rítmica en ri(mos orginioos. allí donde entren en jutgo ª"iones reflejas, pero u no de los corazón. No es de cx1rañ;1r que el producto que esculpe o pinta esté irnbujdo de este espíritu de un
logros de la biología moderna es haber demostrado que estas e>:plicaciones casi mcd.niC'a.$ son inade- ritmo viviente, csra marca del artesano que Ruskin nunca dej6 de exaltar por encima d t la ~desaJma~
cuadas pm jwtificar las ?Ctividades rírmicas que inundan la vida. Todos $abemos algo acerca de los d3Jt perfección de la máquina.
12 lntroduuiJn Ordm y propósito rn k naluralMA 13
Sc-.a lo que fuere lo que pc:1tS(nl05 acerca de esta vaJotación. 1.i disrinci6n es ilusm1tiva; cabría dcno- mtmt, la variación crecía y crecía, lu.sta que d pñmer rilmo se petdia por completo y lo sustituía orro
min:.irfa contraste entre la c.re3ción racional e irracion:i.l. Tal vei &:ría tentador agrupar escHos históricos nt1C\'O.-"
CQn f"'a"~~ rnl:;a_riA,:i.d,e~ en 12 me-me, comnn:u,do llll forma pfane:i.d'1, m«lid2 y cri.sr.:.li.m, de un ext~rno con li:xlwíl) ,..,M que loe dibuj<>t del jov,m prim:u•, l:11 descripc.i6n parece ju:.rifi<:$.1' d llmlo del libro,
los rilmos libres y e.spontáncos dd orro. Pero, aunque pueda doniinar oca.sionalme.ntt m~o u otro prin• 71" B;qfog¡ ofArt, ya que cabía afirn,;ir que en esce aspecto Congo amicipaly.i toda b historia de los
cipio, veremos que es la tensión enttc' los dos lo que da vid:.t a los enil0$ históricos. El trabajo con regla estilos. AJ haber perdido su encamo el primer patr6n, debido a haberse hecho auromático, se necC$ita~
y compás no forma menos parte del a1•ce del modclismo que la línea curV.t y d rasgo de la pluma dél ba otro nuevo pm experimentar d placer de la mat.'${rfa. Cabría objetar, sin t mb:u. go. que al fin y al
maesuo. El placer que cxp,c.ri1ne,uamos al crear 6rdenC$ complejos, a.sí como en la explorición de tales cabo Congo carecía de conocimiento respecto a lo que h:)da y de la facult3d de c:omunica.rlo a otros.
órdenes (cualqt..iera que sea su origen), debe de constituir las dos ::Jw: de la misma moned;1. La satisfacción de la maesuía no nrccsitaba ir acompañad.:i por aqucll::i capacidad para objeüvar el
logro que permite al niño fijarse unas meras y explicar a orros el gf"3do alcanzado. en busca de su
admiración o incluso de su envidia. Pero strfa apresurado llegar a la conclusión de <,uc los primeros
8. Jurgq y artt génnencs de esia capacidad que conduce al arte falten por completo en el juego del p1im::ite, ya que el
juego de Congo con pincd y lipiz. S( aproxima a la frontera de ese estadio decisivo. En un principio,
Christopher Robiu goes sus produccio1~cs est'ában doinjf1adas por una. secuencia fija de movimiento que ocuionaba. lo que
Hoppil)', hoppil)' Morri.s llamó el pa1r6n del aba1,ico (tlu.stración lO): hacía los 1ra:ros en dirección <le su propio cuerpo.
Hoppi,y, hoppicy, hop. Pero Morris observó en tste procedim.iento un cambio importante que sólo podemos describir en tér•
\'í'hcncver l tell him min()s de movimientos i1m::ncionalC$. Fue en el momento en que Congo u-azó el olisrJ.o modelo. pero
Politely to SlOP ic. he desde el lado oput1tro. cmpc:z:i:ndo ca-e:t de su cuerpo)' rra1:mcfo h~ llne:}j; :1lej:indo.~ ,Ir. /.1 (i11mmc:ión
Says he can'1 possibly stop. 11 ). Al p:arecer, d produc{o visual h:ibía adquirido mayor importJncia que el placer d>! la producción.
lfhe sroppcd hopping, he couldn't goanywhere, Mis tarde, dc:scubri6 d placer de dibujar bucles, pe.ro en este aspec~o la d.ichi c:a.u~da por la mera
Poor ljnfc Chrismpher actividad mo1ri2 pudo con él y Congo tendió a borrar las formas po( él creadas (ilus{raciórl 12). El
Cooldn►, go anywhcre..• producto no contaba par.a nada. Coiago no se convirtió en simio modclis1a, pues al mismo tiempo se
That's why he always got'S volvió demasiado revoltoso para continuar con sus labores de pincel. No nos es posible decir si otro
Hoppil)', hoppil)'
Hoppil)',
Hoppil)',
Hop.

Este es un CI.SO en el que el placer en la creación era cvidcmcme11te mayor que el pfaccr en la per•
ccpción. Pero d. chiquillo de A A. Milnc no e.,;rnba dd todo equivocado cuando Jbogaba por su juc~
go. Al mc.no.s, bar que recordar que yo he alegado que debe sede de provecho al organismo el tener
diversas rutina, a S'u disposición para anticipar fas regularidad<:$ del entorno y encajar con ellas.
Aprendemos a da.r sa.hos por la.,; nuinas cuando e1npre1i<léfnos ti cipo de jt1cgo de Christopher Rohin,
pero tambicfo aprende1nos a aferramos a c.ualquier.l de esos rionos con compulsiva pen:inencia.
Para ti niño, la maner-.i. de quebrantar la monoconfa no consiste en detener, sino en realzar el intc•
rl!s de la rutina mcdi3nte la introducción de un nue,,•o dernemc. De buena gana, ChtiSlopher Robin Ilustra.e.iones 10. 11 y mono IJegar.i un dfa a descubrir d phct:l' de construir je,arquías más complejas, pero tras los logros de
hubiera aceptado una comba para acompañar sus ~ Iros. Al o·m tvar casi cualquier juego solirario 12. Dibujos de Congo. los Gatdner con su chimpancé \X'ashi>é nada parece imposible.
podemos enoor.rrar esta tendencia a incremcnrnr la t'3.rca cuando tsca ctsuhn ya demasiado B.cil como El hombre no sería hombre si 1)0 aplicase su do1ninio del movimiento a ulreñoico propósitos. La
pJra requerir a1tnción. Al hacer cebofar una pelota en d sudo, c.1 1lifio puede altcrnc1r entre la ma.s,o cena rrenz.tda, la tela tejida. la pied1a desbastada o la rnader-.1. tallada plasman y conservan ese placer
derecha y l:l. izquierda. o bien dar una o incluso dos palmadas, o on n(Lm<:1'0 rijo de palmadas entre los en el cornrol que es inseparable del ascenso del anc decorativo. AJ propio tiempo. el mismo p:.arrón es
bores h:lSra ser capaz de hacerlo sin comercr ni un fallo. AJ llenar así el i.ntetvalo entre los ápicct del destinado a servir a unos objetivos c,Liruralcs. y la tradición reivindica el derecho a rcmingir la líber-
movimicmo, el niño <lC$Ct1brc la doble sati.sfucción de mantcnc, el ritmo y al propio ricmpo cviur la mi de juego a medida que los moti,·0$ adquieren significados. La necesidad de lo cs1a.ndariudo y lo
monotonía. Es C'$te proctdimiento, al que llamaré KCOinpJicaciór1gradual•. el que con mayor facilidad repetihle se hace no{ar en el signo que debe ser plcn:a.mente comrolado. pero indlt.'iO la producción de
rcvda su vincuhción psicológia con la ornamentación en fas art:s visuales y fo másica. signos ~ I ane de la csccitura y el ane del dibujo- rara ve-.¿ corta su vincufación con aqudJos ritmos
En contra dt: fa opinión de Pla16n, que he cit~do en el Prefacio, sabemos ahora que tales manifcs• orgfoicos a los que yo he CQmparado con un motor imcmo. Observemos a un niño que realiza la
racio11es del '5Cn1ido del orden• no quc<lan limita.dis a los se,cs humanos. En la monografla de Des• transición desde los garabatos ritmicos hasta la obrenci6n de formas que requieren una coocdinación
mol\d Monis a,: crQ del joven chimpanc,é Congo, encontramos .ma descripción de complicación gra- cre<:iente, y veremos cómo surgen las formas a partir de aqucll':tS subunidades o subrutinas, como los
dual que debe hacernos pensar. tratos o bucles regular<.'$, que ya no (xigen atención. Los grafólogos a~guran discernir algo dc.l motor
..cuando a C.ongo se fe daba un aparato gimninico y se le permitía jugar con i l, primero ,cafo.aba interno. d ritmo permanente del cue-rpo. incluso en la tsCTitura del aduJto, y es muy probable que
acciones exp1oratori.as erráticas, y después, pasada la primera <onfusión, se producía una pauta de cs1én en lo cjc:rco, ya que sólo a tr.nés de ttta i1Hcg_ración etbe 0011seguir ~ fluidc-L en la escritura.
movimiento. L rcpeda uoa y orra vci has-{a que, al cabo de un rato. la variaba ligeramente. Seguida• Veremos, de hecho, que la incir.idóa para el movimiento juguetón, para la descarga de los impulsos
14 lnrrod11C<iJn Orden J pr()p4tit() e11 k: mlfural.n:A 15
del moror. raro \'CZ dis~ de la superficie en la formación de si¡nos y lcrr-a.s, y se traduce en aquell:l.$ llunmción 14 (izqu,'m/a). lufacl, cuudi0$ ele b Virgen y d Nino. h.
rúbticas y volmas que constituye,, un :\.$¡:>CCfO e.s(ncial del arte decorativo. 1505.
El C3(i.idi0$0 dd patrón no K $0tpn::ndcrá al ver c6,no a menudo Je le., ;ui5m• a C.,tO.S product<n de:
jugueton.a exuberancia un r.ingo rdativameme inferior en la jerarquía de l:as a.rtcs. EJ formato de un
tcxro escrito fluido es un logro m2s elevado que la mcicolanta d: traws o rúbricas, y el dibujo es, a su
vez., una habijjdad ,nis compleja que la confección de lenas. Pero incluso d arte del dibujo. como
ramos críticos .'.tan subrayado, esrá arraigado tod..wfa en el st1c.lo de} movimiento otgánico natural. Si
rodo dibujame no tuviera su propio ritmo personal, su propia e¡:critura manual, el csfueno del cono•
cc:dor para arriJ uir dibujos a los maestros scrfa imítil. Sin dud;1. taleS: rasgos estfo rel3cion.tdos tim•
bi~.n con el proceso de aprende!' lo que debe ser personal en cad~ anista, Cómo djvida éste su t.:\rei en
fo1g11,entos individuales o subruú1~a.s dcp(nder:i a la vez. de las ltadicioncs y de l:tS disponibiljd.:i.dcs
ir)dividualcs. Cn ejemplo simplificado de lo que pienso nos es dado por dos métodos sugeridos por
Waltcr Crwe ~-.ara aquellos que qoier3n dibujar un caba.lJo (ilustr:ación 13). P:tra quienes tengan fuci-
lid.'ld en fas c.u:vas más o menos ccrr.1das, se rcoomitnda construir sus formas a parcir de budes, en llusuadón 1). lufacl. panc Je 1..1.na hoja dt: C$tudi()S, l. 1SOS.
tanto que a.qucllos cuyo rilmo natural sea mis simplificado y recrilíneo pueden probar un camino
aJtem:uivo. El h.is<oriador del :me. incluido e.l oonocedor, pucd.esacar provecho de ene anili.sis.
P.( ~quí, d;- hecho, donde el :mífüir del om,.mento, que es, b fin:1.lid::id de ene libro, f.'! vi1tcul:. con
la psicología dt l.:i rt1>rescnr.tción pictórica, el tema de mi obta Arte e ilusi6n. AJ destacar que "hacer
viene antes que comparar• me sentí inducido a considerar el p3pel de las fónnulas o esquemas visualts
en la adquisici0n de h:abi.lidad para el dibujo. Incluso me referí al nexo tl\lrt: dibuj3r y escñbir en la
tradición cllina, donde el que aprende pr.ic:1ic:a dibujando una orquídea mientras entona 13 in$lfUC-
ción para lo.s m:>vimienros. P(l'O no $Upe gcnerali1.ar a partir de ~e ejemplo y revelar d csrrccho vinc\lJo
entre ules esquematismos adquiridos y aquellas propensiones riunii;as del org:mismo que van desde el
nivel subhumano <le Con&o y $ ti$ pinceles al sublime scmido del ri,mo y la forma que hace que un
m:iestr0 como ~afad ejecute sus movimientos circular« que son a la vei esquemas y patrones (ilustra•
ción 14).
La transición resulta narural a partir de la comemplació11 de estas marcas rítmicas hasta un conoc:i• no habrá.o pod.ido ol'lidar el pc:rennt af:in dd hombre pa.t;l dcmo.strar sus apacidadts en l;1: crtación
miemo de e.se movimiento de libre fluidez que invade (ocios fos dibujos de composición de Rafad, de parrones dcooralivos. De vci en cuando deberfamos pemlirir a nucs-iros ojos apan:al'$C de b pintura
donde cada figura y c:ada grupo son tnfoados en ufrminos de una melodiosa interacción (ilustración par3 pos:am: en el marco y prcgumane acerca <le su func,i6n.
15). Cualquiera que sea la tarta emprendida por un gran :arrisra, éste tr.\ta.d de ~unold.1.rla a su sentido
del riuno y dc.l orden. canto si planc.a un edificio (como hace IU.facl en este l:KK:eto) como si crc:a uru .Es t."SfO, en re3,lidad. lo que me p1op0ngo hacc.r en los capítulos siguientes, pero 6:tc C$ también el
imagen tal 001110 la Madonna dtll11 $(día (lámina )), cuya idcr aparece il lado de és1e. Ocspu.!s de inorntl\ro de- preparar aJ lector parad S3.t.-'Tificio que implica roda discusión de grandrs gcncralidadé$.
dedicar un estudio al análisis de cst.a particular obra maestr.1 de composición, no puede rcsulmrme El ej<mplo individual tenderá a sumergil'$t en las marcas de la .tl'gull\entación, lo cu~l debe setvirmc
sorprendente qJc, a lo largo de los siglo.s, los críticos hayan enfocado su a1.ención sobre dispositivos de de excusa para no detenerme en investigar la hisloria de escc 1narco en particular, que ao es, claro escá,
organi?.ación c~acial y sobre h1s rradicioncs del simbolismo que convergen en tan clárica formulación llu$tración 13. comempoclnto de la pintura de Ra&<:1. O3,a seguramente de 1700, más o menos. es decir, de la épo,,
de un t<'ma venerable. Compar:ada con estu akas cumbres del J.rte, la carca dd humilde ttjtdor que Waltt;:r Crat\,t, dos ca en que el cuadro fue expuesto por pñmer.i ~•c1. en d P:ifano Pitci.
imaginó d patrón dcl chal de la Virgen o la del tornero que modeló d rrono pueden parecer iMig.nifi. procrdinientos de Pero cualquiet.t que sea la fecha tx:.tcta o d nombre del c:i.Uist:a y diseñador, ha)' que admitir que,
Gtmts, pe-ro aquellos que han visto el cuadro en su acni:11 marco t 1l la Sala di Satutno del Palaz.io Pitti dibujo, 1?02. frente al mismo, pare« ser una actividad extraordinariamente vina la de invenir tanta lu.bilid.ad y
1.anto trnbajo en tallar y dorar ews festones con hojas de laurel y bayas, dispuestas cnire unos ficdcios
¡nréntesis de esp(cialísima confección que las comicncn entre formas ele concha. Hay lat cuatro m;ts..
caras en las esquinas, encuadradas por trenzas sujetas bajo sus barbillas, mezdados sus íloridos tocados
con rebuscadas voluras de las que brotan hojas y que sirven de marco para <los cartuchos en el eje cen·
tral; finalmente, hay d círculo de ri:osas hojas de acanto, treinta y una en total, que debió de haber
sido medido con gran cuidado para que encajaran codas,
Llegados a cm: punto, d lector dd siglo XX bieo puede preguntar si una piel.l de ornamenmci6n
,an monstruosa como ésta mere« alguna atención. (NO sería más caritativo olvidarla. o, mt-jor toda•
vía, suplicar al direct·o r dcJ Pála.x.io PJui que Ubra.sc la pimura de tan ostentosa vulgari,:lad y la mostta•
se u1 cual, prefrriblemcnte sin ma.r,o 3.lg·uno. ral como se exhfücn hoy las pinturas -:n la Galerfa de
Génova?
Yo casi desearía una reacción como éfta si ayuda$c :i implicar al lector en la cuestión desde un buen
l6 J,11roducdtm Pri mera parte
principio. Eo este sentido, he juz.gado acertado dedicar la primera scc,ión de este libro (capítulos J y Decoración: teoría y práctica
11) a la c:rÍli~ de la orn3me1nación y al deba.ce sobre fa doooración que culminó en fa virtual idemjfi.
cuci6n d el o rn:un<:nto con el ,;rimen, ~ illd.J con el uquitc.:,o ,1,u:.uim.v J\Jvlf I.A.>V> en lw albon:.s de
la era Íunciondina. I Cuestiones de gusto
Tengo «lad suficiente como parJ \'Ct el fi nal de cna era con pesar. pero a_hor:i hay )'2 pruebas abu1'l•
dames a nuestro :\lrcdedor que demucs-rrnn que la decornc.ión ya no es cnbtí. Podemos prcgunt:i.r de
nut\'O qui es lo qt•e impulS3 al :mesano a crear .sus órdenes complejos y qué métodos puede utiliiar Menos es m is.
(capículo 111), Y• :i 12 invcrs3, c6mo se pretende pe,rcibir <!$tas im,incad.as estructuras (capítulo JV). Máxima atribuida a Mict \".'In dcr Rohc
P UC$ tO que no tenemos la imención de examinar con todo detaDc el marco. ¿qué es, si es que exisce, la
fu nción qut t'stc pretende desempeñar? (C.ómo se las compone la mente con la profusión ordenada y
qué podemos decir acerca de los efectos y de sus causas ¡)sicológicas? (capítulo V). ¿Cómo entran ele-
memos cal~ o:uno las máscaras de las esquin:.as y las hojas que circundan la. abertura en unos sistemas
1 El asp~tt() mt>raf
de dccornción! (capítulo VJ). El capítuJo VII invC$Uga. uno de los elementos que inre.rvinjeron en la
coníectión de esta composició11, la hoja de acamo, pa~ ejemp!ifici.r bt htStotia de los motivos orna• ◄ El mundo vive siempre e1lga.fiado por el orna.mento... Esta advertencia surge: en las mágiC1s esce~
mentall"$, que puede ser compar:id:.a con la historia de las pal,bras en el lenguaje. La comparación nas de El me.rradtr dt ¼11«ia, cuand::, los prctendiences son puestos a prueba al quedar escondido el
también suscita la cut.stión del estilo en el orn:imenco_. el terua del capículo Vl ll, uas lo cual la cues- premio del rcc:r.uo de la dama y la conc<!$ión de la m:rno de ésta en ti cofre de plomo, y no en d de
rión del ~ie11ifir:,do, que t-;1;mo h:i p,:,~do C'n «"<:ÍC'nt<'$ enudict iconol6sic0$, d ebe $<:r conf"co,Hada n rn n rl rf,. p l:t.(:;l. Pero si :ti pr<-tt:n.r.li,mr vic1nriQSQ ._,. le hice ded:u:;ir que .,,:1 orn~:nento 1~0 C't tT\.2$
(caphulo LX). L,s níbricas y los motivos grotc:scos, que, aparer:ttl'llentc: sin sentido, encontra.mos en que la orilla fufai de una mar pcligrosísima• , por dio no debemos llct,tr a la conclu.sióo de que Sh:i-
proporción lujurios.l en el marco, .suscitan nuevas prc:gunras ac-crca del origen y la función de escas kespearc prefiriese el aspecto de un cofre de plomo aJ de una ornamenrnda caja de oro. S61o expone la
tradiciones (capítulo X). Un epílogo sobre los patrones a través del tiempo revisa brévcmcme l.as a.na· antigua doctrina según la cual lo que importa no es el aspecto cxte,ior, sino d valor intrrior.
logfas y mecáfor.J.S que vinculan las artes dpacialts dd diseño con fas artes del denlpo, en especial la El ornamento es peligroso precisamente porque oos enajena y ticma a la mente para que se someca
músjca, Y que el arte cinético dd siglo XX ha dt.safiado en ir,tcresance Lid. Será algo más que una sin fo :apropiada reflexión. Las atr.tccioncs de fa riqueza y el esplendor so1l pua las pasonas pueriles;
rí1brica convencional si $~1brayo que la hnaJidad de estos <.'apítulos es me.raane,ne la de formular pro• un aduleo m:iduro dcbctfa resistir estos engaiusamientos y optar por lo sobrio y racioral. En este sen-
blcina.s. Otros muchos act1dirán .a la mcnre del lector cuando ts1e vuelva las páginas y, desde el marco tido, las 2.dvc.ncncia.s contra los despliegue.,; de decoración son un tributo J su ::ttrac:c.ó n psicológica.
de la Madonna dr/lA Sedia, contemple otras ilusrraciones en este libro. Mi ambición ha sido la de abrir Se nos pide que; escemos en gwo:dia. p:,rq ue pueden aCl\lar demasiado bien.
cuestiones, no !a de cerrarlas. Pocas civili1.acioncs h;rn estado dispuestas a negar que d valor inrerno debetía ser reconocido
m«liantc: un:a apropiada. exhibición cxt·c rna. No sólo los esplendores de reyes y príncipe$, sino u . m•
bién el poder de lo sagr.ido ha sido px>da.mado univcrsa.lmc.mc. mediante: pompa y circuns1:mcia. De
vez e.n cuando, puetle que algún predicador hayá protesrado con hechos o palabras conm scmej:a.n te
despilfu.rro de capacidad y recursos, pero esta reacdón en fa vor de La renunciación ne está necesaria-
mente vincula.da a la .revulsión estéri<a. Que yo sepa, ningún 1'tliembro oontcmporán«t de la cultura
criticó un cemplo bii1dú (láinina 5), un p.i.lacio rooro, una c:.nedr.tl gótica o una iglesia bauoca éSpa•
ñola (lám ina 6) romo •excesivamcmc ornamem~daM. El conccpco no exisda, pues nunca puede hab(r
un exceso de amor y sacrificio invc.rridos e.n el rC$pero y la vener.tción. L-i Ír..l$C dcsp<:<Úva .,parece un
pas1cl de bod:l!t no h3 qucd:.ado rcgistt:lda en las civiliz:).cioncs primiriv;as. (Y p<>r qué ao deberi:.a c.elc::-
brar un pastel nupc.ía,I Olusuación l 61 la gran ocasión con todos los adornos y an ilic.i0$ de 1()$ que sc::a.
capai d pastt lcro?
Por consiguicme, al adjudicar Las objeciones a la decoración a sus fue.mes psicológ.cas e históticas
débemos de tcnet en cuenta diíercnrcs motivaciones. Allí donde la decoración es considerada como
una forma de celebración, sólo cabe elevar objec.ión contra ella cuando éS inadecuada. La poinpa se
- convierte en pomposidad y la decoució1i en mern cursilería cuando las pretensiones de doooración
son infundadas. la ◄joya más briJ.lanc:e» de la coron.a real nunca puede ser demasiado preciosa, pero
prec.isamcme porque es tan prec.iosa fü uso en ouos conccxtos puede constituir un «quebrama.miento
del decoro:o, concepto sobre el que c(ndrcmos que volver. Además. el vlncolo c.mrc le apreciado y lo
preciado ciene como su corolario el tabú sobre la imitación. El gasto debe ser real y no fingido. «No es
oro todo lo que ítlucc:.-. es una m~im:t mol'.U, pero ~Cllmc11tc se convierte en la máxima crfric:i de
que lo digno de rdumbró11 debe ser rr2b.1jado en oro. J~s imirnciones barata5, oropel y e:riStal. dorado
y estuco, se convienen en metáforas para tocia clase de engaiío visual. Además, su f3dl 11.f'áCcivo mues•

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