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Los mandamientos de la Alianza siguen siendo válidos.

Son "diez palabras" (eso es lo que significa


"decálogo") que Dios nos ha dirigido de una vez por todas, para que vivamos según sus caminos. Je-
sús no suprimió estos mandamientos: les dio motivaciones más profundas ("amaos como yo os he
amado") y los completó, sobre todo con las bienaventuranzas y el sermón de la montaña. Los manda-
mientos son universales: también los paganos deben honrar a sus padres y respetar lo ajeno, y noso-
tros los cristianos también debemos defender la vida y practicar la justicia social y la ética sexual y,
sobre todo, "no tener otros dioses" como valores absolutos, en medio de una sociedad que nos los
ofrece en abundancia. Eso sí, nosotros tenemos además los valores que nos ha enseñado Cristo Jesús.
Los primeros mandamientos nos hacen mirar a Dios: "no tendrás otros dioses frente a mí", "no pro-
nunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso", "santifica el sábado". La tentación que todos tene-
mos es la de fabricarnos "ídolos" más a nuestro gusto y rendirles culto. Tal vez no serán ahora ídolos
en forma de estatua de piedra o madera, pero sí podemos caer en la adoración del dinero, del presti-
gio, del placer, de lo material. A partir del cuarto, estos mandamientos nos hacen mirar al prójimo:
"honra a tu padre y a tu madre... no matarás... no cometerás adulterio... no robarás...". Dios hace su-
yos los intereses de los hombres y nos urge a que sepamos respetar la propiedad y la persona de to-
dos. Quiere que le honremos a él y que respetemos el día consagrado a él, pero quiere también que
respetemos al prójimo y que sepamos vivir en justicia y verdad. Los mandamientos no nos quitan la
libertad: al contrario, son el camino de una vida digna, libre, en armonía con Dios y con el prójimo,
que es el mejor modo de estar también en armonía con nosotros mismos. Los mandamientos son el
camino de la verdadera liberación. Algunos están en formulación negativa, pero son profundamente
positivos, porque nos invitan a decir "sí" tanto a Dios como al prójimo. Pablo, en su lectura, nos ha
preparado para entender lo que significa que Jesús anuncie su muerte y su resurrección. Lo que re-
presenta para nuestra vida la Nueva Alianza de la cruz de Cristo. Cristo crucificado no parece respon-
der al ideal de sabiduría de los griegos ni a los signos de poder que los judíos esperan del Mesías. Pero
Dios se muestra sorprendente y no sigue los criterios ni de los judíos ni de los griegos. Más bien pare-
ce como si quisiera desprestigiar lo que los hombres llamamos sabiduría, demostrando que es nece-
dad, mientras que lo que nosotros despreciamos como necio o débil puede ser a sus ojos lo verdadera-
mente sabio. Jesús hace una afirmación que deja perplejos a sus adversarios: "destruid este Templo y
yo lo levantaré en tres días" (para "levantaré" se emplea aquí la misma palabra griega que para
"resucitar": "egeiro"). El evangelista ya se encarga de decirnos que "él hablaba del templo de su cuer-
po". Por tanto, nuestra atención es orientada por el mismo Jesús hacia su Pascua, hacia su entrega en
la cruz y a su resurrección al tercer día. Nos conviene también a nosotros reajustar nuestra mentali-
dad. Porque los criterios de sabiduría de este mundo no siempre coinciden, ahora menos que nunca,
con los de Jesús. La sabiduría cristiana se basa en Cristo crucificado, que chocaba en el ambiente he-
lénico y judío y sigue chocando también en la cultura actual, que valora sólo el éxito, la salud, la efica-
cia, la fama. Pero la cruz de Cristo es lo que nos ha llevado a la verdadera felicidad, porque es la sabi-
duría y la fuerza de Dios. La Cuaresma, además de recordarnos que la fe tiene que llevarnos al cum-
plimiento de las normas de vida que nos ha dado Dios, en los mandamientos del AT y en el evangelio,
nos estimula a centrar nuestra vida en Cristo Jesús, y más en concreto, en el Cristo Pascual, el Cristo
de la cruz y de la resurrección y, por tanto, nos invita a una vida más exigente en su seguimiento.
Sean todos bienvenidos a esta Asamblea de hermanos que buscan la paz y el amor. Esta-
mos subiendo los peldaños de la Cuaresma camino de la Pascua. Hoy en este Tercer Do-
mingo del Tiempo de Cuaresma Jesús de Nazaret nos muestra su coherencia más absolu-
ta. No quiere que la Casa de Dios –la Casa de su Padre—se convierta en lugar de especu-
lación y engaño. Con unas cuerdas –no es una espada de muerte—hace un látigo y expul-
sa a unos comerciantes que, sin duda, no eran nada ejemplares… Es una gran enseñanza
pues no debemos mezclar a Dios y al dinero. Comencemos la celebración recibiendo al
sacerdote .

Primera lectura Ex 20, 1-17


En la primera lectura, del Libro del Éxodo, se nos presenta el decálogo como lo más fun-
damental de la alianza. Esto no supone una carga o una imposición.
Segunda Lectura 1 Cor 1, 22-25
Oigamos con mucha atención el breve texto que San Pablo nos ofrece de su Carta Primera
a los Corintios. Se trata de una constante del cristianismo. Para algunos el seguimiento
de Cristo es necedad para otros un grave prejuicio. Pero para nosotros es Camino, Verdad
y Vida.
Evangelio Jn 2, 13-25
Jesús nos libera de nuestras esclavitudes siempre. Y eso es lo que hace en el Templo, se-
gún nos cuenta el evangelista San Juan. La expulsión de los mercaderes es una forma de
purificar la religión. No sirve con tener siempre en la boca la palabra “Dios”. Sirve que
llevemos un corazón puro y purificado, la esencia del mensaje del Señor.
Ex 20, 1-17

Lectura del Libro del Genesis.


En aquellos días, el Señor promulgó estos preceptos para su pueblo en el monte Sinaí,
diciendo: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto y de la esclavi-
tud. No tendrás otros dioses fuera de mí; no te fabricarás ídolos ni imagen alguna de
lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o en el agua, y debajo de la tierra.
No adorarás nada de eso ni le rendirás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios
celoso, que castiga la maldad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta gene-
ración de aquellos que me odian; pero soy misericordioso hasta la milésima genera-
ción de aquellos que me aman y cumplen mis mandamientos.
No harás mal uso del nombre del Señor, tu Dios, porque no dejará el Señor sin castigo
a quien haga mal uso de su nombre. Acuérdate de santificar el sábado. Seis días traba-
jarás y en ellos harás todos tus quehaceres; pero el día séptimo es día de descanso, de-
dicado al Señor, tu Dios. No harás en él trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni
tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el forastero que viva contigo. Porque en
seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, el mar y cuanto hay en ellos, pero el séptimo,
descansó. Por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó. Honra a tu padre y a tu
madre para que vivas largos años en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No ma-
tarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu próji-
mo. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni a su mujer, ni a su esclavo, ni a su esclava,
ni su buey, ni su burro, ni cosa alguna que le pertenezca’’. Palabra de Dios.

Salmo 18

R./ Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.


La ley del Señor es perfecta del todo y reconforto el alma; inmutables son las palabras
del Señor y hacen sabio al sencillo. R.
En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los pre-
ceptos del Señor para alumbrar el camino. R.
La voluntad del Señor es santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor
son verdaderos y enteramente justos. R.
Que te sean gratas las palabras de mi boca y los anhelos de mi corazón. Haz, Señor,
que siempre te busque, pues eres mi refugio y salvación. R.
1 Cor 1, 22-25
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios
Hermanos: Los judíos exigen señales milagrosas y los paganos piden sabiduría. Pero
nosotros predicamos a Cristo crucificado, que es escándalo para los judíos y locura
para los paganos; en cambio, para los llamados, sean judíos o paganos, Cristo es la
fuerza y la sabiduría de Dios. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría
de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza de los hombres.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que
crea en él tenga vida eterna. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Jn 2, 13-25

Lectura Del Santo Evangelio Según San Juan.


Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el
templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas.
Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bue-
yes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que ven-
dían palomas les dijo: “Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de
mi Padre”. En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El
celo de tu casa me devora.
Después intervinieron los judíos para preguntarle: “¿Qué señal nos das de que tienes
autoridad para actuar así?” Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días
lo reconstruiré”. Replicaron los judíos: “Cuarenta y seis años se ha llevado la cons-
trucción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?” Pero él hablaba del templo
de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus
discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que
Jesús había dicho. Mientras estuvo en Jerusalén para las fiestas de Pascua, muchos
creyeron en él, al ver los prodigios que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque
los conocía a todos y no necesitaba que nadie le descubriera lo que es el hombre, por-
que él sabía lo que hay en el hombre. Palabra del Señor.
† Pedimos al Padre su misericordia ante tantas necesidades como nos acechan. Pues el
Señor no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Aclamemos diciendo:
R./ Escucha, Padre, y Ten Piedad.
1.- Para que Dios conceda a su Iglesia un conocimiento cada día más profundo de los
misterios del Señor y ayude a todos a manifestarlo en su vida. Oremos
2.- Por el Papa Francisco para que Dios le conceda el don precioso de la unidad y la fra-
ternidad para todos. Oremos
3.- Para que el Señor nos conceda la paz, la justicia, la libertad y el amor a todos los que
poblamos en el mundo. Oremos
4.- Para que el Señor dé fortaleza a los que vacilan en la fe y caminan sin esperanza. Que
en medio de toda su tristeza siempre encuentren el rostro de Jesús. Oremos
5.- Por las familias que sufren, para que encuentren en nosotros la ayuda y la paz que ne-
cesitan. Oremos
6.- Por nosotros, presentes en esta Eucaristía, llamados a dar testimonio con nuestra vi-
da de lo que significa ser cristianos. Oremos
† Dios de bondad escucha nuestras súplicas que esperamos alcanzar por medio de la pa-
sión de tu Hijo, Nuestro Señor Jesús, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén

MONICION DE COMUNION
Dispongámonos a recibir el Pan de Cielo, que nos sostiene en el cumplimiento de los
mandamientos. Que purificados de nuestras faltas, nos veamos libres de nuestras vacila-
ciones y temores
MONICION DE SALIDA
Jesús nos ha enseñado que hay que purificarnos, no debemos admitir situaciones que
quiten la paz a nuestra comunidad. Vayamos a nuestros hogares con la encomienda de
echar fuera de nuestro entorno lo negativo y llenarlo de Dios.

«¿Permito que Jesús haga un poco de lim-


pieza en mi corazón?». «Oh padre, tengo
miedo de que me reprenda»…..
SS Papa Francisco

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