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DIOXINAS Y FURANOS

Las dioxinas, cuyo nombre genérico es policloro dibenzo-p-dioxinas (PCDD), son el nombre con el
que se conoce a un grupo de 75 compuestos formados por un núcleo básico de dos anillos de
benceno unidos por dos átomos de oxígeno en el cual puede haber de uno a ocho átomos de cloro
sustituidos.
La dioxina más conocida y tóxica es la 2, 3, 7, 8 -tetracloro-dibenzo-pdioxina, conocida como TCDD.

Los furanos, genéricamente policloro-dibenzofuranos (PCDF), son un grupo de 135 compuestos con
estructura, efectos y fuentes de generación similares a las dioxinas.

Características
Químicamente son compuestos sólidos y cristalinos fácilmente solubles en disolventes orgánicos
como grasas y aceites.
La mayoría de dioxinas y furanos son poco o nada tóxicos. Sin embargo, una docena de ellos se
encuentran entre las sustancias más toxicas conocidas, y además lo son en cantidades bajísimas.
Para hacerse una idea:
1. Los umbrales de emisión tanto a la atmósfera como al agua como al suelo establecidos por RD
508/2007 son de 0,0001 kilogramos al año.
2. Una simple dosis de 6 millonésimas de gramo de TCDD es capaz de matar a una rata.
3. La concentración máxima de la suma de dioxinas y furanos en un alimento oscila entre 1 y 5
picogramos (10-12 g) por gramo.
Debido a la presencia del cloro, son altamente estables químicamente. Como consecuencia de ello,
su tiempo de vida medio en un ser humano oscila entre los 7 y 11 años, mientras que en la naturaleza
pueden llegar a tardar hasta 170 años en biodegradarse. Por ello, pueden viajar grandes distancias
siendo arrastrados por viento, agua y animales migratorios, como ballenas y aves, en los que se
bioacumulan, logrando penetrar en la cadena alimentaria y en los ciclos naturales.
Origen
Es importante destacar que, a diferencia de los PCBs, las dioxinas y furanos no son productos
fabricados a propósito porque tengan un fin utilitario determinado. Estas sustancias se generan
involuntariamente, como subproductos no deseados durante procesos químicos y de combustión, que
pueden dividirse en:
• Procesos de incineración y combustión: incineración de basuras y residuos sólidos como
medicamentos, restos biológicos; procesos metalúrgicos como la producción de acero a alta
temperatura, recuperación de metales en altos hornos, combustión de carbón, madera, productos
petrolíferos y neumáticos usados. Estos procesos son la principal fuente de emisión atmosférica.
• Industria química: producción de cloro y derivados clorados orgánicos con fines diferentes:
insecticidas, herbicidas, catalizadores y productos intermedios para la síntesis de otras sustancias
como por ejemplo PVC. En este sector su producción está disminuyendo, al menos en los países
desarrollados.
• Producción de papel y depuración de aguas: durante los procedimientos de blanqueado de papel
mediante el empleo de cloro y por la utilización de lodos en procesos de depuración de aguas.
• Reservorios naturales: la gran estabilidad química y el intenso carácter lipófilo de estas
sustancias, facilitan su acumulación en suelos, sedimentos y materia orgánica.
Principales efectos
La principal vía de exposición a dioxinas y
furanos para los seres humanos es la ingesta
de alimentos contaminados, especialmente
carne, pescado y productos lácteos. La
presencia de dioxinas y furanos en estos
alimentos es debida a que el animal consume
forraje vegetal contaminado con estos
compuestos bioacumulados en los tejidos
grasos y en el agua.
La exposición breve del ser humano a altas
concentraciones de dioxinas puede causar
lesiones cutáneas, tales como acné clórico, que
puede llegar a durar décadas, y manchas
oscuras, así como alteraciones del hígado y del
útero.
La exposición prolongada se ha relacionado con alteraciones inmunitarias, nerviosas, reproductoras
(reducción de la fertilidad) y hormonales, relacionadas con el tiroides. La exposición crónica de
animales a las dioxinas ha causado varios tipos de cáncer. Tras muchas investigaciones, estos
compuestos se han declarado como carcinógenos para humanos, es decir pueden actuar sobre los
tejidos vivos de tal forma que produce cáncer. Sin embargo, no afecta al material genético, y existe un
nivel de exposición por debajo del cual el riesgo de cáncer podría ser insignificante.
El feto es particularmente sensible a la exposición a las dioxinas. El recién nacido, cuyos órganos se
encuentran en fase de rápido desarrollo, también puede ser más vulnerable a algunos efectos.
Métodos de prevención
Como para todos los contaminantes, lo ideal es buscar métodos de prevención y no de eliminación.
Para dioxinas y furanos se buscan nuevos materiales y nuevas tecnologías para los procesos en los
que éstos se originan, como por ejemplo:
- Usar peróxido de hidrógeno u oxígeno en lugar de usar cloro para el blanqueo de papel. También,
incrementar la demanda de papel no blanqueado.
- En el caso de los plaguicidas químicos es posible sustituirlos, desarrollando formas de control
ecológico de plagas, que incluyen el uso de insecticidas botánicos de menor riesgo.
- Evitar la incineración como forma de tratamiento de residuos peligrosos, hospitalarios y domésticos,
al igual que su quema como combustible para obtener cemento.
En conclusión, es de vital importancia la colaboración de las industrias y la implantación de nuevas
tecnologías para poder reducir al máximo la producción de estos compuestos tan dañinos en tan
bajas concentraciones.

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