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Capítulo v

Temas y procesos del


sistema internacional
Isaac Caro

Introducción

En este capítulo se considerarán algunos de los principales temas y


procesos que están presentes en el sistema internacional, colocando
el énfasis en el contexto de globalización y, a partir de este, en la
presencia de nuevos actores internacionales. Por lo tanto, más allá
de las visiones clásicas en las Relaciones Internacionales, nos cen-
traremos en temas y enfoques que adquieren creciente importancia
en el periodo de post Guerra Fría.
Cuatro grandes ejes definirán este capítulo. En primer lugar, la
importancia de la globalización y en este marco la emergencia de
nuevos actores internacionales que implican una crítica al enfoque
estatocéntrico. Las relaciones internacionales de la post Guerra Fría
no se reducen a los vínculos entre los Estados, sino que consideran
nuevos actores. El auge que adquieren los movimientos sociales,
especialmente de trabajadores y estudiantes durante la década de
1960, así como la existencia de organizaciones no gubernamentales
(ONG), son ejemplos de actores no estatales. Sin embargo, a partir
de 1989 y de la creciente importancia de los procesos de globaliza-
ción, el escenario es propicio para un creciente rol de nuevos actores
internacionales, que incluyen, entre otros, movimientos religiosos,
organizaciones políticas, movimientos de liberación nacional y
grupos no legítimos.
En segundo lugar, la conformación de un paradigma civiliza-
cional, que da centralidad a los elementos culturales y religiosos
en las relaciones internacionales. Este modelo entrega formas de

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Isaac Caro

análisis para explicar el conflicto entre la civilización occidental y


las no occidentales, en particular el choque con el Islam, al tiempo
que pone los temas culturales y religiosos en el debate internacional.
En tercer lugar, el papel que han tenido los extremismos de
derecha y movimientos neonazis y su relación con situaciones de
discriminación e intolerancia; especialmente se analizarán la xeno-
fobia, antisemitismo e islamofobia a partir de diversos marcos inter-
pretativos. Finalmente, se considera la importancia de la seguridad,
teniendo en cuenta el debate sobre seguridad nacional, internacional
y global, recogiendo aproximaciones clásicas y alternativas sobre
este concepto, así como la función que cumple la cooperación sobre
seguridad, de modo de avanzar hacia esquemas de seguridad común
o cooperativa en el marco de la globalización y de la consiguiente
conformación de una sociedad global.

ii. Globalización y nuevos actores


internacionales

En este subcapítulo consideraremos la importancia de los actores


no estatales, realizando una clasificación de los mismos y luego
colocando el énfasis en grupos no legítimos, para finalmente llevar
a cabo una crítica al enfoque estatocéntrico en Relaciones Interna-
cionales. Además, nos referiremos al debate sobre globalización a
partir de las distintas corrientes que se observan en torno a este tema.

1. Definición, importancia y clasificación


de actores no estatales

En el período de la Guerra Fría, la arena internacional estaba


dividida en dos bloques antagónicos, representados por la Unión
Soviética y Estados Unidos (EUA), cada uno de los cuales tenía sus
propias organizaciones que se confrontaban entre sí, representadas
por el Pacto de Varsovia y la Organización del Tratado del Atlán-
tico Norte (OTAN), respectivamente. Las superpotencias eran los
grandes actores del sistema internacional, y el paradigma realista
–centrado en el rol de los Estados– fue el que mejor pudo dar cuenta
del escenario que vivió el mundo desde el término de la Segunda
Guerra Mundial hasta la caída del Muro de Berlín.

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Temas y procesos del sistema internacional

El escenario de post Guerra Fría inaugura un nuevo período,


que se caracteriza por la emergencia de enfoques, temas y actores,
muchos de los cuales existían antes pero estaban eclipsados por la
gran atención que suscitaba la lucha entre las superpotencias. En
diplomacia, derecho internacional, y periodismo se asume que las
relaciones internacionales consisten en relaciones entre Estados. Es
posible, por lo tanto, definir las relaciones internacionales como
aquellas que cubren este tipo de relaciones interestatales. Este es el
enfoque estatocéntrico, sustentado principalmente en el paradigma
realista. Sin embargo, un mejor entendimiento de la política global
requiere el análisis de las relaciones entre gobiernos y muchos otros
actores internacionales. Un enfoque más abierto, conocido como
pluralismo, está basado en el argumento de que todos los tipos de
actores pueden afectar el sistema internacional (Willets 2008: 332).
La idea de actores no estatales o actores transnacionales implica
que las relaciones internacionales no están limitadas a los gobiernos,
pues estos interactúan con ONG, empresas y organizaciones interna-
cionales. Una definición de actores no estatales incluye organizaciones
que tienen tres características centrales: a) tienen autonomía de los
gobiernos centrales, y su control emana de la sociedad civil, de la
economía de mercado o de los partidos políticos más allá del control
y dirección del Estado; b) operan en redes que se extienden más allá
de las fronteras estatales, conformando relaciones transnacionales que
ligan el sistema político con la economía y la sociedad; c) actúan de tal
manera que tienen consecuencias políticas dentro de uno o más Esta-
dos o dentro de las instituciones internacionales (Josselin 2001: 3-4).
Siguiendo a Halliday, podemos establecer cinco grandes grupos
dentro de esta categoría: ONG, compañías transnacionales, organi-
zaciones políticas, entidades religiosas y organizaciones criminales.
Esta definición excluye a organizaciones intergubernamentales
como la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Cruz Roja
Internacional, la OTAN o la Unión Europea, así como a agencias
especializadas de la ONU, tales como el Banco Mundial o UNICEF
(Halliday 2001: 26). Consideremos brevemente el rol de los cinco
grupos de actores no estatales en el sistema internacional.
Las ONG, según la definición de la ONU, son aquellas que
cumplen con las siguientes condiciones: a) apoyar los objetivos y

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Isaac Caro

el trabajo de la ONU; b) ser un cuerpo representativo con una sede


identificable; c) no puede ser una organización que tenga utilidades;
d) no puede usar o abogar por la violencia; e) debe respetar normas
de no interferencia en asuntos internos de los Estados; f) no puede
ser un partido político; g) no puede ser establecida por acuerdo in-
tergubernamental. Un efecto de la globalización es hacer físicamente
y financieramente posible para los pequeños grupos establecer la
cooperación, aunque estén a miles de kilómetros unos de otros. Así,
es muy fácil para las ONG operar transnacionalmente, aunque no
todas hagan esta elección. Además, el advenimiento de Internet ha
permitido que ellas formen redes y puedan mantener comunicaciones
FMFDUSÓOJDBTZTJUJPTXFCDPOKVOUPT 8JMMFUT 
Todas las compañías que importan o exportan están compro-
metidas en actividades transnacionales. Sin embargo, ellas no son
conocidas como compañías transnacionales hasta que tengan ramas
o subsidiarias fuera de su país. La imagen clásica de una compañía
transnacional es una compañía grande de EUA, que domina el mer-
cado mundial. La más grande es General Electric. Sin embargo, en
el siglo XXI, compañías de países en vías de desarrollo son cada vez
más importantes (como Marcopolo, de Brasil). Los gobiernos tienen
grandes dificultades en regular las transacciones internacionales.
Además, no hay un método garantizado de prevenir el comercio
indirecto de un país a otro, lo que se conoce como triangulación. Por
ejemplo, productos de Cuba a través de Canadá o México podrían
llegar a Estados Unidos (Willets 2008: 334-337) o vice-versa, pese
al embargo impuesto por esta potencia a la isla desde hace 50 años.
Además, las compañías transnacionales tienen un enorme im-
pacto en el medio ambiente, puesto que ellas consumen gran parte
de los recursos de la tierra, contribuyendo a la polución global y a la
HFOFSBDJÓOEFFNJTJPOFTEFHBT 3PXMBOET &MEFSSBNFEF
petróleo producido por la British Petroleum en las costas del Golfo
de México, en mayo de 2010, es un ejemplo que muestra que estas
compañías, a pesar de su importancia, pueden provocar graves daños
medioambientales, escapando a cualquier regulación gubernamental.
Las organizaciones políticas, en particular los partidos políticos,
son ejemplos de actores no estatales que han tenido un rol transna-
cional, especialmente en el contexto europeo. A través de elecciones

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Temas y procesos del sistema internacional

en la Unión Europea, ellos han creado lazos forjando coaliciones al


interior del Parlamento, las que alcanzaron a siete grandes grupos
en las elecciones del 2009: Grupo del Partido Popular Europeo,
incluyendo demócratas cristianos; Grupo de la Alianza Progresista
de los Socialistas y Demócratas; Grupo de la Alianza de los Demó-
cratas y Liberales por Europa; Grupo de los Verdes/Alianza Libre
Europea; Conservadores y Reformistas Europeos; Grupo Confederal
de la Izquierda Unitaria Europea; Europa de la Libertad y de la
Democracia (Parlamento Europeo 2009).
En cuanto a las entidades religiosas, cabe mencionar especial-
mente el rol creciente que adquieren los fundamentalismos religio-
sos, los cuales, como actores del sistema internacional, tienen una
función que está centrada no solo en el Estado, sino también en
el sistema político no estatal (Hermandad Musulmana en Egipto
y Jordania, grupos judíos ortodoxos como el Partido Shas en el
Parlamento israelí) y en la sociedad (iglesias y movimientos evan-
HÊMJDPTQSPUFTUBOUFT  $BSPZ'FEJBLPXB$BSP 
Un caso particular de actor no estatal está representado por los
fundamentalismos islámicos o movimientos islamistas, los que se
caracterizan por sus lazos transnacionales (Dalacoura 2001: 235-
248) y, en los casos más radicales, como Al Qaeda, por la presencia
de una red internacional de apoyo al terrorismo que incorpora a
organizaciones del Medio Oriente, África, Asia central y oriental.

2. Grupos no legítimos y movimientos de


liberación nacional

Una variedad de grupos comprometidos en comportamiento


violento o criminal tienen una base transnacional, por lo que pue-
den ser considerados también como actores no estatales. Se puede
hacer una distinción entre movimientos criminales y aquellos que
se consideran de liberación nacional y tienen motivos políticos. Sin
embargo, para los gobiernos, ni la actividad criminal ni la violencia
política pueden ser legítimos dentro de su propia jurisdicción o
en otros países. Las industrias criminales más importantes son el
tráfico de armas y el narcotráfico. Hay también un nuevo comercio
de esclavos y explotación sexual de jóvenes mujeres, como queda

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Isaac Caro

ejemplificado en países como Tailandia, donde prolifera un turismo


sexual (Willets 2008: 337).
Como resultado de la revolución tecnológica, el crimen organi-
zado es cada vez más transnacional: los principales grupos operan
y están estructurados internacionalmente, lo que significa que están
involucrados en tráfico de drogas, de armas, lavado de dinero, todo
lo cual constituye una preocupación de carácter global (Galeotti
2001: 203-217). En Sudamérica, un ejemplo de mafia transnacional
está constituido por el territorio de la triple frontera de Argentina,
Paraguay y Brasil. Esta zona, debido especialmente a una falta de
vigilancia por parte de los organismos de seguridad paraguayos,
se ha caracterizado por incluir actividades ilícitas, como tráfico de
armas y mercancías, presencia de mafias de distintas nacionalida-
des. La relación entre las mafias chinas y ciertos grupos islamistas,
concretamente el egipcio Gamaa Islamiya, es expuesta por Saldivia
y Franco, quienes, basándose en informes de inteligencia, señalan
que esta conexión incorporaría venta de armamento desde Ciudad
del Este al Gamaa, el que sería enviado a Egipto vía marítima, así
como manejo de fondos de esta organización por parte de mafias
chinas radicadas en esta ciudad, en «un circuito financiero que
incluiría a Guyana e Islas Caymán» (Saldivia y Franco 2003: 133).
En cuanto a la violencia política, es más común cuando movi-
mientos nacionalistas o minorías étnicas rechazan la legitimidad de
un gobierno. Estos grupos son llamados «terroristas» para expresar
el rechazo a ellos, «guerrillas» para aquellos que son más neutrales
o movimientos de «liberación nacional» por sus partidarios. Desde
11-S, el balance político ha cambiado profundamente. Histórica-
mente, el terrorismo ha sido un instrumento de conflicto interno,
pero Al Qaeda presentó al mundo una nueva amenaza al constituir
una red global transnacional (Medio Oriente, Asia, Europa) (Willets
2008: 337-338).

3. Críticas al enfoque estatocéntrico

Las críticas al enfoque estatocéntrico y, en particular, al para-


digma realista, se hacen evidentes con el nuevo escenario de post
Guerra Fría que estamos viviendo y el consiguiente surgimiento

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Temas y procesos del sistema internacional

de nuevos actores internacionales, tal como hemos relatado en las


páginas anteriores. En particular, existen cuatro problemas mayores
con esta concepción (Willets 2008: 332-334):

rAmbigüedad entre diferentes significados de lo que es un «Esta-


do». Los autores que utilizan el concepto «Estado» no lo usan
del mismo modo y con el mismo significado, confundiendo este
concepto con el de «país», esto es, región, provincia o territorio,
con una presencia de población que comparte valores comunes.
Ejemplos de territorios que no constituyen Estados son, entre
otros, Cataluña, País Vasco, Escocia, Kurdistán. También está el
concepto de «Estado» como aparato de gobierno.
rFalta de similitud entre los Estados. Las divergencias económi-
cas, poblacionales, territoriales entre los diferentes Estados son
muy grandes: por ejemplo, la economía de EUA es 1.400 veces
mayor que la de Etiopía. En términos de población y superficie,
las diferencias son mayores: las islas del Caribe o Pacífico no se
comparan con China o India.
rDiferencia entre «sistema de Estados» y «sistema internacional».
El enfoque estatocéntrico niega posibilidad de que existan enti-
dades colectivas en un nivel global. Al sistema internacional se lo
considera como un conjunto de Estados individuales. Exagerando
la coherencia de los Estados y disminuyendo la coherencia de
la política global, las relaciones transnacionales y las relaciones
intergubernamentales son subestimadas.
rDiferencia entre Estado y nación. El Estado no coincide con la
nación y viceversa. La mayoría de los Estados son multinacionales
y muchos grupos nacionales están presentes en muchos Estados.
De este modo, en el Estado chileno coinciden muchas naciones,
que incluyen a los mapuches, aymaras y otros grupos nacionales.
Por su parte, los Kurdos que ocupan el territorio del Kurdistán,
corresponden a una nación que no tiene un Estado autónomo
y que están repartidos en cuatro Estados nacionales: Irán, Irak,
Turquía y Siria.

A lo anterior, tenemos que sumar la importancia creciente que


adquieren los procesos de globalización. Estamos en un período de

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Isaac Caro

radicalización de la modernidad (Giddens 1990), de una sociedad de


riesgo (Beck 1998) o de una sociedad red, que se caracteriza por la
crisis del estatismo como sistema, la profundización del capitalismo
y nuevas relaciones de poder, con una declinación del Estado-nación
en cuanto entidad soberana. Se produce una ruptura con la lógica
social institucionalizada, de modo que los nuevos autores tienen
autonomía frente al Estado (Castells 1999).

4. El debate sobre globalización

¿Qué es la globalización? ¿Quiénes la defienden y quiénes están


en contra? Para responder a esta pregunta, podemos hacer referencia
a dos debates, ambos ligados entre sí. El primero, sintetizado por
)FMEZ.D(SFX JEFOUJàDBTFJTQPTJDJPOFTQSJODJQBMFTRVFSFàFSFOB
distintas corrientes y teorías sobre la globalización. Las tres primeras
son favorables a la globalización, mientras que las tres últimas son
DPOUSBSJBTBMBNJTNB )FMEZ.D(SFX 

rNeoliberales. En esta visión la globalización define una nueva


época de la historia humana en que los Estados nacionales se
han hecho antinaturales. Existe un mercado global único, junto
con redes transnacionales de producción, comercio y finanzas. El
mercado es quien domina todo (Strange 1988). Al mismo tiempo,
se produce la expansión global de la democracia liberal occiden-
tal, lo que refuerza el sentido de una civilización definida en base
a criterios universales de organización económica y política.
rInternacionalistas liberales. Reconociendo los desafíos planteados
por una creciente interconexión global –a diferencia de un mundo
modelado por la competencia global y los mercados globales–, se
considera un orden mundial más cooperativo. En esta posición
hay tres factores esenciales: la creciente interdependencia, la
democracia y las instituciones globales. El objetivo es fortalecer
las nociones de ciudadanía global.
rReformadores institucionales. Su base es la iniciativa del Progra-
ma de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Los bienes
públicos no pueden reducirse únicamente a los bienes propor-
cionados por el Estado, sino que deben considerarse también los

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Temas y procesos del sistema internacional

provistos por los diversos actores, estatales y no estatales. Solo


mediante un diálogo público ampliado sobre la naturaleza y la
provisión de los bienes públicos puede construirse un nuevo or-
den global más controlable y justo. Se debe fortalecer y reformar
el papel de los Estados y las instituciones internacionales para
favorecer el suministro de bienes públicos globales.
rTransformadores globales. Se acepta que la globalización no es
nueva ni es intrínsecamente injusta o antidemocrática. La cuestión
se refiere a su forma deseable y a sus consecuencias distributivas.
La globalización puede ser mejor y estar más equitativamente
gobernada, regulada y modelada. Su posición no es una posición
directamente a favor o en contra de la globalización.
rEstatalistas/proteccionistas. Existen sólidos argumentos a favor de
la primacía de las comunidades nacionales, de los Estados-nación.
Estos argumentos van acompañados de un marcado escepticismo
respecto a la globalización; se dice que se ha exagerado totalmente
el grado de la globalización contemporánea. Se sostiene que se
infravalora el poder perdurable de los gobiernos nacionales para
regular la actividad económica internacional. Hay un rechazo
rotundo a los vínculos e instituciones globales.
rRadicales. Se subraya la necesidad de mecanismos alternativos de
gobernanza basados en comunidades inclusivas y autogoberna-
das. Los agentes del cambio son movimientos sociales, tales como
los movimientos ecologistas, feministas y antiglobalización. Este
modelo se basa en las críticas marxistas a la democracia liberal,
en el lenguaje de la igualdad, la solidaridad, la emancipación y
la transformación de las relaciones de poder.

Todas las corrientes anteriores, a diferencia de la quinta, cues-


tionan el paradigma estatocéntrico, que señala que los Estados
son actores principales e irremplazables del sistema internacional.
Ahora bien, estas seis corrientes podemos reducirlas a solo tres,
considerando el grado de aceptación o rechazo que se tiene hacia
la globalización (Giddens 2002: 94-97):
Los escépticos. Señalan que la idea de globalización ha sido
sobrevalorada y que los actuales niveles de interdependencia eco-
nómica sí tienen antecedentes en el siglo XIX. La economía del

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Isaac Caro

mundo no está tan integrada como para considerarla globalizada,


sino que está centrada en Europa, Norteamérica y la zona asiática
del Pacífico. Consideran que los Estados nacionales siguen siendo
factores claves en la actividad económica. Dentro de los escépticos
se encuentran autores como Samuel Huntington con su visión del
choque civilizacional (Huntington 1993: 22-49).
Los hiperglobalizadores. Adoptan una posición opuesta, seña-
lando que la globalización es un fenómeno cuyos efectos pueden
verse en todas partes. La globalización está produciendo un nuevo
orden global que se extiende mediante flujos comerciales y de
producción. Se considera que el poder de los gobiernos nacionales
también está cuestionado desde arriba, por nuevas instituciones
regionales e internacionales. Los autores hiperglobalizadores, como
Imanuel Wallerstein, hablan de la conformación de una sociedad
global (Wallerstein 1997).
Los transformacionistas. Están en una posición intermedia.
La globalización es la fuerza esencial que subyace en un amplio
espectro de cambios que conforman las sociedades modernas. El
orden global se está transformando, pero se mantienen muchas de
las antiguas pautas. Ya no vivimos en un mundo que gira en torno
al Estado. Estos se están reestructurando para responder a nuevas
formas de organización económica y social que no tienen una base
territorial. Giddens (1990), Beck (1998), Castells (1999) pueden
considerarse en esta posición intermedia, que habla de la existencia
de fuerzas de integración pero también de fragmentación al interior
de la sociedad global.
Siguiendo a Beck, sostendremos que el término «globalización»
no apunta al final de la política, sino «a una salida de lo político del
marco categorial del Estado nacional». En la nueva retórica de la globa-
lización saltan a la vista las consecuencias políticas de la globalización
económica. La economía mundial socava los cimientos de las economías
nacionales y de los Estados nacionales (Beck 1998b). En el tema de la
globalización están amenazados no solo los sindicatos, sino también la
política y el Estado. De este modo, se cuestiona el modelo de la primera
modernidad, que se organizó sobre la base de la unidad de la identidad
cultural («pueblo»), del espacio y del Estado. Globalización significa
los procesos en virtud de los cuales los Estados nacionales soberanos

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Temas y procesos del sistema internacional

se entremezclan con actores transnacionales, lo que implica la ausencia


de un Estado mundial y, al mismo tiempo, la difusión de un capitalismo
globalmente desorganizado (Beck 1998b: 15-31).

iii. Paradigma civilizacional, cultura y religión

En este apartado comenzaremos analizando la relación entre reli-


gión, política y relaciones internacionales, especialmente a partir de
la década de 1980. Luego consideraremos la emergencia del paradig-
ma civilizacional en Relaciones Internacionales, con los postulados
EF#FSOBSE-FXJTZ4BNVFM)VOUJOHUPO ZTVBQMJDBDJÓOBMDIPRVF
civilizacional entre Occidente e Islam. Finalmente, analizaremos
algunas perspectivas opuestas a este paradigma.

1. Religión y política

La relación entre religión y política se empieza a considerar


seriamente a partir de la década de 1980 en la medida que la religión
cobró notoriedad en un doble sentido: entró a la esfera pública y
ganó publicidad. Los medios de comunicación social, los científicos
sociales y el público en general comenzaron a prestar importancia a
la religión: este interés derivó del hecho de que la religión, dejando
su lugar asignado en la esfera privada, ingresó a la arena pública de
contestación moral y política. Cuatro desarrollos dieron a la religión
publicidad global: la revolución islámica en Irán, el movimiento
Solidaridad en Polonia, el rol del catolicismo en la revolución san-
dinista y otros conflictos en América Latina (a partir de la teología
de la liberación), y la reemergencia del fundamentalismo protestante
como fuerza en la política estadounidense (Casanova 1994).
Durante toda la década de los 80, la mayoría de los conflictos
políticos estaban relacionados con la religión. En el Medio Oriente,
todas las religiones y fundamentalismos de la región se alimentaron
de viejas disputas que desencadenaron en diferentes guerras: a)
guerra entre Irán e Irak: enfrentamiento entre chiítas y sunnitas; b)
guerra civil en el Líbano que enfrentó a diferentes facciones religiosas
(maronitas, chiítas, sunnitas); c) Intifada en Palestina, que implicó
la creación de la organización islamista Hamas (Casanova 1994).

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Isaac Caro

La década comenzó en 1979, con las revoluciones de Irán y


Nicaragua, la visita del Papa a Polonia y el establecimiento de la
«Mayoría Moral» (derecha religiosa) en Estados Unidos. Terminó
con el affaire Salman Rushdie, la muerte del Ayatolá Komeini, y la
visita de Gorbachov al Papa. El año 1989 es clave en las reafirma-
ciones de identidad islámica en Occidente a través de tres hechos
centrales: a) el escritor indo-británico Salman Rushdie es condena-
do a muerte por el Ayatola Khomeini debido a su novela «Versos
Satánicos»; b) comienza un debate sobre el uso del velo en Francia
luego de que a dos alumnas musulmanas se les prohíbe el ingreso
a una clase de educación física en un liceo estatal de Grenoble; c)
en Estados Unidos, la nación del Islam, partidaria de crear un Es-
tado negro musulmán separado del blanco, logra mediar y unir a
bandas rivales de afroamericanos, con lo cual se convierte en una
organización mediadora importante (Kepel 2005).
A los acontecimientos de la década de 1980, se agregan nuevos
desarrollos relacionados con la religión: la Intifada de Al-Aqsa
(2000), los ataques terroristas de Al-Qaeda (2001), la victoria de
Hamas en las elecciones palestinas (2006), la consolidación de sec-
tores judíos ultraortodoxos –como el Partido Shas– en las elecciones
israelíes (2009).
A pesar de los sucesos anteriores, el factor religioso no había
sido incluido como elemento central en las ciencias sociales y, en
particular, en las Relaciones Internacionales. Durante los siglos
XIX y XX, la mayoría de los cientistas sociales occidentales no le
dieron peso a la religión en sus teorías y a menudo postularon su
poca importancia como fuerza política y social significante (Com-
te, Durkheim, Marx). A partir de la teoría de la secularización, se
postulaba que una era de iluminación y racionalismo reemplazaría
a la religión como base para el entendimiento del mundo moderno.
En suma, las ciencias sociales tienen sus orígenes en el rechazo de
la religión como una forma explicativa para el mundo moderno.
Sin embargo, ¿quién cree todavía en el mito de la secularización? El
paradigma de la secularización ha sido el principal marco teórico y
analítico a través del cual las ciencias sociales han visto la relación
entre religión y modernidad (Fox y Samlder 2007). Huntington
(1993; 1996), con su tesis de «Choque civilizacional», es original al

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Temas y procesos del sistema internacional

plantear la importancia de la religión en el escenario internacional


post Guerra Fría.

2. Antecedentes del paradigma civilizacional

En el período de post Guerra Fría adquiere importancia una


corriente que destaca la centralidad de los factores culturales, siendo
los actores principales las civilizaciones. Samuel Huntington, escép-
tico sobre la globalización, es uno de los principales representantes
de este modelo, el que aplica al choque entre Occidente y mundo
islámico. El paradigma civilizacional no es nuevo, sino que tiene
sustento en la filosofía de la historia a través de dos rasgos princi-
pales: a) una concepción cíclica del tiempo y la sociedad, b) rechazo
de la noción lineal del progreso sostenido, como fuera postulado
por el positivismo (Caro 2002: 29).
¿Cómo llega Huntington al paradigma civilizacional? Tal como
él lo reconoce, este tiene antecedentes importantes en la filosofía de
MBIJTUPSJBZQBSUJDVMBSNFOUFFOBVUPSFTDPNP0TXBME4QFOHMFSZ
Arnold Toynbee. El primero aborda uno de los grandes problemas
de la sociología: uniformidades en el curso vital de las culturas. Sus
pronósticos de decadencia de la civilización occidental coincidían
con la I Guerra Mundial. Para este autor alemán, la historia de la
humanidad como un todo no tiene sentido; tampoco lo tiene la
división de la historia en antigua, medieval y moderna. Estudia
ocho culturas (egipcia, mesopotámica, hindú, china, árabe, maya,
clásica o greco-romana, occidental o fáustica), las que considera
como organismos de la historia, que tienen un correlato exacto
en la historia de un individuo: nacen, crecen, maduran y mueren
(Huntington 1996: 41-42; Spengler 1922; Caro 2002: 29-30).
Toynbee, por su parte, estudia 21 civilizaciones que han reco-
rrido su ciclo histórico natural completo, entre las cuales se hayan
la occidental, la árabe, la andina y la maya. Existen otras cinco
que están «detenidas»: polinesia, esquimal, nómada, otomana,
espartana. Para el autor inglés, el curso de cada civilización es uni-
forme: pasa por etapas predeterminadas para luego desaparecer:
nacimiento, desarrollo, ruptura, desintegración (Huntington 1996:
41-42; Toynbee 1958; Caro 2002: 29-30).

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Isaac Caro

Más cerca en el tiempo y más cercano a Huntington, Raymond


Aron estudia el destino de las naciones, de las civilizaciones y de la
humanidad. En cuanto al destino de las naciones, y tomando solo
como referencia las europeas, el sociólogo francés sostiene que se
ha subestimado el rol de los factores materiales y del número –dos
categorías sociológicas–, y tampoco se ha considerado la acción
propia de la técnica militar, es decir, de la organización, la disciplina
y la táctica. Al igual que los otros autores civilizacionales, Aron hace
referencia a la decadencia de los Estados y de las civilizaciones. El
descenso histórico de las naciones europeas ha sido precipitado por
las dos guerras del siglo XX, y por la desintegración de los imperios
europeos y su salida de Asia y de África. Luego agrega que hay que
admitir que la civilización occidental presenta, con relación a todas
aquellas del pasado, varios rasgos singulares que interesan a las
Relaciones Internacionales: jamás todavía una civilización ha estado
en contacto con tantas otras civilizaciones; jamás ha conquistado
tantas tierras, transmitido tantos saberes y poderes a los hombres
vencidos (Aron 1959: 310, 315-317, 325).
Finalmente, Huntington distingue la existencia de cuatro para-
digmas en el campo de la disciplina de Relaciones Internacionales:
a) el de un solo mundo, que expresa que el final de la Guerra Fría
implica el término de todo conflicto importante en la política glo-
bal, tal como lo expresara Francis Fukuyama; b) el de dos mundos,
con una división entre Occidente y Oriente, o entre Norte y Sur;
c) la teoría realista, que establece que los Estados son los actores
principales del sistema internacional; d) el del caos, que habla de la
desintegración de los Estados, de la intensificación de los conflictos
tribales, étnicos y religiosos (Huntington 1996: 29-35).
Para el autor estadounidense este paradigma civilizacional
tiene la particularidad de no ser excluyente con los anteriores, sino
que por el contrario, incorpora elementos de los cuatro paradig-
mas anteriores: a) las fuerzas de integración son reales, puesto que
existe una tendencia a la unidad y la integración; b) el mundo está
dividido en dos, pero no en Oriente y Occidente, sino en un mundo
occidental y muchos mundos no occidentales; c) los Estados segui-
rán siendo los actores más importantes; d) el mundo es anárquico
y los conflictos más peligrosos son los que surgen de civilizaciones

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Temas y procesos del sistema internacional

diferentes. En la visión de Huntington, varios son los eventos que


refuerzan este paradigma, todos ellos referidos al año 1993, año
en que escribe su propuesta original en la revista Foreign Affairs
(Huntington 1993: 22-49): guerra en Yugoslavia (que enfrenta a
serbios, croatas, musulmanes); guerra en Asia Central (que enfren-
ta a Rusia y Chechenia); confrontación entre China y EUA sobre
programa nuclear iraní; anuncio de EUA de prepararse para dos
conflictos regionales: uno en Corea del Norte, otro en Irán e Irak;
admisión de Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia en
la OTAN (Huntington 1996: 36-39).

3. El choque de civilizaciones

A partir del paradigma civilizacional, dos autores estadouniden-


TFT #FSOBSE-FXJTQSJNFSP  Z4BNVFM)VOUJOHUPO EFTQVÊT
(1993), plantean un choque entre la civilización occidental y la
DJWJMJ[BDJÓOJTMÃNJDB-FXJTTPTUJFOFRVFMBTUSFTSFMJHJPOFTNPOP-
teístas, el judaísmo, el cristianismo y el Islam, están influenciadas
por una idea dualista de un choque cósmico entre bien y mal, luz y
PTDVSJEBE PSEFOZDBPT %JPTZ4BUBOÃT -FXJT 
En el Islam, la lucha entre el bien y el mal adquirió una dimen-
sión política y militar, puesto que Mahoma no fue solo un profeta,
sino también «el jefe de una polis y de una comunidad, un goberna-
dor y un soldado». De este modo, si los combatientes en la guerra
por el Islam están peleando por Dios, entonces sus oponentes están
luchando contra Dios. Y dado que Dios es el soberano, entonces Él
comanda el ejército, el cual es el «ejército de Dios» y su enemigo es
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5FOJFOEPDPNPCBTFFTUBTDPOTJEFSBDJPOFT -FXJTTPTUJFOFMB
existencia de un conflicto permanente entre el Islam y el cristianismo,
que lleva 13 siglos y que tiene dos etapas principales: a) la primera,
de los siglos VII a XV, que viene desde el nacimiento del Islam, se
caracteriza porque este permanece en expansión, extendiéndose
desde la India hasta los Pirineos; b) la segunda, que viene desde
el siglo XV con el ascenso de los imperios coloniales europeos y
se extiende hasta nuestros tiempos, está determinada por la deca-
dencia del Islam. De este modo, el Islam se ha visto históricamente

183
Isaac Caro

enfrentado a Europa y luego a su líder indiscutible, Estados Unidos.


Debido a que EUA es el legítimo heredero de la civilización europea
y el líder indiscutible de Occidente, ha heredado el foco de odio e ira
del mundo islámico. Se trata de un choque de civilizaciones, esto es,
«una reacción histórica de un antiguo rival contra nuestra herencia
judeo-cristiana, nuestro presente secular, y la expansión mundial de
BNCPTv -FXJT 1BSBFTUFBVUPS USFTTPOMPTFMFNFOUPT
principales que constituyen el antioccidentalismo en el Islam:

rInfluencias provenientes de Alemania, del irracionalismo filosófico


representado por autores como Heidegger –quien consideraba a
EUA como un ejemplo de civilización sin cultura, esto es, rico,
materialmente avanzado, pero artificial– y Spengler, quien con-
cebía la decadencia del mundo occidental, entre otros.
rInfluencias provenientes del marxismo y del tercermundismo,
especialmente en su denuncia del capitalismo occidental y esta-
dounidense. Estas ideologías ganaron apoyo en el mundo islámico
porque se oponían a Occidente.
rLa denuncia del imperialismo: lo que se considera inaceptable
en el mundo islámico es la dominación de los infieles (cristianos)
sobre los verdaderos creyentes (musulmanes). Esta denuncia es
hacia Europa y EUA –no hacia Rusia– porque de allí provienen
el capitalismo occidental y la democracia y porque la civilización
occidental es el «mayor desafío a la forma de vida que ellos de-
sean retener o restaurar para su pueblo». Además, se considera
FMBQPZPEF&TUBEPT6OJEPTIBDJB*TSBFM -FXJT 

Firme sostenedor del choque civilizacional durante la década


de 1990, este autor se ha ido apartando de sus tesis originales para
sostener que «el Corán habla tanto de guerra como de paz» y que
los nuevos acontecimientos en el Medio Oriente – ambiciones de
Saddam Hussein en Irak, agravamiento del conflicto entre Israel
y Palestina– «han otorgado dimensiones políticas y militares a la
intervención extranjera», con lo cual se da «cierta credibilidad a las
denuncias de ‘imperialismo’ que se oyen cada vez más en el mundo
NVTVMNÃO -FXJT 

184
Temas y procesos del sistema internacional

Huntington, por su parte, señala como hipótesis que la fuente


fundamental de conflicto en el nuevo mundo no será principalmente
ideológica o política, sino que cultural. Las naciones Estados segui-
rán siendo los principales actores de la política mundial, pero los
conflictos principales ocurrirán entre naciones y grupos de diferentes
civilizaciones. El choque de civilizaciones dominará la política glo-
bal. Frente a la pregunta de ¿por qué chocarán las civilizaciones?,
este autor estadounidense responde que la identidad civilizacional
será crecientemente importante en el futuro, donde el mundo esta-
rá conformado por la interacción entre siete u ocho civilizaciones
(occidental, confuciana, japonesa, islámica, hindú, eslava-ortodoxa,
latinoamericana y posiblemente africana). Los conflictos más im-
portantes del futuro ocurrirán a lo largo de las defectuosas líneas
que separan a estas civilizaciones (Huntington 1993: 22-49).
El conflicto civilizacional, dice Huntington, está profundamente
enraizado en Asia: luchas históricas entre musulmanes e hindúes en
la India, rivalidad entre Pakistán e India, disputas territoriales de
China con todos sus vecinos, especialmente con el pueblo budista
de Tíbet. Con el término de la Guerra Fría resurgen diferencias entre
China y Estados Unidos en áreas como derechos humanos y pro-
liferación de armamento. También aumentan las dificultades entre
Japón y Estados Unidos, donde las diferencias culturales sobrepasan
a las económicas (Huntington 1993: 22-49).
Y, en lo que se refiere al choque entre Occidente e Islam, siguien-
EPMPTQMBOUFBNJFOUPTEF-FXJT )VOUJOHUPOEFTDSJCFRVFEVSBOUF
1.300 años existieron una serie de conflictos entre estas civilizacio-
nes, que abarcaron varias etapas: a) desde la fundación del Islam,
los árabes se extendieron al norte y oeste; b) en los siglos XI y XII
los Cruzados intentaron llevar el cristianismo a la Tierra Santa; c)
en los siglos XIX y XX, con la declinación del Imperio Otomano,
viene el control de Gran Bretaña y Francia sobre el Medio Oriente;
d) a partir de 1945, Occidente comenzó a retirarse y los imperios
coloniales desaparecieron, surgiendo el nacionalismo árabe, el
fundamentalismo islámico y el conflicto árabe-israelí (Huntington
1993: 22-49).

185
Isaac Caro

4. Visiones contrapuestas al choque de civilizaciones

-BQFSTQFDUJWBDJWJMJ[BDJPOBMEFTBSSPMMBEBQPS-FXJTZ)VOU-
ington fue motivo de un fuerte debate académico desde el mismo
momento en que fue elaborada y expuesta en los medios tanto
BDBEÊNJDPTDPNPDPNVOJDBDJPOBMFT&EXBSE%KFSFKJBO  EF
la Universidad de Rice, considera que la posición de choque civili-
zacional es también asumida por el gobierno de Estados Unidos en
sus relaciones con el mundo islámico. Este autor agrega que más
que estar en presencia de un «choque de las civilizaciones» como
Huntington lo postula, se trata de manifestaciones de conflictos
políticos, étnicos, religiosos y culturales particulares que se han
intensificado en la era de post Guerra Fría en lo que denomina el
«arco de la crisis», que comprende los Balcanes, el Cáucaso, el norte
de África, el Medio Oriente, el Asia central y del sur (Caro 2002:
50-52; Djerejian 1995).
Por su parte, Zachary Karabell, profesor asociado del Center
for International Affairs, de la Universidad de Harvard, postula que
dado que el comunismo ha declinado en el mundo de post Guerra
Fría, se da una mayor atención a la amenaza del fundamentalismo
islámico. Por una parte, existe la creencia de que el fundamentalismo
islámico es el nuevo comunismo, por lo que se le deben oponer todos
los medios necesarios para contenerlo. Por otra parte, el tema no
es el fundamentalismo islámico, sino la violencia y el extremismo.
Según Karabell, la similitud del fundamentalismo islámico con el
comunismo ha sido hecha principalmente por Daniel Pipes en su
periódico The Middle East Quarterly, así como en Commentary. En
esta línea también se incluyen dos autores civilizacionales: Bernard
-FXJTZ4BNVFM)VOUJOHUPO ,BSBCFMM 
Karabell señala que si se preguntara a los colegas estadouni-
denses, en las universidades o en cualquier otra parte, qué piensan
cuando es mencionada la palabra «musulmán», la respuesta será
inevitablemente la misma: armados, barbudos, terroristas fanáticos
inclinados a destruir al gran enemigo, Estados Unidos. Una fuente
de este estereotipo son los medios de comunicación social. Estas
imágenes simplifican y distorsionan, haciendo parecer que el Medio

186
Temas y procesos del sistema internacional

Oriente está gobernado por un Dios irracional y por una religión


irracional (Karabell 1995: 37-48).
En el debate más reciente, posterior a los atentados del 11 de
septiembre de 2001, consideraremos brevemente las posturas de
cuatro autores de distintas nacionalidades y disciplinas: Fukuyama,
Said, Ferguson y Sen. Francis Fukuyama sostiene que el conflicto
actual no forma parte de un choque de civilizaciones, sino que se
trata de una acción «por parte de quienes se sienten amenazados
por la modernización» y, en particular, por los derechos humanos.
Los intentos por unir la religión con la política dividen a los mu-
sulmanes, del mismo modo que dividieron a los cristianos en la
Europa medieval. Por lo tanto, el conflicto actual no es con el Islam,
puesto que esta es «una religión extremadamente heterogénea»
(Fukuyama 2001).
1BSBFMGBNPTPFTDSJUPSQBMFTUJOP &EXBSE4BJE jMBMVDIBDPOUSB
el terrorismo legitima los argumentos de Samuel Huntington». Sin
embargo, los que se enfrentan en el conflicto actual no son civili-
zaciones, puesto que se debe rechazar «la idea de que Occidente y
el Islam son identidades cerradas». Las conexiones entre distintas
civilizaciones aparentemente enfrentadas son más cercanas de lo
que se piensa. Según Said, a partir de la oposición establecida por
Huntington entre Islam y Occidente, se estableció un discurso
oficial «durante los primeros días que siguieron a los ataques del
11 de septiembre». Este discurso ha prevalecido debido a la mayor
presencia de musulmanes en Europa y Estados Unidos, lo que sig-
nifica que «el Islam ya no está en la periferia de Occidente sino en
su centro» (Said 2002: 221-224).
El historiador británico, Niall Ferguson, sostiene que nunca ha
creído en la teoría de que «el futuro estará dominado por el conflic-
to de las civilizaciones». Por una parte, el concepto «civilización»
es demasiado vago; por otra, la civilización judeo-cristiana no ha
sido una entidad armoniosa, sobre todo en la década de 1940. Más
que hablar de conflicto entre civilizaciones, Ferguson menciona los
conflictos al interior de las civilizaciones y habla de «las civilizacio-
nes chocadas». De este modo, la guerra civil en Irak no se da entre
civilizaciones distintas, sino al interior de la civilización islámica,
entre sunnitas y chiítas. Por su parte, en la sociedad estadouni-

187
Isaac Caro

dense, la grieta más importante es aquella entre los conservadores


protestantes y los liberales secularizados. En China hay una brecha
importante entre los burócratas comunistas y los campesinos pobres
(Ferguson 2006: 93-95).
El economista indio y Premio Nobel de Economía, Amartya Sen,
sostiene que las «dificultades de la tesis del choque de civilizaciones
empiezan en el momento en que se da por supuesta la relevancia
de una única clasificación». Por lo tanto, la pregunta ¿chocan las
civilizaciones? se basa en el supuesto de que la humanidad puede
ser clasificada en diferentes civilizaciones. Sin embargo, esto implica
centrarse solo en una dimensión, la religiosa, y desconocer otras
identidades significativas «que mueven a la gente» y que van más
allá de la religión (Sen 2006).
En síntesis, la importancia del paradigma civilizacional está en
descubrir las variables culturales y religiosas como factores explica-
tivos de las relaciones internacionales. Sin embargo, sus desventajas
son múltiples: a) no reconoce diferencias mayores al interior de Oc-
cidente (entre EUA y Europa, o entre la Europa latina y la Europa
anglófona), ni al interior del mundo islámico (entre chiítas y sunnitas,
o entre persas y árabes); b) permite discriminar y marginar a pueblos
y naciones: Turquía debería salirse de OTAN; Grecia, por su afinidad
con Rusia, debe retirarse de la Unión Europea, de modo que este
bloque refleje principalmente los valores del Occidente cristiano; c)
existe una tendencia a reflejar la presencia de un fuerte etnocentrismo:
sobrevaloración de Occidente y EUA; a la civilización occidental se
le atribuyen una serie de características (como la democracia, fuerte
sociedad civil), valoradas positivamente, mientras que al resto del
mundo (Asia, Rusia, Medio Oriente) se le asignan características
negativas (expansión económica, conflictos militares), que son vistas
como una amenaza para Occidente y EUA (Caro 2002: 56-57).

iv. Nacionalismos extremos, xenofobia y


otras formas de discriminación

En este subcapítulo consideraremos el fenómeno de los extremismos


de derecha en cuanto actores internacionales. Luego, nos centrare-
mos en el estudio de los movimientos neonazis y su relación con el

188
Temas y procesos del sistema internacional

antisemitismo, la xenofobia y distintas formas de discriminación.


Para terminar, haremos referencia a la islamofobia y su aumento
a partir del 11-S.

1. Extremismos de derecha como actores internacionales

Uno de los elementos de los extremismos de derecha es la per-


cepción del otro como amenaza que representa fuerzas destructivas
y extranjeras. En este fenómeno existe una patología del odio que,
llevada a su extremo, adopta la forma de genocidios. En América
Latina, la cultura del odio está sustentada en una dialéctica de la
negación, que se expresa bajo el rechazo al otro: indio, negro, mujer,
campesino, judío, homosexual. Existe continuidad temporal entre
la negación y la exclusión: los descendientes de los negros y de los
indígenas tienden a ser en su gran mayoría pobres y marginados.
La negación del otro adquiere renovada fuerza a partir del aumento
de flujos migratorios: aumenta la percepción del otro como alguien
que es distinto, extraño, extranjero (Calderón et al. 1996).
El concepto de «extremismos de derecha» denota la existencia
de una gran variedad de movimientos sociales y políticos, espe-
cialmente en períodos de gran movilización social, así como de
profundas transformaciones. Mientras que en un polo están los
extremismos de izquierda, caracterizados por algunos movimientos
y partidos comunistas contrarios a la democracia liberal, en el otro
polo se ubican los extremismos de derecha, que se definen por una
acción política encaminada «hacia la defensa a ultranza y la recon-
quista de las prerrogativas político–sociales tradicionales propias»
(Bobbio et al. 1981: 608), lo que incluye: a) casos históricos, como
el nazismo y el fascismo; b) movimientos contemporáneos, como los
populismos europeos; c) grupos neonazis y skinheads, entre otros.
Los extremismos de derecha estuvieron incorporados como una
fuerza anticomunista, por lo cual detrás de esa bandera se iban a
esconder muchas de estas organizaciones. En el ámbito europeo,
este fenómeno siempre estuvo presente, más allá de los ejemplos
mostrados por el franquismo en España, el salazarismo en Portugal
y el «régimen de los coroneles» en Grecia. En la década de 1980,
con la profundización de la Guerra Fría (invasión soviética de

189
Isaac Caro

Afganistán, asunción de Ronald Reagan a la presidencia de Estados


Unidos), el culto al militarismo, a la fuerza, a la violencia, se con-
vertirá en una bandera seductora para los jóvenes que ingresan a la
extrema derecha. Luego, con la caída de los regímenes de Europa
Oriental, se comprobará que efectivamente estos partidos existían
(Fagundes 2002).
En el escenario de post Guerra Fría, los populismos europeos
crecen en el seno de las democracias occidentales con un discurso
que se opone a la mundialización, a la integración europea y que
representa la principal fuerza de disenso en estas sociedades. Dicha
reacción se debe a tres procesos: a) flujos migratorios a Europa, es-
pecialmente provenientes del Magreb; b) concepción ultraliberal que
produce incertidumbre, anomia, exclusión y desigualdad económica;
c) crisis del Estado-nación a partir de los procesos de integración
europea y moneda única europea. Su discurso incorpora: a) defensa
de ciudadanos privados de los beneficios del modelo neoliberal; b)
concepciones de seguridad ciudadana, combate al crimen; c) lucha
contra la inmigración no europea, especialmente la de países mu-
sulmanes (Camus 2002: 8-9).

2. Movimientos neonazis

Existen agrupaciones racistas y xenófobas, que se caracterizan


por realizar acciones violentas en contra de inmigrantes, árabes,
judíos, gitanos, negros, asiáticos. Muchas de estas agrupaciones,
además de defender la supremacía de la raza blanca, se proclaman
en forma explícita admiradoras de Adolfo Hitler y seguidoras del
nacional socialismo. En Estados Unidos, Europa y América Lati-
na existe una gama muy diversa de estos grupos. En la sociedad
contemporánea, como efecto de la globalización, distintos grupos
reaccionan reafirmando sus identidades raciales y nacionales.
Los movimientos neonazis actúan en base a una red de infor-
mación y comunicación, que supera ampliamente las respectivas
fronteras nacionales y regionales. En este sentido, el carácter inter-
nacional de estos movimientos está dado porque en ellos subyace
un racismo «internacionalista» o un «supranacionalismo» racista,
que tiende a idealizar ciertos tiempos o comunidades, los cuales

190
Temas y procesos del sistema internacional

operan sin fronteras (Balibar 1990): «los indoeuropeos», «el Oes-


te», el «hombre civilizado», «el hombre blanco», «el ario». En el
caso de los skinheads neonazis, este movimiento tiene un marcado
carácter internacional, lo que está dado por los siguientes factores:

rFormación de una red de organizaciones a través de viajes por


bandas de música rock del movimiento.
rVenta de publicaciones conocidas como «skinzines».
rIntercambio de propaganda, revistas e información.
rUtilización de comunicación electrónica, especialmente a través
de la mantención de sitios en Internet.
rLas relaciones con diferentes partidos políticos de la extrema
derecha europea.
rLa existencia de nexos con barras futbolísticas, conocidas en
Europa como hooligan.

Aunque no todos los skinheads son neonazis, en este escrito


solo se hará referencia a estos grupos. La red internacional de los
movimientos neonazis se constituye a partir de tres factores: In-
ternet, la música, el fútbol. El uso de Internet tiene a su vez cuatro
manifestaciones centrales: a) presencia de servidores (host) que
dan cobertura a grupos de todo el mundo; b) intercambio de pu-
blicaciones, libros, skinzines; c) utilización de foros, chats, enlaces,
listas de correos; d) presencia de simbología compartida, que usa
determinadas formas, colores y expresiones.
En América Latina, el sitio más importante es Ciudad Libertad
de Opinión, de Alejandro Biondini, fundador del Partido Nuevo
Triunfo. Definido como «la ciudad del nacionalismo en Internet»,
no solo presta servicios a movimientos de América Latina, entre ellos
a Patria Nueva Sociedad, de Alexis López, de Chile, sino también a
grupos de España y del resto de Europa, enarbolándose como uno
de los más emblemáticos e importantes a nivel internacional. Es más:
ocupa el primer lugar de los «100 sitios nacionalistas y revisionistas
históricos más populares en Internet» (Caro 2007).
El segundo elemento es la música. Muchos de los grupos neo-
nazis utilizan la música rock de supremacía blanca para atraer a
los jóvenes a su causa y para recolectar fondos. El vínculo entre los

191
Isaac Caro

skinheads y la música se produce desde el inicio de este movimiento.


Los skinheads latinoamericanos trazan su origen en las décadas de
1970 y 1980, cuando se registra la primera organización de este tipo,
con la formación de Blood & Honour. Algunos de los nombres de
estas bandas dan cuenta del odio racial que pueden llegar a conte-
ner sus canciones: «Gestapo» (Alemania), «Ataque Brutal» (Gran
Bretaña), «Odio Extremo» y «Arios Enojados» (Estados Unidos),
«Comando Suicida» (Argentina), «Defensa Armada», «Resistencia
88» y «Brigada NS» (Brasil).
Un tercer espacio de reclutamiento es el fútbol, y de aquí la
relación entre estos movimientos, los skinheads y las barras bravas.
En el caso europeo, la polarización del movimiento skinhead se da
en la década de 1980, principalmente en los estadios de fútbol, bajo
el grupo británico National Front, produciéndose un acercamiento
paulatino entre este, los hooligans y los skinheads. En España, Ul-
trassur, que corresponde a las barras de Real Madrid, está vinculado
con Hammerskin: en las páginas de internet de ambos aparecen
enlaces mutuos (Salas 2003). En América Latina no es tan clara
esta relación: hay ciertas evidencias en Colombia; en Brasil se da
lo contrario, puesto que el fútbol es visualizado por estos sectores
como un deporte exclusivo de los negros (Caro 2005: 305-330).
Una de las principales organizaciones neonazis está formada
por los denominados «Skinheads» (cabezas rapadas), los que tienen
su origen en Inglaterra, en la década de los 60, para luego extender-
se a Alemania, al resto de Europa, a Estados Unidos y a América
Latina. En el caso de los skinheads chilenos, sus rasgos principales
son los siguientes:

rReivindican a Hitler como su gran líder.


rSe reúnen en Santiago y otras ciudades del país.
rSe caracterizan por llevar a cabo amenazas y/o agresiones contra
asiáticos, peruanos, judíos, homosexuales y punks.
rSu proceso de reclutamiento dura tres años, durante los cuales
deben leer libros de racismo e ideología nazi.
rPostulan la existencia de una raza chilena superior, que habría
heredado la tradición guerrera de los araucanos y los españoles.

192
Temas y procesos del sistema internacional

En todos estos casos, se trata de grupos neonazis, antisemitas


y xenófobos, que manifiestan opiniones y actitudes negativas hacia
diferentes minorías, siendo partidarios de su exclusión de la vida
nacional y llevando a cabo acciones violentas, ataques físicos contra
las personas y sus propiedades. No se trata de casos aislados, sino
que parte de un movimiento organizado, que recibe información
y ayuda logística de grupos europeos y norteamericanos (Caro
2007: 9-11).

3. Antisemitismo, xenofobia y distintas


formas de discriminación

El problema del antisemitismo durante parte del siglo XX, y


en especial en las décadas de 1940 y 1950, se inscribe –como efecto
de la Segunda Guerra Mundial– dentro del tema más amplio de
los prejuicios y discriminación. Estos estudios tuvieron un impulso
importante como resultado de la violencia ejercida por la Alemania
nazi contra los judíos. Algunas investigaciones se realizan en Estados
Unidos y se sitúan en la teoría crítica.
En «Dialéctica del iluminismo», Theodor Adorno y Max
Horkheimer estudiaron la «prehistoria filosófica» del antisemitismo
y del etnocentrismo, postulando que su irracionalismo se deducía
de la «razón dominante» (Adorno y Horkheimer 1944). Otro es-
tudio es el de «La Personalidad Autoritaria» en donde se llevan a
cabo escalas para medir antisemitismo y etnocentrismo (Adorno et
al. 1950). Estas investigaciones son conducidas en el Instituto de
Investigación Social de Frankfurt.
Incorporando algunos de los resultados de los estudios anterio-
res, Gordon Allport (1958) establece diferentes grados de prejuicios
y discriminación, lo que es aplicable al antisemitismo y a la xeno-
fobia. Según este autor, los prejuicios en cuanto acciones negativas
pueden expresarse en cinco grados (Allport 1962):

rNivel moderado de acción hostil, que lleva a hablar mal de los


miembros de un determinado grupo.
rNivel más intenso, que conduce al individuo a evitar el contacto
con los miembros de un grupo.

193
Isaac Caro

rNivel que lleva a la discriminación o práctica de una distinción.


rAtaque físico y actos de violencia.
rGrado máximo en la expresión violenta del prejuicio, que es el
exterminio a través de matanzas y genocidios.

Tanto en EUA como en Europa e Israel, se han llevado a cabo


varias investigaciones, las que dejan de considerar este fenómeno
dentro del tema de los prejuicios. Hannah Arendt postula que la
historia del antisemitismo es la historia de las relaciones entre judíos
y los que no lo son en condiciones especiales de la diáspora judía.
La consecuencia más directa y pura de los movimientos antisemitas
del siglo XIX no fue el totalitarismo nazista, sino que, por el con-
trario, fue el sionismo, el cual, en su forma ideológica occidental,
se transformó en una contra ideología, es decir, en la respuesta al
antisemitismo (Arendt 1951: 18).
El análisis sionista del antisemitismo ha colocado énfasis en la
influencia que la creación del Estado de Israel ha tenido en las mani-
festaciones antisemitas. En un estudio que aborda el antisemitismo
en la ONU, Sidney Liskofsky y Donna E. Arzt constatan una retórica
antisionista, antisemita y antiisraelí en esta y otras organizaciones
tales como la Organización de Unidad Africana, la Organización
de Estados Islámicos, el Movimiento No-Alineado, lo cual devino
en un importante hito: resolución 3379 de la Asamblea General de
la ONU (1975), equiparando sionismo con racismo (Liskofsky y
Arzt 1988).
En una línea de análisis que relaciona la judeofobia con el
antisionismo, Perednik sostiene que predominó hasta 1990, tanto
en el marco de la ONU como de las agencias internacionales, un
rechazo hacia Israel y el movimiento nacional judío. Esta situación
DBNCJÓ FO FM NPNFOUP EF MB JOWBTJÓO JSBRVÎ EF ,VXBJU Z MVFHP
como consecuencia de los ataques de Irak contra Israel, donde la
comunidad internacional comienza a adoptar nuevas actitudes en
relación con Israel y el sionismo (Perednik 1999). Precisamente, en
1991, la resolución 3379 es revocada por la ONU.
Para el estudio del antisemitismo y del antisionismo en el mun-
do islámico, son de particular importancia los estudios de Esther
Webman. La emergencia del fundamentalismo islámico ha radicali-

194
Temas y procesos del sistema internacional

zado la demonización de Israel en términos islámicos. La hostilidad


hacia Israel dio origen a un odio profundo que no diferencia entre
israelíes, sionistas o judíos. Sin embargo, a diferencia del mundo
cristiano, este es un fenómeno nuevo en el Islam (Webman 1994).
En cuanto al racismo, la oposición entre lo blanco y lo negro
como símbolos culturales estaba profundamente enraizada en la
cultura europea. Lo blanco estaba asociado con la pureza; lo negro
con la maldad. La invención y difusión del concepto de raza (conce-
bido como conglomerado de características heredadas), proviene del
pensamiento europeo. Según el conde Joseph Arthur de Gobineau
(1816-1882), considerado el padre del racismo moderno, existen
3 razas: a) la blanca, que posee más inteligencia y moralidad; b) la
amarilla, raza intermedia; c) la negra, la menos capaz de las tres,
que se define por su naturaleza animal.
Estas ideas, presentadas como teorías científicas, influyeron
en Hitler. La idea de la superioridad de la raza blanca sigue siendo
un elemento clave del racismo blanco. Es parte de la ideología del
Ku-Klux-Klan. Siguiendo a Balibar (1990), las teorías raciales de
los siglos XIX y XX («indoeuropeo», «mito ario», que servirán de
base al nazismo) definen a las comunidades sin coincidir, en términos
generales, con las naciones reales, con los Estados históricos. No
existe solo una teoría racista, sino diversas teorías, que están ligadas
a nacionalismos particulares; se puede suponer que cada racismo
es una «universalización específica» de nacionalismo. Ejemplo: el
«racismo ario» es una universalización del nacional-socialismo
(Balibar 1990).
En la actualidad, el racismo sigue siendo un «problema social
y político de las sociedades blancas occidentales». Él se expresa a
través de determinadas políticas gubernamentales y en un discurso
de las élites que predomina en Europa, Estados Unidos y otros paí-
ses, y se caracteriza por ejercer un consenso étnico que «sustenta el
predominio europeo y blanco sobre las minorías étnicas». En este
sentido, las elites blancas «son parte del problema del racismo»
(Van Dijk 2003: 38-41).
El concepto de xenofobia, por su parte, está relacionado con
los movimientos migratorios de los países del sur al norte; es una
reacción que se traduce en una «respuesta de miedo», que sirve de

195
Isaac Caro

coraza para proteger el «egoísmo de grupo» (Blázquez-Ruiz 1995).


Toda migración provoca conflicto, el que conduce a una «xenofobia
excluyente». La xenofobia es una «identidad contra los otros», que
consiste en obstaculizar la convivencia pacífica entre comunidades,
naciones o etnias que comparten un mismo escenario. Es un racismo
externo (dirigido hacia los inmigrantes) a diferencia del racismo
interno (contra los indígenas). La xenofobia, en cuanto racismo
externo o neorracismo, está en gran medida relacionada con los
crecientes flujos migratorios que se producen en todo el mundo.

4. El 11-S y el aumento de la islamofobia

En cuanto a la islamofobia, su aumento no es solo característica


de los movimientos neonazis, sino también resultado de una nueva
geopolítica global a partir de los atentados del 11 de septiembre de
2001. La International Federation for Human Rights, de Helsinki,
organización no gubernamental con status consultivo ante la ONU,
el año 2005 dio a conocer un informe sobre discriminación contra
los musulmanes en Europa, donde se constata que en 11 países de
la Unión Europea –Austria, Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania,
Grecia, Italia, Holanda, España, Suecia y Gran Bretaña– aumentaron
los ataques contra los musulmanes, y que este aumento está rela-
cionado con los atentados del 11-S en Washington y Nueva York,
y con el del 11 de marzo de 2005 en Madrid.
El informe indica que sobre todo después del 11-S, la percep-
ción social respecto de los musulmanes en estos países europeos se
deterioró, reforzando los prejuicios y discriminación preexistentes:
los musulmanes, de manera creciente, son vistos con desconfianza
y hostilidad y son estigmatizados por sus creencias. Más aún, las
iniciativas en países europeos, tendientes a construir puentes entre
las comunidades musulmanes y las otras, promoviendo la tolerancia
y la participación de los musulmanes, han sufrido un grave revés
tras los atentados del 11-S y en esto juegan un papel importante los
populismos europeos que son contrarios a la presencia e inmigración
musulmana (International Federation for Human Rights 2005).
Más allá de los elementos en común, la extrema derecha ofrece
una amplia diversidad, adoptando múltiples formas de inserción y

196
Temas y procesos del sistema internacional

participación en las distintas sociedades, por lo que no se agota con


los partidos políticos europeos. En este sentido, los extremismos de
derecha, junto con los fundamentalismos religiosos, se convierten en
actores importantes del período de post Guerra Fría, porque constitu-
yen una alternativa política, social y cultural, frente al vacío que deja
la caída del marxismo, por una parte, y frente al nuevo orden mundial
impuesto por Estados Unidos, por otra. Su oposición a la igualdad y
a la libertad, así como su defensa en un orden natural, se manifiesta
en un proyecto que es altamente excluyente y discriminatorio.

V. Seguridad global y cooperación

1. El concepto y el debate sobre seguridad

Uno de los temas más importantes a considerar en las Rela-


ciones Internacionales es si la seguridad internacional es posible
de alcanzar en el mundo en que vivimos. En particular, ha habido
una diferencia entre los autores realistas e idealistas, que han sido
pesimistas y optimistas, respectivamente, en sus respuestas a esta
pregunta central en el campo de las Relaciones Internacionales.
Existe un consenso de que el concepto de seguridad implica
libertad de amenazas a valores centrales, pero hay desacuerdo en
si los principales focos de preocupación deberían ser la seguridad
individual, nacional o internacional. Durante el periodo de la Guerra
Fría, la mayoría de los escritos sobre el tema mencionaban la idea de
seguridad nacional, la cual era definida en términos militarizados, a
través de las capacidades militares que los Estados debían desarrollar
para hacer frente a las amenazas externas (Baylis 2008: 229-230).
Una crítica a la concepción tradicional de seguridad se encuen-
tra en la «seguridad común» desarrollada por el ex primer ministro
de Suecia, Olaf Palme, hacia principios de la década de 1980, ten-
diente a buscar la cooperación en un mundo caracterizado por los
peligros de guerra nuclear: «La seguridad internacional tiene que
cimentarse en la cooperación (…) en lugar de hacerlo en la amenaza
de la destrucción mutua» (Palme 1982).
Más recientemente, esta idea de seguridad ha sido criticada por
su unidimensionalidad centrada en aspectos militares. Algunos es-

197
Isaac Caro

critores contemporáneos han defendido una concepción más amplia


de seguridad. Barry Buzan, profesor de Relaciones Internacionales
en el London School of Economics and Political Science, defiende
una concepción de seguridad que incluye aspectos políticos, econó-
micos, sociales, medioambientales y militares, definidos en términos
internacionales más amplios (Baylis 2008: 229). Para este autor, el
concepto de seguridad provee un marco analítico intermedio que
se sitúa entre los extremos del poder y la paz (Buzan 1983).
Este foco sobre la tensión entre seguridad nacional e inter-
nacional no es aceptado por todos los escritores sobre seguridad.
Para algunos, el proceso dual de integración y fragmentación que
caracteriza al mundo contemporáneo significa que se debería dar
mayor atención a la «seguridad societal». De acuerdo a esta visión,
la creciente integración en regiones como Europa está socavando
el orden político clásico basado en las naciones Estados, dejando
a las naciones expuestas en marcos políticos más grandes, como la
Unión Europea (Baylis 2008: 229).
Hay otros autores que señalan que la tensión sobre seguridad
nacional e internacional es menos apropiada debido a la emergencia
de una sociedad global en la era de post Guerra Fría. Estos escritores
señalan que uno de los rasgos contemporáneos más importantes es
el amplio proceso de globalización que se está desarrollando. Este
proceso trae nuevos riesgos y peligros, que incluyen: a) terrorismo
internacional, b) quiebre del sistema monetario global, c) calenta-
miento global, d) peligros de accidente nuclear. En este sentido, se
afirma la transformación del Estado y la nueva agenda de seguridad
en los primeros años del siglo XXI (Baylis 2008: 229).
Después del 11 de septiembre de 2001, Jonathan Friedman
intentó desarrollar un marco analítico para entender el aumento de
la violencia a escala global, argumentando que: a) estamos viviendo
en un mundo donde la polarización, tanto vertical como horizontal,
de clase y étnica, ha llegado a ser algo endémico; b) la violencia
está más globalizada y más fragmentada, y no es ya una cuestión
de guerras entre Estados sino conflictos al interior de los Estados
(Baylis 2008: 230; Friedman 2003).
En un nivel de análisis similar, Michel Wieviorka postula que
existe un nuevo paradigma de la violencia como consecuencia del

198
Temas y procesos del sistema internacional

término de la Guerra Fría a nivel internacional, por una parte, y


la globalización de la economía, por otra. Esto implica un cambio
en la seguridad, haciendo más posibles y violentos los conflictos
locales, exacerbando la fragmentación cultural y la radicalización
de las identidades sociales, en particular de las identidades religiosas
(Wieviorka 2003: 117).

2. Aproximaciones tradicionales de seguridad

En el debate clásico sobre cómo alcanzar la seguridad nacional,


mencionaremos tres grandes perspectivas: el realismo, el neorrealismo
y el institucionalismo liberal. Escritores como Hobbes, Maquiavelo
y Rousseau tendieron a entregar un cuadro más bien pesimista de la
soberanía estatal. El sistema internacional era visto como una arena
brutal en la que los Estados buscaban alcanzar su seguridad a costa
de sus vecinos. Según esta visión, la paz era difícil de alcanzar. Lo que
los Estados podían hacer era mantener un balance de poder con otros
Estados para prevenir que cualquiera de ellos tuviera una hegemonía
total. Esta era la visión compartida por autores como Carr y Mor-
genthau, que desarrollaron el realismo clásico (Baylis 2008: 230-231).
Como parte de esta perspectiva, hay que mencionar la doctrina
de seguridad nacional. El término «Estado de Seguridad Nacional»
ha sido comúnmente aplicado para referirse a las dictaduras mi-
litares de América Latina. Sin embargo, esta ideología se originó
en Estados Unidos y fue deliberadamente exportada a esta región.
El Acta de Seguridad Nacional de 1947 creó un «establecimiento
militar nacional» (llamado Departamento de Defensa a partir de
1949), con tres nuevas instituciones: a) Estados mayores de las
fuerzas armadas, Agencia Central de Inteligencia (CIA), Consejo de
Seguridad Nacional. Estas organizaciones fueron complementadas
con otras regulaciones que pretendían un amplio control del gobier-
no: a) Acta de Seguridad Interna (1950) del senador Pat McCarran,
que estigmatizaba a los miembros de las «clases inmorales», b) Acta
McCarran-Walter (1952), que regulaba la inmigración y naturali-
[BDJÓOD 0SEFO&KFDVUJWB  EFMQSFTJEFOUF&JTFOIPXFS RVF
incluyó la categoría de «perversión sexual» como base para negar
empleo (Cleaver y Myers 1993: 171-208).

199
Isaac Caro

La visión realista pesimista de las relaciones internacionales es


compartida por escritores neorrealistas como Kenneth Waltz y John
Mearsheimer, cuyos argumentos claves son los siguientes:

1. El sistema internacional es anárquico. La anarquía implica que


no hay una autoridad central capaz de controlar el comporta-
miento de los Estados.
2. Los Estados que buscan soberanía desarrollarán inevitablemente
capacidades militares ofensivas para defenderse y extender su poder.
3. La incertidumbre, que conduce a una falta de confianza, es in-
herente en el sistema internacional.
4. Los Estados querrán mantener su independencia y soberanía, y
como resultado, la sobrevivencia será la fuerza más básica que
influencie su comportamiento.
5. Aunque los Estados son racionales, siempre habrá espacio para
el error de cálculo (Baylis 2008: 231).

Estos argumentos producen una tendencia para que los Estados


actúen agresivamente hacia los otros. La seguridad nacional, o in-
seguridad, es el resultado de la estructura del sistema internacional.
La situación de anarquía es vista como algo durable. Esto implica
que la política internacional en el futuro será tan violenta como en
el pasado. Hay poca posibilidad de un cambio significativo en la
naturaleza de la seguridad en el mundo de post Guerra Fría. Seña-
lando la guerra del Golfo en 1991, la desintegración de Yugoslavia
y de la Unión Soviética, la violencia en el Medio Oriente, y la guerra
de Irak en 2003, se argumenta que continuaremos viviendo en un
mundo de desconfianza y constante inseguridad (Baylis 2008: 231).
Una de las principales características de la aproximación neo-
rrealista a la seguridad internacional es la creencia de que las ins-
tituciones internacionales no tienen un papel importante que jugar
en la prevención de la guerra. Estas visiones han sido desafiadas
por políticos y especialistas en Relaciones Internacionales tras el
fin de la Guerra Fría, adscritos al denominado «institucionalismo
liberal». El secretario del Exterior británico, Douglas Hurd, señaló
en 1992 que las instituciones habían jugado y seguirán jugando
un rol crucial en mejorar la seguridad, particularmente en Europa.

200
Temas y procesos del sistema internacional

Esta visión refleja la creencia de que un marco de instituciones –


como la Unión Europea, OTAN, Organización para la Seguridad y
Cooperación en Europa– podría promover un sistema de seguridad
europeo más durable y estable en la era de post Guerra Fría (Baylis
2008: 232-233).
Aunque el institucionalismo liberal opera dentro del marco
realista, señala que las instituciones internacionales son importantes
para ayudar a alcanzar la cooperación y la estabilidad. En un artículo
para International Security, Keohane y Martin critican el enfoque
realista del cientista político estadounidense John Mearsheimer y,
por el contrario, establecen una perspectiva según la cual las insti-
tuciones pueden proveer información, reducir costos de transacción,
y facilitar operaciones de reciprocidad; ellas no pueden erradicar
la guerra del sistema internacional, pero sí pueden jugar un rol en
ayudar a alcanzar una mayor cooperación entre los Estados (Baylis
2008: 232-233; Keohane y Martin 1995: 39-51). Otra aproxima-
ción «liberal» a la seguridad internacional que ha ganado fuerza
en el mundo de la post Guerra Fría, se centra en el argumento de
que los Estados democráticos tienden a no pelear con otros Estados
democráticos. La democracia es vista, entonces, como una fuente
mayor de paz y cooperación (Baylis 2008: 232-233).

3. Visiones alternativas de la seguridad

Existen otras visiones sobre la seguridad que escapan a los


paradigmas arriba señalados y que colocan el énfasis en múltiples
dimensiones de la misma. Entre ellas, cabe mencionar el construc-
tivismo social y otros enfoques reflectivistas. Los constructivistas
sociales arguyen que cambios en la naturaleza de la interacción
social entre los Estados pueden traer un cambio fundamental hacia
una mayor seguridad internacional. Muchos constructivistas, como
Alexander Wendt, comparten principios realistas sobre la política
internacional en relación con el tema de seguridad. Por ejemplo,
algunos aceptan que los Estados: a) son el referente clave en el es-
tudio de la política internacional y de la seguridad internacional; b)
tienen un deseo fundamental para sobrevivir; c) intentan portarse
racionalmente (Baylis 2008: 234-235).

201
Isaac Caro

Sin embargo, los constructivistas piensan sobre la política


internacional de una manera muy diferente a los neorrealistas. Las
estructuras sociales incluyen cosas materiales, como tanques y re-
cursos económicos, pero estas solo adquieren significados a través
del conocimiento compartido en el cual ellas se alojan. De acuerdo
al constructivismo social, el poder político es una idea que afecta
la forma en que los Estados se comportan, pero no describe todo el
comportamiento interestatal. Los Estados son también influenciados
por otras ideas y normas, tales como la ley y la importancia de la
cooperación institucional. Muchos constructivistas son optimistas.
Ellos señalan que los cambios en las ideas introducidos por Gor-
bachev en la década de 1980 condujeron a un conocimiento com-
partido sobre el fin de la Guerra Fría. De acuerdo a esta visión, la
estructura social es importante para desarrollar políticas y procesos
de interacción, los cuales conducirán hacia la cooperación más que
hacia el conflicto. Los pensadores constructivistas basan sus ideas
en dos asunciones principales: a) que las estructuras fundamentales
de la política internacional son construidas socialmente; b) que
cambiar forma en que pensamos sobre las relaciones internaciona-
les puede ayudarnos a traer mayor seguridad internacional (Baylis
2008: 234-235).
Los enfoques reflectivistas incluyen diferentes aproximaciones,
como son la teoría crítica, las corrientes feministas y las corrientes
postmodernistas. La teoría crítica focaliza su atención en la forma
en que las instituciones emergieron y en cómo cambiarlas. Los
Estados no deberían ser el centro de análisis porque ellos son parte
del problema de inseguridad en el sistema internacional. La aten-
ción debería estar focalizada en el individuo más que en el Estado
(Baylis 2008: 235).
Desde esta perspectiva, la seguridad es definida en forma multi-
dimensional, incluyendo tópicos militares, pero también económicos
y ecológicos. Se trata de una seguridad común, que se focaliza en
la eliminación de todos los tipos de violencia. Se sugiere que los
movimientos sociales relacionados con la paz, el medio ambiente,
la democracia, los derechos humanos y el feminismo, tienen el po-
tencial de proveer una visión de la seguridad global que proteja la
seguridad de todos los individuos (Tickner 1997: 187-190).

202
Temas y procesos del sistema internacional

Las escritoras feministas también desafían el énfasis tradicional


en el rol central del Estado en los estudios sobre seguridad interna-
cional. Todas comparten la visión de que la política internacional en
general y la seguridad internacional en particular han sido escritas
desde un punto de vista masculino. Las feministas arguyen que
incluir las experiencias de las mujeres, introducir el concepto de
género como categoría de análisis y examinar las desigualdades en
las relaciones de género puede ayudar a construir una definición más
comprehensiva de la seguridad. Estas perspectivas buscan reconsi-
derar el análisis tradicional de la seguridad sustentado en un marco
exclusivamente estatista; por el contario, se enfatiza la interrelación
de la violencia física en todos los niveles de la sociedad, desde el
combate militar a la violencia doméstica (Tickner 1997: 190-193).
Los años recientes han visto también la emergencia de una
aproximación postmodernista a las relaciones internacionales,
que ha producido una perspectiva distinta hacia la seguridad in-
ternacional. Los postmodernistas ven el realismo como uno de los
problemas centrales de la inseguridad internacional. Esto es debido
a que el realismo es un discurso de poder que ha sido dominante
en la política internacional en el pasado y que ha promovido la
competencia de seguridad entre los Estados. La idea es que una
vez que el programa del realismo sea reemplazado por un nuevo
programa basado en normas cooperativas, los individuos, Estados
y regiones aprenderán a trabajar con los otros y la política global
será más pacífica (Baylis 2008: 236).

4. Seguridad, sociedad global y cooperación

Escritores de la escuela de pensamiento de la sociedad global


explican que al comienzo del siglo XXI el proceso de globalización
se ha acelerado hasta el punto de que es evidente el resultado de
una sociedad global. Esto ha conducido a la obsolescencia de las
guerras territoriales entre los grandes poderes. Al mismo tiempo,
la humanidad enfrenta nuevos riesgos asociados con el medio am-
biente, la pobreza y las armas de destrucción masiva, en momentos
en que el Estado nacional está en crisis. El fin de la Guerra Fría se
ha caracterizado por la creación de movimientos sociales y también

203
Isaac Caro

por la fragmentación de los Estados nacionales. Nuevas formas de


inseguridad causadas por rivalidades nacionalistas, étnicas y religio-
sas han aparecido: Somalia, Bosnia, Kosovo (Baylis 2008: 236-237).
Para Mary Kaldor la seguridad debe ser contemplada en el
marco de una sociedad global. Esta autora británica señala que 1989
marcó el fin del conflicto global y la desintegración de los bloques,
lo que permitió que los Estados y las instituciones internacionales
pudieran compartir de una forma cooperativa y más receptiva a
grupos de ciudadanos fuera de las esferas del poder. Esto posibilitó
que las agrupaciones que habían luchado por la paz, la democracia
y los derechos humanos durante la Guerra Fría tomaran ventaja
de la nueva apertura que se inicia a partir de 1989. De este modo,
la sociedad global describe un proceso en el cual nuevos actores
–movimientos sociales, ONG, redes transnacionales, movimientos
fundamentalistas y nacionalistas, movimientos anticapitalistas– se
incorporan al sistema internacional (Kaldor 2003: 78-80).
Kaldor agrega que el término de la Guerra Fría ha implicado el
fin de las guerras de tipo moderno, que eran guerras entre Estados
y grupos de Estados, cuyo objetivo era derrotar completamente
al oponente. Emergen nuevas guerras, las que tienen lugar en los
Balcanes, África, Asia Central y otros lugares, se caracterizan por
tres componentes principales: a) la formación de redes más allá de
las fronteras, lo que ocurre con las denominadas diásporas (tra-
bajadores palestinos o sudaneses en los Estados del Golfo, nuevos
grupos de inmigrantes); b) la inclusión de actores globales, merce-
narios y voluntarios extranjeros, activistas humanitarios, ONG; c)
la concentración de focos de conflictos en Estados débiles, donde
la distinción entre lo interno y lo externo, lo público y lo privado
no tiene el mismo significado que antes (Kaldor 2003: 119-120).
Según la autora británica, la forma más esperanzadora de contro-
lar la guerra contemporánea es a través de la extensión y aplicación
del derecho humanitario y de los derechos humanos. Diversos factores
han contribuido a un énfasis renovado en el derecho humanitario
desde la década de 1990: a) el cambio en la naturaleza de la guerra:
aunque algunos aspectos ya estaban en el holocausto, el núcleo de las
nuevas guerras lo constituye las violaciones a los derechos humanos;
b) el contexto global de post Guerra Fría: el término de la Guerra

204
Temas y procesos del sistema internacional

Fría provee una oportunidad para las acciones internacionales; c) la


emergencia de una sociedad civil global, con el crecimiento de ONG
humanitarias y de derechos humanos (Kaldor 2003: 128-129).

vi. Conclusión

Los temas y procesos que definen el sistema internacional post Gue-


rra Fría son múltiples y dan cuenta del predominio de un concepto,
el de globalización, así como de un desarrollo que implica la emer-
gencia de nuevos actores internacionales y consecuentemente una
crítica al enfoque estatocéntrico, que dominó la disciplina durante
el período de Guerra Fría.
En este sentido, hemos visto que las relaciones internacionales
no pueden reducirse a los vínculos entre los Estados, sino que deben
considerar también el rol creciente que tienen nuevos actores. Es
a partir de 1989, en el contexto de la globalización –económica,
cultural, tecnológica–, que surgen, cada vez con mayor autonomía
de los Estados nacionales, movimientos religiosos, organizaciones
políticas, movimientos de liberación nacional, grupos no legítimos,
entre muchos otros actores transnacionales.
En segundo lugar, es sustancial mencionar la conformación
de un paradigma civilizacional, que da centralidad a los elementos
culturales y religiosos en las relaciones internacionales. Este modelo
entrega formas de análisis que permiten explicar particularmente
el conflicto entre la civilización occidental y el Islam, al tiempo que
coloca los temas culturales y religiosos en el debate internacional.
En tercer lugar, debe considerarse el rol que han adquirido los
extremismos de derecha y movimientos neonazis, así como la relación
de estos con situaciones de discriminación e intolerancia, especialmente
en lo que dice relación con manifestaciones de xenofobia, antisemitis-
mo e islamofobia en distintos contextos regionales e internacionales.
Finalmente, cabe señalar la importancia de la seguridad, a partir
del debate que se ha dado sobre seguridad nacional, internacional
y global, recogiendo la función que cumple la cooperación sobre
seguridad, de modo de avanzar hacia esquemas de seguridad común
o cooperativa en el marco de la globalización y de la consiguiente
conformación de una sociedad global.

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