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Manual de Relaciones Internacionales: herramientas

para la comprensión de la disciplina


RIL editores
bibliodiversidad
Daniel Bello

Manual de Relaciones
Internacionales: herramientas
para la comprensión
de la disciplina
327 Bello, Daniel.
B Manual de Relaciones Internacionales/
Daniel Bello. -- Santiago : RIL editores, 2013.

318 p. ; 23 cm.
ISBN: 978-956-284-976-0

1 Relaciones internacionales.

Manual de Relaciones Internacionales:


herramientas para la comprensión de la disciplina
Primera edición: abril de 2013

© Daniel Bello, 2013


Registro de Propiedad Intelectual
Nº 226.955

© RIL® editores, 2013


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Composición, diseño de portada e impresión: RIL® editores

*NQSFTPFO$IJMFr1SJOUFEJO$IJMF

ISBN 978-956-284-976-0

Derechos reservados.
Índice

Presentación
Esteban Valenzuela y Daniel Bello ........................................................9

Capítulo i
El estudio de las Relaciones Internacionales
Isaac Caro, Isabel Rodríguez ..............................................................11

Capítulo ii
Análisis histórico: la evolución de la sociedad
internacional entre los siglos XX y XXI
Shirley Götz Betancourt ..................................................................... 33

Capítulo iii
Teoría de las Relaciones Internacionales:
del Primer al Tercer debate
Isabel Rodríguez ........................................................................ 85

Capítulo iv
Nuevas corrientes en la teoría de las
Relaciones Internacionales
Mónica Salomón ...................................................................... 129

Capítulo v
Temas y procesos del sistema internacional
Isaac Caro ............................................................................... 169

Capítulo vi
Economía política global I
José Miguel Ahumada, Armando Di Filippo ................................. 211
Capítulo vii
Economía política global II
José Miguel Ahumada, Armando Di Filippo ................................. 257

Capítulo viii
La cooperación internacional: su importancia para América Latina
y el Caribe
Cristina Lazo ........................................................................... 301
Presentación

Desde que surgió, en la segunda década del siglo XX, la disciplina


de las Relaciones Internacionales fue ampliando progresivamente
sus márgenes y estableciendo nuevas fronteras a medida que, en el
marco de los sucesivos debates que se desarrollaron en su seno, se
fueron incorporando problemáticas emergentes o antes desatendi-
das, reconociendo a nuevos actores como protagonistas del acon-
tecer internacional y considerando nuevas perspectivas de análisis.
Los estudios que centraban la atención en la interacción entre
Estados y tenían como principales preocupaciones la soberanía, la
seguridad nacional y las relaciones de poder, fueron complemen-
tados por aquellos que centran la mirada en los distintos agentes
nacionales y transnacionales –Estados, organizaciones, empresas,
personas, culturas, religiones–, que interactúan en el mundo globa-
lizado. Los marcos interpretativos realistas fueron confrontados y
enriquecidos por otros liberales, marxistas, feministas, neorrealistas,
neoliberales, etcétera. De este modo, la disciplina de las Relaciones
Internacionales fue ganando en diversidad y amplitud al tiempo
que consolidaba su autonomía.
Hoy en día la disciplina abarca una gran variedad de temáticas
que son estudiadas desde múltiples perspectivas teóricas, las que
se nutren y obtienen sus herramientas metodológicas de distintas
ramas de las ciencias sociales y humanas, como la ciencia política,
la sociología, la historia, la economía y el derecho.
El manual que aquí presentamos tiene como principal objetivo
dar cuenta de la evolución de la disciplina, desde su origen hasta
la actualidad, exhibiendo y analizando los sucesivos debates teó-
ricos que se llevaron a cabo en el proceso, y mostrando cómo fue
desarrollándose y transformándose en el afán de interpretar los

9
Presentación

vaivenes del escenario internacional. Se propone también estudiar


la evolución del sistema internacional, sus transformaciones y las
dinámicas –sociales, políticas y económicas– que propulsaron y aún
propulsan tales procesos de cambio. Complementando lo anterior,
el libro incorpora una revisión detallada de la Economía Política
Global, área de estudio que centra los esfuerzos en tratar de entender
la relación existente entre sistema político mundial y economía, y
en explicar las asimetrías en la distribución de recursos políticos y
económicos en el plano global. Finalmente, se examinan las distintas
modalidades de cooperación internacional, cómo fueron progresan-
do en el tiempo, y particularmente, el rol que juega y la importancia
que adquirió la cooperación Sur-Sur, en América Latina y el Caribe.
Creemos que esta obra será de gran utilidad para todos quienes
quieran adentrarse en el campo de las Relaciones Internacionales
y para quienes quieran o precisen adquirir las herramientas nece-
sarias para estudiar y comprender aquello –sumamente diverso y
dinámico– que acontece en el ámbito internacional.
Este libro tendrá por complemento la obra Manual de Ciencia
Política: herramientas para la comprensión de la disciplina, que pu-
blicaremos próximamente. Ambos trabajos han sido desarrollados
en el marco del convenio de colaboración entre el Departamento
de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad
Alberto Hurtado y RIL Editores.

Esteban Valenzuela
Director del Departamento de Ciencia Política y
Relaciones Internacionales
Universidad Alberto Hurtado

Daniel Bello
Editor

10
Capítulo I
Relaciones Internacionales
Isaac Caro
Isabel rodríguez

I. Nacimiento y desarrollo de las


relaciones internacionales

Los inicios y la consolidación de las relaciones


internacionales como disciplina científica

No existe acuerdo sobre qué es el conjunto de fenómenos conocidos


como «Relaciones internacionales». Si se tratase de un objeto de
estudio definido y determinado, entonces se podría proponer una
definición comúnmente admitida y respetada por la comunidad
científica. Sin embargo, la experiencia demuestra que las «Relaciones
internacionales» son de tal complejidad que se pueden entender de
múltiples maneras. Las definiciones varían de un actor a otro hasta
el punto que no es posible acuerdo alguno sobre la delimitación del
campo de investigación (Merle 1993).
Siguiendo a Aron (1959), podemos señalar que las relaciones
internacionales son fenómenos sociales, y, por lo tanto, no tienen fron-
teras trazadas en lo real; ellas no son y no pueden ser materialmente
separables de otros fenómenos sociales. Al mismo tiempo, las relaciones
internacionales son por definición las relaciones entre naciones, entre
unidades políticas. Sin embargo, hay que preguntarse si cabe incluir en
las relaciones entre unidades políticas las relaciones entre individuos que
pertenecen a esas unidades. ¿Dónde comienzan y dónde terminan las
unidades políticas, esto es, las colectividades políticas territorialmente
organizadas? Resulta difícil responder esta pregunta (Aron 1959).
El término «relaciones internacionales» puede ser definido para
identificar todas las interacciones entre actores basados en el Estado

11
Isaac Caro · Isabel Rodríguez

más allá de las fronteras estatales, y en este sentido, debe ser distin-
guido del de «política exterior» y «política internacional» (Evans
/FXOIBN &MBOÃMJTJTEFMBTBDDJPOFTEFVO&TUBEPIBDJBFMFO-
torno y las condiciones externas –principalmente domésticas– bajo
las cuales esas acciones están formuladas, constituye esencialmente
un campo que se conoce como «política exterior». La concepción
de esas acciones como parte de un aspecto de las gestiones de un
Estado y las reacciones y respuestas por otros constituye lo que se
denomina «política internacional», que es el proceso de interacción
entre dos o más Estados. El término «relaciones internacionales»,
en cambio, se refiere a todas las formas de interacción entre miem-
bros de sociedades separadas, lo que incluye el análisis de políticas
externas o procesos políticos entre los Estados, y también todas
las facetas de las relaciones entre sociedades distintas (sindicatos
internacionales, Cruz Roja Internacional, turismo, comercio inter-
nacional, valores y ética internacional) (Holsti 1994).
En otras palabras, las relaciones internacionales comprenden
tres formas diferentes de interacciones: a) las que se dan entre Es-
tados; b) las que tienen lugar a nivel no estatal o transnacional, que
sobrepasan las fronteras nacionales; c) las que tienen que ver con
el funcionamiento del sistema internacional, siendo sus principales
componentes los Estados y también las sociedades (Halliday 2002).
Las relaciones internacionales, en cuanto disciplina científica,
tiene sus inicios en la Primera Guerra Mundial. Un ímpetu importan-
te se produjo cuando Estados Unidos (EUA) emergió como potencia
mundial a partir de 1914. Entonces, se desarrolló una dicotomía
entre los idealistas, que compartían la visión del Presidente de Esta-
EPT6OJEPT 8PPESPX8JMTPO TPCSFMBOFDFTJEBEEFDSFBSVOB-JHB
de las Naciones, y los políticos realistas, que bloquearon la entrada
de Estados Unidos en esta organización mundial. Los historiadores
diplomáticos buscaban las «causas» y los «orígenes» de la Gran
Guerra de 1914-1918, en tanto que otros historiados exploraban
el fenómeno del nacionalismo. Aparecieron escritos especializados
en diversas áreas, como problemas de seguridad, guerra y desar-
me, imperialismo, diplomacia y negociación, equilibrio de poder,
aspectos geográficos del poder mundial, factores económicos, todo

12
El estudio de las Relaciones Internacionales

lo cual se tradujo en un importante desarrollo de esta disciplina


(Dougherty 1993).
No obstante lo anterior, los fundamentos históricos de las re-
laciones internacionales están en otras disciplinas más antiguas que
han contribuido a su desarrollo, como son la historia diplomática,
el derecho internacional, la ciencia política y la sociología (Arenal
1994: 59). Hasta 1914, los teóricos de las relaciones internacionales
suponían que la estructura de la sociedad internacional era inaltera-
ble y que la división del mundo en Estados soberanos era necesaria
y natural. El estudio de las relaciones internacionales consistía casi
enteramente en la historia diplomática y el derecho internacional
(Dougherty 1993).
Después de la Segunda Guerra, EUA se autoproclamó responsa-
ble de la paz, de la prosperidad, de la existencia misma de la mitad
del planeta. Occidente no había conocido algo parecido desde el
Imperio Romano. EUA era la primera potencia auténticamente mun-
dial, puesto que la unificación planetaria de la escena diplomática
no tenía precedente. Las relaciones internacionales se convirtieron,
entonces, en un objeto de disciplina universitaria. Los especialistas
de relaciones internacionales querían tener proposiciones generales,
crear un cuerpo de doctrina, desarrollar y consolidar una nueva
disciplina (Aron 1959).
En consecuencia, terminada la Segunda Guerra Mundial, el
estudio de las relaciones internacionales estuvo organizado y desa-
rrollado en las universidades estadounidenses, especialmente dentro
de los departamentos de ciencia política. Sin embargo, el modelo
del sistema político nacional no puede extenderse al reino interna-
cional, porque no hay autoridad efectiva a nivel mundial. Hoy en
día, las relaciones internacionales abarcan el funcionamiento de las
empresas multinacionales, las balanzas comerciales, las comunica-
ciones satelitales, la contaminación ambiental, el fundamentalismo
religioso, los juegos olímpicos (Dougherty 1993), todo lo cual va
mucho más allá del ámbito de la ciencia política.
En consecuencia, así como el realismo político, paradigma
dominante durante la Guerra Fría, consideraba a las relaciones in-
ternacionales como una parte más o menos autónoma de la ciencia
política, otro enfoque clásico es el que considera a las relaciones

13
Isaac Caro · Isabel Rodríguez

internacionales como sociología internacional. Este enfoque ha sido


menos frecuente que el político, cobrando una especial fuerza solo
en los últimos tiempos y, muy particularmente, durante el escenario
de pos Guerra Fría. En esto ha tenido un papel especial el propio
desarrollo de la sociología, los profundos cambios experimentados
por la sociedad internacional y la creciente conciencia de que es
necesario romper con el planteamiento exclusivo de la ciencia po-
lítica y del paradigma estatocéntrico, que considera a los Estados
como actores principales, centrales y omnipresentes en el sistema
internacional (Arenal 1994).
En este sentido, «globalización» es el nuevo término para de-
signar los dramáticos cambios que ocurren en la naturaleza de las
relaciones internacionales a partir de la última parte del siglo XX,
puesto que este concepto enfatiza un contexto global más que uno
nacional (Youngs 2002). Hablar de globalización en las relaciones
internacionales implica adoptar un aproximación societal a los
asuntos mundiales. La tradición estatocéntrica ha estado más orien-
tada hacia la discusión sobre el poder de los Estados que hacia los
temas de desigualdad que trascienden las fronteras de los Estados.
El giro conceptual hacia la globalización, en cambio, se basa en
desarrollos sustantivos, relacionados con un número creciente de
actores e influencias no estatales, como instituciones internaciona-
les (Banco Mundial, Organización Mundial de Comercio), ONG y
movimientos sociales de mujeres, medio ambientales, antinucleares,
etcétera (Youngs 2002).
Globalización significa «los procesos en virtud de los cuales los
Estados nacionales soberanos se entremezclan con actores transna-
cionales y sus respectivas probabilidades de poder, orientaciones,
identidades y entramados varios» (Beck 1998). Esto implica la
ausencia de un Estado mundial, más concretamente una sociedad
mundial sin Estado mundial y sin gobierno mundial. La pluridimen-
sionalidad de la globalización en las relaciones internacionales se
manifiesta en los siguientes factores (Beck 1998):

rCreciente intercambio internacional, carácter global de la red de


mercados financieros y del poder cada vez mayor de las multi-
nacionales.

14
El estudio de las Relaciones Internacionales

rRevolución de las comunicaciones.


rPolítica mundial policéntrica: cada vez hay más actores transna-
cionales que tienen mayor poder.
rPobreza global: aumento de la pobreza y de los niveles de des-
igualdad social.
rDeterioro medioambiental y cambio climático.
rConflictos transculturales, ya sean étnicos, religiosos o culturales.

En este sentido, podemos señalar que estamos en presencia de


una sociedad global, la que se ramifica en muchas dimensiones, no
solo económicas, y se entremezcla con el Estado nacional, existiendo
una multiplicidad de círculos sociales, redes de comunicaciones,
relaciones de mercado y modos de vida que traspasan las fronteras
territoriales del Estado nacional1.

El objeto de estudio y los niveles de análisis


de las relaciones internacionales

Siguiendo a diversos autores (Ortiz 2000; Arenal 1994; Bull


2005), podemos señalar que la sociedad internacional, un concepto
sociológico que tiene contenido político, jurídico y económico, es
el objeto de estudio de la disciplina de Relaciones Internacionales.
Esta sociedad internacional es un ente complejo que está formado
por un conjunto de relaciones que se componen a partir del accionar
externo de los Estados-naciones, y también de acciones individuales
y colectivas, de particulares o entidades de esos Estados-naciones,
que tienen una significación internacional (Ortiz 2000).
La idea de sociedad internacional es diferente tanto del Estado
soberano como de una comunidad mundial (concebida como uto-
pía futura). La sociedad internacional tiene existencia real, supone
acciones y acuerdos voluntarios, lo que no ocurre con la idea de
comunidad (Bull 2005; Ortiz 2000). He aquí una diferencia básica
entre comunidad y sociedad, la que proviene de la sociología: existen
formaciones sociales de cariz emocional, basadas en el sentimiento,
en el seno de las cuales los individuos se conocen personalmente y
participan mutuamente en sus vidas privadas. Se trata de Gemeins-

1
Para profundizar en este tema, ver el capítulo V de este manual.

15
Isaac Caro · Isabel Rodríguez

chaften, grupos primarios o comunidades. En contraste, existen


formaciones sociales basadas en intereses utilitarios, en que sus
miembros son conocidos impersonalmente, y se comparte con ellos
su vida externa o pública de un modo contractual. Estos grupos son
Gesellschaften, grupos secundarios o sociedades (Töennies 1887).
En el ámbito de los estudios internacionales, Hedley Bull
(2005), uno de los primeros y principales defensores del concepto
de «sociedad internacional» en las relaciones internacionales, señala
que esta existe cuando un grupo de Estados, conscientes de ciertos
intereses y valores comunes, forman una sociedad en el sentido que
ellos conciben la existencia de un conjunto de reglas comunes en
sus relaciones con otros y las comparten trabajando en instituciones
comunes. La idea de sociedad internacional, agrega Bull, siempre
ha estado presente en el sistema internacional moderno.
Ahora bien, siguiendo a Arenal (1994), cabe preguntar si da-
das las características que presenta el medio internacional puede
hablarse realmente de la existencia de una sociedad internacional.
La persistencia de este problema deriva de que la noción de socie-
dad está determinada por el paradigma del Estado y es el modelo
de sociedad estatal el que se toma como referencia para afirmar o
negar el carácter societario o no de un fenómeno social. La sociedad
internacional de nuestros días no es exclusivamente interestatal sino
también transnacional. Cuatro son las características básicas en
orden a establecer el alcance de la sociedad internacional (Arenal
1994: 431-432):

1. La existencia de una pluralidad de miembros.


2. Un grado de aceptación de reglas e instituciones comunes.
3. La existencia de un elemento de orden.
4. El hecho de que estas relaciones sociales configuran un todo
complejo que es más que la suma de sus partes.

Esta realidad implica un variado elenco de actores, que van


desde los Estados, las organizaciones internacionales, las empresas
transnacionales, los movimientos de liberación, hasta el individuo,
pasando por clases sociales. Esta sociedad internacional es una so-
ciedad compleja cuyos rasgos más sobresalientes son: una sociedad

16
El estudio de las Relaciones Internacionales

universal o planetaria, heterogénea y compleja, interdependiente y


global, políticamente no estructurada (Arenal 1994: 432).
En cuanto a los niveles de análisis de las relaciones interna-
cionales, podemos señalar que los Estados son el tipo de entidad
más importante, pero esto no niega que su comportamiento pueda
ser influenciado de manera importante por las características del
líder individual o por la estructura del sistema internacional. En
consecuencia, podemos distinguir varios niveles en los cuales podría
centrarse el estudio de las relaciones internacionales (Holsti 1994;
Dougherty 1993):

Individuos. La mayoría de los teóricos internacionales rechaza


la noción de que los individuos son agentes internacionales. Sin
embargo, los liberales clásicos señalan que el individuo debe ser el
fundamento de cualquier teoría social, dado que solo los individuos
son reales, mientras que la sociedad es una abstracción. Los espe-
cialistas en el campo de la historia, la política y las relaciones inter-
nacionales prestan atención a los líderes que han jugado un papel
en la escena mundial (Dougherty 1993). Si estudiamos la política
internacional concentrándonos en las acciones de los individuos, el
nivel de análisis se enfocará en las ideologías, motivaciones, valores
o idiosincrasias de aquellos que toman las decisiones (Holsti 1994).
Naciones-Estados. Los teóricos realistas suscriben el enfoque
centrado en el Estado y se ocupan en especial de la acción de los Es-
tados y de los gobiernos. Morgenthau (1948) realiza el primer estudio
sistemático de política internacional, el primer intento de abordar las
relaciones internacionales como disciplina autónoma. Propone seis
principios de una teoría realista de la política internacional que dicen
relación con la existencia de leyes objetivas, el concepto de interés
definido como poder, los contextos cultural y político del interés
nacional, el significado moral de la acción política, la inexistencia de
leyes morales universales y las diferencias entre el realismo y otras
escuelas, en especial con la escuela «legal-moralista».
Actores transnacionales. Esta categoría incluye a grupos trans-
nacionales y organizaciones no conformadas por Estados, esto es,
todas las entidades –políticas, religiosas, económicas– que operan
transnacionalmente, pero no tienen a gobiernos o a sus represen-

17
Isaac Caro · Isabel Rodríguez

tantes formales como miembros. Ejemplos: la Iglesia Católica, la


Organización Sionista Mundial, los partidos comunistas, las em-
presas multinacionales, los movimientos de liberación nacional, los
grupos terroristas internacionales, los fundamentalismos religiosos.
Sistema internacional. En el nivel más abstracto, llegamos al
sistema internacional o global, que contempla sistemas centrados
en la totalidad más que en las partes que los componen. El modelo
sistémico conduce a generalizaciones amplias acerca de cómo se
comportan normalmente todos los Estados. En períodos anteriores
era posible reconocer sistemas internacionales parciales (por ejem-
plo, las ciudades-estado griegas); en cambio ahora es posible hablar
de un «sistema global» (Holsti 1994). Los sistemas internacionales
son el aspecto interestatal de la sociedad al que pertenecen las
poblaciones, sometidas a soberanías distintas. La sociedad transna-
cional se manifiesta por los intercambios comerciales, migraciones
de personas, creencias comunes, organizaciones que sobrepasan las
fronteras; se trata de ceremonias y procesos abiertos a los miembros
de todas estas unidades (Aron 1959).

Uno de los defensores más decididos de la teoría de sistemas


es Marcel Merle, al sostener que el análisis sistémico permite
establecer un plano en donde se distinguen diferentes niveles de
actividad (nacional, subnacional, supranacional) «y las relaciones
que se establecen entre ellos, así como las acciones y las reacciones
mutuas de los subsistemas y del sistema global». Al mismo tiempo,
este análisis, en lugar de forjar una nueva filosofía de la historia o
de refugiarse en abstracciones y generalizaciones, incita a la multi-
plicación de los estudios de casos, a la búsqueda de la especificidad
en las situaciones particulares. (Merle 1994: 561).
Para designar el estado de las relaciones internacionales, algunos
autores –dice Merle– hablan de «sociedad internacional» y de «comuni-
dad internacional». Sin necesidad de referirse al debate sobre la diferen-
cia entre solidaridad mecánica (similitud de los miembros individuales
de una sociedad, importancia de una conciencia colectiva producto de
las similitudes humanas) y solidaridad orgánica (diferencias entre los
individuos, producto de la división social del trabajo), basta constatar
que no hay sociedad donde no exista una ley admitida y respetada. Por

18
El estudio de las Relaciones Internacionales

lo tanto, el autor francés concluye que si no hay derecho internacional,


no hay sociedad internacional; si no hay sociedad, tampoco puede haber
comunidad, «puesto que ésta supondría un acuerdo previo sobre unos
valores comunes para el conjunto del género humano». En cambio, el
término «sistema» subraya «la existencia de un ‘conjunto de relaciones’,
sin prejuzgar sobre el grado de solidaridad alcanzado por las partes en
sus relaciones mutuas» (Merle 1994: 563).
En esta misma línea, al igual que los analistas de sistemas,
algunos neomarxistas sostienen que las estructuras y los procesos
globales (capitalistas o no) predominan sobre las de los Estados, por
lo cual solo el sistema global es un objeto que merece investigación
seria. Esta es la posición de Wallerstein (1997), quien postula que
vivimos en un sistema-mundo moderno que se originó en el siglo XV,
y que desde finales del siglo XIX alcanzó una expansión a todo el
globo, con lo cual se produjo otro cambio cualitativo: por primera
vez existió en el planeta un único sistema histórico.
El énfasis en el sistema internacional como principal unidad de
análisis se caracteriza por destacar las conexiones entre sociedades
y sugerir que los temas políticos y de seguridad están inmersos en
estructuras socioeconómicas mayores. Este modelo establece que la
principal característica del sistema mundial es la unidad, no política,
sino social; todas las sociedades están interconectadas y estamos
encaminados a la formación de una sociedad mundial genuina. Los
patrones sociales (estructura familiar, hábitos de consumo, estilos de
vida) son cada vez más similares. Los grandes temas de la agenda
global incluyen: preservar el medio ambiente, terminar con la explo-
tación de las mujeres, reducir el crecimiento poblacional, desmantelar
los complejos militares, redefinir el desarrollo (Holsti 1994).

ii. Las relaciones internacionales en


américa latina y chile

América Latina

El estudio de las Relaciones Internacionales como disciplina en


América Latina se inicia en los años 60 y se consolida recién en los
80. Anteriormente, la mirada de las relaciones internacionales de

19
Isaac Caro · Isabel Rodríguez

la región había estado determinada por su inserción internacional,


por lo que los énfasis estaban puestos en la historia diplomática,
el derecho internacional y la incorporación a instituciones inter-
nacionales. En efecto, después de la Primera Guerra Mundial, los
países de la región comienzan su ingreso a la Sociedad de Naciones.
Luego, vendrá la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra
Fría, periodo en el cual las relaciones internacionales de la región se
centrarán casi exclusivamente con Estados Unidos de América. En
general, la evolución del tema internacional responde a la historia
latinoamericana de independencia y proceso de consolidación de la
soberanía de los Estados, buscando legitimización y reconocimiento
internacional como forma de evitar cualquier intervención externa.
Un hito en este proceso es la creación de la Comisión Econó-
mica para América Latina y el Caribe (CEPAL) a inicios de los años
50, institución que se ubicó en Santiago de Chile y que se dedicó a
analizar la posición de América Latina en el sistema internacional
poniendo especial atención al problema del subdesarrollo económi-
co, siendo la primera en realizar reflexiones y análisis sistemáticos
que luego implicarán importantes insumos para el desarrollo teórico
local. Otras instituciones que reforzarán este impulso de formación
de espacios académicos para la disciplina serán el Centro de Estudios
Internacionales del Colegio de México creado en 1960, el Instituto
de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile creado en
1966, y más adelante, concretamente en la década del 70, el Pro-
grama de Estudios Conjuntos sobre las Relaciones Internacionales
de América Latina (RIAL), que se erigió, a partir de su creación en
1977, en una importante asociación de centros académicos dedica-
dos a promover la enseñanza e investigación en el área.
En general, podemos señalar que en los años 70, los países de
la región comenzaron a dejar el «aislamiento» para integrarse al
sistema internacional. Hay una clara relación entonces entre el sur-
gimiento de la disciplina y los cambios producidos en la orientación
externa de América Latina. Según Tickner (2002: 88), es posible
visualizar tres nuevos indicadores en la década del 70: primero, que
la mayor parte de las personas que se dedican a estudiar Relaciones
Internacionales son académicos y no únicamente diplomáticos o
miembros del estamento militar; segundo, los supuestos teóricos y

20
El estudio de las Relaciones Internacionales

metodológicos que rodean el análisis internacional se hacen más


explícitos; y tercero, el interés por crear una teoría que explique
los problemas de la región fue en aumento. Como Colocrai (1992)
también explica, esta evolución positiva hacia la constitución de
la disciplina en la región se puede seguir a partir de los temas que
protagonizan los estudios internacionales:

«Entre 1940 y 1960 predominaron los enfoques


jurídicos-normativos, la historia diplomática, y la pers-
pectiva geopolítica. A partir de los setenta los enfoques
geopolíticos cobraron más significado en tanto discursos
aptos para consumo por parte de los regímenes militares.
A partir de los ochenta, y entrando en los noventa, se evi-
dencia una mayor riqueza conceptual no solamente por la
producción local sino por el crecimiento de la disciplina
a nivel internacional» (Merke 2005: 14).

En consecuencia, hay lo que podemos llamar una tradición


latinoamericana en Relaciones Internacionales que deriva del de-
sarrollo de espacios propios de reflexión y de desarrollo teórico.
Ciertamente, se han tomado elementos de la tradición europea y
norteamericana, pero como coinciden diversos autores en precisar
(Heraldo Muñoz, Luciano Tomassini, Arlene B.Tickner, Gustavo
Lagos, Celso Lafer, Manfred Wilhelmy, Francisco Orrego, Walter
Sánchez entre otros.), no hay una réplica exacta, sino un híbrido
que tiene particularidades y características propias.
Veamos a continuación el contenido de esa tradición latinoa-
mericana cuyo objetivo permanente es reducir su dependencia no
solo económica sino también política e intelectual de la escuela
estadounidense y británica. Al respecto, es importante mencionar
que inicialmente hay una prevalencia de un enfoque estatocéntrico
que se detalla en estudios sobre equilibrios de poder, política ex-
terior, conflictos regionales, integración regional y organizaciones
internacionales. Esta tendencia inicial marcó una línea de trabajo
que pondrá el foco en estudiar países de otras áreas geográficas
con quienes desarrollamos relaciones políticas y económicas como
son EUA y Europa. Al punto que, como señala Orrego (1980: 14),
«en América Latina se sabe e investiga notablemente más sobre los

21
Isaac Caro · Isabel Rodríguez

países desarrollados que acerca de América Latina misma, o acerca


de otros países o zonas en desarrollo como África o Asia». Quizás
esto ha variado en los últimos años cuando Asia se posiciona como
un centro fundamental para la región. No obstante, actualmente
esto tampoco es equilibrado en toda la zona y la enseñanza e in-
vestigación sobre Asia se produce precisamente en los países con
mayores relaciones comerciales con esa región, como son México,
Brasil, Chile y Perú. De ellos, el caso de México es paradigmático ya
que cuenta en el Colegio de México con un Centro de Estudios de
Asia y otro de estudios sobre África del Norte, impartiendo incluso
doctorados en tales temas, siendo una experiencia única en la región.
En cuanto al desarrollo teórico, destacan las escuelas de la
dependencia y el estructuralismo. En ellas se sale del paradigma
estatocéntrico y se incorpora a nuevos actores no estatales, como
son las clases sociales, las empresas transnacionales, las organiza-
ciones regionales, y se le da protagonismo al tema del desarrollo
económico. Como Tickner (2002: 13) señala, «en América Latina
los programas se estructuran en base a los temas económicos,
sociales y de gobernabilidad» y de ninguna manera los proble-
mas de la guerra y la paz son protagónicos; aquí no prima la
anarquía internacional, sino la jerarquía y el lugar desfavorable
que ocupamos en esa jerarquía, de ahí que el tema de soberanía
es relevante pero solo en función de la jerarquía. Como también
explica Heraldo Muñoz (1980: 86):

«no sería aventurado sostener que mientras un posible


paradigma de los estudios internacionales en los países
desarrollados podría girar en torno al concepto de ‘guerra’
o ‘conflicto’, el cimiento de un posible paradigma latino-
americano tendría que ser el concepto de ‘desarrollo’».

El estructuralismo de la CEPAL y la teoría de la dependencia son


las primeras formulaciones teóricas propiamente latinoamericanas
que se enuncian buscando respuestas a los problemas locales, con-
cretamente, desarrollo e inserción internacional. En primer lugar, la
propuesta de la CEPAL se centró en analizar los efectos del sistema
capitalista de intercambio que producía «relaciones asimétricas
entre los grandes países del centro y las naciones de la periferia»

22
El estudio de las Relaciones Internacionales

5JDLOFS "MSFTQFDUP DPNPFYQMJDB'JTIMPX  


citado por Tickner (2002: 48):

«La concentración de la producción para la exporta-


ción en el área de bienes primarios se identifica como la
causa principal de los términos de intercambio desiguales
experimentados por los países latinoamericanos, dada la
demanda inelástica de los productos primarios en térmi-
nos tanto de los precios como de los ingresos».

Para solucionar lo anterior, el estructuralismo propone el mode-


lo conocido como «industrialización por sustitución de importacio-
nes», que consistía en producir en la región bienes manufacturados
para no importarlos desde el centro, para lo cual se necesitaba un
rol más activo del Estado en el proceso productivo. Sin embargo, en
los años 50 y 60, esta receta cepalina tendrá varios desajustes que
llevaron a nuevos análisis. Entre los desajustes estuvo «el debilita-
miento del sector agrícola, una menor capacidad de absorción de
mano de obra, crisis e inflación» (Tickner 2002: 48).
En segundo lugar, de gran relevancia fue el desarrollo de la teo-
ría de la dependencia que buscó explicar las causas de la condición
de subdesarrollo de la región recogiendo los planteamientos de la
CEPAL, las ideas del marxismo –concretamente la idea de imperia-
lismo–, además de los enfoques estadounidenses de las teorías de
la modernización. Estas últimas focalizaban el análisis en los valo-
res, instituciones y actitudes como las causas que en una sociedad
tradicional producen el subdesarrollo y, a partir de ello, se trazaba
un camino lineal que llevaba a adquirir valores occidentales para
pasar a una sociedad moderna (Tickner 2002: 48).
Entre los autores de la teoría de la dependencia destacan André
Gunder Frank, Fernando Henrique Cardoso, Enzo Faletto y Helio
Jaguaribe. Frank (1977) «argumenta que el subdesarrollo no es una
condición precapitalista propia de las sociedades tradicionales, sino
más bien una consecuencia necesaria del capitalismo en sí» (Tickner
2002: 49). Es decir, hay un centro y una periferia en todos los países,
el problema adicional a ello es que hay alianzas entre los «centros»,
incluyendo las élites de la periferia, dinámica de relaciones que
frena los beneficios de las sociedades en su conjunto. La solución

23
Isaac Caro · Isabel Rodríguez

para Frank será la revolución armada, la liberación nacional y el


desarrollo socialista. Por su parte, Cardoso y Faletto, interpretan el
diagnóstico de Frank como un «desarrollo dependiente asociado» y
explican que el desarrollo no es necesariamente algo incompatible
con situaciones de dependencia (Tickner 2002: 49). Sin embargo,
para Frank, el desarrollo estará siempre ligado a los intereses ca-
pitalistas del centro y sus clases dominantes, haciendo persistir los
problemas de la desigualdad y exclusión. Por ejemplo, luego de la
etapa de industrialización por sustitución de importaciones en los
60, Theotonio dos Santos (1970) describía que dicha etapa era un
nuevo periodo de dependencia porque se estaba a merced de la in-
versión extranjera. En general, los autores mencionados colocaron
las causas de los efectos de la articulación desigual centro-periferia
en decisiones externas a los países y en factores globales.
Interesante es el trabajo de Helio Jaguaribe (1979) que pre-
cisamente sale de estas determinantes externas para explicar el
subdesarrollo y se centra en el concepto de «autonomía nacional»,
cuyo contenido es «la existencia de recursos humanos y materiales
adecuados que están determinados en parte por el grado de cohesión
socio-cultural que existe en un país determinado» (Tickner 2002:
52), a lo que se suma la capacidad de hacer frente a las amenazas
externas. Es lo que Robert Jackson (1993: 26-31), citado por Tickner
(2002: 53), define como «la capacidad del Estado de suministrar
bienes políticos y sociales a su población local, así como su habilidad
para desarrollarse con otros Estados de una manera recíproca». En
consecuencia, con esas capacidades se puede modificar la condición
de subdesarrollo. No obstante, los autores también explican que
la debilidad interna de los Estados latinoamericanos se produce en
parte por las condiciones internacionales, en palabras de Tickner,
«la manera en que los países periféricos se insertan en el sistema
internacional condiciona el proceso de construcción del Estado de
tal forma que la debilidad del Estado es un resultado probable»
(Tickner 2002: 55).
Juan Carlos Puig (1980: 126) explica la construcción de los Es-
tados latinoamericanos bajo el concepto de «autonomía periférica»,
análisis que va a primar en los años 80, siendo un pilar fundamental
de la política exterior de los países de la región, en cuya construcción

24
El estudio de las Relaciones Internacionales

lineal el autor identifica cuatro etapas: dependencia paracolonial,


dependencia nacional, autonomía ortodoxa y autonomía secesio-
nista (1980: 149-155), que son explicadas de la siguiente forma:

«La dependencia paracolonial se caracteriza por un


patrón de inserción internacional similar al de una colo-
nia, en el sentido de que la inserción es una función de
las orientaciones del centro (…). La dependencia nacio-
nal (…) surge cuando los grupos que ejercen el poder a
nivel nacional racionalizan su condición de dependencia
e intentan elevar al máximo los beneficios derivados de
esta situación. Cuando grupos dominantes en la periferia
tratan de aprovecharse de las debilidades identificables en
el centro a fin de lograr que este acepte la autonomía de
la periferia en cuestiones no estratégicas, el resultado es la
autonomía heterodoxa. En contraste con el mantenimien-
to de vínculos con el centro al tiempo que se ejerce una
autonomía limitada, la autonomía secesionista entraña
actos de desafío internacional, con los que la periferia
rompe todos sus nexos con el centro» (Tickner 2002: 57).

En los años 90, el esfuerzo en la región por crear una teoría


alternativa en Relaciones Internacionales va a recaer en el realismo
periférico, siendo Carlos Escudé un autor que destaca por proponer
el concepto (1980: 154-156) que se explica al adoptar el enfoque
clásico realista pero centrado en el ciudadano y no en los Estados.
Sus premisas básicas son:

1. El concepto del interés nacional (al estilo de Morgenthau) debe


definirse en términos de desarrollo económico centrado en el
bienestar de la ciudadanía.
2. Los países periféricos deben eliminar las confrontaciones polí-
ticas con las potencias del centro en aquellos casos en que las
políticas de estas no afecten directamente los intereses materiales
del país en cuestión.
3. Los países periféricos deben evitar confrontaciones improduc-
tivas con las grandes potencias, incluso cuando tales confronta-
ciones no generan costos inmediatos.

25
Isaac Caro · Isabel Rodríguez

4. Los países periféricos deben evitar enfoques de política exterior


«idealistas» pero costosos.
5. Los países periféricos deben examinar las ventajas de aliarse con
el poder dominante o con una coalición de grandes potencias
(Tickner 2002: 59).

Desde el realismo también destacan los estudios en la región


desde la geopolítica, con temas como conflictos territoriales, interés
nacional, seguridad nacional, capacidad militar, todos ellos analiza-
dos en el marco de una actitud defensiva hacia el sistema interna-
cional. Indudablemente, influyeron las aproximaciones teóricas de
militares y el surgimiento de la doctrina de la seguridad nacional
en los años 70 y 80.
Por último, también en los 90, en el marco de una oleada de
integración regional que configura el regionalismo abierto que
postula la CEPAL en la región, consistente en la conformación de
bloques regionales estilo Comunidad Andina y Mercosur entre
otros, se va configurando una literatura centrada en el análisis de
la integración como estrategia de inserción internacional y como
forma de alcanzar el crecimiento y desarrollo (Rodríguez 2009:
104). Como explica Tomassini:

«El desarrollo de los países latinoamericanos ha tenido


lugar en condiciones de una integración creciente en el
sistema económico internacional. Lo anterior debe ser
entendido en el contexto de las grandes opciones que,
en esta materia, enfrentan los países en desarrollo y los
latinoamericanos en particular» (1980: 109).

Las Relaciones Internacionales en Chile

Es común en América Latina que se reemplace el nombre de


la disciplina Relaciones Internacionales por «Estudios Internacio-
nales». Con ello se ha buscado abarcar de forma amplia el ámbito
de lo internacional. Entonces, por ejemplo, se enseña en programas
bajo este nombre, además de Relaciones Internacionales, derecho
internacional, ciencia política, historia, economía internacional.
No obstante, se mantiene y se comparte la premisa en la región de

26
El estudio de las Relaciones Internacionales

que los estudios internacionales constituyen un campo académico


autónomo que merece ser estudiado desde un punto de vista inter-
disciplinario. A su vez, debemos considerar que en Chile lo común
es que los académicos dedicados a los estudios internacionales ten-
gan un origen profesional diverso –cientistas políticos, sociólogos,
abogados, entre otros– lo que determina una mayor sensibilidad a
la amplitud disciplinaria que se reconoce bajo el nombre «estudios
internacionales». Esto se refuerza, según explica Heraldo Muñoz
(1980: 14), por la falta de un mercado profesional especializado, que
solo en un tiempo reciente ha mostrado indicadores que plantean
la necesidad de especialistas en el área.
En Chile, el primer centro en ser creado (en 1966) dedicado
al área de Relaciones Internacionales fue el Instituto de Estudios
Internacionales de la Universidad de Chile, el cual implementó un
postgrado en Estudios Internacionales –vigente hasta hoy– que
fue el único en su tipo hasta la década del 2000. También Chile, al
igual que Brasil y México, se caracteriza por tener una Academia
Diplomática como espacio de formación para diplomáticos en los
temas internacionales, llamada Academia Diplomática de Chile
Andrés Bello, creada en 1954.
Posteriormente, en 1973 se crea, en el marco del Instituto de
Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica, un progra-
ma en Relaciones Internacionales, pero que cierra en 1975 y es
repuesto en 1982 solo en modalidad de Mención como parte del
Magíster en Ciencia Política, programa vigente hasta hoy. Se crea
también, en los años 80, la Escuela Latinoamericana de Ciencia
Política (ELACP) de FLACSO, que sin impartir programas de en-
señanza académica, destacó por sus programas de investigación en
Relaciones Internacionales. También podemos mencionar como
centros de investigación en este periodo, la Corporación de Inves-
tigaciones Económicas para América Latina (CIEPLAN), el Centro
Universitario de Desarrollo Andino (CINDA) y la Corporación de
Promoción Universitaria (CPU)2. Asimismo, FLACSO destaca hasta
2
En general en los años 80, estas instituciones de investigación y docencia
en Chile tuvieron un diálogo fluido y enriquecedor con el Programa de
Estudios Conjuntos sobre las Relaciones Internacionales de América
Latina (RIAL) que se ubicó en Argentina y que comenzó a publicar infor-
mes anuales sobre las relaciones internacionales de la región. Destaca en

27
Isaac Caro · Isabel Rodríguez

la actualidad con sus programas de investigación en el área. En el


año 2003, el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de
Santiago abre un Magíster en Política Exterior y al año siguiente un
Magíster en Estudios Internacionales. Anteriormente, el año 1998,
el mismo Instituto había iniciado un Doctorado en Estudios Ame-
ricanos que entre sus cuatro especialidades tiene una en Relaciones
Internacionales, lo que se mantiene hasta hoy.
Por lo tanto, en Chile, inicialmente la enseñanza de las Relacio-
nes Internacionales se concentró únicamente a nivel de postgrado
y solo en la Universidad de Chile y la Universidad Católica. Esto
contrasta enormemente con la realidad de Brasil, México y Argen-
tina, donde los programas son numerosos, variados e incluyen el
pregrado. En Chile, recién en el año 2003 se crean dos pregrados
en el área; uno es el de la Facultad de Humanidades de la Univer-
sidad de Santiago como carrera de Estudios Internacionales con
tres especializaciones: Política Comparada, Comercio Internacional
y Seguridad Global, y el otro, es la carrera de Ciencia Política y
Relaciones Internacionales del Departamento de Ciencia Política
y Relaciones Internacionales de la Universidad Alberto Hurtado,
teniendo una malla que se reparte entre estas dos disciplinas y que
se refleja en sus dos especializaciones: Gobierno y Gerencia Pública
y Relaciones Internacionales.
Entre las instituciones académicas especializadas en Relaciones
Internacionales que imparten pregrados, postgrados o diplomados
y que a la vez poseen revistas científicas de difusión destaca: el Ins-
tituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile con la
Revista Estudios Internacionales, la Academia Nacional de Estudios
Políticos y Estratégicos (dependiente del Ministerio de Defensa) con
la Revista Política y Estrategia, el Instituto de Ciencia Política de
la Pontificia Universidad Católica con su revista Ciencia Política la
que incorpora trabajos en Relaciones Internacionales, la Academia
Diplomática con la Revista Diplomacia, el Instituto de Estudios
Avanzados de la Universidad de Santiago con la revista electrónica

el RIAL la participación de dos chilenos, Luciano Tomassini y Heraldo


Muñoz. También, en el mismo periodo, el Programa de Política Exterior
Latinoamericana (PROSPEL) comenzó a publicar un volumen anual sobre
las políticas exteriores de los países de la región (Tickner 2002: 65).

28
El estudio de las Relaciones Internacionales

Estudios Avanzados, el Instituto de Estudios Internacionales de la


Universidad Arturo Prat con la Revista Si Somos Americanos, y el
Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la
Universidad Alberto Hurtado con la revista Encrucijada Americana.
Otras instituciones con programas especializados son el Centro de
Estudios Internacionales de la Universidad del Desarrollo y el Ins-
tituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Viña del
Mar. Por último, mencionar a la CEPAL, que continúa siendo una
organización que aporta con sus investigaciones y estudios sobre
las relaciones internacionales de los países de la región.

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