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Devís Devís, José. Educación Física, deporte y currículum: investigación


y desarrollo curricular. Madrid: Visor, 1996.

Ficha bibliográfica

Realiza un recorrido histórico sobre el papel que ha tenido la asignatura


Educación Física en el currículo escolar de España. Se analiza la
enseñanza del deporte y de los juegos deportivos en la Educación Física,
así como las deficiencias que presenta en los que han influido tanto el
carácter conservador de la mayoría del profesorado de Educación Física y
Resumen:
la acción que ejercen las instituciones deportivas nacionales como los
supuestos, valores y creencias que se han asentado a lo largo de la
historia. Finalmente se intenta determinar qué valores deben servir a la
justificación de la enseñanza de los juegos deportivos y establecer las
conexiones entre los valores, la educación y los juegos deportivos.

Capítulo 1
La educación física y el deporte en la escuela

Introducción

La sociedad española está acostumbrada a encontrar la asignatura de


educación física en el currículum escolar y esta familiaridad puede hacer
pensar que se trata de una asignatura estable e invariable. Por otro parte el
trabajo histórico realizado dentro de este campo, a base de cronologías y
descripciones de acontecimientos y grandes personajes, parece indicar que la
asignatura de la educación física ha tenido una evolución lineal que va de la
gimnasia del siglo XXIX y que, además, está ausente de conflictos y disputas.
Sin embargo los estudios sobre la historia de las asignaturas escolares
indican que el conocimiento escolar no es fijo e invariable, sino que está en
continuo proceso de cambio y se construye por fuerzas sociales, políticas,
culturales y educativas a menudo en conflicto. Por esta razón en el presente
capítulo se realiza un breve repaso histórico del papel que ha jugado la
signatura de la educación física dentro del currículum escolar de España.

La educación física en el currículum escolar

Los estudios referentes a la historia de la signatura de la educación


física son prácticamente inexistente, a excepción de algunos británicos como el
de Hargreaves o franceses como el de During, lo que indica un cierta
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trivialización o subestima del significado social y cultural de esta área del


currículum.
El autor presenta algunos aspectos que históricamente han
caracterizado a la educación física, a partir de las contribuciones teóricas del
autor norteamericano Ivor Goodson y que Kirk recoge en su libro sobre
Educación física y currículum en los tres enunciados siguientes:

Las asignaturas no son entidades monolíticas sino amalgamas cambiantes


de subgrupos y tradiciones. Estos grupos dentro de las asignaturas influyen y
cambian las fronteras y las prioridades.
en el proceso de establecimiento de la base de una asignatura escolar (y de
una disciplina universitaria asociada), los grupos de la materia tienden a
trasladarse de la promoción de tradiciones pedagógicas y utilitarias a
tradiciones académicas.
En los casos estudiados, la mayor parte del debate del currículum se puede
interpretar en términos de conflicto entre asignaturas respecto al estatus, los
recursos y el territorio.
De acuerdo con el primer enunciado o hipótesis, la educación física no
representa cuerpos fijos de conocimiento sino los intereses y preocupaciones
de distintos grupos profesionales que disputan sus formas de entender la
asignatura
Inicialmente, muchos conflictos se presentan cargados de sentimientos
nacionalistas y patrióticos al enfrentar escuelas gimnásticas representantes de
ciertos países como la gimnasia sueca, la alemana o la francesa, por intentar
defender que la suya era la verdadera gimnasia. Así por ejemplo, Langlade y
Rey destacan la pugna desatada en Alemania a mediados del pasado siglo,
conocida como la «lucha de barras», al comparar las finalidades, los medios,
las ventajas y desventajas entre la gimnasia sueca y la gimnasia alemana de
Jahn. En Francia, la gimnasia amorosiana también recibió críticas por parte de
Clias, creador de un nuevo sistema de gimnasia, debido al carácter militar,
acrobático y arriesgado de la primera.
En España también existieron estos enfrentamientos y pugnas
entre los seguidores de la gimnasia militarista y de aparatos, por una parte, y
los partidarios de una gimnasia higiénica y educativa por otra. Ya iniciado el
siglo XX se puede encontrar, además de los conflictos heredados del siglo
pasado, la pugna desatada entre los partidarios de la gimnasia y d pujante
deporte o entre la educación física y el deporte.
Estas fricciones entre tendencias profesionales diversas y, a menudo
enfrentadas por intereses y filosofías distintas, tuvieron consecuencias
importantes para la educación física y la profesión en su conjunto. Como
señala Kirik, en la lucha de cada grupo por defender su propia visión de la
asignatura, se cambian y varían las fronteras de la asignatura y el enfoque del
conocimiento hasta d punto de no poder definir claramente cuál es el contenido
de la asignatura y arrancar de algunos autores la afirmación de de que la
educación física “es amorfa” por naturaleza ya que incorpora contenidos
diversos y además con finalidades que sirven para todo o casi todo.
El segundo enunciado corresponde a la evolución que ha sufrido la
educación física en su cuerpo de conocimientos. En un principio era el
conocimiento utilitario proveniente de la propia práctica física que después se
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entremezcló con planteamientos educativos y científicos.


Con este proceso se pretendía que las ciencias sirvieran de ayuda y
apoyo al proceso de racionalización de las actividades profesionales y, sobre
todo, sirvieran para elevar el estatus de la profesión y poder introducir y asentar
la educación física como una asignatura del currículum escolar. La primacía de
los saberes médicos acabó ofreciendo el cuerpo de conocimientos científicos
que legitimaron a la educación física, penetrando de tal manera en el tejido
profesional que todavía hoy sustenta gran parte de sus creencias y prácticas.
Con el tiempo fueron abriéndose a otras ciencias sociales y humanas
encabezadas por la pedagogía científica y la psicología experimental. Sin
menospreciar la enorme cantidad de conocimiento profesional acumulado
desde el siglo pasado, se puede decir, que ha sido el conocimiento científico de
corte positivista el que ha dirigido los derroteros de la profesión hasta lograr
una disciplina académica denominada Ciencias de la Actividad Física y el
Deporte.
Respecto al tercer enunciado, el conflicto entre asignaturas escolares, o
entre la educación física y otras asignaturas, viene marcado por el carácter
especial que se le ha dado a la asignatura y a sus profesionales. Las razones
que han contribuido a ello debe buscarse en las crisis políticas, económicas y
sociales que ha sufrido España desde finales del siglo XK y principios del XX y,
como señala Fernández Nares, en la utilización ideológica e interinidad
prolongada de sus profesionales durante el Franquismo. El autor considera que
se debe prestar atención al dominio que tradicionalmente han ejercido las
asignaturas o áreas académicas, en detrimento de otras de carácter práctico, y
los supuestos que conceden más valor al conocimiento teórico que al práctico,
tal y como señala Jenniffer Hargreaves en este párrafo:

Algunas formas de conocimiento escolar son designadas claramente


como superiores a otras. Las asignaturas académicas relacionadas con el
desarrollo intelectual de los alumnos están altamente consideradas en la
escuela, mientras que otras asignaturas prácticas, como la educación física,
están situadas convencionalmente hacia el final del orden jerárquico del
conocimiento.
A pesar de que la educación física goza de una importante tradición
escolar, obligatoria en distintos niveles y muchos sistemas educativos
nacionales, parece ser que, como indica Hoyle, se encuentra
internacionalmente en un bajo nivel jerárquico dentro de las asignaturas
escolares.
Un ejemplo significativo lo ofrecen Whitehead y Hendry con la visión
inglesa del profesor de esta asignatura, y probablemente también de muchos
otros lugares entre los que se encuentra España:

...la imagen dada por los medios de comunicación y la evidencia acerca


de las percepciones del profesor de educación física, presentan el retrato de
un individuo musculoso, sociable, dominante, agresivo, bastante inmaduro,
que es antiacadémico y que no se expresa especialmente bien.

Por otra parte, el carácter trivial y de juego asociado a las actividades


físicas sigue siendo un elemento que influye negativamente en el aumento del
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estatus educativo de la educación física. _


El estudio de Apple y King realizado en niños y niñas de preescolar,
sugiere que se les estimula a aprender que el trabajo es más importante que el
juego, y que ellos/as van a la escuela a trabajar y no a jugar. El conocimiento
más importante de las escuelas es el académico, considerado el realmente
serio y productivo, mientras que el juego es considerado divertido y, por lo
tanto, trivial y superfluo.
Como reacción o compensación a la visión antiacadémica de la
asignatura, la profesión de la educación física ha desarrollado tres destacadas
formas o perspectivas para aumentar su prestigio: a) la perspectiva deportiva;
b) la recreacionista; y c) la pseudoacadémica.
La primera de ellas es una perspectiva que se apoya en el desarrollo de
habilidades físicas, cuyo foco de atención es el deportista de élite y los
alumnos/as más capacitados de las clases y su fin es el de formar exitosos
equipos deportivos escolares. Es una perspectiva que se asienta en el
entrenamiento, la racionalidad técnica y el rendimiento y que posee un escaso
valor educativo.
La perspectiva recreacionista viene a ser, en muchos casos, una reacción
radicalmente opuesta a la anterior donde, como señala Georgec y Kirk la
diversión es su principal razón de ser. En ella, la idea de que las actividades
físicas pueden ser un importante medio educativo pierde su valor para convertir
a la educación física en hedonismo y simple descanso de las asignaturas
académicas.
La tercera perspectiva pretende aumentar el prestigio de la educación
física conviniéndola en una asignatura pseudoacadémica. El carácter
examinable que posee en muchos países y la importancia que un sector de la
profesión le confiere a los contenidos teóricos parecen apuntar recientemente
en esta dirección. Según Leaman, es consecuencia del aumento de
respetabilidad académica del área de conocimiento de la educación física y el
depone en las universidades y las facultades.
Sea como fuere, la educación física debe buscar caminos de innovación
que la acerquen a valores educativos intrínsecos. Pero paradójicamente, la
búsqueda de valores intrínsecos e innovaciones suelen percibirse como una
amenaza para la identidad profesional, sobre todo por aquella parte del
profesorado que cree no poder seguir los cambios propuestos y reacciona
afirmándose en la perspectiva deportiva dominante.
Para completar la visión de marginalidad de esta asignatura dentro del sis-
tema escolar habrá que añadir la influencia que ejercen los factores
contextúales propios de cada centro escolar y que corresponden a lo que
Sarason, y Heckerman, Oaks y Sirotnik llaman la cultura de la escuela.
Destacan las deficientes instalaciones al aire libre que suelen entrar en
conflicto con actividades físicas programadas y ajenas a la escuela, las
escasas oportunidades que las escuelas ofrecen para perfeccionamiento,
promoción y desarrollo profesional, los reducidos recursos y ayudas de la
administración educativa para solucionar problemas educativos y mejorar su
enseñanza, las limitaciones horarias dentro del programa escolar, así como
otros factores particulares de cada centro.

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Deporte y educación: aproximación crítica a la enseñanza del deporte y


los juegos deportivos

Después de una época de tanteos, críticas y una propaganda social


proveniente de distintos sectores sociales que veían en el deporte un elemento
modernizador del país, acabó incluyéndose dentro de la educación física. Su
presencia ha ido en aumento conforme ha adquirido mayor apoyo social, hasta
el punto de que actualmente a la educación física, antaño muy conocida como
gimnasia, empieza a conocérsele con el nombre de deporte.
Sin embargo, la importancia que ha adquirido el deporte en la
educación física y en la escuela no parece haber producido grandes mejoras y
cambios en su enseñanza, al menos durante las tres últimas décadas. Su
enseñanza se reduce a un conjunto de tareas o habilidades motrices aisladas,
claramente orientadas a la adquisición competente de las técnicas deportivas y
vinculadas al rendimiento motriz que exigen los patrones dominantes del
deporte competitivo de élite. Para algunos autores/as de la educación física (p.
ej. Bunker y Thorpe, Williamson, Read y Devis, se trata de una forma de
enseñanza que posee importantes deficiencias y que se presentan en los
puntos siguientes:

Normalmente, se ofrece al alumnado los deportes fuertemente


arraigados socialmente que, en muchos casos, ya conocen antes de
verlos en las clases de educación física.
Los alumnos/as avanzados aprenden el deporte fuera del contexto
escolar y con anterioridad a las clases de educación física; por el
contrario, dentro de las clases se dedican a afianzar un conjunto de
técnicas inflexibles que reducen la capacidad de decisión.
Aquéllos/as menos capacitados, o que no conocen el deporte en
cuestión, no suelen tener éxito en la adquisición de un adecuado nivel
de ejecución técnica: están condenados a repetir movimientos
estereotipados que pueden producir o reafirmar su aversión a la clase
de educación física. ______________
Se estimula la formación de personas dependientes del profesor/a.
Se emplea mucho tiempo en la enseñanza de la técnica y nunca se
llega al juego deportivo.
Existe escasa transferencia del aprendizaje técnico a la situación real
de juego.
En una clase de enseñanza de la técnica existe muy poca actividad
física y el alumnado se aburre.
El alumnado no comprende el juego deportivo lo suficiente como para
capacitarlo a conocer todas las posibilidades que les ofrece.
9. No se forman espectadores y practicantes críticos en un mundo donde
el
deporte es una importante forma de entretenimiento y ocio.
Jackson, Jones y Williamson consideran que en esta situación influyen
dos importantes características ligadas a la profesión: a) el carácter conserva-
dor de la mayoría del profesorado de educación física; y b) la enorme influencia
que ejercen las instituciones deportivas nacionales. Aunque estos autores se
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refieren al contexto británico, su planteamiento es perfectamente válido para el


conjunto de profesionales de la enseñanza en cualquier sociedad desarrollada.
El primero de los puntos anteriores trata del papel que adopta, consciente
o inconscientemente, el profesorado con respecto al currículum de la
asignatura, que tiende a conservar y perpetuar una serie de prácticas y
actividades profesionalmente sedimentadas a lo largo de los años, y se olvidan
de reconcepcualizarlas y transformarlas. La reconceptualización, la
transformación y el cambio de ciertas prácticas y valores también forman parte
de las responsabiIidades como profesores/as, sobre todo cuando las prácticas
de la enseñanza del deporte y los juegos deportivos se aproximan más al
entrenamiento que a la educación.
. La enseñanza prácticamente exclusiva de las habilidades técnicas de los
juegos deportivos ha reforzado la idea de que la función real de la asignatura
es adiestrar en lugar de educar.
En el segundo punto, los autores hacen referencia a las relaciones e
influencias que ejercen las instituciones deportivas nacionales sobre el
currículum de la educación física y los juegos deportivos. Sin embargo, estas
relaciones e influencias aparecen también a otros niveles sociales. Muchas
veces se trata de supuestos, valores y creencias que se han asentado en la
sociedad y la profesión a lo largo de la historia.
A continuación el autor presenta cuatro apartados en los que se
relacionan las escuelas y el deporte como base de sus comentarios:

El deporte escolar.
Las creencias sobre el valor educativo de la competición.
Los intereses que rodean al deporte realizado en la escuela.
El entrenamiento versus la educación en el deporte.
La racionalidad en la enseñanza de los juegos deportivos.

El deporte escolar

En un sentido restrictivo, escribir sobre el deporte escolar es referirse a


una serie de campeonatos deportivos creados para el alumnado de los centros
educativos que desee participar en competiciones extraescolares. En un
sentido amplio, escribir sobre el deporte escolar también es escribir sobre la
escuela, la educación física, las personas implicadas y la sociedad en su
conjunto.
El deporte escolar, como organización que se apoya en los centros de
enseñanza de España, arranca de los Juegos Escolares de la época franquista
y, salvando las diferencias se prolonga a la época democrática con el nombre
de Deporte Escolar. Aunque estas formas de organización pedagógica del
deporte _no_ alcanzan los niveles de otros países desarrollados y sus
actividades se realizan fundamentalmente a nivel extraescolar acabaron por
institucionalizar el deporte competitivo en las escuelas. En este contexto,
aumentan las probabilidades de relacionar las competiciones deportivas
extraescolares con la práctica deportiva de las propias clases de educación
física, sin marcar diferencias claras y siguiendo los cauces que marca la visión
competitiva o profesional dominante.
No resulta extraño que la competición en las escuelas se vea como algo
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natural que produce excelencia y se relaciona con ciertos valores y creencias.

Las creencias sobre el valor educativo de la competición

Según Sparkes, la institucionalización de la actividad competitiva se


defiende con las siguientes creencias: a) que la competición infunde ciertas
cualidades deseables ligadas a la formación del carácter; b) que la
competítividad, con el énfasis en la victoria, conduce a la excelencia; y c) que
como la vida social es altamente competitiva, la actividad deportiva prepara al
individuo para el éxito social.
Al tratarse de supuestos fuertemente arraigados en el sentido común de
la gente y la profesión y, por lo tanto, de gran influencia en el currículum de
la educación física, el autor los analiza con más detalle.

¿El deporte forma el carácter?

La afirmación de que la práctica deportiva construye o forma el carácter,


es decir, que infunde las cualidades deseables de la disciplina, el coraje, el
altruismo y el sentido del juego limpio, entre otros, es una idea heredada de
principios de siglo y exportada del ámbito anglosajón a otros contextos y
culturas. Así, por ejemplo, George Hebert, que diferenciaba entre deporte
verdadero o educativo y deporte desviado o descarriado, consideraba que el
primero de ellos formaba parte de la educación física porque desarrollaba las
aptitudes físicas y las cualidades de acción o viriles orientándose todo ello
hacia un fin, «una idea moral directriz (que) lo orienta hacia en fin benéfico,
siendo esa idea moral: el altruismo».
Además de vincular d deporte, y en general toda la educación física, a un
fin moral, éste se relaciona con una serie de cualidades viriles (energía, valor,
voluntad, etc. ) atribuidas a la masculinidad. De alguna manera, la idea de que
el depone forma el carácter se sustenta en una larga historia de exclusión
femenina del deporte, lo que lleva a pensar a mucha gente que se trata de
atributos masculinos, perpetuando así formas sexistas de valoración de las
personas.
Las críticas a este supuesto son variadas y provenientes de distintos
campos. Los psicólogos Turko y Ogilvic se manifiestan de la forma siguiente:

No hemos encontrado ningún apoyo empírico para la afirmación


tradicional de que el deporte construye el carácter—. Parece ser que la
personalidad del atleta ideal no es el resultado de cualquier proceso de
modelamiento, sino que surge del despiadado proceso de selección que
ocurre a todos los niveles del deporte.

En esta misma línea, los sociólogos sugieren que la participación en el


depone puede debilitar ciertas actitudes sociales vinculadas al hecho de
compartir, cooperar y ayudar. Y también es cuestionado por los filósofos, entre
los que se destaca Charles Bailey, quien considera que las reglas que
gobiernan los juegos deportivos son reglas funcionales y no reglas morales.
Sparkes dice que, en el supuesto de que los/as participantes manifiesten
ciertos rasgos deseables, no significa que la participación en el deporte cause
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esos rasgos.
Corno en cualquier actividad de la vida, el deporte puede transmitir
valores deseables o no deseables. La simple participación deportiva no puede
considerarse una educación moral. Otra cuestión muy diferente es tomar al
deporte como un contexto en el que el profesorado desarrolla su actividad
docente dentro de unos cauces éticos y el alumnado pone en práctica la
moralidad en términos de un comportamiento responsable.
Los valores morales no están en la simple práctica o participación, sino en
el conjunto de relaciones interpersonales del contexto social del deporte que es
inseparable de la implicación práctica.

¿La competición produce excelencia?

La actividad competitiva puede producir y, a menudo, produce excelencia


pero, como suele ocurrir, puede tener un efecto negativo en el proceso de bús-
queda de la excelencia, sobre todo con los niños y niñas. De ahí la necesidad
de hacer algunas matizaciones a la relación entre competición y excelencia

1) La competición puede llevar a un énfasis en la superioridad o el


elitismo en lugar de conducir a una excelencia en su sentido más absoluto. La
competición se concibe como una lucha consciente entre dos partes que cul-
mina con el establecimiento de la supremacía de una de ellas y, esta noción de
lucha, implica la conciencia de una fuerza contraria donde el éxito depende del
fracaso de los otros. A esto se le conoce como una
situación de “suma-cero” porque la existencia de un ganador se equilibra, con
la de un perdedor.
La búsqueda de la excelencia es una condición en la que el
esfuerzo de un individuo se dirige a la consecución de un modelo o meta sin
ninguna referencia particular al resultado de otros. Esto está íntimamente
vinculado a la idea de la mejora personal ante un reto y, aunque exista una
forma de lucha, se trata de una lucha personal. Esa búsqueda supone que el
logro será independiente de la conducta de cualquier otro participante. Por lo
tanto, el logro se establecerá en relación con criterios personales, surgidos de
las expectativas procedentes de experiencias personales pasadas, y no con
criterios prácticos procedentes de la comparación con otras personas.
2) La victoria y el ganar por encima de todo suelen convertirse en la
única meta de la competición. Esto puede llevar a la producción de una
innecesaria, peligrosa y excesiva especialización en un solo deporte o
incluso en una determinada posición o puesto dentro de un deporte. El
énfasis en la victoria puede hacernos olvidar la variedad de intereses y
motivaciones con que se participa en el deporte escolar: unos equipos van a
divertirse y participar y otros a conseguir el campeonato; unos incluyen a
todos los alumnos/as que quieran participar y otros a los mejores y más
desarrollados físicamente en esas edades; unos van a jugar al deporte o
deportes en que participan y otros a no dejar jugar para, aplicando defensas
individuales, pressing e intimidación personal, ganar el partido o la prueba
por la máxima diferencia.
3) Los/as deportistas de alto nivel o de élite suelen proponerse como
modelos sociales de excelencia y formación del carácter, cuando se ignora
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todo el proceso que han seguido para alcanzar el éxito. Sparkes señala que
esos papeles-modelo, aunque despierten el interés de algunos, puede ser de
limitada utilidad en la creación de intereses a largo plazo. Muchos niños y niñas
pueden empezar a practicar algún deporte, soñando con imitar a su héroe o
heroína particular, pero se ven desalentados cuando descubren que no son los
mejores del colegio o se dan cuenta de que, para tener éxito en la competición,
se requiere un compromiso que restringe seriamente su implicación en otras
actividades.
Los niños y niñas pueden participar en las actividades competitivas para
satisfacer algunas necesidades personales (p. ej. afiliación, estrés y
excelencia) pero el excesivo énfasis en la competición puede negar estas
necesidades, llevando a muchos de ellos o ellas a dejar de participar.
4) La competición deportiva puede actuar como homogeneizadora de
diversidades corporales y universalizadora de un único lenguaje corporal si no
se diversifican las actividades físicas y corporales. Esto se debe a que la
búsqueda de récords y ganadores/as exige que se igualen las condiciones
para todos, es decir, que se estandaricen las condiciones en las que se
desarrolla la actividad, aspecto éste que, como apunta Coakley, influye más en
el desarrollo de personas conformistas que creativas.
Debe quedar claro que la competición no produce necesariamente
excelencia y que uno puede buscar la excelencia sin implicarse en la
competición. Por lo tanto, las reflexiones del profesorado de educación física
deben dirigirse al énfasis competitivo, aquél que se centra en la prevalencia, el
dominio y la supremacía, para así cambiarlo.

¿El deporte prepara para la vida?

Mucha gente cree que la vida social es muy competitiva y que sólo los
fuertes y capaces sobreviven. Creen incluso que el deporte es similar a la vida
y que es un lugar de entrenamiento adecuado para participar en la vida adulta.
Esa visión indica la gran influencia de las teorías de la evolución de Darwin en
la sociedad occidental, y su aplicación al mundo educativo, científico e
industrial bajo la forma de darwinismo social.
No obstante, Sparkes (señala que la idea fundamental de Darwin fue que
la supervivencia de una especie dependía de su capacidad de adaptación,
ahora bien, esta capacidad de adaptación no significa que el progreso humano
haya acontecido mediante una intensa competición, sino principalmente
mediante la cooperación, la inteligencia y la responsabilidad interpersonal.
Probablemente, el éxito individual y grupal depende más de la capacidad de
iniciar y mantener relaciones cooperativas que competitivas.
Entre el profesorado de educación física parece incongruente que,
quienes están constantemente enfrentando a sus alumnos y alumnas con
estructuras competitivas, consideren que la competitividad que aparece en el
sistema de oposición para conseguir una plaza de profesor/a no sea indicativo
de su profesíonalidad. Por lo tanto, aunque muchos adultos vean bien las
virtudes de la competición incontrolada cuando incumbe a otros, están
dispuestos a eliminarla o disminuirla sustancialmente cuando concierne a sus
propias vidas.
La supuesta similitud entre la competitividad del deporte y la de la vida
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cotidiana ha sido ampliamente discutida. Aunque en ambos casos la gente se


enfrenta a retos, se trata de retos diferentes. En el depone, los oponentes se
enfrentan directamente, no hay dudas sobre el momento en que finaliza el
juego y quién ha conseguido la victoria. La vida de todos los días es compleja,
muy ambigua e incierta y difícil de comprender, mientras que el deporte es sim-
ple, poco ambiguo e incierto y fácil de comprender. Además, las acciones de la
vida cotidiana poseen un componente moral real y sus consecuencias son
potencialmente muy serias, mientras que las acciones en el deporte tienen un
componente moral que normalmente se circunscribe a una situación deportiva
muy particular y sus consecuencias no van más allá del ámbito deportivo.

Los intereses que rodean al deporte realizado en la escuela

Tradicionalmente, el deporte escolar y en gran parte el realizado en la


educación física ha servido de cantera para alimentar el depone de alta
competición. Este interés seguía la lógica de «a mayor número de practicantes
más probabilidad de obtener grandes campeones», y ésta se apoyaba en un
modelo de estructura piramidal cuya amplia base la ocupaba la educación
física y el vértice superior el deporte de competición o de élite De esta manera
el sistema educativo se convertía en la estructura ideal y más barata para-
reclutar a los futuros campeones deportivos, puesto que recogía prácticamente
a la totalidad de la población infantil y a gran parte de la juvenil.
Con el desarrollo económico y social de España, y la aparición de formas
de detección y selección deportiva más rentables que la de movilizar a una
enorme masa escolar de participantes, el deporte escolar empieza a perder su
función tradicional de reclutamiento para el deporte de alta competición.
En la actualidad, tal vez sean los padres y las madres quienes ejerzan
una enorme influencia para conseguir hijos/as campeona con la esperanza de
conseguir algo que dios no han podido alcanzar o de conseguir grandes
dividendos alentados por los éxitos millonarios de los deportistas que
muestran los medios de comunicación.
En el caso del deporte infantil de la sociedad norteamericana, está
llegando a utilizarse a los niños/as como animadores públicos. Aunque la
organización del deporte del sistema educativo español no ha alcanzado el
nivel norteamericano, parece seguir los mismos patrones, los mismos
símbolos y metáforas propios de una sociedad capitalista desarrollada.
En una sociedad de consumo como la actual pocas cosas escapan a la
comercialización y el deporte no es una excepción como han demostrado
diversos autores marxistas. Sin embargo, no puede adoptarse una perspectiva
determinista y aceptar que el deporte está totalmente condicionado por las
fuerzas económicas que dominan la sociedad porque entonces se le está
negando la capacidad de transformación y mejora al ser
humano.
. Desde el punto de vista, del autor deben establecerse estrategias y
buscar caminos para que el deporte, y especialmente el deporte que se
realiza en la escuela, no esté al servicio de los intereses del mercado y la
industria del deporte, sino al servicio de todos, especialmente de los y las
participantes.
A menudo se dice que los niños y niñas necesitan practicar deporte para
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satisfacer y experimentar el movimiento y poder desarrollarse personal y


.socialmente. Pero esto no significa que deban practicar deporte, porque
existen otras actividades físicas que podrían satisfacer la necesidad de
movimiento. Otras veces se argumenta que a los niños les interesa el deporte
porque lo están pidiendo constantemente, aunque suele ser así en el caso de
los chicos y no de las chicas. En cualquier caso, lo que les interesa a los niños
y niñas viene mediatizado por el aprendizaje social y el proceso de
socialización.
Como señala Ommo Grupe, los niños/as están interesados en el juego, el
movimiento y la satisfacción de su curiosidad, y eso no significa que se consiga
necesariamente con el deporte y mucho menos con el que conocemos.
EJ deporte que puede necesitar y le puede interesar a los alumnos está
ligado a la experiencia, la emoción y la satisfacción de ciertas necesidades
personales como la afiliación, la auto-estima o el autoconocimiento.

El entrenamiento versus la educación en el deporte

Nigel Proctor señala que la educación física debe enfrentarse en la actua-


lidad a un gran problema, lo que é denomina, el dilema de la dicotomía
educación-entrenamiento. Se trata de un problema en el que parece tener una
especial importancia la extensión de la pedagogía por objetivos y la enseñanza
de las habilidades técnicas de los juegos deportivos y los deportes en el ámbito
de la educación física.
Según Stenhouse, el entrenamiento es el proceso más simple de la
educación. Se ocupa de la adquisición de capacidades técnicas, y a él se
ajusta bastante bien el modelo de una pedagogía por objetivos. Su finalidad es
el rendimiento, esto es, un comportamiento que puede expresarse mediante
objetivos conductuales
El entrenamiento es un concepto que se utiliza más adecuadamente para
la preparación de una actividad específica y en asociación con realizaciones
automáticas, repetitivas y desarrolladas a partir de la imitación o el
condicionamiento. Puede decirse, entonces, que la educación física se
reduciría a un mero adiestramiento y siempre en conexión con logros
cuantificables.
La socialización ocupacional de la educación física, es decir, la forma en
cómo se accede a la profesión, también contribuye a reforzar la imagen
tradicional que la asocia al entrenamiento. Entre los estudiantes que acceden
normalmente a la profesión se observa, en muchas ocasiones, un mayor
interés por el entrenamiento deportivo que por la educación física. Es muy
frecuente encontrar profesores que fuera del horario escolar se dedican a
entrenar en alguna modalidad deportiva. En algunos casos, incluso utilizan la
educación física como vehículo para alcanzar una posición de entrenador/a.
Esta situación ha dado lugar al fenómeno conocido como conflicto de roles
entre el papel del profesor/a y el del entrenador/a, extendiéndose el papel de
este último hasta las mismas clases de educación física

La racionalidad en la enseñanza de los juegos deportivos

La enseñanza de los juegos deportivos y el deporte ha puesto un


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excesivo énfasis en la técnica deportiva como consecuencia del proceso de


racionalización que ha seguido el deporte moderno desde sus inicios en los
albores del siglo XIX.
La racionalización en el deporte, en tanto que tendencia a la utilización
de métodos para mejorar el rendimiento y las condiciones del acto deportivo,
no es más que la aplicación al campo del deporte de la general tendencia
racionalizadora de la sociedad industrial.
. En este proceso intervinieron, desde principios de siglo, los avances
científicos en la adquisición de habilidades motrices, el análisis del movimiento
y la evaluación del rendimiento humano.
El avance de la ciencia y la propia necesidad de convertir a la educación
física y el deporte en un campo con cierta respetabilidad científica y, por lo
tanto, con cierto estatus y consideración social ha provocado que se le tome
como un campo de ciencia aplicada. Se trata del modelo dominante sobre la
concepción de las profesiones, que Schön denomina modelo de racionalidad
técnica. Se trata del proceder racional caracterizado por la sistematización, la
especialización, la categorización y la estandarización del conocimiento que
entiende los problemas prácticos como simples problemas instrumentales y
aislados del contexto donde aparecen.
Dentro de la enseñanza, la racionalidad técnica se manifiesta típicamente
en el modelo de enseñanza por objetivos, donde los medios son instrumentos
para conseguir un fin conductualmente especificado. En la enseñanza de los
juegos deportivos, esta concepción acabó separando la teoría de la práctica, la
condición física de la técnica y ésta de la táctica, y la habilidad técnica del
contexto real de juego. El profesor/a se convierte en un experto que se apoya
en la autoridad que le confiere el conocimiento de unas habilidades técnico-
deportivas de eficacia probada. Para los más críticos, se trata de una
“racionalidad puramente deportiva” que “infiltra toda la autoridad represiva del
sistema social”.
Esta forma de enseñar/entrenar los juegos deportivos presenta
importantes limitaciones ya que no tiene en cuenta ciertos factores
característicos de los juegos deportivos, como son la complejidad, la
adaptabilidad y la incertidumbre. Tampoco tiene en cuenta la naturaleza del
conocimiento que se emplea en estas actividades, puesto que las aísla del
contexto y la práctica real del juego. Esta aproximación técnica de la
enseñanza deportiva olvida, o relega a la mínima expresión, las características
más preciadas en un juego deportivo y propias de la racionalidad humana: los
pensamientos abiertos, la capacidad para responder a nuevas situaciones, la
habilidad para reflexionar en y sobre la acción y la capacidad de imaginación y
de creatividad.
Se trata de una aproximación que no da opción a que aparezcan las
características anteriores o, en el mejor de los casos, permite que aparezcan
más tarde si se introduce la táctica. Se convierte así en una aproximación
selectiva que da mayor opción a los alumnos/as habilidosos y más capacitados
físicamente en ese momento (en edades típicas de iniciación deportiva),
mientras que discrimina a muchos/as que podrían ser grandes creadores de
juego y no poseen esas capacidades, ya sea porque les resulte difícil
conseguirlas o porque las desarrollan mas tarde.

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Los juegos deportivos y los deportes en la educación física escolar

Toda educación, y por supuesto la educación física en un sentido


general, está conectada con algo que es susceptible de ser valioso. Por lo
tanto, una determinada educación se justificará en función de ciertos valores.
En el contexto español están surgiendo recientemente interesantes
estudios sobre los valores sociales y personales en el ámbito de la actividad
física y el deporte. Pero el problema aparece cuando se trata establecer qué
valores son los que deben servir de justificación a la educación física, en este
caso la enseñanza de los juegos deportivos, cuando en las sociedades
occidentales conviven múltiples tradiciones culturales.
Los filósofos de la educación y de la educación física empiezan por
distinguir entre valores intrínsecos o autotélicos y extrínsecos o instrumentales
para caracterizar la naturaleza de la educación. La primera categoría
corresponde a aquellos valores que poseen una finalidad en si mismos y la
segunda a valores cuya finalidad está fuera de sí mismos.
A lo largo de su historia, la educación física se ha relacionado y justificado
por sus valores extrínsecos: preparación militar, desarrollo del carácter, salud,
rendimiento físico, rendimiento académico y socialización entre otros.
El autor se propone mostrar dónde se encuentran las conexiones entre
los valores intrínsecos, la educación física y los juegos deportivos.
Según Kirk el trabajo realizado por distintos filósofos de la educación en
los años 60 y 70, en especial el de Hirst y Peters, sienta las bases de una
concepción de la educación a partir de la cual otros autores se han aproximado
al estudio del currículum. Peters señala que las actividades que poseen valor
en sí mismas deben reunir estas cuatro características:

una actividad valiosa educativamente hablando será “seria” en el sentido de


que puede “iluminar otras áreas de la vida” y, de este modo, contribuirá a la
calidad de vida; (b) poseerá un amplío contenido cognitivo o, como Peters lo
denomina, una “perspectiva cognitiva” y un marco conceptual para ordenar y
darle sentido a este conocimiento; (c) si se acomete apropiadamente, una
actividad valiosa cambiará la visión que una persona tenga del mundo; y d)por
último, sacará a la luz la verdad, y un “hombre educado” será alguien que se
preocupe por la verdad.

Peters considera que los juegos deportivos, y por extensión todas las
actividades físicas, no son actividades serias y valiosas como lo son las
ciencias y la historia. No pueden iluminar otras áreas de la vida ni contribuir a
la calidad de vida y no versan sobre conocimiento proposicional o teórico. Este
autor sólo ve valor instrumental en las actividades físicas, porque a través de
ellas sólo pueden aprenderse cosas como gracia estética o salud.
Ante esta visión, Arnold presenta las siguientes cuatro críticas:

la educación se interpreta en términos de desarrollo mental y no en lo que


es ser una persona completa con capacidades tanto para hacer como para
pensar;
lo cognitivo y lo mental se presentan sólo en un sentido intelectualista,
donde tiene cabida el conocimiento teórico (saber qué) y no el conocimiento
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práctico (saber cómo);


la educación está, por lo tanto, académicamente prescripta y posee poca
educación práctica, cuando resulta que el deporte o la danza forman parte de
nuestra cultura occidental y son elementos centrales de nuestro estilo de vida y
fuente de interés y valor para muchas personas; y
esta visión de la educación no desarrolla el conjunto de la persona, más
bien descuida otros aspectos que son importantes para lograr una forma plena
y más completa de la educación.

Muchos autores, como Arnold, han justificado el valor intrínseco de la


educación física y la mayoría parece coincidir en que, al igual que cualquier
otra área o asignatura educativa, está predominantemente preocupada por el
desarrollo del conocimiento y la comprensión. Carr considera que la educación
física, además de cumplir los criterios intrínsecamente valiosos del conoci-
miento y la comprensión, posee actividades que son importantes aspectos de
la cultura de la sociedad. Para este autor la actividad física y los juegos
deportivos reúnen las siguientes características:

son importantes aspectos de la cultura de nuestra sociedad, y


promueven el conocimiento y la comprensión.

La defensa de que la educación física y los juegos deportivos promueven


el conocimiento y la comprensión se apoya en la idea de que las actividades
físicas exigen conocimiento práctico, comprensión y conciencia conceptual
como aspectos necesarios, aunque no suficientes, para la participación
exitosa. Es en relación con el conocimiento práctico o saber cómo donde se
encuentran la mayoría de las justificaciones intrínsecas de las actividades
físicas que forman parte del currículum de la educación física. Para Arnold el
conocimiento práctico o saber cómo, si bien difiere del preposicional, teórico o
saber qué, “no resulta menos importante en cuanto a la educación integral de
una persona”.

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