Está en la página 1de 14

El limpiador', el mayor asesino en serie de Rusia

Le llaman 'El Limpiador' y es uno de los mayores asesinos en serie de la


historia. Mijaíl Popkov, el verdadero nombre del 'monstruo', un expolicía ruso,
fue condenado en 2015 a cadena perpetua por el asesinato de 22 mujeres en
los años 90. Pero la sorpresa fue cuando el pasado 10 de enero admitió haber
cometido otro 59 asesinatos iguales.
Popkov, también conocido como 'el asesino en serie de Angarsk' comenzó a
violar y matar mujeres jóvenes en esa ciudad siberiana en 1992 y los
investigadores, a los que en Rusia se les ha acusado de negligencia, sólo
pudieron detenerle 20 años después de en 2012.
Con esas cifras confesadas, el maniático siberiano y ex policía Popkov, que
violaba a sus víctimas antes de matarlas, se ha convertido en el tercer peor
asesino en serie del mundo. Todas sus víctimas eran mujeres jóvenes, con
una media de edad de 24 años, aunque la más joven de sus atrocidades tenía
solo 15.
En la mayoría de los casos las mujeres subían a su coche por su propia
voluntad. Popkov se ganaba su confianza y les ofrecía pasar tiempo juntos.
Luego, bajo los efectos del alcohol, las llevaba a un bosque donde las violaba
y las ejecutaba con hachas, cuchillos o destornilladores.
Según sus propias declaraciones, el asesino se dedicaba a "limpiar" la ciudad
de esas "depravadas". Como un típico asesino en serie, llevaba una doble vida:
su madre, esposa e hija no sospechaban nada.

"Para aclarar los números, Popkov ha confesado 59 nuevos asesinatos", han


desvelado los investigadores. "No estamos contando en este total los 22
asesinatos por los que ya ha sido acusado. Así que hay 59 nuevos asesinatos
(en doce de ellos se siguen recabando pruebas). Eso significa que si los
añadimos a los 22 anteriores, serán 81 asesinatos en total".

Popkov supera así al mayor asesino en serie de Rusia que es 'El carnicero de
Rostov' que fue condenado por 53 asesinatos y más que el asesino del
'Tablero de ajedrez' que mató a 49. Solo dos sudamericanos, Luis Garavito y
Pedro López, habrían asesinado más.
`Popkov está cooperando con los investigadores, y su testimonio ha sido
crucial para descubrir los 59 nuevos casos. Pero no se descarta que haya más
casos que los 81 que admite.

Una teoría es que está deliberadamente racionando sus confesiones para


retrasar el momento en que será trasladado de su prisión de detención actual a
una dura cárcel siberiana para cumplir su sentencia de cadena perpetua.

En el juicio que se celebró en la ciudad de Irkutsk, el juez Pavel


Rukavishnikov le preguntó cuántas mujeres había matado. 'El limpiador' se
encogió de hombros y respondió: "No puedo decir exactamente, no guardé un
registro. Admito mi culpa en su totalidad, cometiendo los asesinatos, fui guiado
por mis convicciones internas".
Los investigadores afirman que Popkov "dejó rastros biológicos en algunos
casos que no se estudiaron antes, pero ahora hay una oportunidad de
examinarlos. En otros casos, los sitios fueron desenterrados guiados por el
asesino en masa condenado. Popkov está colaborando con nosotros. Todo lo
que dice está confirmado. Él nos guía con confianza al lugar donde se
encuentra un cadáver y explica qué sucedió, qué lesiones causó".
Dos de sus primeras víctimas fueron Tatiana (Tanya) Martynova, de 20 años,
y Yulia Kuprikova, de 19 años, muerta el 29 de octubre de 1998 en un
suburbio de Angarsk. El dolor de las familias persiste: "Fui yo quien le dio a
Tanya una entrada para ir a un concierto, y la mataron después", relata su
hermana Viktoria Chagaeva.
La esposa de Popkov, Elena, de 51 años, y su hija Ekaterina, de 29 años,
maestra, se negaban a creer al principio que el marido y padre fue un
asesino, pero después del juicio se alejaron de él mudándose a otra ciudad
para empezar una nueva vida.
Una de las teorías, algo enrevesada, es que comenzó a asesinar porque
sospechaba que su mujer le engañaba. Habría encontrado dos preservativos
en la basura de su casa y entonces decidió vengarse de las mujeres. "Tengo
motivos para sospechar de ella", dijo Popkov, creyendo que su esposa había
dormido con otro hombre. "No busco excusas, pero este fue el motivo de mi
decisión". Admitió tener una visión negativa de las mujeres que salían por la
noche a beber sin sus maridos o novios.
Popkov contó también a los periodistas que sólo fue capturado debido a los
avances en la tecnología de ADN utilizada para hacer frente a los crímenes.
"No podía anticipar el examen del ADN. Nací en otro siglo. Ahora hay
tecnologías modernas, métodos, pero no antes. Si no hemos llegado a ese
nivel de examen genético, entonces ... no estaría sentado frente a usted".

Ted Bundy
Theodore Robert Cowell nació en Burlington, localidad estadounidense
situada en Vermont, el 24 de noviembre de 1946. Hijo de Eleanor Louise
Cowell cuando ésta era muy joven y de padre desconocido, fue criado por sus
abuelos y se le hizo creer tanto a él como al resto de la sociedad que su madre
era en realidad su hermana. Ésta le rechazaba en sus primeros años, siendo
motivo de vergüenza para la familia. Según declaraciones posteriores del
sujeto, al parecer su abuelo era violento y maltrataba a su abuela, criándose en
un entorno aversivo.
En 1950 se mudó junto con su madre a Washington, la cual un año más tarde
contrajo matrimonio con John Bundy. Theodore Cowell sería adoptado por éste
y recibiría su apellido, si bien a pesar de la presencia de intentos de acercarse
por parte de su padre adoptivo no consiguió mantener una buena vinculación
afectiva.
Debido entre otros aspectos a la vivencia de un rechazo continuado y de
violencia intrafamiliar, Ted Bundy empezó ya desde la infancia a manifestar
una personalidad retraída e infantil, con poco contacto social. Asimismo
empezó a mostrar síntomas de lo que hoy en día se consideraría un trastorno
disocial, manifestando un comportamiento cruel y llegando a entretenerse
capturando, matando, mutilando y descuartizando animales.

Formación académica y relación con Stephanie Brooks

Ted Bundy se inscribió en la Universidad de Puget Sound y empezó a estudiar


psicología, área en la que resultó ser un buen estudiante. En 1967 se
enamoró y empezó una relación con una compañera de la universidad,
Stephanie Brooks. Sin embargo, dos años más tarde ésta se licenció y
terminaría por dejar la relación debido a su inmadurez y ausencia de objetivos
claros. Bundy se obsesionó con ella, mandándole frecuentes cartas con las que
intentaba reconquistarla.
Durante el mismo año abandona los estudios, y en esta época empieza a tener
diferentes empleos en los que no dura demasiado tiempo. En 1969 empezó
una relación con Elizabeth Kloepfer que duraría cinco años, a pesar de seguir
en contacto por carta con su anterior relación.
Tiempo después terminaría por graduarse, y en 1973 se inscribe en la
Universidad de Washington para estudiar Derecho. Se interesa también y
empieza a participar en el mundo de la política por el partido republicano y
vincularse a diferentes actividades comunitarias, llegando a ser voluntario en
un servicio telefónico de ayuda a mujeres sexualmente agredidase incluso
a ser condecorado por salvar a un menor de ahogarse. Volvería a encontrarse
con Stephanie Brooks y a tener una breve relación con ella, que esta vez
terminaría él tras volverse extremadamente frío.
Sin embargo, sería durante 1974 cuando se empezarían a registrar sus
primeros asesinatos confirmados.

Empiezan los asesinatos

Si bien anteriormente ya había cometido diferentes hurtos, los primeros


asesinatos documentados de este asesino en serie no ocurrían hasta 1974 (si
bien se sospecha que pudo estar involucrado en otros casos anteriores).
En enero del año 1974, aún en la universidad, Ted Bundy entraría en la
habitación de Joni Lenz para posteriormente golpearla con una barra de
hierro y violarla. A pesar de que sobrevivió, sufrió graves heridas y daños
cerebrales permanentes. Llevaría a cabo el mismo procedimiento con Lynda
Ann Healy, a quien en este caso mataría. Hizo desaparecer el cadáver, si bien
no limpió la sangre.
Esta muerte daría inicio a una cadena de asesinatos en el que desaparecieron
numerosas jóvenes estudiantes, siendo algunas de ellas Carol Valenzuela,
Nancy Wilcox, Susan Rancourt, Donna Mason, Laura Aimee, Brenda Ball,
Georgann Hawkins, Melissa Smith o Caryn Campbell entre otras muchas.

Modus operandi

El modus operandi de Bundy se basaba inicialmente en seguir y


secuestrar a sus víctimas hasta su casa para allí estrangularlas. Sin embargo
con el tiempo y viendo que tenía facilidad para manipular debido a su carisma y
resultaba atractivo para muchas féminas, fue cogiendo confianza y empezó a
buscar víctimas durante el día, siendo usual que simulara tener un brazo roto
para pedir ayuda para llevar cosas a su coche.
Este asesino solía escoger a mujeres jóvenes, morenas de pelo largo,
características que las asemejaban tanto a su madre como a su antigua novia
Stephanie Brooks.
Las víctimas eran a menudo violadas y descuartizadas, llegando a conservar el
sujeto partes de sus cuerpos como la cabeza como trofeos de sus crímenes.
No era raro que mantuviera relaciones con los cuerpos una vez muerta la
víctima, así como la presencia en éstos de mordiscos por parte del asesino.

Primeras pistas fiables y detención

Durante el mes de noviembre del año 1974, Bundy fingió ser un oficial de
policía para acercarse a Carol DaRonch y hacerla subir a su coche. La joven
accedió pensando que si dirigían a la comisiaría, pero se encontró con que
Bundy paró el coche e intentó esposarla. Afortunadamente Carol DaRonch
consiguió zafarse antes de ser inmovilizada y huir, tras lo cual acudió a la
policía. Ello condujo al primer retrato robot del sospechoso.
Dicho retrato hizo que diversos testigos pensaran en Bundy como posible autor
de los hechos, incluyendo su por aquel entonces novia Elizabeth. A pesar de
ello, no se le pudo identificar totalmente y se terminó por desestimar la
posibilidad de que se tratara del asesino.
Ted Bundy siguió secuestrando y matando a numerosas jóvenes, variando
su aspecto y viajando a diferentes estados con el fin de no levantar sospechas.
Pero en 1975 un coche de policía dio el alto al coche de Bundy y terminó por
encontrar elementos indicativos como palancas, esposas y cinta con el
que inmovilizar a las víctimas. Ted Bundy fue detenido. En este caso, sería
identificado por DaRonch como el autor de su secuestro.

Juicios y fugas

En 1976 daría inicio el primero de los juicios a los que sería sometido Ted
Bundy. En este caso se le juzgaba por el secuestro de DaRonch, resultando
en una condena de quince años de prisión.
Sin embargo, el análisis del coche en que fue detenido permitió que se hallaran
evidencias de la implicación de Bundy en la desaparición y asesinato de
Melissa Smith y Caryn Campbell (concretamente se encontró pelo de ambas
mujeres). Ello condujo a que se le sometiera a un segundo juicio, ya con
cargos de asesinato. En este segundo juicio Bundy decidió representarse a sí
mismo como abogado, motivo por el que se le permitió visitar la biblioteca de
cara a preparar su defensa. Sin embargo aprovechó la situación para escapar,
si bien sería atrapado por las fuerzas policiales seis días después.
Volvió a fugarse en 1977, en este caso consiguiendo huir hasta Chicago
y adoptando una identidad diferente. Durante esta fuga volvió a matar, en
esta ocasión atacando a tres jóvenes en una fraternidad univesitaria (Chi
Omega), de las cuales una logró sobrevivir, y a otra joven posteriormente.
Asimismo, también secuestró y mató a Kimberly Leach, una muchacha de doce
años de edad.
Finalmente fue detenido en un hotel de Florida, después de que la matrícula de
su coche fuera reconocida. Tras ser detenido por segunda vez, sería juzgado el
25 de junio de 1979 por asesinato.
Se le permitió ejercer su propia defensa, pero las pruebas existentes en su
contra (testigos que le vieron salir de la fraternidad e incluso supervivientes de
sus agresiones, junto con pruebas físicas como la comparación entre las
marcas de mordeduras en los cuerpos y la dentadura de Bundy, terminaron
conduciendo a que fuese declarado culpable y condenado a morir en la
silla eléctrica.

Corredor de la muerte y ejecución


A pesar de ser sentenciado a muerte, la ejecución de Ted Bundy tardaría años
en llegar. Y es que Bundy intentó retrasar todo lo posible la fecha de su
ejecución, confesando múltiples asesinatos (algunos reales y otros
posiblemente para obtener más tiempo) y ofreciendo pistas sobre la
localización de las víctimas y pretendiendo colaborar con la policía para
obtener prórrogas de su condena. Si bien se consideran ciertos treinta y seis de
los asesinatos, se sospecha que pudo haber muchas más víctimas. Incluso
llegó a ofrecer colaborar en la detención de otros asesinos.
A pesar de sus actos, recibió a menudo cartas de fans que decían amarle.
Durante este tiempo sería acusado y juzgado por la muerte de la pequeña
Kimberly Leach, que se saldó con una segunda condena a la pena capital.
Durante el mismo juicio Ted Bundy contraería matrimonio con Carole Ann
Boone, una de las numerosas fans que creían en su inocencia y con la que
terminaría por tener una hija.
Durante sus últimos años sostuvo entrevistas con psiquiatras en las que
narró su vida y se analizó su estado mental. Los tests utilizados indican
labilidad emocional, impulsividad, inmadurez, egocentrismo, complejo de
inferioridad y ausencia de empatía, entre otras características.
Por otro lado, Ted Bundy confesó una adicción a la ponografía con tintes
sádicos, así como que los asesinatos de mujeres jóvenes, morenas y de pelo
largo se correspondía con la ira sentida hacia las mujeres por quienes se sentía
abandonado, su madre y su primera novia Stephanie Brooks. Finalmente fue
ejecutado el 24 de enero de 1989.

La historia de Jeffrey Dahmer, el asesino de


Milwaukee

Necrofilia y canibalismo. Ésta es la historia de Jeffrey


Dahmer, 'el Carnicero de Milwaukee'.

Cuando ciertas tendencias agresivas se desarrollan en una


persona y se mezclan con las condiciones perfectas para que tal
individuo pueda llevar a la acción aquellos deseos trastornados, se
generan ciertos casos en los que cualquier guión de película de
terror, e incluso gore, podrían quedar cortos. Tal es la historia
de Jeffrey Dahmer .

Jeffrey Dahmer nació el 21 de mayo de 1960 en Milwaukee,


Wisconsin, hijo de una pareja de norteamericanos de clase media.
Su infancia transcurrió con relativa normalidad y su padre lo
calificaría como un niño extremadamente curioso con una gran
fascinación por los animales.
Una vez el pequeño Jeffrey presenció cómo su padre recogía
huesos de animales muertos en el patio trasero de la casa. En un
intento posterior de darle explicaciones a las acciones de su hijo,
su padre expuso que, viendo en retrospectiva, tal evento podría
haber significado el comienzo de la catástrofe que se gestaría años
después. Pronto, el niño comenzó a dar señales de timidez, por lo
que sus padres lo incitaban a realizar actividades que le orillaran a
la interacción con otros niños.

Durante su pubertad comenzó a abrir cadáveres de animales. Estos


acontecimientos sucedieron justo cuando sus hormonas
comenzaron a hacerle experimentar sus primeros deseos sexuales.
En este punto se dio cuenta de que se sentía atraído por los
hombres. En sus propias palabras: “alrededor de los 14 años
comencé a experimentar ideas obsesivas sobre violencia
entrelazada con sexo. Se volvían cada vez más fuertes y no tenía a
quién contarle, por lo que decidí ocultarlo todo”.

Sus deseos sexuales le causaban un conflicto interno, por lo que


comenzó a beber alcohol en grandes cantidades, tal vez como una
forma de evasión de su propia realidad.
Pero justo después de salir de la escuela preparatoria, Dahmer
pasaría de la fantasía a la realidad con el asesinato de su primera
víctima: un joven quien pedía un ride en la carretera. Jefree
recogió al chico llamado Steven Hicks, de 18 años, lo invitó a su
casa, bebieron y platicaron durante un par de horas, y cuando
Hicks se quiso ir, Jefree lo golpeó con un tubo de metal en la
cabeza y después lo estranguló. Él sabía perfectamente lo que
había hecho y decidió desmembrar el cuerpo con un cuchillo, metió
las partes en la cajuela del carro y se dirigió hacia la carretera
donde un policía lo paró por conducir de forma sospechosa. Con el
cuerpo de la víctima escondido, el policía lo dejó ir sólo con una
advertencia. Mantuvo los huesos de la víctima en su cochera por
dos semanas, después los trituró a martillazos y los esparció en el
bosque que quedaba detrás de su casa. Como medida alternativa a
su vagancia y alcoholismo, Jeffrey se enroló en el ejército y
comenzó a aprender anatomía humana para servir como médico de
rescate. Por primera vez estaba contento con lo que hacía y
obedecía reglas y órdenes establecidas. Su carácter parecía haber
cambiado de ser retraído e inseguro a extrovertido y sonriente.

Tras ser expulsado del ejército por su alcoholismo, Dhamer regresó


a E.U. y se mudó con su abuela en Ohio, ahí se estabilizó su vida
un tanto hasta que un día, en la biblioteca del pueblo, un hombre le
dejó una nota ofreciéndole sexo, a lo cual él se negó, pero tiempo
después confesaría que ese fue un momento decisivo puesto que
despertaría en él un deseo incontrolable de mantener relaciones
sexuales con hombres sumisos.

En este punto, Dahmer no encontró cosa más sumisa que un


maniquí que robó, al que observaba y con el que se masturbaba
hasta que su abuela lo encontró y le ordenó que lo desapareciera.
Comenzó a asistir a los clubs gays de Ohio donde conocía a
hombres a quienes llevaba a hoteles para invitarles bebidas
adulteradas con un somnífero para que cayeran inconscientes.
Esto llegó al punto en que intoxicó a un hombre de tal manera que
pasó una semana en el hospital.
En noviembre de 1987, Jefree conoció a un chico de 25 años
llamado Steve en el bar 219; de ahí, ambos se fueron a un hotel y
Dahmer utilizó su vieja técnica de agregar somníferos a la bebida
de su acompañante hasta que cayera inconsciente. Jeffrey pasó la
noche con el joven. Cuando despertó se dio cuenta de que su
acompañante estaba muerto, con moretones y sangre por todas
partes; él no recordaba nada pero entró en pánico. Salió y compró
el estuche para trajes más grande que pudo encontrar. Metió el
cadáver ahí y escapó en un taxi hacia la casa de su abuela donde
lo desmembró y ocultó sus partes. Después de ese segundo ataque
decidió que no iba a tratar de controlar esos impulsos criminales,
más aún, iba a buscar saciarlos.
El tercer ataque fue en contra de un chico de 14 años a quien
recogió en la calle y ofreció 50 dólares para que le practicara sexo
oral. Lo drogó y lo estranguló, se quedó con el cuerpo más de una
semana escondiéndolo en el sótano de la casa, y con el cual
continuaba teniendo sexo, explorando sus más perversas
fantasías. Cuando el cadáver se comenzó a podrir, Jeffrey lo
desmembró y lo enterró en el patio.

Richard Guerrero fue su cuarta víctima; usó el mismo modus


operandi: pasó unas horas junto al cadáver antes de desmembrarlo
y tirar pequeñas partes a la basura, hasta que eventualmente el
camión se había llevado todo su cuerpo parte por parte y en un
lapso de varios días.

Su abuela le pidió que se mudara y lo hizo. Rentó un departamento


al este de Milwaukee y un día recogió a un pequeño chico de 13
años a quien invitó a su casa. Ahí lo intentó violar pero el chico
logró escapar. Lo arrestaron bajo cargos de abuso sexual en
segundo grado pero sus asesinatos todavía eran un secreto.

Tras cumplir una breve condena de servicio comunitario, Jeffrey


atacó de nuevo. Asesinó a un joven afroamericano de 28 años,
momificó su cabeza y sus genitales y los guardaría en el locker del
lugar donde trabajaba. Dentro del siguiente año, Jeffrey continuaría
con los asesinatos matando a 13 personas más, en su
mayoría afroamericanos y bajo su ya establecido modus operandi .

Una noche recogió en la calle a un chico de 14 años, lo drogó y,


mientras éste dormía, salió en búsqueda de más alcohol. El chico
se despertó y salió a la calle donde un vecino lo vio y llamó al 911.
La policía llegó al lugar y comenzó a cuestionar a Jeffrey. Ahí, él
les explicó que el chico era su amante, les mostró fotos que le
había tomado y argumentó que el muchacho había bebido
demasiado y por eso actuaba de esa manera. La policía le creyó y
una vez más se escapó de la justicia al tiempo en que mantenía
oculta su vida como asesino serial. Tan pronto como los policías se
fueron, Jeffrey mató al joven.

Tras algunos meses, los cuerpos de sus víctimas ya comenzaban a


apestar demasiado, por lo que Jeffrey decidió comprar un tambo en
el que disolvería con ácido los miembros desmembrados de sus
víctimas para después tirar los restos por el excusado. Una cosa
llevó a la otra y sus deseos parecían insaciables. Pronto decidió
que con el objetivo de que sus víctimas se quedaran literalmente
con él, Jeffrey comenzaría a comerlas para sentir qué era tenerles
literalmente en su cuerpo.

“Eso [comérselos] me hizo sentir que ellos se convertían en una


parte permanente de mí”, argumentó en una entrevista.
En julio de 1991, una de sus víctimas llamada Tracy Edwards logró
escapar y salir corriendo a la calle para detener una patrulla. Los
policías entraron al departamento y encontraron más de 80 fotos de
Jeffrey posando con cadáveres en diversos grados de
descomposición. En la cocina había cabezas, huesos, diversos
miembros de personas en el refrigerador y tres torsos humanos en
proceso de descomposición dentro del tambo con ácido.
Finalmente, Jeffrey no correría con la misma suerte que en sus
encuentros anteriores con la policía, y esta vez sería encarcelado.
Pasó los siguientes días confesando todo a los detectives. Sus
abogados intentaron probar que sufría de enfermedades mentales
pero les fue negado tal argumento; el multihomicida fue condenado
a más de 900 años en prisión.

Durante su estancia en la cárcel, Dahmer se acercó a la religión,


fue bautizado y sus acciones fueron disciplinadas. En prisión fue
atacado por un recluso quien le propinó una puñalada a la que
sobrevivió, pero el 29 de noviembre de 1994, otro interno, quien se
hacía llamar “Cristo”, lo mató con un golpe en la cabeza con un
tubo de metal. Dahmer murió en camino al hospital.

Aileen Wuornos asesinó siete hombres en un año

Aileen nació en febrero de 1956 y sus primeras dos décadas de vida no fueron
nada estables. Su apellido de nacimiento era Pittman, pero luego pasó a
ser Wuornoscuando su madre la abandonó a ella y a su hermano mayor,
dejándolos con sus padres, quienes adoptaron a los menores legalmente. Más
tarde, confesó que su abuelo abusó de ella sexualmente y que su abuela no
era de ninguna ayuda con esta situación, pues era alcohólica. Mientras que su
padre era un pedófilo, que pasó gran parte de su vida recluido en diferentes
hospitales psiquiátricos.

Tuvo un hijo a los 14 años y lo dio en adopción, por lo que pasó a un hogar
para madres solteras. Al morir su abuela, su hermano y ella pasaron a ser una
presencia constante en las comisarías. Mientras estaba en la escuela, Aileen
ya comenzó a trabajar como prostituta.

En 1974 se hacía llamar Sandra Kretsch. Poco después se produjo su primer


arresto por conducir ebria y disparar una pistola; sin embargo, no
compareció ante el tribunal y se agregó otro cargo. Wuornos se casó en 1976,
pero su esposo consiguió una anulación del matrimonio porque ella lo agredió.

Constantes robos a mano armada y agresiones físicas a otras personas


hicieron que fuera detenida en varias oportunidades. Usó los nombres Lori
Christine Grody, Susan Blahovec y Cammie Marsh Green, para pasar
desapercibida por la gran cantidad de cargos que acumulaba.

Las víctimas de Wuornos

El 30 de noviembre de 1989, Aileen Wuornos cometió su primer


asesinato. Richard Mallory era un exconvicto y violador en serie que,
aparentemente trató de atacarla y ella, en defensa propia, le disparó. 6 nuevas
víctimas seguirían a Mallory y Wuornos aseguraría que todas ellas intentaron
violarla, mientras ella ejercía como prostituta.

David Spears fue el segundo en caer a manos de Aileen, el 1 de junio de


1990, y solo cinco días después Charles Carskaddon sería hallado muerto.

La cuarta víctima de la mujer, se creía que era Troy Burress (6 de agosto del
mismo año), pero en realidad fue Peter Siems (6 de julio). Ella confesó haber
asesinado a Siems, aunque su cuerpo nunca ha sido encontrado. Dick
Humphreys (12 de septiembre) y Walter Jeno Antonio (19 de noviembre),
también fueron víctimas de “Monster” –apodo de Aileen–.

Una mujer llamada Tyria Moore, era la pareja de Wuornos por aquel entonces y
fue su cómplice en algunos de los crímenes. No obstante, cuando la situación
se torció y Aileen empezó a ser investigada por asesinato, así como ella
misma, aceptó declarar en su contra con la condición de quedar
absuelta. Finalmente, fue la misma Aileen Wuornos quien confesó todos y
cada unos de los crímenes.

Recibió seis penas de muerte por homicidios en primer grado, del único de
los siete casos por los que no fue acusada es el de Peter Siems, pues no
tenían el cuerpo como evidencia. El 9 de octubre de 2002 le colocaron una
inyección letal.

Isabel Bathory, la condesa sangrienta

Su nombre auténtico era Erzsébet (Isabel, en castellano) Báthory, pero la


historia la conoce como La Condesa Sangrienta, por su afición a secuestrar y
torturar a muchachas de los alrededores, cuya sangre se bebía para conservar
la eterna juventud. Al menos eso testificaron quienes siguieron el proceso
contra ella en unos tiempos convulsos.

Isabel nació en 1560 en Byrbathor, una ciudad de la región de Transilvania, en


la Hungría profunda, "el país más salvaje de la Europa feudal", según la
escritora francesa Valentine Penrose, autora del libro La Condesa Sangrienta.
Un país salvaje y, como casi siempre en su historia, dividido, con una parte
ocupada por los turcos y la otra en manos de los Habsburgo austriacos. Isabel
pertenecía a una de las familias más adineradas y poderosas del país. Era
sobrina de Istvan Báthory, príncipe de Transilvania y rey de Polonia entre 1575
y 1686. Pasó su infancia en el castillo de los Ecsed, la rama más extravagante
de los Báthory, repleta, como consecuencia de los matrimonios consanguíneos,
de locos y tarados. Se dice que a los cuatro años Isabel sufrió ataques de
epilepsia o algún otro trastorno neurológico, pero remitieron pronto y no
parecen tener relación con su comportamiento posterior. Fue educada con
esmero, algo inusual para su tiempo, cuando muchos nobles ni siquiera sabían
leer y escribir. Pero Isabel hablaba húngaro, latín y alemán, y además
era guapa. Todo un partido... en apariencia.

A los 15 años fue obligada a casarse con el conde Ferenc Nadasdy, que tenía
26 y se pasaba la vida batallando contra los otomanos. Tuvieron tres hijas y un
hijo y vivieron en el castillo Ecsed con la madre de Ferenc, su odiada suegra
Úrsula. Una primera muestra de la crueldad de Isabel aparece en la
correspondencia que sostuvo con su marido ausente, en la que ambos
intercambian ideas sobre las técnicas más apropiadas para castigar a los
criados. El caso es que la condesa administró el castillo con mano de hierro y
brutales palizas a las sirvientas, a las que golpeaba con un pesado mazo o les
pinchaba con agujas debajo de las uñas, por citar algunas de sus diversiones
predilectas. Por otro lado, a Isabel le atraían sexualmente las mujeres, pero
sus prácticas sádicas, siempre con golpes y sangre, asustaban a las incautas
que se prestaban inicialmente a sus requerimientos.

La muerte de Ferenc en 1604 fue el punto de inflexión definitivo en la espiral de


violencia de Isabel, que al verse viuda dio rienda suelta a toda su psicopatía.
De entrada echó del castillo a su suegra y al resto de parientes de su marido, y
con la ayuda de su cómplice Darvulia, una supuesta bruja de la región, montó
un siniestro laboratorio -más bien cámara de suplicios- en los sótanos del
castillo y se dedicó a las prácticas de magia negra. Entre los aparatos de
tortura que supuestamente guardaba en las mazmorras había un autómata
llamado La Virgen de Hierro, una dama metálica con un mecanismo que
clavaba puñales, además de diversos atizadores enrojecidos al fuego, ganchos
y todo lo que la imaginación pueda concebir en estos casos. La razón de esta
sinrazón es que Isabel quería mantenerse bella y joven para siempre -tenía
44 años, que en aquella época era casi la tercera edad-, y la fuente para
obtener la eterna juventud era la sangre de las chicas a las que torturaba.
Bebía su sangre, se daba baños de sangre, arrancaba su carne mientras sus
sirvientas las sujetaban y cometía actos tan atroces que resultan casi
imposibles de creer.

Durante un tiempo se mantuvo impune porque elegía a sus víctimas entre las
siervas y campesinas, a quienes en esa época aún feudal un noble podía tratar
como un objeto, pero tras la muerte de Darvulia Isabel se olvidó de las
precauciones y empezó a raptar también a jóvenes de buena familia. Los
rumores llegaron pronto a la corte, donde la Báthory no contaba con muchas
simpatías, y el rey Matyas ordenó investigar el caso al conde Thurzo, un primo
de Isabel enemistado con ella. Thurzo y sus soldados entraron en el castillo sin
encontrar resistencia y allí estaban a la vista, según dijeron, los cuerpos
desangrados, los instrumentos de tortura, el horror.

En el juicio, Isabel se negó a declarar, acogiéndose a sus privilegios nobiliarios.


Condenada a cadena perpetua, tapiaron su habitación y allí vivió emparedada
durante casi cuatro años, medio muerta de hambre y de frío, alimentándose de
la escasa comida que le hacían llegar por una ínfima ventanita. Nunca mostró
arrepentimiento ni llegó a entender por qué la condenaron. Murió el 21 de
agosto de 1614, al anochecer, "abandonada de todos", según un cronista de la
época.

También podría gustarte