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MATERIAL DE CÁTEDRA

,
SEMIOLOGIA
DE LOS SIGNOS
A LAS
ME □ IATIZACI ONES

María Paula Gago


Gago, María Paula
Semiología / María Pau la Gago. - la ed . - Ciudad Autónoma de Buenos
Aires : Eudeba, 2020.
Libro digital, PDF

Arch ivo Dig ital: desca rga


ISBN 978-950-23-2995-6

1. Semiología. 2. Comunicación. l. Título.


CDD401.4

Eudeba
Universid ad de Buenos Aires

1° ed ición: agosto de 2020

© 2020, Editorial Univer sitaria de Buenos Aires


Sociedad de Economía Mixta
Av. Rivadavia 1571/73 (1033) Ciudad de Buen os Aires
Tel: 4383-8025 / Fax: 4383-2202
www .eudeba.com .ar

Disefío: Alessandrini & Salzman


AEsteban , Carla y Felipe, por la paciencia y el amor.
,
IN □ ICE GENERAL

Introducción ........................................................................................... 9

Capítulo I. Los signos ........................................................................... 13


1. Semiología y semiótica .................................................................. 13
2. L,Qué son los signos? ...................................................................... 13
3. El signo lingüístico ........................................................................ 16
4. El pensamiento ternario de la significación:
la semiótica peirciana ........................................................................ 39
5. Crítica al iconismo ......................................................................... 52
6. Recapitulación ............................................................................... 58

Capítulo II. Del código a los enunciados .............................................. 61


1. Semiología de primera, segunda y tercera generación ................. 61
2. Géneros discursivos ....................................................................... 63
3. El texto .......................................................................................... 69
4. Las funciones del lenguaje ............................................................ 75
5. Las competencias comunicacionales ........................................... 80
6. Sistemas semiológicos: relaciones y significancia ........................ 8 5
7. El aparato formal de la enunciación ............................................. 91
8. La pragmática lingüística .............................................................. 98
9. Recapitulación ............................................................................. 107

Capítulo III. Los discursos sociales .................................................... 109


1. La teoría de los discursos sociales de Eliseo Verón ..................... 109
2. Ideología y discurso ...................................................................... 118
3. Recapitulación ............................................................................. 148
Capítulo IV. Los medios masivos de comunicación
y la construcción de la realidad .......................................................... 151
1. lA qué llamamos medios masivos de comunicación ? .................. 151
2. La prensa de masas .................................................................... 156
3. Innovaciones tecnológicas y cambio social.. ............................... 188
4. Industrias culturales y con vergencias ......................................... 193
5. Tran sformaciones en el ecosistema mediático ........................... 196
6. AI fin y al cabo lqué son los nuevos medios? .............................. 210
7. Recapitulación ............................................................................. 2 15

Bibliografía ......................................................................................... 217

Sobre la autora ................................................................................... 223


INTRODUCCIÓN

El presente libro fue pensado para los estudiantes de


Semiología, asignatura dei Ciclo Básico Común de la Universidad
de Buenos Aires.
En calidad de manual, este trabajo toma como insumo un
conjunto amplio y variado de textos que se utilizaron para el dictado
de la materia desde el afio 2014.
En cada uno de los capítulos ensayamos una labor de síntesis y
transposición didáctica, con el objetivo de brindar a los estudiantes
una suerte de mapa, en el cual se reconstruyen las principales líneas
de desarrollo que ha tenido la disciplina, los consensos, como así
también las tensiones y debates que la atraviesan.
Por otra parte, teniendo en cuenta que la asignatura se impar-
te para aspirantes de distintas carreras abordamos un conjunto de
problemáticas que, como mencionamos antes, planteen -a modo
introductorio- temáticas de interés para diversas áreas de saber.
El libro se estructura en cuatro capítulos. En el Capítulo I nos
centramos en los signos. Yesto es así porque la semiología, que de-
riva dei griego sem eion y significa signo, se encarga de su estudio.
El tratamiento de este concepto está enfocado desde las dos posi-
ciones más importantes que se han desarrollado a principios dei
siglo XX y cuyos exponentes son Ferdinand de Saussure y Charles
Sanders Peirce. Ambas orientaciones, aunque con sus diferencias de
enfoque, buscaron construir y fundamentar una teoría de los signos
que sirviera a la vez como el marco de análisis de una diversidad de

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MA R IA PAULA GAG O

temáticas tan numerosas como complejas, que rebasan la lingüística


y al mismo el campo de las ciencias del lenguaje.
En este sentido, en los Capítulos II y III retomamos respec-
tivamente los planteos elaborados por la semiología y la semiótica
y sus "desprendimientos" teóricos. El Capítulo II lo titulamos "Del
código a los enunciados" porque, si bien son deudores de la lingüística
saussureana, el centro de atención de los autores comprendidos en
el mismo se desplaza del estudio de la lengua, en tanto sistema de
signos, a los enunciados -con strucciones sociales e históricas, que
se relacionan siempre con otros enunciados y con diver sas esfera s
de uso del lenguaje- y a los mecanismos que permiten dar cuenta
de la aparición del sujeto que la utiliza.
En el Capítulo III nos enfocamos en los discursos, un concep-
to que aparece hacia los afí.os setenta y es deudor del pensamiento
ternario de la significación. Dicha noción abre la posibilidad de un
desarrollo conceptual que está en ruptura con la lingüística, puesto
que se sitúa en un plano que no es el de la lengua. Retomamos la
teoría de los discursos sociales propuesta por Eliseo Verón, la cual
con sidera una serie de hipótesis sobre la semiosis social, y rescata
la materialidad del sentido y la con strucción de lo real en la red de
la semiosis. También incluimos a un conjunto de autores que, desde
diversas perspectivas, nos permiten reflexionar sobre el vínculo entre
ideología y discurso.
En el cuarto y último capítulo nos ocupamos del estudio de los
m edios de comunicación. Partimos de considerarlos como agentes
privilegiados de produ cción y circulación discursiva que, con su
accionar, por supuesto condicionado por su posición ideológica y
por sus intereses empresariales, contribuyen a la conformación y
modificación de los marcos de referencia -histórica y socialmente
con struidos- a través de los cuales las sociedades se pien san a sí
mismas, elaboran sus experiencias pasadas y establecen par a sí ho-
rizontes de futuro s posibles. Desde este punto de vista, repusimos
su historia, con el objetivo de poder diferenciar, por un lado, lo que
Verón (2014) denomina régimen semiótico dominante, a partir del
cual una tecnología de comunicación se in serta en la sociedad, de
cómo va evolucionando históricamente ese régimen .

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SEMIDLD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS MEO I ATIZAC IONES

Finalmente, no podemos soslayar nuestro agradecimiento a la


editorial Eudeba. Concretamente a Gonzalo Álvarez, presidente; a
Luís Quevedo, gerente general y a Ximena Gon zález, jefa editorial,
por la posibilidad de publicar este material. También incluímos a
Esteban Lo Presti, el editor.
Cierro con una mención especial para los docentes de la cá-
tedra, quienes le ponen el "cuerpo" a la compleja pero gratificante
tare a de en seõ ar.

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CAPÍTULO 1.
Los s1GN □s

1. Semiología y semiótica

La primera cuestión que presenta nuestra disciplina radica


en el término que la designa. La palabra semiología -que tu vo su
primera mención en 1916 en el Curso de Lingüística Gen eral, una
compilación de conferencias que dictó el lingüista suizo Ferdinand
de Saussure entre 1906 yl910- alude a una hipotética ciencia que
debería estudiar el funcionamiento de los sistemas de signos en el
seno de la vida social, y por lo tanto se inscribiría en el marco de la
lin güística.
AI mismo tiempo, y sin conocer que Saussure desarrollaba su
teoría, el filósofo estadounidense Charles Sanders Peirce trabajaba en
una ciencia de los signos que llamó Semiótica, y cuya preocupación
giraba ya no en torno del lenguaje, sino que le otorgaba prioridad
al mundo.
Esta distinción de perspectivas teóricas tuvo consecuencias
tanto en la delimitación del objeto de estudio como en la metodología:
la semiología enfocó prioritariamente el lenguaje al que toma como
modelo para investigar cualquier sistema de signos en el seno de la
vida social, mientras que la semiótica se focalizó en el modo en que
el ser humano conoce la realidad .
Ambas orientaciones buscaron construir y fundamentar una
teoría de los signos que sirviera a la vez como el marco de análisis
de una diversidad de temáticas tan numerosas como complejas, que
rebasan a la lingüística y al mismo campo de las ciencias del lenguaje.

2. ;,Qué son los signos?

Como sefíalamos con anterioridad , la noción de signo es


fundante de ambas disciplinas, las ya mencionadas Semiología y
Semiótica.

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MARIA PA ULA GAGO

Si bien el interés por la problemática del signo se hallaba en la


cultura griega de la antigüedad (Zecchetto, 2006), aquí nos propone-
mos brindar una explicación general sobre la naturaleza, los rasgos
y el funcionamiento de los signos en la vida social y cultural, para
luego profundizar en los planteos de Saussure y Peirce, referentes
de la semiología/ semiótica moderna respectivamente. 1
Si tomamos en cuenta a Ducrot y Todorov (1974) la noción
de signo es la más difícil de definir puesto que las teorías modernas
del signo procuraron abarcar no solo entidades lingüísticas sino
también no verbales.
Por este motivo, un primer aspecto central a plantear es la
diferencia entre la cuestión referencial o denotación del signo, de
la significación.

La denotación no se produce entre el significado y el


significante,2 sino entre el signo y el referente, es d ecir,
un objeto real, en el caso más fácil de imaginar: ya no
es la secuencia sonora o gráfica "manzana" ligada al
sentido manzana sino la palabra ( .. ) "manzana" unida
a las manzanas reales. Debe agregarse que la relación de
denotación se refiere, por una parte, a los signos-ocurrencia
y no a los signos tipos (Ducrot y Todorov, 1974: 123).

Los estoicos ya habían distinguido tres relaciones de la parte


perceptible dei signo (Ducrot y Todorov, 1974 ): con la cosa real
(denotación), con la imagen psíquica (la representación), y con la
decible (significación). A lo que se puede agregar que:

1. Si bien los términos se utilizan de manera indistinta, cabe subrayar que desde
los afíos setenta en adelante cada uno de ellos representa dos perspectivas que
comparten la preocupación por los signos, pero nítidamente se diferencian en los
supuestos teórico metodológicos que tom an como punto de partida.
2. Más adelaote, cuaodo abordemos el signo liogü ístico, veremos qu e Saussure
distinguió de modo riguroso el referente del signo (el conjunto de cosas a que remi te
el signo) y su significado (el concepto evocado por su significante).

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SEMIDLD GiA , DE LOS S I GNOS A LA S MEO I ATIZAC IONES

(. .. ) los estoicos se refieren al signo lingüístico como ente


portador de un doble componente: las palabras en cuanto
expresión dicha, y el contenido de las mismas. Ambos
elementos se unen para referirse a una realidad distinta, el
referente (Zecchetto, 2006: 43).

San Agustín (354-430) diferenció entre signos naturales y


signos convencionales. Los primeros son aquellos que:

( .. ) sin elección ni deseo alguno, hacen que se conozca


mediante ellos otra cosa fuera de lo que en sí son ( .. ). Los
signos con vencionales son los que mutuamente se dan en
todos los vivientes para manifestar en cuanto le es posible,
los movimientos del alma, como son las sensaciones y los
pensamientos (San Agustín cit. por Zecchetto, 2006: 45).

Sin embargo, siguiendo a Ducrot y Todorov (1974) un signo


siempre es institucional, solo existe para un determinado número
de usuarios, por más reducido que estos sean. Por eso, "no es justo
decir que el humo es el signo 'natural' del fuego; es su consecuencia, o
una de sus partes. Solo una comunidad de usuarios puede instituirlo
como tal" (Ducrot y Todorov, 1974: 122).
En suma, si bien se han desarrollado varios modos de com-
prender y conceptualizar los elementos que componen la estructura
dei signo, explicitaremos los siguientes postulados que aceptamos
como válidos y genéricos para definir las características que todos
ellos presen tan:

1. Los signos, en términos generales, son entidades creadas


para la comunicación - el lenguaje como los códigos no
verbales son sistemas de signos al servicio del intercambio
comunicativo- y también para referirse a determinados
objetos, con los cuales no guardan una relación necesaria,
pero permiten la aparición de una imagen mental en el
usuario de los signos (Ducrot y Todorov, 1974) y, por ende,
constituyen una interpretación de la realidad representada.

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MAR IA PA ULA GAGO

2. El signo es la presencia de una ausencia puesto que puede


hacer referencia a algo no presente. AI respecto el semiólogo
Umberto Eco sefiala que la semiótica se ocupa de cualquier
cosa que pueda considerarse como signo y este último es
"cualquier cosa que pueda considerase como sustituto
significante de cualquier otra" (Eco, 2000: 22). Pero esa
otra cualquier cosa no debe necesariamente existir en el
momento en el que signo la represente. Por ejemplo, las
expresiones lingüísticas "unicornio", ''Minotauro", "hada",
"ángel" significan, pero no tienen un referente empírico. De
aquí que Eco plantea que la semiótica es la disciplina que
estudia todo lo que puede usarse para mentir (Eco, 2000).

3. En relación con lo anterior , el pensam ien to y las ideas


son signos porque están "en lugar de otra cosa, de cualquier
ente percibido dentro o fuera de nosotros, o simplemente
creado por nuestra fantasía" (Zecchetto, 2006: 66).

4. En suma, un signo es una entidad, una forma física, por


la cual se hace perceptible a los sentidos; debe referirse a
algo diferente de sí mismo; alguien debe reconocerlo como
signo (Zecchetto, 2006: 67).

3. El signo lingüístico

Ferdinand de Sau ssure nació en Ginebra en 1857 y murió


en 1913. Como mencionamos al comienzo, unos anos después de
su muerte -en 1916- un grupo de alumnos publicó el Curso de
Lingüística General, tomando como base las clases que el lingüista
había dictado en la Universidad de Ginebra entre 1906 y 1910.
Saussure es considerado el fundador de la lingüística moderna
y también fue quien sentó las bases de una ciencia, a la que llamó
Semiología, encargada dei estudio de los signos en el seno de la vida
social y de la cual aquella solo era una parte.

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SEMIDLD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS MEO I ATIZAC IONES

Tal ciencia sería parte de la p sicología social, y por


con siguien te de la psi colo gía general. N os otro s la
llamaremos semiología (del griego semeion 'signo'). Ella
nos ensefiará en qué consisten los signos y cuáles son las
leyes que los gobiernan. Puesto que todavía no existe, no
se puede decir qué es lo que ella será; pero tiene derecho a
la existencia, y su lugar está determinado de antemano. La
lingüística no es más que una parte de esta ciencia general.
Las leyes que la semiología descubra serán aplicables a la
lingüística, y así es como la lingüística se encontrará ligada
a un dominio bien definido en el conjunto de los hechos
humanos (Saussure, 1945: 43).

El primer problema con el que se encontró Saussure al estu-


diar el lenguaje fue el de su extraordinaria complejidad. El lenguaje
pertenece al domínio social e individual e incluye elementos físicos
(sonido), fisiológicos (el aparato vocal o fonológico) y psicológicos.
Para poder conformar un objeto de estudio más homogéneo, dife-
renció dos entidades: lengua y habla.
El habla fue definida como el uso de la lengua y, por ser cam-
biante e individual, quedó fuera del objeto de estudio de la lingüística.
La lengua, que sí fue el objeto de estudio de Saussure, es la
parte social del lenguaje, el conjunto de convenciones necesarias
para comunicarse, es decir el código. Es un sistema compartido por
toda la comunidad, por lo tanto, es social.

Tomado en su totalidad, el lenguaje es multiforme y


heteróclito; a caballo en diferentes domínios, a la vez
físico, fisiológico y psíquico, pertenece además al dominio
individual y al social; no se deja clasificar en ninguna de
las categorías de fenómenos humanos, porque no se sabe
cómo desembrollar su unidad. La lengua por el contrario
es algo enterizo y un principio de clasificación (Saussure,
1945: 9-10).

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MA R IA PAULA GAG O

Saussure buscó establecer un objeto de estudio homogéneo


para fundar la lingüística como ciencia positiva y establecer la
metodología pertinente: adoptó una perspectiva3 que le permitió
esbozar una definición de signo inmanente al funcionamiento de la
lengua como sistema y establecer los conceptos como diferenciales
y relacionales.

3.1. Un signo con dos caras

La lengua es un sistema, cuyas unidades mínimas soo los signos


lingüísticos. Para Saussure, el signo es una entidad psíquica conforma-
da por dos términos: una imagen acústica a la que denominó signifi-
cante y un concepto al que llamó significado. Significante y significado
soo las dos caras de una misma moneda y conforman un signo.

Gráfico 1

lmagen acústica

Fuente: elaboración propia en base a Saussure (1945).

Estos dos elementos están íntimamente unido s y se


reclaman recíprocamente. Ya sea que busquemos el sentido

3. Se denomina estructuralismo a la adopción de la lingüística como modelo de


estudio en el campo de las ciencias sociales, siguiendo el desarrollo que Saussure
había hecho para la semiología. Hacia 1960 autores como Levi-Strauss, Balandier,
Barthes, Grei mas y Derrida lo extend ieron a la antropología, la historia, etcétera. Esta
perspectiva, en tan to método de análisis, permite "introducir un orden explicativo
en un conjunto o serie de fenómenos aparentemen te desconectados en t re sí. Su
objeto de estudio es, por consiguiente, el anális is de las relaciones que surgen entre
sus elementos" (Zecchetto, 2006: 15).

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S EM ID LD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS ME OIATIZ AC ION ES

de la palabra latina arbor o la palabra con que el latín


designa el concepto de 'árbol', es evidente que

Gráfico 2

árbol

arbor arbor

Fuen te: elaboración propia en base a Saussure ( 1945).

las vinculaciones consagradas por la lengua son las únicas


que nos aparecen conformes con la realidad, y descartamos
cualquier otra que se pudiera imaginar. Esta definición
plantea una importante cuestión de terminología. Llamamos
signo a la combinación delconcepto y de la imagen acústica:
pero en el uso corriente este término designa generalmente
la imagen acústica sola, por ejemplo, una palabra (arbor,
etcétera). Se olvida que si llamamos signo a arbor no es más
que gracias a que conlleva el concepto "árbol", de tal manera
que la idea de la parte sensorial implica la del conjunto
(Saussure, 1945: 92-3).

3.2. Los dos p rincipias d el signo: la arbitrariedad y el carácter lin eal d el


significante

El signo posee dos características primordiales: la arbitrariedad


y el carácter lineal dei significante.
Respecto del primer principio, Saussure destaca que la rela-
ción entre significado y significante es arbitraria. Esto quiere decir
que no hay ninguna necesidad de que el significante, por ejemplo,
c-a-s-a esté asociado a la idea de casa, podría haber sido cualq uier
otra cadena de sonidos y, por ejemplo, en otros idiomas la relación

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MAR IA PA ULA GAGO

se da con otras cadenas de sonidos. "Sirvan de prueba las diferen-


cias entre las lenguas y la existencia misma de lenguas diferentes: el
significado 'buey' tiene por significante bw éi a un lado de la fron tera
franco-espafiola y bof (boeuf) al otro, y al otro lado de la frontera
francogermana es oks (Ochs)" (Saussure, 1945: 93).
Que el signo lingüístico sea arbitrario implica que la relación
entre significadoysignificante es inmotivada puesto que nada obliga
a que el significante 1-u-n-a se asocie a la idea o concepto de luna y a
la vez dicha relación es necesaria puesto que Saussure llama signo
a la combinación del concepto o significado y de la imagen acústica
o significante: ninguno de estos dos planos por separado formarían
un signo, es justamente la unión entre significado y significante lo
que lo constituye.
Por otra parte, Saussure explica que lo que llama símbolo tiene
por carácter no ser nunca completamente arbitrario porque "hay un
rudimento de vínculo natural entre el significante y el significado"
(Saussure, 1974: 94 ). A diferencia de lo que ocurre con el signo
lingüístico, la relación entre simbolizante y simbolizado es no nece-
saria puesto que uno y otro pueden convivir independientemente y
es motivada porque hay un motivo o lazo natural que fundamenta
ese vínculo. Por ejemplo, en Australia la sefíal de seguridad vial que
está conformada por el dibujo de un canguro, significa "animales
sueltos" y alerta al conductor sobre la posibilidad de la presencia de
un marsupial en medio de la ruta, hecho que resulta peligroso para
la vida de quienes viajan por allí.
En este sentido, si tomamos en cuenta la diferencia establecida
por Saussure entre las características dei signo lingüístico y de lo
que llama símbolo, podríamos decir que la sefial de tránsito a la que
nos referíamos no es completamente arbitraria porque el significado
("animales sueltos") y el significante (imagen del canguro) no solo se
basa en la con vención sino también en la motivación: la sefial incluye
la imagen de un canguro porque en Australia es más probable cruzarse
con un marsupial que con un caballo o una vaca.4 Asu vez, la relación

4. Por ejemplo, en la Argentina la sefial de seguridad vial que significa "animales


s ue ltos" es la imagen de una vaca y no de un canguro.

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SEMIDLD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS MEO I ATIZAC IONES

entre la sefial y el canguro es no necesaria porque la idea de "animales


sueltos" existe independientemente de la idea de "canguro".
Por último, Saussure sefiala posibles objeciones que se podrían
hacer a este primer principio que denominó arbitrariedad.
El primero de ellos se refiere a las onomatopeyas5 y a probables
argumentos que sefíalen una cierta relación natural entre el signifi-
cado y el significante. El lingüista refuta esto sefíalando que si bien:

Se podría uno apoyar en las onomatopeyas para decir que


la elección dei significante no siempre es arbitraria. Pero
las onomatopeyas nunca son elementos orgánicos de un
sistema lingüístico. Su número es, por lo demás, mucho
menor de lo que se cree. Palabras francesas como fouet
'látigo' o glas 'doblar de campanas' pueden impresionar a
ciertos oídos por una sonoridad sugestiva; pero para ver
que no tienen tal carácter desde su origen, basta recordar
sus formas latinas (fouet deriva de fãgus 'haya', glas es
classicum ); la cualidad de sus sonidos actuales, o, mejor, la
que seles atribuye, es un resultado fortuito de la evolución
fonética. En cuanto a las onomatopeyas auténticas (las dei
tipo glu -glu, tic-tac, etcétera), no solamente son escasas,
sino que su elección ya es arbitraria en cierta medida,
porque no son más que la imitación aproximada y ya
medio convencional de ciertos ruídos (cfr. francés ouaoua
y alemán wauwau, espafiol guau guau). Además, una vez
introducidas en la lengua, quedan más o menos engranadas
en la evolución fonética, morfológica, etcétera, que sufren
las otras palabra s (cfr. pigeon, del latín vulgar pipiõ,
derivado de una onomatopeya): prueba evidente de que
ha perdido algo de su carácter primero para adquirir el del
signo lingüístico en general, que es inmotivado (Saussure,
1945: 94-5).

5. Las onomatopeyas son expresion es que imitan el son ido d e aquello que designan.
Por ejemplo, quiquiriquí, en el idioma castellano, es una onomatopeya que imita
el canto de un gallo.

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MA R IA PAULA GAG O

En segundo lugar, se ocupa de las exclamaciones, 6 las cu ales


dan lugar a observaciones análogas puesto que:

Se tiene la tentación de ver en ellas expresiones espontâneas


de la realidad, dictadas como por la naturaleza. Pero para
la mayor parte de ellas se puede negar que haya un vínculo
necesario entre el significado y el significante. Basta con
comparar dos lenguas en este terreno para ver cuánto
varían estas expresiones de idioma a idioma (por ejemplo,
al francês ai'e!, espafíol jay !, corresponde el alemán au!). Y
ya se sabe que muchas exclamaciones comenzaron por ser
palabras consentido determinado (cfr. fr. diable!, mordieu!
= mort Dieu, etcétera) (Saussure, 1945: 95).

En suma, Saussure expone sus argumentos para justificar que


el origen simbólico de las onomatopeyas y las exclamaciones resulta
en parte dudoso.
Por otra parte, con relación al segundo principio -carácter
lineal del significante- sefiala que por ser de naturaleza auditiva se
desenvuelve en el tiempo "y tiene los caracteres que toma del tiempo:
a) representa una extensión, y b) esa extensión es m ensurable en
una sola dimensión; es una línea" (Saussure, 1945: 94).
De acuerdo con el autor, este principio es fundamental y sus
consecuencias son innumerables. Por eso reviste la misma importan-
cia que el primer principio ya que todo el mecanismo de la lengua de-
pende de la linealidad del significante, como veremos a continuación.
Saussure afirma que los signos contraen dos tipos de relaciones
que llama sintagmáticas y asociativas.
En primer lugar, dentro del discurso, los elementos se ordenan
linealmente. Esta cadena lineal de elementos que se apoyan en la
extensión Saussure los llama sintagmas. "EI sintagma se compone
siempre, pues, de dos o más unidades consecutivas (por ejemplo:

6. De acuerdo con la Real Academia Espafíola, la exclamación es una voz en la cual


se refleja una emoción, sea de alegría, de pena, asombro o cualquier otro afecto.

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re-leer; contra todos; la vida humana; Dios es bueno; si hace buen


tiempo, saldremos, etcétera)" (Saussure, 1974: 147).
Asimismo, colocado en un sintagma, un término solo adquiere
su valor en relación con el anterior o el siguiente. De este modo, por
ejemplo, el verbo "tomar" no tiene el mismo valor en los siguientes
sintagmas: ''tomar la cartera, "tomar sol" o "tomar mate".
Ah ora bien, fuera del discurso las palabras que ofrecen algo
en común se asocian en la memoria y forman grupos. Por ejem-
plo, la palabra montafia hará surgir otras palabras como cabana,
campana por la rima , pero también sierra, cordillera, porque son
todos accidentes geográficos. Saussure las denomina relaciones
asociativas .

a. El valor lin g ü ístico

Para Saussure, la lengua es un sistema de valores puros. Desde


el punto de vista psicológico, sostiene, nuestro pen samiento no es
más que una masa amorfa donde nada está circunscripto y delimitado
puesto que "no hay ideas preestablecidas, y nada es distinto ante de
la aparición de la lengua" (Saussure, 1945: 136). Por eso, la materia
fónica es una suerte de materia plástica que se divide en distintas
partes para suministrar al pensamiento los significantes que necesita.
En con secuencia:

El pen samiento, caótico por naturaleza , se ve forzado a


precisarse aldescomponerse. No hay, pues, nimaterialización
de los pensamientos, ni espiritualización de los sonidos,
sino que se trata de ese hecho en cierta manera misterioso:
que el "pen samiento-sonido" implica divisiones y que la
lengua elabora sus unidades al constituirse entre dos masas
amorfas ( ...) Se podrá llamar a la len gua el domínio de las
articulaciones ( .. J cada término lingüístico es un miembro,
un a rticulus donde se fija una idea en un sonido y donde un
sonido se hace el signo de una idea (Sauss ure, 1945: 137).

En este sentido, Saussure asegura que en la lengua no se podría


aislar el pen samiento del sonido ni el sonido del pen samiento, a tal

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MAR IA PA ULA GAGO

división se llegaría por una abstracción y la con secuencia sería hacer


p sicología o fonología pura. De aquí que la lingüística trabaja en un
terreno donde los elementos de dos órdenes (pensamiento/ sonido;
imagen acústica/ concepto) se combinan para producir forma y no
sustancia .

Estas miras hacen comprender mejor ( .. ) lo arbitrario


del signo. No solamente son confusos y amorfos los dos
dominios enlazados por el hecho lingüístico, sino que la
elección que se decide por tal porción acústica para tal
idea es perfectamente arbitraria. Si no fuera éste el caso,
la noción de valor perdería algo de su carácter, ya que
contendría un elemento impuesto desde fuera . Pero de
hecho los valores siguen siendo enteramente relativos, y
por eso el lazo entre la idea y el sonido es radicalmente
arbitrario. A su vez lo arbitrario dei signo nos hace
comprender mejor por qué el hecho social es el único
que puede crear un sistema lingüístico. La colectividad es
necesaria para establecer valores cuya única razón de ser
está en el uso y en el con sen so generales ; el individuo por sí
solo es incapaz de fijar ninguno. Además, la idea de valor,
así determinada, nos muestra cuan ilusorio es considerar
un término sencillamente como la unión de cierto sonido
con cierto concepto (Saussure, 1945: 137).

Para desarrollar su tesis sobre el valor lingüístico tomará en


cuenta el punto de vista del significado o concepto como así también
el dei significante y el signo en total.
Concebir a la lengua como un sistema de valores implica reco-
nocer que el valor de un signo, dentro del sistema de la lengua, no
resulta más que de la presencia de los otros términos.
Desde el punto de vista dei significado, el valor de una palabra7
resulta porque es lo que los otros no son. Se definen negativamente

7. Es importante aclarar que para Saussure la palabra no "cubre" exactamente la


definición de unidad lingüística, pero ellas dan una idea aproximada de aquella noción

24
SEMIDLD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS ME OI ATIZAC IONE S

por sus relaciones con los otros términos del sistema. Por ejemplo,fish
en inglés tiene la misma significación que pez en espafíol. Sin embar-
go, en el castellano utilizamos "pez" para referirnos a un vertebrado
acuático y ''pescado" para referirnos a un plato de comida, mientras
que en inglês se utiliza indistintamentefish para ambos casos.
Desde el punto de vista material, lo que importa de la palabra
no es el sonido en sí mismo sino lo que permite diferenciar a esa
palabra de las demás. En con secuencia, los fonemas o palabras son
entidades opositivas, relativas y negativas, que adquieren un valor
por ser lo que los otros no son.
Saussure, para explicar el valor desde el punto de vista mate-
rial, recurre a otro sistema de signos, la escritura. Esto le permite
aclarar que:

1º Los signos de la escritura son arbitrarios; ninguna


conexión , por ejemplo, hay entre la letra t y el sonido que
designa.

2° El valor de las letras es puramente negativo y diferencial;


así una misma persona puede escribir la t con variantes
tales como

Gráfico 3

Fuente: Saussure (1945).

Lo único esencial es que ese signo no se confunda en su


escritura con el de la l, de la d, etcétera.

y tienen la ventaja de ser concretas. Por eso, las tomará como muestras equivalentes
de los térm inos r eales de un sistema sincrónico, y los princípios obtenidos a propósito
de las p alabras los con sidera válidos y extensibles p ara las entidad es en general.

25
MAR IA PA ULA GAGO

3º Los valores de la escritura no funcionan más que por


su oposición recíproca en el seno de un sistema definido,
compuesto de un número determinado de letras. Este
carácter, sin ser idêntico al segundo, está ligado a él
estrechamente, porque ambos dependen del primero. Siendo
el signo gráfico arbitraria, poco importa su forma, o, mejor,
solo tieneimportancia en los limites impuestos por el sistema.

4 º El m edio de prod ucción del signo es totalmente


indiferente, porque no interesa al sistema (eso se deduce
también de la primera característica). E scribamos las
letras en blanco o en negro, en hueco o en relieve, con una
pluma o con unas tijeras, eso no tiene importancia para la
significación (Saussure, 1945: 143).

Finalmente, el lingüista sefiala que en la lengua no hay más


que diferencias. Ya se considere el significante, ya el significado,
"la lengua no comporta ni ideas ni sonidos preexistentes al sistema
lingüístico, sino solamente diferencias conceptuales y diferencias
fónicas resultantes de ese sistema" (Saussure, 1945: 143). Ahora
bien, si se toma el signo en su totalidad, nos hallamos ante una cosa
positiva en su orden:

(... ) aunque el significante y el significado, tomado cada


uno aparte, sean puramente negativos y diferenciales, su
combinación es un hecho positivo; hasta es la única especie
de hechos que comporta la lengua, puesto que lo propio
de la institución lingüística es justamente el mantener el
paralelismo entre esos dos órdenes de diferencias (Saussure,
1945: 143).

b. Sin cronía y dia cronfa

Saussure se detiene en la dualidad interna que presentan todas


las ciencias que operan con valores. De aquí que considera que deben
distinguirse dos ejes:

26
SEMIDLD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS MEO I ATIZAC IONES

1. Eje de las simultaneidades que se refiere a las relaciones


entre cosa s existentes sin in terven ción del tiem p o
(sincronía).

2. Eje de sucesiones en el que están situadas todas las cosas


del primer eje con sus cambios respectivos (diacronía).
Es sincrónico todo lo que se refiere al aspecto estático de
n uestra ciencia, y diacrónico todo lo que se relaciona con
las evoluciones. Dei mismo modo sincronía y diacronía
designarán respectivamente un estado de lengua y una fase
de evolución (Saussure, 1945: 107).

De esta manera, Saussure distingue entre una lingüística


sincrónica, y otra lingüística diacrónica y si bien ambas, una vez
deslindadas, serán objeto de su estudio, le otorga primada al estudio
de la lingüística sincrónica.

e. lnm utabilidad y m utabilidad del signo

Saussure sostiene que si bien en relación con la idea que re-


presenta el significante aparece como elegido libremente, si se toma
en cuenta en relación con la comunidad lingüística que la emplea,
no es libre, es elegido. Para demostrar cómo el signo lingüístico
está por fuera de nuestra voluntad explica que la lengua siempre se
nos aparece como una herencia de una época precedente, de aquí
que la cuestión del origen del lenguaje ni siquiera se plan tea. Ah ora
bien , se pregunta por qué el factor histórico de la transmisión de la
lengua la domina de manera tal de excluir todo cambio lingüístico
general y súbito.
Para responder a esta cuestión explicita los factores que ex-
plican por q ué el signo es inm utable, es decir, por q ué resiste toda
sustitución arbitraria:

1. El carácter arbitrario del signo al que nos referimos en


páginas precedentes .

27
MA R IA PAULA GAG O

2. La m ultitud de signos necesarios para constituir cualquier


lengua: esto tiene repercusiones considerables puesto que la
lengua, al contener innumerables signos lingüísticos, estos
no pueden reemplazarse por otros elementos como puede
suceder con la escritura, que posee un número limitado de
elementos.

3. El carácter demasiado complejo del sistema: al ser la


lengua un sistema complejo no se puede concebir cambios ni
modificaciones más que con la intervención de especialistas
en la materia.

4. La resistencia de la inercia colectiva a toda innovación


lin güística: la lengua e s una cosa de la que todos los
indivíduos se sirven a lo largo del día entero. En este punto
no se puede establecer nin guna comparación entre ella y las
otras in stituciones.

Las prescripciones de un código, los ritos de una religión,


las sefíales marítimas, etcétera, nunca ocupan más que
cierto número de indivíduos a la vez y durante un tiempo
limitado; de la lengua, por el contrario, cada cual participa
en todo tiempo, y por eso la lengua sufre sin cesar la
influencia de todos. Este hecho capital basta para mostrar
la imposibilidad de una revolución. La lengua es, de todas
las instituciones sociales, la que menos presa ofrece a las
iniciativas. La lengua forma cuerpo con la vida de la masa
social, y la masa, siendo naturalmente inerte, aparece ante
todo como un factor de conservación. Sin embargo, no basta
con decir que la lengua es un producto de fuerzas sociales
para que se vea claramente que no es libre; acordándonos
de que siempre es herencia de una época precedente, hay
que afíadir que esas fuerzas sociales actúan en función del
tiempo (Saussure, 1945: 98 -99).

28
S EM ID LD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS ME OIATIZ AC ION ES

De lo dicho se desprende que, si bien la lengua tiene carácter


de fijeza, "no es solo porque esté ligada a la gravitación de la colecti-
vidad" (Saussure, 1974: 100), sino también porque está situada en el
tiempo. Estos dos hechos son inseparables: si bien la herencia pre-
cedente condiciona nuestra libertad de elegir, Saussure indica que,
por ejemplo, decimos hom bre y perro porque antes que nosotros se
ha dicho hombre y perro . Sin embargo, eso no impide el nexo entre
dos factore s antinómicos : la con vención arbitraria, en virtud de la
cual es libre la elección , y el tiem po, gracias al cual la elección se halla
ya fijada. "Precisamente porque el signo es arbitraria no conoce otra
ley que la de la tradición, y precisamente por fundarse en la tradición
puede ser arbitrario" (Saussure, 1945: 100).
Ahora bien, el tiempo-que asegura la continuidad de la lengua,
y por ende su inmutabilidad- tiene otro efecto, en apariencia con-
tradictorio con el primero: "el de alterar más o menos rápidamente
los signos lingüísticos, de modo que, en cierto sentido, se puede
hablar a la vez de la inmutabilidad y de la mutabilidad del signo"
(Saussure, 1945: 100).
De acuerdo con Saussure la alteración de la lengua en el tiem-
po adquiere diversas formas. Por eso le interesa, en primer lugar,
detenerse en la cuestión de la alteración. El lingüista sefiala que esa
palabra podría dar lugar a que se crea que se trata de cambios foné-
ticos sufridos por el significante, o de cambias de sentido que ata:fíen
al aspecto conceptual del signo, y eso resulta insuficiente porque,
sean cuales fu eren los factores de alteración , siempre conducen a un
desplazamiento de la relación entre el significado y el significante.
A modo de ejemplo:

( ...) el latín necãre "matar" se ha hecho en francés noyer


"ahogar" y en e spaõol an eg ar. Han cambiado tanto
la imagen acústica como el con cepto; pero es inútil
distinguir las dos partes del fenómeno; basta con con signar
globalmente que el vínculo entre la idea y el signo se ha
relajado y que ha habido un desplazamiento en su relación
(Saussure, 1945 : 101).

29
MA R IA PAULA GAG O

A guisa de comentario final podemos sostener que, de acuerdo


con el desarrollo presentado por Saussure, para que la lengua se
altere se requieren dos factores: el tiempo y la masa hablante. Si se
considera a la lengua en el tiem po, sin la masa hablante, probable-
men te no se advierta alteración. A la inversa, si se toma a la masa
hablante sin considerar el tiempo, no se puede ver el efecto de las
fuerzas sociales que operan sobre la lengua. Por eso, sentencia:

Ya ahora la lengua no es libre, porque el tiempo permitirá


a las fuerzas sociales que actúan en ella desarrollar sus
efectos, y se llega al principio de continuidad que anula a
la libertad. Pero la continuidad implica necesariamente la
alteración, el desplazamiento más o menos considerable de
las relaciones (Saussure, 1945: 104).

3.3. El signo semiológico

Roland Barthes (1915-1980) es considerado el fundador de la


semiología y fue uno de los intelectuales que utilizó las categorías
saussureanas para el análisis de otros signos no lingüísticos. Llamó
a estos últimos signos semiológicos y dentro de ese conjunto identi-
ficó la función-signo, sobre la que nos explayaremos a continuación.
Barthes toma los conceptos de forma y sustancia desarro-
llados por el lingüista Louis Hjelmslev8 porque considera que son
distinciones importantes para el estudio dei signo semiológico. El
signo, según lo define Saussure, está compuesto por un significado
y un significante. Ahora bien, el plano de los significantes Barthes
lo llamará plano de la expresión y al plano de los significados, plano
dei contenido. A su vez, siguiendo a Hjelmslev, todo plano implica
dos strata: la forma y la sustancia.

8. Louis Hjelmslev (1899-1965) fue un lingüista danés perteneciente al Círculo de


Copenhague. Fue pionero de la lingüística estructural y referente de la glosemática,
enfocada en el análisis formal y estructural de los fenómenos gramaticales.

30
S EM ID LD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS ME OIATIZ AC ION ES

La forma es aquello que puede describirse exhaustiva,


simple y coherentemente ( .. J por la lingüística, sin recurrir
a premisa alguna extralingüística. Dado que estos dos strata
vuelven a encontrarse en el plano de la expresión y en el
plano dei contenido, se tendrá, pues: 1) una sustancia de la
expresión: por ejemplo, la sustancia fónica( .. J 2) una forma
de la expresión, constituida por las regias paradigmáticas
y sintácticas ( . . ) 3) una sustancia dei contenido: son , por
ejemplo, los aspectos emotivos, ideológicos o simplemente
nocionales del significado( ... ) 4) una forma del contenido:
es la organización formal de los significados por ausencia o
presencia de marca semântica (Barthes, 1971: 42-43).

Realizada esta aclaración conceptual, Barthes en tiende que los


signos semiológicos al igual que los signos lingüísticos están com-
puestos por un significado y un significante, pero la principal diferen-
cia radica en que se separa de él a nivel de sus sustancias puesto que
"muchos sistemas semiológicos (objetos, gestos, imágenes) tienen
una sustancia de la expresión cuyo ser no está en la significación"
(Barthes, 1971: 42-43 ). Se trata de la función -signo 9 cuya sustancia
de la expresión está con stituida por objetos de uso separados de
la sociedad o fines de la significación. Por ejemplo, una cartera de
determinada marca (significante) significa un determinado estatus
social (significado). Algo similar puede ocurrir con la comida: si bien
esta satisface una necesidad biológica -el hambre- también sirve
para significar (independientemente de sus valores nutricionales
no significa lo mismo un plato de guiso que una porción de sushi).

La función- signo da testimonio de un doble movimiento


que hay que analizar. En un primer momento( .. ) la función
se prefia de sentido; esa semantización es fatal: por el solo
hecho de que existe sociedad, cualquier uso se con vierte en
signo de este uso ( .. J Pero una vez constituido el signo, la

9. Barthes !lama fun ción-signo a los sign os semiológicos de origen utilitario y fu ncional.

31
MA R IA PAULA GAG O

sociedad puede perfectamente refuncionalizarlo, hablar de


él como un objeto de uso: se hablará de un vestido de piel
como si sirviera únicamente para proteger del frío (Barthes,
1971: 44).

Esta funcionalización habitual para existir necesita de aquello


que Barthes llama "segundo lenguaje" y que no se identifica en ab-
soluto con la primera funcionalización.
Llegados a este punto, entonces, es necesario detenernos en
los conceptos de denotación y connotación.

3.3.1. Denota ción y connot ación

Para Barthes todo sistema de significación comporta un plano


de la expresión que se relaciona con un plano del contenido (E-R-C).
Ahora bien, cuando nos encontramos con dos sistemas de signifi-
cación que se in sertan uno en el otro pero que a la vez y al mismo
tiempo están desligados, ese "desligamiento" de los sistemas puede
realizarse de dos formas completamente diversas, según el punto
de in serción del primer sistema en el segundo, dando lugar a dos
conjuntos opuestos (Barthes, 1971).
En consecuencia, hablaremos de connotación o sistema segun-
do de significación cuando el primer sistema se convierte en plano
de la expresión o significante del segundo sistema.

Gráfico 4

2 E R e
1 ERC

F uente : Barthes (1971) .

Elprimer sistema con stituye elplano de denotación y el segun-


do sistema exten sivo al primero el plano de la connotación. Los casos
más frecuente s de connotación serán los con stituidos por sistemas

32
S EM ID LD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS ME OIATIZ AC ION ES

complejos en los que el lenguaje articulado forma el primer sistema


(Barthes indica que eso ocurre en la literatura).
En elcaso opuesto de desligamiento, elprimer sistema se con-
vierte no ya en plano de expresión como ocurre en la connotación ,
sino en plano de contenido o significado del segundo sistema.

Gráfico 5

2 E R
~
e
1 ERC

Fuente: Barthes (1971).

Este es el caso de los metalenguajes a los que Barthes define,


retomando a Hjelmslev, como una operación esto es, una descripción
basada en el principio empírico, coherente, exhaustiva y simple. Y
aclara que:

Es evidente que la semiología, por ejemplo, es un


metalenguaje, ya que se ocupa a título de sistema segundo,
de un lenguaje primario (o lenguaje-objeto) , que es el
sistema estudiado; y este sistema-objeto es significado
a través del metalenguaje semiológico. La noción de
metalenguaje no es aplicable a los lenguajes científicos;
cuando el lenguaje articulado, a su nível denotado, se
ocupa de un sistema de objetos significantes, se constituye
como operación, es decir, como metalenguaje (Barthes,
1971: 93).

Ese es, por ejemplo, el caso de la moda que, como aclara el


autor, aunque no ofrece un discurso puramente denotado, utiliza el
lenguaje articulado para hablar sobre las significaciones del vestido.
Barthes indica que nos encontramos con un conjunto complejo
en el que el lenguaje a su nivel denotado es metalenguaje, pero en el

33
MA R IA PAULA GAG O

cual "este metalenguaje penetra a su vez en un proceso de connota-


ción" (Barthes, 1971: 94).

Gráfico 6

3. Connotación Ste: retórica Sdo: idelogía 1

2. Denotación:
Ste Sdo
Metaleguaje
1. Sistema real Ste Sdo

Fuente : Barthes (1971).

En suma: la denotación se refiere a lo que el leguaje expresa


o significa objetivamente mientras que la connotación concierne a
los sistemas segundos de significación que, además de su significado
propio o específico, sugieren o evocan otro tipo expresivo o apela-
tivo. Podría decirse, de acuerdo con Barthes (1971), que la sociedad
es detentora dei plano de la connotación y por lo tanto habla los
significantes del sistema considerado, mientras que el semiólogo
habla sus significados.

Este parece, por lo tanto, poseer una función objetiva de


desciframientos (su lenguaje es una operación) coo respecto
a la actitud común , la cual consiste en naturalizar u ocultar
los significados del primer sistema bajo los significantes del
segundo (Barthes, 1971: 94-95).

3.3.2. La connotación y la d enotación en la publicidad

En lo que sigue ilustraremos el funcionamiento de la conno-


tación y la denotación en el discurso publicitario.
Advertimos que Barthes propone una metodología para ana-
lizar al men saje publicitario en sí mismo, a diferencia de Verón que
- como veremos en el Capítulo III- nos permite estudiar el desfa saje

34
SEMIDLD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS MEO I ATIZAC IONES

entre las in stancias de producción y reconocimiento del discurso


publicitario.
En primer lugar, en E/ m ensaje publicita rio , Roland Barthes
(1993) sostiene que la publicidad es un mensaje: hay un emisor
(que es el que publicita algo), un receptor (público al que se dirige
el mensaje publicitario) y un canal o soporte publicitario.
Para el autor todo mensaje (sea publicitario o no) comporta
dos planos: un plano de la expresión o significante y un plano del
contenido o significado.
En el caso de la frase escrita publicitaria, esta contiene dos
mensajes: un mensaje literal y un mensaje simbólico. A su vez, cada
uno de ellos, se subdivide en un plano del contenido o significado
y un plano de la expresión o significante. Gráficamente se vería así,

Gráfico 7

~ Significado
Mensaje literal
/ ~ Significante
Discurso publicitario
(escrito) ~ ~ Significado
Mensaje simbólico~
Significante

Fuente: elaboración propia en base a Barthes (1971).

En un orden de análisis arbitrario, Barthes (1993) sostiene


que el primer mensaje está constituído por la frase aprehendida en
su literalidad . Ante una frase del tipo "Casancrem hace más livianas
tus comidas", entenderíamos que si usamos ese queso en nuestras
comidas efectivamente "pesarán" menos. "Dicho brevemente, hay
aquí en este primer nivel un conjunto suficiente de significantes, y ese
conjunto remite a un cuerpo, no menos suficiente, de significados"

35
MAR IA PA ULA GAGO

(Barthes, 1993: 240). Por la referencia a lo real que todo mensaje se


supone remitir, este primer mensaje es denotativo.
El segundo men saje, el simbólico, no tiene el carácter analítico
del primero, es un mensaje global. Yesa globalidad se debe a la sin-
gularidad de su significado, que en la publicidad es único y siempre
el mismo: la excelencia del producto. Este segundo mensaje connota
al primero y el finde la publicidad se logra cuando se percibe este
segundo significado. En cuanto al significante de este segundo men-
saje, Barthes (1993) indica que son los rasgos de estilo, provenientes
de la retórica, pero como esos rasgos forman parte de la frase literal,
que ha sido aislada del mensaje total, "se sigue que el significante del
segundo mensaje está formado por el primer mensaje en su integri-
dad, y por ello se dice que el segundo men saje connota al primero".

Gráfico 8

Significado: Si se utiliza
Casancrem en las
comidas el plato pesará
/
Mensaje literal menos.
~ ---._ Significante: sustancia
Discurso publicitaria fónica o gráfica "Casan-
(escrito): crem hace más livianas
"Casancrem hace más tus comidas."
livianas tus comidas."

~ ~ Significado: Excelencia
Mensaje simbólico dei producto.

~ Significante: primer
mensaje (mensaje
literal).

Fuente: elaboración propia en base a Barthes (1971).

Esta separación entre men saje literal y mensaje simbólico, solo


se logra en un plano analítico puesto que cuando recepcionamos

36
S EM ID LD GiA , DE LOS S I GN OS A LA S ME OI ATIZ AC ION ES

una publicidad lo que aprehendemos es la connotación o mensaje


simbólico.

Este fenómeno de "desligamien to" ["decrochage"] o de


"connotación" tiene gran importancia, mucho más allá
del hecho publicitario mismo: parece, en efecto, estar
ligado estrechamente a la comunicación de masas ( ...)
cuando leemos nuestro diario, cuando vamos al cine,
cuando miramos la televisión y escuchamos radio, cuando
recorrem os con una mirada el en vase del prod ucto
que compramos, es casi seguro que no recibiremos ni
percibiremos jamás otra cosa que mensajes connotados
(Barthes, 1993: 242).

Ahora bien , lqué ocurre cuando se percibe el doble men saje


denotado-connotado? Barthes sostiene que en el caso de la publici-
dad no es preciso creer que el segundo mensaje está "oculto" bajo el
primero porque, como dijimos anteriormente, lo que se percibe de
manera inmediata es el carácter publicitario dei mensaje esto es, su
segundo significado (Casancrem es un producto de excelencia porque
hace más sabrosas a las comidas y, a la vez, fácilmente "digestibles").
De aquí que el autor sostenga que en la publicidades el men-
saje denotado el que hay que explicar porque, al ser el significante
del significado publicitaria, es el que detenta la responsabilidad de
la publicidad : "si es 'bueno', la publicidad enriquece; si es 'maio', la
publicidad degrada" (Barthes, 1993: 242).Con "bueno" o "maio", el
autor se refiere al mensaje publicitaria que condensa en sí mismo la
retórica más rica y alcanza con precisión los "grandes temas oníricos
de la humanidad, operando así una gran liberación de las imágenes
o (mediante las imágenes)" (Barthes, 1993: 242).
Siguiendo el razonamiento de Barthes, cuanto más doble y
múltiple sea una publicidad mejor cumple su función de men saje
connotado. En una sociedad, en la cual hay un culto al cuerpo, desde
el punto de vista estético, cuyo estereotipo a alcanzar es la delgadez,
producto del "sacrificio" -gimnasia, tratamientos estéticos, opera-
ciones, comer poco, etcétera- un queso crema que haga más livianas

37
MA R IA PAULA GAG O

las comidas logra unir, en un mismo enunciado, la representación


literal del poco peso, de lo liviano y el placer de comer sabroso. El
autor sostiene que la excelencia del mensaje publicitario también
depende del poder de relacionar a su lector con la

( .. ) mayor can tidad del mundo posible: el mundo, es decir,


experiencia de imágenes muy an tiguas, oscuras y profundas
sensaciones del cuerpo, nombradas poéticamente durante
generaciones, sabiduría de las relaciones del hombre y
la naturaliza, ascenso paciente de la humanidad hacia
una inteligencia de las cosas mediante el único poder
incuestionablemente humano: el lenguaje (Barthes, 193:
243).

De acuerdo con Barthes (1993), a partir del análisis semántico


del lenguaje publicitaria, se puede comprender que lo que justifica a
un lenguaje no es su verdad sino por el contrario su duplicidad. En
este sentido, sefiala que la duplicidad técnica del mensaje publici-
tario no es incompatible con la franqueza del lenguaje, porque esta
franqueza no depende del contenido de "las aseveraciones, sino del
carácter declarado de los sistemas semánticos implicados en elmen-
saje" (Barthes, 1993: 243): en el caso de la publicidad, esta deja ver
su duplicidad con franqueza, 10 porque siempre busca vender y lo hace
a partir de exaltar la grandiosidad del producto. Dicha motivación
comercial está duplicada por una representación mucho más amplia
que pone ai lector en conexión con los grandes temas humanos, esos
mismos que, parafraseando a Barthes, han asimilado el placer a lo
prohibido, o la belleza a la delgadez, y al sacrificio.

10. Por ser "franca", la publicidad constituye una connotación particular. Por
consiguiente, Barthes (1993) sefíala que no se puede tomar partida por referencia
a ella, sobre cualquier otra connotación.

38
S EM ID LD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS ME OIATIZ AC ION ES

4. El pensamiento ternario de la significación: la semiótica


peirciana

Como mencionamos al comienzo del capítulo, al mismo tiem po


-y sin conocer- que Saussure desarrollaba su teoría del signo, en los
Estados Unidos, Charles San ders Peirce (18 39-1914 ) 11 trabajaba en
una ciencia de los signos que llamó semiótica y a la cual considera-
ba equiparable a la lógica, tal como lo habían hecho Aristóteles, los
estoicos, los epicúreos y los escépticos (Zecchetto, 2006).
La pregunta de partida de Peirce ya no se cierne sobre el len-
guaje sino sobre el modo en el que el ser humano conoce lo real, por
eso la semiótica debía constituir el marco de referencia para cualquier
in vestigación que quisiera indagar en la relación que aquel establece
con el mundo.
Como primera aproximación a la problemática sobre la que se
ocupa Peirce, podríamos decir que el sujeto conoce lo real a través
de la semiosis infinita, instrumento de conocimiento de la realidad
que implica un proceso triádico de inferencia por media del cual a un
signo o representamen sele atribuye un objeto, a partir de otro signo
llamado interpretante. Sobre ello nos explayaremos a continuación.

4.1. El signo y las categorías peircianas

En primer lugar, para Peirce un signo es algo que está para


alguien en lugar de otra cosa, su objeto, en algún aspecto o carácter.
En este sentido, el signo es, antes que una entidad, una relación
entre tres términos: signo o representamen, objeto e interpretante.
Para entender esta definición debe tenerse en cuenta que para
Peirce la experiencia humana se organiza entres niveles que llama:
primeridad, segundidad, terceridad y que se corresponden en líneas
m u y generales con las cualidades, el orden de la realidad y los signos.

11. Se considera que la obra de Peirce fundó la semiótica como disciplina moderna.
Es conocido, además, por su sistema filosófico llamado pragmatismo, según el cual
ningún objeto o idea posee un a validez que !e es propia. Su trascen dencia se halla
en los efectos prácticos r esu ltantes de su utilización.

39
MA R IA PAUL A GAG O

Estas tres categorías son los tres modos en que elfanerón (o ideas)
están presentes en la mente. 12 En palabras de Peirce:

La Primeridad es el modo de ser de aquello que es como


es, positivamente y sin referencia a ninguna otra cosa. La
Segundidades el modo de ser de aquello que es como es,
con respecto a una segunda cosa, pero con independencia
de toda tercera. La Terceridad es el modo de ser de aquello
que es como es, en la medida en que pone en mutua relación
a una segunda cosa con una tercera. ( ...)Las ideas típicas
de primeridad son cualidades de sentimiento, o meras
apariencias. El color escarlata de sus libreas reales, la
cualidad misma, independientemente de que sea percibida
o recordada, es un ejemplo ( ...) El tipo de una idea de
segundidad es la experiencia dei esfuerzo, prescindida
de la idea de un propósito. Se puede decir que no hay tal
experiencia, que siempre hay un propósito a la vista en
cuanto se piensa en un esfuerzo ( .. ) En su forma genuína,
la terceridad es la relación triádica existente entre un signo,
su objeto y el pensamiento interpretante -él mismo un
signo- considerado como lo que constituye su modo de ser
un signo (Peirce, 1986: 86-92).

Para ver estas categorías en un ejemplo diremos que la rea-


lidad con la que se enfrenta el individuo es la segundidad. Si, por
ejemplo, una rama nos cayera en la cabeza este encuentro es con-
siderado una segundidad que, al hacer considerar la dureza de la
rama, nos hace advertir una cualidad de la misma (primeridad). Sin
embargo, primeridad y segundidad pueden conocerse y pensarse
una vez establecida la relación entre ellas. Ypara ello se requieren
de signos (terceridades). Estos tres niveles se encuentran en toda la
teoría de Peirce. En consecuencia, en el signo: el representam en se

12. "La Ideoscopía consiste en la descripción y clasificación de las ideas que pertenecen
a la experiencia ordinaria, o que surgen de modo natural en conexión con la vida
ordinaria, sin considerar su validez o invalidez o su psicología" (Peirce, 1986: 86).

40
S EM ID LD GiA , DE LOS S I GN OS A LA S ME OIATIZ AC ION ES

corresponde con la categoría de primeridad; el objeto con la segun-


didad y el interpretante con la terceridad.

4.1.1. El Signo o Representam en

Un signo, o representamen, es algo que, para alguien,


representa o se refiere a algo en algún aspecto o carácter. Se
dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un
signo equivalente, o, tal vez, un signo aún más desarrollado.
Este signo creado es lo que yo llamo el interpretante del
primer signo. El signo está en lugar de algo, su objeto. Está
en lugar de ese objeto, no en todos los aspectos, sino solo
con referencia a una suerte de idea, que a veces he llamado
el fundamento del representamen (Peirce, 1986: 22).

Desde la perspectiva peirciana, el signo o representamen es


una cualidad material (colores, formas, cadenas de sonidos, etcéte-
ra) que está en lugar de otra cosa, su objeto, al cual representa en
algunos de sus aspectos, nunca en su totalidad, y que es capaz de
despertar en la mente un signo equivalente o más desarrollado, el
interpretante, que aclara lo que significa el representam en y que a su
vez representa al mismo objeto. Por ejemplo, si la acera está húmeda
y el cielo nublado se puede inferir que ha llovido y probablemente
siga lloviendo. Eso ocurre porque la calle húmeda constituye un
representam en que está en lugar del objeto al que representa (la
lluvia) y se puede establecer esa relación entre el representamen y
su objeto puesto que el interpretante, entanto conocimiento previo
o anterior, establece el significado del primero. 13
De lo dicho hasta aquí se desprende que el signo resulta de una
relación entre tres términos. Se trata de una tríada genuína porque

13 . Es importante aclarar que no debe confundirse la exp eriencia que cada un o de


nosotros h ace en su vida cotidiana con la teoría (lógica) sobre esa experiencia que
propone Peirce. Dicho de otro modo, su perspectiva es ajena a todo psicologismo
porqu e la relación entre signo, objeto e in terpr etan te se produce en el sistema de
sign os y n o en el espíritu de los usuarios.

41
MARIA PA ULA GAGO

para que algo sea signo la relación semiótica implica a un represen-


tamen que debe ser reconocido como el signo de un objeto a través
de un interpretante. 14

4.1.2. El objeto

"Objeto es aquello acerca de lo cual el Signo presupone un


conocimiento para que sea posible proveer alguna información adi-
cional sobre el mismo" (Peirce, 1986: 24).
Antes de proseguir es necesario sefíalar que si bien Peirce tra-
tará los signos como si tuvieran un solo objeto, con el finde menguar
las dificultades de su trabajo, aclara que un signo, por ejemplo, una
oración, puede tener más de un objeto.

Así, la oración "Caín mató a Abel", que es un Signo, se refiere


tanto a Caín como a Abel, aun si no se considera -como se
debería- que se tiene un "matar" como tercer Objeto. Pero
puede considerarse que el conjunto de Objetos constituye
un único Objeto complejo. En lo sucesivo, y a menudo en
otros futuros textos, los Signos serán tratados como si cada
uno tuviera únicamente un solo Objeto, a fin de disminuir
las dificultades del estudio. Si un signo es distinto de su
objeto, debe existir, sea en el pensamiento o en la expresión,
alguna explicación, algún argumento, algún otro contexto,
que muestre cómo -sobre la base de qué sistema, o por
qué razones- el Signo representa al Objeto o al conjunto de

14. Peirce sostiene que como consecuencia dei hecho de estar cada representamen
relacionado con tres cosas, el fundamento, el objeto y el interpretante, la ciencia de
la semiótica tiene tres ramas. La primera es '1a gramática pura, y tiene por cometido
determinar qué es lo que debe ser cierto dei representamen usado por toda inteligencia
científica para que pueda encarnar algún significado. La segunda rama es la lógica
propiamente dicha. Es la ciencia de lo que es cuasi necesariamente verdadero de los
representámenes de cualquier inteligencia científica para que puedan ser válidos
para algún objeto, esto es, para que puedan ser ciertos ( .. .) La tercera rama, la llamaré
retórica pura ( .. .) Su cometido consiste en determinar las leyes mediante las cu ales, en
cualquier inteligencia científica, un signo da nacimiento a otro signo y, especialmente,
un pensamiento da nacimiento a otro pensamiento (Peirce, 1986: 22-23).

42
S EM ID LD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS ME OIATIZ AC ION ES

Objetos a que se refiere. Ahora bien, el Signo y la Explicación


conjuntamente constituyen otro Signo, y dado que la
explicación será un Signo, requerirá pr obablem ente una
explicación adicional, la cual tomada conjuntamente con el
Signo precedentemente ampliado, constituirá un Signo aún
más amplio; y si continuamos suficientemente este proceso,
finalmente llegaremos, o deberíamos llegar, a alcanzar en
última instancia un Signo de sí mismo, que contuviera a su
propia explicación y la de todas sus partes significantes; y,
de acuerdo con esta explicación , cada una de esas partes
tendrá a alguna otra parte como Objeto. Conforme con ello,
cada Signo tiene, real o virtualmente, lo que podemos llamar
un Precepto de explicación, según el cual el Signo debe ser
entendido como una suerte de emanación, por así decirlo,
de su Objeto (Peirce, 1986: 23-24 ).

Como mencionamos con anterioridad , para Peirce la sustitu-


ción que el signo o representamen hace del objeto no lo es en cuanto
totalidad sino respecto a una parte de su posibilidad sustitutiva, a
un tipo de idea que denomina fundam ento.

"Idea" debe entenderse aquí en cierto sentido platónico,


muy familiar en el habla cotidiana; quiero decir, en el mismo
sentido en que decimos que un hombre capta la idea de otro
hombre, en que decimos que cuando un hombre recuerda
lo que estaba pensando anteriormente, recuerda la misma
idea, y en que, cuando el hombre continúa pen sando en algo,
aun cuando sea por un décimo de segundo, en la medida
en que el pen samiento concuerda consigo mismo durante
ese lapso, o sea, continúa teniendo un contenido similar,
es "la misma idea", y no es, en cada instante del inter valo,
una idea nueva (Peirce, 1986: 22).

De la cita extraída se sigue que Peirce ai referirse a esa "idea"


que el signo toma del objeto no está en el objeto sino en el pen sa-
miento (de una persona o en cuanto propósito de un sistema teórico).

43
MARIA PA ULA GAGO

Llegados a esta instancia, se debe aclarar que para que algo


sea signo de otra cosa, esa otra cosa ya debe ser signo. Por ejemplo:
si puede "leerse"una huella como signo de un gato, se debe conocer
lo que es un gato, y por lo tanto haber construido el signo "gato". No
es posible construir un signo para un objeto que no sea signo previa-
mente. En consecuencia, el hecho de que todo objeto del signo sea ya
un signo implica que el conocimiento tiene como objeto a otro cono-
cimiento y nunca accede a una "realidad" anterior al pensamien to. 15
Peirce distingue dos dases de objetos: el objeto inmediato
(interior a la semiosis) y el objeto dinámico (exterior a la semiosis).

( ...) debemos distinguir el Objeto Inmediato, que es el


Objeto tal como es representado por el Signo mismo, y
cuyo Ser es, entonces, dependiente de la Representación
de él en el Signo; y, por otra parte, el Objeto Dinámico, que
es la Realidad que, por algún medio, arbitra la forma de
determinar el Signo a su Representación (Peirce, 1986: 65).

Por ejemplo, expresiones Cuarto Creciente, Luna Llena, Cuarto


Menguante, Luna Nueva, representan a un mismo objeto dinámico
(la Luna) de distinto modo. El cambio aparente de la parte visible
iluminada del satélite debido a su cambio de posición respecto a la
Tierra y al Sol, habilita construcciones semióticas que aluden a cuatro
objetos inmediatos diferentes.

4.1.3. El interpretante

En términos generales, el interpretante es el sentido del signo,


en un sentido más estrecho es la relación paradigmática entre un
signo y otro, de modo que el interpretante es un signo que siempre
tendrá su interpretante hasta el infinito.

15. Según Peirce (198 6: 93), "con la excepción dei conocimiento, en el instante presen te,
de los con tenidos de conciencia en ese instante (la existencia de cuyo conocimien to está
abierta a duda), todo nuestro pensamiento y conocimiento se da en signos".

44
SEMIDLD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS MEO I ATIZAC IONES

Gráfico 9

Signo (representamen)

Objeto Interpretante (representamen)

Objeto Interpretante (representamen)

Ad infinitum

Fuente: elaboración propia en base a Peirce (1986).

Por consiguiente, un signo es un objeto que por un lado está


en relación con su objeto y por el otro con un interpretante,
de tal modo que pone al interpretante en una relación con
el objeto que se corresponde con su propia relación con el
objeto. Podría decir "similar a la suya propia", ya que una
correspondencia consiste en una similitud; pero tal vez
correspondencia es más adecuado (Peirce, 1986: 93).

Ah ora bien, así com o el signo tiene dos objetos Peirce también
indica que el signo tiene tres interpretantes: su interpretante tal
como es representado o tal como se quiere que sea entendido, su
interpretante tal como es producido y su interpretante en sí mismo.
De este modo identifica:

1. Interpretante inmediato: concepto o sentido de un


signo independientemente del contexto. "Mi interpretante

45
MAR IA PA ULA GAGO

inmediato está implícito en el hecho de que cada signo debe


tener su interpretabilidad, una que le sea propia, antes de
obtener un intérprete" (Peirce, 1986: 14).

2. Interpretante dinámico: consiste en el efecto directo


producido por el signo en su intérprete. "En mi opinión,
coinciden en el hecho de ser los efectos dei Signo sobre
la mente de un individuo, o sobre las mentes de varios
indivíduos reales, por acción independiente sobre cada uno
de ellos" (Peirce, 1986: 109).

3. Interpretante final: este interpretante supone a los otros


dos y es considerado como un hábito que hace posible la
in terpretación estable de un signo. "Mi ln terpretan te Final
sería (... ) exactamente lo mismo que su 'Significación': vale
decir , el efecto que el Signo produciría sobre cualquier
mente sobre la cual las circunstancias permitirían que
pudiera ejercer su efecto pleno" (Peirce, 1986: 109).

Podemos ejemplificar los tres tipos de interpretantes con la


expresión "tsunami".
En primer lugar, el interpretante inmediato permite vincular
a un signo coo un objeto de modo independiente a una situación de
uso concreta, es una posibilidad, una abstracción. Así, el interpre-
tante inmediato de la palabra tsunami es la parte del significado que
permanece más allá de que en una situación comunicativa concreta
sea utilizada la palabra tsunami para alertar a los habitantes de una
comunidad sobre una inminente catástrofe.
En segundo lugar, como el interpretante dinámico es efecto
del signo en un contexto de uso en particular puede asumir diversas
formas: sentimientos, reacciones, pensamientos, etcétera. Entonces
ante el grito "tsunami" se puede sentir miedo, abandonar el hogar,
paralizarse ante la situación, etcétera.
Finalmente, el interpretante final supone un hábito que po-
sibilita la interpretación estable de un signo. A modo de ejemplo,
podríamos decir que el interpretante "ola gigantesca producida por

46
S EM ID LD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS ME OIATIZ AC ION ES

un maremoto o una erupción volcánica en el fondo del mar" para el


representamen tsunami, es final porque atribuye de modo invariable
a dicho representamen un objeto y además concita el consenso entre
los eruditos en un campo del conocimiento, en este caso expertos del
campo de la geofísica y la sismología.
Una vez realizada dicha taxonomía, Peirce sostiene q ue los sig-
nos pueden ser clasificados conforme a su propia naturaleza material, a
sus relaciones con sus objetos y a sus relaciones con sus interpretantes.

4.2. Clasificación de los signos

En un desarrollo estrictamente lógico, Peirce llega a la formu -


lación de tres tricotomías que proporcionan nueve dases de signos . 16

Representamen Objeto Interpretante

Primeridad Cualisigno Ícono Rema

Decisigno o Signo
Segundidad Sinsigno Índice
Dicente

Terceridad Legisigno Símbolo Argumento

4.2.1. Prim era tricotom ia

De acuerdo con su propia naturaleza material, Peirce clasifica


a los signos en:

16. Si bien nos ocuparemos de las nueve dases de signos que figuran en el cuadro,
debemos aclarar que las tr es tricotomías d e signos dan como resultado la división
de los m ismos en diez d ases d e signos, de las cu ales se deb en considerar num erosas
subdivisiones : Cua lisign os, Sin signos icóni cos, Legisignos icónicos, Vestigios o
sin sign os r em áticos in dexicales, N om bres propios o legisignos rem áticos in dexicales,
Símbo los remáticos, Sinsignos dice ntes (com o un retrato co o un a in scripción),
Legisign os dicentes indexicales, Proposicion es o símbolos dicentes, Argum entos
(Peir ce, 1986: 33-37).

47
MA R IA PAULA GAG O

Cualisigno: es una cualidad que es un signo. Por ejemplo, la


dureza, la blandura, la blancura, etcétera. Sin embargo, "no puede
actuar verdaderamente como un signo hasta tanto no esté formulado"
(Peirce, 1986: 29) o se manifieste en un sinsigno.
Sinsigno: es una manifestación del cualisigno. "La sílaba sin
se toma para significar 'que es una única vez', como en las palabras
inglesas single, simple, o en la latina semel, etcétera, es una cosa o
evento real y verdaderamente existente que es un signo" (Peirce,
1986: 29). Por ejemplo, en una piedra se cristaliza la dureza, en un
guardapolvo la blancura, en un gusano la blandura. En todos los
casos, se trata de cosas existentes (sustancia mineral, indumentaria,
animal metazoo) que para existir in volucran cualisignos: dureza,
blancura, blandura respectivamente.
Legisigno: es una ley que es un Signo. Esta ley es generalmente
establecida por los hombres. Todo signo convencionales un legisigno
(pero no recíprocamente, luego volveremos sobre esto).

Cada legisigno significa por medio de una instancia de su


aplicación, que puede ser llamada una Réplica de él. Así, la
palabra 'el' (artículo) puede aparecer de quince a veinticinco
veces en una página. En todas esas ocurrencias es una única
y misma palabra, el mismo legisigno. Cada una de esas
instancias es una Réplica. La Réplica es un Sinsigno. En
consecuencia, todo Legisigno requiere Sinsignos (Peirce,
1986: 29).

4.2.2. Segunda tricotom ía

Desde el punto de vista de la relación que el signo mantiene


con el objeto, Peirce identifica tres clases de signos:

Ícono: es un signo que muestra la misma cualidad o conjunto


de cualidades que el objeto denotado, entabla con él una relación
analógica. Sin embargo, Peirce (1986: 30) aclara que "es un signo
que se refiere al Objeto al que denota meramente en virtud de carac-
teres que le son propios, y que posee igualmente exista o no exista

48
SEMIDLD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS MEO I ATIZAC IONES

tal Objeto". Por eso sostiene que a menos que el signo tenga menos
un objeto tal, el ícono no actúa como signo, aunque eso no guarda
relación alguna coo su carácter como signo. "Cualquier cosa, sea lo
que fuere, cualidad, individuo existente o ley, es un ícono de alguna
otra cosa, en la medida en que es como esa cosa y en que es usada
como signo de ella" (Peirce, 1986: 30). Ejemplos de íconos son los
dibujos, diagramas y mapas.
Índice: "es un signo que se refiere al Objeto que denota en
virtud de ser realmente afectado por aquel Objeto" (Peirce, 1986:
30). Los índices son signos que guardan una relación real o próxima
con el objeto que representan. Por ejemplo: una veleta que indica
la dirección del viento, la huella de un animal, los pronombres per-
sonales, etcétera.
Símbolo: es un signo que se refiere al objeto que denota en
virtud de una ley "usualmente una asociación de ideas generales que
operan de modo tal que son la causa de que el Símbolo se interprete
como referido a dicho Objeto. En consecuencia, el Símbolo es, en sí
mismo, un tipo general o ley, esto es, un Legisigno" (Peirce, 1986:
30-3 1). Retomando lo que mencionamos con anterioridad, todo
signo convencional o símbolo es un legisigno pero no todo legisigno
es un símbolo. Y esto ocurre porque por ejemplo los pronombres
demostrativos (aquí, allá, etcétera) son legisignos, pero no símbolos
porque no se asocian al objeto en virtud de una ley.

4.2 .3. La te reera tricotam ía

Desde el punto de vista de la relación del signo con el inter-


pretante, Peirce identifica tres dases de signos:
Rema: "es un Signo que, para su Interpretante, es un Signo de
Posibilidad cualitativa, vale decir, se entiende que representa tal o
cual clase de Objeto posible. Un Rema puede, quizás, proporcionar
alguna información; pero no se interpreta que la proporciona" (Peirce,
1986: 31). Se trata de un signo considerado aisladamente, que en sí
mismo no es ni verdadero ni falso. El signo rema se corresponde con
un Término: "un Término es simplemente un nombre correspondiente

49
MA R IA PAULA GAG O

a una clase, o un nombre propiamente dicho" (Peirce, 1986: 95). Por


ejemplo: mamíferos, María, etcétera.
Signo Dicente o Decisigno: es ''un Signo Dicente es un Signo que,
para su Interpretante, es un Signo de existencia real" (Peirce, 1986:
31). Por eso esta clase de signos se corresponden con una proposición,
por ejemplo, ''todos los humanos son mortales". A diferencia de lo que
ocurre con el signo Rema, un signo dicente o decisigno será verdadero
o falso puesto que mantiene una relación real con el objeto que denota.
Argumento: "un Argumento es un Signo que, para su
Interpretante, es un Signo de ley" (Peirce, 1986: 31) y se corresponde
con lo que se denomina razonamiento:

El Interpretante del Argumento lo representa como una


instancia de una clase general de Argumentos, la cual, en
conjunto, siempre tenderá a la verdad. Es esta ley, en alguna
forma, la que el argumento insta; y es este "instar" elmodo de
representación propio de los Argumentos. El Argumento debe
ser, por consiguiente, un Símbolo, o un Signo cuyo Objeto
es una Ley o Tipo Generales. Debe involucrar a un Símbolo
Dicente, o Proposición, que se llama su Premisa; pues el
Argumento puede solamente instar a la ley instándola en
una instancia. Esta Premisa es, sin embargo, muy diferente
en fuerza [esto es, en su relación con su interpretante] de
una proposición similar simplemente aseverada; y, por
otra parte, esto está lejos de ser todo el Argumento. En lo
que concierne a otra proposición, llamada la Conclusión,
a menudo declarada y tal vez requerida para completar el
Argumento, ella representa simplemente al interpretante
y, del mismo modo, tiene una fuerza, o relación con el
Interpretante, peculiar( .. Jla Conclusión, aunque represente
al Interpretante, es esencial para la completa expresión del
Argumento (Peirce, 1986: 32-33).

Ahora bien, retomando la pregunta inicial sobre los modos en


que el ser humano conoce el mundo, Peirce sostiene que todo conoci-
miento surge, no de la intuición, sino de un proceso de inferencia. De

50
SEMIDLD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS MEO I ATIZAC IONES

aquí que considera que hay otras subdivisiones, para algunas de las
diez dases de signos, que son de importancia para la lógica:

Un Argumento es siempre considerado por su Interpretante


como perteneciente a una clase general de argumentos
análogos, clase que, en su conjunto, tiende a la verdad.
Ello puede ocurrir de tres maneras, dando lugar a una
tricotomía de todos los argumentos simples en Deducciones,
Inducciones y Abducciones (Peirce, 1986: 39).

De este modo, a los clásicos conceptos de deducción e inducción


Peirce suma el de abducción y los hace corresponder coo la primeridad,
la segundidad y la terceridad.
La abducción, del orden de la primeridad, implica plantear
una hipótesis explicativa como base del razonamiento. Por lo tanto,
se trata de:

( ...) un método para formar una predicción general sin


ninguna verdadera seguridad de que tendrá êxito, sea en
un caso especial o con carácter general, teniendo como
justificación que es la única esperanza posible de regular
nuestra conducta futura racionalmente, y que la Inducción,
partiendo de experiencias pasadas, nos alienta fuertemente
a esperar que tendrá êxito en el futuro (Peirce, 1986: 40-41).

En el caso de la hipótesis o abducción hay inferencia de un caso


a partir de una regla y de un resultado, tomado el ejemplo otorgado
por el propio Peirce (1987):

Estas judías son blancas (resultado)


Todas las judías de esa bolsita son biancas (regla).
Estas judías proceden de esa bolsita (caso).

La inducción, del orden la segundidad, opera desde lo par-


ticular bacia lo general, sobre la base de una relación indicia!, del
siguiente modo:

51
MAR IA PA ULA GAGO

Estas judías fueron sacadas de esa bolsita (caso).


Todas estas judías son blancas (resultado).
Todas las judías de esta bolsita son biancas (regla).

Vale aclarar que en el razonamiento inductivo no haypreserva-


ción de la verdad como en el razonamiento deductivo ya que la verdad
de las premisas no asegura la verdad de la conclusión , basta con que
una de las judías sea verde para que la conclusión no sea válida.
Finalmente, la deducción se corresponde con la terceridad y
con el símbolo porque el punto de partida de este tipo de razona-
mientos es la ley. A diferencia de la inferencia inductiva, la deducción
parte de lo general hacia lo particular:

Todas las judías de esta bolsita son blancas (regla).


Estas judías fueron sacadas de esta bolsita (caso).
Estas judías son biancas (resultado).

Tal como lo plantea Vitale (2011), Peirce se opone al postulado


positivista de acuerdo con el cual el conocimiento proviene de la
inferencia inductiva o deductiva, puesto que considera que ni una ni
otra pueden generar una idea n ueva. Por ello, considera que:

( ... ) tanto el conocimiento científico como el cotidiano


constituye un proceso hipotético-deductivo-experimental
compuestos de tres momentos a los que les corresponde un
tipo de inferencia: 1° abd ucción, que plan tea una hipótesis
sin fuerza probatoria; 2 º ded ucción, que extrae de la
hipótesis diversas consecuencias; 3º inducción , que pone
a prueba dichas consecuencias, con lo que se verifica o no
la hipótesis (Vitale, 2011: 55-56).

5. Crítica ai iconismo

El semiólogo italiano Umberto Eco (1932-2016) problematiza


la noción de signo icónico de Peirce.

52
SEMIDLD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS MEO I ATIZAC IONES

Peirce definía los íconos como los signos que originariamente


tienen cierta semejanza con el objeto a que se refieren.
Puede intuir se el sentido que para él tenía esta "semejanza"
entre un retrato y la persona retratada; por ejemplo,
refiriéndose a los diagramas, decía que son signos icónicos
porque reproducen la forma de las relaciones reales a que
se refieren. La definición de signo icónico tuvo un cierto
éxito y Morris la recogió (a él se debe su difusión, porque
era uno de los intentos más cómodos y en apariencia más
satisfactorios para definir semánticamente una imagen)
(Eco, 1986: 169-170).

Ahora bien, para Eco la definición tal como la plantea Peirce


"es una pura tautología" (Eco, 1986: 170) puesto que el principal
problema de las comunicaciones visuales que pretende estudiar gira
en torno a saber qué sucede para "que puedan parecer iguales a las
cosas un signo gráfico o fotográfico que no tienen ningún elemento
material común con ellas".
Entre muchos otros ejemplos, toma el caso de una publicidad
de cerveza para justificar su posición y propone: imaginemos que
estamos leyendo una revista y vemos en una publicidad una mano
mostrando un vaso lleno de cerveza, cubierto por una fina vela que
da la sensación de frío. En la página no hay cerveza, ni vaso, ni mano.
Pero cuando vemos la publicidad percibimos cerveza, vaso de vidrio,
etcétera, aunque no lo sentimos. En realidad, sostiene Eco, lo que
percibimos son estímulos visuales, que organizamos hasta generar
una estructura percibida, y podemos hacerlo porque contamos con
códigos de reconocimiento.
Toda cultura al definir sus objetos recurre a códigos de reco-
nocimiento que identifican rasgos pertinentes y caracterizadores
del contenido. Eco sostiene que percibimos rescatando estos rasgos
provistos por el código, por lo tanto:

( ...) cuando vemos una cebra en el parque zoológico,


los elementos que reconocemos inmediatamente (y que
retenemos en la memoria) son las rayas y no la mandíbula,

53
MA R IA PAULA GAG O

que se parece vagamente a la del asno o del mulo. Por ello,


cu ando dibujamos una cebra cuidamos de que se reconozcan
las rayas, aunque la forma del animal sea aproximada y
-sin sus rayas- pudiera confundirse con un caballo. Pero
supongamos que existe una tribu africana que únicamente
conoce la cebra y la hiena como animales cuadrúpedos, e
ignora a los caballos, a los asnos y los mulos: para reconocer
a una cebra no les será necesario ver las rayas (podrán
reconocerla igualmente de noche sin ver su piel) y para
dibujarla será más importante insistir en la forma del cuello
y en las patas, para distinguirla de la hiena, que también
tiene rayas: las rayas, por lo tanto, ya no son un factor de
diferenciación. Incluso los códigos de reconocimiento (o
de la percepción) tienen en cuenta los aspectos pertinentes
(cosa que ocurre con todos los códigos). La reconocibilidad
del signo icónico depende de la selección de estos aspectos
(Eco, 1986: 174).

En este punto, la definición de signo icónico como poseyendo


algunas propiedades del objeto resulta para Eco (1986) aún más
problemática puesto que se interroga sobre si las propiedades que
tiene en común con el objeto:

( .. J lSOn las que se ven o las que se saben? Un nifío dibuja


un automóvil de perfil con las cuatro ruedas visibles:
identifica y reproduce las propiedades que sabe; más
adelante aprende a codificar sus signos y representa el
automóvil con dos ruedas (y explica que las otras dos no se
ven): en este caso reproduce solamente las propiedades que
ve. El artista del Renacimiento reproduce las propiedades
que ve, el pintor cubista las que sabe (en cambio el público
normal está acostumbrado a reconocer solamente las que
ve y no reconoce en el cuadro las que sabe). Por lo tanto,
el signo icónico puede poseer las propiedades ópticas
del objeto (visibles), las ontológicas (presumibles) o las
convencionalizadas (Eco, 1986: 176).

54
SEMIDLD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS MEO I ATIZAC IONES

En suma, para Eco todas nuestras operaciones figurativas están


reguladas por la convención. De este modo, sostiene que percibimos
formas porque aprendimos y porque hay unidades culturales con-
vencionalizadas (tipos) que nos permiten reconocerlas como tales.
Dicho de otro modo: percibimos especímenes (particulares) que
subsumimos en tipos (categorías culturales). Un ejemplo elocuente
lo da el propio autor:

( ... ) reconozco que el gato es un gato ( ... ) le aplico un


esquema cultural ( ... ) interpreto el espécimen gato como
el significante del tipo gato fijándome en las propiedades
semánticas mostradas por el tipo y excluyendo las
propiedades ( ... ) individualizantes mostradas por el
espécimen (Eco, 1988: 254).

Asu vez, en el signo icónico no se puede establecer relación entre


tipo y espécimen ya que no hay tipo que respalde alespécimen porque
no existe, por ejemplo, la "mesa" o el "gato" en general. De acuerdo con
este planteo, un artista puede tener en claro qué pintar (significado)
pero el cómo pintarlo (significante) es lo que inventa. En lo visual,
a diferencia del lenguaje, no hay articulación de unidades mínimas
(palabras) y no presenta el mismo grado de codificación que aquel.
Esto es, se produce una sefial densa que no puede ser discretizada,
segmentada: no hay una relación entre significado y significante. En
la imagen solo hay significado, el significante se inventa. En conse-
cu en cia, resulta que el tipo del espécimen es el propio espécimen . 17

5.1. El significado como unidad cultural

Eco aborda la problemática del objeto que le corresponde


a un término lingüístico. Toma como ejemplo la palabra perro y

17. En r elación con el campo de las artes visua les, Polon iato (1997) subraya que una
de los principales problemas de derivar la significación de la analogía, tal como lo
propone Peirce, es que no permite explicar por qué, por ejem pio, el arte abstracto
aun cuando no presenta semejanza con objetos tangibles logra significar.

55
MA R IA PAULA GAG O

se pregunta cuál es el referente de dicha palabra lacaso todos los


perros que existieron, existen y/ o existirán? No, el referente de un
signo, en este caso la palabra perro, no es un objeto perceptible por
los sentidos pues se trata de una unidad cultural, una idea general,
un concepto. Coo esto el autor quiere decir que:

( ...) cualquier intento de determinar lo que es el referente


de un signo nos obliga a definir este referente en términos
de una entidad abstracta que no es otra cosa que una
coo vención cultural. Pero incluso admitiendo que se
quiera determinar si es posible, en algunos términos,
indicar extensivamente un referente real perceptible coo
los sentidos, el que identifica el significado con el referente
(o quiere hacer depender el valor del signo de la presencia
delreferente) se ve obligado a separar, de un razonamiento
sobre el significado, todos los signos que no pueden
corresponder a un objeto real, que el referente de un signo,
es decir aquello que el signo representa, es una entidad
abstracta, una idea. Por lo tanto, el referente de perro, no
es el "perro de carne y hueso" sino la idea de perro (Eco,
1986: 60-61).

Para Eco la importancia de reconocer la presencia de estas


unidades culturales radica en que permite entender al lenguaje como
fenómeno social. En este sentido, recurre a la siguiente afirmación:
si se sostiene que en Cristo subsisten dos naturalezas, la humana y la
divina, tanto el lógico como el analista del lenguaje dirán que este sig-
nificante no tiene referente "y por ello podrán definirlo como privado
de significado, o como una pseudoafirmación" (Eco, 1986: 62) pero lo
que ninguno podrá explicares por qué los grupos humanos combatie-
ron durante siglos en pro y en contra de semejante afirmación. "Sin
duda, se debía a que este mensaje transmitía significados precisos
que existían como unidades culturales dentro de una civilización"
(Eco, 1986: 62), dando lugar a una gama de reacciones semánticas
que son capaces de implicar reacciones de comportamiento. Dichas
reacciones, no soo necesarias para determinar si el mensaje tiene

56
SEMIDLD GiA , DE LOS S I GNOS A LAS MEO I ATIZAC IONES

un significado puesto que "la misma civilización a la que se refería


cuidaba de elaborar una serie de explicaciones y definiciones" (Eco,
1986: 62). Cada nueva definición era un nuevo mensaje lingüístico o
visual que debía ser explicado, a su vez, por otros mensajes lingüísti-
cos que demarcaban las unidades culturales del mensaje precedente.
Según Eco, esta serie de aclaraciones es equivalente a la cadena de
lo que Peirce llamaba interpretantes.
El interpretante, desde su perspectiva, puede asumir varias
formas:

a) Puede ser el signo equivalente (o aparentemente


equivalente) de otro sistema comunicativo. Por ejemplo,
a la palabra / perro/ le corresponde el dibujo de un perro.

b) Puede ser el índice que apunta sobre el objeto singular,


aunque se sobreentiende que hay un elemento de
cuantificación universal ("todos los objetos como este").

c) Puede ser una definición científica (o ingenua) en los


términos del mismo sistema de comunicación. Por ejemplo,
/ sal/ significa "cloruro de sodio".

d) Puede ser una asociación emotiva que adquiere valor de


connotación fija: /perro/ significa "fidelidad" o a la inversa.

e) Puede ser la simple traducción del término a otra lengua


(Eco, 1986: 63 ).

Dicha noción resulta oportuna porque, siguiendo el razona-


miento de Eco, la comunicación, a través de un sistema de comu-
nicaciones continuas, pasando de signo en signo, circunscribe a
aquellas unidades culturales que se presumen como objeto de la
comunicación. "Esta circularidad continua puede parecer desespe-
rante, pero es la condición normal de la comunicación, condición que
la metafísica del referente niega en vez de analizar" (Eco, 1986: 63 ).

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MA R IA PAULA GAG O

6. Recapitulación

A lo largo del capítulo abordamos el concepto de signo. En


términos generales consideramos el signo como algo que está en lu-
gar de otra cosa para alguien. El funcionamiento del signo se realiza
sobre la base del binomio presencia-ausencia puesto que se refiere
a algo que no está presente e inclusive puede no tener existencia.
Los signos son entidades culturales -institucionales- porque
solo tienen sentido al interior de una comunidad, por fuera de ella
no existen. Por eso, tienen un valor social y, adem ás, cumplen con
determinadas funciones al interior de los grupos humanos: permiten
la comunicación, posibilitan el reconocimiento de significados, ofre-
cen dates de la realidad representada, son un modo de apropiarse e
interpretar el mundo y son un simulacro de la realidad que comienza
en nuestra mente. Por eso, el pensamiento es un signo.
Si bien la pregunta por el signo "no nace" con Saussure y Peirce,
pues ya Platón y Aristóteles se preguntaban por ello, nos ocupamos
de sus teorías puesto que son los dos referentes de la semiología/
semiótica moderna respectivamente.
El primero construyó una teoría de los signos, centrada en
el estudio de la lengua. Y cimentó las bases de una ciencia a la que
denominó semiología, encargada dei estudio de los signos en el seno
de la vida social.
Tiempo después, concretamente en la década del sesenta, la
perspectiva saussureana tuvo consecuencias tanto en la delimitación
dei objeto de estudio como en la metodología de la semiología de pri-
mera generación, que tom ó al lenguaje como modelo para investigar
cualquier sistema de signos. Un ejemplo de ello es Roland Barthes,
quien retoma el modelo binario saussureano para el estudio de la
función-signo: un signo semiológico, de origen utilitario y funcional,
que es investido de sentido pero que una vez constituido el signo, la
sociedad puede perfectamente refuncionalizar y hablar de él como
un objeto de uso. Esa funcionalización habitual para existir necesita
de aquello que Barthes llama "segundo lenguaje" o connotación.
Por su parte, Peirce -ajeno a los desarrollos que Saussure
realizaba en paralelo- elaboró una teoría de los signos, a la que lla-
mó semiótica, con el fin de responder a la pregunta por el modo en

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el que el sujeto conoce lo real. Su preocupación, entonces, ya no se


centrará sobre el lenguaje, sino que le otorgará prioridad al mundo
y al conocimiento que podemos tener de él a partir de los signos.
Finalmente, el capítulo cierra con la crítica que realiza Umberto
Eco a la noción de ícono de Peirce. Su aporte es muy sugestivo
puesto que pretendió superar discusiones que se habían dado en los
afíos sesenta y setenta que, a su entender, no lograron esclarecer el
problema del iconismo. Eco consideraba que, desde la lingüística,
se había construido un herramental conceptual insuficiente para el
análisis de las imágenes figurativas puesto que el código verbal no
funciona bajo las mismas leyes que lo visual. A su vez, el concepto
de semejan za o analogía propuesto por Peirce tampoco le resultaba
satisfactorio puesto que el parecido entre un ícono y aquello a lo que
remite se aprende. En relación con el referente del signo, Eco sostiene
que un signo nunca tiene un objeto perceptible por los sentidos, pues
se trata en todos los casos de una unidad cultural, una idea general,
un concepto.

Palabras clave dei capítulo: signo, semiología, semiótica,


función- signo, connotación/ denotación, crítica al iconismo.

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