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1 Biología del conocimiento [H. Maturana]; Perspectivismo → Nietzsche. Constructivismo → Paul Watzlawick.
De la voluntad de poder a la voluntad de ficción como postulado epistemológico en Nietzsche y Freud
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 2
Introducción:
“Todo sistema racional se funda en premisas o nociones fundamentales que uno acepta
como puntos de partida porque quiere hacerlo y con las cuales opera en su construcción.
Las distintas ideologías políticas también se fundan en premisas que uno acepta como
válidas y trata como evidentes puntos de partida porque quiere hacerlo. Y si uno esgrime
razones para justificar la adopción de esas premisas, el sistema racional que justifica esas
razones se funda en premisas aceptadas porque sí, porque uno consciente o
inconscientemente así lo quiere.”3
Maturana explica que hay dos tipos de discusiones entre las personas. Unas causadas por
desacuerdos que se resuelven con facilidad, como cuando uno dice que dos por dos es
igual a cinco y otro lo corrige diciéndole que dos por dos son cuatro. Uno acepta, tal vez
pide excusas por el error y no pasa nada. En discusiones así no pasa nada porque los
desacuerdos tienen un fundamento lógico al aplicar ciertas “premisas operacionales” que
las dos partes aceptan. Los desacuerdos basados en premisas fundamentales traen
emocionales porque los participantes en el desacuerdo viven su desacuerdo como
amenazas existenciales recíprocas.
2 MATURANA, Humberto, Emociones y Lenguaje en Educación y Política, . Ed. Dolmen Ensayo, 2001
3 “Nunca nos enojamos cuando el desacuerdo es sólo lógico, es decir, cuando el desacuerdo surge de un error al aplicar las coherencias
operacionales derivadas de premisas fundamentales aceptadas por las personas en desacuerdo. Pero hay otras discusiones en las
cuales nos enojamos y es el caso de todas las discusiones ideológicas; esto ocurre cuando la diferencia está en las premisas
fundamentales que cada uno tiene”.
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 3
validez universal independiente de lo que nosotros hacemos como seres vivos. Eso no es
así. Todo sistema racional se funda en premisas fundamentales aceptadas a priori,
aceptadas porque sí, aceptadas porque a uno le gustan, aceptadas porque uno las acepta
simplemente desde sus preferencias. Y eso es así en cualquier dominio, ya sea el de las
matemáticas, el de la física, el de la química, el de la economía, el de la filosofía, o el de la
literatura. Todo sistema racional se funda en premisas o nociones fundamentales que uno
acepta como puntos de partida porque quiere hacerlo y con las cuales opera en su
construcción.
Las distintas ideologías políticas también se fundan en premisas que uno acepta como
válidas y trata como evidentes de partida porque quiere hacerlo. Y si uno esgrime razones
para justificar la adopción de esas premisas, el sistema racional que justifica esas razones
se funda en premisas aceptadas porque sí, porque uno consciente o inconscientemente así
lo quiere.
Observen ustedes que existen dos tipos de discusiones entre las personas. Hay
discusiones, desacuerdos, que se resuelven sin que uno vaya más allá de ponerse
colorado. Si yo digo que dos por dos es igual a cinco y ustedes me dicen: “¡no hombre, no
es así! Mira, la multiplicación se hace de esta manera”, mostrándome cómo se constituye la
multiplicación, yo a lo más digo, “¡ah! de veras, tienes toda la razón, disculpa”. Si esto
ocurre, lo peor que me puede pasar es que me ponga colorado y tenga un poco de
vergüenza. También puede ser que no me importe nada, porque el desacuerdo no tiene
nada más que un fundamento lógico ya que sólo hubo un error al aplicar ciertas premisas o
ciertas reglas operacionales que yo y el otro aceptábamos. Nuestro desacuerdo era trivial;
pertenecía a la lógica.
Nunca nos enojamos cuando el desacuerdo es sólo lógico, es decir, cuando el desacuerdo
surge de un error al aplicar las coherencias operacionales derivadas de premisas
fundamentales aceptadas por todas las personas en desacuerdo. Pero hay otras
discusiones en las cuales nos enojamos (es el caso de todas las discusiones ideológicas);
esto ocurre cuando la diferencia está en las premisas fundamentales que cada uno tiene.
Esos desacuerdos siempre comportan una contrariedad emocional, un trastorno (me altero
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 4
Desacuerdos en las premisas fundamentales son situaciones que amenazan la vida ya que
el otro le niega a uno los fundamentos de su pensar y sus convicciones más sagradas –lo
que Rorty4 a denominado *Léxico último5 – Para evitar todo dogmatismo (integrista) e
intransigencia (política) se hace necesario percibir la contingencia de nuestro lenguaje de
deliberación moral, así como para evitar el etnocentrismo se requiere reconocer el carácter
puramente local de los usos y creencias de nuestra comunidad; esto es, convenir en que no
existe ningún metaléxico “trascendental”.6 Ello hace del “ironista” liberal –figura
paradigmática de la tolerancia y respeto mutuo– una persona incapaz de tomarse
demasiado en serio a sí misma “porque sabe que siempre los términos con que se describe
a sí misma están sujetos a cambio, porque sabe siempre de la contingencia y fragilidad de
sus léxicos últimos y, por tanto de su yo”.7
Por eso existen disputas que jamás se van a resolver en el plano en que se plantean. Por
ejemplo, la guerra en Irlanda del Norte no tiene solución a menos que un acto declarativo
saque a ambos bandos del espacio religioso donde, dentro de los fundamentos de una
creencia, niegan los fundamentos de la otra, y los lleve a un dominio de mutuo respeto. No
basta con que se reúnan a conversar los bandos oponentes desde la tolerancia al error del
otro. Si lo hacen así, terminarán peleándose, porque ambos bandos están defendiendo
sistemas que, aunque coherentes en sí, tienen premisas fundamentales diferentes que se
excluyen mutuamente, y que sus cultores aceptan o rechazan no desde la razón sino que
desde la emoción: las premisas fundamentales de una ideología o de una religión se
4 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Rorty: pragmatismo, ironismo liberal y solidaridad, En A Parte Rei – Revista de la Sociedad de
Estudios Filosóficos de Madrid– Nº 39 – 2005.
http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/vasquez39.pdf
5 Rorty entiende por “léxico último” aquel “conjunto de palabras que (los seres humanos) emplean para justificar sus acciones, sus
creencias y sus vidas” y aclara que “es último en el sentido de que si se proyecta una duda acerca de la importancia de esas palabras,
el usuario de éstas no dispone de recursos argumentativos que no sean –sino– circulares”. Un léxico último se compone de términos
como “Cristo”, “Inglaterra”, “La Revolución”, “El Libre Mercado”, etc. El ironista trata también a ciertos autores no como canales
anónimos que conducen a ciertas creencias, sino como emblemas o abreviaturas de determinados léxicos últimos y de sus filiaciones
afectivas. Es el caso de “Nietzsche”, “Friedman”, “Tomás de Aquino”, “Sade”, “Teresa de Calcuta” y de otros nombres que soportan
todo un imaginario de resonancias ideológicas. El Hegel más tardío se convirtió en el nombre de un léxico así, y Kierkegaard y Marx
se han convertido en nombres de otros tantos.
6 MAILLARD, Chantal, La Razón Estética, Ed. Alertes, Barcelona, 1998, p. 28.
7 RORTY, Richard, Contingencia, ironía y solidaridad, Ed. Paidós, Barcelona, 1996, p. 92
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 5
aceptan a priori y, por lo tanto, no tienen fundamento racional. Más aún, si uno llega a
proponer un argumento racional
1.- En la vida cotidiana, consciente o inconscientemente, nos movemos en los dos caminos
explicativos mencionados. En el momento en que uno se junta con personas que
pertenecen al dominio de aceptación mutua en que uno se mueve, como cuando uno se
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 6
reúne con sus amigos, uno opera en la no imposición de una “objetividad” -que de todos
modos sería ilusoria. . Esto es así porque en estos casos no importa lo que los otros opinen
o piensen, o los intereses que tengan, o si se mueven en dominios de coherencias de
acción diferentes a los de uno, uno los acepta sin duda alguna. En el camino explicativo del
pluralismo no hay verdad absoluta ni verdad relativa sino muchas verdades diferentes en
muchos dominios distintos. En este camino explicativo hay muchos dominios distintos de
realidad como distintos dominios explicativos de la experiencia fundados en distintas
coherencias operacionales y como tales, todos son legítimos en su origen, aunque no
iguales en su contenido, y no igualmente deseables para vivirlos. En el camino explicativo
de la objetividad entre paréntesis el que a uno le guste la física y al otro la biología, o el que
uno sea cristiano y el otro musulmán, no crea una dinámica de negación en la convivencia,
no excluye al otro.
Análisis.
construcciones simbólicas sobre la realidad que los seres humanos creamos desde y con el
lenguaje. Entendiendo el lenguaje no sólo como instrumento que hace pos
Comunidad y Perspectivismo.
Hablamos de comunidad, pero ¿qué es una comunidad? Podemos mirar una comunidad
como una red de procesos, actos, encuentros, conductas, emociones, técnicas, que
configuran un sistema de relaciones, un modo de convivir que penetra todos los aspectos
del vivir de los niños.
emocional que se vive en la comunidad humana que les toca vivir simplemente al vivirla,
cualquiera que ésta sea.
Decimos que la educación tiene que ver con el alma, la mente, el espíritu, es decir, con el
espacio relacional o psíquico que vivimos y que deseamos que vivan nuestros niños. Las
cosas particulares que nuestros niños puedan hacer en la vía de su realización es asunto de
conocimiento, aprendizaje y enseñanza. La educación tiene que ver con llegar a ser seres
humanos.
Es tarea nuestra hacer uso de la enseñanza como un medio para educar al niño en la
creación de los espacios de vida que lo llevarán a ser un ser humano responsable,
socialmente consciente, que se respeta a sí mismo y a los demás.
Es nuestra vida en el lenguaje lo que nos hace humanos. Dado el tipo particular de
primates bípedos que somos, el lenguaje nos hace humanos.
A medida que el niño aprende a usar el lenguaje, crea con otros diferentes modos de vida,
dado los diferentes hechos en los que participa; y llega a ser en su cuerpo según el uso del
lenguaje en el cual crece. Como resultado, cuando adulto, crea el mundo que vive como
una expansión del mundo que creó cuando niño.
Cuando se distingue una emoción en un niño, vemos en ella una dinámica corporal
(sistema nervioso incluido) que especifica lo que el niño puede o no puede hacer en
cualquier momento.
Por ejemplo: Amor: El amor es la emoción a través de la cual el otro aparece como un otro
legítimo en coexistencia con uno.
Los niños crecen como seres humanos entrelazando lenguaje y emociones en su vida
cotidiana. Entendemos por conversaciones al entrelazamiento continuo entre emociones
(dominios relacionales) y lenguaje (coordinaciones de conducta). Todo lo que los seres
humanos hacemos como tales, lo hacemos en conversaciones.
La emoción cambia el lenguaje, pero a medida que mana el lenguaje, el lenguaje también
puede cambiar la emoción.
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 10
El modo de vivir que ahora vivimos está determinado por la emocionalidad, por el espacio
psíquico emocional que aprendimos a vivir desde niños, no por el conocimiento, o los tipos
de argumentos racionales que podamos haber acumulado a lo largo de nuestra vida. Ver
esto es crucial, lo central de la educación es la dinámica de llegar a ser humano, como
personas responsables, socialmente conscientes y que se respetan a sí mismas.
Los niños llegan a ser según sean las conversaciones en las cuales participan. En el fluir de
sus vidas no hay conversaciones triviales. En la medida en que los adultos entendamos
esto podremos dar paso a interacciones basadas en el respeto y la colaboración. Cualquier
niño que se sienta escuchado se dispone a la creatividad, aprende a escuchar, vive su
seguridad consciente de sus límites y fortalezas.
Decimos que las culturas son redes de conversaciones, con esto queremos decir, redes de
coordinaciones de haceres (prácticas) y emociones. Es la emocionalidad que se realiza en
la red la que configura su carácter, no las conductas particulares realizadas por sus
miembros.
Siempre vivimos en una cultura, somos miembros partícipes de una cultura. Conservamos
nuestra cultura al hacer lo que hacemos a través de nuestra participación en la red de
conversaciones que la constituye.
Emociones y Conocimiento.
Los seres humanos somos seres biológicamente amorosos como un rasgo de nuestra
historia evolutiva. El amor ha sido la emoción central conservada en la historia evolutiva que
nos dio origen desde hace unos cinco a seis millones de años atrás.
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 11
Los niños –también los adultos- se enferman cuando se les priva del amor como la emoción
fundamental en la cual transcurre su existencia relacional con otros y con ellos mismos. La
carencia afectiva produce niños con trastornos conductuales (ansiedad, agresividad, falta de
interés, desmotivación, inseguridad, tristeza, etc.).
El lenguaje, como rasgo cultural, junto con la amorosidad, como rasgo biológico,
constituyen el núcleo del modo de vida conservado generación tras generación, que nos
definió como seres humanos en nuestra historia evolutiva hace tres o más millones de años.
Inteligencia y Plasticidad.
1.- Se abordarán las bases del perspectivismo8 de Nietzsche, así como uno de sus
supuestos fundamentales: el carácter ficcional –o constructivista– de la realidad. De igual
forma se profundizará en la concepción antropológica según la cual el hombre es un animal
de ficciones, para el cual conocer es simplemente trabajar con su “metáfora favorita” [como
señala R. Rorty), con la explicación que (uno) prefiere, porque sí, porque le gusta
(Maturana). Siendo así la construcción de metáforas el instinto fundamental del hombre.
Asimismo, siguiendo a Nietzsche, se intentará demostrar el carácter ficticio de la noción de
sujeto, con las consecuencias epistemológicas que esta tesis comporta para el método
genealógico.
2.- Nietzsche afirma que la fuente original del lenguaje y del conocimiento no está en la
lógica sino en la imaginación. En la capacidad radical e innovadora que tiene la mente
humana de crear metáforas, enigmas y modelos. El edificio de la ciencia se alza sobre las
arenas movedizas de ese origen. Es aquí donde cabe preguntarse por el estatuto
epistemológico de “la verdad”, dónde ubicarla.
8 Aquí se sugiere revisar las relaciones con el constructivismo en: WATZLAWICK P. y KRIEG, P. (Compiladores) El ojo
del observador; contribuciones al constructivismo, Ed. Gedisa, Barcelona, 2000; en particular el Cap.11 donde
Humberto Maturana expone su “Ontología de las explicaciones científicas” y que en este escrito desarrollaremos con
particular atención.
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 13
ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin
fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas
como monedas, sino como metal.”9
Nietzsche sostiene que la vida y la ciencia no son posibles sin concepciones falsas o
imaginarias (ficticias); y en esto sigue a Schopenhauer, y probablemente a Richard Wagner
en su doctrina de la “alucinación”11.
La verdad será por su parte –para Foucault– “esa especie de error que tiene a su favor el
no poder ser refutada, porque la larga cocción de la historia la ha vuelto inalterable.” 12
Esta necesidad de metáfora Nietzsche la lleva a todos los campos humanos, tanto los del
saber como los del lenguaje. Se convierte en un impulso fundamental del hombre del que
no se puede prescindir ni un instante aún cuando esté produciendo conceptos para la
ciencia. Sobre todo, esto se ve en la capacidad del hombre de hacer arte y de elaborar
mitos que:
9 NIETZSCHE, Friedrich, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873); Madrid, Tecnos,1996..
10 VAIHINGER, Hans, “La voluntad de ilusión en Nietzsche”.
11 Ibid. p. 1
12 FOUCAULT, Michel. (1971): “Nietzsche, la généalogie, l’histoire”, en Dits et écrits
(vol. 2, 1970-1975), París : Gallimard, 2001, texto no 84, p. 139.
13 Ibid., p. 18
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 14
Nietzsche propone una lectura de la ciencia nueva como gaya ciencia14 imaginando que su
metaforología responde al problema del nihilismo, esto es introduciendo sentido en un
mundo caracterizado por la ausencia de éste. De este modo el sujeto moderno es develado
como “sombra” de Dios, que ocupa su lugar una vez muerto éste y que, desde su carácter
fundacional, se constituye en figura de la interioridad frente al mundo devenido objeto.
Así Nietzsche somete la mente a una terapia con la que podemos desembarazarnos del
viejo paradigma metafísico de la búsqueda obsesiva de la verdad, de la manía de acceder a
una realidad que nos condenaba a la irrealidad mientras no la pudiésemos capturar. Con
ellos nos podemos liberar del resbaladizo, por “irreal”, principio de realidad. Y abrirnos a la
“experiencia fabulizada de la realidad” 15. Y no en nombre de un nuevo fundamento más real
y verdadero, sino en la devolución de ese fundamento a su origen fabuloso. La “theoria”
lejos de estar lejos de la praxis es una praxis de fábula, una operación fantástica (de crear y
generar explicaciones –como señala señala Maturana).
14 NIETZSCHE, Friedrich , (1882) La gaya ciencia ( Die fröhliche Wissenschaft), Editorial EDAF, S.A., 2002, Madrid.
15 Esta expresión es usada a menudo por en Gianni Vattimo al comentar la “muerte de Dios”.
16 NEHAMAS, Alexander, (1985) Nietzsche. La vida como literatura, FDCE, Madrid, 2002, p. 64
17 Ibid.
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 15
mundo desde nuestra determinada situación, desde nuestra perspectiva, desde nuestra
circunstancia en el mundo, conocemos lo real, aunque, claro es, ya no se trate de un
conocimiento que pueda esperar una descripción unívocamente adecuada a lo real. Lo que
conocemos siempre está filtrado por nuestro lenguaje: el conocimiento no puede ser
independiente de los símbolos verbales que empleamos en su proceso para dotarle de una
estructura externa con el propósito de comunicarlo. La experiencia sensorial se convierte en
conocimiento mediante la continua generación de metáforas que ordenan esa experiencia.
Pero no de forma tal que uno dispusiera de una experiencia que constituyese el contenido
del conocimiento sobre el que habría que proyectar la red esquemática de las metáforas, las
cuales entonces vendrían a ser la forma del conocimiento. No, las metáforas no son un
adorno, una estilización sofisticada que otorgue belleza a la expresión de lo conocido, no
son el fruto de una elaboración consciente, el cual en último término podría ser transcrito a
un lenguaje neutro y objetivo que expresase científicamente sus contenidos. No, “las
metáforas no son un subproducto surrogado del conocimiento, son el conocimiento
mismo”18. Así, el conocimiento es una “invención” o “construcción” tras la cual hay algo
completamente distinto: un juego de instintos, impulsos, deseos, temor y voluntad de
apropiarse.
De modo tal que la idea de verdad es una especie de ficción y que todo lo que tenemos por
sólido y cierto en el mundo es, si se le examina con atención, accidental y contingente:
leyes, ideas, filosofías, religiones, todo –hasta nuestros particulares intereses vitales.
“Yo no creo, por tanto, que un “instinto de conocimiento” sea el padre de la filosofía, sino
que, aquí como en otras partes, un instinto diferente se ha servido del conocimiento (¡y del
desconocimiento!) nada más que como de un instrumento. Pero quien examine los instintos
fundamentales del hombre con el propósito de saber hasta qué punto precisamente ellos
pueden haber actuado aquí como genios (o demonios o duendes -) inspiradores encontrará
que todos ellos han hecho ya alguna vez filosofía, - y que a cada uno de ellos le gustaría
mucho presentarse justo a sí mismo como finalidad última de la existencia y como legítimo
señor de todos los demás instintos. Pues todo instinto ambiciona dominar: y en cuanto tal
intenta filosofar”21.
21 NIETZSCHE, F., Más allá del bien y del mal, parágrafo 6, Alianza Editorial, Madrid, 1997.
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 17
Las intenciones morales han constituido en toda filosofía el auténtico germen vital del que
ha brotado el interés por conocer, explicar y dominar22. Nietzsche, como se ve, está en
condiciones de sostener que los instintos pueden intentar filosofar, si se consideramos que
el pensar es indisociable de los sentimientos y afectos, del querer y sentir que componen
las fuerzas de la voluntad. Y ésta, en tanto es voluntad de poder, tiene su ámbito de mayor y
más propio despliegue en las múltiples manifestaciones de ese fenómeno fundamental que
es la vida. Y porque ésta trasparece en todos los hombres, también ha de hacerlo en aquel
que filosofa, puesto que no por realizar esta tarea “privilegiada”, puede situarse al margen
de la vida. Por eso concluye ese parágrafo afirmando que “en el filósofo [...], nada,
absolutamente nada es impersonal”.
Con Nietzsche se inaugura un modo de interpretación del patrimonio cultural que requiere
un talante específico, una mirada que no se fija en el pasado para llevar a cabo el inventario
de los saberes ni exclusivamente en el futuro para convertirse en la búsqueda extraviada
del visionario, sino que consiste en el ejercicio de ese juego de visión retrospectiva y
proyectiva a la vez; en este caso, desde las creaciones del pasado hacia las que en el
instante están gestando el futuro, juego por el que una mirada creadora recupera en los
antiguos saberes las posibilidades de su propio valor y de su propia eficacia. A este
respecto, Derrida23 expone la conveniencia de elaborar una historia de la escritura
asumiendo la encarnadura del propio escritor en su obra, asumiendo que escribir es
escribir-se, a la vez interpretarse y constituirse en una tarea que compromete el sentido del
hombre mismo que la lleva a cabo.
Así Nietzsche al adoptar una postura etnológica hacia el el problema del conocimiento,
puede discernir cómo “circulan” las redes estratégicas de la verdad, esto es, qué poderes,
subordinaciones o legitimaciones se generan alrededor suyo. Se trata de la “economía
política” de la verdad, es decir la producción de discursos.24
22 MATURANA, Humberto, La objetividad un argumento para obligar, Ed. Dolmen, Santiago de Chile, 1997.
23 VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Nietszche y Derrida: De la voluntad de ilusión a la Mitología blanca” En Cuenta
y Razón del pensamiento actual (FUNDES) - Revista de la Fundación de Estudios Sociológicos de
MADRID. Nº 145 – 2007.
24 CANO, Germán, Nietzsche y la crítica de la modernidad, Editorial Biblioteca Nueva, S. L., Madrid, 2001, p.
307
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 18
1.- La idea de que la verdad, lo mismo que el mundo, está ahí afuera es legado de una
época en la cual se veía al mundo como la creación de un ser que tenía un lenguaje propio.
Si desistimos del intento de dar sentido a la idea de tal lenguaje no humano, no
incurriremos en la tentación de confundir la trivialidad de que el mundo puede hacer que
tengamos razón al creer que una proposición es verdadera, con la afinnación de que el
mundo, por su propia iniciativa, se descompone en trozos, con la forma de proposiciones,
llamados «hechos».
Cuando consideramos ejemplos de juegos del lenguaje alternativos --el léxico de la política
de la Atenas de la Antigüedad versus el de Jefferson, el léxico moral de san Pablo versus el
de Freud, la terminología de Newton versus la de Aristóteles, la lengua de Blake versus la
de Dryden-- , es difícil pensar que el mundo haga que uno de ellos sea mejor que el otro, o
que el mundo decida entre ellos. Cuando la noción de «descripción del mundo» se traslada
desde el nivel de las proposiciones reguladas por un criterio en el seno de un juego del
lenguaje, a los juegos del lenguaje como conjuntos, juegos entre los cuales no elegimos por
referencia a criterios, no puede darse ya un sentido claro a la idea de que el mundo decide
qué descripciones son verdaderas y cuáles son falsas. Resulta difícil pensar que el léxico
sea algo que está ya ahí afuera, en el mundo, a la espera de que lo descubramos. El
prestar atención (de la forma que lo hacen los cultivadores de la historia intelectual como
Thomas Kuhn y Quentin Skinner) a los léxicos en los que se formulan las proposiciones
antes que a las proposiciones consideradas individualmente, hace que caigamos en la
cuenta, por ejemplo, de que el hecho de que el léxico de Newton nos permita predecir el
mundo más fácilmente de lo que lo hace el de Aristóteles, no quiere decir que el mundo
hable newtonianamente.
2.- El mundo no habla. Sólo nosotros lo hacemos. El mundo, una vez que nos hemos
ajustado al programa de un lenguaje, puede hacer que sostengamos determinadas
creencias. Pero no puede proponernos un lenguaje para que nosotros lo hablemos. Sólo
otros seres humanos pueden hacerlo. No obstante, el hecho de advertir que el mundo no
nos dice cuáles son los juegos del lenguaje que debemos jugar, no debe llevarnos a afirmar
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 19
que es arbitraria la decisión acerca de cuál jugar, ni a decir que es la expresión de algo que
se halla en lo profundo de nosotros. La moraleja no es que los criterios objetivos para la
elección de un léxico deban ser reemplazados por criterios subjetivos, que haya que colocar
la voluntad o el sentimiento en el lugar de la razón. Es, más bien, que las nociones de
criterio y de elección (incluida la elección «arbitraria») dejan de tener sentido cuando se
trata del cambio de un juego del lenguaje a otro. Europa no decidió aceptar el lenguaje de la
poesía romántica, ni el de la política socialista, ni el de la mecánica galileana. Las
mutaciones de ese tipo no fueron un acto de la voluntad en mayor medida que el resultado
de una discusión. El caso fue, más bien, que Europa fue perdiendo poco a poco la
costumbre de emplear ciertas palabras y adquirió poco a poco la costumbre de emplear
otras. [CIS Rorty, pp. 26, Barcelona, 1991]
La tentación de buscar criterios es una especie de la tentación, más general, de pensar que
el mundo, o el ser humano, poseen una naturaleza intrínseca, una esencia. Es decir, es el
resultado de la tentación de privilegiar a uno de los muchos lenguajes en los que
habitualmente describimos el mundo, o nos describimos a nosotros mismos. Mientras
pensemos que existe alguna relación denominada «adecuación al mundo» o «expresión de
la naturaleza real del yo», que puedan poseer, o de las que puedan carecer, los léxicos
considerados como un todo, continuaremos la tradicional búsqueda filosófica de un criterio
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 20
que nos diga cuáles son los léxicos que tienen ese deseable rasgo. Pero si alguna vez
logramos reconciliarnos con la idea de que la realidad es, en su adecuada o
inadecuadamente por un léxico, es creado por el uso de un léxico, finalmente habremos
comprendido lo que había de verdad en la idea romántica de que la verdad es algo que se
hace más que algo que se encuentra. Lo que de verdadero tiene esa afirmación es,
precisamente, que los lenguajes son hechos, y no hallados, y que la verdad es una
propiedad de entidades língüísticas, de proposiciones.
− Las distintas acciones humanas quedan definidas por la emoción que las sustenta y
que todo lo que hacemos lo hacemos desde una emoción.
Ahora bien, aunque lo humano surge en la historia evolutiva que pertenecemos al surgir el
lenguaje, se constituye, de hecho, como tal en la conservación de un modo de vivir
particular en que el compartir alimentos, la colaboración de machos y hembras en la crianza
de los niños y el encuentro sensual individualizado recurrente, se dan en el entrelazamiento
del lenguajear y el emocionar que es el conversar. En otras palabras, todo quehacer
25 MATURANA, H. - BLOCH, S., Biología del Emocionar y Alba Emoting. Respiración y Emoción. Bailando juntos, Dolmen
Emociones, 1996, Santiago.
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 21
Así como el viento arrastra las nubes, una respiración específica produce una emoción
básica específica: alegría, tristeza, rabia, miedo, erotismo, ternura.
Ahora, el darse cuenta de que los seres humanos existimos como tales en el
entrecruzamiento de muchas conversaciones en muchos dominios operacionales distintos
que configuran muchos dominios de realidades diferentes, es particularmente significativo
porque nos permite recuperar lo emocional como un ámbito fundamental de lo humano.
Este punto es epistemológicamente relevante para evidenciar –desde una matriz biológica-
cultural disidente– “la fantasía de la cultura patriarcal a que pertenecemos en Occidente, y
que ahora parece expandirse por todos los ámbitos de la tierra, las emociones han sido
desvalorizadas en favor de la razón como si ésta pudiese existir con independencia o en
contraposición a ellas”.28
27 MATURANA, Humberto, Desde la Psicología a la Psicología, Cap. “Lenguaje y realidad; el origen de lo humano”, p. 96 –
106, Editorial Universitaria, Santiago, 2008. Conferencia organizada por la Sociedad DE Biología de Chile, 3 de
noviembre de 1988, Club de Providencia. Publicado originalmente en Arch. Biol. Med. Exp.,. No. 22, pp. 77-81, 1989.
28 MATURANA, Humberto, Desde la Psicología a la Psicología, Cap. “Lenguaje y realidad; el origen de lo
humano”, Editorial Universitaria, Santiago, 2008. p. 100
Maturana y Nietzsche Ontología de las explicaciones científicas 23
ANEXO:
BIBLIOGRAFÍA: