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CAPÍTULO III:

ACTO SEGUNDO: ESPIRITUALIDAD Y PRÁCTICAS LIBERADORAS


DESDE LA REALIDAD MIGRATORIA EN EL PERÚ

1. La migración en las Sagradas Escrituras: Elementos básicos para la espiritualidad

La historia de la humanidad es una historia de migraciones, de “gente en movimiento” de


“gente en camino” y que en ese camino va desarrollándose y asentándose en diferentes lugares, va
encontrándose con otras personas o naciones, con otras culturas. Generando todo tipo de relaciones
de amistad y enemistad, viviendo situaciones de amor y de violencia, de servicio y de poder, etc.
La vida humana en sí misma, es una vida en movimiento, lo que pone al ser humano, como un ser
en relación desde su misma naturaleza.

La Biblia no es ajena a esta historia, como fuente principal de la Revelación, también nos
da a conocer la condición migrante del ser humano, contiene asombrosas historias de
determinación y creatividad que aportan e iluminan la vida, hoy. La complejidad que se encuentra
en la Biblia respecto de la vida de sus testigos es suficiente para conectar con la complejidad de la
vida actual.

Desde el libro del Génesis hasta el Apocalipsis, la Biblia relata la historia del Pueblo de
Dios, la historia de la humanidad misma vista con los ojos de la fe en un Dios que ama
profundamente a su creación y que camina con ella, que se comunica constantemente hasta el
punto de hacer su propia “migración” junto con sus hijos e hijas amados/as. Dios se encarna en la
Historia humana para ponerse en movimiento junto con ella. Esta constatación es crucial en el
desarrollo de una espiritualidad liberadora que se fundamenta en la migración.

La propia constitución de Israel como pueblo está marcada por movimiento migratorios.
El hambre hace salir a los clanes de Canaán (Gen 42, 1-8) para buscar comida y seguridad, lo que
constituye un gran movimiento migratorio que los llevará a Egipto y más adelante a constituirse
como pueblo. Un segundo gran movimiento migratorio es la salida de Egipto; Dios libera a su
pueblo de la opresión de Egipto y le promete una tierra “buena y espaciosa” donde mana leche y
miel. El Pueblo aprende a ser pueblo en toda esta experiencia migratoria. El camino a la Tierra
prometida por Dios estará lleno de dolor, sufrimiento, pero sobre todo de mucha esperanza. A
pesar de que el pueblo de Israel se aparta de Dios en múltiples ocasiones la constancia de la
presencia liberadora y fiel de Dios con su pueblo es patente.

Por otro lado, es importante tener en cuenta el sufrimiento del pueblo de Israel e Egipto y
su consiguiente liberación y camino en el desierto en busca de la tierra prometida. La descripción
que se hace en el Antiguo Testamento de todo esto, contiene una rica reflexión teológica de lo que
esas situaciones generaron 1, todo lo que estas personas experimentaron es similar a lo que vive la
“gente en movimiento” hoy. A pesar de mantener la esperanza, sufrieron hambre, sed, desolación,
quisieron volver y deshacer el camino ya hecho. Se encontraron con situaciones peligrosas en el
camino, etc. La Biblia es un conjunto de testimonios de vidas vividas 2 y las historias que
encontramos en la Biblia iluminan la vivencia de hoy.

Son varios los términos encontrados en la Biblia para referirse a los forasteros 3 y cada uno
de ellos tiene un matiz diferente, esta constatación afirma que la realidad migratoria no es un
desafío solo de hoy, es una realidad que ha marcado la vida de los pueblos desde antaño.

Cada uno de los matices que tiene la palabra extranjero en el Antiguo Testamento podría
encontrar su contraparte en las situaciones que viven los extranjeros hoy en el lugar donde son
inmigrantes. Desde adjetivos que hablan de una influencia corruptora y amenazadora (nokri y zar)
hasta términos que hablan de extranjeros que deciden quedarse permanentemente en un lugar (ger)

1
Carrol, Daniel. La inmigración y la Biblia en Missio Dei Nro 19, 2010, p. 3
2
Arens, Eduardo. La Biblia sin mitos, p. 24
3
Los términos hebreos del Antiguo Testamento que son más relevantes para nuestro estudio son los dos nombres,
nekar y ger, y los dos adjetivos, nokri y zar. El hecho de que haya varios términos indica que Israel hacía distinciones
entre quienes llegaban de otros lugares. Nekar/nokri y zar se refieren a algo o algunas personas que no es de Israel. A
menudo tienen la connotación negativa de ser una influencia corruptora o amenazadora (nekar/nokri – Josué 24, 20;
1Reyes 11, 1-8; Esdras 9-10; Nehemías 13, 23-27; Salmo 144,7; y zar – Deuteronomio 32,16; Proverbios 22,14; Isaías
1, 7), aunque hay algunas excepciones (por ejemplo, nokri en Rut 2, 10 y 1 Reyes 8, 41,43). Los nekar/nokri estaban
excluidos de ciertos festivales (Éxodo 12,43) y no podían ser nombrados reyes (Deuteronomio 17,15). Tal vez estos
individuos no tenían planes de quedarse por un largo tiempo o no tenían interés en integrarse en la vida de Israel. Por
ejemplo, podían haber sido mercaderes, mercenarios o comerciantes.
El término más importante en el Antiguo Testamento es ger. Se repite 92 veces. Este nombre está relacionado con la
raíz verbal gûr, que significa “pasar a ser residente”. En consecuencias, el ger es una persona que ha venido para
establecerse por algún tiempo o permanentemente. Estas personas son consideradas “forasteras”. La ley del Antiguo
Testamento estipula una serie de regulaciones para aquellas personas que se han comprometido a ser parte de
regulaciones para aquellas personas que se han comprometido a ser parte de la comunidad de Israel. No hay manera
de saber si había procesos formales por los cuales serían aceptados como forasteros, o si su integración en la
comunidad era parte de un proceso natural que ocurría con el tiempo. Ruth es un maravilloso caso para estudio en
cuanto a esto. Carrol, Daniel. La inmigración y la Biblia en Missio Dei Nro 19, 2010, p. 3
dan cuenta de la compleja realidad migratoria de esa época. Las diversas regulaciones encontradas
en el Antiguo Testamento al respecto también dan luces de la forma en que se normaban las
relaciones con los extranjeros de aquel tiempo.

Los emigrantes junto con los huérfanos y las viudas constituyen lo que se conoce como la
trilogía del mundo de los marginados de Israel. El pueblo de Israel ha experimentado en su propia
carne la experiencia de migración, y las implicancias y consecuencias de esta en tierra extranjera
“No opriman a los extranjeros, pues ustedes ya saben lo que es ser extranjero. Lo fueron ustedes
en la tierra de Egipto” (Ex 23,9). Esta constante a no olvidar su condición de extranjeros es una
llamada de atención al pueblo frente al trato que le estaba dando a los extranjeros.

La situación de vulnerabilidad que vivían los extranjeros según el Antiguo Testamento se


debía al hecho de que estos no podían acceder al sistema local de tenencias de tierra porque esta
pasaba como herencia dentro de las familias, obviamente los extranjeros estaban excluidos,
considerando que la sociedad era agrícola, entonces quedaban a merced de otros para conseguir
sustento trabajo y protección. 4

Las diferentes legislaciones se ponen del lado del extranjero, dos de las razones son: la
primera y fundamental es que Dios simplemente ama al extranjero por encontrarse en situación de
vulnerabilidad; “hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al forastero, dándole pan y vestido”
(Dt 10, 18; Sal 146, 6-9) “Dejen de oprimir al extranjero, al huérfano y a la viuda” (Jer 7, 6; Zac
7, 10). Y la segunda razón que refuerza la anterior es el recuerdo histórico de que fueron
extranjeros en Egipto.

Si bien es cierto la legislación respecto de la protección del extranjero era clara, también
se les pedía a los extranjeros cierta disposición de asimilación para integrarse a la comunidad que
los recibía, aprender las leyes, recibir castigos, conversiones y rituales, etc.

Por otro lado, en el Nuevo Testamento son las palabras griegas xenos, paroikos y
parepidemos las que se utilizan para hacer mención del extranjero, aquel que viene de otra parte y

4
Cfr. Ibid p.11
parecen estar fuera de lugar o no tener ningún estatus. Xenos puede referirse a algo que es extraño
y no es bienvenido (Heb 13, 9; Hech 17,20) 5

El paradigmático texto de Mateo 25, hace referencia hasta cinco veces al término xenos, y
alude a la discusión en cuanto a inmigración había en el tiempo de Jesús. Él, como buen judío
observante de la ley, era crítico con algunas de las interpretaciones rabínicas que se había hecho y
que dejaban de lado el espíritu de la ley de Dios que regía al pueblo y que debía estar basado en el
amor. “Fui forastero y no me acogisteis” afirma la parábola como una crítica por parte de Jesús a
aquellos que han olvidado que Dios ama al forastero y dejan de lado la memoria histórica del
Pueblo de Israel y su condición de extranjeros en la Tierra de Egipto.

En esta investigación se quiere dejar constatación de que la complejidad del fenómeno


migratorio ha acompañado a la historia de la humanidad. En ese sentido hablar de la espiritualidad
de la liberación desde la realidad del extranjero en las Sagradas Escrituras es lo central. Algunos
elementos importantes se deben subrayar como:

a) La identidad del pueblo de Israel como nación de inmigrantes, desde su propia


formación como pueblo. Esta constatación nos da espacio para reflexionar respecto de
la identidad cristiana hoy.
b) La naturaleza del Dios de los hebreos, que, a diferencia de los dioses sedentarios de
Mesopotamia, Egipto y Canaán, es un Dios itinerantes que camina con su Pueblo, y
por lo tanto no está ligado ni a santuarios y tampoco conoce fronteras. (Ex 13, 21-22).
La espiritualidad liberadora es un caminar según el espíritu de Jesús, que es el Espíritu
de Dios, la constatación del Dios con nosotros, del Dios que camina con su pueblo es
importante en lo que respecta a la espiritualidad liberadora, puesto que tiene
consecuencias cruciales en lo que a seguimiento se refiere.
c) La práctica de la hospitalidad tan característica de los pueblos nómadas. La acogida de
Abraham a los tres visitantes (Gen 18, 1 ss) se convierte en paradigma de hospitalidad
para judíos y cristianos (Hb. 13,2). Esta hospitalidad va a ser “reglamentada” a través
del reino de Dios. Elemento importante que se plantea desde las migraciones para la
espiritualidad liberadora, que, en conjunción con la gratuidad, como elemento básico

5
Ibid, p. 4
de la espiritualidad de la liberación, exige una conversión personal tanto de parte del
huésped como de la persona acogida o forastero.
d) La legislación en referencia a los extranjeros en el Antiguo Testamento, que se centra
en el Dios amor y la memoria histórica de la condición de migrantes.
e) El olvido del espíritu de la ley por parte del Pueblo de Israel que luego es criticado por
Jesús en el Nuevo Testamento, situación que hoy también es un desafío para los
cristianos.
f) En el Nuevo Testamento el enfrentamiento de Jesús a las autoridades judías también
en lo que respecta al trato que se le daba al extranjero, ilumina la necesidad de denuncia
actual, respecto de las condiciones de los inmigrantes.

2. El migrante como sujeto agente reveladores del Reino de Dios

El Reino de Dios es el núcleo central del mensaje de Jesús, por ende, caminar según el
Espíritu de Jesús significa anunciar el reino de Dios.

El anuncio del Reino de Dios trae consigo la exigencia de la conversión, el evangelio insiste
“El tiempo se ha cumplido, el reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en la buena nueva”
(Mc 1, 14-20). El anuncio del reino de Dios se hace en un tiempo propicio. Es evidente que el
desafío de las migraciones en el Perú ha generado un tiempo propicio, un signo de los tiempos
para los peruanos. Es necesario que los creyentes seamos conscientes de que este tiempo
cualitativo es una oportunidad para que podamos acoger y construir el reino de Dios entre nosotros.

Los migrantes que llegan a nuestro país traen y son ellos mismos una buena noticia. El
reconocimiento de esta realidad nos recuera que Dios ha creado la Tierra para que todos vivamos
en armonía y podamos disfrutar de ella. La Tierra prometida por Dios para su pueblo es una tierra
buena y espaciosa, una “tierra que mana leche y miel” (Ex 3,8). Cada inmigrante que llega al Perú
es un recuerdo de que Dios sigue caminando con su pueblo, con aquellos que hacen su voluntad y
lo siguen y al mismo tiempo es una denuncia a las injusticias que viven las personas, que se ven
obligadas a salir de su hogar para buscar mejores condiciones de vida.
Este anuncio exige una conversión que significa un cambio de comportamiento, un enfoque
diferente de vida, el inicio del seguimiento de Jesús. 6 Es decir toda espiritualidad está marcada por
la conversión tanto personal como social, como dice Gutiérrez la conversión es el punto de partida
de todo camino espiritual, la condición para entrar al Reino y supone emprender una nueva senda,
sin ella el rompimiento carecería de horizonte y en definitiva de sentido. 7

La conversión puede ser comprendida teológicamente desde la migración, es la conversión


del pecado. El pecado es visto como una ruptura de relaciones entre el ser humano y otros seres
humanos, el ser humano y la creación y el ser humano y Dios. Esa ruptura puede ser vista como
una partida lejos del amor misericordioso de Dios, como Adan y Eva, salimos por el pecado del
Jardín del Eden, (Gen 2)nos alejamos de la promesa de una vida en Dios. Como el hijo pródigo
que parte de su casa hacia un país lejano y luego hace el camino de regreso a casa.

A pesar de todo Dios siempre está presente acompañando a su Pueblo en el camino hacia
la Tierra Prometida. Así como está esperando constante y fielmente el retorno de sus Hijos. Dios
es misericordioso y leal, siempre fiel. En ese sentido la conversión es ponerse en movimiento de
regreso hacia la misericordia divina, hacia la casa del Padre/Madre, hacia los brazos de Dios.

El doloroso camino que emprenden las personas que migran de su país para buscar una
mejor calidad de vida es el parangón para comprender que todo camino que busca la liberación es
complejo, con muchas dificultades, pero también con gozos y esperanzas.

En sentido análogo, así como los migrantes emprenden un camino en busca de liberación
de la opresión de las estructuras sociales, económicas o políticas, los creyentes tenemos que
“migrar”, iniciar un camino de conversión hacia el Reino de Dios y acogerlo o construirlo en cada
paso que damos. La voluntad de conversión personal debe llevar a un análisis concreto de la
realidad, hasta percibir la realidad de injusticia en que viven muchos de nuestros hermanos/as
venezolanas/os en el Perú, indignarnos frente a ella y solidarizarnos de manera eficaz.

6
Gutiérrez, Gustavo, El Dios de la vida. p. 232
7
Op cit. Beber en su propio pozo. p.144
La migración externa toca nuestros corazones, debe ser reflejo de nuestra propia migración,
la conversión que exige un cambio de camino hacia la tierra desconocida del otro vulnerable vista
como la Tierra prometida, el otro, donde podemos encontrar a Dios.

Hoy por hoy esa mirada exige que se derriben muros, en lugar de construirlos. La
espiritualidad liberadora implica conversión de las estructuras, y también conversión personal. La
conversión de las estructuras sociales, económicas y políticas debe venir acompañada de un nuevo
modelo de desarrollo que garantice el cuidado de lo que es débil 8 y, por ende, debe hacer caer los
muros que nos dividen y que excluyen dejando por fuera de la sociedad a lo más pobres y
vulnerables.

La espiritualidad liberadora implica también conversión personal, debemos tomar


consciencia de los muros que hemos construido en nuestros imaginarios para no dejarnos afectar
por la vida de los más vulnerables, muros que construimos para no aceptar a los que son diferentes,
muros que no nos dejan ver a los inmigrantes como nuestros hermanos.

Desde esta perspectiva es que los migrantes son reveladores del reino de Dios. En primer
lugar, porque son la memoria constante de nuestra identidad de ser cristianos que debemos
anunciar el reino de Dios, siempre en salida, siempre en movimiento. En segundo lugar, porque
son sujetos agentes de su propio destino, han tomado su vida en sus manos, se han visto obligados
a salir de su hogar, a iniciar un camino a pesar del sufrimiento y los peligros a los que saben
deberán hacer frente, marcado por la esperanza de un futuro mejor haciendo de su vida tanto una
denuncia como un anuncio.

Una denuncia, porque exige que los creyentes abramos los ojos a la realidad. Exige que
seamos críticos frente a las situaciones de injusticia en todo el mundo y en el caso del Perú, que
seamos críticos de la realidad que se vive en Venezuela. La migración de hermanas/os
venezolanas/os es una denuncia a la estructura económica y política que oprime, que obliga a sus
nacionales a salir de su país. Y un anuncio porque nos da la oportunidad de confraternizar con

8
Laudato Si
aquellos que viven en situación de sufrimiento y exigen ser tratados y respetados con dignidad y
por ende una oportunidad de acercarnos al Dios de la Vida que los acompaña en su camino.

En otras palabras, “Si, por un lado, los sufrimientos que acompañan las migraciones son -
de hecho - la expresión de los dolores de parto de una nueva humanidad, por el otro, las
desigualdades y los desequilibrios, de los que ellas son consecuencia y manifestación, muestran la
laceración introducida en la familia humana por el pecado y constituyen, por tanto, un doloroso
llamamiento a la verdadera fraternidad.” 9

Es por el sufrimiento del migrante que se nos llama a la fraternidad. En ese sentido, las
migraciones deben ser vistas no sólo como un desafío que interpela las injusticias que está
produciendo el actual sistema, sino también como una oportunidad para estrechar lazos de
fraternidad y hacer brillar la primacía de la persona humana y su dignidad.

Ahora bien, la agencia del migrante también tiene relación con el aporte que se hace a la
generación de nueva cultura. El migrante tiene la posibilidad de interpretar el mundo y acercarse
a él desde una doble visión; esta se refiere a que el migrante vive e interpreta la realidad desde la
perspectiva de su contexto de origen y también encarnado en el nuevo contexto de residencia. Pasa
sobre todo con las personas migrantes de la segunda generación. El lenguaje es un buen ejemplo,
desde la migración china o japonesa podemos encontrar nuevas síntesis de la cultura que han
aportado a la diversidad en los llamado productos culturales, sobre todo en lo que se refiere a
comida, folclore, el mismo lenguaje, diferentes cosmovisiones, etc.

Desde la realidad de los venezolanos y venezolanas que viven en el Perú, esta síntesis
recién se está produciendo. A pesar de la aporofobia creciente en los últimos años, especialmente
desde el 2019 se nota el desenvolvimiento del migrantes venezolano en el Perú. Ellos han aportado
de manera significativa al desarrollo cultural en el país.

Las iniciativas en las que han participado dan cuenta del aporte. La limpieza de las playas
del litoral peruano, el desarrollo de ollas comunes, donde también participan venezolanos y
venezolanas. La generación de instituciones de apoyo a mujeres violentadas, espacios de

9
Pontifico Consejo para la Pastoral de los emigrantes e itinerantes. Erga Migrantes Caritas Christia nro 12, 2004
emprendimiento. Todo esto da cuenta de la agencia del migrante para buscar una mejor calidad de
vida para ellos y para sus hijos/as, y al mismo tiempo su disposición de integrarse en la sociedad
que los acoge.

Lusiana, Rossy o Marizeth 10 han luchado hasta iniciar sus propios negocios en el Perú, si
bien es cierto, esto aumenta el desempleo informal, da cuenta de la posibilidad que presentan los
inmigrantes extranjeros en el Perú de aportar a la misma economía, y a la integración social de
maneras creativas.

Por otro lado, desde una mirada más crítica, la presencia de los inmigrantes venezolanos
ha despertado una creciente conciencia respecto de la xenofobia que hay en el país, y también
hacia la discriminación e indiferencia con los connacionales que han migrado del campo a la
ciudad. Su sola presencia ayuda a visibilizar la necesidad de gestionar la diversidad en el país de
manera más justa, en la que no se discrimine a los más vulnerables. Se hace necesaria justicia
cultural y no solo justicia distributiva.

Adela Cortina en su libro Aporofobia hace mención que en las sociedades donde se
producen migraciones, más que xenofobia es aporofobia lo que se experimenta, en ese sentido se
puede afirmar que la sociedad peruana es aporófoba no solo por el rechazo que se ha producido a
los inmigrantes venezolanos, sino y especialmente por el rechazo que se produce hacia los
desplazados internos que llegan de las zonas rurales a todas las capitales de ciudad del Perú. La
discriminación y muchas otras fobias tienen como base a la aporofobia afirma Adela Cortina.

En este punto se hace necesario señalar que muchas de las reacciones negativas en contra
de la inmigración venezolana tienen como fundamento la aporofobia. Ahora bien, si ello le
sumamos la creciente criminalización de la migración por parte de los medios de comunicación y
del estado, se completa la ecuación del rechazo a los inmigrantes venezolanos.

La presencia de los inmigrantes venezolanos en el Perú revela con fuerza profética la


presencia de Dios entre nosotros, un Dios que camina con su pueblo, un Dios que se revela en los
más vulnerables, un Dios que busca la justicia, un Dios que reina en su pueblo en la medida en que

10
Entrevistas revisadas en podcast “Llegamos juntas”
se respeta la dignidad de todos sus hijos e hijas amadas, que se hace justicia, se busca la paz, el
diálogo, la tolerancia.

3. Identidad cristiana desde la mirada del migrante

La identidad cristiana nos remite inmediatamente a la espiritualidad. En ese sentido la


espiritualidad liberadora también debe ser una espiritualidad en camino, el papa Francisco insiste
en que los cristianos deben estar siempre “en salida” hacia las periferias geográficas y
existenciales.

La identidad de la Iglesia está relacionada intrínsecamente con su misión. Y la misión de


la Iglesia es estar en salida, hacia las periferias geográficas y existenciales. En el mismo sentido,
la reflexión respecto a la migración alimenta la consideración respecto de la identidad cristiana.

La realidad de la migración evidencia una característica elemental en la identidad cristiana,


la desinstalación, el no acomodamiento. Los cristianos o salimos de nosotros mismos o no somos
cristianos. La llamada de Dios a Abraham para que salga de su casa al país que Él le va a mostrar
es una llamada de vocación. La promesa de una gran descendencia, de un pueblo es una promesa
relacionada con la puesta en camino de Abraham hacia el país que le va a mostrar Dios.

En este sentido, Dios marca el camino del creyente, y lo acompaña en el mismo. Por eso la
espiritualidad es un elemento importante en la identidad del creyente. Si la fe se fundamente en un
“Dios migrante” que se ha encarnado en la historia humana saliendo de sí mismo para peregrinar
con el ser humano en el mundo, entonces sus hijos e hijas amadas tenemos la misma condición.

La vulnerabilidad también es parte constitutiva de la identidad cristiana. La vulnerabilidad


de los migrantes nos recuerda nuestra propia vulnerabilidad. El Dios migrante se ha hecho humano,
vulnerable. Hay que reconocer que el Dios en el que se cree es un Dios vulnerable, que se ha
anonadado para acercarnos a Él, porque la naturaleza humana es una naturaleza inacabada y
vulnerable, siempre en progreso, siempre haciéndose. La kénosis de Dios, entendida como una
“migración” para peregrinar con su pueblo en su historia es fundamento de la identidad del
creyente.
4. Vulnerabilidad de los migrantes, condición divina.

Todos somos vulnerables. La vulnerabilidad es parte de la condición humana. La


asociación que se hace de la vulnerabilidad a ciertas etapas concretas de la vida, como la infancia
o la ancianidad, o también a ciertas situaciones vitales como la enfermedad, el sufrimiento, el
sentirnos expuestos, da cuenta de esta condición humana, aunque parezca estar más relacionada a
un estado circunstancial de esta.

Esta connotación negativa que se tiene de la vulnerabilidad se relaciona con la situación


que experimentan los migrantes, cuando se ven obligados a salir de su casa, dejar su seguridad,
porque están sufriendo los embates de una realidad injusta y tienen que buscar una mejor calidad
de vida o mayor seguridad. Los migrantes viven en un estado constante de vulnerabilidad, en esta
connotación negativa que se le da al término. Son vulnerables por las circunstancias que atraviesan.

Sin embargo, la vulnerabilidad no solo tiene una connotación negativa, también se


evidencia la vulnerabilidad humana cuando se ama o se aprende cosas nuevas, cuando se expone
la intimidad o al comenzar algo distinto, ese sentirse desnudo, observado, que no puedes
controlarlo todo, etc. también son expresiones de la vulnerabilidad. Todas estas situaciones que,
según Nussbaum, haciendo referencia a Aristóteles considera parte del florecimiento humano.

En ese sentido vale afirmar que:

Por vulnerabilidad no hay que entender solamente la realidad sufriente del ser humano. No es que
el homo vulnerabilis no sea homo dolens. La enfermedad, la muerte, la angustia de poder enfermar
o morir forman parte de nuestra cotidianidad. Pero también lo son la solidaridad, la
corresponsabilidad o la alegría de vivir en comunidad. ¿Por qué entonces cuando hablamos de
vulnerabilidad solemos asociarla con experiencias negativas o no constructivas? 11

Cuando se relaciona con el amor, la autenticidad, la entrega se comprende a la


vulnerabilidad con un matiz positivo. El temor de sentirse vulnerable deja de lado la posibilidad
de sentirse auténticamente libre, en esa perspectiva, cuando se recibe la vulnerabilidad con respeto,

11
Miguel Seguró, Vulnerabildiad, p. 7
ternura, delicadeza, se puede experimentar la vulnerabilidad no solo como carencia, sino también
como la posibilidad y condición de ser amado, amable.

La vulnerabilidad como condición humana ha sido poco incorporada en nuestra sociedad


moderna, especialmente por el sentido negativo que se le confiere. En una sociedad donde el
control de la naturaleza, de las personas se hace necesario, la condición de vulnerabilidad del ser
humano es negada de raíz, y en ese sentido negamos nuestra propia naturaleza relacional.

Cuando se revela en la enfermedad y el sufrimiento, la vulnerabilidad alude


inmediatamente a la dimensión ética del cuidado y la responsabilidad ante el otro. En ese sentido
se presenta no solo como condición, sino también como posibilidad. El ser vulnerable es ser
permeable, es dejarse afectar por el otro, lo que lleva no solo a poder ser herido, sino también a
hacerse responsable por la otra persona, su reconocimiento es una realidad humanizante.

Sin embargo, “este reconocimiento de la vulnerabilidad como posibilidad humanizante no


es tan simple. La vulnerabilidad ajena puede generar sentimientos tan contradictorios como el
desprecio y la compasión, el cuidado y la violencia. La propia puede causar temor, vergüenza y
variados mecanismos de defensa.” 12

La condición de los migrantes es una condición de vulnerabilidad, entendida como


sufrimiento tanto físico, anímico, desde su misma expresión etimológica, se entiende al ser
vulnerable como ser herido. 13 Pero también los migrantes tienen la condición de vulnerables en
sentido de ser afectados. Vulnerabilidad es afectabilidad. Afectamos y nos afectan, los migrantes
tiene tanto la condición de heridos, pero sus heridas están abiertas, porque también tienen la
posibilidad de ser heridos, a la vez, que cargan con la necesidad de ser amados.

La vulnerabilidad es una forma entis, un ser y un estar constitutivo de todas y cada una de
nuestras experiencias y por eso es la imagen genérica del conjunto de la realidad humana. Una

12
Carolina Montero, Vulnerabilidad, reconocimiento y reparación. Praxis cristiana y plenitud humana. Libro
electrónico, ubicación 458.
13
Vulnerabilidad proviene de vulnus, una palabra latina que traducimos por “herida”. Para los antiguos, las heridas
guardaban relación directa con la corporalidad, de modo que ser herido significaba ser lastimado físicamente. De ahí
que sus dioses, de carne y hueso, estuvieran asimismo expuestos a la vulnerabilidad. Paulatinamente, el significado
de herida se ensanchó y pasó a incluir también el sufrimiento anímico, y padecimiento de vida o mal de amores
comenzaron a ser referidos como vulnera vitae o vulnera amoris en Miguel Seguró, Vulnerabilidad, p.7
imagen que da pie a nuestro universo simbólico, siendo ella misma, la “vulnerabilidad”, un
símbolo y un concepto. 14

Todo lo mencionado tiene como fundamento la migración de Dios, que se ha hecho


vulnerable como los seres humanos, para que podamos afectarnos con él, se ha dejado afectar por
nosotros, para entrar en comunicación directa con el ser humano en ese círculo imperfecto de
afectación, donde no solo podemos ser heridos, sino también amados.

Dios se ha dejado herir por la humanidad, para acompañarla en ese tránsito de ser
vulnerable. Para dejarnos claro que nos acompaña incluso en nuestras heridas y que quiere sanarlas
con su amor infinito. De esta manera, al vaciarse Dios de sí mismo, hacerse vulnerable deja espacio
para que el ser humano encuentre su espacio acogedor, por ende, la exigencia para los seres
humanos es dejar un espacio en nuestra vida, dejarse afectar por la vida de los otros, que se
reconozcan vulnerables para poder tener una adecuada actitud de hospitalidad. El fundamento de
esta realidad es la propia encarnación de Dios. Alberto Ares lo afirma con claridad:

El fragmento del nacimiento de Jesús nos presenta a un Dios que se encarna en una realidad muy
concreta. Belén, una pequeña aldea, lejos de la capital del Imperio y dentro de un pueblo sometido.
Dios no se apoya en ningún privilegio humano, ni se ahorra dificultades. Dios nace en un pesebre,
sin hogar y a la intemperie, lejos de la tierra donde vivía su familia. Jesús se convierte en un
refugiado cuando su familia sufre persecución política y tiene que huir a Egipto (Mt 2, 13-15). La
Biblia no nos lo dice, pero no hay certeza de que la Sagrada Familia tuviera los documentos en
regla para viajar y cruzar la frontera de Egipto. Jesús nace fruto de un acto de hostilidad, nadie les
abre la puerta de su casa, ni siquiera en la posada. Nace fuera de la ciudad, en una cuadra. Aquellos
que dan la bienvenida a Jesús, que le ofrecen hospitalidad, son unos pastores, gente muy sencilla.
La buena noticia, la salvación, es revelada a unos pastores. Ellos han sido los primeros evangelistas
de la historia. “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas
cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido
bien” (Mt 11, 25). Decía Ignacio de Loyola que “la amistad con los pobres nos hace amigos de
Dios” (Carta a los jesuitas del colegio de Padua, 1547). Es desde esa clave donde la práctica de la
hospitalidad con los más vulnerables es buena noticia, y nos acerca a Dios. 15

14
Ibid, p. 8
15
Alberto Ares, Xenía 3.0: recreando la hospitalidad en un mundo diverso. Veritas N° 45 Abril 2020, p. 23
En este párrafo se puede notar con precisión la relación intrínseca que hay entre
hospitalidad y vulnerabilidad, la cual se desarrolla en profundidad líneas más adelante. Es
importante anotar que la vulnerabilidad del Dios encarnado abre posibilidades para releer la
migración en clave de hospitalidad.

5. Diálogo, tolerancia y acogida de la diversidad.

Una de las propuestas que en las que el Papa Francisco ha insistido en su pontificado es el
diálogo, en la encíclica Fratelli Tutti que tiene como tema central la amistad social y el llamado a
la fraternidad afirma que “entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una
opción posible: el diálogo” (FT 199). Este punto es importante en lo que respecta a la integración
de las sociedades y a la tolerancia positiva de la diversidad.

El respeto por el otro, diferente, el aporte que hace al debate público también es importante
en cuanto al tema de migraciones. Ciertamente los inmigrantes extranjeros no se encuentran en la
misma condición que los connacionales en lo que respecta a la política partidaria, sin embargo, su
aporte dentro del debate público, siendo parte de la nación de acogida es importante, quizás no
pueden votar y elegir autoridades, pero si pueden aportar el diálogo desde su doble perspectiva, la
experiencia que han vivido en su sociedad de origen puede enriquecer el diálogo en la sociedad
que los acoge, como dice el Papa Francisco; “El auténtico diálogo social supone la capacidad de
respetar el punto de vista del otro aceptando la posibilidad de que encierre algunas convicciones o
intereses legítimos. Desde su identidad, el otro tiene algo que aportar, y es deseable que profundice
y exponga su propia posición para que el debate público sea más completo todavía”. (FT 203)

Para la integración de los inmigrantes en una sociedad diversa, el diálogo es el camino más
adecuado para alcanzar un consenso respecto a lo que siempre debe ser afirmado y respetado, que
es mucho más que un consenso circunstancial. En ese sentido a pesar de las diferencias entre las
culturas que integran nuestra sociedad, los valores que pueden ser universales son compartidas por
todas las personas, la defensa de la dignidad humana, la búsqueda del bien común, la solidaridad,
la justicia, son valores que todas las sociedades necesitan y respetan para vivir dignamente y de
manera armoniosa.

Si hay que respetar en toda situación la dignidad ajena, es porque nosotros no inventamos
o suponemos la dignidad de los demás, sino porque hay efectivamente en ellos un valor que supera
las cosas materiales y las circunstancias, y que exige que se les trate de otra manera. Que todo ser
humano posee una dignidad inalienable es una verdad que responde a la naturaleza humana más
allá de cualquier cambio cultural (FT 213)

“La vida es el arte del encuentro, aunque haya tanto desencuentro por la vida” dice la
canción de Vinicius de Morales, Samba de la bendición. La invitación del papa Francisco a la
cultura del encuentro, como el mismo afirma es un estilo de vida tendiente a conformar ese
poliedro que tiene muchas facetas, muchísimos lados, pero todos formando una unidad cargada de
matices, ya que “el todo es superior a la parte” (FT 215). En ese sentido la presencia de los
inmigrantes permite que el poliedro se haga realidad, sin embargo, se necesita de respeto por la
dignidad, tolerancia y diálogo para que esta imagen no se rompa.

El poliedro representa una sociedad donde las diferencias conviven complementándose,


enriqueciéndose e iluminándose recíprocamente, aunque esto implique discusiones y
prevenciones. Porque de todos se puede aprender algo, nadie es inservible, nadie es prescindible.
Esto implica incluir a las periferias. Quien está en ellas tiene otro punto de vista, ve aspectos de la
realidad que no se reconocen desde los centros de poder donde se toman las decisiones más
definitorias. (FT 215)

Esto implica el hábito de reconocer al otro el derecho de ser él mismo y de ser diferente.
Muchas veces las críticas que se han hecho a los migrantes radican en que se piensa que no tienen
voluntad para adaptarse a la sociedad a la que llegan, si bien es cierto, es necesario que ellos
respetan la cultura en la cual se encuentran, también es importante que se respete su derecho de
ser ellos mismos, e ir forjando con ello una nueva cultura.

A partir de ese reconocimiento hecho cultura se vuelve posible la gestación de un pacto


social. Sin ese reconocimiento surgen maneras sutiles de buscar que el otro pierda todo significado,
que se vuelva irrelevante, que no se le reconozca algún valor en la sociedad. (FT 218). Los
inmigrantes venezolanos tienen derecho a expresarse en nuestra sociedad, todos los productos
culturales que pueden aportar tienen su valía en la medida que se respeta su dignidad. Es necesario,
que se genere una cultura del respeto por la dignidad de los diferentes.

Los cristianos deben enfrentarse a todos aquellos actos de violencia que se basan en el
desprecio por la diferencia, sobre todo cuando sus reclamos perjudican de algún modo los propios
intereses (FT 218)

El Papa Francisco invita a un pacto cultural que supone renunciar a entender la identidad
de una manera monolítica, y exige respetar la diversidad ofreciéndole caminos de promoción y de
integración social (FT 220)

Este pacto también implica aceptar la posibilidad de ceder algo por el bien común. Ninguno
podría tener toda la verdad ni satisfacer la totalidad de sus deseos, porque esa pretensión llevaría
a querer destruir al otro negándole sus derechos. La búsqueda de una falsa tolerancia tiene que
ceder paso al realismo dialogante, de quien cree que debe ser fiel a sus principios, pero
reconociendo que el otro también tiene el derecho de tratar de ser fiel a los suyos. (FT 221)

Francisco también nos llama a recuperar la amabilidad como una cualidad que la sociedad
necesita de las personas hoy, haciendo referencia al fruto del espíritu mencionado por Pablo en la
carta a los Gálatas: jrestótes, que hace referencia a un estado de ánimo que no es áspero, rudo,
duro, sino afable, suave, que sostiene y conforta. La persona que tiene esta cualidad afirma el Papa,
ayuda a los demás a que su existencia sea más soportable, sobre todo cuando cargan con el peso
de sus problemas, urgencias y angustias. (FT 223)

El cultivo de la amabilidad no es un detalle menor ni una actitud superficial o burguesa.


Puesto que supone valoración y respeto, cuando se hace cultura en una sociedad transfigura
profundamente el estilo de vida, las relaciones sociales, el modo de debatir y de confrontar ideas.
Facilita la búsqueda de consensos y abre caminos donde la exasperación destruye los puentes. (FT
224)

6. De la hostilidad a la Hospitalidad
Se ha visto la cantidad de acciones aporófobas que se tiene en contra de los migrantes
venezolanos/as. Vivimos en un mundo que ve y trata al diferente como su enemigo. La violencia
sutil que se produce en el encuentro con lo diferente no deja espacio a la hospitalidad. Sin duda el
éxodo de los inmigrantes económicos y de los refugiados políticos es uno de los mayores desafíos
a los que nos enfrentamos en nuestro mundo globalizado. 16

Frente a esta situación, la propuesta que se hace de ejercer la virtud, el deber y el derecho
de hospitalidad que tan desarrollado está en el mundo antiguo es un llamado del cristiano hoy.

El término hospitalidad 17, como es sabido, recoge el contenido del vocablo griego
“filoxenía”, amor o afecto a los extraños, y tiene su origen en el latín “hospitare”, que significa
“recibir como invitado”. Se trata de una actitud amable por parte del que acoge y da cobijo a
extranjeros y visitantes. 18 Como elemento de una espiritualidad liberadora es importante tener en
cuenta la hospitalidad para la integración de venezolanos/as en el Perú.

Es interesante como se ha perdido en la relación humana esta virtud que según comenta
Adela Cortina era lo socialmente aceptado como obvio.

La hospitalidad doméstica, la disposición a acoger al extranjero en la propia casa, fue una virtud
cotidiana en el mundo antiguo, tanto en Oriente como en Occidente. Una virtud que no precisaba
justificación: la acogida al extranjero y al necesitado de ayuda era un signo de civilidad o, en su
caso, de religiosidad; lo cierto es que resultaba cuestionable. Era el rechazo del extranjero
necesitado de ayuda el que requería una justificación, porque la actitud de acogida era la
socialmente aceptada como obvia. 19

Hoy por hoy, nos cuestionamos cuando las personas aceptan en su casa inmigrantes
extranjeros, o cuando alguien es capaz de dar cobijo o apoyo a aquellos que llegan de lejos, aun

16
Adela Cortina, Aporofobia, el rechazo al pobre. p. 150
17
La hospitalidad es casi tan antigua como la humanidad. Una de las primeras palabras en torno a la hospitalidad
que aparece en papiros de la Grecia clásica es “xenía”. Significaba un contrato de hospitalidad que hacían los reyes.
Los contratantes escribían sus nombres en unas tablillas, luego las rompían por la mitad y cada uno guardaba una
parte. El portador de esta tablilla podía reclamar la hospitalidad en cualquier momento. Pronto esta práctica llegó a
las ciudades. La xenía, en el ámbito privado designaba a los regalos ofrecidos por los invitados al final de una
comida ritual, con la cual renovaban la amistad y la hospitalidad (Stählin, 1967) en Alberto Ares, Xenía 3.0:
recreando la hospitalidad en un mundo diverso. Veritas N° 45 Abril 2020, p.19
18
Adela Cortina, Aporofobia, el rechazo al pobre. p. 150
19
Adela Cortina, Aporofobia, el rechazo al pobre. p. 150
sin conocerlo. Sin embargo, un seguidor de Jesús no debería dudar de hacerlo como dice el célebre
texto de la carta a los hebreos en el nuevo Testamento “Que el amor fraterno perdure. No os
olvidéis de la hospitalidad: gracias a ella hospedaron algunos, sin saberlo, a ángeles” (Hb 13, 1-2).

Los inmigrantes venezolanos son “ángeles” 20 dice el texto bíblico, podemos entenderlo con
un mensaje que nos envía Dios, un mensaje de fraternidad y necesidad de justicia en el mundo. Un
mensaje que además en hospitalidad se convierte en buena noticia. Un mensaje que nos invita al
reconocimiento de nuestra vulnerabilidad, como apertura para amar y ser amados.

A lo largo del Antiguo Testamento, Yahvé repite hasta la saciedad a los israelitas el deber
de practicar la hospitalidad, recordándoles que también ellos fueron extranjeros en la tierra de
Egipto. Y el NT aprecia la hospitalidad como una de las actitudes que el Hijo del Hombre tendrá
en cuenta para la salvación: “Era extranjero y me acogisteis”. El extranjero es sagrado, y acogerle
es la respuesta que se debe dar.

Es interesante como en el Antiguo Testamento se ve la hospitalidad como algo que trae


bendición, mientras que la xenofobia trae maldición y desarraigo. Al respecto Ares recuerda que
“la xenofilia, la práctica de la hospitalidad es fuente de bendición, obrándose el milagro del
nacimiento de una nueva vida ―Abraham y Sara―, mientras que la xenofobia acarrea la
maldición y la muerte ―Sodoma y Gomorra― (Rivera-Pagán, 2013: 31-51)”. 21

En todos estos casos, la hospitalidad aparece como una virtud personal, pero también como
un deber a cuyo cumplimiento obliga el hecho de percibir la necesidad del extranjero y el
necesitado, su vulnerabilidad. Se trata de responder ante su desvalimiento, y no cabe respuesta
humana que no sea la acogida. 22

Ahora bien, se ha realizado algunas críticas respecto a la teología que se realiza desde la
hospitalidad.

20
Recordar que ángel en griego significa mensaje.
21
Alberto Ares, Xenía 3.0: recreando la hospitalidad en un mundo diverso. Veritas N° 45 Abril 2020, p. 23
22
Adela Cortina, Aporofobia, el rechazo al pobre. p. 153
Un aspecto positivo de este acercamiento radica en sus esfuerzos para sensibilizar la sociedad,
propagar actitudes y prácticas de solidaridad con los migrantes y desarrollar una espiritualidad de
la hospitalidad, de lo inclusivo y de la comunión… un límite en este tipo de acercamiento teológico
es constatable en el papel pasivo del migrante o extranjero, reducido al rol de “huésped” a expensas
del “anfitrión”. Esta teología considera al migrante como un inmigrante, como un recién llegado y
necesitado permanente de amparo del anfitrión. La teología de la hospitalidad no reflexiona sobre
la superación de esta relación asimétrica de poder, porque no cuestiona cuándo el inmigrante o la
inmigrante deja de ser huésped; y tampoco propone qué debe hacer el huésped para acceder a su
propio hogar material, emocional y simbólico en la nueva sociedad. 23

Un acercamiento a la superación de esta asimetría en las relaciones que se puede dar desde
la teología de la hospitalidad se da desde el reconocimiento de la vulnerabilidad como elemento
constitutivo de la espiritualidad liberadora.

Será verdaderamente liberadora en la medida que se toma conciencia de que aquel al que
se va a acoger también tiene algo que ofrecer, el reconocimiento de la dignidad lo hace valioso a
mis ojos, la vida siempre tiene algo que ofrecer, porque es un regalo per se. Porque el migrante
que llega, no solo es un inmigrante, es persona, igual que el que acoge. Una persona vulnerable y
frágil, no solo llega con sus problemas y angustias, también viene con sus dones, sus capacidades
lo que confirma que todos somos frágiles, pero en el amor también somos fuertes.

Es así como la espiritualidad de la liberación entiende la hospitalidad no desde una


perspectiva asimétrica, sino en simetría total, porque se hace un espacio para que la persona se
pueda desarrollar plenamente, si es que cada uno reconoce su condición vulnerable y su condición
migrante.

La hospitalidad es una actitud que moviliza a las personas a buscar el bien común 24, una
práctica contracultural, mientras la sociedad de hoy nos impulsa a pensar solo en nosotros, la
práctica de la hospitalidad nos invita a salir de nosotros mismos, dejando el espacio cálido y
acogedor para que “el Dios vulnerable” habite en nosotros y de esta manera aquel a quien

23
Jorge Castillo, Teología de la migración: movilidad humana y transformaciones teológicas. Revista Theologica
Xaveriana Vol 63 N° 176. Pp 367 -401, Julio – Diciembre 2013, Bogotá, pp 380-381
24
Cfr. Alberto Ares, Xenía 3.0: recreando la hospitalidad en un mundo diverso. Veritas N° 45 Abril 2020, 19-38
acompañamos y acogemos, también pueda desarrollarse, también pueda aportar a una práctica más
adecuada de la hospitalidad.

La hospitalidad que tiene como fundamento la experiencia relatada en las Sagradas


Escrituras es la práctica que transforma la vida, como en el caso de la samaritana que le pide agua
a Jesús (Jn 4, 4-10); que nos invita a acompañar a los que acogemos, como lo hizo María, hermana
de Martha en su casa, a “gastar nuestro tiempo” en las relaciones humanas de escucha y atención
(Lc 10, 38-42); que nos descubre al prójimo y nos descubre prójimos como el buen samaritano (Lc
10, 30-37); que nos descubre a Dios como en el caso de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35);
que nos invita a formar comunidad. 25

La práctica de la hospitalidad es clave para la convivencia y en una sociedad que privilegia


la hostilidad con los diferentes, la indiferencia y la violencia en las relaciones humanas, esta
práctica que nace de la reflexión respecto del desafío que plantean las migraciones es una actitud
contracultural, de resistencia y transformación de las relaciones humanas y por ende de la sociedad.

25
Cfr. Ibid.

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