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El extracto describe la transición de Carole a la universidad y cómo encontró su lugar allí. Al principio se sintió atraída por los grupos marginales, pero luego conoció a Marcus, un compañero keniata blanco con el que entabló una relación romántica. Gracias a Marcus y a su nuevo círculo social de amigos más privilegiados, Carole aprendió modales y gustos más refinados. Se sintió más cómoda dejando atrás su estilo y apariencia anteriores para adaptarse a su nuevo entorno universitario.
El extracto describe la transición de Carole a la universidad y cómo encontró su lugar allí. Al principio se sintió atraída por los grupos marginales, pero luego conoció a Marcus, un compañero keniata blanco con el que entabló una relación romántica. Gracias a Marcus y a su nuevo círculo social de amigos más privilegiados, Carole aprendió modales y gustos más refinados. Se sintió más cómoda dejando atrás su estilo y apariencia anteriores para adaptarse a su nuevo entorno universitario.
El extracto describe la transición de Carole a la universidad y cómo encontró su lugar allí. Al principio se sintió atraída por los grupos marginales, pero luego conoció a Marcus, un compañero keniata blanco con el que entabló una relación romántica. Gracias a Marcus y a su nuevo círculo social de amigos más privilegiados, Carole aprendió modales y gustos más refinados. Se sintió más cómoda dejando atrás su estilo y apariencia anteriores para adaptarse a su nuevo entorno universitario.
Carole volvió a la facultad decidida a conquistar el sitio
donde iba a pasar los siguientes dos años y medio de su vida se integraría, decidió, encontraría a su gente, como su madre le había aconsejado hacer y no entre los inadaptados que merodeaban por allí con mala cara, el pelo engominado en mohicanos morados ni entre esos que llevaban extensiones de rastas multicolor, gente que no iba a llegar a ninguna parte, o eso le parecía a Carole mientras los veía caminar por la ciudad con pancartas y megáfonos, personas que espantarían a su madre si las llevara a casa ¿llegar a esto? ¿acaso tu padre sacrificó su salud para que ahora tú te conviertas en una rastafari punki que huele mal? ni tampoco le interesaban los muermos con patas, como empezaba a llamarlos en su cabeza, estudiantes que eran tan sosos que desaparecían, incluso para ella menos aún las camarillas de las élites, ahora que sabía que existían, los que eran inaccesibles, los que habían ido a colegios privados famosos por producir primeros ministros, nóbeles, directores ejecutivos, exploradores del Ártico, dramaturgos famosos y espías célebres que evidentemente eran los que más en su salsa estaban cuando había que bajar todas las noches engalanados al comedor vistos desde arriba por los miembros del profesorado que vivían en el college, quienes seguramente no habrían salido desde que estudiaron allí mismo, los mismos que legaban rituales que a los estudiantes les parecían ridículos como «calarse el subfusc y andar hacia atrás alrededor del Fellows’ Quad con una copa de oporto en la mano a las dos de la mañana para estabilizar el conjunto espacio-tiempo el día que cambia la hora a la del meridiano de Greenwich» miembros del profesorado a los que seguramente la idea de «no» cenar ante una sala llena de futuros primeros ministros y nóbeles les resultaba «más bien desasosegante» el instituto de Carole era famoso por producir madres adolescentes y criminales precoces ella prefería los boles de tallarines instantáneos en la ruta de vuelta a su cuarto
estudió a los residentes en busca de compatibilidades,
acordó a los que tenían las maneras más amables, se sorprendió cuando la agente le respondió con calidez una vez que por fin se decidió a hablarles hacia finales de su segundo trimestre había hecho amigos e incluso se había echado novio, Marcus, un keniata blanco cuya familia era propietaria de un rancho de gano en Kenia, y al que no le daba vergüenza tener debilidad por las chicas negras, cosa que a Carole no le importó en absoluto porque estaba encantada de ser deseada y de que el chico la tratara con respeto sabía que nunca podría hablarle de él a su madre, que le había dejado bien claro que tenía que casarse con un nigeriano, aunque tampoco era que estuviese pensando en casarse, con Marcus, solo tenían diecinueve años, su madre le habría preguntado por qué estaba de novia con alguien que no la respetaba lo suficiente como para querer casarse con ella no ganada nada contándoselo antes de Marcus, Carole había tenido miedo de los hombres, en los años de instituto después de aquello no había querido acercarse ni a un metro de ninguno creyó que nunca encontraría a nadie en quien poder confiar, que no la violara a la primera de cambio; se sorprendió cuando su amistad con Marcus tomó tintes románticos después de empezar a estudiar juntos en la biblioteca e ir luego a pasear al poco tiempo estaba colándolo por las noches en el cuarto
gracias a Marcus consiguió una aceptación social que
jamás habría conseguido por su cuenta a él le gustaba presumir de ella, cogiéndola del brazo o de la mano cuando estaban en público alquiló una sala privada en un restaurante para comer juntos por el décimo noveno cumpleaños de ella fue la primera persona que le hizo el amor con su permiso
Carole escuchaba y aprendía de su nuevo círculo social
«¿qué te gustaría tomar?» en lugar de «¿ké kieres?» «¿a quién estabas dirigiéndote?» en lugar de «¿con kién hablabas?» «voy un momentito al baño» en lugar de «voy a mear» observó lo que comían, e hizo lo propio aprendió que una tortilla española con huevos y cosas tenía más clase que una inglesa (con huevos y cosas) los bollitos de pan congelados de veinte una libra no tenían ni punto de comparación con unos brioches recién horneados, esponjosos y delicados que se deshacen con tocarlos los chips de polenta mojados en dips de aceite de oliva y hierbas eran mucho «más apetecibles» que las grasientas patatas fritas mojadas en las más baratas grasas saturadas con guarnición de infarto de corazón y cómo iba a saber ella que la harina de arroz podía utilizarse para hacer pan, que el pan podría rellenarse de aceitunas, que las aceitunas podían rellenarse de trocitos de tomates secos, que los tomates asados podían rellenarse de queso y que el queso podía hacerse con trocitos de albaricoque y almendras, y las almendras usarse para hacer leche le dieron a conocer el sushi (de preferencia casero con un kit de sushi regalado por navidades) y el guacamole (de preferencia pronunciado en español) descubrió una cosa llamada «espárrago» que hacía que el pipí te oliese raro, aprendió que cualquier cosa verde era buena para comer siempre y cuando se sirviera en frío, al vapor o crocante
Carole se enmendó no para ser igual que ellos pero sí más
como ellos se quitó la base de cemento con la que se embadurnaba la cara, se deshizo de las pestañas de jirafa que le cargaban los párpados, se despegó las uñas como garras que le dificultaban gran parte de las actividades cotidianas tales como vestirse, coger cosas del suelo, casi todo lo que fuera preparar comida y usar papel higiénico desechó los postizos cosidos a su cuero cabelludo durante varios meses seguidos, más de los aconsejados porque, después de ahorrar para ponerse esos caros mechones negros de mujeres indias o brasileñas, quería sacarles el máximo partido, incluso cuando se le infectó el cuero cabelludo bajo los pestosos trozos de tela de donde surgía el pelo falso se sintió liberada cuando se lo descosió por última vez y su cuero cabelludo entró en contacto con el aire notó la delicadeza del agua caliente corriendo de nuevo directamente por encima sin la intermediación de un tejido manufacturado por último se alisó sus rizos bien intrincados, Marcus le dijo que le gustaba más al natural, ella le dijo que así nunca conseguiría trabajo
la invitaron a casas de propiedad de las mismas familias que
vivían en ellas casas sin moqueta por los suelos (por elección), sin celosías en las ventanas para que no curiosearan los chismosos (raro) casas con debilidad por lo viejo y decrépito como relojes de pie que reseonaban en los pasillos y armarios antiguos que padecían de cacoma viejos sofás desgastados que tapaban con colchas (mantitas) y eran mucho más «de recibo» que los de cuero reuciente que rechinaban cuando te sentabas mesas de comedor de madera que mostraban orgullosas los cortes de los cuchillos de generaciones de escritos vandálicos tales como «El impero del Hombre vs. El impero de la Ley: debatan» «¿Es el dinero gris el nuevo dinero negro?» «Esme quiere a Jonty que quiere a Poppy que quiere a Monty que quiere a Jasper que quiere a Clarissa que quiere a Marissa que quiere a Priscilla que quiere a Clemency» o cosas por el estilo
la casa de su nueva colega, Rosie, tenía incluso divisiones
llamadas alas y cosas como parapetos, por si los vikingos volvían a invadirlos, como bromeó su amiga mientras les enseñaba la casa a los jardines los llamaban terrenos, sin vecinos en kilómetros a la redonda, porque estaban en medio de la nada y podían hacer todo el ruido que quisieran, cosa que en el caso de Rosie significaba contratar a una pequeña orquesta para que tocaran en el césped en la fiesta por sus veinte años entre los invitados estaban la gente a la que Crole ahora también llamaba amigos, Melanie, Toby, Patricia, Priya, Lucy y Gerry por la mañana escuchó los chillidos rechinantes y como de juguete de los periquitos tropicales que pasaban por delante de la ventana de su carto, y que confundió con loros desde su ventana veía un césped, un lago, pavos reales sueltos más tarde ese mismo día la iniciaron en el concepto de andar por andar
180 Evaluación de Tres Dosis de Probiotico SPP, Lactobacillus SPP, Saccharomycen La Alimentacion para El Engorde de Cerdos - Quemac Males, Mayra Lizbeth