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LOS ORÍGENES DE NUESTRO CINE: ENTREVISTA CON PEPE

PERALTA, ENCARGADO DE LAS PROYECCIONES EN EL


ANTIGUO CINE AVENIDA

¿Podría contarnos brevemente la historia del Cine Avenida de La Puebla?

El Cine Salón Avenida funcionó como Empresa VITEFER, un anagrama


compuesto por los apellidos de los señores socios que lo construyeron –VIDAL,
TENA, FERNÁNDEZ-, hasta el 31 de diciembre de 1961, fecha en que lo
adquirió en propiedad una empresa forastera que ya se dedicaba a la rama de
la exhibición. Llegaron a un acuerdo con los dueños del cine de Escatrón y las
casas distribuidoras para poder hacer el pase legal de películas entre las dos
poblaciones, ahorrando costes y manteniéndose así hasta los primeros meses
del año 1971 en que cerró definitivamente.

¿Cómo recuerda su inauguración?

Desconozco la fecha exacta de su inauguración por hallarme entonces


cumpliendo “la mili” (el servicio militar obligatorio). Pero sí me consta que abrió
sus puertas al público con la película española El clavo, dirigida por Rafael Gil
en 1944 (estrenada poco antes) y que hoy ya está editada en DVD.
¿Cuántas personas trabajaban en el mismo? ¿A qué se dedicaba cada
una de ellas?

En el tiempo que trabajé allí, durante más de quince años, éramos cinco
personas: taquillero, portero, acomodador de sala, operador y ayudante.
También había un ambigú en el vestíbulo que servía refrescos en el descanso
y las personas que lo llevaban se encargaban de la limpieza del local.

¿Cuál era su puesto?

Mi puesto estaba en la cabina.

¿Cómo sería más correcto denominarle, operador de proyecciones o


proyeccionista?

Ambas maneras son correctas, aunque el título oficial es el de “Operador de


Cinematógrafo”.

¿En qué consistía su trabajo?

Una vez recibida la película, que venía dentro de un saco de lona con varias
cajas metálicas numeradas, o de plástico duro, con sus rollos de “celuloide” (o
mejor dicho ya eran de “acetato de celulosa”; aquél era inflamable y éste no),
había que repasar su estado y empalmarlos debidamente ordenados en
bobinas más grandes, para, después de pasarlas en el proyector, volver a
separar y colocarlos en las cajas en el mismo orden de llegada. Por supuesto
que, durante la proyección, había que permanecer en la cabina observando el
funcionamiento (arco voltaico, sonido,...) por si ocurría alguna incidencia.

El proyector que teníamos en el Salón Avenida era de la marca Supersond de


35 m/m con linterna Ossa de 60 Amperes; que por cierto fue adquirido más
tarde por el Ayuntamiento de La Puebla, lo que me parece un gran acierto,
pues hoy puede considerarse una pieza de museo, pasando a ser historia con
la llegada de las nuevas tecnologías. Antes, este trabajo era más artesano que
ahora con el cine digital, que se está implantando actualmente en las grandes
ciudades con la apertura de las multisalas.
La preciosa película italiana Cinema Paradiso (dirigida por Giuseppe Tornatore
en 1988, también editada en DVD) da un fiel reflejo nostálgico de cómo era
esta labor en la época que a mí me tocó desarrollar.

¿Se proyectaban por aquel entonces muchas películas en nuestro


pueblo?

Bastantes. La programación era en sus inicios de una película por semana,


más la de algún festivo. Poco a poco se fue incrementando el número de
filmes, que pasaron a ser de tres o cuatro distintos cada semana.

¿Cuánto tardaban en llegar los estrenos?

Salvo alguna excepción, de uno a dos años. En los últimos tiempos, algo
menos. Pero puede afirmarse con rotundidad que, con más o menos demora,
las mejores películas que salían al mercado eran ofrecidas al público en el
blanco lienzo de la pantalla.

¿Cuál era la relación de los poblanos con el cine? ¿Era una actividad de
ocio común?

Puede considerarse de buena, hasta que la proliferación de las televisiones por


un lado (el cine se introdujo en nuestras casas) y por otro los coches en pleno
desarrollo (posibilitando desplazamientos), a la par que un descenso en el
número de habitantes, propiciaron un duro revés con especial repercusión en
las poblaciones pequeñas, modificando de este modo los gustos y costumbres
de los queridos y potenciales espectadores. Además el emplazamiento del
edificio Salón Avenida era ideal para acoger también a los vecinos del Barrio de
la Estación y así sucedía.
¿Ocio común? Por supuesto que sí.
¿Cuántas personas acudían aproximadamente a cada sesión?

En alguna ocasión extraordinaria se llegó a llenar de público, pero digamos


que, normalmente, más bien se ocupaban las tres cuartas partes de la platea.
El aforo era de una gran capacidad (unos 500 espectadores entre la platea, el
anfiteatro con sus palcos y las gradas de la general).

¿Cuánto costaba cada entrada?

El coste de la entrada, al no ser de mi competencia, no lo recuerdo bien, pero,


con el paso del tiempo, pudo estar entre cinco y siete pesetas los festivos y
algo menos las vísperas.

¿Recuerda alguna película o proyección con especial interés? ¿Por qué?

Ya lo creo que sí. Hubo el caso singular de la mítica y oscarizada Lo que el


viento se llevó (Víctor Fleming, USA, 1939), con una duración de 3 horas y 40
minutos, para la que su distribuidora, la poderosa Metro Goldwyn Mayer,
impuso un tratamiento de excepción con unos exigentes alquileres prohibitivos
para los cines modestos. Esta película, después de tardar once años en
autorizarse su estreno en España, todavía se retrasó otros tantos hasta que, al
fin, pudo proyectarse en La Puebla el día 9 de junio de 1962 y para tratar de
salvar su presupuesto, se hizo un amplio despliegue de publicidad por las
poblaciones limítrofes que aún no la habían podido visionar. Fue la excepción
de la regla y, gracias a ser un clásico del cine de todos los tiempos, no le
afectaron en absoluto los años transcurridos desde su producción.

¿Qué le parece que La Puebla


haya querido recuperar de
nuevo el séptimo arte como
complemento cultural?

Lo considero muy positivo, aunque


su posibilidad ahora tenga que
limitarse a la video-proyección.

¿Qué opina del homenaje que le


ha hecho al antiguo cine al
denominarse “Cine
NuevAvenida”?

Es como un resurgir que deseo


sea por mucho tiempo.
¿Piensa que tendrá éxito?

¿Por qué no? Los nuevos tiempos son difíciles pero, cuidando la programación
con películas de calidad y que puedan verse en pantalla de proporciones
razonablemente grandes y bien iluminada para competir con las ya no tan
pequeñas de la tele, sin olvidar que el sonido es a veces tanto o más
importante que la imagen, es de esperar que los vecinos poblanos encontrarán
el aliciente necesario para salir de la comodidad de sus casas y puedan
disfrutar del séptimo arte en un centro común y cultural que ahora se les brinda
con esta plausible iniciativa. Considero imprescindible también el apoyo de
alguna Institución u Organismo Público.

¿Qué consejo puede ofrecernos para este nuevo proyecto?

Creo sería interesante que, al finalizar la película, hubiese un pequeño foro o


fórum en forma de coloquio para comentar la misma.

¿Alguna otra anécdota o recuerdo que quiera compartir con nosotros?

La sala del Cine Avenida disponía de un escenario con camerinos apto para
representaciones teatrales. Estaba decorada a ambos lados de la embocadura
con espléndidas pinturas alegóricas, tanto al séptimo arte, como al arte de
Talía, fines a los que era destinada. Para la iluminación, había unos apliques
de escayola adosados a las paredes con luces indirectas de colores.
En cuanto al mobiliario, tenía instaladas butacas de patio con asientos
practicables y ligera forma anatómica de madera de excelente calidad, fijadas
sobre un suelo en desnivel de tarima o parqué.

Y lo que podía considerarse todo un símbolo, algo de lo que pocos cines


podían presumir, era que bajo el proscenio y a la vista del público, había un
hermoso piano convertible en “pianola” a voluntad que le daba un toque de
elegante distinción. Se utilizaba para ocasiones especiales y ofrecía un
ambiente nostálgico de aquellas salas de proyección antiguas de la época
muda, cuyas escenas silentes eran resaltadas únicamente por las notas
musicales que interpretaba un anónimo pianista. Queda marcado en el
recuerdo la obligatoriedad de proyectar semanalmente, antes de la película, el
correspondiente NO-DO (Noticiario Documental).
Recuerdo que en tiempos pasados, estando yo en La Puebla en mi época
juvenil, había temporadas sin cine y un grupo de amigos nos desplazábamos
hasta la limítrofe población de Híjar, (caminando o pedaleando en bicicleta)
porque no queríamos renunciar a la correspondiente sesión de tarde dominical
peliculera.
Animo a todos a que sepan aprovechar esta oportunidad de oro apoyando sin
reservas las sesiones cinematográficas que les sean ofrecidas.
Os deseo lo que merecéis: TODA LA SUERTE DEL MUNDO.

Muchas gracias por dedicar parte de su tiempo a esta entrevista.

No se merecen. Ha sido un placer rememorar contigo estas añoranzas. Espero


haber podido responder, al menos en gran parte, a tus interesantes preguntas.
Pido disculpas si, con el deseo de colaborar y debido a mi avanzada edad y el
tiempo que ha pasado, he tenido que recurrir a datos archivados ya en mi
documentación al respecto.
Que el ÉXITO os acompañe.

Entrevista que Ana Asión le realizó para la revista Val de Zafán (nº 112 Año 2014)

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