Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En el tiempo que trabajé allí, durante más de quince años, éramos cinco
personas: taquillero, portero, acomodador de sala, operador y ayudante.
También había un ambigú en el vestíbulo que servía refrescos en el descanso
y las personas que lo llevaban se encargaban de la limpieza del local.
Una vez recibida la película, que venía dentro de un saco de lona con varias
cajas metálicas numeradas, o de plástico duro, con sus rollos de “celuloide” (o
mejor dicho ya eran de “acetato de celulosa”; aquél era inflamable y éste no),
había que repasar su estado y empalmarlos debidamente ordenados en
bobinas más grandes, para, después de pasarlas en el proyector, volver a
separar y colocarlos en las cajas en el mismo orden de llegada. Por supuesto
que, durante la proyección, había que permanecer en la cabina observando el
funcionamiento (arco voltaico, sonido,...) por si ocurría alguna incidencia.
Salvo alguna excepción, de uno a dos años. En los últimos tiempos, algo
menos. Pero puede afirmarse con rotundidad que, con más o menos demora,
las mejores películas que salían al mercado eran ofrecidas al público en el
blanco lienzo de la pantalla.
¿Cuál era la relación de los poblanos con el cine? ¿Era una actividad de
ocio común?
¿Por qué no? Los nuevos tiempos son difíciles pero, cuidando la programación
con películas de calidad y que puedan verse en pantalla de proporciones
razonablemente grandes y bien iluminada para competir con las ya no tan
pequeñas de la tele, sin olvidar que el sonido es a veces tanto o más
importante que la imagen, es de esperar que los vecinos poblanos encontrarán
el aliciente necesario para salir de la comodidad de sus casas y puedan
disfrutar del séptimo arte en un centro común y cultural que ahora se les brinda
con esta plausible iniciativa. Considero imprescindible también el apoyo de
alguna Institución u Organismo Público.
La sala del Cine Avenida disponía de un escenario con camerinos apto para
representaciones teatrales. Estaba decorada a ambos lados de la embocadura
con espléndidas pinturas alegóricas, tanto al séptimo arte, como al arte de
Talía, fines a los que era destinada. Para la iluminación, había unos apliques
de escayola adosados a las paredes con luces indirectas de colores.
En cuanto al mobiliario, tenía instaladas butacas de patio con asientos
practicables y ligera forma anatómica de madera de excelente calidad, fijadas
sobre un suelo en desnivel de tarima o parqué.
Entrevista que Ana Asión le realizó para la revista Val de Zafán (nº 112 Año 2014)