Está en la página 1de 89

Sotelo, gracias K.

Cross & Botton


KISSING THE HITMAN

ELLA GOODE

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Soy Finn. Sin apellido. Mi trabajo requiere secreto y la
información se entrega en base a la necesidad de saber. No
necesitas saberlo. Esta es la situación, sin embargo, hay una
rubia. Creo que me ha descubierto. La he visto en los aeropuertos
de Puerto Rico, Japón y Helsinki. El último es extra sospechoso
ya que era noviembre y frío como el infierno en Helsinki. Ahora
está en el mismo vuelo que yo a París. Sé que tengo que ocuparme
de ella, pero algo dentro de mí me impide hacerlo. En lugar de
llevarla afuera, la llevo adentro, a mi habitación de hotel, a mi
cama, a mi corazón. Estoy en peligro, pero si este es mi camino,
que así sea.

Soy Georgia, una bloguera de viajes. Por alguna razón, la gente


disfruta con mis fotos, películas y resúmenes de mis pequeñas
excursiones por todo el mundo. No tenía previsto ser una
influencer y todavía me sorprende que alguien esté interesado en
compensarme un viaje, pero no voy a decir que no a unas
vacaciones en París. El hotel en el que me alojo es muy elegante,
pero han cometido un error en las reservas. Solo hay una
habitación y dos viajeros. Sé que no debería aceptar alojarme con
un desconocido, pero me siento atraída por Finn a pesar de su
secretismo y su extraña paranoia. Actúa como si hubiera peligro
en cada esquina y es muy protector. Eso me gusta de él, quizá
demasiado. Las vacaciones son temporales, así que no puedo
entregar mi corazón a alguien como él.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 1
FINN

Un destello de pelo color trigo me ilumina el rabillo del ojo. Mis


nervios, normalmente firmes e inquebrantables, empiezan a chispear.
Otra vez ella. Enciendo el auricular y mi controlador contesta.
— ¿Qué estás cocinando, guapo?— Mercy nunca ha sido menos
que alegre. Siempre me he preguntado si es una actuación o si
realmente le gusta la logística. Nunca lo sabré porque en nuestro
trabajo, cuanto menos preguntes, más días vivirás. Funcionamos
sobre la base de la necesidad de saber. Mercy me dice el objetivo y
cómo tiene que hacerse, por ejemplo, veneno, foto de cabecera o mi
elección. Literalmente ejecuto los planes, ella deposita el dinero, y
ambos tomamos caminos separados. Ni siquiera sé si Mercy es su
verdadero nombre. Es realmente una relación perfecta. No me gustaría
que fuera de otra manera.
—Creo que me han descubierto.
— ¿Quién?— Su tono ha cambiado completamente. Ahora es un
asunto serio.
—La chica rubia de Atlanta está aquí. — Y Puerto Rico, Japón y
Helsinki. La última es muy sospechosa, ya que en Helsinki era
noviembre y hacía un frío de mil demonios.
Sus dedos vuelan sobre el teclado mientras, supongo, intenta
cotejar a la mujer que tengo delante con una extensa e ilegal base de
datos. —El tinte de pelo número uno en ventas en el mundo es rubio.
¿Estás seguro de que es la misma?
— ¿De verdad dudas de mi memoria?— La atención al detalle es
la habilidad número uno para alguien en mi línea de trabajo.
—No. — Un suspiro pesado sigue. Probablemente se esté
frotando los ojos irritada. A Mercy le gusta una máquina bien
engrasada sin contratiempos. Este es un gran hipo. —No lo hago.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Quiero que estés equivocado, pero ya que no lo estás, será mejor que
lo arregles.
—No lo arreglaré aquí en el aeropuerto. Hay demasiadas
cámaras alrededor. Demasiada gente. — No es que no se pueda hacer
un trabajo en un lugar lleno de gente. Lo he hecho antes, pero requiere
planificación y no tengo tiempo para prepararlo.
—Bien. ¿Por qué no intentas averiguar en qué vuelo está y yo la
localizo? Cuando termines tu trabajo en París, te daré todos los
detalles para que puedas ocuparte de ella.
—No creo que eso vaya a ser un problema porque ella está en mi
puerta. — La rubia mete algo en un gran bolso y se aparta el pelo de
la cara. Mi corazón empieza a bombear un poco más rápido. Me miro
el pecho y frunzo el ceño. ¿Por qué reacciono ante ella? No tengo
miedo. No hay ningún objetivo del que no me haya ocupado en los diez
años que llevo haciendo este trabajo. Me han hecho antes en un
puñado de ocasiones y arreglé fácilmente mis desordenes. Soy el mejor
en el negocio. Mi ritmo cardíaco no debería aumentar.
— ¿Está en tu puerta? Tienes que ocuparte de ella antes de
aterrizar.
Se me encoge el estómago. No me gusta esa idea. —No voy a
ocuparme de ella ni en el avión ni en el aeropuerto. Esperaré a que
aterricemos y me ocuparé de ella en París. Gran ciudad, muchos
callejones oscuros. Será fácil ahí. Te conseguiré su número de asiento
y podrás buscarla en el manifiesto de pasajeros.
—Si ella te ha hecho, te va a hacer antes de que puedas hacerla
a ella. — advierte Mercy.
—Sería estúpida si me matara en el avión. Es un espacio
cerrado, y no puedes deshacerte de un cuerpo fácilmente. Como es la
cuarta vez que viaja conmigo, no tiene prisa por liquidarme. Quiero
saber quién es su controlador.
—Tal vez está tratando de reclutarte.
—Soy un contratista independiente.
— ¿Ella lo sabe?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Todo el mundo lo sabe. —La rubia se lleva el teléfono a la oreja.
Eso es inteligente. La hace parecer normal e incluso puede servirle de
tapadera mientras habla con su encargado. En general, me apoyo en
la pared y trato de no mover mucho los labios cuando me comunico
con Mercy a través de mis auriculares.
—Pero nadie sabe realmente quién eres. Solo saben de ti. Que
eres el solucionador.
—Y todos saben que el solucionador acepta los trabajos que
quiere y luego no está alineado con nadie. — La rubia se mueve hacia
el mostrador de boletos. Hablan durante un rato y luego se
intercambian un trozo de papel, probablemente un boleto. La azafata
del mostrador se dirige al lector de boletos mientras otra azafata
anuncia que los pasajeros de primera clase embarcarán en breve. La
rubia se mete en el carril Skypass. Debe de haber conseguido un
ascenso de clase. Es normal, supongo, pero un poco raro si eres un
asesino a sueldo. Quieres dejar el menor rastro posible, y ella está
interactuando con personal que podría recordarla.
—Si ella te ha hecho y te ha seguido a cuatro trabajos diferentes
pero no te está matando, la única otra opción es que quiera reclutarte.
Probablemente sea un tarro de miel. — Mercy suena como si fuera a
entregar mi polla—y mi cabeza—en bandeja de plata.
—No voy a caer por un tarro de miel.
—La cosa es, Finnick, que lo has hecho en cuatro ocasiones,
también, y ella sigue viva. Sé que no la estás reclutando porque
trabajas solo. Entonces, ¿qué está pasando?
—El avión está embarcando. — digo.
Mercy grita algo, pero apago el receptor remoto y su voz se queda
en silencio. Saco mi boleto de papel y me pongo en la cola. Hay ocho
personas delante de mí, entre ellas una familia de cuatro miembros.
El mayor parece tener unos diez años. Tiene la cabeza metida en su
videojuego. La pequeña, una niña, lleva una muñeca en los brazos.
Está nerviosa por volar. Debe de ser su primer viaje.
La rubia es procesada. Me pongo en fila detrás de la familia como
si formara parte de ella. El tío mayor, que no viaja solo a París.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Cuando llego a la cabina de primera clase, la veo en la parte
delantera central. Esa es otra rareza. Tendrá un compañero de
asiento. Los trabajadores contratados suelen reservar un asiento
individual en la parte delantera, cerca de una salida. De nuevo, cuanto
menos contacto, mejor. Aunque no puedo oírla, puedo ver su boca
moverse. Está hablando con su compañero de asiento. Raro, pero
quizá sea su tapadera.
Prefiero el anonimato, la no-descriptividad. Que nadie me
recuerde nunca. De ahí los pantalones grises y el abrigo negro. Nada
demasiado rico y nada demasiado llamativo. Ella es lo opuesto a todo
lo que he hecho. ¿Por qué no la he matado todavía? Porque me fascina.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 2
GEORGIA

—Soy Ryan, por cierto. — El hombre que está a mi lado se


presenta. El olor de su colonia es fuerte, y sé que me va a dar dolor de
cabeza para cuando aterricemos.
Va vestido con un traje elegante. Me pregunto si se trata de un
viaje de negocios. Si tuviera que adivinar, tendría al menos diez años
más que yo. No es muy feo, pero es demasiado llamativo para mi gusto.
No es que realmente tenga un tipo.
—Soy Georgia. — Toma mi mano.
—Te habría tomado por una Sophia, Ava o incluso Isabella. —
No está muy equivocado. Mi nombre de nacimiento es Olivia, pero mi
segundo nombre pertenece a mi abuela. Desde que murió, lo he
adoptado. Ella es, después de todo, la razón por la que estoy en esta
aventura, para empezar. Pensé que si iba a empezar de nuevo, ¿por
qué no ponerme un nombre nuevo?
—Era el nombre de mi abuela.
— ¿Era? Lo siento. — Quité mi mano de la suya. Todavía no la
había soltado.
—Ya ha pasado casi un año. — ¿De verdad ha pasado tanto
tiempo desde que la perdí? A veces parece que murió ayer, y otras que
hace siglos que no la veo ni hablo con ella.
Una tristeza intenta burbujear dentro de mí, pero pego una
sonrisa en mis labios. No hay necesidad de estar triste. Ella no querría
eso para mí. Además, estoy haciendo lo que ella quería que hiciera.
Estoy teniendo la oportunidad de ver mundo e ir a lugares con los que
ella solo soñaba. No estaba en las cartas para ella. Puede que mi
familia tenga dinero, pero los hombres lo controlan muy de cerca.
Mis padres no están muy contentos con todo esto, pero por una
vez no tienen elección. La abuela me dejó unos pequeños ahorros junto

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


con un anillo y un collar que me hizo prometer que vendería. Al
principio me negué. No quería deshacerme de algo tan sentimental.
Llevaba ese anillo todos los días, pero como la abuela siempre decía,
la vida no son las cosas. Se trata de la experiencia. Así que finalmente
accedí a sus deseos.
Lo último que quería era que me quedara atrapada bajo el pulgar
de mi familia por el resto de mi vida. A ella le pasó.
Una vez, cuando tenía unos diez años, trabajamos juntas en un
enorme rompecabezas. Nos llevó días completarlo. Cuando
terminamos, el resultado era un mapa del mundo. La abuela empezó
a señalar lugares y a hablarme de ellos como si hubiera estado en
todos. Pudo ir a algunos de los que había leído, pero nunca tuvo la
oportunidad de conocer ninguno de los demás. Se le iluminaban los
ojos cuando hablaba de ellos.
Recuerdo todos los lugares que me señaló. Los anoté todos para
no olvidarlos nunca. Cuando vendí el anillo y el collar, le prometí en
silencio que iría a todos ellos. Lo que no esperaba era que, por alguna
razón, otros quisieran acompañarme.
No físicamente, sino en Internet. Empecé mi Instagram y TikTok
como una forma de documentar mi viaje junto con mis diarios. Antes
de darme cuenta de lo que estaba pasando, mis cuentas estaban a
reventar. Al principio me asusté, pero luego pensé: — ¿Por qué no
enseñarles a ellos también? Puede que otros no tengan la oportunidad
de hacer un viaje así algún día. Lo menos que podía hacer era dejarles
ver el mundo desde mi lente. Para mí tenía más sentido.
No lo maquillé como muchos otros creadores de contenidos en
esas plataformas. Mis fotos eran reales. No tenían filtros ni nada por
el estilo. Algunas son francamente terribles, pero eran la verdad. No
eran falsas. Quería que la gente viera la realidad. Durante mucho
tiempo tuve que vivir una mentira. En mi familia todo giraba en torno
a la percepción que la gente tenía de ellos. Las apariencias eran lo
único que les importaba. Creo que la gente quiere autenticidad. Sé que
yo la quiero.
— ¿Champán? — pregunta la azafata, sacándome de mis
pensamientos.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Sí, por favor. —Cojo la copa de su mano. —Gracias, Julie. Leo
su nombre en la etiqueta.
Ryan también coge una copa para él. No podía creer mi suerte
cuando me ascendieron. Puede que tenga un nido de huevos e incluso
algunos avales de gente que quiere que enseñe sus cosas en Internet,
pero quiero tener cuidado. Quiero asegurarme de que tengo lo
suficiente para visitar tantos lugares como sea posible.
— ¿Por qué vas a París?— me pregunta Ryan.
—Hace mucho tiempo que quiero ir. — admito.
París en mi mente es la Ciudad del Amor, aunque ahí estaré sola.
Quería guardarla y compartirla con alguien, pero ese alguien no ha
llegado.
El vuelo despega y Julie no deja de servirme champán.
Normalmente no bebo mucho, así que noto que me estoy
emborrachando.
— ¿En qué hotel te alojas?— Ryan me hace la pregunta número
un millón.
—La Réserve Paris. — suelto sin pensar. Me han pagado la
estancia.
—Yo también. —Ryan sonríe. —Deberíamos tomar algo o cenar
después de aterrizar e instalarnos. — Julie vuelve a llenarme la copa
de champán. Quiero decirle que no, gracias, pero no sé cómo hacerlo
sin ser grosera.
En lugar de eso, bebo otro sorbo de mi champán y reflexiono
sobre cómo salir de esta. Lástima que mi mente esté demasiado
confusa para hacer gran cosa. Puede que mi ascenso a primera clase
no haya sido tan bueno como pensaba.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 3
FINN

—Se llama Georgia, y se aloja en La Réserve Paris. Su compañero


de asiento es Ryan. Dice que también se aloja ahí. — Disparo el correo
electrónico.
—Señor, voy a tener que pedirle que se siente. Esperamos
turbulencias. — Una azafata hace un gesto hacia mi asiento.
—Me doy cuenta. — Me señalo el vientre. —No me siento muy
bien.
Una ligera mueca se dibuja en su rostro antes de recuperar su
sonrisa profesional. — ¿Puedo ofrecerte algo de beber?
—Claro, tomaré un agua. — La azafata se marcha y yo me
esfuerzo por oír la conversación entre Georgia y Ryan. Él está ocupado
hablándole de su apasionante trabajo como comprador textil que está
visitando algunos estudios de arte para diseñar patrones, mientras
ella lucha por mantener los ojos abiertos.
— ¿Cuáles son tus planes? Salvo un par de cenas, estoy abierto.
—Estoy jugando de oído. — dice ella. ¿Porque no está interesada
o tiene un cuerpo que derribar?
—Claro. Déjame darte mi número para que sea más fácil estar
en contacto. — Saca su teléfono. —Tengo la función de toque que
sabes que no puedes hacer con los otros teléfonos. Me gusta cómo
puedes deslizar hacia abajo y acceder a todos los controles. Mira esto.
Tengo toda mi casa automatizada. Un toque y puedo encender las
luces. Tengo algunas cámaras de video instaladas. Una incluso en el
dormitorio. — Mueve las cejas.
—Creo que podría estar enferma. — Se levanta de la silla y corre
a mi lado hacia el baño que acaba de vaciarse.
—Lo siento, señor. — se apresura a decir la azafata.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—No pasa nada. Ya no me encuentro mal, pero —bajo la voz—
parece que el compañero de asiento de esta mujer ha bebido
demasiado.
La azafata desvía la mirada hacia Ryan. —Estaré atenta.
—Si alguien necesita cambiar, estoy abierto. — ofrezco.
—Nos ocuparemos de ella. Hay un baño hacia las cabinas de
clase turista si quieres. —realmente quiere que me siente.
—Gracias. — Los aviones son un asco por muchas razones, pero
la principal es que no hay libertad de movimiento. Vuelvo a mi asiento
y vigilo a Georgia. Sale del baño, pero antes de que pueda volver a su
cabina, la azafata aparece a su lado. Las dos mantienen una breve
conversación. Georgia niega, probablemente rechazando la oferta de
ser trasladada. Lo que se dice no da lugar a un intercambio de
asientos.
Presiono el botón de llamada y, un momento después, la azafata
se apresura a bajar a mi lado. —Señor, ella no quería moverse. Ha
puesto la mampara y se va a dormir. Gracias de nuevo por su oferta.
Está irritada conmigo, lo que significa que voy a quedarme en su
banco de recuerdos, así que decido no tentar a la suerte con más
preguntas. —Estupendo. Tomaré esa botella de agua.
—Por supuesto.
He tenido más interacción con la tripulación de vuelo en la
última media hora que en todo este año. Mercy estaría disgustada si
lo supiera. Primero, me hicieron, y ahora estoy dejando huellas en toda
la memoria de esta mujer. Tendré que evitar esta aerolínea si alguna
vez tengo otro trabajo en Francia.
Compruebo mis correos electrónicos para ver que Mercy me ha
reservado en el hotel de Georgia. —Todavía no hay habitaciones
asignadas, pero he puesto notas tanto en la suya como en la tuya de
que quieres una vista a la calle en una planta por encima de la tres.
Solo hay cinco plantas, y la de arriba son las suites presidenciales, así
que ambos deberían estar reservados en la cuarta planta. Si es
necesario, moveré las habitaciones. Su nombre completo es Olivia
Georgia Newman. Tiene 26 años. Vive sola en un apartamento de una
habitación que alquila. Al menos ese es el único a su nombre.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Probablemente tenga otros bajo diferentes alias, pero aún no los he
encontrado. Hay un código adjunto a su habitación, y no estoy segura
de lo que significa. Seguiré investigando. Au revoir.
Me guardo la información en el fondo de la cabeza y repaso mi
plan de juego para mi objetivo. El hombre es un abogado parisino que
ha estado ayudando a traficar con armas que se supone que van a
parar a los legionarios franceses, pero que están siendo desviadas a
un grupo mercenario alineado con Rusia. No debo tomármelo a la
ligera, ya que él mismo es un antiguo legionario: un lobo con piel de
cordero. El expediente de Mercy incluye todas sus finanzas, su horario
de trabajo y sus conocidos.
Ha estado saliendo con una prometedora diseñadora y financia
su colección actual. Tienen una relación tormentosa y se sabe que la
ha engañado varias veces. Es solo cuestión de tiempo antes de que
alguien le clave un cuchillo en la garganta. Haré que parezca un
crimen pasional. Un cuchillo de su propia cocina o tal vez una botella
de vino en la cabeza. Haré esa llamada cuando esté en la escena. París
cierra entre las tres y las siete, y esa es la hora en que un hombre se
encontraría con su amante.
En cuanto a Georgia, quiero poner ojos y oídos en su habitación.
Enviaré un correo electrónico pidiendo un plano. Una habitación al
lado de la calle me dificultaría entrar en su lugar desde afuera, así que
tendré que mirar el sistema de calefacción, ventilación y aire
acondicionado. En los edificios antiguos de París no suele haber
conductos. Hay radiadores y aire acondicionado en las habitaciones
más lujosas. Si no hay manera conveniente en su habitación, voy a
tener que correr un disfraz. Cable o Wi-Fi técnico es el más fácil. Tengo
un uniforme de servicio que había planeado usar para el abogado, pero
también servirá para Georgia.
Una vez que tenga mis ojos y oídos plantados, puedo tomar la
decisión de cómo voy a manejar a Georgia. Quién sabe, tal vez estoy
abierto a ser reclutado si ella sería mi jefe.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 4
GEORGIA

—Creo que he bebido demasiado champán. — Me pongo en pie


tambaleándome para coger mi bolso. Necesito mi teléfono para
encontrar la dirección de mi hotel.
—Yo me encargo. — Ryan me baja la maleta del compartimento
superior. Ha sido muy amable, pero hay algo en él que me desagrada.
—Gracias. —Cojo el asa y la puerta del avión se abre para que
podamos desembarcar. La fila se mueve rápidamente. En cuanto
cruzo la puerta de embarque, veo que hay un baño justo delante.
Respiro aliviada, agradecida de poder escaparme unos instantes. —Ha
sido un placer conocerte. — le digo a Ryan antes de entrar en el baño.
—Te espero. Podemos compartir coche hasta el hotel. — Mierda.
Debería haber sabido que no sería tan fácil.
—De acuerdo. — Me fuerzo a sonreír y entro en el baño. Me tomo
mi tiempo y espero cinco minutos más antes de salir. Me siento
aliviada cuando no veo a Ryan. Tal vez haya ido al baño de hombres.
Intento alejarme lo suficiente antes de que salga, con la esperanza de
que no tenga equipaje que reclamar. Intento llevar poco equipaje, pero
se me da fatal.
Me froto los ojos cuando por fin paso por la aduana y encuentro
mi maleta. Bostezo, esperando que el hotel no esté demasiado lejos.
Alguien me roza y llama mi atención.
—Perdona, ¿se te ha caído esto? — me pregunta el guapo
moreno. Juraría que ya lo conozco. Estoy segura. Pero no lo localizo.
Me tiende el teléfono.
—Gracias. —lo tomo. —Estaría perdida sin él.
—Deberías tener más cuidado. — Su tono es siniestro.
— ¿Te conozco?— No sé si es porque he bebido demasiado, pero
alargo la mano e intento tocarle una pequeña cicatriz bajo la

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


mandíbula izquierda. Agarra mi mano por la muñeca antes de que
pueda. —Lo siento. —Intento retirar la mano, pero no me suelta.
—Creo que también te he visto por aquí. — Me suelta. Debería
saberlo después de que me agarrara por la muñeca, pero aun así sigo
y paso el dedo por la pequeña cicatriz. —Me resultas familiar. — Traga
saliva. Se le mueve la nuez de Adán.
—Estábamos en el mismo vuelo. — señala. Cierto, pero aun así
los pensamientos de haberlo visto antes rondan mi mente. Hay algo
tan familiar en sus ojos oscuros. Para mucha gente, podría parecer
que pasa desapercibido, pero hay algo muy atractivo en él. Diferente.
Me encanta lo diferente. Toda mi vida ha sido una puesta en escena.
— ¿Alguno de estos es tuyo?— Señala el equipaje que ha
empezado a caer.
— ¡Ese!— señalo, voy a cogerlo, pero se me adelanta.
—Es muy grande.
—Puede que tenga algo pequeño para la ropa. — admito con una
risita. Me agarra la maleta.
— ¿Adónde te diriges, si no te importa que te pregunte?
—A La Réserve.
—Yo también.
—Debe de ser muy popular. Eres la segunda persona que me lo
dice. — Le sonrío. Es realmente guapo, y no creo que sea por todo el
champán que he bebido.
— ¿Quieres que te lleve? — me ofrece, señalando uno de los taxis
que esperan afuera. Tengo muchas ganas de decir que sí. Se acerca
más. —Has bebido mucho. Un taxi es seguro y directo al hotel.
Descansaré mejor sabiendo que has llegado bien.
—De acuerdo. — suelto.
¿Y si es ahora? ¿Mi momento de amor en París? No puedo
evitarlo. Empieza a meter las maletas en el coche antes de abrirme la
puerta trasera.
—Ni siquiera sé cómo te llamas. — Me río.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Llámame Finn.
—Me gusta. Seguro que es el diminutivo de algo.
—Algo así. Entra, Georgia. — Me meto en la parte trasera del
coche sin recordar si le he dicho mi nombre o no, pero entre el
champán y la altitud, ¿quién sabe a estas alturas? Finn sube al otro
lado y le dice al conductor adónde vamos.
Mi mirada se desvía entre el apuesto hombre que me acompaña
en el asiento trasero y la ventanilla. Es tarde, pero la ciudad sigue
iluminada. Esta es la parte que más me gusta de viajar a un lugar
nuevo: ver todos los monumentos por primera vez. Pero mis ojos se
fijan en él.
— ¿Has estado aquí antes?— le pregunto.
—Sí. — Cuando miro hacia él, me observa.
—Mi primera vez.
— ¿En serio?— Parece sorprendido.
—Supongo que quería experimentarlo con alguien. — No sé por
qué sentí la necesidad de decir eso.
— ¿Cuánto tiempo estarás aquí?
—Hasta que esté lista para seguir adelante. Estaba pensando en
Italia. ¿Y tú?— Pregunto.
—Hasta que termine mi trabajo. Luego me iré al siguiente
trabajo.
— ¿Nunca sabes adónde puedes ir?
—No.
—Hmmm.
— ¿Hmmm? — responde.
— ¿No da miedo no saber adónde podrías ir después?
—Me parece que a ti te pasa lo mismo.
—Supongo que sí.
—Y una chica sola.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Supongo que a veces tenemos que recorrer algunos caminos
solos para descubrir quiénes somos. — A pesar de lo mucho que me
he divertido, a veces me he sentido sola.
El taxi llega al hotel. Un botones intenta ayudarnos con nuestras
cosas, pero Finn no quiere.
—Lo siento, ha habido una confusión. — nos dice la
recepcionista cuando intentamos registrarnos.
—Se supone que tengo una habitación gratis. — Esa era la razón
por la que estaba aquí.
—Lo veo en la nota, pero la del Sr. Finn está conectada de algún
modo con tu reserva. ¿No están juntos?— Sus ojos rebotan entre
nosotros.
—No. — digo, mordiéndome el interior de la mejilla. ¿Parezco
alguien que podría estar con Finn? Lo miro. Se eleva sobre mí.
—Es una suite. Es todo lo que tenemos por el momento, pero
estoy segura de que cuando llegue nuestro director general por la
mañana, podremos solucionarlo.
—Puedo encontrar otro hotel. — ofrece Finn, siendo un
caballero.
—No. — Lo detengo. Ha sido muy amable. —Dijo que es una
suite.
—Es el ático. — nos anima a tomarlo.
—Si a ti te parece bien, a mí también. — dice Finn.
Asiento, pequeñas mariposas se encienden dentro de mí. Quería
una aventura y parece que la voy a tener. Ojalá la abuela estuviera
viva, porque le habría encantado este pequeño giro de los
acontecimientos. ¿Y si París es realmente la Ciudad del Amor?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 5
FINN

—Wow este lugar es enorme. Creo que es más grande que mi


apartamento. — Mientras Georgia inspecciona la suite, yo llevo su
equipaje al dormitorio. La mayoría de las suites, incluso las
presidenciales, solo tienen una cama, y ésta no es diferente. No sé si
debería maldecir a Mercy o agradecerle que me haya puesto en esta
situación. No tendré problemas para vigilar a Georgia. No hay
necesidad de ir a longitudes extraordinarias para colocar un micrófono
en su televisión del hotel. Por otro lado, me resultará más difícil
eliminar a mi objetivo.
Rebusco en el armario y encuentro el taburete del equipaje. Lo
abro y pongo la maleta de Georgia encima. No puede pasar armas por
la aduana, pero la maleta parece demasiado pesada para llevar solo
ropa. Le echaré un vistazo más tarde, cuando se esté duchando.
—Hay una puerta aquí, pero no se abre. — me dice desde el lado
opuesto de la suite. La encuentro delante de una puerta blanca con
paneles.
—Es para la habitación contigua.
—Sí. ¿No es ahí donde voy a dormir?
—Solo tenemos esta suite.
Sus cejas se fruncen. —Pero solo hay una cama. ¿Cómo puede
haber solo una cama en este espacio gigantesco? Como si hubiera una
sala de estar y una mesa de comedor e incluso un pequeño tocador en
la entrada, ¿pero solo una cama?
Hay un poco de pánico en su voz. Hay que reconocer que no se
ha escondido ni una vez. Me pregunto cuál es su número de cadáveres.
Es buena en su trabajo. Me sube la adrenalina. La vida se había vuelto
monótona. Ir a una ciudad. Matar a una persona. Volver a casa a mi
apartamento vacío. Esto es diferente. Esto es emocionante.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Solo hay una. Puse tu maleta en el dormitorio. Yo dormiré en
el sofá. Seguro que es extraíble. ¿Por qué no te duchas primero? Yo iré
cuando termines.
Duda. —Tal vez deberíamos bajar y hablar con la persona de
reservas. Se suponía que me iban a dar una habitación gratis. Soy
bloguera de viajes, y este hotel pagó para que viniera a hacer fotos y
esas cosas, así que no deberían obligarte a alojarte conmigo.
— ¿Bloguera de viajes?— ¿Cómo es posible? ¿Está dejando
huella de todos sus asesinatos en las redes sociales? ¿O es una
tapadera extremadamente efectiva?
—Sí. No empecé como influencer. Heredé algo de dinero de mi
abuela, que me dijo que fuera a ver mundo, así que empecé a hacerlo,
y hacía fotos y cosas, y a la gente le gustaba. Tengo pocos seguidores,
pero supongo que los suficientes como para que algunos sitios, como
este hotel, me ofrezcan regalos. Nunca podría alojarme en un sitio así
si tuviera que pagar. Las habitaciones cuestan como mil por noche, y
no quiero ni imaginar cuánto cuesta esta suite aunque solo tenga un
dormitorio.
No soy de los que se sorprenden. En mi trabajo sería fatal, pero
todo su monólogo me ha hecho tambalearme. ¿Una influencer? ¿Esa
es su tapadera? Pero... tal vez es realmente brillante. Es muy
inteligente. No puedo subestimarla, y perderla de vista no es una
opción ahora. Mantenerla a mi lado es lo más seguro.
—Estoy bien si tú estás bien. Este lugar es lo suficientemente
grande para los dos. — Me dejo caer en el sofá y tiro mis pies calzados
sobre la mesa. Parece que va a protestar más, así que cojo la revista
In Paris y la hojeo.
Tras unos instantes de silencio, por fin se marcha al dormitorio.
Tiro la revista a un lado y escucho cómo se mueve por el interior de la
habitación. Abre la maleta. Se oyen ruidos. La puerta de un armario
se abre y se cierra. Dos cajones se cierran de golpe, seguido del
chasquido de una puerta, y luego las tuberías chirrían. Este hotel es
lujoso, pero es París, y aquí nada es nuevo.
Palmeo las paredes con gratitud y me deslizo hasta el dormitorio,
que está despejado. Rápidamente rebusco entre sus cosas. No es muy
práctico para una viajera o una asesina. Hay vestidos brillantes y

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


estampados, sujetadores y bragas sexys de colores, zapatos de tacón.
Es muy dedicada a su tapadera, lo reconozco. No hay nada en la bolsa
que se parezca a un arma. Incluso las tijeras que encuentro son
pequeñas, diseñadas para las uñas o para coser o algo mundano por
el estilo. No hay venenos o productos químicos que podrían hacer
venenos. Su manejador debe haber preparado algo localmente. Tendrá
que recuperarlo en algún momento. Estoy impaciente por seguirla.
Salgo del dormitorio y tomo el cubo de hielo. Una vez fuera de la
habitación, me pongo en contacto con Mercy. — ¿Qué más tienes para
mí?
— ¿Ya te has registrado?
—Sí. No estaba seguro de la situación de la habitación, pero creo
que ahora es lo mejor.
— ¿Por qué? ¿Estás demasiado lejos de ella?
Me detengo en medio del pasillo. —Estoy en la misma habitación.
¿No me pusiste ahí?
— ¿Por qué te pondría en la misma habitación? Espera, ¿acabas
de decir que estás en la misma habitación que la otra asesina? ¿Cómo?
¿Por qué?— Mercy está teniendo una crisis nerviosa.
—El hotel dijo que había una nota de que nos pusieran juntos,
así que reservaron la otra habitación disponible para otra persona.
Pensé que lo habías hecho tú.
—Eso es una locura. Yo no lo haría. La nota era que ambos
debían estar por encima del piso tres, no que debían estar en el mismo
piso o en la misma habitación. Les llamaré.
—No. — ordeno secamente. —Esto funciona. Es muy lista y
probablemente detectaría cualquier dispositivo de escucha que
colocara en su habitación, así que es mejor así. Me dijo que es
bloguera de viajes. ¿Te encontraste con eso?
—Oh demonios, ¿en serio? Pensé que era una coincidencia,
porque ¿qué clase de persona exitosa lleva un diario digital de todos
los lugares a los que ha ido?
—Como he dicho, es lista.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Dios, ten cuidado, Finnick. Quizás deberías echarte atrás.
Nunca me he sentido tan vivo en mi vida. —Demonios que lo
haré.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 6
GEORGIA

Me tomo mi tiempo para ducharme y prepararme para ir a la


cama. Cuando dijeron que era una suite, pensé que significaba que
habría dos dormitorios reales. Supongo que solo significaba que la
habitación tenía un dormitorio privado con una puerta.
No es hasta que salgo del baño y Finn me mira cuando me doy
cuenta de que mi pijama es tan revelador. Los pantalones cortos son
un poco pequeños, pero me encanta la sensación sedosa de ellos.
Tengo un top morado a juego. No estaría tan mal si llevara sujetador.
Finn se me queda mirando un buen rato. Intento no moverme.
Sabe cómo prolongar el silencio para que yo lo rompa, pero esta vez
no lo hago. Me quedo un poco sorprendida de que este hombre y yo
compartamos habitación. Es un completo desconocido al que he
conocido hace apenas unas horas. No sé nada de él aparte de lo poco
que me ha revelado. Sin embargo, por alguna razón, me siento cómoda
a su lado.
Cuando estaba en la ducha, intenté restarle importancia a lo
guapo que es, pero esa mentira duró en mi cabeza hasta que volví a
verlo. Deja caer los pies de la mesita y se reclina en el sofá. Desvío la
mirada hacia abajo, observando el aspecto de sus gruesos muslos en
los pantalones. Noto cómo se me endurecen los pezones al verlo. Es
demasiado sexy para su propio bien.
—Tengo hielo. — Señala el cubo con la cabeza.
— ¿Para qué?— Consigo decir las palabras.
—Pensé que lo necesitarías. — Se encoge de hombros.
—Tengo un poco de sed. También tengo hambre.
— ¿Quieres pedir servicio de habitaciones?— Su tono casi suena
sospechoso.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Pagaría mi parte. No te estafaré con la cuenta ni nada. — Voy
en busca del menú del servicio de habitaciones. Puedo sentir los ojos
de Finn sobre mí todo el tiempo. El hombre puede pasar de ser dulce
a algo totalmente distinto. Me da una extraña emoción. —Lo he
encontrado. — grito cuando lo localizo en una mesa cerca de la puerta.
Hojeo las páginas y me cuesta entender la mitad de lo que pone.
Lo que consigo entender son los precios. Debería irme a la cama y
comer por la mañana. No estoy sin dinero, y poco a poco he ido
ganando dinero, pero siempre me asusta que mis ingresos no sean
constantes.
— ¿Qué vas a pedir?— pregunta Finn cuando cierro el menú.
—Creo que esperaré a desayunar. — Me acerco y le doy el menú.
—No puedo leer la mitad de las cosas que hay aquí.
—Dijiste que tenías hambre. — Vuelve a abrir el menú y me lo
traduce, diciéndome qué es cada cosa.
— ¿Hablas francés?— Se encoge de hombros con
despreocupación. —Es genial. —Me dejo caer en el sofá a su lado. —
¿Cuántos idiomas sabes?
—Puedo hablar un puñado con fluidez. — Sus ojos se desvían
hacia mis piernas desnudas que casi lo tocan.
— ¿Pero sabes leer y entender otros? — Asiente. —Es increíble.
Me gustaría poder hacerlo.
— ¿Qué te gustaría?
—Como he dicho, esperaré. — Mi estúpido estómago decide
soltar un pequeño gruñido en el momento en que las palabras se
deslizan por mis labios.
—Comerás esta noche. — Se levanta y se acerca al teléfono. No
entiendo ni una palabra de lo que dice porque está todo en francés,
pero se queda al teléfono unos minutos. No sé si es por el idioma, pero
parece que está pidiendo todo el menú.
— ¿Lo has pedido todo? — Me río cuando por fin cuelga la
llamada.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—No me dijiste lo que querías, así que tuve que improvisar. —
Resoplo una carcajada, pero él ni siquiera esboza una sonrisa.
— ¿No estarás bromeando? — Caigo en la cuenta.
—No diría que lo he pedido todo. Pero tendrás una gran variedad
para elegir. Me di cuenta por tu cara de que algunos te sonaban
desagradables cuando los leí.
—De acuerdo. — Mi mente ya está intentando sumar lo que va a
costar esta cuenta.
—Voy a darme una ducha rápida.
—De acuerdo. — vuelvo a decir.
Me lanza otra de sus largas miradas antes de irse a duchar. Cojo
el móvil y me entretengo intentando no pensar en el hecho de que hay
un hombre desnudo cuyo apellido desconozco en mi habitación de
hotel. O en lo bien que debe de estar con el agua corriendo por cada
centímetro de su cuerpo. Realmente necesito sacar mi mente de la
cuneta. El hombre ha sido muy respetuoso y amable conmigo.
Respondo a algunos mensajes. Me pregunto si, si hago buenas
fotos de la comida y las cuelgo en las redes sociales podré conseguir
que también me compense. Merece la pena intentarlo. Casi se me
resbala el móvil de la mano cuando Finn entra en la habitación sin
más ropa que un pantalón de chándal, con el pelo aún húmedo. Su
pecho ancho está a la vista.
Por suerte, llaman a la puerta para que no me quede embobada
mirándolo. Me levanto de un salto. —Servicio de habitaciones. — dice
una voz masculina.
—Voy yo. — Finn extiende una mano para indicarme que pare.
—Deberías ir a la habitación. — Me señala el dormitorio.
— ¿Por qué?— le pregunto mientras llaman a la puerta. Sus ojos
recorren mi cuerpo de arriba abajo.
—El dormitorio. — vuelve a decirme. Mis pies se mueven solos y
hago lo que me dice.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


¿Está celoso? Me muerdo el interior de la mejilla. No quería que
quienquiera que estuviera en la puerta me viera vestida con tan poca
ropa.
Otra de esas emociones recorre mi cuerpo. París está resultando
muy diferente de lo que jamás hubiera imaginado.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 7
FINN

¿Un tarro de miel? ¿Una seductora diseñada para que yo... qué?
¿Duerma con ella? ¿No matar a alguien? Si me estuviera reclutando,
no necesitaría acostarse conmigo. Eso se usa para operaciones a largo
plazo donde quieres establecer una relación y usarlos con el tiempo.
No lo necesitaría si solo quisiera que formara parte de su organización.
Todos estos pensamientos golpean dentro de mi cabeza mientras dejo
entrar al botones con la comida.
—Soy su mayordomo personal, Sr. Jones. — Hace un gesto
detrás de él y otros tres empleados hacen rodar los carros hacia el
interior. En muy poco tiempo, ponen un mantel blanco sobre la mesa,
extienden los platos y se retiran en silencio.
—Se han ido.
Asoma la cabeza, ocultando su cuerpo tras la puerta. — ¿Es
seguro?— Sus ojos se posan en la comida. — ¿Seguro que no pediste
todo el menú?
—Dejé algunas cosas fuera. Puedes coger un poco de todo y
decidir qué te gusta más.
Se escabulle, apretándose el cinturón de la bata de hotel que se
ha puesto sobre el pijama de seda morada. Odio el albornoz. Si
hubiera una chimenea, la tiraría ahí junto con el resto de su ropa. Se
vería obligada a pasearse solo con los pantalones cortos de seda y el
top. Sería duro todo el tiempo, pero valdría la pena.
—Hay escargot, que son caracoles, sopa de cebolla francesa,
bouillabaisse, y bourguignon, crȇpes, algo de pastel de salmón, y una
ensalada. Ah, y pan. Porque, ¿qué es una comida francesa sin pan? —
Le acerco una silla.
— ¿Caracoles? Supongo que eso es famoso aquí. — No parece
entusiasmada.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—No lo toques si no te interesa. No es ninguna vergüenza.
—No puedo dejar que se desperdicie cuando estoy pagando por
ello.
Parece preocupada por el costo, lo que es coherente con su
tapadera de bloguera de viajes. Su coherencia es jodidamente irreal.
—Es parte de los beneficios. — miento.
Se anima. — ¿Ah, sí? Supongo que lo probaré. ¿Cómo me como
estas cosas? ¿Me meto la cáscara en la boca? ¿La abro? Me salté esos
vídeos porque pensé que nunca los probaría. Espera un momento.
Tengo que coger mi trípode para poder grabar esto.
Le tiendo la mano. —Yo tomaré los videos.
—No. Deberías comer. — Hace un gesto con la mano hacia los
platos. —Suelo viajar sola para no molestar a nadie con mis rarezas.
Sé que puede ser irritante para algunas personas vernos grabando
cosas en vídeo todo el tiempo o haciendo fotos, pero es trabajo. Nadie
se enoja con un abogado leyendo un escrito en la mesa, pero supongo
que este trabajo parece menos valioso. — Se encoge de hombros. —No
es que me propusiera ganar dinero de esta manera. En realidad, dejé
mi trabajo en la vida real por el regalo de mi abuela, y se convirtió en
algo más grande. Dios, estoy balbuceando. Ahora vuelvo. — Se levanta
de un salto para coger su trípode.
La observo con perplejidad. Georgia es la persona más atractiva
que he conocido. Para ser justos, no es que haga muchas conexiones
cercanas. Eso no es bueno para mi línea de trabajo, pero también
nunca he conocido a nadie como ella antes. Tiene esa cosa dentro de
ella que me hace querer sonreír. No soy un sonriente. Soy un asesino.
Los asesinos no sonríen. Somos inexpresivos el noventa y nueve por
ciento del tiempo, y el otro uno por ciento, estamos frunciendo el ceño.
Está en el manual del código internacional de asesinos.
No sonrío cuando vuelve.
— ¿Está mala la comida?— Pone el trípode delante de su plato.
—No quiero ponerme enferma. Una vez me intoxiqué en un viaje de
rafting porque un tipo insistió en cocinar el pescado. Dijo que había
ido a la escuela de cocina. Resulta que era como una medalla al mérito
para los Scouts que ganó cuando tenía doce años. De todos modos,

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


todos nos enfermamos, y nuestro viaje terminó siendo interrumpido.
Tuvieron que evacuar a un par de campistas. — Inclina la cabeza. —
Esos mensajes fueron los que me hicieron famosa. Se hicieron virales.
Hago una nota mental para buscar esto y ver si hay un cadáver
en cualquier lugar cerca de su viaje en barco.
—No he tocado la comida. Te estaba esperando. — Puede que te
haya esperado toda mi vida y no me haya dado cuenta.
Narra que va probando cada plato y, aunque le dan miedo los
caracoles, no hace ningún ruido ni cara de asco.
—No están tan malos como pensaba, pero no sé si los pediría
porque son caros y en realidad solo saben a hierbas y mantequilla.
Son un poco sabrosos. También me gusta este pequeño tenedor y
estoy tentada de comer todas mis comidas con un pequeño tenedor a
partir de ahora. — Levanta el pequeño utensilio de tres puntas. —
¿Qué debería probar ahora? ¿La ternera? Aquí tengo dos platos de
ternera. Dios, ¿no tiene buena pinta? Ojalá estuvieran aquí para poder
oler esto.
Hace varias fotos más y se sienta a comer. —La verdad es que es
muy incómodo grabar esto contigo aquí. Estoy acostumbrada a
hacerlo sola.
—Lo estoy disfrutando. También suelo comer solo. — Pero ya no
quiero hacerlo.
Me dedica una sonrisa irónica. —Ya he terminado. Editaré las
fotos y las publicaré más tarde. Nunca me has dicho a qué te dedicas.
¿Es aquí donde empieza a indagar en mi pasado? ¿Intentando
que descubra mi tapadera? O tal vez está probando mi temple para
ver si soy digno de ser reclutado. —Estoy aquí por negocios. —
Empiezo con vaguedad y espero a ver si me presiona.
— ¿Ni museos, ni compras, ni subir a lo alto de la Torre Eiffel?
—No estaba en mi itinerario.
Se inclina hacia mí como si quisiera compartir un secreto. —Yo
tampoco quiero subir a lo alto de la Torre Eiffel, pero sí quiero ir al
Louvre y ver la Mona Lisa. Sé que es un cuadro pequeñito y que no se

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


puede pasar más de un minuto mirándola, pero es tan famosa. Quiero
ver por qué tanto alboroto.
—Vayamos mañana. — suelto.
Arquea las cejas. —Creía que estabas aquí por negocios.
—Mucho trabajo y nada de diversión hacen de Finnick un chico
aburrido.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 8
GEORGIA

—Debería tomar el sofá cama. — ofrezco cuando Finn y yo hemos


terminado de comer. Estoy tan llena que sé que me desmayaré en
cuanto me tumbe.
—No voy a dejar que duermas en un sofá cama.
—Sinceramente, no me iba a molestar. — Hago un gesto hacia el
sofá. Es lo suficientemente grande como para dormir en él sin tener
que pasar por la molestia de sacarlo. —Eres gigante. Dormirás fatal
en él. — Digo lo obvio. Tiene más sentido que yo duerma aquí y que él
se quede con la cama enorme.
—No necesito dormir mucho, y cuando lo hago, puedo dormir en
cualquier sitio. — Miro hacia el dormitorio. Las puertas dobles
francesas permanecen abiertas, dejando ver la enorme cama. Tengo
que admitir que parece un maldito sueño. Pero no quiero ser
avariciosa ni que él se sienta obligado a regalármela.
—Es una cama muy grande. —estrecha los ojos.
— ¿Estás sugiriendo que la compartamos? — pregunta.
—Te prometo que me quedaré de mi lado. — Me río. Actúa como
si intentara seducirlo o algo así. Quiero decir que definitivamente no
lo estoy. ¿Lo hago?
—De acuerdo. — acepta finalmente. Por un segundo, estoy
segura de que va a oponerse a dormir en el sofá en lugar de compartir
la cama gigante. Eso podría haber dado a mi orgullo un pequeño golpe.
No he conseguido entender a Finn; no estoy segura de sí le gusto o no.
Se ha ofrecido a acompañarme al museo, pero podría tratarse de un
gesto amistoso y nada más.
Puede que no sea su tipo. Ese pensamiento me escuece más de
lo que esperaba. Gustarle o no gustarle no debería provocar ningún
tipo de reacción en mí. Apenas lo conozco, y también sé que esto no

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


puede ir más allá de los próximos días. Debería querer mantener esto
amistoso y nada más. Solo me llevaría al desamor.
—No estás casado ni nada, ¿verdad? — suelto cuando se me
ocurre algo de repente. Levanta la mano para mostrar que no lleva
anillo.
—No compartiría la cama con una mujer si perteneciera a otra.
— Por su expresión, me doy cuenta de que habla en serio.
—Pertenecer a otra. — Sonrío, me gusta cómo lo ha dicho. —
Suena encantador como lo dices. Me dan ganas de pertenecer a
alguien. — Si la expresión de su cara me parecía seria hace un
momento, no sé exactamente cómo describir la que lleva ahora.
— ¿Quieres el lado derecho o el izquierdo? — pregunta,
desviando nuestra conversación hacia otra dirección.
Si tuviera que adivinar, diría que esta es probablemente la vez
que Finn más ha hablado con alguien en tan poco tiempo. Siento
mucha curiosidad por él, pero decido que probablemente debería
dejarlo mientras voy por delante e irme a la cama.
— ¿Tienes alguna preferencia? Porque a mí me da igual. — Me
dirijo al dormitorio. Mentiría si dijera que no meneo un poco más las
caderas mientras camino, sabiendo que él está justo detrás de mí.
—No me importa. — gruñe.
—De acuerdo. Supongo que tomaré este. — Elijo el lado más
cercano al baño. Antes de echar las mantas hacia atrás, me quito la
bata y me meto. Finn me mira pero no dice nada antes de entrar en el
baño.
Oigo el ruido del agua al abrirse. Apago la luz de mi lado de la
cama. Por alguna razón, quiero esperar a que salga del baño. Pero
supongo que no voy a poder acribillar a preguntas a Finn en la
oscuridad mientras estamos tumbados en la cama. No me extrañó
que, por alguna razón, no quisiera decirme nada sobre el trabajo. Lo
evitó.
¿Y si trabaja para el gobierno? Eso tendría sentido. ¡Quizás sea
un espía! Su cuerpo está hecho para serlo. Creo que he visto
demasiadas películas. El hombre no es un espía. Estoy siendo

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


ridícula. Trato de pensar en otras ideas, pero pronto el sueño se
apodera de mí.
— ¿Finn?— Murmuro antes de estar completamente despierta.
Mi mente ya va hacia él, pensando que podría haber soñado toda la
noche pasada.
— ¿Sí? — gruñe. El sonido retumba por todo su cuerpo. Lo
sabría porque en este momento estoy envuelta en él como un maldito
oso koala.
—Oh mi Dios. — Me quito de encima de él. No antes de darme
cuenta de que su polla dura está apretada contra mi muslo. Había
tirado toda mi pierna sobre él. — ¡Lo siento!— Chillo. En mi prisa por
volver a mi lado de la cama, me paso y casi me caigo.
Finn acude rápidamente en mi ayuda. Saca el brazo y me tira
hacia atrás antes de que me caiga de la cama.
—Duermes como una roca. — me dice antes de soltar lentamente
el brazo que me rodea. Me roza el pecho y me doy cuenta de lo duros
que tengo los pezones. Estoy segura de que los ha notado.
—Yo, ah. — Me quedo sin palabras porque ahora recuerdo el
sueño que tuve por la noche. Era sucio, y la estrella había sido Finn.
¿Me monté sobre él mientras dormía? —No estoy acostumbrada a
compartir la cama. Supongo que soy una abrasadora. — Es lo mejor
que se me ocurre.
No espero respuesta. Salto de la cama y voy directa al baño a
esconderme. Me cubro la cara con las manos, incapaz de mirarme al
espejo.
Puede que no lo haya follado en seco, intento tranquilizarme.
Cuando suelto las manos, miro mis sedosos pantalones cortos. Hay
una pequeña mancha húmeda. No solo creo que lo he follado, sino que
puede que me haya corrido yo misma.
¿Cuánto tiempo puedo esconderme en este baño? Supongo que
no para siempre.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 9
FINN

Una vez vi una película en pleno vuelo sobre dos asesinos que se
enamoran. No iba a hacerlo, pero me picó la curiosidad. No recuerdo
mucho más que en una escena en la que se suponía que los dos
estaban trabajando, estaban bailando. Pensé que eran muy tontos por
no prestar atención a sus objetivos, pero al final su amante era su
objetivo. Ese fue el giro. De todos modos, se distrajeron, y no me
pareció creíble, pero ahora... joder, estoy hecho un desastre por
dentro.
No podría dormir acostado a su lado. No estoy hecho así. Me
sorprendió que fuera capaz de bajar la guardia y quedarse dormida.
Yo no podía hacerlo. No dejaba de pensar que tal vez, solo tal vez, me
apuñalaría mientras dormía o se escabulliría para conseguir su
objetivo. Mantuve la respiración tranquila y fingí dormirme.
No se escabulló ni me apuñaló, pero estuve a punto de morir.
Media hora después de que su respiración se estabilizara, rodó a mi
lado, poniendo una pierna sobre mi cadera y un brazo sobre mi pecho.
Mi polla se puso más dura que una barra de acero y dejé de respirar.
Me agaché para apartar la polla de la suave carne de su muslo
cuando empezó a moverse, empujando sus caderas contra mí. Mis
dedos quedaron atrapados y, diablos, los dejé ahí, dejando que se
frotara contra mí, que los labios de su coño rozaran mi piel. Estaba
ardiendo. Mi sangre estaba súper caliente. Mi corazón latía más rápido
y fuerte que las campanas en lo alto de la catedral de Notre Dame. Mi
polla latía al ritmo de sus embestidas. Casi me rompo un diente
apretando los dientes en un esfuerzo por no gritar cuando me corrí en
los calzoncillos. Y como si oyera mis gemidos silenciosos o sintiera el
palpitar de mi polla, dejó de contenerse. Enrosqué los dedos en forma
de taza y me llevé su jugo a la boca. Era lo mejor que había probado
nunca.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Salí de debajo de ella y entré en el cuarto de baño, donde me
masturbé utilizando su éxtasis líquido como lubricante. Quería volver
a la cama, tumbarla boca arriba y penetrar su coño caliente. Podría
llevarla al cielo y atraparla cuando volviera a la tierra. Conseguí
recogerme, lavarme y volver a deslizarme bajo su cálido cuerpo. Se
acurrucó contra mi costado, frotando su pequeña nariz contra mi
hombro. Su pierna se deslizó por mi torso y bajó hasta cubrirme la
polla de nuevo, como si ese fuera el único ángulo que se sentía bien.
En cuanto a mí, a pesar de correrme dos veces, se me puso dura
de nuevo y seguí así toda la noche. Esta mañana casi me rompe la
polla de un salto.
Me quedo mirando la puerta del baño durante un minuto antes
de levantarme de la cama. Entro en el pequeño medio baño de la sala
de estar y me masturbo hasta que me corro en la mano. No me siento
muy bien, ni siquiera mejor que meando después de un largo viaje,
pero no puedo estar todo el día con una polla gigante. Me lavo y me
pongo mi uniforme de turista: vaqueros y camiseta blanca. Hoy tengo
que hacer un reconocimiento de mi objetivo, comprobar mis
provisiones en el almacén alquilado por Mercy y preparar la habitación
de hotel en Ile Saint-Louis. Para hacer esas cosas, tendré que salir de
Georgia, cosa que no quiero hacer.
Cojo el teléfono y pido que traigan el desayuno a la habitación.
Discutiremos sus planes mientras comemos algo.
—Bonjour, ¿en qué podemos servirle?
Miro el menú. Hay yogur, tostadas francesas, croissants de
chocolate, croque-madame con huevo y queso, y chocolate caliente.
No sé qué quiere, así que supongo que haré lo mismo que hice anoche.
— ¿Otra vez uno de todo, señor?
—Sí, no estoy seguro de lo que quiero. — No necesito poner la
indecisión a sus pies cuando soy el que no está seguro de lo que le
gusta.
—Por supuesto. — El mayordomo no nos juzga. ¿Qué le importa
lo que pidamos? Somos excéntricos y ricos. Hago una pausa mientras
cuelgo el teléfono. Maldita sea. Lo estoy haciendo otra vez. Estoy
actuando fuera de lo normal y la gente me va a recordar. Pero ya no

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


puedo hacer nada. Ya estoy en la suite presidencial con mi compañera
de viaje, pidiendo uno de cada menú. Me restriego las manos por la
cara y luego voy a llamar a la puerta del baño.
—He pedido algo para desayunar. Invita la casa. — añado, ya
que parte de la tapadera de Georgia es ser demasiado pobre para pagar
comidas caras.
—Enseguida salgo. — contesta, casi susurrando.
Me pregunto si cree que voy a atacarla en cuanto salga del baño.
Es imposible que no se haya dado cuenta de la enorme erección que
se le clava en el muslo. Aunque sea una asesina a sueldo, no significa
que sepa luchar. Muchos asesinos matan sigilosamente porque no hay
necesidad de entrar en combate cara a cara con un objetivo. Matas a
larga distancia con un rifle de francotirador o les apuñalas en el
corazón mientras pasas a su lado en una terminal abarrotada o echas
veneno en su whisky favorito mientras sirves copas a una mesa.
—Siento lo de esta mañana. Me despierto duro por la mañana.
Es algo habitual. No puedo hacer mucho al respecto. Tendré cuidado
esta noche. No te preocupes. No voy a atacarte. — No hay respuesta.
No hay movimiento. No debo haber sonado convincente. Lo intento de
nuevo. —Lo digo en serio. No eres mi tipo. — miento entre dientes,
pero funciona porque la puerta empieza a abrirse.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 10
GEORGIA

Tan rápido como empiezo a abrir la puerta, la vuelvo a cerrar.


— Yo, ah, necesito un segundo. — Toco la cerradura y abro el
grifo del lavabo para tapar cualquier ruido.
Justo cuando pensaba que las cosas no podían empeorar, de
alguna manera lo hacen. La vergüenza de haber maltratado a Finn
mientras dormía no se parece en nada a haberlo oído decir que no soy
su tipo. Admito que ya había pensado que era posible que no lo fuera.
Pero la confirmación me ha golpeado más fuerte de lo que esperaba.
Supongo que aún me quedaba una chispa de esperanza de que iba a
experimentar esa magia amorosa de París. Es algo que sembré en mi
cabeza hace mucho tiempo.
Érase una vez que había escrito en mi diario una historia de
amor. Una vida completamente diferente. Era mi propio sueño de
cuento de hadas. Sé lo inverosímil que es mi pequeña historia. Mi
héroe ni siquiera era multimillonario. Era simplemente alguien que
me amaba por mí y luchaba por tenerme.
Me miro en el espejo y me limpio las estúpidas lágrimas de los
ojos. Hacía tiempo que no lloraba. Creo que la última vez fue cuando
vendí las joyas que me dejó mi abuela. Aunque ella me exigió que lo
hiciera, no dejó de ser emotivo.
En su testamento figuraba lo que me dejaba, pero nadie más
pudo ver la carta que me escribió. Fue difícil desprenderme de los
pedazos, pero ella quería que fuera libre y sabía que el dinero podía
darme un nuevo comienzo si quería.
El rechazo debería resultarme fácil. Mi abuela era la única de mi
familia con la que conectaba, y probablemente también porque era un
poco oveja negra.
A los ojos de mis padres, elegí ser pobre e inútil. Esas eran las
palabras que utilizaban para describirme. Había crecido con dinero.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


No mucho, pero lo suficiente para que en nuestro pueblo todo el
mundo supiera quién era mi familia. Nuestro apellido tenía peso. Uno
que nadie pensó que yo podría alcanzar.
Simplemente no caí en la línea. Mis padres odiaban no poder
controlarme y hacer que me sometiera a su voluntad. Eso fue lo que
llevó a mis padres a echarme. Sé que lo hicieron para intentar
asustarme. Estoy segura de que pensaron que volvería arrastrándome.
Entonces perdí a la única persona que me entendía. Todo en mi ciudad
natal me parecía irrelevante entonces. No me importaba si me querían.
Sabía que solo era cuestión de tiempo.
Mi abuela me dejó todo lo que podía reclamar como suyo. Se
había casado con el apellido Newman. La mayoría de las cosas estaban
en fideicomisos o bajo llave. Desafortunadamente, yo estaba muy
familiarizada con el funcionamiento interno de mi familia. Crecí viendo
a mi madre seguir cada orden con el fin de permanecer en ese mundo.
Eso solo me hizo querer salir más.
Me sentía tan enjaulada. Creo que me querían fuera de todos
modos. Era demasiado fácil para ellos abrir la puerta y dejarme libre.
Por supuesto, nadie quiere sentir que toda su vida está controlada,
pero sí quieres a alguien que quiera mantenerte.
No acepté a ninguno de los hombres con los que intentaron
casarme como si fuera hace doscientos años. Mis padres pensaban
que si me concertaban un matrimonio acabaría por caer en la trampa.
Con cada pretendiente que rechazaba, empezaban a creer que no
quería una familia. No podían estar más equivocados. Eso es lo que
quiero más que nada. Puede que viaje por el mundo, pero por
desgracia lo hago sola. Mis seguidores en las redes sociales han
crecido como la espuma, pero eso no llena la soledad que escondo tras
mis sonrisas cuando poso para una foto.
Siempre fui una extraña con mi familia. Incluso cuando era
pequeña. No ayudaba que tuviera dos hermanas mayores que mis
padres consideraban perfectas. Apuesto a que serían del tipo de Finn.
Sabiendo que no puedo esconderme en el baño para siempre, me
lavo la cara e intento calmar mis ojos hinchados, no quiero que Finn
sepa que he llorado. No creo que haya querido ser cruel, pero sus
palabras me han traído recuerdos de mi infancia. Las pequeñas

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


sonrisas de mis hermanas cuando conseguían hacerme llorar.
Disfrutaban causándome dolor.
Finn no está siendo mezquino, solo honesto, y no puedo culparlo
por ello. Eso no detiene el dolor, pero intentaré ocultarlo. No quiero
hacerlo sentir culpable. Entonces se compadecerá de mí.
Respiro hondo antes de volver a salir del baño. Por suerte, no
está en el dormitorio. Cojo ropa, me meto en el baño y me visto para
el día. Voy a darle una salida, y será más fácil si estoy vestida y lista
para irme justo después. Así no será incómodo... o más incómodo de
lo que ya es.
Cuando por fin estoy lista, salgo del baño con una sonrisa en la
cara como si no pasara nada. Definitivamente aprendí ese truco de mi
madre. Mis ojos se posan en Finn cuando entro en el espacio principal
de nuestra suite. Una vez más, hay un montón de comida. Hablo antes
de que él pueda.
—Hoy no tienes que venir conmigo. Seguro que tienes cosas de
trabajo, y estoy acostumbrada a estar sola.
—Quiero ir. — Se levanta y me acerca una de las sillas del
comedor. Mis modales se apoderan de mí y me siento, no queriendo
ser descortés. —Deberíamos comer primero.
—Bien. —Cojo un tenedor y pico, tratando de hacerme la
interesante, pero Finn me observa como un halcón. — ¿Vas a
comer?— Digo después de unos minutos. No soporto el silencio ni las
miradas fijas. ¿Por qué me mira si no soy su tipo?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 11
FINN

He tenido que fingir muchas cosas en mi vida, pero nada ha sido


más difícil que intentar fingir que no deseo a esta mujer. Mientras está
sentada frente a mí, empujando la comida con el tenedor, mi instinto
me dice que la coja en brazos, la lleve al dormitorio y le haga cosas
hasta que llore de alegría.
Intento matar esos pensamientos porque, aunque ella no pueda
leerme la mente, estoy desprendiendo una energía que no le gusta. Por
qué importa eso, no quiero examinarlo.
— ¿Qué planes tienes para hoy?
Deja el tenedor junto al plato de comida. —He pensado en pasear
por Champs-Élysées y las Tuileries. Los árboles están a punto de
florecer. Quizá me coma unos churros con chocolate caliente de
alguno de los vendedores.
Ninguno de los dos mira la cesta de croissants y la taza de
chocolate caliente que hay en el centro de la mesa. Me limpio la boca
con la servilleta y me pongo en pie. —Vámonos entonces.
— ¿Ahora mismo?
Miro hacia las delgadas y altas puertas francesas que dan a un
pequeño balcón. —Ha salido el sol. La aplicación del tiempo dice que
hace unos cincuenta grados. Si te pones pantalones y una chaqueta,
estaremos cómodos.
—No estaba pensando en el tiempo, pero... ¿estás seguro de que
quieres salir conmigo? Quiero decir, dijiste que no era tu tipo.
—No voy a hacer nada en público. — gruño.
Se ruboriza. —Pues claro que no. Ni siquiera pensaba que lo
harías. Voy a cambiarme. — Se escabulle hacia el dormitorio y cierra
la puerta tras de sí.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Me acerco despacio a las puertas y miro hacia el Sena. ¿Qué
estoy haciendo con ella? ¿Por qué intento obligarla a pasar tiempo
conmigo? ¿Creo que puedo enamorarla si la agasajo con churros y
chocolate? Estoy en París para matar a alguien, no de vacaciones.
La puerta de la habitación se abre e interrumpe mis
pensamientos. Georgia aparece con una falda vaquera larga, un jersey
azul marino con las mangas subidas y un abrigo de cuadros beige y
negro colgado de un brazo. —Estoy lista. —Levanta un pie para
mostrar un par de botas azul oscuro. —Incluso me he puesto mi
calzado práctico.
— ¿Vamos a escalar una montaña hoy?
—Nunca se sabe. —Sonríe, y parece genuina, como si lo que la
hubiera disgustado esta mañana hubiera pasado. A lo mejor es que le
encantan el chocolate caliente y los churros. Tendré que asegurarme
de que los coma todos los días.
Me meto en el bolsillo el teléfono, la llave del hotel y me encojo
de hombros antes de acompañarla a la salida. The Tuileries Garden
está a dos pasos del hotel. La ciudad se está despertando. Se colocan
carteles en las aceras de los cafés. Se cepillan los toldos y se limpian
los cristales.
Los autobuses azules pasan junto a la gente que pasea a sus
perros pequeños. A mi lado, Georgia tiene la cara levantada como una
flor que adora el sol.
Quiero comérmela de un bocado, tragármela y mantener su
sabor en mi boca 24/7.
—Tienes esa mirada. — dice sin ni siquiera girarse en mi
dirección.
— ¿Qué mirada?
—La de enojado.
—Estás mirando al sol.
—Me doy cuenta. Es como si olas de calor palpitaran en el aire.

Oh, nena, eso no es ira. Eso es lujuria.


—No estoy enojado. Nunca he estado más lejos de ese estado.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Si tú lo dices. — Hace un zumbido en el fondo de la garganta
tan sexy que me dan ganas de tirarla a la acera y follarla en plena calle
de París.
Inhala. —Lo huelo. — Una sonrisa se dibuja en su cara. —
Churros.
Supongo que el ruido sexy era por la masa frita y no por mí. La
sigo mientras baja los escalones hacia el amplio bulevar que conduce
a los jardines. En cada esquina de la acera, vendedores en grandes
camiones venden churros, waffles, chocolate caliente y vin chaud.
— ¿Quieres alguno? — pregunta mientras ojea el breve tablón de
menús. Los churros se venden por media docena.
—Sí. Pide dos.
—Entonces, ¿doce?
—Veinticuatro.
—Ambiciosos, ¿no? —Se adelanta y hace el pedido. Esperamos
mientras el vendedor deja caer tubos de masa en cajas de aceite
hirviendo. En un santiamén, tenemos una bolsa llena de churros
recién fritos y pequeñas tazas de chocolate.
—Háblame de tu abuela.
— ¿Qué quieres saber?
Todo. — ¿Viajaba mucho? Dijiste que empezaste a viajar por ella.
—No, su familia no se lo permitía, pero armamos este enorme
rompecabezas del mapa del mundo, y cuando estuvo terminado,
marcó todos los lugares del mundo que amaba. No había visitado
muchos de ellos, pero había leído sobre ellos. Cuando murió, me dejó
algo de dinero y supe que quería que lo utilizara para esto. — Georgia
extiende las manos para señalar el gigantesco estanque reflectante, el
callejón de árboles y los cuidados bojes. Si esto es una tapadera, es
extraordinaria, pero empiezo a pensar que no todo es una tapadera.
Las mejores mentiras son las que se mezclan con verdades, y la
historia de Georgia sobre su pasado, sobre su abuela, todo parece
demasiado real para ser una historia inventada.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿Y tu familia?— pregunto en voz baja aunque creo saber la
respuesta.
El brillo de su rostro se atenúa un poco. —No están muy
contentos. No encajo en su idea de una hija como es debido. Debería
estar en casa, vistiendo perlas y encajes, no vaqueros y botas.
— ¿Qué tienen de malo los vaqueros y las botas?
—Nada y por eso los llevo aquí en París. — Da un mordisco a sus
churros. — ¿Y tú? ¿Eres una oveja negra o estás a la altura de tus
padres?
—Mis padres ya no están por aquí. — Nunca han estado. Crecí
en el sistema de acogida, fui al ejército, me licenciaron y empecé a
trabajar para un contratista militar antes de encontrar mi vocación
como asesino a sueldo, pero eso no es realmente un antecedente que
pueda compartir con Georgia. —Murieron hace un tiempo.
—Lo siento.
—No lo sientas. Fue hace mucho tiempo.
—Algunas heridas todavía pueden doler, no importa cuán lejos
en el pasado ocurrieron. Mi abuela nunca superó que la reprimieran.
Siempre tuvo grandes sueños, y yo los estoy viviendo por las dos. —
Georgia se gira hacia mí. —Así que aunque haya gente que no me
quiera en su vida, voy a perseguir mi propia felicidad.
Entrecierro los ojos. ¿Está hablando de mí? ¿De no quererla?
¿Había confundido las señales? —Si te refieres a mí, creo que tienes
una impresión equivocada. Te deseo, Georgia, probablemente
demasiado.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 12
GEORGIA

Estoy demasiado conmocionada para responder. También tengo


la boca llena de los mejores churros que he probado nunca. Aun así,
por muy buenos que estén, oír a Finn decir que me desea es mucho
mejor. Me trago la comida que tengo en la boca. No había previsto que
dijera eso.
—Aquí. — Finn me pasa el pulgar por la comisura de los labios
y me limpia el azúcar y la canela. Veo cómo se lo lleva a la boca y lo
chupa. Me relamo los labios. Nos miramos fijamente durante un largo
rato.
—Hablaba de mi familia. — Como siempre, rompo el silencio.
No sé cómo lo hace. Realmente es una habilidad. Hay algo en él
que me hace sentir tan cómoda que no puedo evitar contarle cosas.
No me pasó desapercibido que sus ojos se entrecerraron y su cuerpo
se puso rígido cuando le dije que algunas personas no me quieren en
sus vidas. Creo que lo sorprendí un poco.
—Quería asegurarme.
—Es muy amable por tu parte. — Estoy segura de que, como
alguien que ha perdido a toda su familia, le parece una locura que uno
elija no estar junto a los suyos. Por desgracia, es la única opción que
tenía si quería vivir una vida libre y feliz.
—Es la verdad. — El hombre es siempre tan serio pero dulce
también. Es una mezcla extraña que me gusta. Cuando consigo que
reaccione, es aún más excitante.
— ¿Dijiste quizás demasiado?— Ahí es donde me pierdo.
Probablemente debería dejarlo, pero no puedo evitar sentir curiosidad.
En la habitación del hotel me dijo que no era su tipo. Si lo hubiera
dejado en ‘te deseo’ podría significar simplemente como amiga.
—Sí. — Me da una de sus respuestas vagas.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Esa es otra cosa en la que es muy bueno. Tiende a hacerme
parlotear sobre mí y esquivar muchas de las preguntas que le hago.
No las evita del todo, pero da la menor información posible.
—Pero no soy tu tipo. — Doy un mordisco a mi churro y desvío
la mirada, sin querer mirarlo a los ojos. Finn no lo acepta. Me lleva la
mano a la barbilla para que vuelva a mirarlo.
—No sabía que tenía un tipo hasta ahora. — Arrugo la nariz, sin
entender del todo lo que quiere decir. —Eres muy expresiva.
—Mi madre siempre me decía que no podía ocultar nada. Que
todos mis pensamientos se reflejaban en mi cara. — Las cejas de Finn
comienzan a juntarse. Sí, él es todo lo contrario. La mayor parte del
tiempo, todo lo que puedo leer en su atractivo rostro es cuando sus
ojos pasan de ser suaves a entrecerrarse.
—Lo dije en el hotel porque no quería asustarte. — Me suelta la
barbilla y suelta la mano. Quiero agarrarlo, pero me aferro a mis
churros. Ya me he tirado en seco al hombre mientras dormía. No voy
a agarrarme a él ahora. Además, son los mejores churros que he
comido nunca y no quiero dejarlos caer.
— ¿Creías que me habías asustado? — Suelto una pequeña
carcajada. —Quiero decir, eres grande y todo eso, pero eres como un
osito de peluche. — Le toco el pecho. —Solo que no tan suave.
— ¿Un osito de peluche?— Ladea la cabeza. Finalmente, le saco
una media sonrisa. — ¿Por eso te envolviste en mí? ¿Porque soy como
un osito de peluche?
El calor me sube a la cara. —No sé qué ha pasado. Supongo que
ha pasado un tiempo, y entonces ah, estabas en mi cama, y mis
sueños sacaron lo mejor de mí. — ¡Deja de hablar! me grito dentro de mi
cabeza.
— ¿Ha pasado un tiempo?— Se pone más erguido.
—Supongo. — chillo.
— ¿Desde qué tuviste un hombre en tu cama?
—Duermo sola. Siempre lo he hecho. — ¿Cómo cambio de tema?
Por supuesto, esta vez Finn no deja que el silencio se prolongue.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Compartiste tu cama conmigo.
—La primera vez para todo. ¿Adónde vamos ahora?— Me doy la
vuelta y empiezo a andar.
— ¿Primera vez?— Lo oigo decir desde detrás de mí. En cuestión
de segundos, está a mi lado, sus largas y gigantescas piernas me
alcanzan con facilidad.
— ¿Cuánto tiempo vas a estar en París? —Pregunto, tratando de
mantener la atención fuera de mi vida amorosa. Que es inexistente.
—Depende. — Ya estamos otra vez con sus respuestas crípticas.
— ¿Depende?
—De lo que tarde el trabajo. A veces tienes que esperar a la gente.
— ¿Como las negociaciones? Apuesto a que siempre ganas.
Puedes estar callado para siempre.
—Lo hago. — Le echo un vistazo. Me está mirando. —Siempre
gano.
—Qué suerte. Se me dan fatal. Estaba hablando con Sam...
— ¿Sam? — interrumpe por una vez.
—Sí, también es un influencer de viajes. Los dos hicimos algo de
promoción para la misma empresa, y me dijo lo que le pagaban. Era
casi el doble de lo que me dieron a mí. Me alegro por él, pero es una
mierda. — Miro a mi alrededor, no quiero que nadie me oiga decir una
grosería. Finn hace lo mismo, pero escanea más la zona que nos rodea.
—Tengo más seguidores que él. — susurro. —Y mi página tiene mucho
más engagement. ¿Es porque es un hombre? Apuesto a que sí. ¿No es
así? —Resoplo.
—Podría haber mentido. — Dejo de caminar.
— ¿Por qué haría eso?— Ni siquiera me había planteado que Sam
pudiera estar mintiendo.
—Para meterse en tu cabeza.
—No entiendo por qué necesitaría hacer eso.
— ¿Eres su competencia?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Nunca lo pensé de esa manera. Creía que éramos amigos.
Sigue intentando hacer coincidir uno de nuestros viajes, pero nunca
sale bien.
—Eso no va a pasar. — Finn me pone la mano en la espalda para
guiarme a seguir caminando.
— ¿Quizá podrías enseñarme?
— ¿Enseñarte? — repite.
—Sí, a negociar. Darme algunos trucos o algo.
—Creo que se te da mucho mejor de lo que crees.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 13
FINN

Tengo ideas sobre lo que podríamos negociar. Su ropa. Sus


besos. Sus gritos. Me tiembla la polla, lo cual es un inconveniente, ya
que estamos en medio de las Tuileries, con turistas y parisinos
paseando por los jardines a ambos lados. Aunque París es la Ciudad
del Amor, las erecciones en público no están en la lista de cosas que
hacer durante las vacaciones. Seguro que pueden arrestarme por
indecencia pública.
— ¿Has terminado con los churros?
Me mira por encima de uno a medio comer. —No.
El imbécil no lo dice, pero está implícito. —Te compraré una
flotilla entera en un par de horas. — Tiro su chocolate caliente a una
papelera cercana y la tomo de la mano.
— ¿Adónde vamos?
—De regreso al hotel. — Considero la posibilidad de levantarla
sobre mi hombro para que podamos movernos más rápido.
— ¿Se te ha olvidado algo?
—Sí. — Debería haberla tomado esta mañana. Tendría que haber
metido la mano entre sus piernas, abrir ese coño húmedo y deslizarme
dentro de ella. Yo estaba listo. Ella estaba lista. En vez de eso, dije
algunas cosas tontas, herí sus sentimientos, y todo eso me llevó a
tener una dureza pública. Lo único que puede remediar ambos
agravios -sus sentimientos, mi erección- es el sexo.
— ¿Qué pasa? Tienes la cartera en el bolsillo. La usaste para
pagar nuestra comida.
— ¿Quieres aprender a negociar? Averigua qué es lo que más
quiere la otra persona y úsalo en su contra.
— ¿Qué es lo que más quieres?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿Precisamente en este momento? A ti.
Le meto prisa para que entre en el hotel y atraviese el vestíbulo.
Si no llegamos pronto a un lugar privado, podría avergonzarnos a los
dos de varias formas inolvidables. El ascensor llega rápidamente. En
cuanto se cierran las puertas, estoy sobre ella, con la boca pegada a
la suya. Mis dedos tiran de la cintura de su jersey hasta que su piel
queda al descubierto. Jadea cuando extiendo mis manos frías por su
espalda y la aprieto más.
Se abre la puerta del ascensor y retrocedo, negándome a
separarme de ella. Entramos en la habitación dando tumbos. Mi tacón
cierra la puerta de una patada. Adentro, me separo para cogerla en
brazos.
—Ahora es el momento de exigir.
Me echa una mirada de soslayo por debajo de las pestañas. —
¿Y si lo quiero todo?
Siento que mi cara de piedra se resquebraja. También podría ser
mi corazón. —Entonces lo tendrás todo. — La dejo en la cama.
Como asesino, presto atención a los detalles. Me doy cuenta
cuando un libro de la estantería ha sido movido porque el lomo no está
perfectamente alineado con los demás. Sé si un hombre engaña a su
mujer por la frecuencia con la que mira el teléfono durante la cena.
Puedo distinguir la verdad de una mentira por cuántas veces traga el
orador.
Y ahora puedo ver el destello de excitación en sus ojos, el pulso
acelerado de su corazón en la base de su cuello y la rapidez de su
respiración para significar excitación y necesidad, no miedo.
Soy un hombre cuidadoso. Me gusta planear y tramar. Le digo
que esto va a llevar un rato.
— ¿El sexo?— Sus cejas se levantan.
—La seducción. — corrijo.
Levanto su muñeca hasta mi boca y aprieto los labios contra la
suave piel. Se estremece. —Para darte todo, necesito conocer cada
parte de tu cuerpo, cómo reacciona a mis labios, a mis dedos, a mi
aliento.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Estoy segura de que me gustará todo.
—Quiero saber qué es lo que más te gusta. ¿Es mi lengua?—
Lamo la muñeca. — ¿O aquí?— Me muevo hasta el codo.
Se retuerce. —Me gusta todo.
—A mí también. —Mi polla palpita al ritmo de mi corazón,
urgiéndome a seguir, a abrirle las piernas, a hundirme en su coño
caliente y húmedo. La ignoro y beso sus bíceps y luego su hombro. —
¿Estás lista para que te quite esto?
Asiente con impaciencia. Sonrío y le tiro del jersey por la cabeza.
La visión de toda su piel, sus tetas atadas en satén negro y encaje me
hace volver sobre mis talones.
—Me pones nerviosa. —Sube las manos para cubrirse. Las hago
a un lado.
—Eres jodidamente preciosa, y no creo que se me deba permitir
tocarte, pero nunca he sido un ciudadano respetuoso con la ley y no
voy a empezar a serlo ahora. — Subo mis manos por los costados de
su torso hasta que mis pulgares tocan sus tetas. Mientras mis manos
pellizcan sus pezones hasta hacerlos picos, me inclino hacia delante y
la beso hasta dejarla sin aliento. Ahora le toco la falda. Miro fijamente
la mancha de humedad entre sus piernas y trago saliva. — ¿Qué
quieres ahora? —gruño.
Sus dedos bajan revoloteando hasta su cintura. — ¿Esto no
entra dentro de todo?
No se atreve a decirlo, lo que me da más ganas de oírlo. —
¿Quieres que te toque? ¿Qué te lama? ¿Qué te chupe?
—Tócame.
— ¿Aquí?— Acaricio la delicada piel del interior de su muslo. La
tela de sus bragas se mueve mientras se aprieta el coño.
—Sí, pero más arriba.
Paso un dedo por el elástico ajustado en el pliegue del muslo. —
¿Es aquí?
—Dios, no, por favor, aquí. — Me agarra los dedos y los arrastra
hasta los labios de su coño. Hago a un lado el satén y acerco mi boca

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


a su sexo. Grita y entierra sus manos en mi pelo. Está suave, húmeda
y caliente, y la cabeza me da vueltas. Menos mal que estoy de rodillas.
La devoro, me la como como a un hombre que lleva un mes sin comer.
Mi barbilla y mis mejillas están empapadas de su olor, de su jugo, de
ella. Esto lo es todo y, sin embargo, no es ni una fracción de lo que
necesito.
Introduzco mis dedos dentro de ella. Sus caderas se sacuden
hacia arriba.
— ¡Dios, Finnick! — grita.
—Venta para mí, starlight. — Mi mano libre tantea el cierre de
mis vaqueros. Meto la mano y saco mi polla dura. —Te voy a tomar
ahora.
Y entonces empujo dentro de ella.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 14
GEORGIA

Todo el aire abandona mis pulmones cuando Finn me penetra


hasta el fondo. El zumbido del orgasmo se mezcla con un dolor agudo.
Me agarro a los hombros de Finn, clavándole las uñas.
—Joder. Lo siento. — gime. —Georgia, nena. — Roza su boca con
la mía. El sabor de mí aún perdura en sus labios. —Starlight. Abre los
ojos.
Los abro. Se abren para verlo. No sabía que los había cerrado.
La expresión en la cara de Finn casi me hace perder el aliento de
nuevo. Parece sufrir más que yo. No es tan horrible. El malestar ya
está desapareciendo, dejando un dolor sordo.
Me atrapa desprevenida. Había estado tan perdida en el placer
que acababa de darme. Cuando lo oí decir que me iba a tomar, no
tenía intención de detenerlo. Una mezcla de emociones me invadió
cuando me penetró. El placer, el dolor, la plenitud y, sobre todo, la
cercanía. Hacía tanto tiempo que no me sentía así con nadie. Por no
mencionar el hecho de que nunca había experimentado este tipo de
intimidad con un hombre.
Ahora Finn está en todas partes en mí. Todo él me consume. Aun
así, su poderoso cuerpo se cierne sobre el mío. Su polla me penetra
profundamente, y la conexión despierta sentimientos que no sabía que
existían, pero sin los que ahora no sé cómo voy a sobrevivir.
—Estoy bien. —Le suelto el hombro para tocarle la cara,
queriendo tranquilizarlo. Se inclina hacia mí durante un segundo.
—Perdí el control. Joder. — Baja la cabeza. —Nunca pierdo el
control. — La última frase la dice tan culpable que casi no la oigo.
— ¿Nunca?— Ahora soy yo la que hace que me mire. —Me
encanta que lo hayas hecho. — Le sonrío. La idea de que tenga algún
tipo de poder especial sobre él me hace feliz, aunque me tenga
enjaulada bajo sus pies.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Dime que no te he hecho daño.
—Me dolió un segundo, pero creo que el orgasmo ayudó. —
admito. Por alguna tonta razón, se me calienta la cara. Estoy
jodidamente desnuda con él dentro de mí. ¿Por qué me sonrojo por
algo?
—Starlight. — El apodo que me ha puesto sale suplicante. Todo
su cuerpo está tenso, manteniéndose tan quieto como puede.
— ¿Sí?— Vuelvo a tirar de él hacia abajo, más cerca.
—Dime que puedo moverme.
—Finn. — lo beso. —Puedes hacer lo que quieras.
—No digas eso.
—Demasiado tarde. — Intento levantar las caderas para
animarlo a moverse, pero no voy a ninguna parte. Las tiene
firmemente sujetas. Mi sexo se aprieta alrededor de su polla. Supongo
que disfruto estando bajo su control. No es algo que hubiera esperado
de mí misma.
—Joder. — Aprieta los dientes. —Ya estás demasiado apretada.
No hagas eso. Apenas aguanto ya.
— ¿Hacer qué?— Mi sexo lo hace de nuevo. Emite un gruñido
que retumba desde lo más profundo de su ser. De nuevo, mi sexo se
aprieta alrededor de su polla. Estoy tan llena. —No lo hago a propósito.
Quiero decir, puedo. — Esta vez lo hago sola para demostrarlo.
—A la mierda. — Retira la polla, casi saliéndose de mí, antes de
volver a metérmela hasta el fondo. Jadeo. — ¿Eso es lo que quieres?
—Sí. —Gimo, encantada de haberlo llevado al límite y de que me
esté dando lo que necesito.
—Eres tan malditamente hermosa. — Empieza a moverse más
rápido, deslizándose dentro y fuera de mí. —No me importa si alguien
te envió para destruirme. Ya lo has hecho.
Estoy demasiado perdida en él para entender la mitad de lo que
dice, pero si alguien está siendo destruido, esa soy yo. Levanto las
caderas para recibir sus embestidas. ¿Cómo voy a vivir sin esto? El

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


sexo no puede ser tan bueno todo el tiempo, ¿verdad? La gente nunca
conseguiría hacer nada.
—Finn. — gimo cuando empieza a empujar más fuerte. Está
tratando de llegar tan profundo dentro de mí como puede.
—Te necesito conmigo. —Su mano se desliza entre nosotros. Los
dedos ásperos de Finn buscan mi clítoris. —Vente conmigo.
Muéstramelo, starlight.
Grito su nombre mientras el orgasmo se abate sobre mí. Finn da
un último y fuerte empujón, me penetra hasta el fondo y se mantiene
ahí mientras se corre conmigo. Su calor se derrama dentro de mí. Juro
que la sensación me hace tener otro mini orgasmo, o tal vez es el
mismo que no cesa.
Me aferro a él, envolviéndolo con todo mi cuerpo. Suelta otro
gemido y me hunde la cara en el cuello. Su enorme cuerpo se sacude
sobre mí. Más de su calor se derrama dentro de mí. Recorro
suavemente la espalda de Finn con los dedos. Sus músculos se
flexionan y luego se relajan.
—Estaba demasiado duro. — me dice en el cuello.
—Creo que todavía la tienes dura. — Se me escapa una risita.
—Sí. — asiente.
—Creía que bajaba después de ah, ya sabes.
—Venirme. — Por fin levanta la cabeza. Ahora su expresión es
suave.
—Sí, eso. — Suelta una risita sexy, divertido de que no diga la
palabra.
Chillo cuando de repente nos hace rodar. Ha sido
endiabladamente rápido. Antes de darme cuenta, estoy encima de él.
Su polla está dentro de mí. Empiezo a mover las caderas, pero me
detiene. Me agarra las caderas con fuerza.
—Estás dolorida. Debería sacarla, pero no me atrevo. Necesito
seguir sintiéndote. — Maldita sea, es tan dulce. Se me derriten las
entrañas.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Adolorida no es lo que estoy, Finn. — Pongo mis manos sobre
su ancho pecho. —Yo también quiero más.
—Cuidado, starlight. No sabes lo que pides.
Lo sé. Lo deseo. La única pregunta es: ¿cuánto tiempo podré
tenerlo?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 15
FINN

Normalmente no sueño, pero esta vez tengo una visión vívida de


una criatura felina vestida de negro que me salta por detrás. Intento
girar, pero el cuerpo se aferra a mí. Por el rabillo del ojo, veo un guiño
de plata y luego siento un corte de dolor cuando una daga se clava en
mi pecho. Empujo la forma e intento sacar el cuchillo, pero en lugar
de extraerlo, cada movimiento acaba empujando la hoja más adentro.
Me despierto con un sudor frío y me paso las manos por el cuerpo. Mi
acelerado corazón se ralentiza al darse cuenta de que estoy ileso.
Georgia no me ha matado mientras dormía. Me incorporo lentamente,
con cuidado de no molestar a su cuerpo dormido.
Salgo de la cama y me siento en la silla que hay junto a un
pequeño escritorio. El hecho de que no se revuelva a pesar de que me
muevo no encaja con que sea una asesina a sueldo. Una asesina de
verdad tendría el sueño ligero. Cada vez que se movía mientras
dormía, yo me despertaba.
Ha habido muchas oportunidades para matarme, especialmente
mientras teníamos sexo. No tengo sentido del lugar ni del tiempo
cuando su cuerpo está junto al mío. Georgia podría haberme
acuchillado, envenenado o pedido que me asfixiara, y lo habría hecho
encantado con tal de poder estar dentro de su húmedo coño mientras
me moría.
¿Podría ser realmente una influencer de viajes como dijo?
Ninguna de sus acciones tiene sentido. Es una figura muy pública.
Hace fotos de todo y las publica para que el mundo las vea. Duerme
como un tronco y solo tiene un teléfono que pude encontrar, ningún
otro aparato electrónico oculto. Su historia sobre su abuela es tan
auténtica que me cuesta creer que sea una tapadera. Aprieto con
fuerza la mandíbula. Tengo que hablar con Mercy.
Llevo aquí dos días y no he explorado mi objetivo ni una sola vez.
Me dirijo a la habitación exterior y saco mi pieza comm del forro de mi

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


maleta. Por la forma en que está alineada la impresión interior, puedo
decir que nadie la ha alterado.
Inserto el auricular y tomo el cubo de hielo. En el pasillo, Mercy
se conecta.
— ¿Dónde demonios has estado? ¿Es la otra operación? ¿Qué
necesitas?
—Todo va bien. — miento entre dientes. —Mañana me pongo en
contacto con el objetivo. ¿Hay algo que quieras contarme?
Hay un largo rato de silencio mientras Mercy intenta sonsacarme
más información. No cedo, y ella lo sabe. Finalmente, chasquea la
lengua en señal de derrota. —Nada sobre la señorita Georgia. Sobre el
papel y por todo en las redes sociales -y tiene una gran presencia en
las redes sociales- es como dice. Una influencer de viajes con una
cuenta bancaria decente que se complementa con los pagos de los
anunciantes. He conseguido relacionar dos aciertos con sus
vacaciones. Hubo un golpe a un diputado de un cártel del sur de
México cuando ella estaba en Guanajuato, y luego un golpe a alguien
que supuestamente estaba haciendo comercio de armas en Bulgaria.
Estuvo en Plovdiv y Sofía.
Siento un cosquilleo en la nuca. — ¿Algún otro?
—Eso es todo. No encuentro registros de golpes que hayan
ocurrido al mismo tiempo.
La incómoda verdad es que preferiría que fuera una asesina
porque, de lo contrario, no hay forma de que este pedazo de pelusa
solar me quiera en su vida. ¿Cómo le explico mi trabajo? También viajo,
nena. A muchos lugares exóticos, pero mientras tú visitas castillos, jardines y museos,
yo persigo a la escoria de la tierra y la extermino.
—Voy a hacer el intercambio de teléfonos hoy. Probablemente
sobre la una.
—Estaré esperando. — Se desconecta.
Presiono el botón del hielo y veo cómo los cubitos caen en el
cubo. Cuando el cubo está medio lleno, me lo meto bajo el brazo, me
guardo el auricular y vuelvo a la habitación. Georgia está de pie en

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


medio del salón con el edredón alrededor del cuerpo y una expresión
confusa y ligeramente magullada en la cara.
—Creía que te habías ido.
Levanto la cubitera. —Fui por hielo. Me gusta el agua fría.
Si eso no suena como la cosa más tonta del mundo. La meto bajo
el brazo y la llevo de regreso al dormitorio. —Pero ahora que estás
despierta, tengo otras ideas sobre qué hacer con el hielo.
Sus ojos se abren de par en par. —Eso no lo sé, Finnick.
—Starlight, por eso lo estamos intentando. No lo sabrás hasta
que lo hayas experimentado.
—Me dije eso cuando me sirvieron un plato de calamares crudos.
— Sigue dejándome apretarla contra la cama. La funda cae y deja ver
su cuerpo desnudo en todo su esplendor. Meto la mano en la cubitera.
— ¿Qué tal el calamar?
—Me asustó.
—Menos mal que tengo nervios de acero. Abre las piernas,
starlight. —hace lo que le pido. Siempre es así. Me obedece sin
rechistar. —Empezaremos por aquí. — Me meto el cubito en la boca.
Cuando aprieto mis fríos labios contra su ardiente coño, grita.
Introduzco la lengua y dejo que el agua fría fluya dentro de ella. Aprieta
su canal, su sexo palpita contra mi boca. Cojo otro cubito de hielo, se
lo froto por los labios y lo deslizo dentro de ella. Luego vuelvo a chupar
y lamer, haciendo que se corra una y otra vez.
Me clavo en ese núcleo frío y caliente. El duelo de sensaciones
me arranca un grito. La penetro con fuerza y determinación,
chupándole las tetas y devorándole la boca. Lo último que pienso es
que, si es una asesina, debería acabar conmigo. Moriría feliz.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 16
GEORGIA

— ¿Sabías que Da Vinci no recibió educación formal? También


era vegetariano. — Finn y yo nos levantamos de la cama el tiempo
suficiente para llegar al museo. Empiezo a darme cuenta de que Finn
es más un hombre de acción que un buen oyente. Puedo seguir y
seguir, y él parece disfrutar escuchándome hablar.
—También nació fuera del matrimonio. — susurra cuando por
fin nos encontramos cara a cara con la Mona Lisa.
Toda mi atención debería centrarse en el cuadro. Por eso estoy
aquí, pero las palabras de Finn me hacen darme cuenta de algo en lo
que no había pensado. Ni una sola vez antes de este preciso momento.
Y es que hemos ido como conejos y nunca hemos usado protección.
—También diría que es zurdo. — Finn ladea la cabeza,
mirándola.
—Lo era. — suelto. De repente se me seca la boca. — ¿Te diste
cuenta mirando el cuadro? — pregunto mientras mi mente intenta
llevarme por un millón de escenarios de mi futuro.
—Sus trazos van de derecha a izquierda. Los diestros suelen ir
de izquierda a derecha, y sus trazos son más relajados. — Finn no
habla mucho, pero se da cuenta de todo. Es una fuente de
conocimientos sobre muchos temas diferentes.
— ¿Qué te parece?
—Debe haberse preocupado realmente por ella.
— ¿Amado?
— ¿Amado? — repite como si la palabra fuera extraña en sus
labios.
—Sí, que la amaba.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Sentía algo por ella. Está en los detalles. Quería atraparlos
todos.
—La abuela siempre decía que el diablo está en los detalles.
—Mujer inteligente. — Finn pone su mano en mi espalda, y nos
movemos para que otros puedan echar un vistazo.
—No voy a mentir. — susurro. —Pensaba que la foto iba a ser
más grande. — Finn empieza a sonreír ante mi broma tonta, pero en
un abrir y cerrar de ojos, todo su comportamiento cambia. Noto cómo
sus dedos se flexionan contra mi espalda.
Miro a mí alrededor para ver si pasa algo, pero no hay nada. Finn
saca su teléfono. Es demasiado alto para que pueda echar un vistazo
a la pantalla.
—Lo siento, pero me necesitan...
— ¿En otro país?— Empiezo a asustarme. Espera, ni siquiera ha
trabajado aquí. Ha pasado la mayor parte del tiempo encerrado
conmigo en el hotel. ¿Cómo es posible que ya tenga que irse?
—No. — Me besa la mejilla. —En otro distrito.
—De acuerdo, vete. Sé que estás aquí por trabajo. — La forma
en que su lengua pronuncia la palabra francesa para distrito me hace
flaquear. —Debería hacer algunas fotos y publicarlas. Podemos vernos
en el hotel más tarde. — Se queda mirándome sin decir nada. No creo
que quiera dejarme sola. —Estaré bien. No se me da mal cuidar de mí
misma. — Me río para tratar de aligerar lo que sea este estado de
ánimo oscuro que ha caído sobre él. —Llevo tiempo haciéndolo en
muchos países diferentes.
—Tu número de móvil. No lo tengo.
—Aquí, lo pondré por ti. — le ofrezco, extendiendo la mano para
coger su teléfono.
—Solo dímelo, lo recordaré.
—De acuerdo. — me vuelvo a reír y lo digo sin parar.
—No corras de mí. Te encontraré. — No creo que esté bromeando
por la expresión seria que tiene. Pero siempre está muy serio. Es una
de las cosas que me gustan, curiosamente. Cuando consigo una de

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


esas sonrisas, es una pequeña victoria. Aunque estaría bien que me
regalara más. Hay un muro entre nosotros. Uno no lo pensaría si nos
viera juntos, pero hay algo.
—No corro. Como nunca. Quizá haría una excepción si estuviera
a punto de perder un vuelo. — Intento aligerar su humor.
—Como dije, te encontraría. — Antes de darme cuenta, me besa.
Por un momento casi olvido que estamos en público. Cuando por fin
nuestras bocas se separan, lo veo irse. Se gira para mirarme un par
de veces antes de que lo pierda de vista.
Siento un extraño impulso de seguirlo, pero no lo hago. No seré
la loca acosadora, pero sé que algo no va bien. Lo del cubo de hielo me
pareció extraño, y no era la primera vez que lo hacía.
Entonces me golpea otra dosis de realidad más allá de la que ya
tengo por nuestra falta de protección durante el sexo. ¿Y si está
casado? El secretismo, el evitar darme detalles sobre su vida y el salir
a hurtadillas de la habitación tienen sentido ahora. ¿Salía de la
habitación con la cubitera para hablar con su esposa?
Se me aprieta el pecho. Hago lo que mejor se me da. Huyo.
Metafóricamente, al menos. Tengo que volver al hotel lo antes posible.
Es mi oportunidad. ¿Cuán terrible sería si revisara sus cosas? Él
nunca lo sabría. Claro, podría preguntarle, ¿pero no mentiría un
infiel? Necesito verlo por mí misma.
Cuanto más me acerco al hotel, más me enojo. Cuando llego a
nuestra suite, me quedo ahí debatiéndome si realmente debería hacer
esto. Que normalmente está mal revisar sus cosas, pero me miento a
mí misma. La verdadera razón por la que estoy indecisa es porque
tengo miedo de lo que voy a encontrar.
¿Habrá una foto de él y su esposa con un par de niños escondida
en su maleta? Solo de pensarlo me dan ganas de vomitar. La forma en
que me hace el amor. Todas sus caricias. Han sido especiales.
Al menos eso pensé, pero tal vez soy ingenua. No le costó ningún
esfuerzo llevarme a la cama con él. Lo conocí por cinco segundos y le
di mi virginidad.
En realidad, soy el blanco perfecto

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 17
FINN

— ¿Qué pasó con el intercambio de teléfonos que se suponía que


iba a ocurrir a la una?— Mercy me ladra al oído.
—Eso está sucediendo, solo a la una y media. ¿Sigue ahí?
¿Puedes entretenerlo?— Medio camino, medio troto por la acera,
esquivando turistas.
—Podría, pero no sé si te lo mereces.
—Estamos juntos en esto. — Diviso un montón de mierda de
perro recién tirada y salto a un lado, chocando contra unos amantes.
El hombre me fulmina con la mirada, pero yo le devuelvo la mirada
antes de continuar. Para ser un hombre al que no le gusta llamar la
atención, estoy dejando un montón de huellas.
—Oh, ¿ahora recuerdas que estamos juntos en esto?
Mercy suena enojada. Intento un soborno. — ¿No dijiste que tu
tienda favorita era Dior?
— ¿Estás intentando comprarme?
— ¿Está funcionando?
—No, todavía no. ¿En qué estás pensando?
—Ahhh... — ¿Qué querría Mercy?
—Será mejor que llegues a él en los próximos diez minutos o se
habrá ido. Corté la conexión comercial en el restaurante para que
nadie pueda pagar, pero lo arreglarán pronto.
—Eres la mejor.
Sin aliento, me detengo fuera del hotel donde mi objetivo está
disfrutando del almuerzo. Tras saludar con la cabeza al botones de
guantes blancos que me abre la puerta, entro. La lujosa entrada me
recibe con suaves aromas y una alfombra más blanda. Paso

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


directamente al largo pasillo que recorre todo el ancho del hotel. A
ambos lados del espacio hay grandes sofás y sillas con mechones de
gran tamaño donde comen todo tipo de ricos, y quizá famosos. Los
camareros se apresuran a ofrecer champán gratuito y disculpas por la
caída del servicio de tarjetas de crédito. Saco una copa de una de las
bandejas y la llevo en la mano izquierda. Mi objetivo está sentado al
fondo con un acompañante a la derecha. Su teléfono está bajo la mano
derecha, junto al pasillo. Frente a ellos se sientan dos señoras
mayores, ambas ataviadas con Chanel y más perlas de las que se
pueden encontrar en todo Tahití. Ambos grupos están enojados.
Al acercarme, le oigo decir: —Querida, soy tan infeliz como tú.
No, hoy no puedo quedarme más tiempo.
La mujer, al menos un ocho sólido, hace una mueca y se acerca
para acariciar la mano de mi objetivo. —Estoy muy triste porque
nuestro tiempo se va a acortar. No estoy segura de poder siquiera
esbozar una sonrisa.
—Tengo algo que te pondrá eufórica. — responde. Creo que la
mujer querría un collar, pero ambos sabemos que se refiere a lo que
sea que lleva en los pantalones. La mujer le dedica una sonrisa falsa
y tensa.
Mientras los dos fingen estar enamorados el uno del otro, vierto
el champán sobre el brazo vestido de Chanel que tengo al lado. La
anciana grita y todas las cabezas del establecimiento se vuelven hacia
ella.
—Ça va pas non! — grita. Un camarero y luego un encargado se
acercan corriendo a la mujer agraviada. — ¡Ça va pas non! Vous ne
pouvez pas faire attention! — ¿Qué hacen? ¡Presten atención! repite a los
empleados. Mientras se inclinan y se disculpan, me arrodillo como si
fuera a atarme los cordones de los zapatos, arranco el teléfono de la
mesa y lo vuelvo a colocar en el dup.
En el servicio de caballeros, conecto el teléfono al mío. — ¿Te
conectas?— pregunto.
—Dame un segundo. De acuerdo, estoy adentro. Descargando el
software. ¿Ves lo fácil que es? Podrías haber tenido esto hecho hace
días.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Quería darte algo que te hiciera ilusión.
—Eres tan generoso. Hecho. Avísame cuando sea el momento de
hacer el texto.
—Lo haré. —descuelgo el teléfono y vuelvo a la galería. Las dos
señoras de Chanel se han ido, pero mi objetivo está ahí, firmando el
resguardo de la tarjeta de crédito. Coge el teléfono falso, que no tiene
batería, y juguetea con él, con el ceño fruncido. — ¿No tienes un
cargador portátil? — le pregunta a su compañera. Ella niega. —Tengo
que parar a comprar uno. Nos vemos en el apartamento.
Me apresuro hacia la salida y le entrego al primer conductor de
la fila de taxis doscientos euros. —Mi amante va a salir y mi esposa va
a llegar. Por favor, lleve a mi amante a su hotel.
Sonríe y asiente enérgicamente. La amante del objetivo sale del
hotel y el botones llama al taxi. El conductor me guiña un ojo y se
adelanta.
Espero cerca de la entrada, fingiendo estar absorto en algo en mi
teléfono. Cuando mi objetivo pasa murmurando que estaba seguro de
haber enchufado el teléfono, le meto el suyo en el bolsillo lateral y
luego finjo tropezar y le quito el teléfono falso de la mano. Hago el
intercambio rápido, pido perdón y me voy.
Llego al apartamento de Ile St. Louis quince minutos más tarde
y me pongo los gruesos guantes de cuero antes de entrar. —Mercy, te
has superado. — El lugar está en un estado de lenta renovación, con
las paredes desnudas de yeso y grandes láminas de plástico separando
las habitaciones que están en proceso de ser pintadas. Tiro del fino
cable de la parte inferior de mi chaqueta y espero a que llegue mi
objetivo.
—Está justo detrás de ti. — me dice Mercy al oído. Suena alegre.
—Tenemos otro trabajo justo después de este si lo quieres. También
es fácil. Un director general que ha malversado millones necesita que
se encarguen de él tranquilamente.
— ¿No pueden mandarlo a la cárcel?
—Sabes que no les gusta hacer eso. Destroza las acciones.
Además, es un banco.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Envíame los detalles.
— ¿Eso es un no?— Mercy empuja.
—No es un no.
—Pero tampoco es un sí.
Hay pasos fuera de la puerta. —Me tengo que ir.
Salvado por el objetivo. Abre la puerta y maldice. — ¿Qué
demonios?— Esperaba un dormitorio, no una obra en construcción.
Me deslizo detrás de él y le pongo el cable alrededor del cuello.
Forcejea, pero soy un profesional y me apresuro. Bajo su cuerpo sobre
una lámina de plástico y lo enrollo bien. El cuerpo pesa mucho cuando
levanto la oscura bolsa de basura por encima del hombro, pero me las
arreglo. Como el lugar está en obras, nadie me ve bajar el cadáver por
las escaleras hasta el sótano. Según los planos, hay un túnel en el
fondo, que localizo. Desde ahí, hay un corto paseo hasta el Sena. Le
doy al objetivo una buena despedida. Flotará río abajo y lo descubrirán
en unos días, pero para entonces yo ya me habré ido.
Sudoroso y cansado, regreso al hotel. Me detengo con la mano
en la puerta de la habitación. Me habré ido, ¿pero estaré solo?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 18
GEORGIA

Mi corazón se hunde cuando oigo el sonido de la puerta de la


habitación del hotel abriéndose. Estaba segura de que tendría más
tiempo para recoger mis cosas.
Como bloguera de viajes, me esfuerzo por viajar ligera, pero una
chica no puede llevar lo mismo en todas las fotos. Me he dado cuenta
de que las vistas y los me gusta aumentan cuando me arreglo.
—Starlight. — La voz profunda de Finn resuena en la habitación.
Cierro la maleta lo más rápido que puedo. Por fin he hecho las
maletas. Me he tomado un poco más de tiempo para arreglarme por si
Finn volvía antes de que pudiera escapar. Ni siquiera estaba segura
de adónde iba. Finn me había desconcertado.
Por un momento pensé en volver a casa. Podría ser un buen
lugar para curar mi corazón roto. Rápidamente dejé de lado esa idea,
sabiendo que era una tontería. El pueblo en el que crecí no es mi
hogar. Mi madre estaría encima de mí diciéndome te lo dije y luego me
empujaría a un esposo de su elección. Tratar con ella es lo último que
quiero hacer ahora.
Hace una semana, la idea de sentar cabeza y tener hijos me
habría hecho salir corriendo. Por otra parte, ya estoy haciendo eso.
Estoy huyendo.
Pero solo porque quería alejarme de mi familia y ver mundo.
Cosa que ya he hecho mucho. Todas las cosas de Instagram crecieron
por sí solas como un subproducto. Puede ser agotador y, en el fondo,
me temo que me parezco más a mi madre de lo que creo. Todo gira en
torno a que la gente te vea perfecta. ¿No es eso lo que me ha hecho
toda esta influencia de las redes sociales?
Supongo que la idea del matrimonio y los bebés me asustaba
porque solo lo veía a través de los ojos de mi familia. Ninguno de ellos
era realmente feliz en sus relaciones, y no quería lo mismo para mí.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


La abuela básicamente me dijo que huyera y me dio los medios
para hacerlo para que no acabara siendo como mis padres. Puede que
actúen como si vivieran en un cuento de hadas, pero su matrimonio
es un desastre cuando se cierran las puertas. Estoy bastante segura
de que algunos de mis hermanos tampoco son felices en el suyo, pero
siempre siguieron la corriente de lo que querían nuestros padres.
Nunca quise acabar como ninguno de ellos.
Luego estaba Finn. Me atrajo y me envolvió en la idea del amor
y de cómo sería si él fuera el hombre con el que me casara. Me permití
tener esas pequeñas ideas de cómo podría ser. Permitiéndome
perderme en esa fantasía. Diablos, podría estar embarazada ahora
mismo.
Pero todo era mentira. Probablemente se arregló hace mucho
tiempo así que no había posibilidad de eso. O eso o estaba intentando
dejarme embarazada. Lo cual es raro. De cualquier manera sigue
siendo un mentiroso, y lo sé. También tengo la evidencia para
probarlo.
—Starlight. — La voz de Finn está más cerca esta vez.
Me calzo rápidamente y cojo mi equipaje antes de salir del
dormitorio. Observo cómo me mira de pies a cabeza. — ¿Qué haces?
— pregunta mientras su mirada se dirige a mi equipaje.
—Me marcho. Lo sé todo. Ni siquiera intentes negarlo. — Intenta
disimular su reacción a mis palabras, pero la capto. Es la primera vez,
la verdad. Es tan bueno ocultando lo que puede estar pensando o
sintiendo. Eso debería haber sido una señal.
—No te irás. — Sus palabras salen más rápido que las mías. Es
una orden, no una súplica. ¿Por qué hace más calor? ¡Concéntrate!
Tramposo, me recuerdo.
—Tú no eres mi jefe. — Doy un pisotón como una niña. ¿Qué me
pasa? Este hombre me hace sentir tan diferente y, extrañamente, no
odio las cosas que saca de mí. Aunque sea ser una mocosa.
— ¿Estás segura de eso, starlight?— Trago saliva, un estúpido
nudo se forma en mi garganta.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Puede que seas bueno con todos tus truquitos, pero ahora lo
veo todo claro. — El hombre me hizo el amor como si fuera realmente
el amor de su vida. Lamentablemente, no era genuino y todo era solo
para meterse en mis pantalones.
Me cansé de ser ingenua. No hay mejor detective que una mujer
con la misión de averiguar información sobre un hombre al que ama.
¡Mierda, creo que lo amo! Por supuesto, esto me pasaría a mí. Es
terrible después de lo que me he dado cuenta.
— ¿Qué quieres decir?— Extiende las palmas de las manos en
un gesto suplicante.
— ¡Lo sé!— Golpeo cada palabra. ¿Por qué estoy tan enojada?
Acabo de conocer a este hombre.
—Puedo renunciar. Me iré. — Su voz baja. —Por ti haría
cualquier cosa. — Se acerca y veo en sus ojos que quiere agarrarme y
estrecharme contra él.
¿Qué demonios? ¡¿Por qué tuvo que decir eso?! Es tan
malditamente dulce, pero no puede ser.
—No. No voy a ser la razón por la que te vayas. No soy esa
persona. — Las lágrimas empiezan a correr por mis mejillas.
Cada emoción que he sentido por Finn sale a borbotones. Nunca
podría vivir conmigo misma si rompiera el matrimonio de alguien. Ya
va a ser bastante duro lidiar con ello.
—Tú significas para mí más que nada. He terminado con esa
vida. — Finn intenta agarrarme la mano, pero me alejo.
— ¡No puedes abandonar un matrimonio así como así! No seré
la causa de eso. — grito, dejando que mis emociones saquen lo mejor
de mí. —Me has mentido. — Esta vez doy un paso adelante, clavándole
el dedo en el pecho. Demonios, incluso si dejara a su esposa, también
sería desechada. Las mujeres advierten que se consiguen de la misma
manera que se encuentran.
—Matrimonio. — susurra, sonando confuso. Su tono me saca de
mi enojo y me hace levantar la vista. Tiene las cejas fruncidas y parece
realmente desconcertado por lo que he dicho. Continúo mirándolo. —

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


¿Crees que estoy casado? — Una pequeña sonrisa se dibuja en su
cara. Tengo ganas de borrarla.
Sacudo la cabeza. Este tipo de hombres nunca cambian. Lo
llevan en la sangre. Lo he visto con mi padre. Quiero lealtad y amor.
— ¡¿Sin redes sociales?! ¡En serio!— Esa debería haber sido mi
primera bandera roja. Esa sonrisa apuesta cae de su cara.
— ¿Te has conectado a Internet para buscarme? — Me encojo de
hombros.
—Quizá busqué tu cara y tu nombre en las redes sociales. —
Vuelvo a encogerme de hombros. ¿Por qué me siento mal? Él es el
infiel.
— ¿Buscaste mi cara en Google? — Su actitud cambia por
completo.
— ¿Qué puede hacer una chica cuando encuentra esto? No tenía
otra opción. — Levanto la alianza de oro.
—Es un accesorio. — gruñe, pasando a mi lado y empezando a
meter cosas en su equipaje. —Nos vamos. — ¿Qué demonios?
—Me voy. Puedes hacer lo que quieras. — Le tiro el anillo. En
realidad no tiene el efecto deseado porque lo atrapa fácilmente.
—Lo siento, starlight, no puedo... — De repente, el sonido de
disparos llena mis oídos. Finn me agarra. —Ahora eres mía. Incluso
para protegerte.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 19
FINN

La tiro al suelo, empujo la maleta delante de ella y luego inclino


mi cuerpo como escudo. Disparo detrás de mí, derribando al primer
tipo. Otro hombre vestido de negro aparece detrás de él. Una puerta
al final del pasillo se abre de golpe y le sigue una avalancha de
hombres. Les disparo mientras empujo la maleta y a Georgia por el
pasillo hasta que aparece el rincón con la máquina de hielo. —Adentro.
— ordeno. Se mueve con rapidez a pesar del susto y el miedo. —No
estoy casado. — repito. Parece vital que lo entienda. Separo la
máquina de hielo de la pared y la pongo delante de la puerta. Una bala
me pasa cerca de la oreja. Me giro y vuelvo a disparar.
— ¿Quién eres?
—Alguien con intereses comerciales internacionales. Alguien
soltero. Ahora vuelvo. — Suelto el cargador vacío de mi pistola y meto
el de repuesto. Derribo a seis más, pero los malos parecen
multiplicarse. Este es el problema de acabar con alguien en su propia
casa. Gasto el resto de mi munición y vacío la pistola en la cabeza del
malo que se acerca. Cae de espaldas en los brazos de uno de los
miembros de su banda. Dos lo empujan. Corro hacia la pared para
coger impulso y le doy una patada en la cara a uno de ellos. Se estrella
contra el que está a su lado. Me dejo caer sobre un tercero y le arranco
el cuello hacia un lado. Algo duro y contundente me golpea la espalda.
Le doy una patada hacia atrás sin siquiera mirar, haciendo contacto
con el esternón de alguien. Un rostro aparece frente a mí. Le clavo la
base de la mano en la nariz. Su cabeza se echa hacia atrás y el hueso
nasal se hunde en la parte frontal del cráneo.
Le arranco el arma de la mano y giro para eliminar a otros tres.
Solo quedan tres en pie. Levanto y apunto, pero antes de que pueda
efectuar mi siguiente disparo, los tres se dan la vuelta y se alejan a
toda velocidad. Si estuviera solo, tal vez los perseguiría, pero ahora
tengo a Georgia y esos tipos volverán. Vuelvo corriendo al rincón de la

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


máquina de hielo y apalanco la máquina. Georgia me fulmina con la
mirada.
—Tienes que dar explicaciones.
—Lo sé. Déjame hacerlo de camino. — La tomo de la mano.
— ¿Adónde vamos?
—Al aeropuerto. — Le doy un pequeño empujón a través de la
puerta de salida. De repente agradezco que estos hoteles de París
tengan menos de cinco pisos. Georgia baja corriendo las escaleras sin
que se lo pida. La urgencia de la situación debe haberse asentado.
Probablemente todos los disparos. Eso haría mover el culo a
cualquiera.
Cuando llegamos a la primera planta, la tomo de la mano y tiro
de ella hacia la entrada lateral en lugar de hacia el vestíbulo principal.
De nuevo, se da cuenta rápidamente y se apresura a avanzar. En la
puerta, se detiene para comprobar su entorno. — ¿Es seguro?
Es una decisión inteligente, pero se me eriza el vello de la nuca.
Georgia apenas parece inmutada por el tiroteo en el piso de arriba, el
escondite en el rincón detrás de la máquina de hielo, la carrera hacia
abajo cinco pisos. Me asaltan viejas sospechas. Miro la pistola que
tengo a mi lado. Con la empuñadura por delante, se la ofrezco. —
¿Necesitas una de estas?
Sus cejas se fruncen, pero la toma con cautela. — ¿Apunto y
disparo?
Llego a una conclusión. No me importa que sea una asesina y
que yo sea su objetivo. Que me mate. Al menos moriré habiéndola
tenido. —Sí. Apunta y dispara. — Pero espero que no a mí.
— ¿Y tú?
—Conduzco.
Le señalo una moto estacionada junto a un pilón metálico. Es
una vieja moto de gas con un encendido de verdad en lugar de uno de
esos nuevos arranques por botón. Unos cables cruzados más tarde y
ya está en marcha. Dejo caer el único casco sobre su cabeza y paso la
pierna por encima del asiento. —Súbete.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿Estás robando esto?— Parece agitada.
—Lo tomo prestado. Vamos. No tenemos tiempo que perder.
— ¿Vas a explicar lo que está pasando?— permanece pegada a
la acera. Por encima de su hombro, la puerta lateral se abre de golpe
y salen unos cuantos tipos malos.
— ¡Sí! Pero después de que lleguemos a un lugar seguro. Mueve
el culo, starlight.
Mira hacia atrás, grita y se sube a la moto. Enciendo el motor y
volamos hacia delante. La oigo gritar algo.
— ¿Qué?
Me inclino hacia atrás para poder entender lo que dice.
—Se me ha caído la pistola. — me grita al oído.
Se me dibuja una sonrisa de oreja a oreja. A ninguna asesina
que se precie se le habría caído un arma. Una vez que llegamos a la
casa de seguridad, la apresuro por los tres tramos de escaleras hasta
el pequeño apartamento. En cuanto se cierra la puerta, se cruza de
brazos y me clava una mirada dura. —Es hora de empezar a hablar, y
quiero frases largas y completas, llenas de detalles que a ti te parezcan
aburridos. Lo quiero tan completo que podría escribir tu biografía.
¿Trabajas para la CIA? ¿Interpol? ¿Qué?
Es tentador mentir. Es tentador decir que soy un agente
encubierto a lo Tom Cruise en Misión Imposible haciendo operaciones
oscuras tan profundas que mi propio gobierno no me reconoce, pero
planeo estar en la vida de Georgia por mucho tiempo, e incluso un tipo
tonto y sin experiencia como yo sabe que no puedo empezar con una
mentira. Bueno, quiero decir, con más mentiras.
Levanto un dedo. —Déjame llamar a mi socia y organizar una
limpieza, y luego contestaré a todo lo que quieras saber hasta mi talla
de ropa interior.
—Es XL. Ya la he visto, ¿recuerdas?
—Bien. — Guiño un ojo y me doy un golpecito en la oreja. Mercy
se conecta inmediatamente.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—He oído por los comunicadores de la policía que ha habido un
tiroteo en tu hotel. ¿Sabes algo de eso?
—No sé quién está detrás, pero terminé el trabajo y parece que
hay algunos cabos sueltos que hay que limpiar. Y tomé prestada una
motocicleta. Está estacionada fuera de la casa de seguridad. ¿Puedes
prepararte para una extracción?
—No me gusta todo el papeleo que voy a tener que rellenar. —
refunfuña, pero la oigo teclear, lo que significa que está haciendo los
preparativos. — ¿Esta noche?
—Mañana. La charla puede durar un rato.
Deja de teclear. — ¿Mañana?— Una nota sospechosa se cuela.
Delante de mí, el ceño de Georgia se frunce cada vez más. Puedo
ver las preguntas a punto de estallar de ella. —Mañana. — repito y
cuelgo.
Georgia abre la boca.
Levanto la mano. — Te lo explicaré todo. En primer lugar... soy
un asesino a sueldo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 20
GEORGIA

— ¿Una socia?— Cruzo los brazos temblorosos sobre el pecho.


— ¿Has oído lo que he dicho?— Finn se acerca a mí. Coincido
con sus pasos, retrocediendo uno. Por su expresión, cualquiera diría
que lo he abofeteado. Lo que quiero es lanzar todo mi cuerpo hacia él
y envolverme a su alrededor.
—Era una voz femenina. Yo misma la he oído. — Mi mente se
arremolina con tantas cosas, pero por alguna razón, me aferro a este
asunto del matrimonio. Quiero decir, no importa la huida a alta
velocidad que acabamos de hacer, de los hombres que nos estaban
disparando. ¡Oh mi Dios! ¡Me acaban de disparar!
—Creo que estás en shock.
— ¡Lo estoy!— Grito en acuerdo. Vuelve a intentar acercarse a
mí, pero extiendo las manos para detenerlo. El cuerpo entero de Finn
se congela, haciéndome sentir un poco mal. Genial, ahora quiero ir a
consolarlo. ¿Qué demonios me pasa?
—Estás en estado de shock. Eso es lo que te pasa. — Debo haber
dicho la última parte en voz alta. —Es normal en este tipo de
situaciones.
— ¿Normal? Este tipo de situaciones. — Una histérica burbuja
de risa brota de mí. Supongo que así es como llamamos al tiroteo que
tuvo lugar en nuestra habitación de hotel. — ¡Se me cayó la pistola!—
Recuerdo de repente. — ¿Y si vienen por nosotros otra vez? Espera,
¿quién venía por nosotros?
—Tengo más. — Se acerca a una puerta, abriéndola para revelar
un armario lleno de todo tipo de cosas que parece que podrían usarse
como armas. Algunas son sencillas, pero hay otras que no sé
exactamente qué son. Lo que sí sé es que hay toneladas de armas. De
las que solo se ven en las películas.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Porque eres un asesino a sueldo. — Me tiembla el labio inferior.
Por fin me doy cuenta de lo que ha dicho antes. Supongo que mi mente
solo podía reprimirlo durante un tiempo antes de tener que afrontarlo.
—Por favor, déjame ir contigo. — me suplica Finn.
—No. —Niego con la cabeza. —No puedes tocarme. Cuando me
tocas, no pienso con claridad. ¿A quién quiero engañar? Ahora no me
tocas y no puedo pensar bien. — Respiro hondo, intentando
calmarme.
Echo un vistazo al pequeño apartamento. No hay mucho. ¿Lo
había llamado casa de seguridad? ¿Había pedido limpieza y
extracción? Quiero llamarlo loco. Esto no puede ser real, pero lo he
visto con mis propios ojos. Había habido tantos hombres tratando de
matarlo.
—No tienes un tiro, ¿verdad?— Lo recorro con la mirada. Parece
estar bien, pero es raro conseguir una reacción de Finn. Realmente es
bueno ocultando cosas. Obviamente. Ni en un millón de años habría
imaginado que era un asesino a sueldo. Quiero decir, ni siquiera pensé
que fuera un trabajo de verdad.
—Hoy no. — dice.
— ¡Eso no tiene gracia!— siseo.
—Entonces, ¿te importaría que me dispararan? —sonríe. Me
encanta cuando lo hace. Ahora mismo, tengo ganas de arrancársela
de la cara. También quiero besarlo. Quizá sea yo la loca.
—Solo quiero ser extra clara aquí. ¿Seguro que no estás
casado?— Niega. — ¿Novia?
—Estás muy centrada en esto del matrimonio.
— ¿Estás evitando la pregunta de la novia?
—No, Starlight. Novias o esposas no son buenas en mi línea de
trabajo.
—Oh, claro. — Me rodeo con los brazos.
—Joder, eso no ha salido bien. — Se pasa la mano por la cara.
Finn está más estresado ahora que cuando estaba en el tiroteo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Nunca he tenido esposa ni novia.
—Lo entiendo. — Me trago el nudo que se me forma en la
garganta. —Como por qué no puedes tener Instagram y esas cosas. —
Es lo más estúpido que puedo decir, pero de todas formas me siento
muy estúpida ahora mismo.
—No lo entiendes. Joder, lo siento. — Sacude la cabeza.
— ¿Por qué lo sientes? ¿Por quitarme la virginidad? ¿De haberme
dejado embarazada? ¿Que casi nos maten? ¡Hacer que me enamore de
ti solo para que descubra que soy una aventura!
Finn se queda ahí. Sus ojos no se apartan de los míos. Deja que
el silencio perdure. Supongo que algunas cosas nunca cambian.
— ¿Me amas?— Por fin habla. Suena como si no pudiera
comprender la idea de que lo ame.
—No te conozco. Yo…
—No te retractes. — Esta vez, cuando se mueve, es tan rápido
que no puedo protestar. Me levanta de los pies. —No te retractes. —
repite.
—De acuerdo. — acepto. Me lleva hasta el sofá y se sienta
conmigo en su regazo, de modo que tengo que sentarme a horcajadas
frente a él. Me agarra por las caderas para mantenerme en mi lugar.
No iba a intentar levantarme.
—Me has sorprendido. Nunca pensé que querría una esposa o
algo que realmente me perteneciera. — ¿Está diciendo que quiere eso
ahora? Dijo que era suya. No estaba segura de lo que quería decir,
pero era difícil procesar cualquier cosa con disparos sonando a tu
alrededor mientras el hombre al que amabas se convertía en James
Bond justo delante de ti. ¿Pero lo había hecho? Desde el principio me
di cuenta de que Finn se comportaba de una forma que nunca había
visto a nadie.
—Como asesino a sueldo, probablemente no deberías dejar que
las cosas te sorprendan. — Quiero decir, pensaría que eso sería malo
para el negocio.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Me refiero a lo mucho que me enamoré de ti. Confía en mí. Te
he visto. Has estado en todo mi radar. Hemos tenido contacto antes
de París.
— ¿Lo hemos tenido?— Creo que lo habría notado, pero puedo
perderme en mi pequeño mundo porque es todo lo que conozco. Soy
yo sola aquí afuera.
—Pensé que te habían enviado para matarme. — Me quedo con
la boca abierta.
— ¿En serio?
—Me sacas de mi juego, starlight. — Sus dedos se clavan en mis
caderas, manteniéndose firme sobre mí.
— ¿Pensaste que iba a matarte y por eso te acostaste conmigo?
—Habría merecido la pena. — Mis dientes se hunden en mi labio
inferior. Eso es realmente dulce, de una extraña manera de asesino a
sueldo.
¿Así es como un asesino a sueldo te dice que puede que también
te ame? No sé si eso es bueno o malo. Lo que sí sé es que no creo que
Finn tenga planes de dejarme ir pronto.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 21
FINN

— ¿Todas las preguntas contestadas?


— ¿Es esta mi única oportunidad de obtener información de ti o
puedo volver a visitar este periodo de preguntas y respuestas en el
futuro?
—En cualquier momento.
—Supongo que he terminado con el interrogatorio entonces. Por
ahora. — Me guiña un ojo como la chica descarada que es.
Arrastro mis manos por su espalda bajo la camiseta hasta
encontrar el tirante de su sujetador. —Pasemos a algo más
interesante.
— ¿Cómo manejar una pistola? — bromea.
—Se te da bastante bien, pero estaré encantado de darte clases.
— Llevo mis manos a su culo y la arrastro sobre mi dura cresta. —
¿Quieres empezar con la mano o con la lengua?
Sus ojos se abren de par en par. — ¿Ya hemos cambiado de
tema?
—Ya estoy en otro país, starlight. — Mis manos se afanan en
quitarle el top. Tiro de ella hacia abajo hasta que sus tetas cuelgan
delante de mi boca como dos jugosas frutas colgando de una rama,
suplicando ser devoradas. Agarro un globo maduro y chupo
profundamente mientras me muevo debajo de ella. El roce de la tela
es suficiente para humedecer la punta de mi polla. Es tan caliente. O
quizá sea yo. Soy un infierno de necesidad.
Chupo con más fuerza, llevando su pezón a un pico duro antes
de cambiar al otro pecho. Sus uñas me rozan el cuero cabelludo y me
provocan descargas eléctricas.
Me separo. —Quítate los vaqueros. Necesito sentirte. Saborearte.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Tú también. — dice, echándose hacia atrás para tirar de mi
cintura.
No discuto. Quiero su piel contra la mía. Nos quitamos la ropa y
vuelvo a abrazarla. Aprieto su boca contra la mía y la beso hasta que
nos quedamos sin aliento. Mi polla hambrienta busca su centro. Cada
roce con su cuerpo me vuelve loco. La agarro por las caderas y la
levanto hasta que sus piernas quedan a ambos lados de mi cabeza.
Me mira por encima del hombro, un poco desconcertada.
—Te estoy enseñando a manejar la pistola. — Sonrío. —Adelante.
Dale una lamida.
Dirige su atención a mi erección. El primer contacto de su lengua
húmeda con mi polla palpitante casi me pone en órbita. La agarro por
el culo y la arrastro hasta mi boca, metiendo la lengua entre sus
húmedos pliegues.
Grita de sorpresa, de lujuria. — ¡Dios, Finn!— Me empuja la
cara. Separo más sus nalgas para tener mejor acceso. Algún día me
comeré este pequeño agujero prohibido, pero por ahora, quiero beber
en la fuente de su coño. Se estremece y luego, como si se concentrara,
tensa los músculos antes de bajar la cabeza. Mientras devoro su coño,
se lleva mi polla a la boca. Su ritmo no es bueno, probablemente
porque es difícil concentrarse cuando hay una lengua introduciéndose
en tu interior, pero el húmedo y amoroso roce de labios y lengua me
vuelve loco. Un orgasmo crece en la base de mi espalda. Quiero
correrme en su boca. Quiero correrme en su coño. Quiero correrme en
todo su cuerpo, pintar su piel con el blanco de mi semilla.
La aparto de mi polla. Hace un sonido de protesta. —No he
terminado. —Entrecierra los ojos y me mira por encima del hombro.
—No puedo aguantar ni un segundo más. — admito, saliendo de
debajo de su cuerpo. —Ojalá fuera más fuerte, pero eres demasiado
potente, starlight. Quiero correrme dentro de ti.
Sus ojos brillan. —También quiero eso.
Tiene la boca húmeda y enrojecida por haberla estirado
alrededor de mi circunferencia. Me acerco y le paso el pulgar por el
labio inferior hinchado. —Podría correrme solo con mirarte.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Cojo mi miembro palpitante y coloco la punta en la abertura de
su raja. Empuja el culo hacia atrás. Le doy una ligera palmada en las
mejillas. —Pórtate bien.
— ¿O qué? ¿Me besarás?— No me tiene ningún miedo.
—Eres valiente para ser alguien que está aprendiendo a manejar
un arma. — Deslizo la cabeza de mi polla por su sexo. Todo su cuerpo
se tensa, traicionando su tono juguetón. Puede que sea toda palabras
descaradas, pero su cuerpo está tan necesitado como el mío.
—Yo… — Se atraganta al pronunciar la siguiente palabra
mientras me introduzco en su interior.
La sensación de ella alrededor de mi eje vuela la parte de atrás
de mi cabeza. Está tan apretada, tan húmeda, tan caliente. Desde esta
posición, su canal es tan estrecho que es como meter mi polla en un
guante dos tallas más pequeño. Su coño se aprieta a mí alrededor.
Aprieto los dientes para no eyacular dentro de ella antes de que se
corra.
Busco su clítoris y empiezo a frotarlo. Arquea la espalda como
un gato. Me muevo, empujando hasta que la oigo gritar.
—Ahí. — jadea. —Justo ahí.
Empujo hacia delante, asegurándome de golpear el punto G con
cada entrada y salida. Se estremece. Respira entrecortadamente y
grita cuando todo su cuerpo se rompe bajo mis manos. Me dejo llevar,
golpeo su dulce coño con mi polla y exploto dentro de ella. Chorros de
semen salen de mí. Le doy palmadas y le aprieto el culo hasta
vaciarme, pero sigo duro. Salgo de ella y la giro hasta que se tumba
boca arriba. Tiene los ojos vidriosos y húmedos.
— ¿Está bien? —pregunto.
Asiente.
—Necesito otra ronda. — Meto la mano entre nosotros y abro su
sexo. Está empapada por dentro, de su semen y del mío. —Esta vez lo
haré despacio.
La comisura de sus labios se levanta. —No te creo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Pero se equivoca. La urgencia ha desaparecido, pero mi
necesidad de estar cerca me acosa con fuerza. Me deslizo por ese canal
húmedo y tomo su boca con la mía. —Quédate conmigo, starlight.
Déjame amarte mucho esta noche.
— ¿Amor? — murmura contra mi boca.
—Sí, ¿qué otra cosa podría ser sino amor?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Capítulo 22
GEORGIA

Mis ojos se abren de repente. Ni siquiera recuerdo haberme


dormido. Una vez que consigo orientarme, todo vuelve a mí de golpe.
Finn, los disparos, asesino a sueldo, las palabras de amor. Todo era
demasiado.
—Te tengo. — Los dedos de Finn me rozan la espalda. Mi cuerpo
desnudo se aprieta contra su costado. Me envuelve. Claramente, no
tengo miedo del asesino a sueldo. Sin embargo, es un asesino a sueldo.
Lo he visto matar con mis propios ojos. —No te alejes de mí. — Hay
un tono suplicante en su voz que no esperaba.
—No me he movido. — Apoyo la cabeza en su pecho. Es tan
cálido. Me atrevería a decir que también es abrazador. Supongo que
no es una palabra que se use a menudo para describirlo.
Probablemente en absoluto.
—Me refería mentalmente. No intentes convencerte de lo
contrario. — Rueda de repente. No me sorprende. El hombre puede
moverse rápido cuando quiere. Incluso con su tamaño. Lo miro
fijamente a los ojos oscuros. La única luz de la habitación procede de
debajo de las cortinas de la ventana. Apenas ha salido el sol.
— ¿Qué hacemos?
—Hoy tenemos que salir de la ciudad. Mercy tendrá algo
preparado cuando llame. — Responde con seguridad, como si ya
hubiera estado antes en esta situación. Supongo que en su trabajo
está acostumbrado a este tipo de cosas.
— ¿Mercy?
—Sí, ella se encarga de esas cosas. Soy el hombre sobre el
terreno.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


— ¿Cosas como encontrar tu próximo golpe?— Desvía la mirada
un momento antes de asentir. — ¿Por qué apartas la mirada de mí?
¿Por vergüenza?
—No. —Vuelve la cabeza hacia mí. —No quiero que pienses que
soy un monstruo. — ¿Creo que es un monstruo? Para mí no lo es, pero
aun así.
—La gente de la que te encargas es mala, ¿verdad?
—Depende de a quién le preguntes.
—Te pregunto a ti. Al hombre desnudo que tengo encima y que
no para de hablar como si fuera a llevarme con él.
—Te estoy llevando conmigo.
—A eso me refería cuando pregunté qué es lo que estamos
haciendo. ¿Cómo va a funcionar esto?
—Haremos que funcione.
—No creo que sea tan fácil. — Es tan malditamente confiado.
¿Por qué todo en él es atractivo incluso cuando debería ser malo?
—Starlight, lo más fácil que me ha pasado nunca ha sido
enamorarme de ti. Me fui desde el principio.
—Yo solo...
—Lo sé, y lo siento. Te arrastré a mi mundo y ahora no hay vuelta
atrás, y si soy sincero -que siempre lo seré cuando me lo pidas- lo
volvería a hacer. ¿Ahora crees que soy un monstruo? La vida que
conocías ya no existe. Lo siento, joder, pero... — Esta vez corto sus
palabras, apretando mi boca contra la suya.
Quiero decirle que mi antigua vida me importa un bledo. Que ahí
ya no queda nada para mí, pero no quiero arruinar este momento con
él. Se apodera de mí. Su boca devora la mía como si estuviera
hambriento de mí.
Aquí es donde quiero estar. Lo único que quería era ver mundo.
Todas esas publicaciones de Instagram y la vida que había hecho en
línea nunca serían tan reales como él.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Finn. — Me separo del beso cuando me doy cuenta de repente.
—Esto es culpa mía, ¿no? Fui a indagar sobre ti y te puse en peligro.
—Yo me he puesto aquí, starlight. — Me sonríe. Su rara sonrisa
me da mariposas tontas como si fuera una chica enamorada y no una
mujer con un asesino a sueldo mortal encima reclamándola.
—Me encanta cuando... — La mano de Finn baja sobre mi boca.
Se le borra la sonrisa. Asiento en señal de comprensión. Retira la
mano y, como una pantera mortal, salta de la cama sin hacer ruido.
Me incorporo, cojo la camisa que Finn me lanza y me la pongo.
Cuando vuelvo a mirar a Finn, tiene los pantalones puestos y
una pistola en la mano. Este hombre es un acto de magia.
—Lo sé. ¿Cuántos?— lo oigo susurrar.
Grito cuando alguien irrumpe por la ventana. Mierda. Me tapo
la boca con la mano. Voy a hacer que nos maten a los dos.
El hombre queda atrapado en la cortina. Finn lo agarra y oigo
un chasquido. Grita, me vocaliza.
Puedo hacerlo. Suelto otro fuerte grito. — ¡Lo has matado! Por
favor, ¡no me hagas daño!— No sé por qué se me ocurre decirlo, pero
lo hago. Finn me dedica una de sus sonrisas burlonas.
— ¿Lo tienes?— Alguien grita mientras abren la puerta de una
patada.
—Ella me entendió bien. — Finn aprieta el gatillo. El arma no
hace ruido, pero el hombre que cae al suelo.
Finn gira mientras otro hombre entra por la ventana, solo que
esta vez cae de pie. Finn fue demasiado rápido. Sabía que el hombre
ya se acercaba. ¿Es Mercy o todo él?
Agarra al hombre por el cuello, solo que esta vez no lo mata. Finn
golpea su frente contra la cara del hombre antes de tirarlo al suelo.
Me pongo de rodillas. Finn no suelta la garganta del hombre aturdido.
— ¿Realmente pensaste que dos serían una distracción
suficiente para meterte conmigo? — le pregunta al hombre. —Siempre
has sido un cabrón engreído. No sé cómo has aguantado tanto. — El

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


hombre solo hace un ruido ahogado. —Tienes suerte de que ella esté
aquí. — le dice al hombre antes de acabar con su vida.
— ¿Viejo amigo?— Finn suelta una carcajada ante mi pregunta.
—Algo así. — Se acerca a la cama. —Arriba. Hemos terminado
con París por ahora. — Finn me levanta de la cama.
—Voy a hacer que te maten.
—No, starlight. Solo me haces más mortal. — La misma mano
que usó para matar a un hombre hace unos segundos se acerca para
acariciar suavemente mi mejilla. Me inclino hacia su tacto. —Tengo
que proteger algo que amo.
Finn es realmente un asesino a sueldo. Sus palabras me dan en
el corazón.
Siempre será él.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Epílogo
FINN

Años más tarde.


—Ugh, esta comida está tan buena. — gime Georgia mientras
hurga en la pequeña bandeja de papel llena de cordero asado y maíz
asado. El mercado está lleno de gente, sobre todo lugareños, aunque
de vez en cuando hay extranjeros como Georgia y yo. Aquí nadie es
tan linda como Georgia. Su pelo color trigo se ha vuelto más brillante
con toda la exposición al sol que hemos tenido en nuestras vacaciones.
Le salen pecas y su piel tiene un brillo cálido. Dice que ni siquiera
necesita usar filtro porque el sol, la comida y el mar salado han sido
muy buenos para su cutis.
Creo que su aspecto siempre ha sido digno de un premio.
Muerdo mi samosa y estiro las piernas. Apoyo el brazo en una pequeña
mochila que llevo encima desde que salimos de Estados Unidos. Entre
trabajo y trabajo, había estado buscando estas dos cosas por todo el
país, y por fin recibí la llamada de un vendedor dos días antes de que
nos fuéramos al extranjero. Le di un beso de despedida a Georgia por
la mañana, me subí a un avión privado y llegué a casa antes de la
medianoche.
No hizo preguntas porque está acostumbrada a mis horarios y
trabajos extraños. Pensé en darle el regalo antes de irnos, pero decidí
no hacerlo porque este lugar es donde nos conocimos y nos
enamoramos.
Vuelve a suspirar mientras se acaba lo que queda de comida. —
Podría comerme mil de estas brochetas de cordero. ¿Por qué no puedo
repetir esto en casa?
—No tenemos una de esas máquinas giratorias. — Muevo el
dedo.
— ¿Asadores? —suministra.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Sí. ¿Quieres una?— Extiendo los dedos y arrastro el teléfono
bajo la palma, dispuesto a hacer la llamada para que renueven
nuestra cocina antes de que aterricemos en Estados Unidos dentro de
dos días.
Me da una palmada en el dorso de la mano y se ríe. —No. Solo
quiero venir a este bazar.
—Vendremos todos los años.
—No puedo esperar. —Sus ojos brillan de felicidad. Más que el
sol o el maquillaje o los filtros, la alegría es lo que la hace brillar.
Quiero mantener esa mirada en su rostro para siempre. Me inclino
hacia delante y atrapo su boca con la mía. Hace un ruidito de sorpresa
antes de devolverme el beso. Estoy tan absorto en mi deseo por ella
que no noto la mano del ladrón hasta que es demasiado tarde. La
cartera de cuero marrón que tenía a mano ha desaparecido. Doy un
respingo hacia atrás, pero la figura vestida de negro ya está a nueve
metros, esquivando a la gente, intentando perderse entre la multitud.
—Espera, starlight, tengo que ocuparme de algo.
—No tardes. — Levanta su copa y la golpea contra un vaso
imaginario.
Se me escapa una risita. Me encanta su irreverencia. —Eres lo
mejor que me ha pasado en la vida.
—Lo mismo, pero tú objetivo se escapa.
—Voy por él. — Me inclino y dejo caer un beso sobre su frente
antes de marcharme. Como soy alto, puedo ver el progreso del ladrón.
Alguien con más experiencia habría dejado de correr e intentado pasar
más desapercibido. Este, sin embargo, va de un lado a otro, causando
un alboroto. Tomo un camino alternativo, menos concurrido, y corro
en paralelo a él durante un par de minutos y luego, cuando intenta
cruzar hacia el puente, corro a toda velocidad y lo derribo.
Cae de bruces contra el suelo. —Eso tiene que doler. — digo
mientras rebusco en sus bolsillos. Encuentro la cartera y me la meto
en el bolsillo interior. Levanto el puño para darle un puñetazo, pero
veo que un gendarme me mira con desconfianza. Me pongo en pie,
arrastrando al ladrón conmigo.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Siento haber chocado así contigo. — digo en un francés
destrozado.
El ladrón frunce el ceño y está a punto de decir algo que nos
metería a los dos en un buen problema, pero se detiene cuando señalo
con la cabeza al policía que acecha cerca. Responde inmediatamente
con una falsa disculpa. Nos damos unos cuantos golpecitos en la
espalda antes de dejarlo marchar.
Cuando vuelvo con Georgia, su bebida ha desaparecido y su
bandeja de comida está vacía. Tiene el teléfono boca abajo y la cara
levantada hacia el sol. Me duele el pecho de amor por ella.
Me arrodillo junto a su silla. —Será mejor que te dé esto antes
de que lo pierda.
Abre los ojos y se inclina hacia mí. Se lleva la mano a la frente.
—Estás un poco caliente. ¿Has tenido que trabajar mucho?
—No. Ni un poco. ¿Te estás preguntando si atrapé a mi objetivo?
—En los cinco años que llevamos juntos, nunca has dejado de
tener éxito. — Me da un beso en la frente. —Me atrapaste, después de
todo.
Agarro su mano y la aprieto contra mi cara. —Mi mayor premio.
— Con la mano libre, busco la cartera en el interior. La desenrollo y
muestro el anillo y el collar que pertenecieron a su abuela. Jadea y se
lleva las manos a la boca. Ahora no tiene ningún contacto con su
familia, pero sé que su abuela significaba mucho para ella. Demonios,
la mujer la trajo a mí.
—No lo hiciste. — dice detrás de sus dedos. Sus ojos empiezan a
brillar.
—No llores. — le ordeno.
—No lo hago. — miente mientras se le escapan las lágrimas. Le
tiembla la mano al coger las joyas. —Pensé que se habían perdido para
siempre.
Intentamos recuperarlas cuando volvimos de París. Iba a
regalárselas para nuestra boda y nuestro primer aniversario, pero no
pude encontrarlas. Hace un par de años, me dijo que me rindiera, pero
me negué.

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


—Si puedo encontrar a un terrorista en un escondite remoto en
un pueblo de montaña en Van Turquía, supuse que estos aparecerían
algún día. Una mujer se los había comprado al vendedor de segunda
mano. — explico mientras sujeto el collar alrededor del cuello de
Georgia. —Luego murió y el testamento estuvo en proceso de
legalización durante años, mientras sus hijos se peleaban por la
herencia. El testamento fue anulado, luego se apeló y todo el asunto
no se resolvió hasta hace un mes. El hijo que ganó vendió todo lo que
había en la herencia, y así es como encontré esto.
Me siento en cuclillas. Su sonrisa es más brillante que el sol. —
Ojalá tuvieras más cosas que recuperar para poder poner esta
expresión en tu cara todos los días.
La sonrisa se vuelve pícara. —Me has puesto una mejor esta
mañana.
—Oh, lo hice, ¿no?— Siento que se me hincha el pecho. —Quizá
deberíamos volver al hotel para que pueda verla otra vez.
Me levanto y la cojo en brazos. Probablemente haya una docena
de cámaras apuntándonos.
—Pensé que la primera regla de los asesinos a sueldo es no
armar una escena. — murmura contra mi cuello mientras salgo del
parque.
—Estoy de vacaciones y llevo sombrero.
— ¿Y el objetivo del que te ocupaste cuando llegamos aquí?
—Eso fue el primer día. Llevamos aquí dos semanas. — protesto.
—Mercy se va a enojar.
Levanto más a Georgia. —Te estoy usando como escudo.
— ¿Contra las fotografías o contra Mercy?
—Las dos cosas.
Echa la cabeza hacia atrás y se ríe. Me encanta ese sonido tanto
como los que hace en el dormitorio. Todos sus sonidos -sus suspiros,
sus gemidos, sus gritos- son la única música que quiero oír el resto de
mi vida. —Te amo, starlight. Lo sabes, ¿verdad?

Sotelo, gracias K. Cross & Botton


Me estrecha el cuello. — Lo sé. También te amo, y no solo porque
pasaste cinco años buscando estas joyas que casi fueron robadas por
un carterista, sino porque eres todo lo que siempre quise en un
hombre.
Acelero el paso. — ¿Aunque sea un asesino a sueldo?
—Que siempre consigue su objetivo. — me recuerda.
Es verdad. Nunca he fallado. Ni siquiera cuando el objetivo era
el amor.

Fin…

Sotelo, gracias K. Cross & Botton

También podría gustarte