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Catequista: Vocación a la Alegría

“La alegría de ustedes nadie podrá quitársela” (Jn 16,22)

Todo encuentro con el Señor es anunciado en términos de alegría:


«He aquí que les anuncio una gran alegría» (Lc 2,10).

La Palabra de Dios es siempre una «buena noticia»: “Evangelio” =


Buena-noticia: Toda comunicación catequética es siempre un
«evangelio», es decir, una «buena noticia», por el contenido que nos
ofrece, por la meta que nos propone y por las normas de vida que nos
presenta.

La alegría cristiana es una dimensión permanente de la catequesis


que no puede hacer que dependa de los estados de ánimo del
catequista, de su temperamento o de su carácter. En realidad, es una
actitud interior que no depende de factores externos, sino que tiene
su raíz en la relación con Dios.

No siempre resulta fácil tener que presentarse en la catequesis con la


alegría en el alma y con la sonrisa en los labios, con el corazón lleno
de entusiasmo, pero debes hacerlo más allá de que el mensaje resulte
más atrayente, sino sobre todo porque la alegría es un componente
fundamental del ministerio catequético.

Pero, ¿a que tipo de alegría nos referimos?

A la alegría del corazón de Cristo. La alegría del catequista no


proviene de si correspondan nuestros catequizandos, (esta sería una
alegría que depende de una recompensa y un premio al esfuerzo.)

La alegría cristiana sólo se comprende en la fe, porque no es una


conquista, sino es un don del Espíritu.

Es uno de los «frutos del Espíritu» (Gal 5,22). Podemos decir que «la
alegría cristiana» es participación espiritual en la alegría de Jesús. La
alegría de Jesucristo consiste:

En sentirse amado por el Padre (Jn 17,24);


En dar gloria al Padre a través del ministerio de la Palabra (Jn 17,4);
En sentirse en comunión con el Padre (Jn 14,10);
En cumplir la voluntad del Padre (Jn 14,3 1).

Es una alegría que proviene del Padre y se manifiesta en las diversas


circunstancias de la vida, incluso en el dolor y en la prueba.

La alegría del catequista consiste en desempeñar su ministerio en


comunión de vida con Cristo; es decir, en saber que el Señor le
acompaña y está cerca de él en su servicio de anuncio de la salvación.

La alegría cristiana lleva siempre el sello pascual, porque se remite


siempre al anuncio de la resurrección del Señor, que es su motivo
central.
La pascua es el alegre anuncio, la buena noticia que el Padre nos
ofrece en Jesucristo.

La alegría pascual debe ser una realidad cotidiana, en el sentido que


se propone como programa de vida de cada día, se anuncia al Señor
vivo presente en medio nuestro y al que hay que descubrir y
proclamar.

Para el cristiano, todos los días son pascua; más aún, él mismo debe
ser signo válido de la pascua del Señor.

El Catequista debe llevar al catequizando a que viva el encuentro con


el resucitado, ante todo en el interior de la propia experiencia.

¿Vivo con la alegría del corazón de Cristo el llamado a evangelizar?


¿Qué puedo hacer para vivir esta vocación desde Jesús? (Alabando al
Padre, haciendo su voluntad , permaneciendo en él.)

Te invito a que hagas esta oración:

Señor, Jesús, creo que has resucitado


y que vives con nosotros.
Te doy gracias porque deseas que colabore en la obra de la redención.
Ayúdame a mirar con tus ojos,
a juzgar con tu inteligencia, a obrar con tu corazón.
Hazme eco de tu voz, reflejo de tu estilo de vida,
instrumento de tu gracia.
Señor Jesús, revélate una vez más a través de nosotros.
Que quien nos vea, quien nos escuche,
quien trate con nosotros, se percate de que
verdaderamente has resucitado y pasas tus días con nosotros,
para la salvación y la alegría de todo el mundo.

¡Feliz día, catequista!

COMENTARIOS ( 13 )

Yasna Paola (yasnaamiga2009@hotmail.com) de Chile, Ciudad De Puerto


Montt el 22/05/2009 a las 02.57 hs. escribió:
"Me dí una vuelta por esta página, buscando frases para preparar la liturgia
que realizaremos en mi Parroquia, San Alberto Hurtado; donde hace 11 años
hago catequesis preparando niños para el Sacramento de la Comunión. Y
cada palabra llega a fuego en mi corazón. Le pido a Dios que nunca permita
que decaiga en este amor tan grande que siento por Él. Bendiciones para
todos mis hermanos catequistas."

Carola Saucedo (carolstall@hotmail.com/carolstall@yahoo.com.ar) de


Neuquén el 09/05/2009 a las 00.47 hs. escribió:
"Una oración muy profunda y hermosa... Cada palabra que leo la mastico,
saboreo y luego convido para que varios quedemos saciados de buenas
palabras...
Gracias, me encantaría que me ayuden con material para niños de 9 a 13
años que son a quiénes le doy catequesis..."
Alfredo Batista R. (alfredobat5@hotmail.com) de Santiago, Veraguas,
Panamà el 31/08/2008 a las 23.19 hs. escribió:
"Alegría y paz, Esas palabras son muy alentadoras para mi que soy catequista
hace más de 25 años en la Parroquia Catedral Santiago Apóstol, con jóvenes
para la preparación en el Sacramento de la madurez cristiana: la
confirmación. De ser posible le pido que me envíen material para desarrollar
más talleres. Muy agradecido saludos en Cristo, Alfredo."

ser catequista es tener vocación a la alegría?

Como la Palabra de Dios es la "buena noticia", todo encuentro de catequesis ha de ser


anunciado con alegría: "He aquí que les anuncio una gran alegría" (Lc. 2,10). No siempre
resulta fácil presentarse a dar catequesis con la alegría en el alma y la sonrisa en los labios,
pero el catequista debe hacerlo puesto que es un componente fundamental en el ministerio de
la catequesis. La alegría del catequista no debe depender de que los catequizandos le
correspondan, sino de saber que el Señor le acompaña y está cerca suyo en ese servicio de
anuncio de la salvación. “La alegría de ustedes nadie podrá quitársela” (Jn 16,22).
Esta alegría lleva siempre el sello de la alegría pascual, porque se remite al anuncio de la
resurrección de Jesús, que es su motivo central. El catequista ha de llevar al catequizando a
que viva este encuentro con Cristo Resucitado.

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